Liberalismo, Nacionalismo Catalán y Iberismo

Por esta orden. El liberalismo ha destituido el legitimismo monárquico como fuente de poder político y provocó la disolución de la unidad entre el pueblo, su Dios y su rey. Con esta disolución, el pueblo ha perdido el conocimiento y el amor (no se ama lo que no se conoce) a la herencia que ha recibido de sus ancestros - su patria, su tradición y su cultura. Campo abierto para el nacionalismo revolucionario (étnico o cívico), asiente en identitarismos fabricados y inculcados en las escuelas, cabalgar la demagogia populista y controlar la viciosa partidocracia liberal para virar al pueblo contra si mismo y contra su propio pasado.

Hablando del nacionalismo catalán, creando hostilidad hacia la patria española, tal y cuál la que el pueblo catalán, dentro de la Corona de Aragón, ha creado y por siglos defendido. Por qué? Quizás porque no la capitanean los mismos caciques del nacionalismo revolucionario catalán, desde la Ciudad Condal (uy, no! que no se le llame tal cosa!), disponiendo así de más botín que saquear.

Así, el nacionalismo catalán muy temprano encontró en el iberismo el socio ideal para su ambición sin límites y sus ganas de aplastar a Castilla (la pobre y sacrificada Castilla, siempre inculpada de todos los males), cercada por una alianza iberista encauzada por los propios nacionalistas catalanes - aunque, dígase, con creciente (y por ello preocupante) apoyo portugués.

El iberismo ha sido promovido (y lo es estos días) por una ya larga lista de nacionalistas catalanes: Sinibald de Mas, Francesc Pi i Margall, Joan Margall (vaya familia!), Pasqual Maragall, Francesc Cambó i Batlle, Enric Prat de la Riba i Sarrà, Josep Lluis Carod-Rovira (vaya el catalán ese!) entre muchos otros. Juntando a los portugueses José Saramago, Costa Cabral, Teófilo Braga, Vitorino Salomé, Mário Lino (este los bate a todos!) no tendremos dudas de que gentuza estamos hablando.

Como podéis ver, lo que une a esta lacra es un propósito de destruir a las patrias española y portuguesa como las conocemos y amamos, para con sus restos amasar una especie de flojo sucedáneo de país, en el cuál puedan (aún) más fácilmente cacicar y depredar, engordando las ya rellenadas cuentas que en Suiza mantienen algunos de ellos y sus amigos.

El iberismo que une a los enemigos de España (y de Portugal) jamás podrá ser bueno para España! El iberismo es opuesto al tradicionalismo y al hispanismo que aquí defendemos.

Por fin, os dejo una perla más del delirio liberal-nazionalista-iberista. Proviene del muy preclaro conseller de cultura del gobierno autonómico catalán, Ferran Mascarell:

Mascarell ve España como una 'anomalía histórica' y un modelo 'autoritario'

• Dice que la independencia 'resolvería el problema español de siempre'

Efe | Barcelona
Actualizado lunes 09/09/2013 12:13 horas

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El conseller de Cultura, Ferran Mascarell, ha calificado hoy a España como una "anomalía histórica" que desde 1714 está perdida en su "propio laberinto", con un modelo "autoritario y jerárquico", a su juicio, que niega los derechos democráticos a los catalanes.
Mascarell, que ha pronunciado una conferencia sobre la Diada en el castillo-monasterio de Sant Miquel d'Escornalbou (Tarragona), ha asegurado que esta "anomalía histórica" se remonta a 1714, tras la derrota de Cataluña en la guerra de Sucesión, y ha apuntado que se podría resolver ahora, con la independencia de Cataluña.
El conseller ha lamentado que España nunca haya tratado de redimir el "pecado original" que supone haberse configurado cuando el absolutismo derrotó en 1714 al modelo de "republicanismo monárquico" que encabezaba Cataluña, que se situaba en la "antesala de las naciones-estado que Europa vio despuntar en las décadas posteriores".
Según Mascarell, desde la derrota de 1714, España se consolidó "en manos de una elite alejada del pactismo, con un espíritu autoritario y jerárquico, sin más objetivo que construir un Estado único, unificado, centralizado, radial, jerárquico, que unificara en una sola nación de matriz castellana todo lo que respiraba bajo sus dominios".
Transcurridos 300 años, el titular de Cultura considera que la "anomalía continúa vigente", ya que España está configurada por un "conjunto de instituciones estatales perdidas en su propio laberinto -ha dicho- incapaces de pensar en los intereses de los ciudadanos y que se consideran propietarias de la soberanía de los catalanes".
Ante esta situación, Mascarell ha defendido la creación de un Estado propio para Cataluña y ha pedido a los europeos y a los ciudadanos del resto de España que sean conscientes de que la independencia de Cataluña también permitiría resolver "el problema español de siempre".
"El proyecto catalán es el camino para dar estabilidad y progreso en el sur de Europa", ha exclamado Mascarell, que ha remarcado que el nuevo Estado catalán favorecería la posibilidad de un "renovado iberismo", con una alianza entre Cataluña, España y Portugal.

Según Mascarell, en Cataluña se ha llegado a la conclusión de que la mejor salida es un Estado propio, al comprobar que España "ha tratado a la nación de los catalanes como subsidiaria y contributiva".

"Los catalanes entendemos definitivamente que el Estado (español) es de parte y no de todos. Es autoritario y es jerárquico, y todavía niega los derechos democráticos de los catalanes", ha indicado.
A su juicio, sólo se pueden oponer a la creación del Estado catalán "los autoritarios, los jerárquicos y los predemócratas o los que confunden España con su finca particular".
"Cataluña es un pueblo que ofrece soluciones, no añade problemas. Queremos hacer una Cataluña democrática, avanzada y justa para ayudar a construir una Europa del pueblo y queremos, claro que sí, una España tan rica y llena como nosotros, tan libre y democrática como la mejor Cataluña", ha agregado.
Además, ha alegado que Cataluña es una de las naciones más antiguas de Europa: "por constitución y vocación es parte fundacional de la civilización europea, donde hemos estado y queremos seguir estando"

Mascarell ve Espaa como una 'anomala histrica' y un modelo 'autoritario' | Barcelona | elmundo.es