Catalanidad e hispanidad de Jaime I el Conquistador
Jaime I fue un monarca que sintió muy dentro a Cataluña y a España entera. Con sólo coger el texto de su ‘Crónica’, maravillosa pieza que, sin duda, fue inspirada y escrita por el monarca, aunque no personalmente (posiblemente el autor material fue el obispo de Huesca), puede constatar el aprecio que Jaime I sintió por Cataluña y, sin querer desmerecer el afecto que pudiera tener por los aragoneses, no hay duda que las dificultades que siempre encontró en la nobleza aragonesa le apartó de aquel reino.
La Crónica es explícita en este aprecio de Cataluña cuando en ocasión de las resistencias de aquélla en participar en la empresa de Mallorca dice, refiriéndose al Principado: «… pues aquells de Catalunya que lo mellor regne d’Espanya, el pus honrat, el pus noble per ço que hi ha quatre comtes… e ha rics-homens que per un que aquin’haja n’ha quatre en Catalunya e, por un cavaller n’ha en Catalunya cinc e per un clergue que aci hajalla n’ha deu, e par un ciutadá honrat, en Catalunya cinc. E pus aquells de la pus honrada terra d’Espanya (Catalunya) no es volgren guardar en dar a nós dell lur...», frases que pronunció el Rey en forma tan encomiástica para Cataluña.
Cataluña debe a Jaime I la determinación de sus fronteras en los momentos en que la divisoria entra Aragón y Cataluña podía presentar problemas que realmente se ofrecieron. Fue entonces cuando el Rey determinó que el «Cinca parteix», es decir, que el Cinca es la divisoria con Aragón y en varios pasajes de la Crónica aparece muy claramente que para el Rey, Cataluña se extendía de Salses al Cinca, a pesar de las razones que los aragoneses aducían con respecto a los territorios de Ribagorzana que, naturalmente, se hallan al oeste del mencionado río. Cuando en uno de los primeros capítulos —el 14—el Rey dice que: «passarien en Aragó de part Cinca… e nos eixim de Montsó e quam fam el pont… e fo la primera vegada que nos forn anch en Aragó... » y más tarde, saliendo deMonzón y cruzando el Cinca, dice el Rey: «. . nos fossen entrats en Montsó.. . e passat açó entram-nos en Aragó…», determina, sin duda, estos límites.
No obstante, este amor a Cataluña no fue absorbente. Y determinó, en consecuencia que fuese fiel a esa concepción un tanto original como fue la Corona de Aragón, pues consciente de que él era rey de Aragón y Conde de Barcelona, cuando incorporó los reinos fruto de su espada, Mallorca y Valencia, no los unió a Cataluña (ni tampoco a Aragón), sino a su corona considerándolos algo aparte y distinto. Bien es cierto que a Mallorca fueron en gran cantidad repobladores catalanes y que allí llevaron su lengua, mientras que en la reconquista de Valencia y en su repoblación participaron en mayor número que en Mallorca los aragoneses y que a pesar de ello la lengua catalana también se extendió por el nuevo reino, pero ni uno ni otro quedaron vinculados a Cataluña.
Más aún, como fruto de los varios hijos que tuvo el rey, fruto, además, de más de un matrimonio, Jaime dividió sus reinos y llegó a separar —en una de las primeras divisiones testamentarias— Valencia de Cataluña y Aragón; y definitivamente separó, en virtud del testamento que tuvo plena vigencia, los condados del Rosellón y la Cerdaña, con Mallorca, de Cataluña que lo legó a su otro hijo Jaime, el futuro Jaime II de Mallorca, mientras dejaba Cataluña, Aragón y Valencia al primogénito Pedro el Grande. O sea que Jaime 1 no siguió ningún criterio lingüístico, ni siquiera con respecto al ámbito de lo que según él era Cataluña, pues separó los condados del Rosellón y la Cerdaña de la misma y los unió con Mallorca —tierra conquistada por su espada— formando un reino.
Realmente lo que, al parecer, sintió Jaime I es un gran respeto por las peculiaridades de cada reino —Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia— sin considerar más agrupaciones entre estos reinos que la general de la Corona de Aragón. De ello se desprende que Jaime 1 el Conquistador tuvo idea clara acerca de lo que era ésta, basada especialmente en Cataluña y Aragón, considerando los reinos de reconquista como patrimonio suyo personal y de los que podía disponer a su libre voluntad, sin que pudiéramos ver en las sucesivas divisiones que determinó en sus testamentos ninguna predilección por Mallorca y Valencia en relación con Cataluña, y sí, en cambio, quiso respetar siempre la unión de Cataluña y Aragón, que consideró las dos soberanías básicas que había heredado, sin que la diferencia de lenguas —catalán y aragonés— pesaran en ello y tampoco la identidad de lenguas en Cataluña, Valencia y Mallorca fueron motivo de determinaciones políticas como se demuestra con la separación del Rosellón y la Cerdaña del resto de Cataluña y de Mallorca, al formar con estos condados el reino insular, como hemos dicho, un legado para su hijo.
En cuanto al sentido hispánico del rey, no hay más que echar mano de su ‘Crónica’ para darse cuenta hasta qué punto el rey Jaime sintió la superior unidad hispánica, sin perjuicio, naturalmente, de la personalidad tan acusada de los pueblos distintos que integraban la Corona de Aragón. Recordemos que diecisiete veces menciona a España en su Crónica (contra una sola a Francia) y alude a España cuando afirma que “entrar en Cataluña es entrar en España”, o cuando dice que Cataluña “es una de las mejores tierras de España”.
En ocasión de la futura conquista de Mallorca, el monarca por tres veces hace referencia a España significando que la ocupación de las Islas redundará no sólo en gloria de Dios sino también de España: “….car nos ho fem, la primera cosa por Déu la segona por salvar Espanya.. e tan gran nom que per nos e per vos —les dice a los catalanes— es salvada Espanya... pus aquells de Catalunya , que es lo mellor regne d’Espanya...»
Y una vez conquistada la Isla, recoge la bella frase que expresa su admiración por dominar en una tierra rodeada de mar: «... e pus Deus nos ha feita tanta grácia que ens ha donat regne dins en mar, ço que anc reid’Espanya no pot acabar...»
En el mismo sentido, cuando se resuelve para ayudar a su yerno (Alfonso X de Castilla) en la reconquista de Murcia, en boca del obispo de Huesca, dice la Crónica: «…senyors, esta es gran cosa e que jo consellas al Rei que ell faes aquesta cosa… que major es que la batalla d’Ubeda—es decir la batalla de las Navas de Tolosa— ni altra que anc fos en Espanya…».
Podríamos continuar con varias citas, como la que alude al intento de cruzada después de haber acudido al Concilio de Lyon y de haberse entrevistado con el Papa, manifestando que la Cruzada será un honor para toda España, o bien en referencias sueltas a personajes que para enaltecerlos afirma que son los mejores de España, como refiriéndose a su padre, Pedro el Católico, cuando dice que: «fo lo pus franc rei que anc fos en Espanya... » Asimismo refiriéndose a sus vasallos Guillermo de Montcada, Pedro de Ahonés o a los consejeros de Aurembiaix de Urgel cuando dice que son los mejores hombres de España.
Finalmente y para no ser prolijos en exceso, queremos cerrar estas menciones a España con la referencia a los distintos reinos que la integran cuando afirma, en relación con la entrevista que tuvo con su yerno Alfonso X, el Sabio: «...e los cinq regnes d’Espanya... » refiriéndolos a las coronas de Aragón, Castilla, Navarra, Portugal y Granada.
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Federico UDINA MARTORELL
http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE08/HEM/1976/09/11/LVG19760911-013.pdf
