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Tema: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

  1. #21
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    Casiano Just llegó a abad de Montserrat en 1966, dispuesto a superar las “hazañas” del nefasto Escarré


    Revista ¿QUÉ PASA? núm. 158, 7-Ene-1967

    Evidente contradicción entre Pablo VI y unas palabras del nuevo Abad Coadjutor de Montserrat Rvdmo. P. Dom Casiano María Just

    El día 21 de diciembre (1966) recibió la bendición abacial el nuevo Abad Coadjutor de Montserrat, Rdmo. P. Dom Casiano María Just, O. S. B. Según “El Correo Catalán”, el nuevo Abad dirigió unas palabras en las que prometía dedicar «una especial mención a la urgente tarea colectiva de encauzar la vida social, cultural y política de la juventud de nuestro pueblo».

    En verdad nos han sorprendido estas palabras. Hemos leído y releído la Regla de San Benito, y en ninguna de sus prescripciones ordena ni señala estos objetivos como propios de un Abad. Que sepamos, el Abad Coadjutor de Montserrat no es el Primado de Cataluña, ni siquiera tiene la más mínima jurisdicción pastoral sobre las diócesis catalanas. Repetidamente le ha sido denegada por la Santa Sede al Monasterio de Montserrat la pretensión de constituirse en “Abadía nullius”. Eclesiásticamente depende de Barcelona. Por tanto, ¿de dónde sale esta pretendida misión de orientar la vida social, cultural y política de la juventud?

    Pablo VI envió al nuevo Abad un expresivo telegrama, que, por cierto, no publicó “El Correo Catalán”. En este telegrama el Papa le dice textualmente: «Hace votos el Augusto Pontífice para que ese Monasterio-Santuario resplandezca más y más en virtudes de vida religiosa y de frutos espirituales.» El más lerdo se da cuenta de que lo que dice Pablo VI responde al ideal de San Benito, de lo propio de un cenobio benedictino, y de lo que más necesita Cataluña.

    Nosotros, los católicos catalanes, deseamos que el Monasterio de Montserrat no tenga que recibir tantas amonestaciones de la Santa Sede como ha recibido en los últimos años en materia litúrgica y otros aspectos que nos callamos, hasta llegar a los escándalos del Abad Escarré, que está separado de Montserrat no precisamente por el Estado y Gobierno español, sino por decisiones eclesiásticas que no desconocerá el nuevo Abad Coadjutor.

    Repetimos que las palabras del P. Casiano Just no encajan ni con la Regla de San Benito ni con el telegrama del Papa. Para orientar la vida cultural, social y política, hará muy bien el nuevo Abad si pone coto a los excesos de toda clase de la revista “Serra d’Or”, a lo que se dice en pláticas de ejercicios espirituales y otras actividades que él no desconocerá.

    Desde «¿QUE PASA?» reiteramos nuestro saludo al nuevo Abad, deseando que responda al ideal benedictino y a los deseos de Paulo VI, y que no se parezca al Abad Escarré, cuya actuación política y amistades con capitalistas no responden al ideal de la Iglesia de los pobres, a la que nos convocó Juan XXIII. De nuevo besamos el anillo abacial y nos encomendamos a sus oraciones y las de su Reverenda Comunidad. (…)

    A. RECASENS SALVAT


    Última edición por ALACRAN; 01/12/2024 a las 12:09
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #22
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    "Show cismático en Barcelona"

    Revista FUERZA NUEVA, nº 137, 23-Ago-1969

    Frente al “show” cismático

    En Barcelona está incubada, y realmente consumada, a nuestro entender, una auténtica hendidura cismática. Ya nadie lo duda. Una pluma tan poco sospechosa como la de Manuel de Unciti, en “Vida Nueva”, no puede menos que confesarlo con estas palabras:

    “¿Habrá que hablar de algunos “gérmenes de cisma” por utilizar aún recientes palabras de Pablo VI con referencia a la Iglesia universal? Tal vez no sea aún el caso y ojalá que nunca haya que quitar ese “aún”. Las noticias, no del todo controladas, que día a día van llegando, no son tranquilizadoras. Se habla de un pequeño grupo de sacerdotes y seglares católicos que rechaza al prelado (el “charnego” mons. Marcelo Glez.) porque su designación para la sede de Barcelona se hizo de acuerdo con el privilegio tradicional de intervención del poder civil en el nombramiento de los obispos. Ese grupo, que quiere decididamente seguir en comunión con la Iglesia universal, apela a una directa sumisión al Papa hasta que sea posible contar con un pastor propio, nombrado sin intervención de poderes extraños a la Iglesia.

    Se dice que este mismo grupo desaprueba el nombramiento de los cuatro obispos auxiliares de la Iglesia de Barcelona, porque en su designación no fue democráticamente consultada la base de la comunidad eclesial diocesana. Se dice, por fin, que el llamado “Forum Sacerdotal” no ha visto con buenos ojos la reclusión voluntaria de seis sacerdotes para realizar la huelga de hambre, ya conocida; huelga que terminó el viernes día 13. La razón invocada para esta desaprobación es espectacular. Se dice que dicen que HAY QUE IMPEDIR QUE EL MOVIMIENTO DE RESISTENCIA A LA JERARQUÍA POR ELLOS ORGANIZADA PUEDA DIVIDIRSE Y FRACCIONARSE… Todo esto es mucho más que perturbador, sin duda. Si no en sus motivaciones, difíciles de enjuiciar, sí como postura de cara al futuro”.

    Lo espectacular, en realidad, no es solamente todo ese berenjenal del “Fórum”, de la huelga de hambre, de los obispos auxiliares y del “aún”, que tanto puntualiza Manuel de Unciti. También es espectacular que a ese pseudo-teólogo, en un semanario que se dice católico, no le parezcan perturbadoras los motivaciones y actuación de esta secta y sus cipayos.

    De hecho, nosotros creemos que el “cisma” hace tiempo que funciona con toda impunidad y conocimiento superior. Cuando el nombramiento de los obispos auxiliares se difundieron millares y millares de octavillas denunciando que tales nombramientos habían sido efectuados “sin consulta ni aquiescencia de las comunidades de fieles”. No puedo olvidarse que el antedicho “Fórum Sacerdotal” se celebró en el Seminario Conciliar, cuyos dominios deben pertenecer a su Rector, Dr. Ventosa Aguilar, al obispo Torrella -el que fue suspendido por su indisciplina en el ejercicio del ministerio sacerdotal por el Patriarca-Obispo de Madrid-, y en definitiva al Arzobispo Dr. Marcelo González Martín.

    Repetimos que el “cisma” funciona, con todas las implicaciones que solamente un canonista podría deducir a efectos incluso de validez de los Sacramentos que administran y de la Misa que celebran. No serán tan ingenuos que públicamente rompan con la jerarquía diocesana y nacional. De hecho, prescinden de las mismas y actúan contra ellas. Lo más grave es que eso se conoce y se tolera sin más. Ahí está, por ejemplo, la homilía que se pronunció el 11 de junio en la parroquia de San José Oriol, con un estilo grisáceo y típicamente nebuloso pero en que se difumina la figura de la Iglesia, convirtiéndola en una comunidad sin “superestructuras cada vez más alejadas de la gente”, que para el que no es tonto se entiende bien lo que significa.

    De ahí el desmayo, la desmoralización, el decaimiento de la fe en Barcelona, que ha sido entregada fríamente en el último trienio a aquéllos que, eclesiásticamente desde muy lejos, preparaban este desastre imprevisible con una autoridad eclesiástica que simplemente no hubiera sido conscientemente cómplice o inverosímilmente ciega para llegar hasta donde se han llegado. (…)

    Jaime Tarragó



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  3. #23
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Sobre cescandalosos ambios en moralidad; disparates de periodistas, del escritor Gironella, etc.



    Revista FUERZA NUEVA, nº 141, 20-Sep-1969

    La Iglesia, el Estado y la moralidad

    Un grupo de matrimonios amigos, con nuestras mujeres e hijos, hemos aprovechado unos días del mes de septiembre para recorrer con nuestros modestos “600” gran parte de la Costa Brava para terminar la excursión en Manresa y Montserrat. También, de paso, hemos estado en Horta de Avinyó. Nuestras hijas tenían interés de que visitáramos la tumba de Josefina Villaseca, actualmente inhumada en la sencilla iglesia parroquial, la joven víctima de su integridad y pureza, por cuya causa fue asesinada allá por el año 1952.

    La ejemplaridad de esta niña nos ha recordado que el actual obispo de Vich, en 23 de agosto de 1954, publicaba una exhortación sobre la conducta cristiana en las costumbres públicas. Hablaba allí de que para él “existen las espinas de aquellos que hacen caso omiso de la moral cristiana y se lanzan frenéticamente a las locas costumbres introducidas por el diablo y sus cómplices. Tales espinas son muy dolorosas y no nos dejan vivir en paz. Y tampoco nos dejarían morir en paz si no habláramos con toda la energía de nuestra alma, a fin de que nadie pueda justificar sus errores, ni con nuestro silencio ni con nuestra suavidad… La moral es la misma. Y Nos proclamamos con energía que tampoco cedemos y que no admitimos como buena ninguna de las claudicaciones que se han introducido. La moral no la han hecho los fieles ni Nos mismo: es cosa de Dios. Él juzgará a todos y dará cada uno su merecido”.

    Por aquellos tiempos, en Vich había una eclesiástico, que bajo el sinónimo de “Darío” publicaba libros como “¿Bailamos o no bailamos?” y “Cine”, que hoy (1969), enrojecerían de indignación a cualquier “moralista” a lo Jorge Llimona, que impunemente desconoce y niega que “la moral es la misma”, como decía el Dr. Masnou en 1954. Hoy, en la diócesis de Vich, en vez de aquellos libros candorosos e impolutos, sin que claven espinas en la conciencia de ningún responsable, se publican los libros de Mosén José Dalmau, contra toda norma de Derecho Canónico, en flagrante contradicción con la doctrina de la Iglesia y continuando su ministerio al frente de una parroquia de la diócesis vicense.

    Pero nosotros continuamos creyendo en lo que afirmaba el Obispo de Vich en 1954. Además, estamos seguros de que el hundimiento de la moralidad pública tiene una trascendencia no sólo religiosa, sino familiar social y política. El P. Semard, en “L’Humanité”, del 8 de noviembre de 1924, afirmaba: “Los comunistas desean que la mujer se libere lo más pronto posible de su hogar, que no se produzca en ella la maternidad más que de una forma consciente y razonada”. Esta frase tiene un extraño parecido con lo de la “paternidad responsable”, ¿no les parece?

    En el Congreso Masónico Feminista de 1900 se dijo: “Nos hace falta la coeducación de los sexos. Queremos la unión libre en el amor joven y sano. El matrimonio podrá ser suprimido sin inconveniente. Libertad absoluta de aborto…” Algunos de estos conceptos coinciden con frases del Padre Jorge Llimona, sólo con el desfase de que en aquellos tiempos no se conocían las píldoras anticonceptivas…

    Sea como sea, entendemos que la corrupción moral de la niñez, de la juventud masculina y femenina, de los matrimonios, de los conceptos básicos de la vida moral, representa uno de los peligros más característicos para deshonrar una Nación y encenegarla definitivamente. Como que entendemos que en esta materia ante el silencio de unos que tienen obligación grave de hablar, y la tolerancia de otros, el desbordamiento ya sobrepasa los límites permisibles, lógicamente hay que apuntar como máximos responsables del desbarajuste moral y del confusionismo doctrinal que estamos padeciendo a los pseudointelectuales, que muy elegantemente propinan la más viscosa inmoralidad en el terreno ideológico y en la desorientación de la opinión pública. Ni la Iglesia ni el Estado pueden cruzarse de brazos ante estos problemas que afectan a la misma vida moral de las familias y de la sociedad entera.

    Por ejemplo, José María Gironella

    A la labor disolvente de muchas páginas de su novelística, ha sobrevenido la escalada de ataques descarados a la misma esencia de la Iglesia y a la vida moral. Así, por ejemplo, en “La Vanguardia” del 9 de febrero de este año, Gironella se permitía discutir lo indiscutible del depósito sagrado de la fe, acusando a la Iglesia como obstáculo para el ecumenismo. Estas son sus palabras: “Existe un obstáculo insuperable: los dogmas. ¿Qué hacer? La Iglesia católica no parece dispuesta a renunciar a ninguno de ellos, ni siquiera al de la infalibilidad pontificia, que, por cierto, no fue definido ¡hasta 1870!; partiendo de esta base, cualquier especulación es vana y los esfuerzos de los teólogos se estrellaran contra un muro. Y se estrellará contra un muro el deseo latente de los pueblos de sentirse todos, en la mente y en la práctica, hijos de un mismo Padre”.

    Después de un sarcasmo tan intolerable como este, la Oficina de Prensa del Arzobispado de Barcelona no ha dicho esta boca es mía. Claro, no se trataba de prohibir con procedimientos totalitarios una misa en desagravio por la defenestración sacrílega de un crucifijo, ni siquiera de prohibir una conferencia religiosa de Blas Piñar. Por lo visto, atacar los dogmas de la Iglesia por parte de la autoridad eclesiástica de Barcelona se puede hacer impunemente sin que se produzca el más mínimo resuello de desautorización eclesiástica.

    Gironella ha continuado su magisterio. Ahora su cátedra es el “pódium” de una “boite”, entre minifalderas y música “pop”. Un resumen del contenido de las lecciones de Gironella lo resumía “Tele-Exprés”, del 24 de marzo. He ahí la suculenta ensalada, mezcla de las mayores aberraciones que Gironella ofreció a su público: “No debemos engañarnos. Los jóvenes, sin darse cuenta, también han celebrado su concilio, con la diferencia de que ellos no sólo revisan la liturgia, el índice de libros prohibidos, el catecismo, la necesidad de acercamiento de las Iglesias y demás, sino que analizan, incluso, los dogmas; es decir, lo que para nosotros era dogmático”.

    Y añade este ejemplo: “La camaradería creciente entre los dos sexos, su indiscriminación -en la indumentaria, en las cabelleras, en el léxico, en la gesticulación, etc., no es más que el signo externo de algo que la juventud presiente: que en un futuro más o menos lejano, se va a romper por la base el concepto de “pareja humana”. En efecto, cuando los hijos no nazcan en el vientre de la madre se trastocará radicalmente el milenario concepto de maternidad, de paternidad y, en consecuencia, el del amor y el de célula familiar”. (…)

    Sí, naturalmente, todo esto repugna a nuestra conciencia, que es fruto de una cultura atávica. Pero es un hecho irreversible. Nadie podrá impedir que los Severo Ochoa de turno prosigan en sus laboratorios y que, con sus descubrimientos, cambien no sólo el rumbo de la historia, sino el concepto de humanismo y que influyan sobre la intimidad del cerebro del hombre. Ahí están, por ejemplo, los microelectrodos… Influirán casi a placer sobre la conducta, sobre los centros de agresividad. ¿Puede alguien aquilatar la revolución que ha significado la televisión? Pues no es nada, comparado con lo que se acerca, y que revolucionará nuestra psique, nuestros reflejos. Ha nacido ya la reflexología. El mundo psicodélico forma parte de ella. ¿Para bien? ¿Para mal? Que juzguen los moralistas; pero también a ellos les aplicarán microelectrodos o, según qué enfermedad contraigan, los hibernarán”.

    El avisador lector deducirá lo que estas doctrinas siembran entre nuestra juventud. Y no es el menor de los bienes de una nación su fe y su moral. La Iglesia tiene sus pastores con obligación de vigilar y custodiar tesoros tan sagrados. Pero también un Estado católico, cuya inspiración arranca y se asienta sobre la Ley de Principios Fundamentales tiene obligaciones en este sentido. Más grave que el gamberrismo y la pornografía grosera es la propaganda de principios disolventes que lógicamente conducen a los mismos.

    El actual señor obispo de Gerona, en su exhortación pastoral del 10 de agosto de 1968, glosando la “Humanae vitae”, consigna: “El camino a seguir, en la moralización de las relaciones entre el hombre y la mujer, aparece abierto a un trabajo largo y difícil; pero no imposible. En su realización deben colaborar todos los hombres de buena voluntad; pero una parte importante corresponde a las autoridades públicas. A ellas tocas salvaguardar la honestidad de las costumbres y crear un clima favorable a la castidad. Cualquier forma de pornografía y cualesquiera espectáculos licenciosos deben encontrar una repulsa decidida de todas las personas conscientes; pero, sobre todo, de aquellas autoridades civiles que, por sus convicciones católicas, tienen el grave deber de velar por la verdadera consecución de un auténtico bien común”.

    Nos han confortado enormemente las palabras de la ilustre Dr. Jubany. Cuando tantos sacerdotes, con sus teorías y declaraciones públicas, desmontan los principios y la práctica de la castidad, resulta un reconocimiento muy honroso para el Estado encargarle de la honestidad de las costumbres y de un clima favorable a tan fundamental virtud. No menos ensancha el pecho a la esperanza la práctica aceptación de que existen autoridades civiles con convicciones católicas.

    Cuando el propio obispo de Gerona, en la revista “Vida Católica” y en “El Correo Catalán” ha reivindicado el nombramiento de los obispos unilateralmente, y sin que se comprenda la utilidad de evidenciar posibles fallos de artículos concordatarios, que en todo caso exigen un replanteamiento global de las relaciones entre Iglesia y Estado en sus supremos niveles y no a través de la vía estrecha de sensacionalismos periodísticos locales, y los fieles católicos sufren el doloroso experimento de que se les mutilan ancestrales y venerables tradiciones religiosas, como procesiones, desatenciones a las autoridades civiles, e insultos gravemente injuriosos al Ejército desde la “Hoja Parroquial” (9-I-1966), del Obispado de Gerona, alegra que ahora se confíe en la eficacia de la gestión pública en orden a la moralidad.

    Máxime, cuando antiguos dirigentes de Acción Católica de Barcelona, como Juan Francisco López Castro, en “La Vanguardia”, del 13 de septiembre de 1968, opinando sobre la encíclica “Humanae vitae”, manifiesta con una lamentable amnesia de lo que obliga el sexto mandamiento del Decálogo: “Diez laboratorios españoles han presupuestado una producción de 40 millones de unidades (píldoras anovulatorias) para 1968”. Claro, además, que no son todas para regular la natalidad, sino en buena parte para facilitar lo que ahora se llama “relaciones interpersonales” de los jóvenes y que antes de los viejos catecismos se definía con palabras tan atroces como fornicación.

    A la sombra y en la presencia de la tumba de Josefina Vilaseca nos propusimos levantar este clamor por nuestra dignidad personal y nacional. Repetimos lo que decía el obispo de Vich, Dr. Masnou, en 1954: “Nos hemos convencido de que va en auge el número de los que establecen la vivisección de su vida moral, creando compartimentos en su conciencia, uno para Dios y los actos religiosos y otros para las supuestas exigencias humanas, en las que Dios, gracias a las enseñanzas del liberalismo teórico o práctico, nada tiene que hacer… Los pecados se cometerán; pero el pecado de silenciar, tomar postura cómoda, ceder en principios ante el descaro y agobio de los demás, no lo cometerá la Iglesia”.

    Así nos lo decían en 1954. Y como “la moral es la misma” y “la Iglesia no cambia ni cede”, como afirmaba entonces el mismo prelado, nos ha parecido oportuno recordarlo, huérfanos de otras voces más autorizadas, en esta hora.

    Porque España, ni religiosamente ni políticamente, puede ni debe vivir en el estercolero de la “dolce vita”.

    Jaime TARRAGÓ

    Última edición por ALACRAN; Hace 1 semana a las 14:36
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