Revista FUERZA NUEVA, nº 114, 15-3-1969
El Soviet eclesiástico
Recientemente la revista “Ecclesia” ha publicado, en su edición del 11 del pasado enero (1969), un estudio sobre “Los pequeños grupos y la corriente profética”. Algunos se preguntan, con razón, por qué en el mismo no se han especificado las corrientes, publicaciones, asociaciones y hombres de dichos “grupos” en España. El motivo puede ser doble: que se suponga que al buen entendedor pocas palabras bastan y que ya sabrá detectar los “partisanos” de dichas sectas o que, en virtud de la bendita prudencia, normalmente tan mal entendida, se rehúya “comprometerse” ante el enemigo.
Por ahí corría el libro de José Dalmau, “Agonía de l’autoritarisme católic”, que todavía no había merecido los honores de la versión al castellano por “Cuadernos para el diálogo” como el otro panfleto “Distensions cristiano- marxistes” lo ha sido por la revista y publicaciones, en las que tan vinculado está Joaquín Ruiz-Giménez. A estas horas (1969), gracias a la autoridad civil, dichos manuales blasfemos y antisociales no están a la venta. Pero han pasado años y meses con un silencio más que deprimente por parte de los prelados a quienes correspondía jurisdicción sobre dicho sacerdote.
En el libro “Agonía de l’autoritarisme católic”, mosén José Dalmau especifica cómo se debe actuar para enfrentarse con la autoridad del Papa y de los obispos. Dice textualmente que “dentro la Iglesia, históricamente, la autoridad ha constituido un robo”. Por esto propugna tres procedimientos contra la autoridad pontificia y episcopal: “el hecho consumado, el grupo de presión, la “resistencia”.
Que esto se escriba, se divulgue, se reparta como caramelos a jóvenes imberbes y muchachas “ye-yés”, que otros curas lo comenten, lo hinchen y lo vociferen, con plena impunidad, o solamente se pretenda contrarrestar con lamentaciones que, por inoperantes en quienes tienen los resortes del gobierno eclesiástico, resultan algo más que incomprensibles y que el propio mosén Dalmau sea ascendido por vía democrática al Consejo Presbiteral del Obispado de Vich, forzosamente ha de tener consecuencias que no pueden quedarse en los comentarios. ¿No podría decir la revista “Ecclesia” -y su redactor del informe- si con lo que insinuamos y lo que inmediatamente vamos a exponer, no circulan algunos de los “grupos proféticos” que demoníacamente descristianizan Cataluña y trabajan por un nihilismo total y nunca visto?
¡Pobre obispado de Vich!
El hundimiento de las vocaciones eclesiásticas, la indisciplina de los seminaristas mayores en los últimos años que residían allí, la deflación de sus movimientos seglares, el descenso de vocaciones religiosas femeninas y, sobre todo, el ambiente de desesperanza que se masca, porque se tiene la convicción de que no es posible hacer nada positivo…
Actualmente (1969) ha circulado por todo Vich el escrito de unos seglares de Centellas, con una carta dirigida al propio obispo, doctor don Ramón Masnou, sobre la remoción del coadjutor de la parroquia, mosén J. Rodri. Estos seglares “promocionales” y “adultos”, a pesar de calificarse de “jóvenes militantes”, le dicen, al superior de mosén Dalmau, concretamente estas palabras: “Quisiéramos que nos dijera las causas concretas que le han llevado a tomar tal determinación, pues no estamos de acuerdo con ella”.
Monseñor Sigaud, arzobispo de Diamantina, en el Brasil, recientemente dijo: “La infiltración comunista en la Iglesia católica es tan visible que solamente el deseo de preservar las apariencias de la vida católica o el deseo de no alarmar a los fieles puede explicar el hecho de que sacerdotes y obispo lo nieguen”. Esto en el Brasil. Ignoramos lo que diría monseñor Sigaud si contemplara este simple detalle de los mozalbetes de Centellas contra su obispo, mientras los altos organismos laicales, con sus curitas correspondientes, deliberan contra la fachada de la iglesia que levantan los padres del Inmaculado Corazón de María, en Vich. No sabemos lo que diría monseñor Sigaud; pero nosotros nos unimos a los que, con la pena en el alma, están diciendo al contemplar el desastre moral de la diócesis de Vich: “¡Pobre Vich! ¡Pobre obispado de Vich! ¡Quién te ha visto y te ve!”.
Cuando la oración se convierte en barricada
Declarado el estado de excepción, de efectos puramente civiles y de orden público, y cuyas medidas únicamente pueden temer los delincuentes profesionales y los conspiradores de sueldo, provocó una insólita reacción por parte del vicario episcopal de la vida y ministerio de los sacerdotes, de Barcelona, que con extraordinaria celeridad, hizo llegar a las parroquias para ser rezada en las misas, una “oración de los fieles”, que creemos no tendría inconveniente el corear la propia Pasionaria. En dicha “oración” se suplica “para los que ven perturbada su vida a causa de suspicacias, temores, encarcelamientos o de otras penas… Para que los gobernantes orienten su acción de servicio al bien común por los caminos de la normalidad… Para que se termine en seguida toda situación anormal…”
Esto, ilustrado con las homilías-protesta que en varias parroquias, como en la de San Francisco de Sales, el pasado 16 de febrero (1969), terminó con escenas violentas en el propio recinto de la Iglesia, sin hablar de los depósitos de propaganda comunista hallados en alguna casa rectoral, como públicamente se comenta en toda Barcelona, demuestra que el vicario episcopal, reverendo don Juan Batlles, es persona significativamente caracterizada. Conociendo su firma en el documento contra la Jerarquía eclesiástica de España y el Estado español, del 28 de octubre de 1965, que sirvió para difamar a los prelados de España, mereciendo dicho escrito la máxima divulgación por parte de Radio España Independiente y toda la prensa izquierdista y comunista, el sentido de dicha “oración” toma un cariz muy pronunciado.
Quizá alguien pregunte que cuando le fue otorgado tal nombramiento, algún mérito tendría. En esto, en Barcelona, andamos bastante desorientados. Nombramientos como el del reverendo Juan Batlles, como el del rector del Seminario, Juan Ventosa, decidido admirador de los curas rebeldes de Derio (Bilbao); como el del obispo auxiliar doctor Ramón Torrella, con su antecedente de retirarle las licencias en Madrid, siendo consiliario nacional de la JOC, por el patriarca doctor Eijo Garay, a primera vista ofrece más de un punto de inquietud. Porque quienes en sus actuaciones pasadas han favorecido y se han distinguido por actitudes públicamente indisciplinadas, no se comprende cómo en un cargo de autoridad podrán usar rectamente de la misma y tratar debidamente los casos de rebelión. (…)
“Mundo Obrero” con los provinciales, prepósitos y -no faltaba más- con el padre abad de Montserrat
En el orfeón del coro de la rabia revolucionaria, la sola “oración de los fieles” es un clarinete de simple adorno. Da gusto cuando los que acostumbran a estar entre bastidores dan la cara y merecen que sus admiradores, en este caso “Mundo Obrero” del 24 de enero de 1969, a pesar del “sindiosismo” comunista conocido (…) se felicitan ante el “signo de los tiempos” de que los superiores de las órdenes y congregaciones religiosas de Cataluña dirijan una carta al ministro de la Gobernación porque les “han asegurado que las fuerzas de orden público practican la tortura con los detenidos”. No sabemos quiénes se lo han asegurado ni presentan las pruebas con que puedan aseverar tan grave acusación.
Los superiores que firman tal carta, como consta en la página 3 de dicha ejemplar de “Mundo Obrero”, textualmente son los siguientes: P. Salvador de les Borges (Provincial de los Capuchinos), P. Serafí Alemany (Prepósito del Oratorio San Felipe Neri), P. Ferrán María Carrera (Provincial de los Hijos del Corazón de María), P. Salvador Salitjes (Provincial de los Escolapios), Dom Cassiá Just, Abad de Montserrat (Benedictinos) Dom Robert Saladrigues, Prior de Poblet (Cistercienses) y P. Enric Rifá S.J. (Provincial de los Jesuitas).
Cuando uno recuerda que, durante la dominación marxista y de la Generalidad de Cataluña, fueron asesinados 94 capuchinos, 259 claretianos, 204 escolapios, 44 benedictinos, 16 cistercienses y 114 jesuitas, siendo el total de religiosos de diversas órdenes asesinados de 2.365, aparte los 4.184 sacerdotes y seculares y las 283 religiosas que, en las cunetas de las carreteras y en las formas más salvajes, fueron violados, despedazados, quemados y muertos con mil martirios del más sádico refinamiento, se figura que unos superiores y provinciales que se permiten increpar al ministro de la Gobernación por supuestas torturas deberán conocer y haber comprobado unos casos que dejarán pequeñas a las crueldades rojas… Pero no. No se trata de esto. Simplemente dicha carta es una cortina de humo más para entenebrecer la visión de España desde el extranjero.
Cuando los padres capuchinos de Cataluña sufren la humillación pública de contar a un Jorge Llimona, cuyas inverecundas, ácratas y blasfemas declaraciones deshonran a cualquier cristiano y mucho más a un religioso, cuando el oratorio de San Felipe Neri ha sufrido la “tolosana” actuación que ha manchado de barro al antiguo y prestigioso oratorio barcelonés, cuando el nombre del padre Fullat enrojece de vergüenza con sus teorías y formas deslenguadas sobre moral ante públicos juveniles, cuando los padres del Corazón de María ven menguar sus noviciados y vocaciones, cuando el prestigio monástico de Montserrat está en entredicho, “glorificado” por los agnósticos y las secularizaciones; cuando la Compañía de Jesús tiene en liquidación algunas de sus casas, en grave crisis de casi desaparición sus antiguas florecientes congregaciones marianas y el chispazo de gravísimos escándalos morales se difunde por toda la ciudad, no se sabe cómo compaginar tanto fracaso en la propia casa, dedicándose a querer entremeterse en lo que ni les pertenece ni pueden probar. Cuando se tiene el tejado de cristal es suicida agredir injustamente instituciones que merecen el mayor respeto y en caso de hechos concretos -que no los hay- el camino sería la gestión directa con aquellos que los pueden zanjar. Pero buscar la publicidad de “Mundo Obrero”, ¿les parece “litúrgico”, ético y normal, señor abad de Montserrat, superiores y padres provinciales? (…)
Sentada “clergy”-seglar
El pasado 21 de febrero (1969), el patio del palacio arzobispal de Barcelona se inundó de unos 150 a 200 “individuos”, ninguno con sotana, pocos con “clergyman”, la mayoría de paisano, con sus buenas patillas y barbitas para todos los gustos existencialistas, que por lo visto eran sacerdotes y religiosos. Las escaleras que suben a la residencia arzobispal se fueron llenando. Una “comisión” ha publicado una carta pretendiendo justificar su actitud.
Esta antología de calumnias, de frases escritas para hacer impacto en mentalidades incapaces de juzgar normalmente, de maliciosa rebeldía y de una politización que explica el principio, los medios y la finalidad de tal actitud, se agrava cuando se consideran los cargos que ostentan algunos de los firmantes. A vuela pluma haremos algunas indicaciones a este respecto:
José María Rovira Belloso, profesor de Teología Dogmática de la Facultad de Teología y del Seminario Conciliar, consultor de la Facultad;
José Serrano, prefecto de alumnos de Teología del Seminario;
Francisco Vergés Vives, responsable de la formación de los diáconos y profesor de la Facultad;
Francisco Vergés Tuset, prefecto de alumnos de Teología;
José Bigordá, profesor del Derecho Canónico y redactor religioso de “El Correo Catalán”;
Casimiro Martí, profesor de Filosofía del Marxismo, de la Facultad de Teología y consiliario de la Comisión de Diocesana de la JEC;
Luis María Vidal y Bosch, antiguo párroco de San Sadurní de Noya, desde cuya “Hoja Diocesana” atacó soezmente al Ejército, siendo “premiado” posteriormente con la parroquia de Nuestra Señora de la Bonanova, que es uno de los más importantes de Barcelona;
Juan Llopis, redactor de la “Hoja Dominical”, profesor de innumerables Universidades y centros eclesiásticos, autor de opiniones heterodoxas contra la Eucaristía y censor público y avinagrado contra el cardenal Pietro Parente, legado pontificio en el Congreso Eucarístico Nacional de Sevilla.
¿Para qué continuar? ¿Puede alguien explicarse que quienes tienen cargos de responsabilidad y confianza puedan actuar públicamente, irrespetuosamente, contra todo el Episcopado, contra su propio arzobispo, contra la sociedad y contra el Estado?
Los “grupos proféticos”, en Barcelona, no han terminado su actuación. Anuncian una asamblea a la que invitan a todos los obispos, sacerdotes y clérigos de Barcelona, seculares y religiosos, indicando que comunicarán día y lugar pronto y oportunamente. Que tomarán “actitudes colectivas”. Es muy probable que cuando se publique la presente información, el embrollo haya crecido. El “soviet” eclesiástico tiene la iniciativa. (…)
Preguntamos: Si estos sacerdotes, profesores de Derecho Canónico, catedráticos de Facultad teológica, redactores de “El Correo Catalán”, párrocos en funciones, religiosos, están enfrentados con la Jerarquía eclesiástica, ¿cómo ésta no les desautoriza y destituye de sus cargos? ¿Qué misterio envuelve algo tan escandaloso que amenaza con liquidar totalmente la fe católica en Barcelona y que supone un proceso de iniquidad intolerable? ¿Puede el Estado permanecer pasivo ante el visible complot de agitadores calificados que, abusando de su condición eclesiástica, docente y de representación social, se salen de sus funciones y son causantes de las más graves desviaciones ideológicas y alentadoras de las más explosivas subversiones? ¿Son válidas unas cláusulas concordatarias, estipuladas cuando gobernaba la iglesia Su Santidad Pío XII, sin darse el fenómeno actual (1969) de la “contestación” contra la autoridad pontificia, como actualmente ocurre, cuando la Santa Sede apreciaba la sinceridad y la filial generosidad del Estado español y cuando se ejercía la potestad judicial dentro de la disciplina canónica?
¿No hay aquí también un problema típicamente político que debe resolverse prudente, pero enérgicamente, tanto por parte del Estado como de la propia Iglesia, que no quiera ser juguete y víctima de aquellos que dedican toda su actividad para prostituirla y ponerla al servicio del ateísmo? (…)
Jaime TARRAGÓ |
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