Revista FUERZA NUEVA, nº 157, 10-Ene-1970
¿Qué pretende “Omnium Cultural”?
La seguridad nacional y las Leyes Fundamentales exigen un esclarecimiento total de las acusaciones que formula José Tarradellas, el sedicente presidente de la “Generalidat de Catalunya”. (*)
Periódicamente hace sentir su voz “Omnium Cultural”. No es un secreto que su funcionamiento encontró dificultades legales en su principio, no por la supuesta valorización y fomento de la cultura catalana, sino por requisitos jurídicos que debían cumplimentarse. A pesar de todo, “Omnium Cultural” presenta sombras que hoy (1970) se agigantan a través de otra carta publicada por el sedicente presidente de la Generalidad de Cataluña (*) José Tarradellas.
No disimulamos que José Tarradellas sea un responsable de aquella Generalidad que colaboró con la CNT-FAI y con el PSUC, ensangrentando a Cataluña con millares de víctimas inocentes. Pero cuando enjuicia una entidad que él tiene datos de primera mano para poder calibrar, su opinión pesa. Diríamos que pesa más que la que podamos formular los que, por lógica inflexible, no comulgamos con el esquema mental del catalanismo sectario y al servicio de todas las subversiones. Cataluña, con su cultura, con su derecho, con su economía, con su personalidad, tiene otro modelo en que desarrollarse, que no es la aniquilación y utilizaciones que siempre le propinan los sistemas demoliberales que, impepinablemente, desembocan hacia la total esclavitud y caricatura de la verdadera catalanidad.
La carta está publicada bajo estas señas:”Butlletí d’Informació- Editat pel Servei d’Informació i Publicacions de la Generalitat de Catalunya”. La carta está dirigida a un escritor residente en Cataluña. Y el presidente Tarradellas se despacha a su gusto… Será mejor que el propio lector examine las acusaciones que Tarradellas hace a “Omnium Cultural”, al Monasterio de Montserrat y a la revista “Serra d’Or”.
Tarradellas acusa a “Omnium Cultural”:
“En su carta tiene usted la confianza de informarme de la conversación que ha tenido a requerimiento de un dirigente del “Omnium Cultural”. Por lo que me dice, parece ser que lamenta la situación creada principalmente después del fallecimiento de su primer presidente”.
Tarradellas acusa a “Omnium Cultural” de actividades políticas en Europa y América de signo totalmente subversivo:
“… no estará por demás que le aclare mi actitud que es la de siempre, es decir, estar de acuerdo con que se ayude a la mejor expansión de nuestra lengua, pero que cierren las delegaciones políticas que han establecido en diferentes países de Europa y América y al mismo tiempo que cesen su ayuda a organismos y personas cuyas actividades nada tienen que ver con nuestra cultura y, convencido estoy de ello, nada tienen tampoco que ver con los deseos de la inmensa mayoría de los miembros de esta entidad”.
Tarradellas acusa a “Omnium Cultural” de trabajar por la desmembración de España y de connivencia con las campañas de ciertos exiliados separatistas para que España no recupere Gibraltar:
“Para evitar interpretaciones capciosas quiero aclararle que no tengo nada que oponer si el “Omnium Cultural” cree oportuno ayudar a una multitud extranjeros y algún que otro catalán que expresan su deseo de proclamar, naturalmente lejos de nuestra tierra, la independencia de Cataluña, después la “República Federal independiente de las Tierras Catalanas”, que se proponen liberar el País Vasco, Galicia e incluso las Islas Canarias, o que pretenden intervenir política y culturalmente en los países donde existen minorías de habla catalana”.
“Lo que no es posible aceptar en modo alguno es que esta actividad y estas actividades se escamoteen y se presenten de manera hipócrita y falaz para hacer caer sobre nuestro pueblo el descrédito y una inútil represión de la que, como podemos prever, no sufrirán las consecuencias los que le prestan ayuda y los que las propagan que, como siempre, eludirán sus responsabilidades”.
“También debería saber el “Omnium Cultural” que perjudica al país cuando avala y ayuda las campañas que se llevan a cabo en favor del Gobierno inglés; campañas que sus promotores nos dicen estar encaminadas a imposibilitar la reivindicaciones imperialistas de España para apoderarse de Gibraltar”.
“Hace tres años, en la Fiesta de los Premios de Santa Lucía, gracias a la ponderación de quien entonces era su presidente, don Félix Millet Maristany, se evitó un incidente que hubiera podido ser de graves, muy graves consecuencias. Es evidente que ningún Gobierno español, sea cual fuere el régimen político que le apoye, no permitirá nunca lo que hicieron algunos dirigentes del “Omnium Cultural”, invitando al acto y a que intervinieran en el mismo a ciertos políticos y periodistas ingleses conocidos por sus sentimientos contrarios a España y sus intereses”. Te aseguro que sentiría verme obligado un día a decir lo que realmente existe tras todas estas confabulaciones”.
Tarradellas acusa a “Omnium Cultural” de esconder sus propósitos bajo el biombo de supuestos valores espirituales:
“Puede estar convencido de que yo también siento cuanto ha sucedido y sucede actualmente motivado por su acción política que pretende disimular, hablándonos de nuestros valores espirituales, como si no supiéramos que esto es la pantalla con la que pretende esconder sus propósitos de imposibilitar la unidad de los catalanes y de provocación, no ante el franquismo sino ante España, con el fin de que el país continúe hoy y en el futuro bajo un régimen de dictadura”.
Tarradellas acusa al partido comunista de tener sus agentes y sucursales en Cataluña, que por sí mismo puede descubrir el lector:
“Lo que verdaderamente significa este manifiesto -continúa en su “carta” al señor “presidente”-, es el coronamiento de los comunistas españoles para intervenir en nuestro pueblo. Gracias a ciertas actividades, en estos últimos tiempos, del monasterio de Montserrat y también guiados por el espíritu de Bratislava quieren, o al menos así lo parece, colonizar primero Cataluña y después todos los demás pueblos de España”.
“Quiero significarle, también, que tengo conciencia de lo peligroso que resulta en este mundo, lleno de dogmatismos y prejuicios, hablar de ciertas actividades de la Iglesia y del comunismo. Pero ni por comodidad ni por cobardía puedo dejar, en ningún momento, de cumplir con mi deber. Por esto considero inaceptable que el partido comunista de España intente crear en nuestro país una sucursal de su organización y mucho menos si desea hacerlo al amparo de ciertas colaboraciones y de ciertas desviaciones”.
Tarradellas acusa a la abadía de Montserrat de inconfesables actuaciones políticas:
“… nuestras posibilidades de triunfo se ven más claramente que nunca y, por ello, me parece que no está muy lejano el día que será necesario explicar lo que ha sucedido en la comunidad de benedictinos del monasterio de Montserrat. Sea o no de nuestro agrado, hemos de reconocer que sus actividades políticas tienen una significación, cuando todos coincidimos en pensar que su misión debería ser otra”.
Tarradellas acusa a la comunidad de monjes de Montserrat de haber obligado al abad Escarré a abandonar el monasterio y España:
“Para mejor comprender su actitud, es necesario tener presente que es la única responsable de la decisión del abad Aurelio María Escarré de abandonar el país y que el Gobierno del general Franco no tuvo en ella intervención alguna, como tampoco la tuvo de enviar exiliados a Francia a sus monjes más prestigiosos”.
Tarradellas acusa a la revista “Serra’dOr”, del monasterio de Montserrat, de coincidir políticamente con las consignas del comunismo:
“Por todo cuanto acabo de expresarle, presiento de antemano que las publicaciones del comunismo español junto con la revista “Serra d’Or” -y como lo han hecho ya otras veces- coincidirán en sus ataques contra mi persona, acusándome de defender lo que ellos llaman el “nacionalismo pequeño burgués”. Sepa, mi querido amigo, que me es absolutamente igual…”
Tarradellas acusa al Monasterio de Montserrat de actividades políticas tan peligrosas y subversivas que son inaceptables a la “Esquerra Republicana de Catalunya” y a sus hombres en el exilio:
“A medida que transcurren los días y por lo acaecido últimamente -continúa la carta- estoy convencido de que algunas de las actividades del monasterio de Montserrat se deben al exacerbado deseo de hacerse perdonar o de que olvidemos sus graves responsabilidades. Para conseguirlo, parece que no ha encontrado más solución que la de facilitar, a través de sus publicaciones o por otros caminos que ahora no es el momento de explicar, la tarea de quienes nosotros no podemos aceptar sus ambiciones”.
Tarradellas acusa a “Omnium Cultural” y al Partido Comunista de identificación de objetivos:
“Hemos de continuar -se pregunta el señor Tarradellas-, pues, aceptando la política contraria a la unidad y de provocación del “Omnium Cultural”? ¿Hemos de someternos a los propósitos del Partido Comunista de España? Por mi parte, sepa que sin la menor vacilación digo: No”.
“Hoy como nunca nuestro país debe saber, sin engaños ni conductas equívocas, la realidad que esconden ciertas actuaciones, única manera de evitar que un día tengamos una dramática sorpresa. Creer que ignorarlo voluntariamente puede facilitar nuestra unidad o vencer las dificultades que tenemos y que desgraciadamente tendremos, es un error imperdonable”.
“Nuestra vieja historia, nuestros anhelos de siempre, mis deberes y mi apasionada fidelidad a Cataluña, me obligan a señalar los peligros que nos rodean y a trabajar con todos los catalanes para llevar a cabo nuestro fervoroso deseo de vivir en paz y con bienestar”.
Quedan aquí las terribles acusaciones hechas por un testigo de mayor excepción sobre “Omnium Cultural” y el monasterio de Montserrat. La unidad nacional, el orden público, la paz social, nuestras Leyes Fundamentales, exigen una depuración a fondo para que el funcionamiento y actividades de “Omnium Cultural” quede garantizado de toda sospecha racional aquí y en el extranjero.
Esta vez no puede repetirse para Cataluña lo que pintorescamente nos dice el escéptico, genial y cáustico José Plá, cuando manifestaba a un periodista:
“Cataluña no es más que un país de exhibicionistas y de “folls”: cuando la República, por ejemplo… supongo que esto se lo habrán explicado en el Instituto o en la Universidad… ¿no lo explican?, pues deberían hacerlo. Pues como le decía, cuando la República parecía que gobernaba la gente más inteligente del país, la gente oficialmente más inteligente, y ya ve… ¿me comprende?... ya ve cómo acabó todo; y es que la política no la deben hacer los intelectuales sino los políticos, no busque a los políticos entre los poetas y escritores, los políticos han de salir de la industria, del comercio, de los campesinos que son los que pagan, que son los contribuyentes… deben mandar los que pagan… ¿me comprende?... esto es lo normal, que quien pague mande; pero… mandar los que cobran, eso no, eso es anormal… y así vamos. ¿Como la economía la dejan en manos de los economistas?, ¿y qué son los economistas?, señores con un título y nada más, malo, malo, así no haremos nada. La economía ha de estar en manos de los comerciantes, de los industriales de los que hacen la economía, y ya verá si se pondrán de acuerdo y rápido… ¿me comprende?...”
No es que las cosas sean exactamente, ni mucho menos, como dice José Plá. La política, además del sentido práctico y flexibilidades que exige, supone siempre una ideología. La República, los intelectuales, los políticos, los economistas y el catalanismo histórico que hemos padecido, además de sus errores tácticos imperdonables, fracasaron y nos llevaron a la ruina anárquica y económica en que colaboraron los Tarrradellas de aquella “Generalitat” suicida y anticatalana por sus ideologías. Pero antes hubo también un catanismo que arranca de la fatídica y antiespañola mentalidad de Enrique Prat de la Riba -incomprensiblemente homenajeado- que desvinculó a Cataluña de su verdadera tradición nacional, corporativa y monárquica, de su sentido popular y de su genio histórico. Por esto Cataluña perdió el “seny” para convertirse en un país de exhibicionistas y de “folls”.
Según Tarradellas, esta raza degenerada tiene rebrotes peligrosos.
Nadie más obligado que el Estado español en tomar las más decisivas medidas para no repetir una historia que cuenta con “sainetes” tan trágicos como Prats de Molló, la carnavalada de la “república catalana” del 14 de abril de 1931, la noche de vergüenza del 6 de octubre de 1934, y los tres años de dominio rojo-anárquico-separatista, con muchos miles de asesinatos, a pesar de los lagrimones de cocodrilo de algunos burgueses y capitalistas que ahora parece vuelven a las andadas.
Pero un Estado de Derecho no es sólo para reprimir, sino para prevenir en las mismas raíces del mal y en los elegantes y vetustos palacios en donde muchas veces, la historia nos enseña, se han preparado con impunismos y tolerancias inexplicables, las más sangrientas carnicerías, eliminaciones a millares y genocidios por el “delito” de ir a misa y no ser marxista.
Jaime TARRAGÓ
|