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Tema: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

  1. #21
    Valderrábano está desconectado Proscrito
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    Es justamente lo contrario: someter la Ciencia a Dios. y reconocerlo. Pero ya sabemos que usted agarra el rábano por las hojas, lo que es manifiesto según se leen sus razonamientos.
    ¿A qué Dios se refieren esos liberales, sr valamadian?
    ¿Cree Vd acaso que hablan de escolástica?
    ¿Cree Vd que el hombre es una máquina hecha por Dios? ¡¡PORQUE ESO ES LO QUE DICEN!!
    ¿Cree Vd en ese el "libro de instrucciones" del que hablan y que se puede leer en un laboratorio?
    ¿Está el pecado original incluido en ese libro de instrucciones?
    ¿Es la Fe fruto de un gen?
    No responda, es pura retórica, pero seguro que le dará que pensar....

    En fin, no se equivoque ni nos equivoque a los demás. Lea esta opinión de la Iglesia Católica sobre el genoma humano y empezaremos a ver las cosas claras.

    "El genoma es el conjunto del material genético característico de nuestro especie, situado en el interior de las células. Su decodificación permitirá llenar importantes lagunas en la elaboración de terapias para las principales enfermedades que nos aquejan. Aquí está precisamente el gran interés económico de los investigadores privados. Las compañías pretenden patentar los datos genéticos de potencial terapéutico, de modo que los científicos y laboratorios interesados en estudiarlos deban pagar por ello."


    ¿que tiene que ver Dios en todo esto?
    Última edición por Valderrábano; 01/07/2013 a las 18:43

  2. #22
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Valderrábano Ver mensaje
    ¿A qué Dios se refieren esos liberales, sr valamadian?
    ¿Cree Vd acaso que hablan de escolástica?
    ¿Cree Vd que el hombre es una maquina hecha por Dios?
    ¿Cree Vd ene se el "libro de instrucciones" ese del que hablan existe y se puede leer en un laboratorio?
    ¿Está el pecado original incluido en ese libro de instrucciones?
    ¿Es la Fe fruto de un gen?
    No responda, es pura retórica, pero seguro que le dará que pensar....

    En fin, no se equivoque ni nos equivoque a los demás. Lea esta opinión de la Iglesia Católica sobre el genoma humano y empezaremos a ver las cosas claras.

    "El genoma es el conjunto del material genético característico de nuestro especie, situado en el interior de las células. Su decodificación permitirá llenar importantes lagunas en la elaboración de terapias para las principales enfermedades que nos aquejan. Aquí está precisamente el gran interés económico de los investigadores privados. Las compañías pretenden patentar los datos genéticos de potencial terapéutico, de modo que los científicos y laboratorios interesados en estudiarlos deban pagar por ello."


    ¿que tiene que ver Dios en todo esto?
    Hay que ver que tradicionalista católico se nos ha vuelto usted en pocos mensajes, cuando usted se abroga el derecho a criticar a la Iglesia y a todo lo sagrado como le da la gana. Pero puestos, ya veo qu es usted bastante vago para leer los textos que aquí se cuelgan para algo, y si se hubiese molestado en hacerlo con el # 12 sabría que en 2009 COLLINS fue nombrado miembro de la ACADEMIA PONTIFICIA de las CIENCIAS por el Papa BENEDICTO XVI.

    Así que de ese Dios es del que hablo, ¿de qué otro Dios puedo yo hablar? ¿y usted? Y este tema es para hablar de Ciencia, Filosofía y Tecnología, no para especular con sus obsesiones mercantilistas. Luego dice que le borro sus mensajes, pues ahí tiene usted una buena razón: su costumbre de emborronarlo todo. Es usted quien busca confundir, pero a usted se le ven las plumas.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  3. #23
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Valderrábano Ver mensaje
    ¿que tiene que ver Dios en todo esto?
    ¿A usted que le parece?
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  4. #24
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Por cierto, define usted a los protagonistas de la anécdota recogida en la "Introducción" del libro de COLLINS como "esos liberales", ¿y usted QUÉ es cuando resulta más que notorio que esa es precisamente su condición, tal como se deduce a las claras en la mayor parte de sus mensajes?
    Esteban dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

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  5. #25
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    [QUOTE=Valmadian;119674] Muchos se sentirán desconcertados por estos sentimientos al asumir que un científico riguroso no puede ser a la vez creyente serio en un Dios trascendente. Este libro intenta disipar ese concepto, argumentando que la creencia en Dios puede ser una elección enteramente racional, y que los principios de la fe son, de hecho, complementarios a los principios de la ciencia."




    Un DIOS TRASCENDENTE, ¿sabe usted que así es como se define a DIOS entre los católicos?
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

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  6. #26
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

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    1.- En fin, no se equivoque ni nos equivoque a los demás. Lea esta opinión de la Iglesia Católica sobre el genoma humano y empezaremos a ver las cosas claras.

    2.- "El genoma es el conjunto del material genético característico de nuestro especie, situado en el interior de las células. Su decodificación permitirá llenar importantes lagunas en la elaboración de terapias para las principales enfermedades que nos aquejan.

    3.- Aquí está precisamente el gran interés económico de los investigadores privados. Las compañías pretenden patentar los datos genéticos de potencial terapéutico, de modo que los científicos y laboratorios interesados en estudiarlos deban pagar por ello."
    1.- ¿Qué tal si para no confundir al personal pone usted la referencia completa? Verá es que es así como se hace, no se trata de copiar lo que primero que se le ocurre a uno.

    2.- Si, en efecto, como dice es una opinión de algún miembro de la Iglesia Católica (la Iglesia la formamos todos los bautizados, creyentes y practicantes), debería usted nombrarlo, aunque haya sido el mismo Papa, y es que hablar de "esto es lo que dice la Iglesia", es totalmente incorrecto.

    3.- Y díganos ¿qué hacemos con los investigadores privados, acaso no tienen derecho a investigar? ¿Y los que trabajan para instituciones? ¿Qué hacemos con la práctica de las ciencias? Como no sabemos en qué se van a emplear los resultados -muchas veces no se sabe, se lo aseguro, aunque a uno le digan en qué, lo cierto es que luego hacen lo que quieren-, ¿qué se hace, no investigar? ¿O quizás los resultados deberían quedar en los cajones de las mesas de trabajo para ser comentados después sólo entre colegas?

    Y, cuarto, este tema no va de COLLINS -hay que ver qué manía le ha tomado-, este tema va de Ciencia, Filosofía y Técnica, como actividades del ser humano y las interrelaciones entre tales actividades.
    Última edición por Valmadian; 02/07/2013 a las 05:08
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  7. #27
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    WIKIPEDIA


    Historia de la ciencia


    La historia de la ciencia es la disciplina que estudia el desarrollo temporal de los conocimientos científicos y tecnológicos de las sociedades humanas, por un lado, y el impacto que ambos han tenido sobre la cultura, la economía y la politica

    La ciencia es un cuerpo de conocimiento empírico y teórico, producido por una comunidad global de investigadores que hacen uso de técnicas específicas para observar y explicar los fenómenos de la naturaleza, bajo el nombre de método científico. El análisis histórico de la ciencia recurre al método histórico tanto de la historia de las ideas como de la historia social.

    Su origen viene de los esfuerzos para sistematizar el conocimiento y se remonta a los tiempos prehistóricos, como atestiguan los dibujos que los pueblos del paleolítico pintaban en las paredes de las cuevas, los datos numéricos grabados en hueso o piedra o los objetos fabricados por las civilizaciones del neolítico. El objetivo primario de la ciencia es (siempre ha sido y será) mejorar la calidad de vida de los humanos, y también ayuda a resolver las preguntas cotidianas.

    Índice [ocultar]
    1 Teorías y sociología
    2 Culturas primitivas
    3 La ciencia en la media luna fértil
    4 Época clásica
    4.1 Los griegos, los primeros filósofos de la ciencia
    4.2 Los presocráticos
    4.3 Platón y La dialéctica
    4.4 Aristóteles y la física
    4.5 Periodo alejandrino. Alejandría en la época romana
    5 Historiadores de la ciencia
    6 Véase también
    7 Bibliografía
    8 Referencias
    9 Enlaces externos


    Teorías y sociología[editar]La mayor parte del estudio de la historia de la ciencia ha sido dedicado a responder preguntas sobre qué es la ciencia, cómo funciona, y si esto expone el modelo a gran escala y con tendencias. En la sociología de la ciencia, en particular, se han enfocado los caminos en los que trabajan los científicos, mirando estrechamente los caminos que "producen" y "construyen" el conocimiento científico. Desde los años 1960, una tendencia común en los estudios de la ciencia (el estudio de la sociología y la historia de la ciencia) han querido acentuar " el componente humano" dentro del conocimiento científico, y la opinión sobre los datos científicos más evidentes, sin valor y sin contexto.

    Una de las causas principales de preocupación y controversia en la filosofía de la ciencia ha sido la de preguntarse sobre la naturaleza "del cambio de teoría" en la ciencia. Tres filósofos en particular son los que representan los pilares principales de este debate: Karl Popper, quien argumentó que el conocimiento científico es progresivo y acumulativo; Thomas Kuhn, en cuya opinión el conocimiento científico se mueve gracias a una serie de revoluciones científicas y no es necesariamente progresiva, y Paul Feyerabend, quien argumentó que el conocimiento científico no es acumulativo o progresivo, y que no puede haber problema de demarcación, en términos de método, entre la ciencia y cualquier otra forma de investigación.


    Desde la publicación de Kuhn de La estructura de las revoluciones científicas, en 1962, hubo un gran debate en la comunidad académica sobre el significado y la objetividad de la ciencia. A menudo, pero no siempre, un conflicto sobre "la verdad" de la ciencia ha hecho mella en la comunidad científica y en las ciencias sociales o humanidades (guerras de la ciencia).

    Culturas primitivas[editar]
    Tabla de arcilla mesopotámica, fechada en el año 492 a. C. que recogía información astronómica.En tiempos prehistóricos, los consejos y los conocimientos fueron transmitidos de generación en generación por medio de la tradición oral. El desarrollo de la escritura permitió que los conocimientos pudieran ser guardados y comunicados a través de generaciones venideras con mucho mayor fidelidad. Con la Revolución Neolítica y el desarrollo de la agricultura, que propició un exceso de alimentos, se hizo factible el desarrollo de las civilizaciones tempranas, porque podía dedicarse más tiempo a otras tareas que a la supervivencia.

    La ciencia en la media luna fértil[editar]A partir de sus principios en Sumeria (actualmente en Irak) alrededor del 3500 a. C., en Mesopotamia, los pueblos del norte comenzaron a intentar registrar la observación del mundo con datos cuantitativos y numéricos sumamente cuidados. Pero sus observaciones y medidas aparentemente fueron tomadas con otros propósitos más que la ley científica. Un caso concreto es el del teorema de Pitágoras, que fue registrado, aparentemente en el siglo XVIII a. C.: la tabla mesopotámica Plimpton 322 registra un número de trillizos pitagóricos (3,4,5) (5,12,13)...., datado en el 1900 a. C., posiblemente milenios antes de Pitágoras,[1] pero no era una formulación abstracta del teorema de Pitágoras.

    Los avances significativos en el Antiguo Egipto son referentes a la astronomía, a las matemáticas y a la medicina.[2] Su geometría era una consecuencia necesaria de la topografía, con el fin de intentar conservar la disposición y la propiedad de las tierras de labranza, que fueron inundadas cada año por el Nilo. La regla del triángulo rectángulo y otras reglas básicas sirvieron para representar estructuras rectilíneas, el pilar principal de la arquitectura dintelada egipcia. Egipto era también el centro de la química y la investigación para la mayor parte del Mediterráneo.

    Época clásica[editar]Los griegos, los primeros filósofos de la ciencia[editar]Dentro del marco cultural en el que nos desenvolvemos (la llamada cultura occidental), algunos filósofos y científicos buscan las raíces de la ciencia moderna en la época de los antiguos griegos, en la Grecia clásica, hace unos 300 a.C. Ellos fueron los creadores de la lógica deductiva. Pero su filosofía natural tenía un defecto muy importante: consideraba innecesaria la comprobación experimental de las conclusiones. Era, incluso, degradante para el filósofo de la época sugerir que las conclusiones obtenidas en un proceso mental lógico necesitaban ser confirmadas por la comprobación experimental. Esta manera de ver las cosas no variaría, sustancialmente, hasta mediados del siglo XVII, fecha en la que, gracias a las figuras de Francis Bacon y René Descartes, los fundamentos experimentales, que son la base de la ciencia, llegan a ser filosóficamente respetables.

    Los presocráticos[editar]Sin embargo, para algunos, como el epistemólogo Geoffrey Ernest Richard Lloyd,[3] el método científico hace su aparición en la Grecia del siglo VII a.C. Así Aristóteles fue uno de los primeros sabios en elaborar demostraciones científicas. Sin embargo, los filósofos denominados presocráticos fueron los primeros en preguntarse sobre los fenómenos naturales, por lo que fueron llamados φυσιολογοι (physiologoi, "fisiólogos")[4] por Aristóteles, porque tenían un discurso racional sobre la naturaleza, investigaban sobre las causas naturales de los fenómenos, que llegaron a ser los primeros objetos del método.

    Tales de Mileto (ca. 625 - 547 a.C.) y Pitágoras (ca. 570 - 480 a.C.) contribuyeron principalmente al nacimiento de algunas de las primeras ciencias, como las matemáticas, la geometría teorema de Pitágoras, la astronomía o incluso la música.

    Sus primeras investigaciones están marcada por la voluntad de imputar la constitución del mundo (o κόσμος, cosmos) a un principio natural único (el fuego para Heráclito por ejemplo) o divino (para Anaximandro). Los presocráticos introducen los principios constitutivos de los fenómenos, los αρχή (arqué).

    Tales de Mileto
    Pitágoras
    Heráclito llorando, por Hendrick ter Brugghen (1628)
    Parménides de Elea
    Zenón de Elea
    Los presocráticos inician también una reflexión sobre la teoría del conocimiento. Constata que la razón por una parte y los sentidos por otra conducen a conclusiones contradictorias; Parménides opta por la razón y estima que solo ella puede llevar al conocimieno, debido a que nuestros sentidos nos confunden. Ellos, por ejemplo, nos enseñan que el movimiento existe, mientras que la razón nos enseña que no existe. Este ejemplo se ilustra por las célebres paradojas de su discípulo Zenón de Elea. Si Heráclito tiene una opinión opuesta en lo concerniente al movimiento, comparte la idea de que los sentidos son engañosos.

    Platón y La dialéctica[editar]Artículo principal: Dialéctica.

    Busto de Platón.Con Sócrates y Platón, en relación a las palabras y a los diálogos, la razón (griego antiguo λόγοσ, lógos), y el conocimiento llegan a estar intímamente ligados. Aparece el razonamiento abstracto y construido. Para Platón, las teorías de las formas son el modelo de todo lo que es sensible, siendo lo sensible un conjunto de combinaciones geométricas de elementos. Platón abre así la vía de la matematización de fenómenos.

    Las ciencias se sitúan en la vía de la filosofía, en el sentido del dicurso sobre la sabiduría; por su parte, y a la inversa, la filosofía busca en las ciencias un fundamento seguro.

    La utilización de la dialéctica, que es la esencia misma de la ciencia, completa entonces a la filosofía, que tiene la primicia del conocimiento discursivo (por el discurso), o διάνοια, diánoia, en griego.

    Para Michel Blay "el método dialéctico es el único que, rechazando sucesivamente las hipótesis, se eleva hasta e principio mismo para asegurar sólidamente sus conclusiones". Sócrates expone lo principios en el Teeteto.[5] Para Platón, la búsqueda de la verdad y de la sabiduría (la filosofía) es indisiciable de la dialéctica científica, es en efecto el sentido de la inscripción que figura en el frontón de la Academia, en Atenas: "Que ninguno entre aquí si no es geómetra".

    Aristóteles y la física[editar]Artículos principales: Aristóteles y Física.

    Aristóteles. Museo del Louvre.Es sobre todo con Aristóteles, que funda la física y la zoología, cuando la ciencia adquire un método, basado en la deducción. A él se debe la primera formulación del silogismo y del razonamiento inductivo.[6] Las nociones de "materia", "forma", "potencia" y "acto" fueron los primeros conceptos de elaboración abstracta.[7] Para Aristóteles, la ciencia está subordinada a la filosofía ("es una filosofía secundaria", dijo) y tiene por objeto la búsqueda de los primeros principios e de las primeras causas, lo que es discurso científico llamará el causalismo y que la filosofía denomina aristotelismo.

    Sin embargo, Aristóteles es el origen de un retroceso en el pensamiento en relación a ciertos presocráticos en cuanto al lugar de la Tierra en el espacio. Siguiendo a Eudoxo de Cnidos, imagina un sistema geocéntrico y considera que el cosmos es finito. Y será seguido en esto por sus sucesores en materia de astronomía, hasta Copérnico, con la única excepción de Aristarco, que propuso un sistema heliocéntrico.

    Determina, por otra parte, que el vivo está ordenado según una cadena jerarquizada, pero su teoría es sobre todo fijista. Establece la existencia de los primeros principios indemostrables, antecesores de las conjeturas matemáticas y lógicas. Descompone las proposiciones en nombres y verbos, base de la ciencia lingüística.

    Periodo alejandrino. Alejandría en la época romana[editar]
    Arquímedes.
    El periodo llamado alejandrino (de 323 a.C. - 30 a.C.) es el prolongamiento de la cultura griega y está marcado por progresos significativos en astronomía y en matemáticas, así como por algunos avances en física. La ciudad egipcia de Alejandría fue el centro intelectual de los sabios de la época, que eran griegos.

    Los trabajos de Arquímedes (292 a.C. - 212 a.C.) sobre el impulso hidrostático (principio de Arquímedes) condujeron a la primera ley física conocida después de Eratóstenes (276 a.C. - 194 a.C.) sobre el diámetro terrestre o de Aristarco de Samos (310 a.C. - 240 a.C.) sobre las distancias Tierra-Luna t Tierra-Sol que testimoniaron un gran ingenio.

    Apolonio de Pérgamo construyó el modelo de los movimientos de los planetas con la ayuda de órbitas excéntricas. Hiparco de Nicea (194 a.C. - 120 a.C.) perfecciona los instrumentos de observación como el dioptrio, el gnomon y el astrolabio.

    En álgebra y geometría, se divide el círculo en 360°, y se crea incluso el primer globo celeste (u orbe). Hiparco redacta también un tratado en 12 libros sobre el cálculo de los órdenes (denominados hoy en día trigonometría).


    Fragmento de los Elementos de Euclides.Euclides (325 a.C. - 265 a.C.) es el autor de los Elementos, que están considerados como uno de los textos fundadores de las matemáticas modernas.

    Sus postulados, como el denominado "postulado de Euclides", que expresa que "por un punto dado de una recta pasa una, e una sola, paralela a esta recta" está en la base de la geometría sistematizada.

    En astronomía, se propone una "teoría de los epiciclos" que permitirá a su vez el establecimiento de las tablas astronómicas más precisas. El conjunto se revelaría ampliamente funcional, permitiendo por ejemplo calcular por primera vez los eclipses lunares y solares.

    Historiadores de la ciencia[editar]La siguiente es una lista no exhaustiva de conocidos historiadores de la ciencia:

    Isaac Asimov
    José Babini
    Gaston Bachelard
    Jean C. Baudet
    Jacob Bronowski
    Mario Bunge
    Georges Canguilhem
    Bernard Cohen
    Alistair C. Crombie
    Pierre Duhem
    Paul Feyerabend
    Thomas P. Hughes
    Stanley L. Jaki
    Alexandre Koyré
    Helge Kragh
    Thomas Kuhn
    Imre Lakatos
    Anneliese Maier
    Abraham Pais
    Karl Popper
    Julio Rey Pastor
    Carl Sagan
    George Sarton
    José Manuel Sánchez Ron
    Lynn Thorndike
    Michel Serres
    Stephen Shapin
    Véase también[editar]ciencia del antiguo Egipto
    ciencia medieval
    historia del método científico
    historia de la ciencia en el Renacimiento
    historia de la ciencia en la Argentina
    historia de la ciencia en España
    historia de la física
    historia de la electricidad
    historia de la medicina
    historia del registro del sonido
    historiografía
    Bibliografía[editar]Comellas García-Llera, José Luis (2007). Historia sencilla de la ciencia. Ediciones Rialp. ISBN 978-84-321-3626-9. Historia sencilla de la Ciencia - José Luis Comellas - Google Books.
    Peter Bowler; Ian Morus (2007). Panorama general de la ciencia moderna. Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-862-9.
    A. C. Crombie (1987). Historia de la ciencia: De San Agustín a Galileo. Alianza Universidad. ISBN 978-84-206-2994-0.
    Alistair Cameron Crombie (1993). Estilos de pensamiento científico a comienzos de la Europa moderna. Universitat de València. ISBN 978-970-07-7189-2. ISBN 9788460087106. Estilos del pensamiento científico a comienzos de la Europa Moderna - Alistair C. Crombie, Josep tr Lluís Barona - Google Libros.
    Patricia Fara (2009). Breve historia de la ciencia. Ariel. ISBN 978-84-344-8830-4.
    Alfonso Pérez de Laborda (2005). Estudios filosóficos de historia de la ciencia. Encuentro. ISBN 9788474907698. Estudios filosóficos de historia de la ciencia - Alfonso Pérez de Laborda - Google Libros.
    Jacob Bronowski (Manuel Carbonell, trad.) (1951/1970). El sentido común de la ciencia. Península (Colección Historia/Ciencia/Sociedad 146). ISBN 84-297-1380-8. Estudios filosóficos de historia de la ciencia - Alfonso Pérez de Laborda - Google Libros.
    Referencias[editar]1.↑ [1]
    2.↑ En la Odisea de Homero, este declaró que los egipcios eran expertos en medicina, más que en cualquier otra disciplina [2]
    3.↑ 1970: Early Greek science. Thales to Aristotle, Londres: Chatto & Windus. Trad. fr. (1974): Les débuts de la science grecque. De Thalès à Aristote, Paris: Maspero, 1974.
    4.↑ Del griego clásico φύσισ (phýsis, "naturaleza"), y λόγος (lógos, "palabra", "expresión", "razonamiento").
    5.↑ Platón, 189e - 190a.
    6.↑ Raymond Chevallier (1993): Sciences et techniques à Rome. PUF, col. "Que sais-je?": Paris, páx. 75
    7.↑ Véxase L. Couloubaritsis (2000): La Physique d'Aristote: l'avènement de la science physique. París: Vrin, 2ª ed.
    Enlaces externos[editar] Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Historia de la cienciaCommons.
    Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia Lopez Piñero, CSIC-Universidad de Valencia
    Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia
    Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas (SEHCYT)
    Mil años de historia de la ciencia en Italia
    El gran Metro de la ciencia (mapa visual de la historia de la ciencia en forma de plano de Metro)


    Obtenido de «Historia de la ciencia - Wikipedia, la enciclopedia libre
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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    Ciencia medievall



    La expresión ciencia medieval se refiere a los descubrimientos en el campo de la filosofía natural que ocurrieron en el periodo de la Edad Media —el periodo intermedio, en una división esquemática de la Historia de Europa.

    Europa Occidental entró en la Edad Media con grandes dificultades que dominaron la producción intelectual del continente. Los tiempos eran confusos y se había perdido el acceso a los tratados científicos de la antigüedad clásica (en griego), manteniéndose sólo las compilaciones resumidas y hasta desvirtuadas, por las sucesivas traducciones que los romanos habían hecho al latín. Sin embargo, con el inicio de la llamada Revolución del siglo XII, se reavivó el interés por la investigación de la naturaleza. La ciencia que se desarrolló en ese periodo dorado de la filosofía escolástica daba énfasis a la lógica y abogaba por el empirismo, entendiendo la naturaleza como un sistema coherente de leyes que podrían ser explicadas por la razón.

    Fue con esa visión con la que sabios medievales se lanzaron en busca de explicaciones para los fenómenos del universo y consiguieron importantes avances en áreas como la metodología científica y la física. Esos avances fueron repentinamente interrumpidos por la Peste negra y son virtualmente desconocidos por el público contemporáneo, en parte porque la mayoría de las teorías avanzadas del periodo medieval están hoy obsoletas, y en parte por el estereotipo de que la Edad Media fue una supuesta "Edad de las Tinieblas".

    Índice [ocultar]
    1 Historia de la ciencia en el Occidente Europeo
    1.1 Edad Media Antigua
    1.2 Edad Media Clásica
    1.3 Edad Media Tardía
    1.4 Renacimiento
    2 El cristianismo y el estudio de la naturaleza
    3 Grandes nombres de la ciencia medieval
    4 ¿Edad de las Tinieblas?
    5 Historia de la ciencia en Oriente
    5.1 Ciencia islámica
    5.2 Ciencia china
    6 Notas
    7 Véase también
    8 Referencias
    9 Enlaces externos


    Historia de la ciencia en el Occidente Europeo[editar]
    Al inicio del período medieval, la vida cultural se concentró en los monasterios.Se suele decir que los romanos eran un pueblo de orientación práctica. A pesar de estar maravillados con los descubrimientos del pasado griego, no llegaron a formar nuevas instituciones que buscasen específicamente entender el universo o el mundo natural. Los verdaderos centros de producción de conocimiento del Imperio romano se localizaban en los territorios orientales, de cultura griega. Habían sido fundados antes del dominio romano y ya no mantenían la misma fuerza creativa de periodos anteriores.

    La clase rica del Imperio era bilingüe, no se sentía la necesidad de traducir los tratados científico-filosóficos producidos por la civilización griega. Sin embargo, era común encontrar compilaciones resumidas de las principales corrientes del pensamiento griego en latín. Estos resúmenes eran leídos y discutidos en los espacios públicos de la agitada vida social romana.

    Durante el proceso de desestructuración del Imperio romano de Occidente, el Occidente europeo fue perdiendo contacto con Oriente y el griego acabó por ser olvidado. De ese modo, Europa Occidental perdió el acceso a los tratados originales de los filósofos clásicos, quedándose sólo con las versiones truncadas de ese conocimiento que habían sido traducidas anteriormente. Es como si hoy en día perdiéramos casi todos los trabajos científicos y sólo nos quedásemos con textos de revistas destinadas al consumo popular.

    Edad Media Antigua[editar]El Imperio romano de Occidente, si bien estaba unido por el latín, aún englobaba un gran número de culturas diferentes que habían sido asimiladas de una manera incompleta por la cultura romana. Debilitado por las migraciones e invasiones de tribus bárbaras, por la desintegración política de Roma en el siglo V y aislado del resto del mundo por la expansión del Islam el siglo VII, el Occidente Europeo llegó a ser poco más que una colcha de retales de poblaciones rurales y pueblos seminómadas. La inestabilidad política y el declive de la vida urbana golpearon duramente la vida cultural del continente. La Iglesia Católica, como única institución que no se desintegró en ese proceso, mantuvo lo que quedó de fuerza intelectual, especialmente a través de la vida monástica.

    El hombre instruido de esos primeros siglos era casi siempre un clérigo para quien el estudio de los conocimientos naturales era una pequeña parte de la erudición. Estos estudiosos vivían en una atmósfera que daba prioridad a la fe y tenían la mente más dirigida a la salvación de las almas que al cuestionamiento de detalles de la naturaleza. Además de eso, la vida casi siempre insegura y económicamente difícil de esa primera parte del periodo medieval mantenía al hombre volcado en las dificultades del día a día. De ese modo, las actividades científicas fueron prácticamente reducidas a las citas y comentarios de obras que hacían referencia a la antigüedad clásica; esos comentarios estaban a veces llenos de errores, ya que los textos usados como referencia, las obras que quedaron en latín, tenían informaciones truncadas y hasta tergiversadas.

    A finales del siglo VIII, hubo una primera tentativa de resurgimiento de la cultura occidental. Carlomagno había conseguido reunir gran parte de Europa bajo su dominio. Para unificar y fortalecer su imperio, decidió ejecutar una reforma en la educación. El monje inglés Alcuino elaboró un proyecto de desarrollo escolar que buscó revivir el saber clásico estableciendo los programas de estudio a partir de las siete artes liberales: el trivium, o enseñanza literaria (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium, o enseñanza científica (aritmética, geometría, astronomía y música). A partir del año 788, se promulgaron decretos que recomendaban, en todo el imperio, la restauración de las antiguas escuelas y la fundación de otras nuevas. Institucionalmente, esas nuevas escuelas podían ser monacales, bajo la responsabilidad de los monasterios; catedralicias, junto a la sede de los obispados; y palatinas, junto a las cortes.

    Esas medidas tendrían sus efectos más significativos sólo algunos siglos más tarde. La enseñanza de la dialéctica (o lógica) fue haciendo renacer el interés por la indagación especulativa; de esa semilla surgiría la filosofía cristiana de la Escolástica. Además de eso, en los siglos XII y XIII, muchas de las escuelas que habían sido estructuradas por pipino el breve, especialmente las escuelas catedralicias, pasaron a ser Universidades.

    En el siglo X, Gerberto de Aurillac (papa Silvestre II) introdujo en Francia el sistema decimal y el cero que se utilizaban desde que Al-Khuwarizmi los trajera de la India y los difundiera en Europa a través de Al-Ándalus y la Marca Hispánica. También difundió el astrolabio, de origen árabe.

    Edad Media Clásica[editar]
    El movimiento de traducción de los textos griegos marca el fortalecimiento de la intelectualidad europea.Después de la contención de las últimas oleadas de invasiones extranjeras el siglo X, siguió una época de relativa tranquilidad en relación a las amenazas externas, que también coincidió con un periodo de condiciones climáticas más benignas. Europa Occidental pasa entonces por cambios sociales, políticos y económicos, que van a generar el llamado Renacimiento del siglo XII. Los avances tecnológicos posibilitan el cultivo de nuevas tierras y el aumento de la diversidad de los productos agrícolas, que sostienen una población que pasa a crecer rápidamente. El comercio está en franca expansión, ocurre el desarrollo de rutas entre los diversos pueblos que reducen las distancias, facilitando no sólo el comercio de bienes físicos, sino también el cambio de ideas y corrientes entre los países. Las ciudades también van abandonando su dependencia agraria, creciendo en torno a los castillos y monasterios. En ese ambiente receptivo, comienzan a abrirse nuevas escuelas a lo largo de todo el continente, incluso en ciudades y villas menores.

    En el campo intelectual, los cambios son también fruto del contacto con el mundo oriental y árabe a través de las Cruzadas y del movimiento de Reconquista de la Península Ibérica. Por aquel entonces, el mundo islámico se encontraba bastante avanzado en términos intelectuales y científicos. Los autores árabes habían mantenido durante mucho tiempo un contacto regular con las obras clásicas griegas (Aristóteles, por ejemplo), habiendo hecho un trabajo de traducción que sería muy valioso para los pueblos occidentales, ya que por este medio volvieron a entrar en contacto con sus raíces eruditas "olvidadas". De hecho, ya sea en España (Toledo), ya sea en el sur de Italia, los traductores europeos van a producir un espolio considerable de traducciones que permitieron avances importantes en conocimientos como la astronomía, la matemática, la biología y la medicina, y que serían el caldo de cultivo de la evolución intelectual europea de los siglos posteriores.


    Mapa de las universidades medievales. Las universidades y las nuevas órdenes religiosas proporcionaron infraestructuras para la formación de comunidades científicas.Alrededor de 1150 se fundan las primeras universidades medievales – Bolonia (1088), París (1150) y Oxford (1167) — en 1500 ya serían más de setenta. Ése fue efectivamente el punto de partida para el modelo actual de universidad. Algunas de esas instituciones recibían de la Iglesia o de Reyes el título de Studium Generale; y eran consideradas los locales de enseñanza más prestigiosos de Europa, sus académicos eran animados a compartir documentos y dar cursos en otros institutos por todo el continente.

    Tratándose no sólo de instituciones de enseñanza, las universidades medievales eran también locales de investigación y producción del saber, además de focos de vigorosos debates y muchas polémicas. Eso también se refleja en las crisis en que estuvieron envueltas estas instituciones y por las intervenciones que sufrieron del poder real y eclesiástico. La filosofía natural estudiada en las facultades de Arte de esas instituciones trataba del estudio objetivo de la naturaleza y del universo físico. Ése era un campo independiente y separado de la teología; entendido como un área de estudio esencial en sí misma, así como un fundamento para la obtención de otros saberes.

    Otro factor importante que influyó en el florecimiento intelectual del periodo fue la actividad cultural de las nuevas órdenes mendicantes: especialmente los Dominicos y los Franciscanos. Al contrario de las órdenes monásticas, volcadas hacia la vida contemplativa en los monasterios, estas nuevas órdenes estaban dedicadas a la convivencia en el mundo laico y buscaban defender la fe cristiana por la predicación y por el uso de la razón. La integración de esas órdenes en las universidades medievales proporcionaba la infraestructura necesaria para la existencia de comunidades científicas y generaría muchos frutos para el estudio de la naturaleza, especialmente con la renombrada Escuela Franciscana de Oxford.

    El influjo de los textos griegos, las órdenes mendicantes y la multiplicación de las universidades irían a actuar conjuntamente en ese nuevo mundo que se alimentaba del torbellino de las ciudades en crecimiento. En 1200 ya había traducciones latinas razonablemente precisas de los principales trabajos de los autores antiguos más cruciales para la filosofía: Aristóteles, Platón, Euclides, Ptolomeo, Arquímedes y Galeno. A esa altura, la filosofía natural (e.g. ciencia) contenida en esos textos comenzó a ser trabajada y desarrollada por escolásticos notables como Robert Grosseteste, Roger Bacon, Carlo Magno y Duns Scoto, que traerían nuevas tendencias para un abordaje más concreto y empírico, representando un preludio del pensamiento moderno.


    Estudio de la refracción de la luz por una lente esférica, por Robert Grosseteste, c. 1250.Grosseteste, el fundador de la escuela Franciscana de Oxford, fue el primer escolástico en entender plenamente la visión aristotélica del doble camino para el pensamiento científico: generalizar de observaciones particulares a una ley universal; y después hacer el camino inverso: deducir de leyes universales a la previsión de situaciones particulares. Además de eso, afirmó que estos dos caminos deberían ser verificados —o invalidados— a través de experimentos que probaran sus principios. Grosseteste daba gran énfasis a la matemática como un medio de entender la naturaleza y su método de investigación contenía la base esencial de la ciencia experimental.

    Roger Bacon, alumno de Grosseteste, da una especial atención a la importancia de la experimentación para aumentar el número de hechos conocidos acerca del mundo. Describe el método científico como un ciclo repetido de observación, hipótesis, experimentación y necesidad de verificación independiente. Bacon registraba la forma en que llevaba a cabo sus experimentos dando detalles precisos, a fin de que otros pudieran reproducir sus experimentos y probar los resultados —esa posibilidad de verificación independiente es parte fundamental del método científico contemporáneo.

    Edad Media Tardía[editar]La primera mitad del siglo XIV vio el trabajo científico de grandes pensadores. Inspirado en Duns Scoto, Guillermo de Ockham entendía que la filosofía sólo debía tratar de temas sobre los cuales ella pudiera obtener un conocimiento real. Sus estudios en lógica lo llevaron a defender el principio hoy llamado Navaja de Ockham: si hay varias explicaciones igualmente válidas para un hecho, entonces debemos escoger la más simple. Ello debería llevar a un declive en debates estériles y mover la filosofía natural en dirección a lo que hoy se considera ciencia.


    Demostración de Galileo sobre el movimiento acelerado. La base de la famosa "Ley de la caída de los cuerpos" fue el teorema de la velocidad media.En aquel tiempo, académicos como Jean Buridan y Nicolás Oresme comenzaron a cuestionar aspectos de la mecánica aristotélica. En particular, Buridan desarrolló la teoría del ímpetu, que explicaba el movimiento de proyectiles y fue el primer paso en dirección al concepto moderno de inercia. Buridan se anticipó a Isaac Newton cuando escribió:

    ...después de dejar el brazo del lanzador, el proyectil sería movido por un ímpetu suministrado por el lanzador y continuaría moviéndose siempre y cuando ese ímpetu permaneciese más fuerte que la resistencia. Ese movimiento sería de duración infinita en caso de que no fuera disminuido y corrompido por una fuerza contraria resistente a él, o por algo que desvíe al objeto a un movimiento contrario.
    En esa misma época, los denominados Calculatores de Merton College, de Oxford, elaboraron el Teorema de la velocidad media. Usando un lenguaje simplificado, este teorema establece que un cuerpo en movimiento uniformemente acelerado recorre, en un determinado intervalo de tiempo, el mismo espacio que sería recorrido por un cuerpo que se desplazara con velocidad constante e igual a la velocidad media del primero. Más tarde, ese teorema sería la base de la "Ley de la caída de los cuerpos", de Galileo. Hoy sabemos que las principales propiedades cinemáticas del movimiento rectilíneo uniformemente variado (MRUV), que aún se le atribuyen a Galileo por los textos de física, fueron descubiertas y probadas por esos académicos.

    Nicolás Oresme, por su parte, demostró que las razones propuestas por la física aristotélica contra el movimiento del planeta Tierra no eran válidas e invocó el argumento de la simplicidad (de la navaja de Ockham) en favor de la teoría de que es la Tierra la que se mueve, y no los cuerpos celestes. En general, el argumento de Oresme a favor del movimiento terrestre es más explícito y más claro que el que fue dado siglos después por Copérnico. Entre otras proezas, Oresme fue el descubridor del cambio de dirección de la luz a través de la refracción atmosférica; aunque, hasta hoy, ese descubrimiento se le atribuye a Robert Hooke.

    En 1348, la Peste Negra llevó este periodo de intenso desarrollo científico a un fin repentino. La plaga mató un tercio de la población europea. Durante casi un siglo, nuevos focos de la plaga y otros desastres causaron un continuo decrecimiento demográfico. Las áreas urbanas, generalmente el motor de las innovaciones intelectuales, fueron especialmente afectadas.

    Línea del tiempo: Datos demográficos de Europa y la presencia de innovadores en los campos de la física y de la metodología científica.

    Renacimiento[editar]Además de estancar el proceso de innovación, la peste negra fue uno de los factores que pusieron en jaque todo el modelo de sociedad que había encontrado su apogeo los siglos anteriores. El siglo XV presenció el inicio del florecimiento artístico y cultural del Renacimiento.

    El redescubrimiento de textos antiguos se aceleró después de la Caída de Constantinopla, a mediados del siglo XV, cuando muchos eruditos bizantinos tuvieron que ir a buscar refugio en Occidente, especialmente en Italia. Este nuevo influjo alimentó el creciente interés de los académicos europeos por los textos clásicos de periodos anteriores al triunfo del cristianismo en la cultura europea. En el siglo XVI ya comienza a existir, paralelo al interés por la civilización clásica, un menosprecio por la Edad Media, que pasó a ser cada vez más asociada a expresiones como "barbarismo", "ignorancia", "oscuridad", "gótico", "noche de mil años" o "sombrío".


    El Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, un ejemplo de la mezcla de arte y ciencia típica del Renacimiento.El humanismo renacentista rompe con la visión teocéntrica y con la concepción filosófico-teológica medieval. Ahora, conceptos como la dignidad del ser humano pasan a estar en primer plano. Por otro lado, ese humanismo representa también una ruptura con la importancia que le venía siendo dada a las ciencias naturales desde el (re) descubrimiento de Aristóteles, en el siglo XII.

    A pesar del florecimiento artístico, el periodo inicial del Renacimiento es generalmente visto como un momento de estancamiento en las ciencias. Hay poco desarrollo de disciplinas como la física y astronomía. El apego a los escritos antiguos enraízan aún más las visiones ptolemaica y aristotélica del universo. En contraste con la escolástica, que suponía un orden racional de la naturaleza en el cual podría penetrar el intelecto, el llamado naturalismo renacentista pasaba a ver el universo como una creación espiritual opaca a la racionalidad y que sólo podría ser comprendida por la experiencia directa. Al mismo tiempo, la filosofía perdió mucho de su rigor cuando las reglas de la lógica pasaron a considerarse como secundarias ante la intuición o la emoción.

    Por otro lado, la invención de la imprenta, que ocurrió simultáneamente a la Caída de Constantinopla, tendría gran efecto en la sociedad europea. La difusión más fácil de la palabra escrita democratizó el aprendizaje y permitió la propagación más rápida de nuevas ideas. Entre esas ideas estaba el álgebra, que había sido introducida en Europa por Fibonacci en el siglo XIII, pero sólo se popularizó al ser divulgada en forma impresa.

    Estas transformaciones facilitaron el camino para la Revolución científica, pero eso sólo ocurriría después de haber llegado el movimiento renacentista al norte de Europa, con figuras como Copérnico, Francis Bacon y Descartes. Fueron estas figuras las que llevaron adelante los avances ensayados por los sabios de la Edad Media, pero estos personajes ya son descritos a menudo como pensadores pre-iluministas, en lugar de que sean vistos como parte del Renacimiento tardío.

    El cristianismo y el estudio de la naturaleza[editar]
    La filosofía entre las siete Artes Liberales (c. 1180).El pensamiento de San Agustín fue vacilar al orientar la visión del hombre medieval sobre la relación entre la fe cristiana y el estudio de la naturaleza. Él reconocía la importancia del conocimiento, pero entendía que la fe en Cristo venía a restaurar la condición decaída de la razón humana, siendo, por lo tanto, más importante. Agustín afirmaba que la interpretación de las escrituras debía hacerse de acuerdo con los conocimientos disponibles, en cada época, sobre el mundo natural. Escritos como su interpretación "alegórica" del libro bíblico del Génesis van a influir fuertemente en la Iglesia medieval, que tendrá una visión más interpretativa y menos literal de los textos sagrados.

    Durante los tiempos confusos de la disolución del Imperio romano de Occidente y de los primeros siglos de la Edad Media, mucha de la cultura clásica se perdió, pero el declive cultural habría sido mucho más intenso si no fuera por el monasticismo, más específicamente por la acción de los monjes copistas. Es cierto que los textos en griego ya no estaban más accesibles por el olvido del idioma y que los escritos que pasaban por el trabajoso proceso de copia manual eran seleccionados de acuerdo con la importancia que les daban los religiosos.

    La Iglesia también estuvo al cargo de la estructura educativa, o, por lo menos, supervisando la misma. Cuando Carlomagno llamó al monje Alcuino para elaborar una reforma en la educación europea, la Iglesia quedó al cargo de las escuelas monacales y de las escuelas catedralicias. La mayoría de las universidades en los siglos XII y XIII surgieron precisamente de escuelas ligadas a las catedrales y funcionaban bajo la protección de jurisdicción eclesiástica.

    En relación a la investigación de la naturaleza, que renació en la Edad Media Clásica, ya fue mencionada la importancia de las órdenes religiosas mendicantes. Aunque Bernardo de Claraval y algunos otros religiosos hubiesen llegado a despreciar el estudio de las ciencias por creer que muchos buscaban esos conocimientos por vanidad, sus puntos de vista jamás fueron adoptados. La Inquisición estaba presente, pero la Iglesia concedía a los profesores mucha elasticidad en sus doctrinas y, en muchos casos, estimulaba las investigaciones científicas.

    En las universidades, el campo de la filosofía natural disponía de gran libertad intelectual, desde que restringiera sus especulaciones al mundo natural. Aunque se esperaran represalias y castigos si los filósofos naturales pasaban de ese límite, los procedimientos disciplinares de la Iglesia eran dirigidos principalmente a los teólogos, que trabajaban en un área mucho más peligrosa. En general, había soporte religioso para la ciencia natural y el reconocimiento de que ésta era un importante factor en el aprendizaje.

    Grandes nombres de la ciencia medieval[editar]
    Robert Grosseteste (1168-1253), obispo de Lincoln, fue la figura central del movimiento intelectual inglés en la primera mitad del siglo XIII y es considerado el fundador del pensamiento científico en Oxford. Tenía gran interés en el mundo natural y escribió textos sobre temas como el sonido, la astronomía, la geometría y la óptica. Afirmaba que los experimentos deberían usarse para verificar una teoría, probando sus consecuencias; también fue relevante su trabajo experimental en el área de la óptica. Roger Bacon fue uno de sus alumnos de más renombre.[1]


    Alberto Magno (1193-1280), el Doctor Universal, fue el principal representante de la tradición filosófica de los dominicos. Además de eso, es uno de los treinta y tres santos de la Iglesia Católica con el título de Doctor de la Iglesia. Se hizo famoso por sus vastos conocimientos y por su defensa de la coexistencia pacífica de la ciencia con la religión. Alberto fue esencial en introducir la ciencia griega y árabe en las universidades medievales. En una de sus frases famosas, afirmó: la ciencia no consiste en ratificar lo que otros dijeron, sino en recoger las causas de los fenómenos. Tomás de Aquino fue su alumno.


    Roger Bacon (1214-1294), el Doctor Admirable, ingresó en la Orden de los Franciscanos alrededor de 1240, donde, influenciado por Grosseteste, se dedicó a estudios en los que la observación de la naturaleza y la experimentación eran fundamentos del conocimiento natural. Bacon propagó el concepto de "leyes de la naturaleza" y contribuyó en áreas como la mecánica, la geografía y principalmente la óptica.

    Las investigaciones en óptica de Grosseteste y Bacon posibilitaron el inicio de la fabricación de gafas, en el siglo XII. Posteriormente, esos conocimientos serían imprescindibles para la invención de instrumentos como el telescopio y el microscopio.


    Tomás de Aquino (1227-1274), también conocido como el Doctor Angélico, fue un fraile dominico y teólogo italiano. Tal como su profesor Alberto Magno, es santo católico y doctor de esta misma Iglesia. Sus intereses no se restringían a la filosofía; también se le atribuye una importante obra alquímica datada en el siglo XV y llamada "Aurora Consurgens". Sin embargo, la verdadera contribución de Santo Tomás para la ciencia del periodo fue el haber sido el mayor responsable de la integración definitiva del aristotelismo con la tradición escolástica anterior.


    Duns Scoto (1266-1308), el Doctor Sutil, fue miembro de la Orden Franciscana, filósofo y teólogo. Formado en el ambiente académico de la Universidad de Oxford, donde aún pairava la aura de Robert Grosseteste y Roger Bacon, tuvo una posición alternativa a la de Santo Tomás de Aquino en el enfoque de la relación entre la Razón y la Fe. Para Scoto, las verdades de la fe no podrían ser comprendidas por la razón. La filosofía, así, debería dejar de ser una sierva de la teología y adquirir autonomía. Duns Scoto fue mentor de otro gran nombre de la filosofía medieval: Guillermo de Ockham.

    Guillermo de Ockham (1285-1350), el Doctor Invencible, fue un fraile franciscano, teórico de la lógica y teólogo inglés. Ockham defendía el principio de la parsimonia (la naturaleza es por sí misma económica), que ya podía verse en el trabajo de Duns Scoto, su profesor. William fue el creador de la Navaja de Ockham: si hay varias explicaciones igualmente válidas para un hecho, entonces debemos escoger la más simple. Esto constituiría la base de lo que más tarde sería conocido como método científico y uno de los pilares del reduccionismo en ciencia. Ockham murió víctima de la peste negra. Jean Buridan y Nicolás Oresme fueron sus seguidores.


    Jean Buridan (1300-1358) fue un filósofo y religioso francés. Aunque haya sido uno de los más famosos e influyentes filósofos de la Edad Media Tardía, hoy está entre los nombres menos conocidos del período. Una de sus contribuciones más significativas fue desarrollar y popularizar de la teoría del Ímpetu, que explicaba el movimiento de proyectiles y objetos en caída libre. Esa teoría abrió el camino a la dinámica de Galileo y al famoso principio de la Inercia, de Isaac Newton.


    Nicolás Oresme (c. 1323-1382) fue un genio intelectual y tal vez el pensador más original del siglo XIV. Teólogo dedicado y obispo de Lisieux, fue uno de los principales propagadores de las ciencias modernas. Además de sus contribuciones estrictamente científicas, Oresme combatió fuertemente a la astrología y especuló sobre la posibilidad de que existieran otros mundos habitados en el espacio. Fue el último gran intelectual europeo en haber crecido antes del surgimiento de la peste negra, evento que tuvo un impacto muy negativo en la innovación intelectual en el periodo final de la Edad Media.

    ¿Edad de las Tinieblas?[editar]
    Al contrario de lo que muchos piensan, las personas educadas en la Edad Media no creían en una Tierra plana, sino en una Tierra esférica.Se han propagado ampliamente nociones y creencias prejuiciosas sobre la Edad Media, incluso por motivaciones políticas, y aún hoy permanecen mitos en la cultura popular. También ocurre esto cuando se trata de las nociones de la ciencia en el período: a menudo la época es denominada peyorativamente edad de las tinieblas, sugiriendo la idea de que no habría habido ninguna creación filosófica o científica autónoma.

    Para justificar el título de "Edad de las Tinieblas", ya se ha dicho que en la "noche de mil años", que supuestamente habría sido la era medieval, la ciencia habría conocido un largo periodo de "falta de inspiración" en comparación con la producción científica clásica. Queda la duda de si sería adecuada la comparación de una era en la cual Europa comenzó deshecha con el período dorado de la antigüedad clásica. Incluso la producción científica del Imperio romano queda eclipsada ante los descubrimientos teóricos del pasado griego, incluso durante el largo periodo de prosperidad proporcionado por la "Pax Romana" y más aún después de la muerte de Marco Aurelio, en el año 180. Además de eso, si dejamos a un lado la parte oriental (griega) del Imperio romano para contemplar sólo específicamente la tradición filosófica de los pueblos occidentales durante la Antigüedad, la diferencia pasa a ser aún más intensa. A pesar de eso, nadie piensa en oscurantismo o flaqueza intelectual cuando imagina a Occidente durante el período romano.

    Aunque ningún historiador serio utilice la expresión "Edad de las Tinieblas" para sugerir retraso cultural, aún hoy, aún en las escuelas, se enseñan nociones equivocadas como la falsa idea de que los estudiosos medievales creían que la Tierra fuera plana, cuando en realidad la esfericidad de la Tierra ya había sido establecida entre los círculos eruditos.[cita requerida]

    Historia de la ciencia en Oriente[editar]Ciencia islámica[editar]
    Texto médico islámico.En Oriente Medio, la filosofía griega pudo encontrar algo de apoyo pasajero de la mano del recién creado Califato Islámico (Imperio islámico). Con la extensión del Islam en los siglos VII y VIII, se produjo un periodo de ilustración islámica que duraría hasta el siglo XV. En el mundo islámico, la Edad Media se conoce como la Edad de Oro Islámica, cuando prosperaron la civilización y la sabiduría islámica. A este período dorado de la ciencia islámica contribuyeron varios factores. El uso de una única lengua, el árabe, permitía la comunicación sin necesidad de un traductor. Las traducciones de los textos griegos de Egipto y el Imperio bizantino, y textos en sánscrito de la India, proporcionaban a los eruditos islámicos una base de conocimiento sobre la que construir. Además, estaba el Hajj. Este peregrinaje anual a La Meca facilitaba la colaboración erudita uniendo a las personas y favoreciendo la propagación de nuevas ideas por todo el mundo islámico.

    En las versiones islámicas del temprano método científico, la ética desempeñaba un papel muy importante. Durante este período se desarrollaron los conceptos de citación y revisión por pares. Los eruditos islámicos utilizaron los trabajos anteriores en medicina, astronomía y matemáticas como cimientos para desarrollar nuevos campos como la alquimia. En las matemáticas, el erudito islámico Muhammad ibn Musa al-Jwarizmi dio nombre a lo que ahora llamamos algoritmo, y a la palabra álgebra (que procede de al-jabr, el principio del título de una publicación suya en la que desarrollaba un sistema de resolución de ecuaciones cuadráticas). Investigadores como Al-Batani (850-929) contribuyeron a los campos de la astronomía y las matemáticas, y Al-Razi a la química. Algunos ejemplos de los frutos de estas contribuciones son el acero de Damasco y la Batería de Bagdad. La alquimia árabe resultó ser una inspiración a Roger Bacon, y más tarde a Isaac Newton. También en la astronomía, Al-Batani mejoró las mediciones de Hiparco, conservadas a través de la obra de Claudio Ptolomeo Hè Megalè Syntaxis, (El gran tratado), que fue traducido al árabe como Almagesto. Alrededor del año 900, Al-Batani mejoró la precisión de las medidas de la precesión del eje de la Tierra, continuando de esta forma la herencia de un milenio de mediciones en su propia tierra (Babilonia y Caldea - el área que ahora es Irak).

    Ciencia china[editar]El cohete de combustible sólido fue inventado en China alrededor de 1150, aproximadamente 200 años después de la invención de la pólvora (que era su combustible principal) y 500 años después de la invención de las cerillas. A la vez que la Era de los Descubrimientos se desarrollaba en Occidente, los emperadores chinos de la dinastía Ming también enviaron barcos a explorar; algunos incluso alcanzaron África. Pero aquellas empresas no pudieron seguir financiándose, deteniendo la exploración y el desarrollo posteriores. Cuando las naves de Magallanes llegaron a Brunei en 1521, encontraron una ciudad próspera, que había sido fortificada por ingenieros chinos, y que estaba protegida por un rompeolas. Antonio Pigafetta observó que mucha de la tecnología de Brunei era equivalente a la tecnología occidental de la época. También, había más cañones en Brunei que en las naves de Magallanes, y los comerciantes chinos que estaban en la corte de Brunei les habían vendido gafas y porcelana, que eran rarezas en Europa.

    Sin embargo, la base científica que dio paso a estos progresos tecnológicos parece ser bastante delgada. Por ejemplo, el concepto de fuerza no llegó a ser formulado claramente en los textos chinos del período.

    Notas[editar]1.↑ A. C. Crombie, Robert Grosseteste and the Origins of Experimental Science 1100-1700, (Oxford: Clarendon Press, 1971)
    Véase también[editar]Edad Media
    Filosofía medieval
    Universidad medieval
    Historia de la ciencia
    Historia de la tecnología
    Filosofía Natural en la Edad Moderna‎
    Ciencia y técnica en la España medieval
    Ciencia en Al-Ándalus
    Pierre Duhem
    Referencias[editar]Bork, Robert. De re metallica. The uses of metal in the Middle Ages. Ashgate. Aldershot. 2005.
    Crombie, A. C. Historia de la ciencia: de San Agustín a Galileo., Alianza Editorial, 2000. ISBN 978-84-206-2994-0
    Grant, E. The Foundations of Modern Science in the Middle Ages: Their Religious, Institutional and Intellectual Contexts. Cambridge: Cambridge Univ. Pr., 1996. ISBN 0-521-56762-9
    Grant, E., ed. A Sourcebook in Medieval Science. Cambridge: Harvard Univ. Pr., 1974. ISBN 0-674-82360-5
    Heers, Jacques. La invención de la Edad Media. Editorial Crítica, 2000. ISBN 978-84-8432-032-6
    Kneller, Karl A. Christianity and the Leaders of Modern Science, Real-View-Books, 1955.
    Lindberg, D. C., ed. Science in the Middle Ages. Chicago: Univ. of Chicago Pr., 1976. ISBN 0-226-48233-2
    Lindberg, David C. Los inicios de la ciencia occidental: la tradición científica europea en el contexto filosófico, religioso e institucional (desde el 600 a. C. hasta 1450). Ediciones Paidós Ibérica. 2002. ISBN 978-84-493-1293-9
    Marcondes, Danilo. Iniciação à história da filosofía: dos pré-socráticos a Wittgenstein. Segunda Edição. Jorge Zahar Ed., Rio de Janeiro, 1998. ISBN 85-7110-405-0.
    Montesinos Sirera, José (ed.) (2003). Ciencia y cultura en la Edad Media. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia. ISBN 84-688-0235-2. Ciencia y Cultura en la Edad Media - Actas de los Seminario Orotava de Historia de la Ciencia años VIII y X - Publicaciones.
    Príncipe, Lawrence M. History of Science: Antiquity to 1700. Teaching Company, curso em áudio No. 1200.
    Ronan, Colin A.. História ilustrada da ciência. Volume II, 1987.
    Shank, M. H., ed. The Scientific Enterprise in Antiquity and the Middle Ages. Chicago: Univ. of Chicago Pr., 2000. ISBN 0-226-74951-7
    Enlaces externos[editar] Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Ciencia medieval. Commons
    Medieval Science Page (página con un directorio de enlaces a recursos de Internet relacionados con la ciencia medieval) (en inglés)
    Ciencia medieval, iglesias y universidades (en inglés)
    La ciencia en la Edad Media
    Historia del pensamiento científico
    Historia de la ciencia occidental
    Historia de la ciencia. Ciencia en la Edad Media
    Projeto Ockham - O mito da Terra plana
    Medievalismo.org, web en varios idiomas.
    Medievalum.com, La Historia Medieval en Internet
    Medieval Technology Pages



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    Última edición por Valmadian; 02/07/2013 a las 12:25
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  9. #29
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

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    Mire, en 1492 se descubrió casi por accidente un continente ENTERO, no unas cuantas moléculas sueltas, sino un MUNDO ENTERO, vivito y coleante... Si comparamos ese descubrimiento y su impacto en nuestra civilización, el genoma humano no pasa de ser una anécdota para aficionados.

    El genoma humano es un hallazgo científico más y como tal hay que tratarlo. Eso sí, cuando empezamos a oír hablar de reduccionismo genético, (que es lo que se lee ENTRE LINEAS en su cita de Clinton al mencionar a Dios como el creador de una cadena de moléculas, ¡¡¡como si Dios fuese un genetista!!! o lo que es peor aún ¡¡¡como si los genetistas fuesen Dios!!!) entonces es cuando tenemos que recurrir a la SABIDURIA y al sentido común para poner a estos tíos de la bata blanca en su sitio.
    El Descubrimiento y la elaboración del mapa del genoma humano tiene la misma relación que plantar patatas y diseñar aviones. Así que si esta es toda su aportación al tema no sé para qué continua aquí.

    Luego, Clinton, pese a su, de usted, obsesión no pinta nada en este tema... ¡¡¡ nada !!!, y para lecturas entre líneas ya estoy yo, por tanto lo que usted se imagina a mi no me importa o interesa. Y nadie está referenciando a Dios como genetista, ni a los genetistas como dioses. Eso lo hace usted.

    El sentido común es el que debe presidir este tema, se refiere a la Ciencia, la Filosofía y la Técnica, algo que ya le he dicho por activa y por pasiva. La intención del tema es dar a conocer a los posibles lectores en qué consisten todas estas actividades propias del conocimiento humano por ello, también, el motivo por el cual se reproducen algunos textos de la Wiki principalmente, pero no exclusivamente. Una vez que los lectores tengan una composición de la finalidad del tema, las intervenciones serán más personales. De modo que si usted persiste en desvirtuar dicha intención y finalidad, borraré cualquier mensaje que usted escriba con tal intención, como lo son todos hasta ahora. Y olvídese de querer dar lecciones sobre moral o ética.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  10. #30
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    El Descubrimiento y la elaboración del mapa del genoma humano tiene la misma relación que plantar patatas y diseñar aviones.
    Efectivamente, y plantar patatas con amor y respeto a la naturaleza es la mejor lección de filosofía que se pueda recibir... No le de Vd nunca la espalda al campo, amigo Valmadian porque de ahí es de donde Vd procede...
    Deje los aviones y sus prisas para otros, porque a nadie importan...

  11. #31
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

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    Efectivamente, y plantar patatas con amor y respeto a la naturaleza es la mejor lección de filosofía que se pueda recibir... No le de Vd nunca la espalda al campo, amigo Valmadian porque de ahí es de donde Vd procede...
    Deje los aviones y sus prisas para otros, porque a nadie importan...
    Es usted un listillo, primero, vivo en el campo y segundo, las familias de las que procedo también desde hace siglos. Y lo de los aviones se lo cuenta usted a mi suegro que es comandante de IBERIA. Bueno, mejor se lo cuento y hasta se ríe un poco que buena falte le hace.

    Esta claro que usted no tiene nada que aportar aquí, salvo incongruencias. ¿Sabe cómo se llama vulgarmente a lo que hace usted? "trollear". No digo que usted sea un troll, pero hace cosas similares: busca bronca o desvirtuar el tema. Este es el último aviso.
    Xaxi dio el Víctor.
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    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  12. #32
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    Y nadie está referenciando a Dios como genetista, ni a los genetistas como dioses. Eso lo hace usted.
    Pues el Papa no está de acuerdo con Vd, abra los ojos y lea en su web lo siguiente:

    En el art. 1 [de la “Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos” ]se afirma que el “genoma humano es la base de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad y diversidad intrínsecas”. Tal como está formulado, el texto parece dar a entender que el ser humano tiene en el genoma el fundamento de su propia dignidad. En realidad, son la dignidad del hombre y la unidad de la familia humana los que confieren su valor al genoma humano y exigen que éste sea protegido de manera especial.

    ¿aún cree Vd que no hay peligro serio de REDUCCIONISMO GENETICO entre la comunidad científica?
    Última edición por Valderrábano; 02/07/2013 a las 18:24

  13. #33
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    WIKIPEDIA


    Universidad medieval


    Las universidades medievales europeas fueron instituciones educativas de la cristiandad latina en la Baja Edad Media que sustituyeron a las escuelas palatinas, monásticas y episcopales existentes desde la Alta Edad Media. Comenzaron a fundarse en distintas ciudades de Europa Occidental a partir, aproximadamente, de 1150, en el contexto del Renacimiento del siglo XII.

    Estas instituciones establecieron un modelo de enseñanza superior que se prolongó en el tiempo, determinando la estructura y funcionamiento de las universidades de la época moderna y contemporánea, cuando se extendió por todo el mundo.

    Las universidades medievales eran comunidades de maestros y estudiantes (universitas) que, aunque tenían como principal función la enseñanza, también se dedicaban a la investigación y producción del saber, generando vigorosos debates y polémicas. Eso se refleja en las crisis en que estuvieron envueltas y por las intervenciones que sufrieron por parte de ambos poderes: el político de reyes y emperadores y el eclesiástico de papas, obispos y órdenes religiosas.

    Las primeras universidades de la Europa cristiana fueron fundadas en Italia, en Inglaterra, en España y en Francia para el estudio del derecho, la medicina y la teología. La parte central de la enseñanza implicaba el estudio de las artes preparatorias, o artes liberales; el trivium: gramática, retórica y lógica; y el quadrivium: aritmética, geometría, música y astronomía. Después, el alumno entraría en contacto con estudios más específicos, entre los que seguían denominándose artes los que podrían denominarse genéricamente filosofía y que incluían todo tipo de ciencias.

    Índice [ocultar]
    1 Orígenes
    2 Extensión de las universidades por Europa
    3 Vida universitaria
    3.1 Enseñanzas y grados
    3.2 Lecciones y libros
    3.3 Organización y conflictos
    4 Véase también
    5 Enlaces externos
    6 Referencias


    Orígenes[editar]
    Mapa de Universidades medievales.Carlomagno, coronado emperador en el año 800, había conseguido reunir una buena parte de Europa Occidental bajo su dominio: el Imperio carolingio. Para unificarlo y fortalecerlo, decidió ejecutar una reforma en la educación. El monje inglés Alcuino de York elaboró para ello un proyecto de desarrollo escolar que buscaba revivir el saber clásico estableciendo los programas de estudio a partir de las siete artes liberales: el trivium, o enseñanza literaria (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium, o enseñanza científica (aritmética, geometría, astronomía y música). A partir del año 787, se promulgaron decretos que recomendaban, en todo el imperio, la restauración de las antiguas escuelas y la fundación de otras nuevas. Institucionalmente, esas nuevas escuelas podían ser monacales, bajo la responsabilidad de los monasterios; catedrales, junto a la sede de los obispados; municipales, bajo el auspicio de los ayuntamientos; y palatinas, junto a las cortes. Esas medidas tendrían sus efectos más significativos sólo algunos siglos más tarde (aunque desde mediados del siglo IX ya funcionaban por ejemplo, la monástica escuela de Auxerre o la escuela palatina de Carlos el Calvo -Escoto Erígena-). La enseñanza de la dialéctica (o lógica) fue haciendo renacer el interés por la indagación de carácter especulativa; de esa semilla surgiría la filosofía cristiana de la Escolástica.

    En los siglos XII y XIII, algunas de las escuelas que habían sido estructuradas mediante las órdenes de Carlomagno, que destacaban por su alto nivel de enseñanza, ganan el título primero de Estudio General y más adelante el de Universidad. Esto ocurre especialmente entre las escuelas catedralicias. Después comenzaron a surgir instituciones, fundadas por autoridades, que ya nacían estructuradas como una institución de enseñanza superior. Las universidades que evolucionaron de escuelas, fueron llamadas ex consuetudine; aquellas fundadas por reyes o papas eran las universidades ex privilegio.

    Entre 1200 y 1400 fueron fundadas, en Europa, 52 universidades, y 29 de ellas fueron erigidas por papas. La transformación cultural generada por las universidades en el siglo XIII, fue expresada por la frase de Charles H. Haskins: En 1100, la escuela seguía al maestro; en 1200, el maestro seguía a la escuela.[1]

    Algunas de estas escuelas recibían de la Iglesia Católica o de Reyes y Emperadores el título de Studium Generale, que indicaba que aquella era una escuela de renombre internacional; éstos eran considerados los locales de enseñanza más prestigiosos del continente. Los profesores de un Studium Generale eran animados a dar cursos en otros institutos por toda Europa, así como a compartir documentos. Ello inició la cultura de intercambio presente aún hoy en las universidades europeas.

    Entre los precedentes de la universidad medieval europea, se encuentran también las escuelas monásticas , las escuelas catedralicias, algunas se desalloraron últimamente en universidades verdaderas.[2]

    Extensión de las universidades por Europa[editar]El primer Estudio fue posiblemente el de Bolonia (especializado en Derecho, 1088), a la que siguió Oxford (antes de 1096), del que se escindió su rival Cambridge (1209), Palencia de 1208, Salamanca (1218, el primero con estudios de Medicina), Padua (1222), Nápoles (1224), París, de mediados del siglo XIII (uno de cuyos colegios fue la Sorbona, 1275).

    A partir de 1254 aparece el título de Universidad, siendo la primera en tenerlo el Estudio General de Salamanca, siguiéndola las citadas, y además Coimbra (1308, trasladada desde el Estudio General de Lisboa de 1290), Alcalá de Henares (1293, refundada por Cisneros en 1499), Lérida (1300), la Sapienza (Roma, 1303), Aviñón (1303), Orleans (1306), la Universidad Carolina (Praga, 1348), la Sertoriana (Huesca, 1353), la Jagellónica (Cracovia, Polonia, 1363), Viena (1365), Universidad de Pécs (Pécs, Hungría, 1367), Heidelberg (1386), Colonia (1368) y, ya al final del periodo medieval, Lovaina (1425) y Uppsala (1477). En medicina gozaba de un gran prestigio la Escuela Médica Salernitana, con raíces árabes, que provenía del siglo IX; y en 1220 empezó a rivalizar con ella la Facultad de Medicina de Montpellier.

    Vida universitaria[editar]Enseñanzas y grados[editar]Los estudiantes llegaban a las universidades habitualmente con catorce años o poco más, tras haber iniciado los estudios más rudimentarios con maestros que les enseñaban a leer y escribir y un nivel suficiente de lengua latina. Los primeros años de su vida universitaria se dedicaban a los estudios de Artes, que comprendían el Trivium y el Quadrivium. Cuando se consideraban preparados para superar los exámenes correspondientes (consistentes en la lectio -lectura y repetición memorística comentada- de un texto y su disputatio respondiendo a preguntas que procuraban averiguar si el aspirante lo había comprendido), alcanzaban el título de bachiller, lo que solía ocurrir en un plazo de unos seis años. Era muy habitual abandonar los estudios sin obtener ningún título, y sólo una minoría continuaba con el estudio de las Artes a un nivel superior o con carreras más especializadas: Medicina, Derecho o Teología. Obtener en cualquiera de ellas el título de magister (maestro) permitía dedicarse a la enseñanza universitaria en cualquier universidad (ius o licentia ubique docendi). El título de doctor exigía estudios aún más prolongados, y era habitual que los que se presentaban a tal examen llevaran varias décadas de vida universitaria (el de Artes, más breve, se solía obtener en cuatro o seis años, el de Medicina en diez, el de Derecho en doce o trece, y el de Teología en unos quince). El examen de doctorado, con la misma estructura que los de otros grados, consistía la defensa ante un tribunal de doctores de una tesis cuya originalidad no era el valor más prioritario. Las costosas fiestas y regalos a los que el doctorando estaba obligado actuaban como una barrera para dificultar el acceso al grado superior de la vida universitaria.

    Lecciones y libros[editar]Las lecciones universitarias consistían en la lectura más o menos lenta o rápida, literal o glosada con comentarios, de un texto (habitualmente de un clásico más o menos adaptado para su comprensión didáctica) por el profesor (cuya cátedra o silla se convirtió en un sitial elevado sobre un estrado cada vez más prominente, hasta cubrirse de palio y otros adornos a finales de la Edad Media) mientras los alumnos que lo consideraban oportuno tomaban apuntes (llamados relaciones). Era corriente la venta de copias manuscritas baratas en letra minúscula (en pliegos de cuatro folios de piel de carnero, llamados pecias); siendo muy poco corriente antes de la extensión de la imprenta el uso de verdaderos libros, escasos y carísimos ejemplares escritos con buena letra y custodiados en las bibliotecas (donde eran vigilados por los bibliotecarios o estacionarios) o conservados como verdaderos tesoros por un particular.

    Organización y conflictos[editar]Los estudiantes se organizaban, según los estudios que seguían, en facultades. Según el lugar donde recibían las enseñanzas, en colegios mayores y colegios menores adscritos a diferentes y rivales órdenes religiosas, habitualmente abiertos por el mecenazgo de algún donante. La vida universitaria no era barata: debían pagar por su estancia y enseñanza cantidades sólo al alcance de familias ricas, aunque existían estudiantes becados, a los que algún potentado o institución poderosa pagaba los estudios, y muchos otros que seguían los estudios con toda clase de privaciones y alternándolos con todo tipo de oficios o formas más o menos irregulares de obtener dinero, comida, vestido, alojamiento y, en su caso, bebida, diversión y toda clase de vicios (tunos, goliardos). Los estudiantes también se organizaban en naciones, según su lugar de procedencia.

    En general los estudiantes becados asistían a Colegios (mayores o menores) en los que una fundación pagaba sus estudios y manutención. Otro modo de estudiar era pertenecer a alguna congregación religiosa y vivir en el convento.

    El rector, que podía ser canónigo, doctor o incluso uno de los estudiantes, era elegido en algunas universidades por los procuradores o proctores de cada nación (cuatro en el caso de la Universidad de París), en otras por el claustro de profesores, y en otras por el ayuntamiento (en las de fundación municipal). Enseguida sustituyó al canciller o cancelario designado por el Papa como máximo cargo directivo sobre el conjunto de la Universidad y el claustro. Un decano presidía cada facultad.[3] [4]

    Eran habituales los conflictos entre grupos de estudiantes identificados por alguna de esas diferencias. Un fuero o privilegio especial sometía a los estudiantes y profesores a la jurisdicción propia y privativa de la universidad, lo que les protegía en caso de conflicto con las autoridades locales.[5] Algunas Universidades tenían una especie de policía propia y hasta cárcel.

    Véanse también: Universidad, Edad Media#La universidad y Revolución del siglo XII.
    Véase también[editar]Universidad
    Lista de las universidades más antiguas existentes en la actualidad
    Edad Media
    Ciencia y tecnología medieval
    Renacimiento carolingio
    Historia de la ciencia y la tecnología en España#Universidades y escuelas de traductores
    Enlaces externos[editar]Modelos de Escuela en la Edad Media
    La educación infantil en la Edad Media
    Referencias[editar]1.↑ HASKINS, Charles H., Rennaisance of the twelfth Century, 1927, p. 358
    2.↑ Riché, Pierre (1978) [1976], Education and Culture in the Barbarian West: From the Sixth through the Eighth Century, Columbia, SC: University of South Carolina Press, pp. 126-7, 282-98, ISBN 0-87249-376-8
    3.↑ Enciclopedia Católica, voz Universidades
    4.↑ Voz Rector en la Enciclopedia de Historia de España dirigida por Miguel Artola, Alianza Editorial. Tomo 5 Diccionario temático, pg. 1018-1019
    5.↑ Para toda la sección: Covadonga Valdaliso La vida de los estudiantes en la Edad Media, Historia National Geographic, diciembre 2009, 30-34.


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    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

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    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Valderrábano Ver mensaje
    Pues el Papa no está de acuerdo con Vd, abra los ojos y lea en su web lo siguiente:

    En el art. 1 [de la “Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos” ]se afirma que el “genoma humano es la base de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad y diversidad intrínsecas”. Tal como está formulado, el texto parece dar a entender que el ser humano tiene en el genoma el fundamento de su propia dignidad. En realidad, son la dignidad del hombre y la unidad de la familia humana los que confieren su valor al genoma humano y exigen que éste sea protegido de manera especial.

    ¿aún cree Vd que no hay peligro serio de REDUCCIONISMO GENETICO entre la comunidad científica?

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    Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos

    11 de noviembre de 1997




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    La Conferencia General,

    Recordando, que en el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO se invocan “los principios democráticos de la dignidad, la igualdad y el respeto mutuo de los hombres” y se impugna “el dogma de la desigualdad de los hombres y de las razas”, se indica “que la amplia difusión de la cultura y la educación de la humanidad para la justicia, la libertad y la paz son indispensables a la dignidad del hombre y constituyen un deber sagrado que todas las naciones han de cumplir con un espíritu de responsabilidad y de ayuda mutua”, se proclama que “esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad” y se declara que la Organización se propone alcanzar “mediante la cooperación de las naciones del mundo en las esferas de la educación, de la ciencia y de la cultura, los objetivos de paz internacional y de bienestar general de la humanidad, para el logro de los cuales se han establecido las Naciones Unidas, como proclama su Carta”,

    Recordando solemnemente, su adhesión a los principios universales de los derechos humanos afirmados, en particular, en la Declaración Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 y los dos Pactos Internacionales de las Naciones Unidas de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de Derechos Civiles y Políticos del 16 de diciembre de 1966, la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio del 9 de diciembre de 1948, la Convención Internacional de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial del 21 de diciembre de 1965, la Declaración de las Naciones Unidas de los Derechos del Retrasado Mental del 20 de diciembre de 1971, la Declaración de las Naciones Unidas de los Derechos de los Impedidos del 9 de diciembre de 1975, la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer del 18 de diciembre de 1979, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y del Abuso de Poder del 29 de noviembre de 1985, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño del 20 de noviembre de 1989, las Normas Uniformes de las Naciones Unidas sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad del 20 de diciembre de 1993, la Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción del 16 de diciembre de 1971, la Convención de la UNESCO relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza del 14 de diciembre de 1960, la Declaración de Principios de la Cooperación Cultural Internacional de la UNESCO del 4 de noviembre de 1966, la Recomendación de la UNESCO relativa a la situación de los investigadores científicos del 20 de noviembre de 1974, la Declaración de la UNESCO sobre la Raza y los Prejuicios Raciales del 27 de noviembre de 1978, el Convenio de la OIT (Nº 111) relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación del 25 de junio de 1958 y el Convenio de la OIT (Nº 169) sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes del 27 de junio de 1989,

    Teniendo presentes, , y sin perjuicio de lo que dispongan, los instrumentos internacionales que pueden concernir a las aplicaciones de la genética en la esfera de la propiedad intelectual, en particular la Convención de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas del 9 de septiembre de 1886 y la Convención Universal de la UNESCO sobre Derecho de Autor del 6 de septiembre de 1952, revisadas por última vez en París el 24 de julio de 1971, el Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial del 20 de marzo de 1883, revisado por última vez en Estocolmo el 14 de julio de 1967, el Tratado de Budapest de la OMPI sobre el Reconocimiento Internacional del Depósito de Microorganismos a los fines del Procedimiento en materia de Patentes del 28 de abril de 1977, el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) anexado al Acuerdo por el que se establece la Organización Mundial del Comercio que entró en vigor el 1º de enero de 1995, Teniendo presente también el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica del 5 de junio de 1992 y destacando a este respecto que el reconocimiento de la diversidad genética de la humanidad no debe dar lugar a ninguna interpretación de tipo social o político que cuestione “la dignidad intrínseca y (...) los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, de conformidad con el Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos,

    Recordando, sus Resoluciones 22 C/13.1, 23 C/13.1, 24 C/13.1, 25 C/5.2, 25 C/7.3. 27 C/5.15, 28 C/0.12, 28 C/2.1 y 28 C/2.2 en las cuales se instaba a la UNESCO a promover y desarrollar la reflexión ética y las actividades conexas en lo referente a las consecuencias de los progresos científicos y técnicos en el campo de la biología y la genética, respetando los derechos y las libertades fundamentales del ser humano,

    Reconociendo, que las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones abren inmensas perspectivas de mejoramiento de la salud de los individuos y de toda la humanidad, pero destacando que deben al mismo tiempo respetar plenamente la dignidad, la libertad y los derechos de la persona humana, así como la prohibición de toda forma de discriminación fundada en las características genéticas,

    Proclama los principios siguientes y aprueba la presente Declaración:

    A. La dignidad humana y el genoma humano

    Artículo 1

    El genoma humano es la base de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad intrínseca y su diversidad. En sentido simbólico, el genoma humano es el patrimonio de la humanidad.

    Artículo 2

    (a) Cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y derechos, cualesquiera que sean sus características genéticas.

    (b) Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas y que se respete el carácter único de cada uno y su diversidad.

    Artículo 3

    El genoma humano, por naturaleza evolutivo, está sometido a mutaciones. Entraña posibilidades que se expresan de distintos modos en función del entorno natural y social de cada persona, que comprende su estado de salud individual, sus condiciones de vida, su alimentación y su educación.

    Artículo 4

    El genoma humano en su estado natural no puede dar lugar a beneficios pecuniarios.

    B. Derechos de las personas interesadas

    Artículo 5

    (a) Una investigación, un tratamiento o un diagnóstico en relación con el genoma de un individuo, sólo podrá efectuarse previa evaluación rigurosa de los riesgos y las ventajas que entrañe y de conformidad con cualquier otra exigencia de la legislación nacional.

    (b) En todos los casos, se recabará el consentimiento previo, libre e informado de la persona interesada. Si ésta no está en condiciones de manifestarlo, el consentimiento o autorización habrán de obtenerse de conformidad con lo que estipule la ley, teniendo en cuenta el interés superior del interesado.

    (b) Se debe respetar el derecho de toda persona a decidir que se le informe o no de los resultados de un examen genético y de sus consecuencias.

    (d) En el caso de la investigación, los protocolos de investigaciones deberán someterse, además, a una evaluación previa, de conformidad con las normas o directrices nacionales e internacionales aplicables en la materia.

    (e) Si en conformidad con la ley una persona no estuviese en condiciones de expresar su consentimiento, sólo se podrá efectuar una investigación sobre su genoma a condición de que represente un beneficio directo para su salud, y a reserva de las autorizaciones y medidas de protección estipuladas por la ley. Una investigación que no represente un beneficio directo previsible para la salud sólo podrá efectuarse a título excepcional, con la mayor prudencia y procurando no exponer al interesado sino a un riesgo y una coerción mínimos, y si la investigación está encaminada a redundar en beneficio de la salud de otras personas pertenecientes al mismo grupo de edad o que se encuentren en las mismas condiciones genéticas, a reserva de que dicha investigación se efectúe en las condiciones previstas por la ley y sea compatible con la protección de los derechos humanos individuales.

    Artículo 6

    Nadie podrá ser objeto de discriminaciones fundadas en sus características genéticas, cuyo objeto o efecto sería atentar contra sus derechos humanos y libertades fundamentales y el reconocimiento de su dignidad.

    Artículo 7

    Se deberá proteger en las condiciones estipuladas por la ley la confidencialidad de los datos genéticos asociados con una persona identificable, conservados o tratados con fines de investigación o cualquier otra finalidad.

    Artículo 8

    Toda persona tendrá derecho, de conformidad con el derecho internacional y el derecho nacional, a una reparación equitativa de un daño del que pueda haber sido víctima, cuya causa directa y determinante pueda haber sido una intervención en su genoma.

    Artículo 9

    Para proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales, sólo la legislación podrá limitar los principios de consentimiento y confidencialidad, de haber razones imperiosas para ello, y a reserva del estricto respeto del derecho internacional público y del derecho internacional relativo a los derechos humanos.

    C. Investigaciones sobre el genoma humano

    Artículo 10

    Ninguna investigación relativa al genoma humano ni ninguna de sus aplicaciones, en particular en las esferas de la biología, la genética y la medicina, podrá prevalecer sobre el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de la dignidad humana de los individuos o, si procede, de grupos de individuos.

    Artículo 11

    No deben permitirse las prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines de reproducción de seres humanos. Se invita a los Estados y a las organizaciones internacionales competentes a que cooperen para identificar estas prácticas y a que adopten en el plano nacional o internacional las medidas que corresponda, para asegurarse de que se respetan los principios enunciados en la presente Declaración.

    Artículo 12

    (a) Toda persona debe tener acceso a los progresos de la biología, la genética y la medicina en materia de genoma humano, respetándose su dignidad y derechos.

    (b) La libertad de investigación, que es necesaria para el progreso del saber, procede de la libertad de pensamiento. Las aplicaciones de la investigación sobre el genoma humano, sobre todo en el campo de la biología, la genética y la medicina, deben orientarse a aliviar el sufrimiento y mejorar la salud del individuo y de toda la humanidad.

    D. Condiciones de ejercicio de la actividad científica

    Artículo 13

    Las consecuencias éticas y sociales de las investigaciones sobre el genoma humano imponen a los investigadores responsabilidades especiales de rigor, prudencia, probidad intelectual e integridad, tanto en la realización de sus investigaciones como en la presentación y utilización de los resultados de éstas. Los responsables de la formulación de políticas científicas públicas y privadas tienen también responsabilidades especiales al respecto.

    Artículo 14

    Los Estados tomarán las medidas apropiadas para favorecer las condiciones intelectuales y materiales propicias para el libre ejercicio de las actividades de investigación sobre el genoma humano y para tener en cuenta las consecuencias éticas, legales, sociales y económicas de dicha investigación, basándose en los principios establecidos en la presente Declaración.

    Artículo 15

    Los Estados tomarán las medidas apropiadas para fijar el marco del libre ejercicio de las actividades de investigación sobre el genoma humano respetando los principios establecidos en la presente Declaración, a fin de garantizar el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana y proteger la salud pública. Velarán por que los resultados de esas investigaciones no puedan utilizarse con fines no pacíficos.

    Artículo 16

    Los Estados reconocerán el interés de promover, en los distintos niveles apropiados, la creación de comités de ética independientes, pluridisciplinarios y pluralistas, encargados de apreciar las cuestiones éticas, jurídicas y sociales planteadas por las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones.

    E. Solidaridad y cooperación internacional

    Artículo 17

    Los Estados deberán respetar y promover la práctica de la solidaridad para con los individuos, familias o poblaciones particularmente expuestos a las enfermedades o discapacidades de índole genética o afectados por éstas. Deberían fomentar, entre otras cosas, las investigaciones encaminadas a identificar, prevenir y tratar las enfermedades genéticas o aquellas en las que interviene la genética, sobre todo las enfermedades raras y las enfermedades endémicas que afectan a una parte considerable de la población mundial.

    Artículo 18

    Los Estados deberán hacer todo lo posible, teniendo debidamente en cuenta los principios establecidos en la presente Declaración, para seguir fomentando la difusión internacional de los conocimientos científicos sobre el genoma humano, la diversidad humana y la investigación genética, y a este respecto favorecerán la cooperación científica y cultural, en particular entre países industrializados y países en desarrollo.

    Artículo 19

    (a) En el marco de la cooperación internacional con los países en desarrollo, los Estados deberán esforzarse por fomentar medidas destinadas a:

    (i) evaluar los riesgos y ventajas de la investigación sobre el genoma humano y prevenir los abusos;

    (ii) desarrollar y fortalecer la capacidad de los países en desarrollo para realizar investigaciones sobre biología y genética humanas, tomando en consideración sus problemas específicos;

    (iii) permitir a los países en desarrollo sacar provecho de los resultados de las investigaciones científicas y tecnológicas a fin de que su utilización en pro del progreso económico y social pueda redundar en beneficio de todos;

    (iv) fomentar el libre intercambio de conocimientos e información científicos en los campos de la biología, la genética y la medicina.

    (b) Las organizaciones internacionales competentes deben apoyar y promover las iniciativas que tomen los Estados con los fines enumerados más arriba.

    F. Fomento de los principios de la Declaración

    Artículo 20

    Los Estados tomarán las medidas adecuadas para fomentar los principios establecidos en la Declaración, a través de la educación y otros medios pertinentes, y en particular, entre otras cosas, la investigación y formación en campos interdisciplinarios y el fomento de la educación en materia de bioética, en todos los niveles, particularmente para los responsables de las políticas científicas.

    Artículo 21

    Los Estados tomarán las medidas adecuadas para fomentar otras formas de investigación, formación y difusión de la información que permitan a la sociedad y a cada uno de sus miembros cobrar mayor conciencia de sus responsabilidades ante las cuestiones fundamentales relacionadas con la defensa de la dignidad humana que puedan plantear la investigación en biología, genética y medicina y las correspondientes aplicaciones. Se deberían comprometer, además, a favorecer al respecto un debate abierto en el plano internacional que garantice la libre expresión de las distintas corrientes de pensamiento socioculturales, religiosas y filosóficas.

    G. Aplicación de la Declaración

    Artículo 22

    Los Estados intentarán garantizar el respeto de los principios enunciados en la presente Declaración y facilitar su aplicación por cuantas medidas resulten apropiadas.

    Artículo 23

    Los Estados tomarán las medidas adecuadas para fomentar mediante la educación, la formación y la información, el respeto de los principios antes enunciados y favorecer su reconocimiento y su aplicación efectiva. Los Estados deberán fomentar también los intercambios y las redes entre comités de ética independientes, según se establezcan, para favorecer su plena colaboración.

    Artículo 24

    El Comité Internacional de Bioética de la UNESCO contribuirá a difundir los principios enunciados en la presente Declaración y a profundizar el examen de las cuestiones planteadas por su aplicación y por la evolución de las tecnologías en cuestión. Deberá organizar consultas apropiadas con las partes interesadas, como por ejemplo los grupos vulnerables. Presentará, de conformidad con los procedimientos reglamentarios de la UNESCO, recomendaciones a la Conferencia General y prestará asesoramiento en lo referente al seguimiento de la presente Declaración, en particular por lo que se refiere a la identificación de prácticas que pueden ir en contra de la dignidad humana, como las intervenciones en la línea germinal.

    Artículo 25

    Ninguna disposición de la presente Declaración podrá interpretarse como si confiriera a un Estado, un grupo o un individuo, un derecho cualquiera a ejercer una actividad o a realizar un acto que vaya en contra de los derechos humanos y las libertades fundamentales, y en particular los principios establecidos en la presente Declaración.



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    Fecha de adopción 1997









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    Creo que hay gente que ve ratones colorados. Abra usted este tema en otro Foro.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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    Universidades más antiguas existentes en la actualidad






    Esta es una lista de las universidades más antiguas existentes en la actualidad, fundadas antes del año 1500.


    Universidad de Bolonia, Bolonia, Italia, fundada en 1088
    Universidad de Oxford, Oxford, Inglaterra, fundada alrededor de 1096
    Universidad de Parma, Italia, fundada en 1117
    Universidad de París, París, Francia, fundada en 1150
    Universidad de Módena, Italia, fundada en 1175
    Universidad de Salamanca, Salamanca, España, fundada en 1218. Su origen fueron unas Escuelas de la Catedral cuya existencia puede rastrearse ya en 1130. Y la primera de Europa que ostentó el título de Universidad por el edicto de 1253 de Alfonso X de Castilla y León
    Universidad de Cambridge, Cambridge, Inglaterra, alrededor de 1208
    Universidad de Montpellier, Francia, fundada en 1220
    Universidad de Padua, Padua, Italia, fundada en 1222
    Universidad de Nápoles, Nápoles, Italia, fundada en 1224
    Universidad de Siena, Siena, Italia, fundada en 1240
    Universidad de Valladolid, Valladolid, España, fundada en 1241 por el Rey Alfonso VIII de Castilla
    Universidad de Murcia, Murcia, España, fundada en 1272 por el Rey Alfonso X de Castilla
    Universidad de Coímbra, Coímbra, Portugal, fundada en 1285
    Universidad Complutense, Alcalá de Henares, España, fundada en 1293 por el Rey Sancho IV de Castilla
    Universidad de Lérida, Lérida, España, fundada en 1300 por el Rey Jaime II de la Corona de Aragón
    Universidad de Roma, Roma, Italia, fundada en 1303
    Universidad de Florencia, Italia, fundada en 1321
    Universidad de Pisa, Italia, fundada en 1343
    Universidad de Praga, República Checa, fundada en 1348
    Universidad de Pavía, Italia, fundada en 1361
    Universidad Jagellónica, Cracovia, Polonia, fundada en 1364
    Universidad de Viena, Austria, fundada en 1365
    Universidad de Pécs, Pécs, Hungría, fundada en 1367
    Universidad de Heidelberg, Heidelberg, Alemania, fundada en 1386
    Universidad de Colonia, Alemania, fundada en 1388
    Universidad de Ferrara, Ferrara, Italia, fundada en 1391
    Universidad de Turín, Italia, fundada en 1404
    Universidad de Leipzig, Leipzig, Alemania, fundada en 1409
    Universidad de St. Andrews, St. Andrews, Escocia, fundada en 1412
    Universidad de Rostock, Rostock, Alemania, fundada en 1419
    Universidad Católica de Lovaina, Lovaina, Bélgica, fundada en 1425
    Universidad de Poitiers, Poitiers, Francia, fundada en 1431
    Universidad de Catania, Catania, Italia, fundada en 1434
    Universidad de Glasgow, Glasgow, Escocia, fundada en 1450
    Universidad de Barcelona, Barcelona, España, fundada en 1450
    Universidad de Fribrugo de Brisgovia, Baden-Württemberg, Alemania, fundada en 1457
    Universidad de Basilea, Basilea, Suiza, fundada en 1460;
    Universidad de Uppsala, Suecia, fundada en 1477
    Universidad de Copenhague, Dinamarca, fundada en 1479
    Universidad Eberhard Karls, Tubingen, Alemania, fundada en in 1477
    Universidad de Génova, Génova, Italia, fundada en 1481
    Universidad de Aberdeen, Aberdeen, Escocia, fundada en 1494
    Universidad de Santiago de Compostela, España, fundada en 1495
    Véase tambiénUniversidad
    Universidades por orden alfabético
    Universidades españolas en el Siglo de Oro
    Universidades de América Latina anteriores a 1810



    Obtenido de «Anexo:Universidades más antiguas existentes en la actualidad - Wikipedia, la enciclopedia libre
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  16. #36
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    Criterio de demarcación



    Diagrama frenológico del siglo XIX. La frenología es una pseudociencia que en el pasado fue considerada una verdadera ciencia.El problema de la demarcación se refiere, dentro de la filosofía de la ciencia, a la cuestión de definir los límites que deben configurar el concepto "ciencia". Las fronteras suelen establecerse entre lo que es conocimiento científico y no científico, entre ciencia y metafísica, entre ciencia y pseudociencia, y entre ciencia y religión. El planteamiento de este problema conocido como problema generalizado de la demarcación abarca estos casos. El problema generalizado, en último término, lo que intenta es encontrar criterios para poder decidir, entre dos teorías dadas, cuál de ellas es más "científica".

    Tras más de un siglo de diálogo entre filósofos de la ciencia y científicos en diversos campos, y a pesar de un amplio consenso acerca de las bases generales del método científico,[1] los límites que demarcan lo que es ciencia, y lo que no lo es, continúan siendo debatidos.[2]

    Índice [ocultar]
    1 La importancia del problema
    2 Historia
    2.1 Antecedentes
    2.2 Separación entre ciencia y religión
    2.3 Positivismo lógico
    2.4 Falsacionismo
    2.5 Kuhn y los cambios de paradigma
    2.6 Imre Lakatos y su programa de investigación científica
    2.7 Feyerabend y el problema de la autonomía en la ciencia
    2.8 Método Thagard
    2.9 Rechazo del planteamiento del problema de Larry Laudan
    3 El problema de la demarcación en la actualidad
    3.1 El criterio
    3.2 La demarcación en el método científico contemporáneo
    3.3 La actual situación de crisis y sus consecuencias
    4 Temas vinculados
    5 Véase también
    6 Notas y referencias
    7 Bibliografía
    8 Enlaces externos


    La importancia del problema[editar]
    Nikolái Vavílov (foto) en 1940 fue puesto en prisión por ser un defensor de la genética mendeliana, considerada una "pseudociencia burguesa" que se oponía al lysenkoismo, apoyado por Stalin.Disponer de una solución al problema del criterio de demarcación no sólo tiene importancia en el ámbito teórico, desde una dimensión estrictamente filosófica, sino que es importante en campos prácticos y cotidianos. Distinguir lo que es ciencia de lo que no, tiene relevancia desde el punto de vista económico (a la hora de financiar proyectos de investigación), jurídico y de policía científica (a la hora de evaluar pruebas), sanitario (a la hora de prescribir tratamientos médicos), y educativo (a la hora de establecer programas de estudio), entre otros.

    La demarcación entre ciencia y pseudociencia tiene mucho que ver con la crítica, la censura y la intolerancia en la investigación científica. La teoría de Copérnico fue condenada al índice de ideas y obras prohibidas por la Iglesia Católica que tenía el poder político y "científico" (1616). El Partido Comunista de la URSS declaró (1949) pseudocientífica a la genética mendeliana -por "burguesa y reaccionaria"- y mandó a sus defensores como Vavílov a morir en campos de concentración.[3]

    En palabras de Lakatos, el problema de la distinción entre lo científico y lo pseudocientífico "no es un pseudoproblema para filósofos de salón, sino que tiene serias implicaciones éticas y políticas".[4]

    Historia[editar]Antecedentes[editar]El primer ejemplo en la historia acerca de la cuestión de la categorización y demarcación del conocimiento humano se encuentra en la Grecia antigua, donde se trata el problema de las diferencias entre el verdadero conocimiento (en griego ἐπιστήμη, episteme) y la opinión (δόξα, doxa). Para Platón, por ejemplo, la episteme sólo puede tener desarrollo en el mundo de las ideas (conocimiento intelectual puro) pero no el mundo sensible, que según él es engañoso (cfr. Alegoría de la caverna).

    Más tarde, Kant trató de delimitar el campo de las ciencias naturales del metafísico, y con su trabajo sentó un precedente metodológico para establecer los criterios de demarcación de lo que es y no es ciencia natural.[5] (Cfr. Crítica de la razón pura y Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia).

    David Hume (1711-1776), establece los principios teóricos anti-metafísicos (en particular el problema de la inducción) que tendrían gran influencia en el positivismo lógico. Será en el Círculo de Viena con Rudolf Carnap (1891-1970), Alfred Jules Ayer (1910-1989), y Karl R. Popper (1902-1994), en donde se abordará el "Criterio de Demarcación" de la ciencia con respecto a la metafísica.

    Si tomáramos cualquier volumen de teología o metafísica escolástica, por ejemplo, y nos preguntáramos ¿contiene algún raciocinio abstracto acerca del número o la cantidad? No. ¿Contiene algún razonamiento experiencial acerca de cuestiones de hecho y de existencia? No. Entonces, arrojémoslo a las llamas, sólo puede contener sofismas e ilusión”.


    Hume. Investigación sobre el entendimiento humano. Sección XII, 132, página 211.
    Charles Sanders Peirce (1839 - 1914) aborda los problemas modernos de la ciencia, la verdad y el conocimiento y es con él que se fragua el concepto de falibilismo, que será un precursor de la idea de falsabilidad.

    Separación entre ciencia y religión[editar]
    Galileo Galilei ante la Santa Inquisición. Pintura de Cristiano Banti del 1857.El problema de la demarcación es una cuestión relativamente reciente. El problema data más o menos del momento en el cual la ciencia y la religión alcanzaron una independencia sustancial una de la otra. En 1874, el influyente historiador de la ciencia John William Draper publicó su Historia del conflicto entre religión y ciencia. En él retrata al completo la historia del desarrollo científico como una guerra contra la religión. Esta visión la fomentaron seguidores tan prestigiosos como Andrew Dickson White en su ensayo Una historia de las guerras entre la Ciencia con la Teología en la cristiandad (online).

    Ciertos hechos legendarios en la Historia de la ciencia deben su popularidad a Draper y White. Entre estos hechos se cuentan, por ejemplo, el de que Copérnico hubo de retractarse de publicar su De Revolutionibus Orbium Celestium por miedo a la persecución por la Iglesia, y el hecho de que los cristianos del medievo creían que el sol se movía en torno a la tierra (geocentrismo).

    En términos históricos, la relación entre ciencia y religión ha sido muy complicada. Muchos científicos fueron, desde luego, muy religiosos, y la religión fue a menudo promotor y motivador de investigaciones científicas. Sin embargo, como se observa con Draper y White, hacia el final del siglo XIX, la ciencia y la religión comenzaron a ser vistas por el público como posiciones enfrentadas, fenómeno gradual que alcanzó su clímax en torno a los debates acerca de la teoría de la evolución de Charles Darwin.

    Ya antes de la publicación de Darwin de El origen de las especies hubo precursores y precondicionantes, pero fue a raíz de este trabajo cuando el debate se hizo popular gracias a su difusión en la prensa británica, convirtiéndose en el mascarón de proa de las tensiones entre ciencia y religión. Hay que agregar que este conflicto se mantiene, en lo esencial, en nuestros días.

    El trabajo de Draper y White debe ser visto como proveniente directamente de este clima social, y su modelo de ciencia y religión como eternos opuestos, si bien no era históricamente exacto, se convirtió socialmente en uno de los debates dominantes. Los sociólogos de la ciencia han estudiado los intentos de erigir fuertes distinciones entre ciencia y no ciencia como una forma de trabajo periférico, enfatizando el alto riesgo que supone tal empresa para todos aquellos involucrados en ella.

    Positivismo lógico[editar]Artículos principales: Positivismo lógico y Verificacionismo.
    El positivismo es una corriente filosófica caracterizada por adoptar, en general, una actitud cientificista y antimetafísica, confiando plenamente en la humanidad y en su progreso indefinido. Este punto de vista proclama exclusivamente la legitimidad y validez del conocimiento proporcionado por las ciencias empíricas. Por eso se considera que la filosofía tradicional, entendida principalmente como metafísica o conocimiento especulativo sin necesidad de comprobación empírica, debe sustituirse por otra que tenga como único objetivo entender la naturaleza y los métodos de las ciencias, fundamentalmente las ciencias de la naturaleza (astronomía, física, química y biología). El positivismo se enlaza habitualmente con una ontología materialista.


    Auguste Comte.
    Ludwig Wittgenstein.Históricamente la filosofía positivista surge en el siglo XIX, siendo sus máximos exponentes Auguste Comte (1798-1857) y Ernst Mach (1838-1916). El primero usó la palabra "positivismo", tomada del filósofo francés Saint-Simon (1760-1825), para designar su pensamiento. Así mismo, denominó estadio positivo a la etapa del progreso humano en la que la ciencia se convierte en la principal fuerza social, superando periodos anteriores de carácter metafísico y religioso en los que dominaban las supersticiones y las creencias infundadas.


    Bajo la influencia de Ernst Mach y del austríaco Ludwig Wittgenstein (1889-1951), el positivismo cientificista se transformó en el siglo XX dando lugar al positivismo lógico, neopositivismo o empirismo lógico.

    El manifiesto fundacional de este se publicó en 1929 con el nombre de Wissenschaftliche Weltauffassung: Der Wiener Kreis (Concepción científica del mundo: Círculo de Viena). El neopositivismo se caracteriza por presentar un enfoque de la metodología científica elaborado de forma precisa por medio de la lógica formal, así como por intentar reducir toda investigación científica al método y lenguaje de la física (fisicalismo). A través de este programa filosófico y científico el neopositivismo contribuyó a impulsar notablemente la filosofía de la ciencia durante el siglo XX.

    Aunque los empiristas lógicos intentaron ofrecer una visión general de la ciencia que abarcaba principalmente sus aspectos gnoseológicos y metodológicos, tal vez su tesis más conocida es la que sostiene que un enunciado es cognitivamente significativo solo si o posee un método de verificación empírica o si es un enunciado analítico, tesis conocida como "del significado por verificación".

    Solo los enunciados de la ciencia empírica cumplen con el primer requisito, y solo los enunciados de la lógica y las matemáticas cumplen con el segundo.


    Entrada de la Universidad de Viena, el lugar de nacimiento del Círculo de Viena en los años 20.Los enunciados típicamente filosóficos no cumplen con ninguno de los dos requisitos, así que la filosofía, como tal, debe pasar de ser un supuesto cuerpo de proposiciones a un método de análisis lógico de los enunciados de la ciencia. Las posiciones de los empiristas lógicos respecto de algunos temas claves de la filosofía de la ciencia (el origen del sentido de los enunciados, la puesta a prueba de las teorías, el concepto de explicación científica y la unidad de la ciencia, entre otros) se conocen con el nombre colectivo de "concepción heredada" (received view).

    Esta nueva concepción de la ciencia como algo que no solamente es independiente de la filosofía y metafísica, sino que en incluso llega a oponerse a ellas, provocó la inevitable pregunta, ¿qué es lo que separa a las dos? Entre los primeros en desarrollar una respuesta se encontraban los miembros del Círculo de Viena (Moritz Schlick, Rudolf Carnap, Kurt Gödel, Carl Hempel y otros). Su postura filosófica, conocida como positivismo lógico, sostenía una teoría de significado que mantuviera, sólo los enunciados acerca de observaciones empíricas eran significativos, afirmando a la vez que los enunciados que no se derivan de esta manera (incluyendo enunciados religiosos y metafísicos) carecen por naturaleza de auténtico significado (véase Verificacionismo).

    El positivismo del Círculo de Viena considera que un enunciado es científico cuando puede deducirse de otros que han sido objeto de comprobación. Entre sus principios básicos destaca la verificabilidad como criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia[6] , contrapuesto a la lógica de la refutación y verificación.

    Falsacionismo[editar]
    Sir Karl Raimund Popper. Autor de la obra La lógica de la investigación científica.Artículos principales: Falsacionismo y Karl Popper.
    El filósofo Karl Popper se dio cuenta de que los filósofos del Círculo de Viena (al cual él mismo estuvo muy vinculado, aunque no como miembro) habían mezclado dos problemas diferentes para los que habían resuelto dar una única solución: el verificacionismo. En contraposición a este punto de vista, Popper remarcó que una teoría podría perfectamente tener significado sin ser científica, y que, como tal, un 'criterio de significación' podría no necesariamente coincidir con un 'criterio de demarcación'. Así pues, ideó su propio sistema, al que se denomina falsacionismo (cabe señalar que Popper no llama a su metodología falsacionismo, sino racionalismo crítico). Éste no sólo es interpretable como una alternativa al verificacionismo; supone también un acuerdo acerca de la distinción conceptual que habían ignorado las teorías previas.

    Popper vio la demarcación como un problema central en la filosofía de la ciencia. Propuso el falsacionismo como una forma de determinar si una teoría es científica o no. Simplificando, se podría decir que si una teoría es falsable, entonces es científica; si no es falsable, entonces no es ciencia.[7]

    Llamo problema de la demarcación al de encontrar un criterio que nos permita distinguir entre las ciencias empíricas, por un lado, y los sistemas metafísicos por otro.


    Karl Popper, "La lógica de la investigación científica".
    Algunos [cita requerida]han llevado este principio hasta el extremo de dudar de la validez científica de muchas disciplinas (tales como la Macroevolución y la Cosmología Física). La falsabilidad fue uno de los criterios utilizados por el Juez William Overton para determinar que el creacionismo no era científico y que no debería enseñarse en los colegios de Arkansas.

    La falsabilidad es una propiedad de los enunciados y de las teorías, y, en sí misma, es neutral. Como criterio de demarcación, Popper busca tomar esta propiedad y tomarla como base para afirmar la superioridad de teorías falsables sobre las no falsables, como parte de la ciencia, estableciendo así una posición que podría ser llamada falsacionismo con implicaciones políticas.[cita requerida] Sin embargo, muchas cosas de las que pueden ser consideradas como dotadas de significado y utilidad no son falsables. Con toda certeza, los enunciados no falsables desempeñan una función en las propias teorías científicas. Lo que el criterio Popperiano permite ser llamado científico está abierto a interpretación. Una interpretación estricta concedería muy poco, puesto que no existen teorías científicas de interés que se encuentren completamente libres de anomalías. Del mismo modo, si sólo consideramos la falsabilidad de una teoría y no la voluntad de un individuo o de un grupo para obtener o aceptar instancias falsables, entonces permitiríamos casi cualquier teoría.

    En cualquier caso, es muy útil conocer si un enunciado de una teoría es falsable, aunque sólo sea por el hecho de que nos proporciona un conocimiento acerca de las formas con las que alguien podría evaluar una teoría. La tesis de Duhem-Quine argumenta que no es posible probar que un enunciado ha sido falsado; en su lugar, la falsación ocurre cuando la comunidad científica se pone de acuerdo en que ha sido falsado (véase consenso científico). Esta es una crítica importante al falsacionismo, pues cualquier enunciado observacional, por inocente que parezca, presupone ciertas concepciones acerca del mundo, y resulta imposible dejar de preguntarse si esas concepciones son científicas o no. El filósofo de la ciencia William Herbert Newton-Smith, expresa así su crítica:[8]

    ...para Popper, al aceptar el más modesto de los enunciados de observación estamos implícitamente aceptando alguna teoría, y no podemos sentirnos más justificados al creer en un enunciado observacional que en los enunciados teóricos pertinentes


    Newton-Smith. "La racionalidad de la ciencia"
    Kuhn y los cambios de paradigma[editar]
    Esquema de las fases de la ciencia según Thomas Kuhn.Artículos principales: Cambio de paradigma, La estructura de las revoluciones científicas y Thomas Kuhn.
    Thomas Kuhn, un historiador de la ciencia, ha demostrado ser muy influyente[9] en la Filosofía de la ciencia, y a menudo se encuentra conectado con lo que se ha dado en llamar postpositivismo o postempirismo. En su libro de 1962, La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn dividía el proceso de hacer ciencia en dos empresas diferentes, a las que llamó ciencia normal y ciencia extraordinaria (a la que también en ocasiones llamaba ciencia revolucionaria). El proceso de la ciencia "normal" es el que la mayoría de los científicos siguen mientras trabajan con lo que él llama el paradigma aceptado en la actualidad por la comunidad científica, y que en este contexto de las ideas de Karl Popper sobre el falsacionismo, así como la idea de un método científico, están vigentes hoy día.

    Esta especie de trabajo es lo que Kuhn llama "resolución de problemas": trabajar dentro de los límites de la teoría actual y sus implicaciones con respecto a qué tipo de experimentos deberían o no ser fructíferos. Sin embargo, durante el proceso de realizar ciencia "normal", Kuhn argumenta que se generan anomalías, algunas de las cuales conducen a una extensión del "paradigma" dominante con la intención de explicarlas, y otras para las que no se puede encontrar una explicación satisfactoria con el modelo actual. Cuando se han acumulado suficientes anomalías así, y los científicos pertenecientes a cada campo las encuentran significativas (lo cual a menudo es un juicio muy subjetivo), comienza un "período de crisis", y Kuhn sostiene que algunos científicos comienzan a participar en una actividad de ciencia "extraordinaria". Durante esta fase, se reconoce al modelo antiguo como fundamentalmente defectuoso y no se le puede adaptar para más uso, de forma que ideas totalmente nuevas (o a menudo ideas viejas y abandonadas) son nuevamente consideradas, la mayoría de las cuales fallarán. Pero, durante esta etapa, se crea un nuevo "paradigma" y después de un tiempo prolongado de cambio de paradigma, se acepta el nuevo paradigma como norma por la comunidad científica y se integra en el trabajo previo, y el viejo paradigma se relega a los libros de historia. El clásico ejemplo de esto es el cambio de la física de Maxwell/Newton a la Mecánica Cuántica/Einsteniana de la física de principios del Siglo XX.

    Si el descarte de las teorías científicas se basara únicamente en una simple falsación, de acuerdo con Kuhn, entonces ninguna teoría sobreviviría durante el tiempo suficiente como para ser fructífera,[10] puesto que todas las teorías contienen anomalías.[11] [12]

    El proceso mediante el que Kuhn decía que se acepta un nuevo paradigma por la mayoría de la comunidad científica indicaría una posible demarcación entre ciencia y pseudociencia mientras que rechazaba por simple el falsacionismo de Popper. En su lugar, Kuhn argumenta que un nuevo paradigma se acepta principalmente porque tiene una capacidad superior para resolver problemas que surgen durante el proceso de realizar ciencia "normal". Es decir, el valor de un paradigma científico es su poder de predicción y su capacidad para sugerir soluciones a nuevos problemas mientras continúa satisfaciendo todos los problemas resueltos por el paradigma al que reemplaza.

    La demarcación puede ser problemática en casos en los que las vías científicas estándar (experimentos, lógica, etc.) para evaluar una teoría o una hipótesis no se puedan aplicar por algún tipo de razón. Un ejemplo sería sobre diferenciar el estatus científico de la Meteorología o la Medicina por una parte y la Astrología por la otra; todos estos campos fallan repetidamente en predecir con exactitud aquello que dicen ser capaces de predecir, y todas son capaces de explicar los fallos regulares de sus predicciones.[13]

    Imre Lakatos y su programa de investigación científica[editar]Artículos principales: Falsacionismo sofisticado e Imre Lakatos.

    Imre Lakatos, ca. 1960.Lakatos señala diversos problemas del falsacionismo de Popper en su libro La lógica de la investigación científica al que pasa a llamar falsacionismo ingenuo, apoyándose constantemente en casos de la historia de la ciencia. Critica también la idea de revolución científica de Kuhn, y la inconmensurabilidad entre paradigmas de Kuhn y Paul Feyerabend pues defiende que si bien los paradigmas no son comparables ni inconsistentes entre sí, con la ayuda de un diccionario se pueden hacer consistentes y comparables. (Véase también "Críticas a la inconmensurabilidad").

    Lakatos, en su obra Pruebas y Refutaciones, considera que la teoría de Karl Popper es incorrecta, ya que toda teoría (como la de Newton, la cual estudió en profundidad), nace con un conjunto de "hechos" que la refutan en el mismo momento que es creada. La propuesta de Lakatos es un falsacionismo sofisticado que a su juicio subsana los problemas antes mencionados. Así, defiende que las teorías no deben observarse individualmente, sino en conjuntos de teorías relacionadas en serie de modificaciones que conforman lo que él denomina un "programa de investigación".

    Imre Lakatos propuso que la ciencia avanza mediante programas de investigación no por hipótesis aisladas de ensayos y errores, de conjeturas y refutaciones. Su núcleo es protegido de las refutaciones por un gran cinturón protector de hipótesis auxiliares, también por una heurística para la solución de problemas que, "con la ayuda de técnicas matemáticas sofisticadas, asimila las anomalías e incluso las convierte en evidencias positivas". La teoría de la gravitación de Newton, la teoría de la relatividad de Einstein, la mecánica cuántica, el marxismo, el freudismo son todos programas de investigación pero no todos son "igualmente buenos", es decir, existe tanto programas científicos o progresivos (la teoría lleva al descubrimiento de hechos nuevos) y pseudocientíficos o regresivos (las teorías son fabricadas sólo para acomodar los hechos ya conocidos).

    Como criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia, establece que una teoría es científica si es progresiva empíricamente (lo cual implica ser progresiva teóricamente). Es decir, si predice hechos nuevos y explica parte de estos además de los ya conocidos. Un programa con estas características se dirá que es progresivo.

    Feyerabend y el problema de la autonomía en la ciencia[editar]
    Paul Feyerabend en Berkeley.Artículos principales: Anarquismo epistemológico y Paul Feyerabend.
    Después de Kuhn, ha existido una tendencia a atenuar la diferencia entre ciencia y no ciencia, ya que el trabajo de Kuhn llevó a cuestionar ampliamente el ideal popperiano de simple demarcación, y a enfatizar el carácter humano, la calidad de subjetividad de los cambios científicos. El filósofo de la ciencia Paul Feyerabend llevó estos argumentos a su límite, argumentando que la ciencia no ocupa un lugar especial en términos de su lógica o de su método, de forma que cualquier intento de revestirse de una autoridad especial por parte de los científicos no se sostiene. Esto condujo a un acercamiento particularmente democrático o anarquista a la formación de conocimiento. Argumentó que no se puede encontrar ningún método dentro de la historia de la práctica científica que no haya sido violado en algún momento del avance en el conocimiento científico.

    Mi intención no es abolir las reglas ni demostrar que no tienen valor alguno. Mi intención es más bien ampliar el inventario de reglas y proponer un uso distinto de las mismas. Es este uso el que caracteriza mi posición y no cualquier contenido determinado de las reglas


    Feyerabend, 1975
    [14]

    Tanto Lakatos como Feyerabend sugieren que la ciencia no es una forma autónoma de razonamiento, sino que es inseparable del más amplio corpus del pensamiento humano y de la búsqueda del conocimiento. Siendo así, las preguntas acerca de la verdad y la Falsedad, y el entendimiento correcto o incorrecto, no son únicamente empíricas. Muchas preguntas significativas no se pueden concluir empíricamente; no sólo en la práctica, sino por principio.

    De acuerdo con esta forma de pensar, la dificultad que tienen los teóricos de cuerdas para aplicar ciencia experimental no cuestionaría su estatus como científicos. Igualmente, en su libro Adiós a la Razón, 1987, Cap. 3-7,[15] Feyerabend advierte de que tampoco se pueden despreciar como inútiles la astrología o la medicina alternativa, a los que atribuye un estatus científico.

    Método Thagard[editar]En los últimos años ha disminuido el interés en el problema de la demarcación. En parte debido a que existe la sospecha de que se trata de un problema inabordable, en tanto que muchos intentos de darle una respuesta definitiva no han llegado a término.

    Por ejemplo, muchos ejemplos "obvios" de pseudociencia han mostrado ser falsables, o verificables, o revisables.[cita requerida] Por tanto muchos de los criterios propuestos para la demarcación no han resultado ser útiles.

    Paul R. Thagard ha propuesto otro conjunto de principios para intentar superar esas dificultades. Según el método de Thagard, una teoría no sería científica si:

    1.Ha evolucionado menos que otras teorías alternativas durante un periodo amplio de tiempo, y se enfrenta a muchos problemas no solucionados; y
    2.los promotores de la teoría hacen poco esfuerzo para desarrollar una teoría que supere los problemas a los que se enfrenta, no muestran preocupación para evaluar su teoría enfrentándola a otras alternativas, y son selectivos a la hora de considerar las confirmaciones y la refutaciones.[16] [17]
    Rechazo del planteamiento del problema de Larry Laudan[editar]Larry Laudan, tras examinar varios intentos históricos de establecer un criterio de demarcación, concluyó que la filosofía había fracasado en su propósito de distinguir ciencia de no-ciencia y ciencia de pseudociencia. Ninguno de los planteamientos anteriores sería aceptado como válido por una mayoría de epistemólogos ni, desde su punto de vista, debería ser aceptado por ninguno. Él remarcó que muchas creencias bien fundamentadas eran acientíficas y que por otro lado muchas conjeturas científicas no estaban bien fundamentadas. Se encontró además con que los criterios de demarcación fueron históricamente usados como "machines de guerre" en polémicas disputas entre "científicos" y "pseudocientíficos". Usando ejemplos cotidianos de actividades como el fútbol, la carpintería y de estudios no científicos como la crítica literaria y la filosofía, ilustraba su convicción de que la cuestión de si una creencia está bien fundamentada o no es más un asunto práctico y de si tiene relevancia filosófica que de si es científica o no. Abordando así la cuestión, para él el criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia era un pseudoproblema que debería ser reemplazado por un enfoque sobre la distinción entre conocimiento confiable y no confiable, y sin entrar a discutir si el conocimiento es científico o no. Laudan consideraría como palabras huecas "pseudociencia" o "no científico" asociadas a la retórica de políticos y sociólogos.[18]

    El problema de la demarcación en la actualidad[editar]El criterio[editar]Actualmente el criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia varia según el ámbito epistemológico que se considere para el análisis (ciencias naturales, ciencias sociales, matemáticas o lógica).

    La demarcación en el método científico contemporáneo[editar]Los criterios para que un sistema de premisas, métodos y teorías se puedan calificar como ciencia hoy en día varían en sus detalles de aplicación a aplicación y varían significativamente entre las Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y las Ciencias formales. Los criterios incluyen típicamente (1) la formulación de hipótesis que cumplan el criterio lógico de contingencia, derogación o el falsacionismo y los criterios íntimamente relacionados de practicidad y empirismo; (2) unos fundamentos basados en evidencias empíricas; y (3) el uso del método científico. Los procedimientos de la ciencia habitualmente incluyen un número de directrices heurísticas, tales como principios de economía conceptual o parsimonia bajo la firma de la Navaja de Occam. Un sistema conceptual que fracase en reunir un número significativo de estos criterios es probable que sea considerado como no científico.



    La siguiente es una lista de características adicionales que son altamente deseables en una teoría científica.

    Consistente. No genera contradicciones lógicas obvias y cumple el Formalismo Científico, siendo consistente con las observaciones.

    Parsimoniosa. Económica en el número de presuposiciones y de entidades hipotéticas.

    Pertinente. Describe y explica fenómenos observados.

    Falsable y testeable. Ver Falsacionismo y Verificacionismo.

    Reproducible. Hace predicciones que pueden ser comprobadas por cualquier observador, con intentos que se pueden extender indefinidamente en el futuro.

    Corregible y dinámica. Sujeta a modificación a medida que se realizan nuevas observaciones.

    Integradora, robusta, y corregible. Considera las teorías previas como aproximaciones y permite que futuras teorías la integren. ("Robusta", aquí, se refiere a la estabilidad en sentido estadístico, es decir, no muy sensible a ocasionales puntos de datos lejanos.) Ver Principio de correspondencia.

    Provisional o tentativa. No asevera la absoluta certeza de la teoría.

    La actual situación de crisis y sus consecuencias[editar]Como se puede notar de la historia del problema de la demarcación, varios filósofos han intentado resolver el problema, llegando a conclusiones extremadamente discordantes. La gran dificultad de encontrar un criterio absolutamente inequívoco y aceptado ha abierto la sospecha de que lo que es ciencia asume un valor de contingencia derivado de su dependencia a un determinado marco sociocultural, y de asunciones metafísicas.

    Temas vinculados[editar]En todo estudio y discusión sobre los límites entre el conocimiento científico y no científico, entre ciencia y pseudociencia, y entre ciencia y religión, no pueden pasarse por alto, aparte del debate siempre subyacente (acerca de la pseudociencia), teorías tan novedosas y sugerentes como el holismo, el reduccionismo y el emergentismo (este último, por ejemplo, estudia la relación entre la perspectiva fenomenológica —subjetiva— y la fenoménica —objetiva— de la realidad), e incluso las más exóticas del viaje a través del tiempo y la retrocausalidad (la posibilidad de acceder al pasado, modificándolo).


    Véase también[editar]Ciencia y sociedad
    Comunidad científica
    Cientificismo
    Filosofía de la ciencia
    Guerras de la ciencia
    Historia de la ciencia
    Karl Popper
    Paul Feyerabend
    Sociología de la ciencia
    Teoría científica
    Thomas Kuhn
    Transdisciplinariedad
    Escepticismo científico
    MC-14, método científico en 14 etapas
    Anexo:Sesgos cognitivos
    Notas y referencias[editar]1.↑ Gauch, Hugh G., Jr., Scientific Method in Practice (2003) 3-7.
    2.↑ Cover, J.A., Curd, Martin (Eds, 1998) Philosophy of Science: The Central Issues, 1-82.
    3.↑ A. Giusti, Miguel (2000). Miguel Guisti. ed (en español). La filosofía del siglo XX: balance y perspectivas (primera edición edición). Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. pp. 832 páginas. ISBN 9972-42-354-9. La filosofía del siglo XX: balance y perspectivas - Google Libros. Consultado el 15 de enero de 2012. «El Partido Comunista de la URSS declaró (1949) pseudocientífica a la genética mendeliana -por "burguesa y reaccionaria"- y mandó a sus defensores como Vavílov a morir en campos de concentración»
    4.↑ Lakatos. "La metodología de los programas de investigación científica"; Alianza, Madrid, 1989.
    5.↑ La lógica de la lógica de la ciencia. Revista colombiana de filosofía de la ciencia. Vol.1.Nos. 2 y 3. 2000. págs. 67-73
    6.↑ «La filosofía de la ciencia principales concepciones».
    7.↑ "El criterio del estatuto científico de una teoría es su falsabilidad, refutabilidad o contrastabilidad". K. Popper, "Conjectures and Refutations: The Growth of Scientific Knowledge", 37 (5th ed. 1989)
    8.↑ Newton-Smith, W.H., La racionalidad de la ciencia, Barcelona, Paidós, 1981.
    9.↑ «Thomas Samuel Kuhn (1922-1996) became one of the most influential philosophers of science of the twentieth century, perhaps the most influential...»; cf. A. Bird, «Thomas Kuhn» (2004), en el sitio web Stanford Encyclopedia of Philosophy] (enlace consultado el 6 de abril de 2009).
    10.↑ "Si todos y cada uno de los fracasos en el ajuste sirvieran de base para rechazar las teorías, todas las teorías deberían ser rechazadas en todo momento." T.S.Kuhn, "La Estructura de las Revoluciones Científicas, México, FCE, 1971 (8ª reimp. 2004), pág.228.
    11.↑ Kuhn reconoce que todos los paradigmas contienen algunas anomalías
    12.↑ Para Kuhn todos los paradigmas tienen anomalías
    13.↑ Thomas Kuhn in Grim, op. cit., pp. 126-7
    14.↑ Roberto Gómez López. «El anarquismo metodológico de Feyerabend >» (en español).
    15.↑ * Feyerabend, Paul (1987). Adiós a la Razón. Madrid: Tecnos. ISBN 978-84-309-1071-7. .
    16.↑ Why Astrology Is A Pseudoscience, Paul R. Thagard, In Philosophy of Science Association 1978 Volume 1, edited by P.D. Asquith and I. Hacking (East Lansing: Philosophy of Science Association, 1978).
    17.↑ Demarcation: Is there a Sharp Line Between Science and Pseudoscience? An Exploration of Sir Karl Popper's Conception of Falsification, Ray Hall, web version of slides, The Amaz!ng Meeting II, Las Vegas, January 17, 2004.
    18.↑ «The Demise of the Demarcation Problem», Physics, Philosophy and Psychoanalysis: Essays in Honor of Adolf Grünbaum, Boston Studies in the Philosophy of Science, 76, Dordrecht: D. Reidel, 1983, pp. 111–127, ISBN 90-277-1533-5
    19.↑ Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen. Wittgenstein, L. Tractatus Logico-Philosophicus Alianza Editorial - Madrid, 1973, 1987, ISBN 84-206-2050-5 p. 183
    Bibliografía[editar]Popper, Karl Raimund (1995). La lógica de la investigación científica. Círculo de Lectores. ISBN 978-84-226-5628-9.
    Kuhn, Thomas S. (2005). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica de España. ISBN 978-84-375-0579-4.
    Feyerabend, Paul K. (1975). Tratado contra el método. Tecnos. ISBN 84-309-0887-0.
    Feyerabend, Paul K. (1984). Adiós a la razón. Tecnos. ISBN 84-309-1071-9.
    Lakatos, Imre (2002). La metodología de los programas de investigación científica. Alianza Editorial. ISBN 84-206-2966-9.
    Enlaces externos[editar]"Conocimiento, demarcación y elección de teorías". Pablo Quintanilla Pérez-Wicht
    "La epistemología y sus consecuencias filosófico-políticas". Gabriel J. Zanotti




    Obtenido de «Criterio de demarcación - Wikipedia, la enciclopedia libre
    Última edición por Valmadian; 02/07/2013 a las 18:50
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  17. #37
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    ¡¡¡BASTA DE PAVADAS!!!, Valderrabano

    Lea el articulo 2 que usted deliberadamente omitió:


    Artículo 2 (a) Cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y derechos, cualesquiera que sean sus características genéticas. (b) Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas y que se respete el carácter único de cada uno y su diversidad.

    Usted no tiene NI IDEA de Ciencia, ni de Filosofía, ni de Bioetica, sin embargo opina de todo, ha dicho todo clase de tonterías. A usted no le interesa lo mas minimo estos temas, ya cansa.
    Valmadian dio el Víctor.

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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Valderrábano Ver mensaje

    1.- Pues el Papa no está de acuerdo con Vd, abra los ojos

    2.- ¿aún cree Vd que no hay peligro serio de REDUCCIONISMO GENETICO entre

    3.- la comunidad científica?

    1.- ¿Usted cree? ¿está usted seguro?, porque usted no tiene ni idea de lo que está hablando. Y los ojos los tengo muy abiertos, los de la cara y los de la mente.

    2.- Estoy totalmente seguro, empezando con usted que en un mensaje editado por mi, pero que puedo rescatar, apoyaba la afirmación de que no somos más que monos evolucionados, ¿lo recuerda, o lo hago recordar yo ?

    3.- ¿De qué "comunidad científica" habla usted, de la positivista a la que tan aficionado es? ¿O es que también hay que poner en evidencia sus continuas contradicciones? A ver si se entera: "hay tantas comunidades científicas como Ciencias.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  19. #39
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

    Cita Iniciado por Esteban Ver mensaje
    ¡¡¡BASTA DE PAVADAS!!!, Valderrabano

    Lea el articulo 2 que usted deliberadamente omitió:


    Artículo 2 (a) Cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y derechos, cualesquiera que sean sus características genéticas. (b) Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas y que se respete el carácter único de cada uno y su diversidad.

    Usted no tiene NI IDEA de Ciencia, ni de Filosofía, ni de Bioetica, sin embargo opina de todo, ha dicho todo clase de tonterías. A usted no le interesa lo mas minimo estos temas, ya cansa.

    En realidad esto es lo que le interesa, pues mientras se le responda él se sentirá cómodo y eso tiene un nombre. No quiero cerrar este hilo que puede dar muchísimo juego. Por supuesto, se pueden, y entiendo que es natural que haya comentarios que se salgan de la línea del hilo y que suelen servir como ilustración o para animar o reactivar el tema, pero lo lógico es volver al mismo. Hispanismo.org tiene muchos y muy buenos fondos, suficientes para si fuera posible abrir una enciclopedia hispana, tal como se está comentando en otro foro. También tiene mucha materia de escaso valor por la flojedad de los contenidos o los datos, pero que ha servido para ayudar a mantener vivo el sitio. Ahora bien, el trolleo no es admisible en modo alguno.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  20. #40
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    Re: Ciencia antigua, nueva, Filosofía y Tecnología

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    Historia de la ciencia y la tecnología en España


    Historia de la ciencia y la tecnología en España es la denominación con que se suele englobar la historia de la ciencia y la historia de la tecnología en España (aunque no hay un consenso académico fijado para ello, siendo igualmente usadas las distintas denominaciones con las que la bibliografía suele referirse a este ámbito de conocimiento: Historia de la ciencia en España, Historia de la ciencia española, Historia de la ciencia y la tecnología españolas o Historia de la ciencia y de la técnica en España).[1]

    El mismo deslindamiento de qué llamar ciencia, qué técnica y qué tecnología es un asunto delicado, del que se ocupan los estudios de ciencia, tecnología y sociedad, de reciente definición. Mientras que las actividades científicas y técnicas son tan antiguas como el ser humano, el establecimiento de una verdadera tecnología (entendida como la integración de conocimientos sistemáticos, recursos materiales, habilidades y procedimientos técnicos aplicados a la trasformación de un proceso productivo con una metodología consciente —que supere el nivel de lo artesanal—), ha de esperar a la Edad Contemporánea, momento que para el caso de España llegó trágicamente atrasado, en comparación con la precocidad y empuje con que entró en la modernidad. Muy pocos científicos españoles (salvo excepciones como Servet o Cajal) fueron protagonistas de alguno de los cambios de paradigma que caracterizaron las sucesivas revoluciones científicas; es por eso que buena parte de los estudios de historia de la ciencia consisten en el rastreo de su recepción en España, y lo mismo sucede con las transferencias tecnológicas. Hasta tal punto la ciencia y la tecnología han sido en España una «realidad marginal en su organización y contexto social»,[2] que tal marginalidad se ha llegado a convertir en una especie de estereotipo nacional español, unas veces rechazado por impropio o humillante y otras veces asumido con orgullo y desdén, como en la lapidaria expresión de Miguel de Unamuno cuyo repetido uso y abuso ha producido un tópico o cliché que se utiliza con sentidos opuestos:

    ¡Que inventen ellos!


    Miguel de Unamuno, varias versiones, 1906–1912
    El uso del masculino ellos, tampoco es casual (hay quien plantea su contrario: «Que inventen ellas»).[3] El predominio de varones en ciencia y tecnología ha sido casi absoluto históricamente, y únicamente ha sido desafiado en términos cuantitativos desde las últimas décadas del siglo XX. No obstante, los denominados gender studies (traducidos habitualmente como estudios de género) y la historia de las mujeres aplicada a la historia de la ciencia y la tecnología, se han ocupado de visibilizar a las personalidades femeninas significativas en estos campos.



    1 Ciencia y técnica en la España medieval
    1.1 Ciencia y técnica en la Hispania visigoda
    1.2 Ciencia y técnica en Al-Ándalus: la España musulmana
    1.3 Ciencia y técnica en los reinos cristianos peninsulares medievales
    1.3.1 Alta Edad Media
    1.3.2 Baja Edad Media
    1.3.2.1 Traductores judíos
    1.3.2.2 Universidades y escuelas de traductores
    1.3.2.3 Tecnología naval
    2 Ciencia y técnica en la Edad Moderna o Antiguo Régimen español
    2.1 Ciencia y técnica en el Siglo de Oro español
    2.1.1 El contacto con las culturas precolombinas
    2.1.2 Las universidades españolas en el siglo de Oro
    2.1.3 Instituciones científicas y técnicas de los Siglos de Oro
    2.1.3.1 Carrera de Indias. Navegación. Ingeniería
    2.1.3.2 Metalurgia. La amalgama: plata y mercurio
    2.1.3.3 Matemáticas y astronomía
    2.1.3.4 Medicina
    2.1.3.5 Colegio Imperial de la Compañía de Jesús
    2.1.3.6 Otras ciencias
    2.1.4 Los Novatores
    2.1.5 Las mujeres en la ciencia y la cultura del Siglo de Oro español
    2.2 Ciencia y técnica en la Ilustración española
    2.2.1 Instituciones científicas y técnicas de la Ilustración española
    2.2.2 Expediciones españolas del «Siglo de las Luces»
    2.2.3 Inicios de la aeronáutica
    2.2.4 Las mujeres en la Ilustración española
    3 Ciencia y técnica en la Edad Contemporánea española: el «fracaso» de la Revolución Industrial
    3.1 Ciencia y técnica en el siglo XIX español
    3.1.1 Instituciones científicas del siglo XIX
    3.1.2 La recepción del evolucionismo
    3.1.3 Expediciones españolas del siglo XIX
    3.1.4 Inicios de la fotografía y el cine
    3.1.5 Los inicios de la electrificación en España
    3.1.6 Los ferrocarriles en España
    3.1.7 El textil y la ingeniería en Cataluña
    3.1.8 La explotación minera en el siglo XIX. La siderurgia malagueña, asturiana y vasca
    3.1.9 La incorporación de la mujer a las instituciones culturales españolas del siglo XIX
    3.2 Ciencia y técnica en el siglo XX español
    3.2.1 Las últimas expediciones coloniales
    3.2.2 Expediciones al interior: el «redescubrimiento de España»
    3.2.3 El desarrollo de la electrificación en España
    3.2.4 La ciencia y la tecnología en la «Edad de Plata»
    3.2.4.1 Instituciones científicas y tecnológicas de la «Edad de Plata»
    3.2.4.2 La recepción de la revolución relativista
    3.2.4.3 Otros científicos españoles del primer tercio del siglo XX
    3.2.5 La ciencia y la tecnología durante el franquismo
    3.2.5.1 Los inicios de la revolución informática
    3.2.6 La ciencia y la tecnología en la democracia
    3.2.7 La mujer española accede a la ciencia y la tecnología
    3.2.8 La divulgación científica y la protección de la naturaleza
    4 Véase también
    5 Referencias
    6 Enlaces externos



    A pesar de su dificultad metodológica (ausencia de fuentes escritas), la reconstrucción de aspectos del pensamiento pre-científico y pre-tecnológico (interpretación y transformación de la naturaleza) en épocas prehistóricas se ha intentado con el análisis e interpretación del arte paleolítico, que en la Península Ibérica tiene muestras de extraordinario valor; así como con las técnicas líticas e incluso con las reconstrucciones anatómicas.[4]

    La teoría de la revolución neolítica implica para esta zona una interpretación difusionista para innovaciones como la agricultura o la cerámica,[5] mientras que, desde posturas poligenistas, se argumenta que la metalurgia del cobre en el calcolítico (Los Millares, principios del III milenio a. C.) podría haber surgido de una innovación endógena, simultánea a un incremento de los rendimientos agrícolas por el regadío (acequia del poblado del Cerro de la Virgen de Orce), al amurallamiento y a la estratificación social.[6]

    Ya en época plenamente histórica para el Próximo Oriente (pero protohistórica para Europa —Edad de los Metales—), el papel de las tierras del Extremo Occidente en el comercio de metales a larga distancia con las primeras civilizaciones fue fundamental para la incorporación de las técnicas metalúrgicas de la edad del bronce; mientras que las de la edad del hierro fueron introducidas a finales del II milenio a. C. y comienzos del I milenio a. C. simultánea e independientemente por los pueblos colonizadores mediterráneos (griegos y fenicios, en la costa oriental y meridional) y los celtas centroeuropeos (en el centro, oeste y norte). La llegada de otras manifestaciones técnicas como la rueda, el arado o la vela son aún más difíciles de constatar.

    La romanización fue muy profunda en Hispania, y dan muestra de ello las técnicas constructivas que permitieron resultados tan acabados como el Puente de Alcántara o el Acueducto de Segovia, un complejo trazado de calzadas, las primeras presas hidráulicas (cuya entidad está siendo debatida)[7] o explotaciones mineras de todo tipo, desde la aurífera a tan gran escala como las Médulas hasta la del lapis specularis (véase también Economía en la Hispania Romana). Autores béticos como el algecireño Pomponio Mela o el gaditano Columela están entre los escasos tratadistas hispano-latinos de cuestiones científicas. El primero, geógrafo, con su De Chorographia; el segundo con Res rustica y Liber de arboribus, de cuestiones agronómicas. Una lúcida reflexión de Columela representa claramente cómo el carácter especulativo de la actividad científica en el mundo grecorromano está desconectado de las técnicas y el trabajo manual; como corresponde a la radical separación entre el otium propio de los filósofos y el mundo del negotium y los esclavos.

    Y no puedo acabarme de admirar, cuando considero que escogiendo los que desean hablar buen un orador cuya elocuencia imiten; buscando los que quieren aprender las reglas del cálculo y de las medidas un maestro de esta enseñanza que tanto les agrada; procurando los aficionados a la danza y a la música con el mayor cuidado maestros de estas artes; llamando los que quieren hacer un edificio operarios y arquitectos; los que quieren confiar al mar una embarcación hombres que sepan manejarla; los que emprender guerras personas inteligentes en la táctica; y para decirlo todo de una vez, haciendo cada cual diligencia, para el estudio a que quiere aplicarse, del mejor director que pueda encontrar; y finalmente, eligiendo cada uno de entre el número de los sabios una persona que forme su espíritu y sea su maestro en la virtud: solamente la agricultura, que sin duda está muy cerca de la sabiduría, y tiene cierta especie de parentesco con ella, carece de discípulos que la aprendan y de maestros que la enseñen.


    Lucio Junio Moderato Columela
    Los doce libros de la agricultura, De las cosas del campo (De re rustica), mediados del siglo I.[8]


    Esfera armilar de la Biblioteca de El Escorial.
    La fragua de Vulcano, Diego Velázquez, 1630. El trabajo manual, relegado en la mitología grecorromana al dios más feo y deforme (Hefaistos-Vulcano, deshonrado por su bella esposa, Afrodita-Venus, y por el gallardo dios de la guerra, Ares-Marte), era también despreciado socialmente en la España del Barroco, que también ponía la honra muy por encima de todo lo material. Este mismo genial pintor tuvo que demostrar documentalmente, contra toda evidencia, que jamás en su vida (como no fuera por servicio al rey o por «amor al arte») había incurrido en tal incompatibilidad con la condición de nobleza a la que aspiraba.[9]La ciencia medieval, dentro de sus limitaciones inherentes, tuvo algunos de sus máximos desarrollos en la Península Ibérica, compartida por reinos cristianos y musulmanes, y con una influyente presencia intelectual hebrea. Antes incluso, la Edad Oscura de la Alta Edad Media tuvo en el reino visigodo de Toledo y en el monacato hispánico alguna de sus aisladas lumbreras (destacadamente, San Isidoro y sus Etimologías). Las transiciones entre distintos modos de producción implicaron transformaciones tecnológicas impulsadas o frenadas por las diferentes configuraciones económico-sociales, que en el caso español se sustanciaron en diferentes formas de renovar las técnicas agrícolas, ganaderas y de la industria alimentaria y otras ramas de la artesanía; a veces por iniciativa institucional (monástica o gremial) o por la dinámica propia de las actividades productivas, más o menos sometidas a secretos de oficio y desprestigiados socialmente en la sociedad estamental (incompatibilidad entre trabajo y nobleza, calificación de oficios viles y mecánicos).[10] Los ejemplos más aparatosos son las norias del sureste español y otras técnicas de regadío introducidas o perfeccionadas por la civilización árabe-hispana.

    La inclusión de los reinos bajomedievales españoles en las rutas comerciales europeas, entre el Atlántico y el Mediterráneo, estimuló no sólo la tecnología naval y la investigación cartográfica y astronómica aplicable, sino también la experimentación de técnicas comerciales y financieras innovadoras, tanto en la Corona de Aragón (Lonja de la Seda, Taula de canvi, Consulado del mar) como en la de Castilla (con ferias como las de Medina del Campo, Medina de Rioseco y Villalón),[11] en las que se firmaron las primeras letras de cambio, y se inició la reflexión que, tras el impacto decisivo que supuso la conquista y colonización de América y sus efectos negativos en España (revolución de los precios, desincentivación de las inversiones productivas y fomento del conservadurismo social e ideológico) terminó dando origen a la ciencia económica (no en vano uno de sus textos fundacionales, el de Tomás de Mercado se tituló, parafraseando a la Suma teológica de su tocayo Santo Tomás de Aquino, Suma de tratos y contratos, 1571).[12] En algunos casos, estas prácticas estaban ligadas a la minorías judía y conversa (el préstamo a interés era considerado pecado de usura tanto para la moral cristiana como para la islámica), lo que estuvo en el origen de cuestiones tan decisivas para la historia cultural e intelectual como la dialéctica cristiano nuevo-cristiano viejo y la propia conformación de la hacienda y la burocracia (almojarifes) de la naciente monarquía autoritaria que peculiarizó a la Monarquía Hispánica unificada desde la época de los Reyes Católicos, para quien la política de máximo religioso justificó también toda una serie de decisiones que determinaron graves consecuencias para el tejido productivo, la ciencias y las técnicas en España, como la expulsión de los judíos (1492) y la expulsión de los moriscos (1609), la persecución de toda clase de disidentes religiosos o intelectuales (alumbrados, protestantes, erasmistas) así como la sujeción de las conciencias al sistema inquisitorial que universalizaba la sospecha, la delación y la autocensura.

    Quedaron todos los circunstantes admirados, y algunos de ellos, más simples que curiosos, en altas voces comenzaron a decir:

    —¡Milagro, milagro!

    Pero Basilio replicó:

    —¡No «milagro, milagro», sino industria, industria!


    Miguel de Cervantes
    Don Quijote de la Mancha (Segunda Parte, capítulo XXI), año 1615.

    La importancia económica de la Carrera de Indias y la explotación minera del Nuevo Mundo hizo que la demanda científica y tecnológica impulsada desde el inmenso poder de la Monarquía Hispánica fuera de altísimo nivel, sobre todo en los ámbitos naval y metalúrgico. La prioridad indiscutible en cualquier programa científico que hubiera podido diseñarse era claramente la que marcaban las necesidades del inmenso Imperio ultramarino.


    Cronómetro marino J. R. Losada, 1850–1860.Una de sus más punteras manifestaciones tuvo lugar en 1598, cuando Felipe III convocó un concurso abierto a cualquiera que determinara la longitud geográfica en el mar. El propio Galileo Galilei optó al atractivo premio en 1616 (con un método inviable en un barco en movimiento, basado en la observación de los movimientos de las lunas de Júpiter).[13] La magnitud de la ambición del concurso quedó evidenciada con el hecho de que tal cosa no fuera posible hasta los relojes del siglo XVIII, cuando la primacía naval estaba pasando a Inglaterra (desde 1731 disponía de relojes, como el de John Harrison que, sin péndulos ni pesas, sino resortes, se alojaban en una caja con suspensión cardán para absorber los movimientos del barco), mientras que la tecnología relojera española había quedado retrasada (las colecciones regias de Carlos III y Carlos IV, a pesar de la existencia de la Real Fábrica de Relojes —en funcionamiento de 1788 a 1793— y la Real Escuela de Relojería —1770— recurrían a John Ellicott o a relojeros franceses) hasta las notables creaciones de José Rodríguez Losada, ya a mediados del XIX.[14] En otra dimensión, pero con no menor proyección en el futuro, se situó el certamen convocado en su corte por Felipe II y que puede considerarse como primer campeonato del mundo de ajedrez (1575). En aquella ocasión, el español Ruy López de Segura (considerado hasta entonces el mejor ajedrecista práctico y teórico —Libro de la invención liberal y arte del juego del Axedrez, 1561—), fue destronado por el italiano Leonardo da Cutri.

    La universidad medieval se renovó con el humanismo; mientras que la contrarreforma supuso un cierre a las influencias exteriores y un anquilosamiento generalizado de la institución, que pasa a cumplir la que de hecho siempre había sido su principal función: la reproducción de las élites (véase Colegio Mayor). No obstante, algunos extremos de este cierre al exterior no han de ser magnificados, como la famosa Pragmática de Felipe II de 1559 que impedía a los estudiantes castellanos salir a universidades de fuera del reino (ampliado en 1568 a los estudiantes de la Corona de Aragón) cuya aplicación fue en la práctica poco rigurosa, y cuya motivación es cuestionada por la historiografía (posiblemente no era tanto una defensa contra el protestantismo como un ataque a la Compañía de Jesús y la Universidad de Lovaina, significativamente no exceptuada —como sí lo estaban Bolonia, Roma, Nápoles y Coímbra—).


    Cartografía de la Isla de San Carlos (Isla de Pascua) levantada durante la expedición de Felipe González Ahedo (1772). Museo Naval de Madrid.Que es lastimosa y aún vergonzosa cosa que, como si fuéramos indios, hayamos de ser los últimos en recibir las noticias y luces públicas que ya están esparcidas por Europa. Y asimismo, que hombres a quienes tocaba saber esto se ofendan con la advertencia y se enconen con el desengaño. ¡Oh, y qué cierto es que el intentar apartar el dictamen de una opinión anticuada es de lo más difícil que se pretende en los hombres!


    Juan de Cabriada
    Carta filosófico-médico-chymica, 1687.[15]

    La conciencia del mal estado de las ciencias y las técnicas en España surge a partir de la introspección negativa de los arbitristas del siglo XVII, y sobre todo desde el siglo XVIII, que a las luces de la razón buscaba el progreso en las ciencias útiles. Tras el debate generado por la provocativa pregunta ¿Qué se debe a España? de Masson de Morvilliers (véase Pan y Toros) pasó a ser un tópico que la ciencia española mostraba un atraso considerable frente a la de los demás países europeos, al contrario que la literatura española (entendida como literatura artística) o el arte español. De hecho, el tópico pasó a ser de tan extendido uso que provocó la queja por la queja en autores como Cadalso o Larra (Cartas marruecas, En este país —véase Ser de España—).

    En realidad, los conceptos de ciencias y letras o humanidades no estuvieron deslindados hasta la Ilustración (e incluso hasta mucho más adelante no se tomó conciencia de lo hondo de la brecha entre ambos campos del conocimiento con el debate de las dos culturas de mediados de siglo XX). En ese contexto se debe entender el famoso discurso de Don Quijote sobre las armas y las letras: frente al ejercicio militar propio del caballero (y que en la Edad Media era el único que le era propio), desde el Renacimiento quedó evidenciado que la alta alcurnia no estaba reñida con la formación intelectual.[16] Letras en esa época eran tanto las letras divinas (teología) como las letras humanas,[17] recientemente emancipadas de ellas como saberes autónomos: gramática, derecho y cualquiera de las denominadas artes liberales, incluidas la medicina (habitualmente denominada física, y físicos los médicos), las distintas ramas de las matemáticas (entre las que la astronomía no se había deslindado de la astrología) y la filosofía (indistinguible de lo que hoy llamaríamos ciencia, sobre todo cuando se adjetivaba como filosofía natural o historia natural).[18]

    Independientemente de la coyuntura adversa que presidió el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX (denominada crisis del Antiguo Régimen por la historiografía), la clave de lo que cada vez más se percibía como el atraso español era la pervivencia de unas estructuras socioeconómicas preindustriales, justo en el decisivo momento en que Inglaterra inicia su Revolución industrial y Francia su Revolución francesa; que es también el contexto crucial en que se inició en los países más avanzados la coordinación entre ciencia y técnica (mundos hasta entonces sustancialmente ajenos) que llevará con el tiempo a la formación de una verdadera tecnología y a los procesos de retroalimentación, originados por la demanda social de innovaciones, que han dado en denominarse ciencia-tecnología-sociedad o CTS (STS en inglés).

    La expresión intelectual de la resistencia a la modernización en España fue la fortísima oposición entre afrancesados y casticistas, que se radicalizó con la atribución de todo tipo de heterodoxias religiosas a los ilustrados (jansenismo, masonería, panteísmo, librepensamiento, volterianismo, agnosticismo, ateísmo —ejemplificado en el proceso inquisitorial a Pablo de Olavide—). Paradójicamente, en el lado del clero, también las víctimas que cayeron fueron los más preparados científicamente: los jesuitas,[19] expulsados en 1767 al ser culpados del Motín de Esquilache. Sus colegios y bibliotecas fueron confiscados y sus miembros dispersados (muchos de ellos, desde Roma, continuaron su producción científica y literaria en español). Los escolapios[20] pasaron a ser la orden más dedicada a la enseñanza en entornos extrauniversitarios, aunque en niveles mucho más elementales (los jesuitas se centraban en la élite social e intelectual). La Compañía de Jesús se reintrodujo en España en el siglo XIX, volvió a ser suprimida durante la Segunda República y se restauró con el franquismo. En cualquier caso, los recelos anticientíficos no fueron monopolio español: en la Inglaterra y la Holanda de finales del XVII y comienzos del XVIII hubo fortísima oposición médica al uso de la quina (polvo de los jesuitas[21] ).


    Maquinaria de excavación en las minas de Riotinto.La Guerra de Independencia Española (1808–1814) supuso un verdadero desastre para la ciencia y la técnica en España, que en algunos sectores habían llegado a ser punteras (significativamente, de los veintiún elementos descubiertos en el siglo XVIII,[22] dos —platino y wolframio— lo fueron con intervención española; de los cincuenta y uno descubiertos en el siglo XIX, sólo el vanadio, pero justamente en 1801). Más decisiva incluso que los destrozos sistemáticos de infraestructuras clave (telares de Béjar,[23] porcelana del Buen Retiro — por los ejércitos francés e inglés)[24] fue la fuga de cerebros causada por los exilios sucesivos de afrancesados y liberales. Es significativo que el cierre de las universidades (cuya reforma, pretendida por los ilustrados, había demostrado ser tan imposible como cualquier otra reforma que amenazase con alterar las bases estructurales del Antiguo Régimen) fuera compensado con la apertura de la Escuela de Tauromaquia de Pedro Romero (Sevilla, 1830–1834).[25] Al menos, la recopilación de los fondos dispersos tras los saqueos permitió la apertura del Museo del Prado en el edificio que iba a ser sede del Gabinete de Ciencias, la Biblioteca Nacional y otras instituciones propias del academicismo. Lentamente, la universidad fue reconstruyéndose sobre una nueva planta (traslado de la vetusta universidad de Alcalá de Henares a Madrid como Universidad Central). Las enseñanzas media y primaria se vieron establecidas como base de un ambicioso plan educativo (Ley Moyano) que, no obstante, no tuvo implantación eficiente y generalizada hasta la Segunda República (1931–1936).[26]

    La vida económica de la revolución liberal estuvo lastrada por las guerras carlistas y la desamortización, que impusieron un grave retraso a una precaria industrialización que se había iniciado muy precozmente (indianas catalanas, siderurgia malagueña). Los programas liberales, especialmente los progresistas del bienio (1854–1856) y el sexenio democrático (1868–1874), aunque también los moderados, supusieron un impulso a la construcción de los ferrocarriles y a la explotación minera, que abrió a España a la inversión extranjera (francesa, belga e inglesa). Posteriormente, el final de siglo significó un cierre proteccionista. La ciencia económica de cada época iba respondiendo a las demandas suscitadas por los intereses opuestos de los grupos agrario (oligarquía terrateniente castellano-andaluza) o industrial (burguesía textil catalana).[27]


    Células de Purkinje en un cerebelo de paloma. Dibujo de Ramón y Cajal, 1899.
    Friso del edificio principal del CSIC, que recuerda la fecha de constitución (1939) y de construcción del edificio (1944), en ambos casos en loa del Victor Franciscus Franco. Por Orden Ministerial de 18 de marzo de 1940 (ministro José Ibáñez Martín), se puso bajo el patronazgo de San Isidoro, que representa en nuestra historia el primer momento imperial de la cultura española. El emblema será, siguiendo y adaptando la tradición luliana, un «arbor scientiae», que represente un granado, en cuyas diversas ramas se aluda en lengua latina a las manifestaciones científicas que el Consejo cultiva.[28]Hoy las ciencias adelantan / que es una barbaridad / ¡Una bestialidad! / ¡Una brutalidad!


    Ricardo de la Vega, 1894.
    La verbena de la Paloma, zarzuela.

    Diálogo entre el boticario don Hilarión y su amigo don Sebastián.

    La conciencia del atraso era cada vez más evidente, especialmente entre las élites liberales, entre las que se reproducían tópicos extremados provenientes de la denominada leyenda negra, denunciada a su vez como propaganda antiespañola a partir del estudio de Julián Juderías (1914), que recoge una amplia reivindicación de personalidades científicas españolas de los Siglos de Oro.[29]

    Si, prescindiendo de aquellos siglos en que la civilización arábiga hizo de España el primer país del mundo en cuanto a la ciencia se refiere, sólo nos fijamos en la época moderna, y comenzamos a contar desde el siglo XV, bien comprenderéis que no es ésta, ni puede ser ésta en verdad, la historia de la ciencia en España, porque mal puede tener historia científica pueblo que no ha tenido ciencia. La imperfecta relación que habéis oído, es resumen histórico de la ciencia matemática, si; pero en Italia, en Francia, en Inglaterra, en Holanda, en Alemania, en Suiza...; no es la historia de la ciencia aquí donde no hubo más que látigo, hierro, sangre, rezos, braseros y humo


    José de Echegaray.
    Discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias, 1866.[30]

    La polémica de la ciencia española que enfrentó al pensamiento reaccionario (Menéndez y Pelayo) con los krausistas marcó la época de la Restauración. El Desastre de 1898 suscitó como reacción el regeneracionismo. El Premio Nobel de Santiago Ramón y Cajal (1906), surgido de un penoso panorama científico, dio paso a la Edad de Plata de las letras y ciencias españolas.

    En los tiempos que corremos, en que la investigación científica se ha convertido en una profesión regular que cobra nómina del Estado... pasaron aquellos tiempos de antaño en que el curioso de la Naturaleza, recogido en el silencio de su gabinete, podía estar seguro de que ningún émulo vendría a turbar sus tranquilas meditaciones. Hogaño, la investigación es fiebre: apenas un nuevo método se esboza, numerosos sabios se aprovechan de él, aplicándolo casi simultáneamente a los mismos temas, y mermando la gloria del iniciador... En España, donde la pereza es, no ya un vicio, sino una religión, se comprenden difícilmente esas monumentales obras de los químicos, naturalistas y médicos alemanes, en las cuales sólo el tiempo necesario para la ejecución de los dibujos y la consulta bibliográfica parece deber contarse por lustros. Y sin embargo, estos libros se han redactado en uno o dos años... Todo el secreto está en el método de estudio... en ahorrar, en fin, el gasto mental que supone esa cháchara ingeniosa de café y de la tertulia, que nos resta fuerzas nerviosas y nos desvía, con nuevas y fútiles preocupaciones de la tarea principal.


    Santiago Ramón y Cajal
    Discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, 1897.[30]

    La Guerra Civil Española significó de nuevo una catástrofe trágica para la ciencia en España, incluyendo el exilio de una generación entera de científicos (el siguiente nobel español de medicina, 1959, lo será con nacionalidad estadounidense — Severo Ochoa[31] ), y la mortecina vida intelectual del exilio interior de muchos científicos durante la prolongada y paupérrima posguerra, bien retratada en Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos. Significativamente, uno de los proyectos eruditos con más peso de la época, en pleno nacionalcatolicismo, fue la Biblioteca de Autores Cristianos (1944), aunque a pesar de la censura, con el tiempo la industria editorial se diversificó y demostró una gran capacidad de innovación técnica y de contenidos.

    La autarquía y la concentración de capitales en grandes grupos bancarios e industriales produjeron algunas oportunidades de desarrollo técnico-científico en sectores estratégicos, como el naval y el energético (sobre todo petroquímico e hidroeléctrico — la primera central nuclear se construirá más adelante, en 1968). La institucionalización de la actividad científica se produjo en la universidad (privada en las cátedras más punteras de la mayor parte de sus profesores y sometida a la fuga de cerebros jóvenes en sucesivas generaciones) y un Consejo Superior de Investigaciones Científicas que había sustituido y depurado en 1939 a una Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de tradición krausista.

    Queremos una ciencia católica. Liquidamos, por tanto, en esta hora, todas las herejías científicas que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonía y la decadencia. [...] Nuestra ciencia actual, en conexión con la que en los siglos pasados nos definió como nación y como imperio, quiere ser ante todo católica


    José Ibáñez Martín
    Discurso inaugural del CSIC, octubre de 1940.[32]

    Logros individuales o colectivos, como el ferrocarril Talgo o la erradicación de la malaria,[33] eran exhibidos como glorias del régimen franquista, independientemente de su relevancia (como el trasplante de corazón intentado por el Marqués de Villaverde —yerno del propio Franco— el 18 de septiembre de 1968, poco después del de Barnard — 3 de diciembre de 1967[34] ).

    El desarrollismo desde los años sesenta se aceleró en cuanto a su rendimiento científico técnico en el último cuarto del siglo XX, con la Transición española y la entrada en la Unión Europea.

    Ciencia y técnica en la España medieval[editar]Véase también: Ciencia medieval.
    El mundo visto desde el Finis Terrae hispano
    Las partes del saber antiguo que se consideraron dignas de integrarse en la nueva concepción del mundo propia de la cultura cristiana pervivieron en la España visigoda gracias a enciclopedistas como San Isidoro. En el periodo posterior, a pesar de la abrumadora superioridad cultural que se reconocía a los textos árabes, esa línea o tradición intelectual se transmitió a los posteriores reinos cristianos través de los clérigos mozárabes, que constituyeron la intelectualidad del naciente reino de Asturias. La posición extremo-occidental de las tierras denominadas Hispania en latín, Al Ándalus en árabe y España en romance (y que se expresaba en términos como Finisterre —'fin de la tierra'— o Magreb —'occidente'—) no significó una posición marginal ni periférica en lo socioeconómico, lo cultural, lo técnico o lo científico. De hecho, tanto los reinos cristianos como los musulmanes de la Península Ibérica se incluyeron en las inseguras y escasas rutas comerciales y religiosas medievales (particularmente importante fueron el Camino de Santiago hacia Europa y las rutas mediterráneas y transaharianas controladas sucesivamente por el Califato de Córdoba, los almohades y los almorávides); y recibieron, con lo que para la época puede considerarse agilidad, las escasas novedades artísticas e intelectuales, del mismo modo que difundieron sus propias innovaciones. La Península Ibérica fue uno de los puntos de contacto entre civilizaciones e intercambio cultural en un contexto general de aislamiento, que la historiografía tradicional exageró en extremo, perpetuando una imagen tópica de «atraso y oscurantismo medieval» que no puede corresponder fielmente a un periodo muy prolongado y diverso, y sujeto a su propia dinámica.

    A la izquierda, Mapa T en O de las Etimologías de San Isidoro, en un ejemplar del siglo XII. A la derecha, Mapamundi de Beato de Liébana tal como se reproduce en los folios 45 y 46 del denominado Beato de San Severo (siglo XI).


    Véanse también: Edad Media, De Hispania a España y Historia medieval de España.
    Ciencia y técnica en la Hispania visigoda[editar]Si algo hay que merezca el nombre de ciencia visigoda, son los escasos textos que han quedado del Reino visigodo de Toledo (549–711), entre los que destacan las Etimologías de San Isidoro de Sevilla (una verdadera enciclopedia de gran difusión en la época medieval), sin olvidar las propias actas de los Concilios de Toledo, donde se reflejan no sólo asuntos doctrinales o canónicos restringidos al clero, sino todo tipo de cuestiones que permiten reconstruir aspectos de la vida política, económica y social, que a pesar de estar sumida en una edad oscura en cuanto a escasez de fuentes escritas, estaba inmersa en una transformación decisiva (la transición del esclavismo al feudalismo) de larga duración y que se caracterizaba por un fuerte proceso de ruralización y decadencia de la vida urbana. De todos modos, era en el ámbito eclesiástico donde se encontraba de forma totalmente exclusiva todo rastro de vida intelectual, fuera de tradición clásica o cristiana: los obispos (como el propio Isidoro, su hermano San Leandro, San Braulio de Zaragoza o San Ildefonso de Toledo), y el monasterio hispano, que junto con otros ejemplos posteriores de vida monacal (en Irlanda, Inglaterra o Francia —Beda el Venerable, Alcuino de York, Erico de Auxerre) y con la sede papal de Roma, fueron los únicos transmisores de la cultura de Europa Occidental. En el reino suevo (que se mantuvo durante más de un siglo en el noroeste de la Península Ibérica), un papel similar fue ejercido por San Martín de Braga.


    Noria elevadora de agua en el molino de la Albolafia (Córdoba), de origen romano y modificado en época califal. También fue la fábrica de papel más importante de Europa en la Eda Media. La cultura del agua fue fundamental en la España musulmana.[35]Ciencia y técnica en Al-Ándalus: la España musulmana[editar]Artículo principal: Ciencia en Al-Ándalus.
    Al-Ándalus se desarrolló como una civilización urbana, con un alto grado de alfabetización y cultivo de toda clase de ciencias y técnicas, integrada en las redes de comercio a larga distancia, mientras el resto de Europa Occidental permanecía inmersa en un prolongadísimo proceso de ruralización que se remontaba a la crisis del siglo III.

    En un principio, la cultura árabe se caracterizó por la adopción sincrética de la cultura clásica grecorromana, la judeocristiana y la persa (que a su vez la puso en contacto con influencias de la china y la india), pero no se limitó a la mera reproducción, sino que realizó trascendentes aportaciones propias, muchas de las cuales tuvieron lugar en la Península Ibérica. Ya en el siglo IX, los hispano-romano-visigodos que continuaron siendo cristianos (mozárabes) dieron testimonio de que el prestigio cultural de sus dominadores musulmanes era tal que los jóvenes dejaban de cultivar las letras latinas en beneficio del árabe.[36] El número y tamaño de las bibliotecas de Córdoba (consideradas como índice de prestigio social) en la época de esplendor del Califato (siglo X) se hizo legendario. A partir del siglo XI, la división en reinos de taifas, que conllevó un declive de poder político y militar, supuso un verdadero esplendor intelectual y científico, multiplicándose los centros de producción de cultura. Posiblemente fue en Al-Ándalus donde se introdujeron los primeros molinos de viento y molinos de marea en Europa.[37] Otros usos de las ruedas hidráulicas muy extendidos en la España medieval fueron los batanes, aplicados a todo tipo de procesos industriales que necesitan el golpeo repetido de grandes mazos, conectados a las ruedas motrices por engranajes.

    Véanse también: Jabón de Castilla y Almona de Sanlúcar de Barrameda.
    La nómina de científicos andalusíes es amplísima: Abulcasis (médico), Maslama al-Mayriti (Maslama el madrileño, matemático, como sus discípulos Ibn al-Samh, Ibn al-Saffar y al-Kirmani) Averroes (filósofo y médico) Said al-Andalusi (o Said de Toledo, caíd de esa ciudad y autor de la primera historia de la ciencia), Azarquiel (astrónomo), Ibn Bassal y Ibn al-Luengo (agrónomos) Ibrahim ben Said (constructor de astrolabios y otros instrumentos), Ibn Bassal (botánico), al-Mutamán (rey de la taifa de Zaragoza y autor de una obra de matemáticas), Ibn al-Sayyid y su discípulo Avempace (matemáticos), al-Istichí (astrólogo) Abd al-Karim ben Muttanna e Ibn Muad de Jaén el Joven (matemáticos), Ibn Jalaf al-Muradí (autor de un tratado de mecánica), Abu Salt de Denia (lógico, astrónomo, médico y músico),[38] Abu Abdullah al-Bakri (geógrafo, botánico e historiador), Ibn Jaldún (considerado un precursor fundamental de las modernas ciencias sociales), Abenalsid (neopitagórico), Abbás Ibn Firnás (precursor de la aeronáutica), al-Garnatí e ibn Yubair (iniciadores del género de la rihla, relatos cosmográficos de viajes), etc. También destacaron los judíos que cultivaron toda clase de ciencias en la España musulmana: Hasdai ben Isaac ibn Shaprut (médico), Abraham ben Meir ibn Ezra, Ibn Gabirol (conocido como Avicebrón), Yehuda Halevi, Maimónides (filósofos y médicos), José de España (mercader y matemático), etc.

    Me aflige pensar que las ciencias de la humanidad son dos y que si las aprendo no tengo más que aprender: Una ciencia (la teología) cuya comprobación real es imposible y otra (la filosofía) cuya verdad de nada sirve.


    al-Waqqasí, Toledo, siglo XI.[39]
    Ciencia y técnica en los reinos cristianos peninsulares medievales[editar]Alta Edad Media[editar]La escasez en la producción documental fue similiar a la de la época visigoda, e incomparablemente inferior a la de las fuentes musulmanas. Únicamente un reducido grupo de monasterios del norte peninsular mantuvo scriptorium donde los copistas reprodujeran manuscritos antiguos, y alguna destacable producción propia, como la de Beato de Liébana, reseñable no sólo por su faceta de polemista religioso (denunció y consiguió declarar herejía el adopcionismo, posición cristológica mantenida por los cristianos mozárabes de la sede primada de Toledo —Elipando—, quizá como una reminiscencia del arrianismo visigodo o como consecuencia de la convivencia con el radical monoteísmo islámico; el efecto político fue permitir al reino asturiano cortar cualquier forma de subordinación a autoridades religiosas con sede en territorio musulmán) sino porque sus Comentarios al Apocalipsis (786) incluían nociones cosmológicas y geográficas de tradición clásica (Claudio Ptolomeo), visigoda (San Isidoro) y bíblica, plasmadas en el mapa-mundi más divulgado de la época altomedieval (Mapa Mundi de Beato de Liébana).

    El monasterio de Ripoll parece ser el único en el que se enseñaban las cuatro ciencias del quadrivium carolingio (aritmética, música, geometría y astronomía). Más decisivo fue para este monasterio el cruce de influencias visigodas, francas y musulmanas: allí se tradujeron del árabe al latín por primera vez algunos textos científicos, entre ellos tratados sobre el astrolabio, por Seniofré Llobet. Fue en Ripoll donde Gilberto de Aurillac, posteriormente elegido papa con el nombre de Silvestre II, entró en contacto con la ciencia hispano-árabe, considerándose el introductor del cero en Roma; lo que situaría España como el eslabón de contacto entre India y Europa a través de la civilización árabe (Al Juarismi).[40]


    Tabla astronómica del Almanach perpetuum de Abraham Zacuto, publicada en Portugal tras la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos (1492) y antes de la expulsión de ese reino (1497).Baja Edad Media[editar]Personalidades destacadas de la ciencia medieval en los reinos cristianos fueron: Pedro Hispano, médico y lógico de identidad debatida, usualmente identificado con el papa Juan XXI; Ramon Llull, polígrafo mallorquín con una extensa obra anticipadora de muy diferentes temas (que en sus investigaciones alquímicas en 1275 destiló una mezcla de vitriolo —ácido sulfúrico— con alcohol obteniendo un vitriolo dulce que posteriormente se denominaría éter);[41] Arnau de Vilanova, médico valenciano (Parábolas de la medicación, Regimen sanitatis —1308—); o Abraham Zacuto, matemático, astrónomo e historiador sefardí (véase pie de imagen).

    Traductores judíos[editar]No obstante, más incluso que la producción propia, la traducción siguió siendo la aportación decisiva de la España medieval a la historia de la ciencia, incrementada desde que la invasión almorávide (1086) forzó a muchos judíos andalusíes a emigrar a los reinos del norte (véase Historia de los judíos en España). Los musulmanes andalusíes lo llegaron a tratar como un verdadero problema, considerando necesario prohibir la venta de libros de ciencia a judíos o cristianos «porque los traducen y atribuyen la paternidad de estas obras no a los musulmanes sino a sus correligionarios o, como sucede en algunos manuscritos conservados en monasterios del Norte, omiten el nombre de los autores».[42] Yoseh ha-Nasí Ferruziel, apodado el Cidiello, fue médico de Alfonso VI de Castilla, en cuya corte alcanzó gran influencia, protegiendo a otros intelectuales judíos, como Yehudah Halevi.[43] Mose ben Ezra (1055–1135, superador de las traducciones literales buscando el sentido) pasó por Castilla, Navarra y Aragón, y se estableció definitivamente en Barcelona. A partir de entonces hay numerosos traductores hebreos nacidos ya en reinos cristianos: Abraham ben Ezra, Yehuda ben Tibbon (Granada, 1120 – Marsella, 1190; Padre de los Traductores), su hijo Samuel, uno de sus nietos (profesor de medicina en la universidad de Montpellier), y otro miembro de su familia, que tradujo para Federico II de Alemania varias obras científicas, entre ellas a Averroes y Aristóteles. Mose Sefardí se convirtió al cristianismo como Pedro Alfonso y llegó a médico de Enrique I de Inglaterra, difundiendo por toda Europa la astronomía y matemática hispano-árabe (Disciplina clericalis). Benjamín de Tudela, viajero por todo el Mediterráneo, recoge en su Libro de Viajes (Séfer Masaot) todo tipo de datos obtenidos en los lugares que visita, entre ellos una referencia, muy divulgada posteriormente, a los supuestos espejos telescópicos del faro de Alejandría.[44]

    Universidades y escuelas de traductores[editar]Fue decisivo el papel de las escuelas episcopales, en un momento en el que se estaban transformando en las primeras universidades o Studium Generale, que aparecerán en el siglo XIII (Universidad de Palencia —1208, trasladada posteriormente a Valladolid—, Universidad de Salamanca —1218, que incluyó estudios de medicina—, Estudios Generales de Lisboa —1290, posteriormente trasladados a Coimbra—, Universidad de Alcalá de Henares —1293—, Universidad de Lérida —1297, organizada en las cuatro facultades de Leyes, Medicina, Teología y Artes—, Universidad Sertoriana de Huesca —1354— y Universidad de Perpiñán —1349—; los estudios generales de Sevilla, creados en el siglo XIII, apenas tuvieron actividad en los dos siglos siguientes, como tampoco los de Barcelona y de Gerona, creados sobre el papel a mediados del siglo XV).[45]

    Antes de ese ciclo de creación de universidades, Miguel Cornel, obispo de Tarazona (1119–1152) fue el primer impulsor de una escuela de traductores, destacando Hugo Sanctallensis. García Gudiel, mientras fue obispo de Burgos (1273–1280), mandó a Juan González y al judío Salomón traducir a Avicena; y se los llevó a Toledo al ser nombrado arzobispo de esa ciudad (1280–1299). En Toledo ya funcionaba la Escuela de traductores de Toledo, vinculada al impulso especial de Alfonso X el Sabio, aunque ya iniciada por el arzobispo Raimundo de Toledo. Fue ella la de mayor trascendencia para el acceso de textos clásicos griegos a Europa a través de sus traducciones árabes (Domingo Gundisalvo, Juan Hispalense, Yehuda ben Moshe, y otros provenientes de toda la cristiandad occidental —Gerardo de Cremona, Hermann el Alemán, Hermann el Dálmata—, sobre todo ingleses —Roberto de Retines, Adelardo de Bath, Miguel Escoto, Miguel de Morlay, Alfredo de Morlay). Daniel de Morley llega a escribir los motivos de su viaje desde Inglaterra: primero a París, «donde sólo halló maestros fatuos y vacíos», y después a Toledo «para aprender de los mayores sabios del mundo».[46]

    El nombre del rey sabio también se dio a las Tablas Alfonsíes. Basadas en cálculos previos del toledano Azarquiel (Al-Zarkali, que se exilió a Sevilla tras la conquista cristiana de su ciudad en 1085), fueron resultado de observaciones llevadas a cabo en Toledo por Yehuda ben Moshe e Isaac ben Sid entre 1262 (fecha de la coronación de Alfonso) y 1272. Su difusión fue amplísima, y no superada hasta las Tablas Rudolfinas de Tycho Brahe y Kepler (1627), en el contexto del cambio de paradigma ptolemaico-copernicano.

    Estudio es ayuntamiento de Maestros, e de Escolares, que es fecho en algun lugar, con voluntad, e entendimiento de aprender los saberes. E son dos maneras del. La vna es, a que dicen Estudio general, en que ay Maestros de las Artes, así como de Gramatica, e de la Logica, e de Retorica, e de Arismetica, e de Geometria, e de Astrologia: de otrosi en que ay Maestros de Decretos, e Señores de Leyes. E este Estudio debe ser establecido por mandado del Papa, o de Emperador, o del Rey. La segunda manera es, a que dicen Estudio particular, que quiere tanto decir, como quando algun Maestro muestra en alguna Villa apartadamente a pocos Escolares. E a tal como este pueden mandar fazer, Perlado, o Concejo de algun Lugar.

    (...)

    Para ser el Estudio general complido, cuantas son las sciencias, tantos deuen ser los Maestros que las muestren, assí que cada vna dellas aya vn maestro a lo menos. Pero si para todas las sciencias non pudiesen aver Maestro, abonda que aya de Gramatica, e de Logica, e de Retorica, e de Leyes, e Decretos.

    (...)

    Bien e lealmente deben los Maestros mostrar sus saberes a los Escolares, leyendo los libros, e faziendogelo entender lo mejor que ellos pudieren. E de que començaren a leer, deuen continuar el estudio todavía fasta que hayan acabado los libros, que començaran.


    Alfonso X el Sabio, Siete partidas, Partida III, Ley I, Ley III y Ley IV.[47]
    Tecnología naval[editar]El control cristiano del estrecho de Gibraltar a partir de la batalla del Salado (1340) convirtió a la Península Ibérica en un punto clave de las rutas marítimas entre el Mediterráneo y el Atlántico. Las necesidades de la navegación estimularon tres importantes líneas de mejora tecnológica.

    En primer lugar, la construcción naval: En la Corona de Aragón ya se había producido una expansión por el Mediterráneo, sostenida en cuanto a la producción de barcos por las Atarazanas Reales de Barcelona. La Corona de Castilla y el Reino de Portugal, empeñados en la continuidad de la expansión por el Océano (Azores, conquista de las Islas Canarias, pesquerías), habían conseguido desarrollar en sus astilleros una tecnología naval puntera, adaptada a las necesidades de navegación por el Atlántico, para el que los barcos de fondo plano, como la galera mediterránea no son idóneos. Estos nuevos diseños recibieron los nombres de carabela y nao.

    La cartografía, en la que destacaron los portulanos mallorquines (Cresques Abraham y su hijo Jehuda Cresques). Portugal se dotó de una importante institución que centralizó todo tipo de informaciones y tecnologías para la exploración marítima: la Escuela de Sagres, fundada en el extremo suroccidental de la Península por Enrique el Navegante, con participación de los citados diseñadores de portulanos mallorquines.

    Por último, el uso de técnicas e instrumentos de orientación y localización: ballestilla, astrolabio, brújula, etc. (véase también Historia de la navegación astronómica).

    Ciencia y técnica en la Edad Moderna o Antiguo Régimen español[editar]
    Por descubrir el movimiento de la tierra. Dibujo nº 94 del «Cuaderno C», de Francisco de Goya. Habitualmente interpretado como una referencia a Galileo, este dibujo es muestra de la visión crítica ilustrada que el pintor mostró en Los Caprichos, pero que en estos dibujos que mantuvo inéditos se permite llevar a un grado más explícito, haciendo claras referencias sobre la persecución inquisitorial hacia los novatores y su desesperación ante el desprecio que la España castiza hace de la ciencia. Otros dibujos del mismo cuaderno, muy similares, son los titulados: No comas, célebre Torrigiano (DC100), en el que se refiere a un escultor renacentista, Zapata, tu gloria será eterna (DC1909), en el que honra al novator español Diego Mateo Zapata, procesado por la Inquisición en 1721, y un genérico No haber escrito para tontos (DC96).[48]La Edad Moderna española, que historiográficamente se identifica con el periodo que va del siglo XV al XVIII, asimilable al concepto Antiguo Régimen en España, se periodiza tradicionalmente por dinastías: Reyes Católicos (1469–1516), Austrias (1516–1700) y Borbones (1700 en adelante, conviniendo en pasar a la Edad Contemporánea desde 1808). Las ventajas de este esquema cronológico, sobre todo de la oposición entre Austrias (que comparten con los Católicos el Siglo o Siglos de Oro) y Borbones (identificados con las luces de la Ilustración), se intensifican al considerar la decisiva ruptura que significó el final del siglo XVII, momento de triunfo de la Revolución Científica en los países de Europa Noroccidental que salen reforzados de la crisis del siglo XVII (ejemplificados en la Inglaterra de Newton), y que vista desde una perspectiva más amplia ha sido calificada de crisis de la conciencia europea.[49]

    Véanse también: Antiguo Régimen, Monarquía autoritaria, Edad Moderna, Instituciones españolas del Antiguo Régimen#La Iglesia, la enseñanza, la Inquisición y Renacimiento español#Ciencia y técnica.
    Ciencia y técnica en el Siglo de Oro español[editar]El Siglo de Oro es un término muy apropiado para designar la brillantez de la historia cultural de España en un ámbito cronológico que cubre los siglos XVI y XVII, aunque su exacta dimensión suele situarse entre 1492 y 1681 (o restringirse al periodo de hegemonía española en Europa, entre 1521 y 1648). Un hecho científico-técnico inaugural para el periodo puede encontrarse en la introducción de la Imprenta en España (Juan Párix, Sinodal de Aguilafuente, Segovia, 1472); mientras que el punto final suele establecerse en la Carta filosófico-médico-chymica de Juan de Cabriada (1687), cuando la decadencia española (que hacía más de medio siglo venía denunciándose de forma plenamente autoconsciente entre la élite intelectual) enlaza con la general crisis de la conciencia europea que precedió a la Ilustración del siglo XVIII.

    El Renacimiento español y el Barroco español son periodos de una impresionante producción artística, pero también en todos los ámbitos de la producción intelectual. En ciencia y tecnología se abren con la Era de los descubrimientos, que situó a España en el centro del mundo: tras el Descubrimiento de América (Cristóbal Colón, 1492) y la apertura de la ruta de Asia a través del extremo sur de África (Bartolomeu Dias, 1488; Vasco da Gama, 1497), el Tratado de Tordesillas (1494) literalmente repartió (con los criterios geográficos más avanzados de la época a la hora de definir un meridiano) el mundo por descubrir entre los reinos peninsulares de Castilla y Portugal, mundo que por primera vez se circunnavegó por una expedición española (expedición de Magallanes-Elcano, 1519–1522).

    Véase también: Expediciones españolas.

    Artificio de Juanelo para subir el agua del Tajo hasta la ciudad de Toledo.
    Ilustración y comentario latino de la Sanguinaria, en el Códice Badiano.En cambio, no se logró una explotación sistemática de los conocimientos obtenidos; por ejemplo, la expedición científica a Nueva España —México— que dirigió entre 1571 y 1577 Francisco Hernández de Toledo y que produjo 38 volúmenes de notas e ilustraciones, no tuvo adecuada publicación; y sus originales, depositados en la Biblioteca de El Escorial, se perdieron en el incendio de 1671. Esta importantísima institución, organizada inicialmente por Benito Arias Montano, contó incluso con la presencia de alguno de los últimos eruditos hispano-árabes, como el médico y traductor morisco Alonso del Castillo (posteriormente involucrado en el fraude de los Plomos del Sacromonte —1595).[50] La sistematización del conocimiento pre-estadístico y cosmográfico de la propia geografía peninsular y sus recursos también quedó sólo iniciada con las Relaciones Topográficas de Felipe II, (Pedro Esquivel, Pedro Juan de Lastanosa, Felipe de Guevara, Juan de Herrera) a un nivel que no se superó hasta el Catastro de Ensenada, ya en el siglo XVIII.

    Otras facetas prometedoras de la ciencia y la técnica en España quedaron sin continuidad, como la actividad de Juanelo Turriano, constructor de artefactos mecánicos para Carlos V, a quien acompañó en su retiro a Yuste; o la experimentación con máquinas de vapor de Blasco de Garay (galeón Trinidad, Barcelona, 1543)[51] y de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, Administrador General de Minas del Reino desde 1587 (y que no serían muy diferentes a las que más tarde harían Salomon de Caus —1615— Giovanni Branca —1629—, Edward Somerset —1663— o las que se consideran más definitivas, las de Denis Papin y Thomas Savery —ambos de 1698).[52] También parece ser española la procedencia del primer catalejo (ollera de larga vista de Juan Roget, Gerona, 1590).[53]

    El contacto con las culturas precolombinas[editar]El contacto con las culturas precolombinas fue ambivalente: por un lado se produjo una verdadera aculturación por imposición de la cultura española dominante, mientras que por otro pervivieron partes muy importantes de la cultura indígena. En ambos procesos fue determinante la actitud de los misioneros españoles: en algunos casos propiciaban la destrucción de todo rastro de civilización anterior (códices mayas, códices prehispánicos de Mesoamérica), en otros se ocuparon de aprender sus idiomas y conservar testimonios de las culturas en trance de desaparición (como el Popol Vuh y otros ejemplos de literatura maya —códices coloniales de México); así como de producir obras políglotas como el Symbolo Catholico Indiano de Luis Jerónimo de Oré (1598), personalidad que también influyó en la redacción de Primer Nueva coronica y buen gobierno (1615) de Felipe Guamán Poma de Ayala (un noble hispano-inca). En los aspectos científicos y técnicos hubo transferencias por ambas partes: además del espectacular intercambio transatlántico de cultivos que implicó consecuencias extraordinarias en la futura revolución agrícola (caña de azúcar, trigo y vid por el Viejo Mundo, maíz, frijol, patata, pimiento y tomate por el Nuevo); hubo algunos ejemplos de obras científicas mestizas, como el Códice Badiano (Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis o Amate-Cehuatl-Xihuitl-Pitli, 1552), elaborado en náhuatl por Martín de la Cruz, médico indio que estudió en el Colegio de Tlatelolco (una de las primeras instituciones educativas españolas en América, fundada en 1533), y Juan Badiano, que lo tradujo al latín.[54] La creación de centros universitarios en la América española destacó por su precocidad (Santo Domingo —1538—, San Marcos de Lima —1551—, México —1553—, etc.).

    Las universidades españolas en el siglo de Oro[editar]Artículo principal: Universidades españolas en el Siglo de Oro.
    Las universidades españolas, esencialmente las que tuvieron colegios mayores (las de Salamanca, Alcalá y Valladolid), pero también otras universidades, colegios o estudios[55] (en la Corona de Aragón las de Zaragoza,[56] Valencia,[57] la Sertoriana de Huesca, las catalanas de Lérida, Gerona y Barcelona —trasladadas y fusionadas en la de Cervera en 1717—, la Luliana de Palma, la de Gandía —hasta la expulsión de los jesuitas— y la de Orihuela; la navarra Pamplona;[58] y otras en la Corona de Castilla: Santiago,[59] Oviedo, Sigüenza, Toledo, Almagro, Sevilla, Granada y Baeza), participaron activamente en el esplendor cultural de los Siglos de Oro, pero, al igual que las demás instituciones universitarias europeas, no fueron el centro del movimiento renovador del pensamiento científico que llevó a la Revolución Científica, papel que correspondió a otras instituciones, como las sociedades científicas y academias y a las propias publicaciones científicas y correspondencia que se intercambiaban los científicos. En líneas generales la universidad permaneció estancada en las formas repetitivas de la escolástica medieval (magister dixit), tendentes a la perpetuación de los paradigmas dominantes (galenismo, geocentrismo) y lo que se ha venido en llamar neoescolástica. No obstante, sus cátedras y colegios acogieron a personalidades de impresionante altura intelectual, y particularmente las españolas se caracterizaron por protagonizar un movimiento cultural de gran influencia que ha venido recibiendo el nombre de humanismo español, dentro del cual puede acotarse un grupo de autores bajo el nombre de escuela de Salamanca.

    Humanismo español, entre cuyos cultivadores pueden citarse a Juan Martínez Guijarro (Sílíceo), Fernán Pérez de Oliva, Juan Huarte de San Juan, Ambrosio de Morales, Francisco Sánchez «el Escéptico», Francisco Sánchez de las Brozas el Brocense), Biblia Políglota Complutense, Antonio de Nebrija (Grammatica, 1492), Miguel Servet, Juan de Valdés (Diálogo de la lengua, 1535), Luis Vives (véase Historia del cristianismo en España#Debates teológicos en el siglo XVI y otras secciones), Benito Arias Montano (polígrafo muy influyente en lugares clave, desde el concilio de Trento hasta su función de bibliotecario escurialense), López de Hoyos (el maestro de Cervantes), etc.
    Escuela de Salamanca, neoaristotélica, formada por teólogos y juristas muy influyentes en la conformación de las modernas ciencias sociales: la economía (arbitrismo), el derecho y la teoría política (a través del derecho internacional o derecho de gentes, la teoría del tiranicidio, la polémica de los justos títulos y un destacadísima forma de debatir los problemas jurídico-políticos de la Monarquía Hispánica: las juntas de teólogos y juristas —Junta de Burgos de 1512 y Junta de Valladolid de 1550). A ella se suelen adscribir personalidades de la talla de Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas, Melchor Cano, Martín de Azpilicueta, Luis de Molina, Francisco Suárez, Domingo de Soto, Juan de Mariana, etc.
    También hubo un nutrido número de profesores españoles que impartieron docencia en universidades de toda Europa, desde la que la percepción de España y sus intelectuales fue ambivalente, muy elogiosa en unos casos y muy crítica en otros, sobre todo a medida que se iban extendiendo los tópicos de la propaganda antiespañola que han recibido el nombre de leyenda negra.[60] En una citadísima expresión, respuesta a la petición de venir a España, y a la que se han atribuido toda clase de causas, desde recelos antijudíos hasta recelos antiinquisitoriales, la cabeza del humanismo europeo llegó a decir: no me gusta España.

    Non placet Hispania.


    Erasmo de Rotterdam, en carta a Tomás Moro, julio de 1517.[61]
    El erasmismo fue, de hecho, la etiqueta que pasó a ser sinónimo de innovación intelectual y se utilizó como bandera tanto por sus partidarios como por sus detractores; los que acabaron por imponerse, convirtiendo a España en líder de la Contrarreforma.[62]


    Planos originales del proyecto de Juan de Herrera para la Catedral de Valladolid (1585). El arquitecto de El Escorial, un hombre del Renacimiento de multidisciplinaria actividad, comparable a los artistas italianos, fue una de las personalidades científicas más importantes del Siglo de Oro, e intervino en varios de los mayores proyectos científicos del reinado de Felipe II, como la Academia Real Matemática o las Relaciones Topográficas.
    Compás de artillería firmado por Luis Collado (1584) «con el cual se podían realizar medidas de distancias y de ángulos de inclinación, así como obtener el peso de un proyectil dependiendo del material del que está fabricado y su calibre». Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España.
    Vista del Cerro de Potosí (Herman Moll, 1715). El método de patio exigía una molienda muy fina del mineral, por lo que se utilizaban cientos de molinos llamados de almadenetas, dos por cada ingenio (a la derecha de la imagen, en Tarapaya). A pesar del aspecto que el artista les da, la mayor parte de ellos no parecen haber sido de viento, sino hidráulicos, aprovechando la Ribera de Potosí. De entre todas las del mundo, la ciudad de Potosí (recién creada en 1545) era lo más parecido a una ciudad industrial en los siglos XVI y XVII.[63]
    Los jesuitas fundaron instituciones educativas siguiendo el espíritu de la contrarreforma por toda Europa, y fueron especialmente importantes para la recuperación del catolicismo en la Europa Central. Entre sus bases en territorio amigo (la utilización del vocabulario militar es característica de esta Compañía) estaban las de las cortes de los Habsburgo: Viena y Madrid. En la capital española abrieron el Colegio Imperial, también denominado Seminario de Nobles o Reales Estudios de San Isidro. Tras distintas vicisitudes se terminó convirtiendo en Instituto de Educación Secundaria.Instituciones científicas y técnicas de los Siglos de Oro[editar]Los autores destacados por su contribución a algún aspecto de la ciencia y la tecnología en la España de los siglos de Oro configuran una nómina extensísima, y de hecho, su propia enumeración constituye un fin en sí misma de alguno de los estudios de historia de la ciencia española. Lógicamente, ese enfoque personalista no suele ser neutral, sino que obedece a propósitos reivindicativos: sean exaltadores de glorias nacionales, o, al contrario, denunciadores de la ausencia de una verdadera ciencia articulada e institucionalizada.[64] No obstante, sí que existieron instituciones científicas de patrocinio público, que con mejor o peor fortuna desarrollaron una tarea científica o técnica, a la que se sumaron numerosísimas publicaciones (muchas de ellas de trascendencia internacional) y la actividad dispersa, y la mayor parte de las veces poco o nada coordinada, de una pléyade de personalidades provenientes de todo tipo de tradiciones intelectuales y formaciones profesionales.

    Carrera de Indias. Navegación. Ingeniería[editar]Muchas de las instituciones vinculadas a la Carrera de Indias fueron ubicadas en Sevilla: Universidad de mareantes, Casa de Contratación (piloto mayor, cosmógrafo mayor, Cátedra de Navegación y Cosmografía desde 1552, y más tarde un arqueador y medidor de naos y una Cátedra de Artillería, fortificaciones y escuadrones).[65]

    Muy numerosas fueron las figuras que destacaron por sus contribuciones a la ciencia de la navegación, en la que España fue hegemónica (Martín Fernández de Enciso, Valero, Pedro de Medina, Martín Cortés, Juan Escalante de Mendoza, Pedro Núñez, Pedro Menéndez de Avilés, etc. —sus textos se utilizaban para el aprendizaje de los navegantes ingleses y franceses—),[66] a las técnicas militares (Álava, Barroso, Escrivá, Menéndez Valdés, Diego de Salazar); artillería (Fernando del Castillo, Andrés García de Céspedes) o a las fortificaciones (Luis Fuentes, Medina Barba). La Real Fábrica de Artillería de La Cavada surtió de piezas artilleras a la marina desde 1616 (Jean Curtius, Jorge de Bande).

    Destacaron por su tarea como ingenieros (aplicados o no a la aventura del Nuevo Mundo) el citado Juanelo Turriano, Juan de Arfe (escultor, perito de metales preciosos en la Real Casa de la Moneda de Segovia —véase ceca y Fábrica Nacional de Moneda y Timbre - Real Casa de la Moneda— y tratadista de arte, anatomía, gnomónica —relojes de sol— y orfebrería), Diego Rivero, Felipe Guillén, Martín Cortés, Antonio Boteller, Bernardo Pérez de Vargas, Garci Sánchez, Carlos Corzo, Pedro de Contreras, Lope de Saavedra, fray Blas del Castillo, Álvaro Alonso Barba, etc; como cartógrafos y geógrafos Juan de la Cosa, Pedro Texeira, Alonso de Santa Cruz, Rodrigo Zamorano (cosmógrafo de Felipe II, Cronología y Repertorio de la razón de los tiempos —1585 y 1594— Los seis libros primeros de Euclides traducidos en lengua Española —1576—, Carta de marear —1579—, Compendio de la arte de navegar), Luis Collado (ingeniero que diseñó el compás de artillería),[67] etc. El puesto de Cosmógrafo real, Cosmógrafo del rey o Cosmógrafo mayor estuvo vinculado al cargo de Cronista mayor. (Véase también Categoría:Cartógrafos de España, Cosmógrafo Mayor del Virreinato del Perú).

    En 1527 la Casa de Contratación prohibió que los pilotos extranjeros tuvieran cartas de navegación. A partir de entonces, el secretismo con el que se preparaban estos documentos, sumado a su propia naturaleza efímera, provocó que se hayan conservado muy pocos. En el Consejo de Indias los mapas estaban considerados documentos secretos, y los asuntos cosmográficos, secretos de estado.[68]

    Metalurgia. La amalgama: plata y mercurio[editar]La metalurgia, sobre todo la de la plata, fue especialmente desarrollada a partir del perfeccionamiento del método de la amalgama, que implicaba un uso masivo de mercurio (azogue) para la obtención de metales preciosos a partir del mineral bruto. Fue introducido en Pachuca (México) en 1552 por Bartolomé de Medina, quien decía haberlo aprendido de un alemán llamado Maese Lorenzo. Pedro Fernández de Velasco lo aplicó en el virreinato del Perú (la mina principal era el Cerro de Potosí, en la actual Bolivia) desde 1572, con ciertas mejoras (paso del beneficio del patio al beneficio de cajones). Álvaro Alonso Barba en 1640 abarató el proceso con el denominado beneficio de cazo y cocimiento (en el que se utilizaba sal, piritas de cobre y hierro además del mercurio, gran parte del cual podía recuperarse, además de poder utilizarse con minerales de menor grado de metal).[69] La explotación intensiva de las minas de Almadén en España (en funcionamiento desde la Antigüedad hasta su cierre en 2001) y Huancavelica en Perú (1566) fue esencial para este proceso industrial. En 1633, Lope Saavedra Barba desarrolló en Huancavelica unos hornos de aludeles, que trece años más tarde fueron mejorados por Juan Alonso de Bustamante en Almadén (también se llaman bustamantes o busconiles).[70]

    Véase también: Camino Real Intercontinental.
    Matemáticas y astronomía[editar]En Madrid se fundó, en época de Felipe II la Academia Real Matemática o Academia de Matemáticas de Madrid (1582, con estatutos redactados en 1584 por el arquitecto y maestro mayor Juan de Herrera). Las matemáticas, como la astronomía, salían así del entorno universitario, poco proclive a las innovaciones, en un proceso que en otras partes de Europa condujo a la Revolución científica (de hecho, un poco más tarde, con academias como la Linceana —Florencia, 1603—, la del Cimento —Roma, 1657— o la Royal Society —Inglaterra, 1660); pero lo accidentado de la vida de la institución madrileña es muestra de lo poco que pudo arraigar o de lo poco receptivo que el medio social español de la época era para recibirla.[71] Matemáticos y astrónomos notables fueron Pedro Ciruelo, Martínez Siliceo, Fernán Pérez de Oliva, Fernando de Córdoba, Pedro Juan Oliver, Pedro Juan Monzó, Pedro Jaime Esteve, Andrés de Lorenzo, Lorenzo Victorio Molón, Miguel Francés, Gaspar Lux, Álvaro Thomás, Pedro Núñez, Antich Rocha, Francisco Sánchez; Pedro Chacón y Juan Salmo —asesores del calendario gregoriano—, Jeroni Muñoz (Libro del nuevo cometa, 1573, sobre la supernova de 1572),[72] Juan de Rojas (elementos del astrolabio, proyección ortogonal), Hugo de Omerique, etc. Joan Roget y Pere Roget (artesanos barceloneses —denominados «hermanos Rogetes» por Juderías), estuvieron entre los primeros constructores de telescopios del mundo.

    Aplicados a la descripción geográfica, Pedro Esquivel —Descripción de España cierta y cumplida, 1556—, Relaciones Topográficas de Felipe II, Juan González de Mendoza —libro sobre China, 1585—, Luis Mármol Carvajal —Descripción general de África, 1573 a 1599—.

    La disputa de la Cátedra de matemática y astrología de la Universidad de Salamanca, que había quedado vacante en 1576 sin que apareciera ningún candidato idóneo de la propia Universidad, enfrentó a Jerónimo Muñoz, de la Universidad de Valencia, y Rodrigo Zamorano, cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla, dando oportunidad a ambos para demostrar su excelencia, con curricula impresionantes, investigaciones y publicaciones actualizadas y reconocidas a nivel internacional.[73]

    Medicina[editar]El Protomedicato fue instaurado por Carlos V, aunque no como una institución centralizada, pues no pretendía sustituir a los colegios de médicos locales, muy dispersos —como el Colegio de San Cosme y San Damián (Pamplona), que ni siquiera tenía jurisdicción en toda Navarra—. La medicina fue la actividad científica más asentada institucionalmente e implantada por todo el territorio, siguiendo la tradición medieval, anquilosada en una universidad que reproducía los textos de Hipócrates y Galeno sin cuestionarse la teoría de los humores. No obstante, hubo quienes intentaron un cambio de paradigma (Miguel Servet) y quienes recibieron las innovaciones anatómicas de Vesalio, la yatroquímica de Paracelso o la teoría circulatoria de William Harvey: Francisco Vallés el Divino, Gómez Pereira, Pere d'Olesa; Pedro Gimeno y Luis Collado —valencianos discípulos de Andreas Vesalio, que estuvo en España; Dialogus de re medica, 1549—, Juan de Valverde —divulgador de Servet Historia de la composición del cuerpo humano, 1556—, Gómez Pereira —aproximación al materialismo Antoniana Margarita, 1554—, Miguel Sabuco, Juan Huarte de San Juan —doctrina del ingenio Examen de ingenios para las ciencias, 1575—, Luis de Mercado —galenista rígido—, Antonio Ponce de Santa Cruz —paracelsiano—, Benito Daza Valdés o Benito Daza de Vadés —sin formación médica, de profesión notario de la Inquisición, escribió un notable tratado de oftalmología y óptica en 1623, en el que se muestra como receptor de Galileo—,[74] Juan de la Torre y Valcárcel —escolástico, contrario a Harvey—, etc.

    La sanidad militar española se desarrolló con la creación de los primeros colegios de cirugía en el siglo XVI: el Hospital naval de Cartagena (para la Batalla de Lepanto, -véase Cartagena-) y el Hospital naval de Ferrol (para la Armada Invencible, -véase Ferrol-)

    Véanse también: Historia de la medicina, Historia de la medicina en España y Historia de la Medicina General en España.
    Colegio Imperial de la Compañía de Jesús[editar]El Colegio Imperial, fundado por los jesuitas en 1625 (Juan Eusebio Nieremberg, Gemma Cornelli Madriti, Claudio Richardi —Claude Richard o Claudio Ricardo—, Jean-Baptiste Cysat, Jean Charles della Faille, Hugh Sempill —Hugo Sempilius—, Alexius Silvius Polonus, Francisco Antonio Camassa, Jean Francois Petrey, Jacob Kresa, etc.) fue denominado sucesivamente Reales Estudios de San Isidro o Seminario de Nobles. En los siglos sucesivos sufrió las vicisitudes que afectaron a la propia Compañía de Jesús.[75]

    Otras ciencias[editar]Otras ciencias físicas y naturales, de denominaciones y fronteras indefinidas por esa época, fueron cultivadas por autores como Juan de Aguilera, Diego de Zúñiga, Diego Pérez de Mesa, Pedro Simón Abril, Jerónimo Pardo y Juan de Celaya —física nominalista en el Colegio de Montaigne de la Universidad de París—, Domingo de Soto, Benito Perea y Francisco de Toledo —tratados de filosofía natural—, Gonzalo Fernández de Oviedo, Nicolás Bautista Monardes, José de Acosta —Historia natural—, Matías García, Gabriel Alonso de Herrera (agrónomo y naturalista), Bernardo Pérez de Vargas (autor de una De re metallica —1569— influida por la obra homónima de Georgius Agricola —1556), Andrés Laguna (médico, farmacólogo y botánico), Gonzalo Fernández de Oviedo,[76] Francisco Micó, Juan Bautista Monardes, Juan Jaraba, Juan Gil Jiménez.

    Miguel Servet.
    Andrés Laguna.
    El Divino Vallés.
    Benito Arias Montano.
    Los Novatores[editar]Artículo principal: Novatores.
    Se considera su hito fundacional la reunión del grupo de novatores de Valencia: Juan Bautista Corachán y Tomás Vicente Tosca en casa de Baltasar Íñigo (1683), en la que surgió la idea de crear una especie de academia matemática que renovara las ideas y las prácticas científicas anquilosadas de la España de su época. De inquietudes similares son personalidades contemporáneas como el matemático y astrónomo José Zaragoza (Padre Zaragoza),[77] Isaac Cardoso, Juan Caramuel[78] y Juan de Cabriada, cuya Carta filosófico-médico-chymica (1687) suele considerarse como una especie de manifiesto que resume los propósitos del movimiento.

    Otros novatores de esta época serían: Diego Mateo Zapata, Martín Martínez,[79] Vicente Mut,[80] Juan Muñoz y Peralta —Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla—,[81] Juan Bautista Juanini —Discurso político y physico, que muestra los movimientos y efectos que produce la fermentación y materias nitrosas, médico de Juan José de Austria—, Crisóstomo Martínez —grabador y microscopista—, Francisco San Juan y Campos —explica por primera vez a Harvey en la universidad de Zaragoza—, Antonio Hugo de Omerique —representante de un grupo de novatores de Cádiz cuyo Analysis geometrica, de 1698, fue elogiado por el propio Newton—,[82] etc.[83]

    Otros autores se han considerado como precedentes de los novatores por su temprana cronología, como Pedro Miguel de Heredia («galenista moderado», médico de Felipe IV, autor de un Operum Medicinalium publicado póstumamente en 1688 —murió en 1655),[84] Gaspar Bravo de Sobremonte (receptor de Harvey), Sebastián Izquierdo o Luis Rodríguez de Pedrosa.[85]

    A pesar de la conciencia del propio atraso, los novatores se preocuparon de reaccionar contra algunas acusaciones despectivas de científicos extranjeros, como la del médico francés Pierre Régis (calvinista exiliado en Holanda).[86]

    El movimiento de los novatores se prolongó en la primera mitad del siglo XVIII, en lo que puede considerarse la primera Ilustración, la Preilustración o la Ilustración anterior a la Enciclopedia: Jerónimo de Uztáriz (Teoría y práctica de comercio y de marina, 1724), Martín Martínez (Anatomía completa del hombre, 1728), Andrés Piquer (Lógica Moderna, 1747) o Mateo Aymerich (Prolusiones Philosophicae, 1756). Incluso se vinculan a ellos los dos grandes científicos militares de ese periodo y que enlazan con el grupo de Cádiz: Jorge Juan y Antonio de Ulloa.

    Tomás Vicente Tosca zelosísimo restaurador de los buenos estudios.
    Juan Caramuel.
    Diego Mateo Zapata, aherrojado en una cárcel de la Inquisición, en un grabado de Goya (Zapata, tu gloria será eterna).

    Luisa Sigea.
    Beatriz Galindo.Las mujeres en la ciencia y la cultura del Siglo de Oro español[editar]Se discute si el notable texto Nueva filosofía de la naturaleza del hombre es obra de Miguel Sabuco o de su hija Oliva Sabuco, en cuyo caso estaríamos ante una de las escasas personalidades científicas femeninas de la Edad Moderna.

    Otras literatas de fama fueron Beatriz Galindo (la Latina, mujer de confianza de Isabel la Católica que escribía poesía en latín y exhibía conocimientos de teología y medicina —se le atribuyen unos Comentarios a Aristóteles), o Luisa de Medrano, que impartió clases en la Universidad de Salamanca, y en su misma época, la del humanismo renacentista, Francisca Nebrija (hija del gramático), Florencia Pinar, Isabel Vergara, Lorenza Méndez de Zurita o Luisa Sigea (la Minerva, políglota y experta en los clásicos).[87]

    La contrarreforma, en buena medida, reorientó la actividad de las mujeres con ambiciones intelectuales al ámbito religioso (Santa Teresa de Jesús, Sor Juana Inés de la Cruz, Sor María de Jesús de Ágreda o Juliana Morella). Menores restricciones tenían las mujeres de la floreciente comunidad sefardí de Ámsterdam, como Isabel Correa.

    Más allá del mundo literario, el grado de integración de la mujer en los oficios técnicos, ya de por sí poco documentados, está oculto por la invisibilización general de todo lo que se refiere a la historia de las mujeres, limitándose a su reflejo en personajes ficticios de novelas y obras teatrales y a casos reales tan particulares que suscitaron escándalo o asombro: como el de Elena o Eleno de Céspedes (cirujano condenado por la Inquisición por haberse hecho pasar por hombre, siendo mujer) o Catalina de Erauso (la monja alférez, integrada en el ejército). En las artes plásticas destacan los casos de la italiana Sofonisba Anguissola (que llegó a pintora de la corte española y se le atribuye en la actualidad un retrato de Felipe II antes atribuido a Alonso Sánchez Coello) y de Luisa Roldán ("la Roldana", que llegó a escultora de la corte de Carlos II y Felipe V).

    Ciencia y técnica en la Ilustración española[editar]
    Representación botánica de Hydrocotyle bonariensis e Hydrocotyle tribotrys en Flora Peruviana, et Chilensis : sive, descriptiones, et icones plantarum Peruvianarum, et Chilensium, secundum systema Linnaeanum digestae, cum characteribus plurium generum evulgatorum reformatis, de Hipólito Ruiz y José Pavón (1798–1802).El explícito título del libro de Jean Sarrailh[88] restringía la Ilustración en España a la segunda mitad del siglo XVIII; y aunque se han producido reivindicaciones de autores más o menos importantes de su primera mitad, no deja de ser reconocido ampliamente que hasta los reinados de Carlos III (1759) y Carlos IV (1788) y el impulso de estadistas como Floridablanca, Campomanes o Jovellanos, no arrancan los programas científicos más ambiciosos, aplicación del nuevo y revolucionario concepto enciclopedista de «progreso» a través de las «ciencias útiles».[89]

    A pesar de ello, la primera mitad del siglo presenció la actividad meritoria de figuras aisladas muy prestigiosas, como Benito Jerónimo Feijoo, o la fundación de instituciones de gran proyección literaria (Real Academia, Academia de la Historia) y científica, como la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz (1717), de la que saldrían dos de los más importantes personajes del siglo: Jorge Juan y Antonio de Ulloa (Misión Geodésica a Perú, expedición de 1734 coordinada con Francia —La Condamine— para la medición de un grado de meridiano);[90] aunque de la mediocridad general da prueba que una figura tan extravagante como Diego de Torres Villarroel llegara a catedrático de matemáticas de la Universidad de Salamanca.

    En cambio, a finales de siglo la conexión entre las instituciones científicas españolas y las europeas eran mucho más habituales; y demostraron ser lo suficientemente atractivas para personalidades extranjeras de la talla de Alexander von Humboldt, cuya extraordinaria expedición a Canarias y América (fragata Pizarro 5 de junio de 1799) se inició con un hecho tan increíble como el descubrimiento de la Meseta Central, al ser el primero en realizar e interpretar correctamente las mediciones altimétricas que le permitieron trazar un perfil topográfico de la Península Ibérica, de Valencia a La Coruña[91] (no deja de ser significativo, sin embargo, que España no fuera su primera elección o propuesta, gestiones fallidas que realizó previamente en Francia, y que en la corte de Carlos IV halló el entusiasta apoyo del ministro Mariano Luis de Urquijo y la comunidad científica española, encantada de acoger al joven prusiano).[92]

    Sin duda la botánica y la mineralogía fueron las ciencias más destacables en la aportación española a la producción científica puntera de ese periodo. Momentos brillantes fueron los del descubrimiento del wolframio, debido a las investigaciones de Juan José Delhuyar y Fausto Delhuyar; la purificación del platino por François Chavaneau[93] (ambos hechos de 1783, en las cátedras del Real Seminario Patriótico de Vergara, donde también trabajaba Louis Proust) y el descubrimiento del vanadio en 1801 (que hubiera podido llamarse rionio en honor a Andrés Manuel del Río, catedrático de química y mineralogía del Real Seminario de Minería de la Nueva España —México— dirigido por Fausto Delhuyar). En la botánica, hay que mencionar los estudios sobre la flora de Nueva Granada, realizados por Celestino Mutis, que además fue un notable médico, lingüista e inventor.

    No fue menos importante, en este caso para la ingeniería, la apertura del Real Gabinete de Máquinas (1791, a iniciativa de Agustín de Bethencourt y cuya Descripción redactó Juan López Peñalver). Ese gabinete, prometedor resultado de una persistente labor de documentación (o, según se mire, espionaje industrial) en Inglaterra y Francia, sustanciado en una impresionante colección de maquetas e instrucciones para su reproducción a escala; es un buen ejemplo de lo que se repitió como constante en las instituciones científicas españolas de ese periodo: Lo que pudo sobrevivir a la destrucción y dispersión humana y material de la Guerra de la Independencia Española y los sucesivos exilios políticos, no se utilizó; o al menos no aprovechó a la ciencia y técnica en España. En cambio, sí lo hizo en el extranjero: en aquel caso, en su exilio ruso, Bethencourt y el mexicano José María Lanz publicaron un Essay sur la composition des machines (1808) muy divulgado en la educación técnica europea.[94]

    Benito Jerónimo Feijoo.
    Jorge Juan.
    Andrés Manuel del Río.
    Agustín de Betancourt.
    Científicos de la Primera Ilustración: Los novatores que habían iniciado su renovación de la ciencia española en las últimas décadas del siglo XVII, continuaron su actividad en la primera mitad del siglo XVIII, en campos como astronomía y matemáticas (Tomás Vicente Tosca, Juan Bautista Corachán, Francisco Cerdá y Rico) y medicina (Andrés Piquer y médicos catalanes —Gaspar Casal Julián, Pedro Virgili, Antonio Gimbernat y Arbós, Francisco Salvá, Francisco Santpons). Desde otras trayectorias se incorporaron figuras como Benito Jerónimo Feijoo o Gregorio Mayans.
    Científicos de la Ilustración de mediados del siglo XVIII: Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que representaron la parte española de la ya citada Misión Geodésica a Perú, desarrollaron una importante actividad en Cádiz: Escuela de Guardiamarinas, Asamblea Literaria Amistosa (compuesta por el médico Pedro Virgili, el geógrafo Vicente Tofiño de San Miguel, Louis Godin director del Observatorio Astronómico). Publicaron diversas obras matemáticas Benito Bails (Elementos de Matemáticas, 1772), José Chaix (Instituciones de cálculo diferencial e integral). En otras ciencias destacaron Lorenzo Hervás y Panduro, Andrés Piquer, etc.
    Científicos de la Ilustración de finales del siglo XVIII: Agustín de Pedrayes (maestro de matemáticas de la Real Casa de Caballeros pajes de su Majestad —institución fusionada con el ex-jesuita Seminario de Nobles en 1786— y autor de un Nuevo y uniersal método de cuadraturas determinadas, 1777) y Gabriel Císcar representaron a España en el Congreso Internacional de París (1799) que impulsó el sistema métrico decimal, y se atribuye a Pedrayes (el sabio español) la propuesta de procedimiento de medición del meridiano de Dunkerke a Barcelona, cuya subdivisión (la diezmillonésima parte del cuadrante) dio lugar a la primera definición del metro. José Munárriz (discípulo de Proust, traductor de Lavoisier) desarrolló la purificación del cristal de tártaro. Andrés Manuel del Río (Elementos de Ortognosia, 1800). Juan Pablo Canals (tintes, granza —le hicieron marqués de la Vall-Roja), Dionisio Alcalá Galiano, etc.
    Geógrafos: Isidoro de Antillón y Marzo, Tomás López, Vicente Tofiño, etc.
    Economistas: si bien el mercantilismo europeo se había iniciado con el arbitrismo español de los siglos XVI y XVII; en la primera mitad del siglo XVIII fue el colbertismo francés, llegado con la dinastía borbónica en 1700, la corriente económica más prestigiosa en España. El Marqués de Ensenada (Única contribución vinculada a su «Catastro», 1749) efectuó una propuesta más bien cercana a la fisiocracia (aunque anterior al Tableaux de Quesnay —1758). El liberalismo económico desarrollado por Adam Smith (La riqueza de las naciones, 1776) fue recibido con prontitud en España y desarrollado por los ilustrados de finales de siglo; poco después sería la obra de Jean Baptiste Say.[95] Véase Jerónimo de Uztáriz, López Peñalver, Nicolás de Arriquibar, Pedro Rodríguez Campomanes, Gaspar Melchor de Jovellanos, Francisco Cabarrús, Eugenio Larruga, Valentín de Foronda, Antonio de Capmany, Vicente Alcalá Galiano, Álvaro Flórez Estrada, etc.
    Botánicos y naturalistas: Pehr Löfling, Cristóbal Vélez, José Minuart, José Ortega, José Quer (Jardín Botánico de Madrid, Flora española 1762–1784), Esteban y Claudio Boutelou, Simón de Rojas Clemente y Rubio (Jardín Botánico de Sanlúcar, 1806), Miguel Barnades (Principios de botánica, maestro de Mutis), Casimiro Gómez Ortega (miembro de la tertulia de la Fonda de San Sebastián, traductor de Linneo y autor de Tablas botánicas y Curso elemental de botánica), Antonio José Cavanilles, Francisco Pérez Bayer, Juan Bautista Muñoz (Observaciones sobre la historia nautural valenciana, Materiales para la historia de la botánica, Icones et descriptiones plantarum). José Celestino Mutis, Félix de Azara, Jordán de Asso, etc.[96]
    José Celestino Mutis, por Pablo Antonio García, pintor de su expedición.[97]
    Antonio Cavanilles, estatua del Real Jardín Botánico de Madrid, que cuenta con una galería de botánicos ilustres.
    José Quer, en el Botánico de Madrid.
    Félix de Azara, por Goya.
    Instituciones científicas y técnicas de la Ilustración española[editar]
    Fuente en la Plaza de la Platería de Martínez, donde en el siglo XVIII se encontraba esa importante institución madrileña, frente al Jardín Botánico y el edificio proyectado como sede del Real Gabinete de Historia Natural (finalmente asignado al Museo del Prado). A pocos metros al sur, en Atocha, se levantaron instituciones médicas y de enseñanza de la medicina (Hospital de San Carlos); y detrás del Botánico, en el Retiro, el Observatorio Astronómico y la Fábrica de Porcelana del Buen Retiro. Una impresionante concentración de instituciones científicas e industriales punteras, que sufrió una devastadora destrucción durante la Guerra de Independencia (1808–1814).Las Manufacturas reales o Reales Fábricas (una de las aportaciones del mercantilismo borbónico de inspiración colbertista desde la época de Felipe V) producían todo tipo de productos, especialmente de lujo (cristal —La Granja—, porcelana, tapices, relojes —en Madrid) y estratégicos (armamento, pólvora), pero también de consumo masivo (paños —Guadalajara, Brihuega, San Fernando de Henares—, hilados de algodón —Ávila y Barcelona, que estuvo en el origen del desarrollo textil catalán posterior), especialmente en el caso de los estancados con criterios monopolísticos (tabaco, aguardiente, naipes). A iniciativa de Juan de Goyeneche se fundaron las fábricas de Nuevo Baztán (funcionaron entre 1710–1778). Otras iniciativas locales se centraron en la cerámica, como la del Marqués de Sargadelos (cerámica de Sargadelos) o la del Conde de Aranda (Alcora). Véase también Industria en España#El siglo XVIII.

    Gran trascendencia tuvieron varias instituciones militares: la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz (1717, que también acogió el Real Instituto y Observatorio de la Armada, 1797 —publicando Efemérides astronómicas o Almanaque náutico desde 1791) y la Academia de Artillería de Segovia (1763, que contó con Louis Proust para enseñar química y metalurgia entre 1786 y 1799). Previamente se habían creado en 1722 escuelas de matemáticas para artilleros en Barcelona (que acogía una Academia Militar de Matemáticas y Fortificación desde 1720), Pamplona, Badajoz y Cádiz. Ingenieros militares como el italiano Francesco Sabatini tuvieron una gran presencia en todos los ámbitos de la producción intelectual, incluyendo la cultura y el arte.[98]

    No menos trascendencia tuvieron las instituciones mineralógicas, como la Real Academia de Minas de Almadén (1777) y el Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía de Gijón (iniciativa de Gaspar Melchor de Jovellanos, 1794).

    Las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País se difundieron por toda España siguiendo el ejemplo de la Bascongada (1765, Conde de Peñaflorida). Gran importancia tuvo el Seminario Patriótico de Vergara (que utilizó la sede del antiguo Colegio de los jesuitas en esa localidad —expulsados en 1767). Fueron profesores en él Louis Proust, los hermanos Elhúyar, Miguel de Lardizábal y Félix María de Samaniego. Entre sus alumnos estuvo Martín Fernández de Navarrete.[99]

    Se intentó paliar la ausencia de ríos navegables (una de las causas principales de las dificultades de comunicación interior que imposibilitaban la formación de un verdadero mercado nacional, a diferencia de Inglaterra o Francia) con canales artificiales como el Canal de Castilla (en estudio desde el siglo XVI, e iniciado en 1753), el Canal Imperial de Aragón (1776–1790, Ramón Pignatelli, al que se agregó el medieval Canal de Tauste) y el Canal del Guadarrama (ambiciosísimo proyecto del ingeniero francés Carlos Lemaur —1785— que habría incluido la presa más alta de Europa —presa del Gasco— y que no se completó).

    Madrid, sede de la Corte, acogió un considerable número de instituciones de altísimo nivel: el Real Jardín Botánico (1755), la Casa de la platina (o Laboratorio de la platina, 1757, dirigida posteriormente por François Chavaneau), el Real Gabinete de Ciencias o Gabinete de Historia Natural (1772, dirigido por José Clavijo y Fajardo y luego por Eugenio Izquierdo, iniciado a partir de la colección de Pedro Franco Dávila y precedente del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales), la Real Escuela de Mineralogía de Madrid (Laboratorio Real de Madrid o Laboratorio de Química Metalúrgica, Chavaneau, 1787; en él Pedro Gutiérrez Bueno desarrolló su Curso de química, teórico y práctica, para la enseñanza del Real Laboratorio de Química de esta Corte, 1788), la Platería Martínez (Real Escuela de Platería y Máquinas, 1778), el Colegio de Cirugía de San Carlos (1787), el Real Observatorio del Retiro (1790) y el citado Gabinete de Máquinas de Bethancourt, que también fue responsable de la creación de la Escuela de Caminos y Canales (1802). Es también en Madrid donde se comenzaron a publicar los Anales de Historia Natural, que suele considerarse la primera revista científica española (1799, Domingo García Fernández y Antonio José de Cavanilles);[100] aunque Louis Proust había sacado con anterioridad dos Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia (1791 y 1795), donde publicó textos científicos trascendentales resultado de sus investigaciones (entre otros, la formulación implícita de la Ley de las proporciones definidas,[101] debatida posteriormente por Berthollet y Berzelius y que estuvo en el origen de la teoría atómica de Dalton).[102]

    La sanidad militar española continuó su desarrollo con los Reales Colegios de Cirugía: Real Colegio de Cirugía de la Armada (Cádiz), Colegio de Cirugía de Barcelona o Real Colegio de Cirugía de Barcelona (véase Antonio Gimbernat y Arbós y Pedro Virgili), Colegio de Cirugía de San Carlos (Madrid), Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando (Lima) (véase Facultad de Medicina Humana "San Fernando" (UNMSM)); que persistieron hasta 1843, cuando se suprimieron los Reales Colegios y se transforman en Facultades de Ciencias Médicas (véase José Benjumeda y Gens).

    Véase también: Facultad de Medicina.
    Expediciones españolas del «Siglo de las Luces»[editar]Después de la citada expedición de La Condamine, Jorge Juan y Antonio de Ulloa para la medición del meridiano, se abrió un periodo excepcional, en que las expediciones españolas se organizaron con criterios tanto científicos como estratégicos. En el último cuarto del siglo XVIII se hizo evidente que la continuidad (y en su caso el incremento) del Imperio, frente a la competencia de otras potencias y de los nacientes particularismos criollos en América, exigía un programa expedicionario de dimensiones globales, que incluyó estudios científico paralelos a la demostración de la capacidad de presencia naval.

    Artículo principal: Expediciones españolas.
    Véase también: Categoría:Expediciones botánicas.
    La expedición de Alejandro Malaspina (1789–1794, José Bustamante, cartógrafo Felipe Bauzá, naturalistas Tadeo Haenke, Luis Née y Antonio Pineda, pintores José Guío, José del Pozo, Fernando Brambila, Juan Ravenet y Tomás de Suria) cuyos problemas políticos con Godoy provocaron la incautación y olvido de sus materiales recopilados, que no condujeron a ningún resultado prácticos en España; tuvo un triste destino que, por una circunstancia o por otra, fue compartido por buena parte de los hallazgos de las expediciones de la época, lo que indica la escasa receptividad que la sociedad y el sistema productivo español tenía hacia innovaciones y descubrimientos, hecho mucho más decisivo que la cambiante voluntad de los gobiernos ilustrados que los impulsaban o el entusiasmo de los científicos que los emprendían. Al menos una de estas expediciones sí tuvo un éxito indiscutible: la expedición de la vacuna de Francisco Javier Balmis (1803–1806, José Salvany).


    Antonio Carnicero, Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez, 1784. El 5 de junio de 1784 se produjo este espectáculo en los jardines de Aranjuez, a cargo del francés Bouclé. No obstante, se discute si podría representar una ascensión similar que tuvo lugar el 23 de noviembre de 1783 en El Escorial, por el marqués d'Arle y Pilastre de Rozier.[103]Inicios de la aeronáutica[editar]Aunque ya en el siglo IX el andalusí Abbás Ibn Firnás había efectuado pruebas aeronáuticas desde torres en Córdoba (con artefactos no muy distintos a los precedentes del paracaídas y de los planeadores y alas batientes que diseñó Leonardo da Vinci en torno a 1500); no es sino a finales del siglo XVIII que se documentan experiencias significativas en ese ámbito. La aerostación llegó a España por imitación del globo francés Montgolfier de 1783. Tales fueron las experiencias del príncipe Gabriel en Aranjuez y Madrid, de Charles Bouche en Valencia, de Francesc Salvà i Campillo en Barcelona (médico y físico, que experimentó la aplicación de la electricidad a la telegrafía e inició la serie de observaciones meteorológicas más antigua de España), y algunos otros: Vicente Lunardi, José Campello, Antonio Gull y Rogell. Pocos años más tarde Diego Marín Aguilera, un agricultor autodidacta con inquietudes mecánicas, se convirtió en uno los precursores de la aviación por lograr un vuelo de más de 300 metros al lanzarse junto con su artilugio desde el castillo de Coruña del Conde (1793).


    Isidra de Guzmán, entre libros, luce sobre su vestido una muceta, símbolo de su condición doctoral.Las mujeres en la Ilustración española[editar]Alcalá acogió el primer caso de una mujer universitaria: la doctora de Alcalá María Isidra de Guzmán y de la Cerda, a la que la protección de Carlos III allanó toda posible oposición a que alcanzase (en 1785, con 17 años) los títulos de doctora y maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, catedrática de Filosofía, conciliadora y examinadora; además de ser admitida en la Academia de la Lengua. No obstante, esta excepción no significó ninguna variación en la rígida exclusión de la mujer en el ámbito universitario hasta el siglo XX.

    María Andrea Casamayor y de la Coma, educada con los escolapios, escribió dos libros de artimética aplicada y metrología (Tirocinio aritmético, 1738; y El para sí solo, divulgado a su muerte en 1780), lo que la convierte en la primera matemática española, o al menos la primera con obra publicada.[104]

    Josefa Amar y Borbón defendió la capacidad de las mujeres para las letras y la necesidad de una educación femenina para el progreso del intelecto y la autonomía moral en términos puramente ilustrados (el logro de la felicidad).[105] A imitación de Francia, los salones dirigidos por mujeres aristocráticas, sobre todo después del impacto revolucionario francés —1789— pasan a ser tertulias donde todos los temas, incluidos los científicos, son escrutados a la luz de la razón y la crítica, y las mujeres salen a la calle, a enterarse, a leer, y se incorporan a las academias y sociedades ilustradas.[106] [107]

    Ciencia y técnica en la Edad Contemporánea española: el «fracaso» de la Revolución Industrial[editar]
    Acción de Altos Hornos de Vizcaya.La Revolución industrial es la manifestación tecnológico-productiva de los cambios revolucionarios con que se abre la Edad Contemporánea: en lo político-ideológico la revolución liberal y en lo social la revolución burguesa; mientras que en lo científico (en principio, y hasta finales del siglo XIX, no conectado plenamente en un sistema que imbricara ciencia, tecnología y sociedad —CTS) se desarrollaban las consecuencias y aplicaciones del paradigma newtoniano (hasta que encontró sus límites que exigieron la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX).

    Para España, la Revolución Industrial se ha calificado, según la provocativa tesis de Jordi Nadal, de un fracaso.[108] La Edad Contemporánea en España se inicia con la Guerra de Independencia Española, que, en medio de gravísimas consecuencias para el tejido productivo, la ciencia y la tecnología, manifestó de forma violenta en lo económico, social y político la preexistente crisis del Antiguo Régimen; y se continuó con la Guerra de Independencia Hispanoamericana y una serie ininterrumpida de guerras civiles y golpes de estado. Lo trascendental de todo ello para la ciencia y la tecnología españolas fue lo que implicó de atraso relativo frente a los países más avanzados de Europa, y que puede medirse en un siglo. Mientras que en la mayor parte de éstos la crisis del Antiguo Régmien se cerrará con la revolución de 1848 (o para otros con la Primera Guerra Mundial, 1914–1918), en España seguirá teniendo pervivencias hasta el franquismo, superada la mitad del siglo XX.

    Artículo principal: Revolución Industrial en España.
    Véanse también: Revolución Industrial, Industria en España#El siglo XIX, Industria en España#El período 1830-1936, Capitalismo español y Nacionalismo español#Nacionalismo económico.
    Provenientes de las polémicas entre afrancesados y castizos del siglo XVIII, a lo largo de todo el siglo XIX y la primera mitad del XX se sucedieron continuas polémicas entre las élites ilustradas y las élites reaccionarias (que tildaban a sus rivales de representar la Anti-España), y que tuvieron en el pro y anti-darwinismo uno de sus aspectos más significativos: la Circular de Orovio (1875, por el marqués de Orovio, ministro de Fomento del recientemente implantado gobierno de la Restauración borbónica), que impedía la difusión de ideas contrarias al catolicismo, suprimiendo la libertad de cátedra hasta entonces vigente, fue desafiada por Augusto González Linares, que exponía desde su cátedra de Ampliación de Historia Natural en la Universidad de Santiago de Compostela tesis evolucionistas, por lo que fue expulsado, suscitando la denominada segunda cuestión universitaria.[109] La primera, de 1864–1865, que se movió en el ámbito de las ciencias sociales, provenía del enfrentamiento intelectual y político, iniciado décadas antes, entre krausistas (Julián Sanz del Río) y neocatólicos (Jaime Balmes, Donoso Cortés —ambos para entonces ya fallecidos). En ese momento los neos tenían el apoyo del gobierno de Narváez, que promulgó una circular (27 de octubre de 1864, Circular de Alcalá Galiano, por el ministro Antonio Alcalá Galiano) en la que se prohibía la enseñanza o publicación de, entre otras, cualquier opinión contraria al catolicismo o a la fidelidad a la reina (siendo los elementos en cuestión el Concordato y el Patrimonio Real).[110] Se llegó hasta la destitución del rector Juan Manuel Montalbán y del catedrático Emilio Castelar, lo que produjo la dimisión por solidaridad de Nicolás Salmerón y una rebelión estudiantil brutalmente reprimida (la Noche de San Daniel).

    La polémica de la ciencia española desencadenada a partir de un texto del tradicionalista Menéndez y Pelayo (1876), y que fue contestada por los identificados con la etiqueta de krausistas (la mayor parte de ellos, expulsados de sus cátedras universitarias y reunidos en torno a la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos); no tuvo en su aspecto intelectual consecuencias muy positivas o estimulantes para la producción científica. De hecho, más allá de la genérica y desesperada llamada a la modernización del regeneracionismo (el Escuela y Despensa de Joaquín Costa), la actitud ante la técnica y la ciencia entre los intelectuales más lúcidos fue ambivalente: más receptiva entre la denominada generación de 1914 (Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset, Meditación de la técnica), mucho más sombría en la generación de 1898. Unamuno llegó a pronunciar un famoso que inventen ellos, a pesar de defender la inteligencia que los militares sublevados de 1936 explícitamente despreciaban (Viva la muerte, abajo la inteligencia, pronunció en un famoso acto el general Millán Astray —en la Universidad de Salamanca y ante el propio Unamuno, su rector—; y el mismísimo Franco dejó dicho que si por él fuera borraría enteros dos siglos: el siglo XIX por liberal y el XVIII por ilustrado).[111]

    No obstante, la denominada Edad de Plata de las letras y ciencias españolas (1906–1936) no pudo ser sólo un luminoso paréntesis, sino un elemento visible de continuidad con una tradición de actividad científica que, a pesar de su debilidad, ni la guerra civil ni el aislamiento exterior del primer franquismo consiguieron erradicar (fuga de cerebros, exilio interior). A pesar de todo ello, lo evidente es que sólo a partir de los cambios sociales y económicos desatados con el desarrollismo tecnocrático franquista de los años sesenta, y con los cambios políticos de la Transición Española de los setenta, que incluyó la decisiva entrada en el Mercado Común Europeo en 1986, puede hablarse de una ciencia moderna en España, aunque débil y con una muy marcada dependencia de las inversiones públicas, frente a lo que ocurre en otros países desarrollados.

    Ciencia y técnica en el siglo XIX español[editar]
    La Biblioteca Nacional, refundada en 1836 a partir de la Biblioteca Real del Palacio Real de Madrid y de los fondos eclesiásticos procedentes de la desamortización, se convirtió en uno de los más importantes centros de conservación del patrimonio bibliográfico del mundo, además de servir de soporte a investigaciones en todos los ámbitos. Desde 1892 ocupa buena parte del edificio destinado a Biblioteca y Museos Nacionales (de los que sólo el Arqueológico ha tenido continuidad en el lugar). El programa escultórico de exhibición orgullosa de las glorias de las letras españolas escogido para la escalinata de la fachada es un ejemplo muy significativo de construcción de la historia nacional, y no discrimina la producción literaria científica de la puramente estética. Incluye, en lugar destacado, a dos lumbreras medievales: San Isidoro y Alfonso X el sabio; más atrás, junto a Miguel de Cervantes y Lope de Vega, a los humanistas Antonio de Nebrija y Luis Vives; y medallones con bustos del Padre Mariana, Arias Montano, Diego Hurtado de Mendoza, Nicolás Antonio y Antonio Agustín junto a los de fray Luis de León, Francisco de Quevedo, Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega, Santa Teresa de Jesús y Tirso de Molina. El programa iconográfico del frontón es igualmente significativo, en este caso de otra clave intelectual de la época: la idea de progreso de España a través de las ciencias y las artes. Se reprensentan el Genio, el Estudio, la Paz, la Guerra, la Elocuencia, la Poesía, la Música, la Arquitectura, la Pintura, la Escultura, la Filología, la Industria, el Comercio, la Agricultura, la Filosofía, la Jurisprudencia, la Historia, La Astronomía, la Etnografía, la Geografía, la Química, la Medicina y las Matemáticas.[112]A pesar del atraso relativo de España durante el siglo XIX en ciencia y técnica, el esfuerzo por generalizar la formación educativa fue significativo, aunque insuficiente: las cifras del analfabetismo, que hacia 1800 se calculaban en un 94%, para 1860 eran de un 80% (69% entre los varones adultos y 90% entre las mujeres adultas); cifras sólo equiparables a la Europa meridional y oriental, mientras que Bélgica y Austria (zonas también católicas, que no habían experimentado la generalización de la lectura atribuible a la Reforma protestante) lo habían reducido un 50%, y el resto de Europa y Norteamérica a cifras incluso inferiores.[113] Para 1877, la cifras españolas eran de un 75%. Tras el Plan Pidal de 1845, la Ley Moyano de 1857 (Ministerio de Fomento), de mayor trayectoria, preveía una estructura educativa basada en una escolarización primaria confiada a los ayuntamientos (que en la práctica no se generalizó en todo el territorio nacional hasta la Segunda República), una enseñanza secundaria enfocada a los varones de las clases medias, con un instituto de bachillerato por provincia (confiados a las diputaciones provinciales, que para 1868 cursaban sólo 28.698 alumnos), y una enseñanza superior con el doctorado centralizado en la Universidad Central de Madrid (traslado de la antigua Universidad Complutense de Alcalá de Henares). Ya en 1847 Nicomedes Pastor Díaz introdujo las Facultades de Filosofía con cuatro secciones: literatura, filosofía, ciencias naturales y ciencias físico matemáticas; donde se cursaban licenciaturas de cinco años. Entre el curso 1857–1858 y el 1867–1868 se había duplicado la matrícula universitaria: de 6.104 a 12.023 alumnos. La mayoría eran de leyes (pasaron de 3.742 a 4.120), medicina (de 1.155 a 5.648) y farmacia (de 563 a 983). Es significativo que los matriculados en ciencias pasaran de 127 a 642; mientras que los matriculados en teología se redujeran de 326 a 159 en el mismo periodo. La filosofía se incrementaba de 191 a 471.[114] Se mantuvo de forma autónoma la formación técnico científica de los cuerpos navales, del arma de artillería y de los ingenieros militares, de tradición ilustrada (un militar, el general Carlos Ibáñez de Ibero, fundaría el Instituto Geográfico y Estadístico y llegó a dirigir la Oficina Internacional de Pesas y Medidas entre 1872 y 1891); así como la ingeniería civil, tanto las instituciones preexistentes (minería —desde 1772 en Almadén—, de caminos —creada por Bethancourt en 1802) como las que se crearán a lo largo del siglo (industrial —Real Instituto Industrial, creado por Real Decreto del Ministerio de Obras Públicas de 4 de septiembre de 1850, con Escuelas en Madrid, Barcelona, Gijón, Sevilla, Valencia y Vergara—; forestal o de montes —Ordenanzas Generales de Montes, Cuerpo y Escuela de Ingenieros de Montes en la Casa de Oficios de El Escorial, 1833; 1862, título de Ayudante de Montes—). No obstante, la capacidad de generar innovaciones tecnológicas originales fue muy escasa, más allá de casos aislados como el de Ramón Verea, que patentó una máquina de calcular en Estados Unidos en 1878.

    Aunque durante mucho tiempo la escasa vida científica, junto con la intelectual se restringió a las Sociedades de Amigos del País abiertas a finales del XVIII y a los recientemente creados Ateneos y Casinos (en cuyas tertulias tenían cabida desde las conspiraciones políticas hasta cualquier otro aspecto de la vida social); el prestigio científico de algunas cátedras universitarias españolas fue ganándose lentamente, sobre todo a medida que conseguía establecerse cierta vinculación internacional a sus correspondientes británicas, alemanas o francesas. Salvo la conexión inglesa de algunas zonas de Andalucía, era evidente el predominio del francés como lengua extranjera más utilizada por las élites intelectuales. Un estudio de bibliotecas privadas de políticos, profesionales y militares entre 1830 y 1870 contabiliza de un 10 a un 20% de libros en francés, sobre todo de temática científica, técnica, derecho, política e historia; a lo que hay que sumar las abundantes traducciones, que en el caso del inglés y el alemán se concretaban en una temática más variada (literatura, pensamiento y ciencia).[115] La industria editorial española (Francisco de Paula Mellado, Gaspar y Roig, Manuel Rivadeneyra —Biblioteca de Autores Españoles—, Sociedad Literaria de Madrid —1842—, Unión Literaria —1843—, La Ilustración, Sociedad Literario-Tipográfica Española)[116] demostró ser una de las de más impulso, lo que determinó su vinculación al nacimiento del movimiento obrero madrileño (varios líderes, como el propio Pablo Iglesias, fueron tipógrafos), por contraste con el caso catalán, vinculado a las factorías textiles.

    No obstante, lo más parecido a un texto científico de amplia difusión (sin duda el más divulgado, desde 1840 hasta la actualidad) fue el Calendario Zaragozano de Mariano Castillo y Ocsiero, que además de un calendario con toda clase de efemérides, realiza una predicción meteorológica basada en un método tradicional denominado témporas o cabañuelas).[117]

    Instituciones científicas del siglo XIX[editar]Instituciones científicas de importancia creadas durante el siglo XIX fueron, entre otras: la Institución Libre de Enseñanza (1875), la Real Sociedad Española de Historia Natural (1871); y un buen número de Reales Academias (a las de la Lengua, la Historia y la Jurisprudencia y Legislación, fundadas en el siglo XVIII, en el XIX se les añadieron las de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales —1847, por reorganización de la de Medicina y Ciencias Naturales de 1734—, la de Medicina —1861, también proveniente de la escisión de la anterior—, la de Ciencias Morales y Políticas —1857—; mientras que la de Farmacia es de 1932, por reorganización del Colegio de Farmacéuticos).


    Moneda de cinco pesetas (duro) de Alfonso XII (1874–1885). Su valor en plata se expresa en cantidades propias del sistema métrico: 40 PIEZAS EN KILOG., o sea, 25 gramos. Es heredero del peso duro, el real de a ocho que contenía 25,560 gramos de plata; en su momento (la Edad Moderna) el objeto preferente de la tecnología española, que la pérdida de las colonias americanas había convertido en un pasado mitificado.Los matemáticos José de Echegaray (que obtuvo el primer Premio Nobel otorgado a un español —1904—, pero por su obra literaria), Eduardo Torroja Caballé (1847–1918, padre del ingeniero Eduardo Torroja) y Zoel García de Galdeano (1846–1924) introdujeron las matemáticas contemporáneas en la Universidad y sobre todo en las Escuelas de Ingenieros del último cuarto del siglo XIX.[118] Las cátedras universitarias de matemáticas fueron hasta finales del siglo XIX una institución marginal. En el segundo tercio del siglo (tras la desorganización característica del primero), fue en colegios, academias, sociedades civiles, religiosas o militares donde se crean prestigiosas cátedras para individualidades que demostraban sus conocimientos en la materia (clérigos, marinos y militares principalmente). Las matemáticas que se enseñaron en las facultades de ciencias y en las escuelas de ingenieros hasta finales de siglo se caracterizaron por su insistencia en una erudición cada vez más obsoleta, con lo que que los pocos que pretendían actualizarse o conseguir aplicaciones prácticas recurrían esencialmente a la ciencia importada.[119]

    La economía política era ya una disciplina universitaria en Salamanca a finales del XVIII (1788, Ramón de Salas y Cortés), y desde la misma época había estudios comerciales en los consulados de comercio (1798, Mariano Luis de Urquijo), las academias de comercio de Barcelona o Bilbao, y la Escuela Mercantil de Cádiz (1803). La Escuela de Comercio de Madrid se abre en 1823, pero no fue hasta mediados del XIX que se organizaron las escuelas de comercio (Plan General de Estudios de 1836 y Real Decreto de 1857).[120] Más allá de la docencia, los economistas que publicaban textos lo hacían generalmente con el fin de intervenir en el debate público de cuestiones de peso político, y actuaron en buena medida como justificadores de las posiciones económicas de los distintos grupos de interés en torno a los temas clave en cada periodo: especialmente la desamortización y la opción por el librecambismo o el proteccionismo (Eudald Jaumeandreu, Manuel Colmeiro, José Canga Argüelles, Álvaro Flórez Estrada, Laureano Figuerola, Terencio Thos y Codina, Alejandro Mon, Ramón Santillán, etc.).[121] La hacienda pública y la banca fueron las instituciones en que los economistas tenían ocasión de aplicar distintas teorías sobre la moneda, la fiscalidad y las finanzas. El Banco de España se creó en 1856, por fusión de precedentes como el Banco de San Carlos (1782), el Banco de San Fernando (1829), el Banco de Isabel II (1844) y el Banco de Barcelona (1845). Llegó a convertirse en la única banca emisora en 1874 (bajo el ministerio de Echegaray, el matemático). La adhesión a la Unión Monetaria Latina que propiciaba la adopción del sistema métrico decimal dio lugar al nacimiento de la peseta en 1868. El predominio del proteccionismo y de la utilización de autoridades francesas (Jean Baptiste Say, Bastiat) antes que inglesas caracterizó a la denominada Escuela Economista Española. La recepción del pensamiento marxista se produce en España a partir de la divulgación de Paul Lafargue.[122] De 1886 es la primera traducción (incompleta) de El Capital aunque existieron traducciones de otros textos de Marx desde 1869. La primera producción interna de un texto marxista de altura intelectual es el Informe a la Comisión de Reformas Sociales (1884) del médico neurólogo Jaime Vera López (discípulo del doctor Esquerdo).[123]


    Ramón y Cajal en su laboratorio de Valencia, 1887.Las ciencias naturales del siglo XIX español tuvieron personalidades destacadas (Juan Mieg —Paseo por el Gabinete de Historia Natural de Madrid, 1819—,[124] Antonio Aguilar y Vela —astrónomo, estadístico y meteorólogo—, Mariano Lagasca —director del Jardín Botánico cuya ideología liberal le llevó al exilio y la pérdida de su herbario y manuscritos durante la ominosa década, 1823–1833, periodo en el que continuó sus investigaciones en Inglaterra—, y otros botánicos, como Juan Isern, que participó en la Comisión Científica del Pacífico; Mariano de la Paz Graells —director del Museo de Ciencias cuya energía y longevidad le permitió presidir la vida científica española durante décadas—,[125] etc.); especialmente en el ámbito de la geología, aplicada a la explotación minera (véase en su sección, más adelante). Pero fue en la fisiología y medicina donde los esfuerzos personales de meritorias individualidades iniciaron las bases y constituyeron los equipos (vinculados a departamentos universitarios de las facultades de medicina) de lo que en el siglo siguiente constituirá la parte más brillante de la actividad científica española. Entre ellos pueden citarse Mateo Orfila (toxicología), Diego de Argumosa (cirugía), Ramón Turró (fisiología y psicología),[126] José María Esquerdo (neuropsiquiatría),Jaime Ferrán (bacteriología), Luis Simarro y Nicolás Achúcarro (neurocientíficos). Pese a ello, la penuria de medios caracterizó toda esa época.

    ¡Ah! ¡Quién tuviera esos magníficos objetivos a que Flemming, Strasburger y Carnoy deben sus descubrimientos! ¡quién pudiera poseer un Seibert 1/16 ó un Zeiss 1/18! Aquí desgraciadamente las facultades no tienen material y, aunque yo me empeñara en pedir uno de esos objetivos, no me lo permitiría el decano por falta de fondos. Mucho envidio más aún esa riqueza de medios técnicos de que ustedes gozan, con la que se hace cuanto se quiere. Yo tengo que resignarme con un objetivo 8 de inmersión Verick y éste gracias a que es de mi propiedad [se lo había comprado en 1877], que por la Facultad no tendría más que un 5 ó 6 Nachet.


    Carta de Santiago Ramón y Cajal a Antonio Vicente Dolz, 1 de enero de 1885 (el destinatario estaba en Lovaina).[127]
    En el mismo año 1885 Cajal consiguió de la Diputación de Zaragoza un Zeiss, en agradecimiento por su informe sobre la campaña (muy incomprendida) de vacunación contra la epidemia de cólera de Jaime Ferrán en Valencia. Gracias al regalo pudo abordar, sin recelos y con la debida eficiencia, los delicados problemas de la estructura de las células y del mecanismo de su multiplicación.[128]

    Graellsia isabellae, cuyo nombre se debe a la reina Isabel II de España y a su descubridor, el naturalista Mariano de la Paz Graells (quien la estuvo buscando entre 1837 y 1848, para confirmar los rumores de la existencia de una espectacular mariposa desconocida).[129] Durante mucho tiempo se consideró endémica de la Sierra de Guadarrama, y en la actualidad se han localizado poblaciones dispersas en algunas otras cordilleras peninsulares, e incluso se la ha introducido artificialmente en Francia.
    Rogelio Inchaurrandieta y Páez, ingeniero, geólogo y arqueólogo. Director de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, intervino en algunas de las más importantes obras públicas de mediados del siglo XIX, como el Canal de Isabel II.
    Submarino Peral en 1888. Isaac Peral, marino militar, destacó en trabajos de ingeniería (planos del canal de Simanalés —Filipinas) y misiones de carácter científico, escribió un Tratado teórico práctico sobre huracanes y ocupó la cátedra de Física-Matemática de la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada (1883). Su submarino, construido en el Arsenal de la Carraca de Cádiz, y probado con éxito en Cartagena entre 1888 y 1890, no consiguió el apoyo gubernamental, y no se desarrolló. El propio Peral, objeto de una campaña de desprestigio, se licenció y murió al poco tiempo.
    Narciso Monturiol, diseñador de otro de los precedentes del sumbarino: el ictíneo, que fue probado en Barcelona en 1859 (propulsión manual a cargo de tres tripulantes). Para construir un segundo modelo, mucho más sofisticado, constituyó una sociedad (La Navegación Submarina, que reunió 300.000 pesetas en suscripciones —pensaba emplearlo en la explotación del coral). Al no conseguir superar las muchas dificultades del diseño y construcción, el proyecto acabó en fracaso (1868).
    [130]

    La recepción del evolucionismo[editar]José de Letamendi habría sido el primero en hablar de las ideas de Darwin, para criticarlas desde una perspectiva tomista, en el Ateneo Catalán (1867). En 1876 se articulan los defensores del evolucionismo en torno a la Revista Contemporánea de José del Perojo. El anatomista Peregrín Casanova Ciurana entró en contacto con Haeckel (correspondencia entre 1876 y 1886). Su discípulo, Ramón Gómez Ferrer, publicó en 1884 un estudio sistemático sobre las ideas vigentes acerca de la herencia. A partir de entonces, la escuela histológica española (Luis Simarro y Santiago Ramón y Cajal y las Sociedades de Anatomía e Histología, fundadas en Madrid durante la revolución de 1868) tendrá al evolucionismo como supuesto, aunque con malinterpretaciones vitalistas y finalistas. Lo mismo ocurría en manuales como el de fisiología general de Balbino Quesada (1880). Otro campo interesado fue la geología (Juan Vilanova y Piera, seguidor de Armand de Quatrefages). También la Sociedad Antropológica Española fue una institución receptiva al evolucionismo, al contrario que otras totalmente opuestas, como las Academias de la Lengua y de la Historia; aunque en general las ciencias sociales fueron las más entusiastas en defender el evolucionismo (Instituto de Sociología de Madrid, fundado por Manuel Sales y Ferré y Pedro Estasen y Cortada—, y personalidades intelectuales de otros ámbitos, como Antonio Cánovas del Castillo, Miguel de Unamuno, Valentín Almirall y Antonio Machado y Núñez —médico, antropólogo, zoólogo y abuelo del poeta homónimo—). La polémica entre darwinistas y antidarwinistas no se limitó a la anteriormente referida expulsión del catedrático de Santiago González Linares y los demás que encontraron refugio en la Institución Libre de Enseñanza, sino que se extendió a todos los rincones de España: por ejemplo, la publicación por fascículos de la Historia Natural de Canarias de Gregorio Chil y Naranjo (Las Palmas, 1876) produjo un considerable escándalo, con intervención del obispo, y que suscitó su defensa por Paul Broca en la Sociedad Antropológica de París. En otras zonas fueron catedráticos de instituto (Rafael García y Álvarez en Granada, Máximo Fuerte Acevedo en Badajoz) los que se enfrentaron a los reaccionarios locales, con consecuencias más o menos penosas.[131]


    El diseño de la etiqueta de Anís del Mono (Ramón Casas, 1897) se hizo con claras referencias a Darwin, cuyo rostro se caricaturiza en el de un mono que exhibe este cartel: Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento.El amigo o amiba,

    Que del agua nació con alma viva,

    Cuando le dio la gana

    En pez se transformó, si no fue en rana;

    Ensanchando más tarde sus pellejos

    Formó... varios bichejos.

    De estas transformaciones como fruto

    Resultó él Director de un Instituto.

    Si éste sigue la norma

    Veremos en qué bicho se transforma.


    Poema satírico contra Máximo Fuerte Acevedo.
    Las represalias antidarwinistas continuaban en fechas tan tardías como 1895, cuando Odón de Buen fue separado de su cátedra de Barcelona; pero la respuesta social fue mucho más viva: las movilizaciones estudiantiles de protesta obligaron a cerrar dos meses la Universidad y terminaron haciendo que el gobierno de Cánovas del Castillo revocase su decisión.[132]

    Pocos años más tarde, en 1909, centenario del nacimiento de Darwin, la prensa se hizo eco de la polémica pro y antidarwinista, siendo notable la repercusión del homenaje de los estudiantes de medicina de Valencia (se llegó a decir que había sido mayor que el de Londres); una buena muestra de la normalización del pensamiento darwinista en la enseñanza superior española, la profundidad y amplitud de la popularización del mismo, y la continuidad de la utilización polarización del tema en la España de la Restauración.[133]

    Augusto González Linares.
    Peregrín Casanova.
    Ramón Gómez Ferrer.
    Manuel Sales y Ferré.

    Comisión científica del Pacífico (1862–1865, formada por Marcos Jiménez de la Espada y otos expedicionarios, entre los que estuvieron el zoólogo Francisco de Paula Martínez y Sáez, el antropólogo cubano Manuel Almagro y el botánico Juan Isern y Battló. El fotógrafo de la expedición (uno de los primeros documentalistas) fue Rafael Castro y Ordóñez.Expediciones españolas del siglo XIX[editar]Aunque de dimensiones mucho más modestas que las expediciones de la época del imperialismo europeo, hubo algunas expediciones científicas españolas herederas de las del siglo XVIII: la de la Comisión Científica del Pacífico (Marcos Jiménez de la Espada, 1862–1865); la expedición (esencialmente militar) a Guinea Ecuatorial de Juan José Lerena y Barry (1843), también inventor (telégrafo óptico de uso naval —1829—, que se implantó en líneas terrestres entre Madrid, Aranjuez y La Granja —de 1831 a 1838); la expedición científica del comandante Julio Cervera, el geólogo Francisco Quiroga y el intérprete Felipe Rizzo al Sáhara Occidental en 1886;[134] La de Francisco Noroña al Océano Índico y Filipinas; las de Manuel Iradier (1868 y 1877); y algunos otros periplos individuales o colectivos con fines más o menos científicos o aventureros (Francisco de Paula Marín —introductor de la piña en Hawái—, José María de Murga —el «Moro Vizcaíno»—, Joaquín Gatell y Foch —«Caid Ismail», Marruecos y el Sahara—, Víctor Abarques de Sostén —Mar Rojo y Abisinia—, Cristóbal Benítez —Tumbuctú y Senegal—, Bonelli, Álvarez Pérez, Bens y Capaz —Río de Oro e Ifni).

    Se fundó en 1876 una Sociedad Geográfica de Madrid (posteriormente denominada Real Sociedad Geográfica), con propósitos similares a otras como la francesa (1821), la prusiana (1828), la Royal Geographical Society (británica, 1830), o la más tardía National Geographic Society (estadounidense, 1888). En 1877 se creó la Asociación Española para la Exploración de África (filial de la Asociación para la Exploración del Congo vinculada a Leopoldo II de Bélgica), y en 1883, a iniciativa de Joaquín Costa una Sociedad Española de Africanistas y Colonistas (sic).[135] Con implantación en Barcelona se creó la Sociedad de Geografía Comercial; y en Granada, con participación de Ángel Ganivet, la Unión Hispano-Mauritana (arabistas y universitarios tanto españoles como norteafricanos, que editaba La Estrella de Occidente —1880— y Al Andalus (revista)).[136]

    Inicios de la fotografía y el cine[editar]El primer daguerrotipo se impresionó en Barcelona en 1839. Desde los años 1840 José de Albiñana se profesionalizó como fotógrafo, llegando a retratista de cámara de Su Majestad,[137] aunque la fotografía española de mediados del del siglo XIX se caracterizó por la presencia de fotógrafos extranjeros, como el inglés Charles Clifford o el francés Jean Laurent.[138]

    Véanse también: Historia de la fotografía en España, Fotografía en España, Periodismo fotográfico#España y :Categoría:Fotografía en España.
    Hay documentación escrita de alguna actividad cinematográfica en España en 1895, aunque su manifestación pública con mayor repercusión tuvo lugar en mayo de 1896, cuando con pocos días de diferencia un Teatrograph (similar a las máquinas Edison) y una máquina Lumière (del equipo de Alexandre Promio) se presentaron en los días previos a las fiestas de San Isidro de Madrid, filmando y exhibiendo sus películas. En octubre del mismo año se filmaron dos escenas de las fiestas del Pilar de Zaragoza por los primeros camarógrafos españoles (Eduardo Jimeno padre e hijo), y poco después se rodó en Barcelona la primera película de ficción (Riña en un café, Fructuoso Gelabert, 1897 —la fecha es sólo probable).

    Véanse también: Historia del cine en España, Cine español#Inicios y Cine catalán#Historia.
    Los inicios de la electrificación en España[editar]Artículo principal: Historia de la electricidad en España.
    En 1875 la Escuela de Ingenieros importó una una máquina Gramme y una luz de arco que utilizó para el alumbrado, en su gabinete de física. Desde entonces se divulgó lentamente la electrificación, gracias a ingenieros como Narcís Xifra Masmitjà, Francisco de Paula Rojas Caballero-Infante, Lluís Muntadas Rovira o Josep Mestre Borrell (véase Ingeniería industrial (España)). En 1881 se fundó la Sociedad Española de Electricidad en Barcelona, primera empresa que producía y distribuía fluido eléctrico a otros consumidores. También construía diversos aparatos eléctricos, y sobre todo promocionó la electrificación de las principales ciudades (Barcelona, Madrid, Valencia y Bilbao). La primera red de alumbrado público urbano se inauguró en Gerona en 1886, y poco después la primera línea de tranvía con tracción eléctrica en Bilbao.[139] En 1897-1899 se instaló a orillas del Ebro la Sociedad Electroquímica de Flix, primera industria española de ese tipo (tercera de Europa) para la fabricación del cloro y la sosa demandados por la industria textil.[140]

    Los ferrocarriles en España[editar]
    Impulsores, accionistas e ingenieros de la línea Barcelona-Mataró. Locomotora número 12. Estación término, actualmente Estación de Francia, 1848.Artículo principal: Historia de los ferrocarriles en España.
    El primer ferrocarril español en territorio europeo cubrió la línea Barcelona-Mataró (28 de octubre de 1848), a cargo de una compañía de capital inglés y español (principalmente catalán y cubano), y con tecnología e ingenieros ingleses. Diez años antes, el 19 de noviembre de 1837, se había abierto el primer ferrocarril español, pero en América: la línea La Habana-Bejucal, en Cuba. La línea Madrid-Aranjuez (Tren de la Fresa) se inauguró el 9 de febrero de 1851. El diseño del trazado nacional fue esencialmente radial (une Madrid con la periferia), con pocas conexiones transversales (alguna de ellas, como la Santander-Mediterráneo nunca se concluyó); y a pesar de su baja densidad en comparación con otros casos europeos, fue de muy lenta construcción: no completó sus partes esenciales hasta finales de siglo.

    La dificultad más importante del trazado ferroviario español era la necesidad de salvar fuertes desniveles que caracterizan el aislamiento orográfico de la Meseta central con las demás unidades geográficas, y de cada una de estas entre sí. La razón esgrimida para optar por un ancho de vía mayor que el europeo (ancho ibérico) por el informe de la Comisión de Ingenieros de caminos de la Dirección general del ramo de 2 de noviembre de 1844 (ingenieros Juan Subercase[141] y Calixto Santacruz[142] ) fue permitir un mayor tamaño de las ruedas y con ellas una mayor velocidad. También un mayor ancho permite un mayor tamaño de las calderas. Otra de las razones que suele esgrimirse (y que se pone en relación con que también Rusia optó por un ancho mayor) es el dificultar por ese medio una hipotética invasión militar, aunque no parece que fuera la que más influyó en la decisión; de hecho, Portugal optó por el ancho español. La Ley General de Caminos de Hierro de 1855 homogeneizó el ancho español que siguieron las líneas principales, a excepción de las líneas del Cantábrico (por razones orográficas: un ancho menor ahorra costes en el trazado de las curvas, allí muy abundantes, lo que determinó que se usase la vía estrecha).[143]

    Las principales compañías ferroviarias se formaron con predominio de capital extranjero (francés, inglés y belga) y se beneficiaron de una legislación protectora que les permitía importar prácticamente libre de derechos todo su material: Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España —la propietaria de la Estación del Norte de Madrid—, Compañía del Ferrocarril de Madrid a Zaragoza y Alicante —MZA, la propietaria de la Estación de Atocha de Madrid—, la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste y la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, fusionadas en 1941 en la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE).


    Chimenea de la fábrica textil El Vapor Aymerich, Amat i Jover, Tarrasa (arquitecto Lluís Muncunill, 1907–1908). El edificio se ha transformado en el actual Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña, que exhibe una amplia muestra de maquinaria textil y de otro tipo de industrias, de todas las épocas.El textil y la ingeniería en Cataluña[editar]Los inicios de la industria textil catalana fueron muy precoces (las indianas del siglo XVIII) y no carentes de innovaciones, por ejemplo la creación autóctona de la máquina hiladora «bergadana» (Ramon Farguell, 1790–1795), un caso de transferencia tecnológica por imitación de la jenny, la famosa hiladora manual inglesa. Desde comienzos del siglo XIX se importaban unidades de la «mula» de Samuel Crompton (hiladora con tracción adaptable tanto a rueda hidráulica como a máquina de vapor). La fábrica «El Vapor» (hermanos Bonaplata, 1832) fue incendiada poco tiempo después en una acción similar a la de los luditas ingleses, aunque en el contexto de la quema de conventos de 1835. En la década de 1840 la siguiente generación de maquinaria recibió el curioso nombre de «selfactinas» (adaptación del inglés self-acting machines), aun así, con un nivel técnico inferior al británico.[144] A pesar de todo ello, la trayectoria industrial de los textiles catalanes, sufrió a lo largo del siglo XIX graves discontinuidades debidas fundamentalmente a coyunturas bélicas y políticas (Guerra de Independencia Española, Guerras Carlistas, golpes militares en que se basó la alternancia entre moderados y progresistas y —que incluyeron el bombardeo de Barcelona (1842) por Espartero o la quema de conventos de 1835—, y la desaparición del mercado colonial por la Independencia Hispanoamericana —a excepción de Cuba hasta 1898— o levantamientos obreros como el conflicto de las selfactinas). A la reserva de ese mercado cautivo para los productos textiles catalanes se sumaba la del depauperado mercado interno español, sobre el que se exigían barreras proteccionistas en discusión con los intereses de exportación al exterior de la oligarquía terrateniente castellano-andaluza (formada por los intereses compartidos de la alta nobleza y burguesía tras la desamortización), que conseguían altos precios para las exportaciones agrícolas en un mercado internacional sometido periódicamente a tensiones (Guerra de Crimea, crisis de la filoxera). A finales del siglo XIX, la pérdida de Cuba y la crisis agrícola precipitó un consenso de ambos grupos de interés en sentido proteccionista, lo que convirtió a España en uno de los países más proteccionistas del mundo, al menos hasta 1959.

    Las sinergias que la industria textil contribuyó a generar supuso el desarrollo de un significativo número de proyectos industriales metalúrgicos y mecánicos en Cataluña (Valentín Esparó Giralt —Valentín Esparó y Consocios, adquirida a la compañía Bonaplata en 1839—, Sociedad La Barcelonesa —Tous, Ascacíbar y Compañía, Nicolás Tous Mirapeix y Celedonio Ascacíbar, 1838—, La España Industrial —primera gran instalación industrial de Barcelona, 1847—, Maquinista Terrestre y Marítima, 1855), así como de instituciones científicas asociadas Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona (1851).

    La explotación minera en el siglo XIX. La siderurgia malagueña, asturiana y vasca[editar]
    Altos Hornos de Málaga. Fábrica de La Constancia, 1847
    Taller de la Rio Tinto Company Limited.
    Vagoneta abandonada en una boca de las minas de cobre de Texeo (Riosa, Asturias), utilizadas desde la prehistoria y redescubiertas en 1888 por el ingeniero belga Alejandro Van Straalem (que trabajaba en las minas de mercurio de Soterraña). Fueron explotadas por The Aramo Cooper Minas Ltd, y más adelante por ENSIDESA y HUNOSA.[145]
    El puente colgante denominado de Vizcaya, construido entre 1888 y 1893, cruza la ría del Nervión de Portugalete a Las Arenas. En primer plano de esta imagen, el mareómetro.El primer complejo siderúrgico español importante en la época de la primera Revolución Industrial se llevó a cabo en la provincia de Málaga, con unos altos hornos en la Fábrica de La Concepción (1826) en Marbella, y otros en Málaga en la Fábrica de La Constancia (1833), ambos impulsados por el industrial Manuel Agustín de Heredia. Otra siderúrgica malagueña se denominó El Ángel esta por iniciativa de Juan Giró. La diversificación en otros sectores corrió a cargo del mismo grupo de familias de la oligarquía burguesa malagueña, como los Larios, que fundaron conjuntamente en 1846 Industria Malagueña S.A.. También fue importante la actividad del financiero José de Salamanca y Mayol, ennoblecido como Marqués de Salamanca. El problema de este foco industrial era la inexistencia de hulla local, lo que produjo la deforestación del entorno (por el carboneo para obtener carbón vegetal) y la necesidad de importar carbón desde Inglaterra al puerto de Málaga, debido a la falta de puertos industriales en Asturias que posibilitasen embarcar el carbón nacional, beneficiado por la política proteccionista (el Estado gravaba la importación de carbón británico con tasas de hasta el 50%). La consiguiente elevación de los costes de producción de la industria malacitana, perjudicó su viabilidad o posible crecimiento; que tampoco tuvo remedio con el proyecto de ferrocarril (iniciativa de varios de estos industriales y uno de los primeros de España -1851-), de la línea Córdoba-Málaga, pues las obras y los trámites administrativos se dilataron en el tiempo (finalizado en 1866). Cuando llegó carbón mineral a Málaga, los productos catalanes y vascos ya eran más competitivos. El declive de la actividad fue visible desde 1860.[146]

    La «localización racional» sería la que se impondría por factores geológicos y de transporte: una gran ventaja era la cercanía a las cuencas de carbón mineral de Asturias (Mieres y Langreo), que tenían las fábricas de Mieres (1848, inglesa, comprada en 1852 por la Compagnie Minière et Métallurgique des Asturies, disuelta en 1868 y readquirida por Numa Guilhou) y La Felguera (Pedro Duro y cía.). La minería y la siderurgia asturiana se habían desarrollado desde que a finales del siglo XVIII la intervención de Jovellanos y del Conde de Toreno (Descripción de varios minerales..., 1781) pusieran de manifiesto sus potencialidades. En 1773 y a existió una Compañía de San Luis con técnicos ingleses, y el primer horno de coque fue instalado por Fernando de Casado y Torres en 1792. En 1794 se creó la Fábrica de municiones gruesas de Trubia (para evitar la cercanía a la frontera de la navarra de Orbaiceta). La Real Compañía Asturiana de Minas fue fundada en 1833 por el Marqués de Casa Riera, la Aguado Muriel y Cía por el financiero Alejandro Aguado en 1836 y la Asturiane Minning Company por John Mauby en 1844. La introducción de técnicas modernas vino con más lentitud (primer lavadero mecánico por el ingeniero Luis Adaro, un verdadero empresario schumpeteriano, primera fábrica de cemento en Tudela Veguín, de la Banca Masaveu).[147]

    Artículo principal: Minería en España.
    Los sucesivos cambios en la Ley de Minas de España, terminaron produciendo una verdadera desamortización del subsuelo que desató una carrera internacional por participar en la explotación de las riquezas mineras españolas. En ella destacó la intervención de capitales, tecnología, personal científico y técnico y know how de origen británico, francés y belga principalmente. De 1834 data el primer mapa geológico, del cartógrafo francés Frederic Le Play, centrado en una zona de alto interés: Extremadura y el norte de Andalucía. Poco después se realizó el Mapa Petrográfico del Reino de Galicia, de Guillermo Schulz (1835).[148] El Instituto Geológico y Minero de España se fundó en 1849. Notables geólogos fueron Casiano del Prado, José Macpherson y Hemas, Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan, Augusto González de Linares, Lucas Mallada, etc.

    La Ley de Minas de 1825 establecía el principio del dominio eminente de la Corona sobre las minas, dejando en situación precaria a los concesionarios privados. Las reformas sucesivas (Ley de minas de 1849 y Ley de minas de 1859) fueron menos regalistas y más favorables a la iniciativa privada, pero no fue hasta la Revolución de 1868 (ley de bases sobre minas de 29 de diciembre de 1868) que se desató una verdadera fiebre minera que se prolongó hasta finales del siglo XIX. Esa Ley de minas de 1868 simplificó la adjudicación de concesiones y proporcionaba suficiente seguridad al concesionario. A ello se sumó, entre otras medidas complementarias y la política general de los gobiernos del Sexenio Revolucionario, la Ley de libertad de creación de sociedades mercantiles e industriales de 19 de octubre de 1869, que incluía a las sociedades mineras.

    Entre las razones que se aducen para explicar esa política de concesiones mineras a empresas extranjeras, están las dificultades presupuestarias (la deuda pública, proveniente de la quiebra de la monarquía absoluta y que se intensificó con las guerras carlistas, hizo que el escaso crédito internacional de España convirtiese en una inversión arriesgada cualquiera que se proyectase para ese país), la ideología liberal y librecambista de los revolucionarios de 1868; y más técnicamente los factores de demanda (es decir, no sólo el deseo del gobierno, sino fundamentalmente la creciente demanda internacional de minerales: cobre, azufre, cinc, plomo). Para responder a esa demanda era necesario levantar una industria metalúrgica de implosible creación con los escaasos recursos internos: ni el capital ni la técnica necesaria se podían improvisar; ni era previsible que los fuera a haber en mucho tiempo. La decisión ante la que se enfrentaban las autoridades hacia 1870 era permitir la explotación de las minas con ayuda sustancial del capital extranjero y con vistas a la exportación, o condenarlas a permanecer inactivas.

    Para el caso concreto del hierro, la industria siderúrgica inglesa (el taller del mundo durante la era victoriana) fue determinante para el desarrollo minero y metalúrgico español. Las transferencias tecnológicas en el sector del acero supusieron la introducción del convertidor Bessemer, que precisa un lingote libre de fósforo, proveniente de un mineral de hierro cuya presencia en la naturaleza es relativamente escasa. El mejor situado era el de la cuenca minera vizcaíno-santanderina. Los yacimientos malagueños estaban bastante más lejos para los ingleses; mientras que los suecos (Kiruna-Gallivare) se encuentran mucho más apartados de la costa. Desde 1871 se fundaron más de veinte compañías británicas con presencia en la minería española del hierro: la Orconera Iron Ore and Railway Company, la Salvador Spanish Iron Company, y la Marbella Iron Company. También francesas: Schneider, Franco-Belge des Mines de Somorrostro (Valle de Somorrostro). Incluso hubo algunas españolas (Ybarra). A finales del siglo XIX España era el mayor exportador de mineral de hierro en Europa, con una enorme desproporción entre producción y exportación.

    El valor acumulado a lo largo del siglo XIX de las exportaciones de plomo superó al del hierro, al exportarse ya beneficiado. Su localización también era diferente, al situarse sobre todo al sur peninsular (Sierra de Gádor, Sierra Almagrera y Sierra minera de Cartagena-La Unión). El cobre se concentraba en Huelva (Minas de Riotinto y Tharsis). Las piritas para la obtención de sosa cáustica y ácido sulfúrico se explotaron desde 1866 por la Tharsis Sulphur and Copper Company (por subrogación de la Compagnie des Mines de Cuivre d'Huelva, 1855). El mercurio de las Minas de Almadén fue arrendado por los Rothschild. El cinc de Reocín fue explotado por la Real Compañía Asturiana de Minas de capital belga.[149]

    Véase también: Categoría:Minería de España, minería andaluza (minería onubense —Rio Tinto Company Limited (1873)— Pozoblanco, Los Pedroches, Aznalcóllar, Linares (Jaén)) minería extremeña (Mina La Jayona, 1900), minería murciana (Historia de Cartagena (España), Portmán, La Unión (España)), minería asturiana (Cuencas Mineras (Asturias)), minería leonesa, minería vasca, minería aragonesa, etc.

    La siderurgia vizcaína tenía la ventaja del mineral de hierro, con ferrerías desde la Edad Media, pero subdesarrollada hasta mediados del siglo XIX. En 1841 Santa Ana de Bolueta (Begoña) tuvo la primera sociedad anónima, constituida por un grupo bilbaíno, que levantó un alto horno en 1848 y dos más en 1860. La familia Ybarra comenzó con una ferrería tradicional en 1827 que se convirtió en fábrica en Baracaldo en 1854, convertida en compañía comanditaria (Ybarra y Compañía) en 1860. El gran negocio de la exportación de hierro a Inglaterra permitió el desarrollo de una siderurgia que utilizara el retorno de los barcos, que para no dejar vacías las bodegas, volvían cargados de carbón inglés, lo que convertía a la ría del Nervión en una verdadera bocamina de los dos elementos necesarios (carbón y hierro). Francisco de las Rivas, convertido en conde de Mudela, abrió la Fábrica de San Francisco (el Desierto, Sestao, 1879); mientras que Ybarra se convirtió en sociedad anónima (Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero, 1882, con capital y dirección combinado entre capitalistas vascos y catalanes). También de 1882 es La Vizcaya, mientras que de 1888 es la Sociedad Anónima Iberia. Las tres empresas se fusionaron en Altos Hornos de Vizcaya (1902). La introducción de tecnología puntera fue muy ágil: la sustitución de los hornos de pudelar y el método del crisol (métodos en los que la proporción de hierro y carbono —para obtener hierro forjado o dulce, acero o hierro colado— se hacía con criterios prácticamente artesanales) se produjo a mediados de los 1880, con el sistema Bessemer, poco después los hornos Martin-Siemens y el Thomas-Gilchrist, que permiten la precisión necesaria para fabricar acero en cantidades masivas.[150] En 1897 se creó la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, que no se pondría en funcionamiento hasta 1899. Desde 1846, el Colegio General de Vizcaya (fundado a iniciativa del Consulado, Ayuntamiento y Diputación) impartía enseñanzas industriales, normalizadas desde 1850 con el plan estatal, y en 1879 las mismas instituciones impulsaron la creación de la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao tomando como modelo la de Barcelona. Desde 1886, el Colegio de Estudios Superiores de Deusto incluyó entre sus estudios una Preparatoria de Ingenieros y Arquitectos.[151]


    Ramón Menéndez Pidal y María Goyri en 1900, haciendo la ruta del Cid en su viaje de bodas.La incorporación de la mujer a las instituciones culturales españolas del siglo XIX[editar]En 1837 se concedió por primera vez acceso a la Biblioteca Real de Madrid a las mujeres, tras la solicitud de Antonia Gutiérrez Bueno (hija del químico ilustrado).

    La revolución de 1868 permitió el acceso de la mujer a la Universidad, una posibilidad que en la Edad Media y el Renacimiento se había dado esporádicamente (y no tanto para la obtención de títulos como para el seguimiento informal de los estudios) y que la Contrarreforma había cerrado drásticamente (con la excepción señadada de Isidra de Guzmán a finales del XVIII). Una ley de 1880 planteó la necesidad de un permiso especial para la admisión de mujeres, requisito que se suprimió en 1910. Ninguna mujer fue profesora universitaria hasta que Julio Burell creó la Cátedra de Literaturas Románicas de la Universidad de Madrid para Emilia Pardo Bazán (1916).[152] Ella y Concepción Arenal (que había asistido clandestinamente, vestida de hombre, a la facultad de derecho en 1841) fueron las dos personalidades más destacadas que desde mediados del siglo XIX venían impulsando con su ejemplo intelectual y vital la incorporación de la mujer a las instalaciones culturales españolas, como por ejemplo el Ateneo de Madrid.

    Una generación más tarde, ya hubo varias mujeres que pudieron incluso plantearse acudir a la universidad, para lo que tuvieron que salvar no pocos obstáculos. Solían ser las ciencias sociales y la literatura los ámbitos a los que por entonces se dirigían las pretensiones femeninas, como por ejemplo las de María Goyri y Carmen Gallardo (1891);[153] pero anteriormente hubo mujeres matriculadas en medicina: María Elena Maseras (Barcelona, 1872) y Manuela Solís Clarás (Valencia, 1882), que llegó a publicar en 1907 un tratado sobre embarazo y lactancia que prologó su antiguo profesor Ramón y Cajal.[154] Otra de las que suelen ser citadas como primera universitaria fue Matilde Padrón (1888), de quien Ortega y Gasset dijo, en una muy poco feminista expresión, que era la mujer más inteligente que había conocido.[155]

    ¡No quiero doctores con faldas!


    De un catedrático de medicina a una de las primeras universitarias.[156]
    La mujer ni puede ni debe ejercer las diversas profesiones del hombre (...) jamás cedamos a sus halagadores engaños de sirena (...) pronto vendrían a quedarse con toda la casa.


    Revista Siglo Médico, 1889.[157]
    Una misionera protestante, Alice Gordon Gulick, fundó el International Institute for Girls in Spain, con sedes en Santander y San Sebastián, donde profesoras norteamericanas daban clase a jóvenes españolas. Más adelante, en 1915, esta institución contribuyó a la creación de la Residencia de Señoritas de Madrid, dentro de la que destacaba el Laboratorio Foster de Química.[158]

    Ciencia y técnica en el siglo XX español[editar]Las últimas expediciones coloniales[editar]Artículo principal: Expediciones españolas.
    El primer tercio del siglo XX constituye la última oportunidad de expansión colonial para un Imperio español que había sufrido el trauma del desastre de 1898 con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en beneficio de Estados Unidos (lo que también obligó a liquidar por venta a Alemania el resto de islas del Pacífico, que quedaban sin posible gestión). La única posibilidad era aumentar la presencia en África Occidental, zona a la que se orientaron los esfuerzos militares, diplomáticos y científicos.[159] En el aspecto institucional, se creó la Liga Africanista Española en 1913, tras la adjudicación a España del una zona del protectorado de Marruecos.[160]

    Expediciones al interior: el «redescubrimiento de España»[editar]Orientadas al interior de las fronteras de la metrópoli, se efectuaron otro tipo de expediciones científicas, como la Comisión Científica a Galicia (1921–1929), la expedición a Canarias de César Labrado (1905–1906), los estudios y exploración florística de la Mancha de José González-Albo (1934)[161] o las Campañas Ictiológicas y Pesqueras de 1939.[162] Responden al redescubrimiento de España, su paisaje y paisanaje,[163] característico del ambiente intelectual krausista y regeneracionista, cuya dimensión literaria fue la generación de 1898, y que se expresó también en el surgimiento de la pedagogía del excursionismo (muy utilizada por la Institución Libre de Enseñanza) y las sociedades excursionistas (Centro Excursionista de Cataluña, Sociedad Castellana de Excursiones —1903—, Grup Excursionista i Esportiu Gironí —1919).

    Consideración especial mereció la zona de Las Hurdes, objeto de un divulgadísimo conjunto de viajes antropológicos y de preocupación social iniciados por Maurice Legendre y que terminaron implicando a Miguel de Unamuno (1914), Gregorio Marañón (Comisión Sanitaria de abril de 1922) y al propio rey Alfonso XIII (junio de 1922); a raíz de los cuales se filmó el polémico documental de Luis Buñuel (Las Hurdes, tierra sin pan, 1933).

    También en la provincia de Cáceres, identificada como la zona más afectada por la malaria en España, se estableció en 1925 el Instituto Antipalúdico de Navalmoral de la Mata, centro de investigación y experimentación impulsado por el doctor Gustavo Pittaluga y dirigido por Sadí de Buen.

    A principios del siglo XX comienza la extensión de una red de observatorios específicamente meteorológicos, emancipados de los observatorios astronómicos que hasta entonces habían acogido la recogida de datos meteorológicos como un apéndice de su principal función (Real Instituto y Observatorio de la Armada —Cádiz— y Real Observatorio Astronómico —Madrid—, creados en el siglo XVIII). El primero fue el observatorio de Monte Igueldo de San Sebastián (1905, por el párroco de Zarauz Juan Miguel Orcolaga),[164] y poco después el observatorio de Fabra (en el Tibidabo de Barcelona, fundado por Camil Fabra, marqués de Alella en 1901, pero cuya construcción no finalizó hasta 1905),[165] el observatorio del Ebro (vinculado a los jesuitas, que lo fundaron en 1904 —Roquetes, cerca de Tortosa, en el Bajo Ebro— como observatorio astronómico —relaciones Sol-Tierra— y se integró en la red meteorológica en 1920),[166] el observatorio de Toledo (1908, dependiente del Instituto de Bachillerato —profesor Miguel Liso) y muchos otros.[167] El Instituto Nacional de Meteorología remonta sus primeras instituciones fundacionales a mediados del siglo XIX,[168] aunque su primera configuración como Instituto Central Meteorológico no se realizó hasta 1888, por la insistencia de Francisco Giner de los Ríos, que promovió el nombramiento de Augusto Arcimis como primer director, y que hasta 1906 no dispuso de más personal que un ayudante y un ordenanza.[169] Asociado a ambos tipos de observatorios se fue completando una red de observatorios geofísicos (sismógrafos, mediciones magnéticas, etc.).

    El desarrollo de la electrificación en España[editar]Artículo principal: Historia de la electricidad en España.
    El Metro de Madrid se inauguró el 17 de octubre de 1919. Ese mismo año se produjo la primera gran huelga del sector: la huelga de La Canadiense, lo que testimonia que tanto el número de trabajadores como sus condiciones de trabajo se habían equiparado significativamente con los demás sectores industriales. La dictadura de Primo de Rivera impulsó, desde una perspectiva de nacionalismo económico, sectores de vanguardia en telecomunicaciones, como la radiodifusión (véase Radio en España) y la telefonía (Compañía Telefónica Nacional de España, en régimen de monopolio). La autarquía del primer franquismo impulsó la concentración y nacionalización parcial del sistema de generación y distribución eléctrica, lo que produjo un oligopolio de empresas,[170] que se reordenó con las privatizaciones y fusiones propias de la economía española posterior a la incorporación a la Unión Europea (1986).

    La ciencia y la tecnología en la «Edad de Plata»[editar]
    Residencia de Estudiantes. Enclavada desde 1910 en una zona de lo que entonces eran las afueras del norte de Madrid (los Altos del Hipódromo, donde desde 1887 ya estaba el Museo Nacional de Ciencias Naturales —heredero del Real Gabinete de Ciencias— y que posteriormente acogió también al CSIC), sirvió de centro de intercambio de ideas de la juventud vanguardista española entre sí y con sus maestros, lo que en ese momento (la denominada edad de plata) significaba el contacto de tres generaciones decisivas para la cultura española (las denominadas generación de 1898, generación de 1914 y generación de 1927). También se concibió para una esencial proyección internacional (era resultado de la actividad de la Junta para la Ampliación de Estudios), y acogió visitas de científicos del máximo prestigio, como el propio Albert Einstein[171] en su gira por España de 1923, que incluyó a Barcelona y Zaragoza. Entre las personalidades con que el genial físico tomó contacto se contaron, en el mundo literario: Pío Baroja, José Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, Eugenio d'Ors, Miguel de Unamuno o Bartolomé Cossío; y entre las de formación científica: Julio Rey Pastor, Blas Cabrera, Esteban Terradas, Gregorio Marañón y José Rodríguez Carracido.[172]La Edad de Plata de las letras y ciencias españolas[173] es el nombre con el que suele designarse al primer tercio del siglo XX, caracterizado por un esperanzador florecimiento de las actividades científicas y literarias, de una calidad y repercusión internacional incomparable desde el Siglo de Oro. Comenzó con un hito espectacular: el premio nobel de Santiago Ramón y Cajal (1906) y terminó trágicamente con el estallido de la Guerra Civil Española (1936).

    La mentalidad regeneracionista impregna a los gobiernos de muy distinta orientación política de la monarquía de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera (impulsora de obras públicas de todo tipo, de la electrificación y de los inicios de la telefonía y la radiodifusión) y la Segunda República Española. Particularmente ésta última (o al menos la élite intelectual que impulsó su instauración —Niceto Alcalá Zamora, Manuel Azaña, Julián Besteiro, Fernando de los Ríos, la Agrupación al Servicio de la República —José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala) se percibía a sí misma como un régimen político orientado a la transformación social de España en un sentido laico e ilustrado, que veía a la educación, la ciencia y la tecnología como herramientas esenciales de un progreso en todos los ámbitos (económico, social, institucional), imprescindible para la superación del atraso nacional (cuya conciencia se expresaba contemporáneamente en el denominado debate sobre el Ser de España).

    La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial (1914–1918) significó unas oportunidades de negocio que aprovechó una clase empresarial recién salida del impacto de la pérdida del mercado colonial (1898), aunque no tuviera consecuencias sociales muy positivas (crisis de 1917). Uno de los momentos más brillantes del periodo previo a la Segunda República fue el de las exposiciones internacionales que coincidieron en 1929 y que sirvieron de escaparate internacional de España: la Exposición Iberoamericana de Sevilla y la Exposición Internacional de Barcelona.

    Instituciones científicas y tecnológicas de la «Edad de Plata»[editar]Instituciones clave del periodo fueron la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias (1908) y la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), de origen krausista (el mundo intelectual proveniente de la Institución Libre de Enseñanza). Dependientes de ella, se crearon un conjunto de instituciones anejas: la Residencia de Estudiantes (1910 —véase pie de imagen), el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (1910, dirigido por Cajal) del que a su vez dependía el Laboratorio de Investigaciones Físicas (dirigido por Blas Cabrera, y que fue transformado en Instituto Nacional de Física y Química en 1932 —actual Instituto Rocasolano del CSIC), el Seminario y Laboratorio Matemático (Julio Rey Pastor, 1915), etc. En el mismo ambiente institucionista se fundó el Instituto Escuela (1918 —enseñanza secundaria, hoy convertido en el IES Ramiro de Maeztu). Las ciencias sociales no fueron ajenas al impulso: Centro de Estudios Históricos[174] y Escuela Española en Roma de Arqueología e Historia (dirigidos por Ramón Menéndez Pidal, 1910).

    Otras iniciativas, de muy diverso origen e inspiración, rivalizaron en la fundación de instituciones científicas y tecnológicas de primer nivel: el Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI, 1908, dirigido por los jesuitas —Enrique Jiménez, José Agustín Pérez del Pulgar y Enric de Rafael—, orden que volvió a sufrir, como en 1767, una legislación que la suprimía en España, con la Constitución republicana de 1931; el propio edificio del ICAI fue incendiado en los disturbios anticlericales[175] ), el Laboratorio de Sanidad Municipal, la Academia de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de Zaragoza (1916), el Laboratorio de Investigaciones Bioquímicas de Zaragoza (Antonio de Gregorio Rocasolano, 1918) o el Instituto Español de Oceanografía. Cataluña se demostró especialmente dinámica: Escuela Industrial de Barcelona (patronato creado en 1904, que en 1916 ya había creado siete escuelas), Instituto Químico de Sarriá (Eduardo Vitoria, 1916), Observatorio Fabra (1904), Institut d'Estudis Catalans (1907).

    El Instituto de Radiactividad fue uno de los pioneros en Europa (1910 ó 1911, el de Viena es de 1908 y los de París y Londres de 1910; mientras que el alemán Kaiser Wilhelm Gesellschaft es de 1912[176] ), y es también conocido por el nombre de Laboratorio Amaniel, por la calle de Madrid donde se trasladó en 1914. Su director, José Muñoz del Castillo había comenzado a investigar en su propio laboratorio privado desde 1903 (seis años después del descubrimiento de Henri Becquerel, y el mismo año que éste recibió el Nobel), tras asistir como delegado especial de España al quinto Congreso Internacional de Química Aplicada de Berlín, donde quedó impresionado por el radiotelurio (polonio) de William Markwald. Con gran apoyo académico y político y una singular visión comercial, Muñoz del Castillo realizó el Mapa de la radiactividad en España (1905) y certificaba la radiactividad de aguas termales (con colaboración de los médicos hidrólogos) y de abonos radiactivos (que parecían ser una prometedora aplicación para la radioagricultura). Desde 1909 publicó el Boletín de Radiactividad. La oposición tenaz de Muñoz a admitir la hipótesis de la desintegración radiactiva le fue aislando de los grupos de investigación europeos. Tras su jubilación (1920) el laboratorio se convirió en una institución marginal. Los equipos y el edificio de la calle Amaniel permanecieron inutilizables entre 1940 y 1980 debido a su fuerte contaminación radiológica.[177]

    La ingeniería tuvo su principales figuras en Leonardo Torres Quevedo (Centro de Ensayos de Aeronáutica, Laboratorio de Aeronáutica, Asociación de Laboratorios, Laboratorio de Mecánica Aplicada o Automática del Ateneo de Madrid) y en Esteban Terradas; quien además era un científico de gran altura, del que el propio Einstein diría He descubierto un hombre extraordinario.[118] No obstante, protagonizó un escándalo que dividió al mundo científico en bandos políticos: su nombramiento como catedrático de Ecuaciones Diferenciales (durante la Dictadura) fue revocado en 1931 (tras la proclamación de la República) por cuestiones formales, y al presentarse a oposiciones al año siguiente fue suspendido por un tribunal compuesto por José Barinaga,[178] Fernando Lorente de Nó y Roberto Araujo,[179] quienes a su vez serían represaliados tras la Guerra Civil (por el gobierno de Franco).

    Un grupo de arquitectos catalanes fundó en 1930 el Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC) como rama española del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM).




    El automovilismo español nació con empresas como La Hispano-Suiza e instituciones sociales y deportivas como el Real Automóvil Club de España.

    La aeronáutica española o aviación española, vinculada al ejército desde el 1896 (Servicio de Aerostación Militar dirigido por Pedro Vives y Vich, Parque Aerostático de Guadalajara del Cuerpo de Ingenieros, participante en la Comisión Internacional para la Aerostación Científica[180] ), fue una de las más precoces de Europa, y se le atribuye el primer bombardeo aéreo planificado del mundo (Marruecos, 1913). Heraclio Alfaro Fournier construyó el primer avión español, que sobrevoló Vitoria en 1914. El innovador más importante fue Juan de la Cierva y Codorníu (autogiro), aunque el héroe mediático fue Ramón Franco (Vuelo del Plus Ultra, que cruzó el Atlántico sur en 1926, un año antes que el Spirit of St. Louis cruzara el Atlántico norte). El vuelo del Cuatro Vientos (1933, Barberán y Collar) abrió la ruta aérea del Atlántico central, pero terminó trágicamente en su última escala (La Habana-México). La aviación militar española fue objeto de una cuidada organización (Historia del Ejército del Aire de España, Emilio Herrera Linares, Alfredo Kindelán), y a partir de ella se desarrollaron unas también precoces aviación civil española (Iberia —1927, Horacio Echeberrieta) e industria aeronáutica española (Construcciones Aeronáuticas S.A. —1923, José Ortiz Echagüe).

    Los viajes de ampliación de estudios al extranjero caracterizaron la renovación de la ciencia económica española en el primer tercio del siglo, ejemplo de la cual fue el Servicio de Estudios del Banco de España (1930–1936). Una primera generación del 98 (Antonio Flores de Lemus, Francisco Bernis Carrasco y José María Zumalacárregui Prat) dio paso a una segunda generación del 14 (Luis Olariaga Pujana, Olegario Fernández Baños, Germán Bernácer Tormo, Ramón Carande, A. Viñuelas, G. Franco y A. Cienfuegos) y a una tercera del 27 (Román Perpiñá Grau y Josep Anton Vandellós —o Valdellós).[181]

    La recepción de la revolución relativista[editar]A pesar de que Esteban Terradas y Blas Cabrera presentaron las teorías de Albert Einstein en 1908, sólo tres años después de los famosos artículos de 1905 (Primer Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, Zaragoza), y que algunos físicos, como José María Plans se mostraban receptivos, la mayor parte de los científicos españoles acogieron con mucho recelo el debate científico en torno a la Teoría de la Relatividad y posteriormente la Mecánica cuántica, y evitaron cuanto fue posible el cuestionamiento de los modelos clásicos diseñados para la pervivencia del paradigma newtoniano (teoría del éter).

    ¡Cuántos capítulos de la vieja mecánica habría que modificar profundamente si se aceptase como buena esta última negación! [se refiere a la inexistencia del movimiento absoluto]


    José de Echegaray, 1912.[182]
    El sistema de Einstein, desde el punto de vista rigurosamente científico, no es válido: es una extraña mezcla de imaginación metafórica, de interpretaciones erróneas, de experiencias e hipótesis injustificadas, cuyas absurdas conclusiones se han procurado disimular durante algún tiempo, pero que ahora se hacen ya evidentes.


    Ricardo Royo Villanova, La crisis de la ciencia, 1936.[183]
    No obstante, la visita de Albert Einstein a España (1923) se celebró como un acontecimiento científico y social de gran repercusión, y entre el año 1933 y 1935 (cuando se planteaba dejar Alemania) se le ofreció insistentemente una cátedra en España, que acabó postergando en beneficio de los Estados Unidos. Algún colaborador de Einstein, como Jakob Laub, u otros físicos extranjeros de renombre, como Tullio Levi-Civita, Hermann Weyl, Arnold Sommerfeld y Kasimir Fajans, sí desarrollarán algún periodo de su actividad científica en España.[118]

    Otros científicos españoles del primer tercio del siglo XX[editar]La nómina de científicos españoles que comienzan su carrera investigadora en el primer tercio del siglo es impresionante. Una gran mayoría, dada su identificación con los perdedores de la Guerra Civil, se vieron forzados al exilio, enriqueciendo las universidades de países hispanoamericanos (Exilio español en México, Historia de la ciencia en la Argentina), de los Estados Unidos o de la Unión Soviética.[184] Una significativa minoría, de perfil político menos acusado, o directamente afin al régimen franquista, pasó a la tarea de la reconstrucción de la destruida ciencia y tecnología española de la posguerra.

    Ciencias biológicas: Ignacio Bolívar, su hijo, Cándido Bolívar, los genetistas José Fernández Nonídez y Antonio Zulueta),[185] August Pi i Sunyer (1879–1965, iniciador de la microbiología en Venezuela), Nicolás Achúcarro (neurocientífico), Pío del Río Hortega (histólogo), Juan Negrín (fisiólogo, que ocupó el cargo de presidente del gobierno de la República durante la guerra), Gonzalo Rodríguez Lafora (neurólogo y psiquiatra), Carlos Jiménez Díaz (Instituto de Investigaciones Médicas), Francisco Grande Covián (Instituto de Alimentación de Valencia), Severo Ochoa (premio nobel en 1959, ya con nacionalidad estadounidense), José Puche Álvarez (fisiólogo), Gustavo Pittaluga (italiano nacionalizado español, que desarrolló la lucha contra la malaria), Ángel Garma (psiquiatra y psicoanalista).
    Ciencias físico-matemáticas: Julio Palacios (termología, estructuras cristalinas, difracción por rayos X), Arturo Duperier (electromagnetismo, ley de Cabrera-Duperier —corrección de la del paramagnetismo de Curie-Weiss),[186] Manuel Martínez Risco (física teórica, óptica y acústica), Miguel Catalán Sañudo (electroscopista), Enrique Moles (químico), Luis Santaló (uno de los fundadores de la geometría integral), José María Plans (físico y matemático), Rafael Campalans (ingeniero, físico y político de orientación socialista y catalanista), Casimiro Lana (ingeniero químico y político —Izquierda Republicana),[187] Ferrán Tallada, Tomás Rodríguez Bachiller (análisis matemático).[118]
    Ciencias geológicas: José Royo Gómez (paleontólogo), Juan Carandell Pericay (geólogo).
    José Rodríguez Carracido.
    Autogiro La Cierva, junio de 1928.
    Leonardo Torres Quevedo.
    Monumento a Severo Ochoa.

    El campus de Moncloa de la Universidad Complutense de Madrid, en construcción desde los años veinte, fue el frente de la batalla de Madrid (noviembre de 1936) y continuó recibiendo un duro castigo durante el resto de la Guerra Civil Española. Reconstruido durante el franquismo, acogió las principales instituciones de educación superior de España, con una clara vocación investigadora que lentamente fue superando el desolador estado físico y humano de la prolongada posguerra (años cuarenta y cincuenta).
    Esta pieza del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España se exhibe como el primer microscopio electrónico que llegó a España, donado por la Fundación Juan March, hacia 1960. Según otras fuentes, sería de 1961, y no el primero sino el segundo (véase texto del artículo y su referencia).La ciencia y la tecnología durante el franquismo[editar]Se ha llegado a calificar de destrucción de la ciencia en España[188] el resultado conjunto de la guerra civil, el exilio de científicos (una gran mayoría identificados con el bando republicano) y la represión que las autoridades franquistas ejercieron sobre los que permanecieron en España. Esta se expresó en una concienzuda depuración de funcionarios públicos y en particular de la Universidad y la enseñanza media y primaria (véase Depuración del Magisterio español tras la Guerra Civil Española) y de la Junta de Ampliación de Estudios, que se optó por refundar en una nueva planta como Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, 1939), controlado por políticos de formación intelectual (José Ibáñez Martín, que también era Ministro de Educación y Ciencia) y científicos (José María Albareda Herrera), en ambos casos fuertemente identificados con el nacionalcatolicismo.

    La actividad científico-tecnológica durante el franquismo dependió estrechamente de la peculiar posición internacional de España. Durante la Segunda Guerra Mundial osciló entre la fidelidad a a las potencias del Eje y la neutralidad, dando paso a un duro aislamiento internacional acentuado con una opción consciente por una política de autarquía. Los años cincuenta significaron el acercamiento a los Estados Unidos (por ejemplo, la producción de penicilina en Aranjuez desde 1951)[189] y una cada vez mayor apertura con criterios desarrollistas y tecnocráticos, sobre todo tras el Plan de Estabilización de 1959. La política científica, de muy escaso peso presupuestario, permitió reconstruir un débil tejido investigador, en el que destacaban meritorias individualidades (algunas de ellas recuperadas del exilio) y un selecto grupo de instituciones: El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA, 1942; el INTASAT, primer satélite español, se lanzó en 1974), la Junta de Energía Nuclear (1951, dirigida de 1958 a 1974 por José María Otero de Navascués; el primer reactor nuclear para obtención de energía eléctrica se abrió en 1968 —Central nuclear José Cabrera—, incluso se especuló con la posibilidad de desarrollar un arma nuclear[190] ), la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (CAICYT, 1958), o el Fondo Nacional para el Desarrollo de la Investigación Científica (FNDIC, 1964).

    Una prestigiosa institución de iniciativa personal, el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación, creado en 1934 por Eduardo Torroja, pasó a integrarse en el CSIC (actualmente es denominado Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja). También en el CSIC se integró el Centro de Investigaciones Biológicas, creado en 1953 a iniciativa de Gregorio Marañón. En cambio, instituciones de gran proyección con anterioridad a la guerra (y que durante esta siguieron funcionando en condiciones heroicas) quedaron desmanteladas por el ostracismo al que se sometió a sus equipos, como el laboratorio de genética del Museo de Ciencias Naturales (Antonio de Zulueta, que había llevado a la genética española a un importante nivel de desarrollo, y que durante la Guerra Civil incluso contó con la presencia de Hermann Joseph Muller[191] ), que no se recuperó hasta los años ochenta.[192]

    La vinculación de los científicos e instituciones españoles con sus homólogos internacionales no pasó en la mayor parte de las disciplinas de lo que se puede denominar seguimiento: el Año Geofísico Internacional (1957–1958), momento crucial que significó el cambio de paradigma o revolución wegeneriana contó con un modesta participación española.[193] La alianza militar con los Estados Unidos propició que el programa espacial estadounidense abriera instalaciones en España (MDSCC Madrid Deep Space Communications Complex —Robledo de Chavela y Fresnedillas), donde realizó su actividad Luis Ruiz de Gopegui; mientras que la actividad de la Estación Sismológica de Sonseca, vinculada a la detección de pruebas nucleares, fue mucho más discreta y sin prácticamente ninguna participación española hasta los años setenta.[194]

    Científicos de alto nivel de muy distintas especialidades desarrollaron su actividad en la España del franquismo: Pedro Puig Adam y Sixto Ríos (matemáticas), Juan José López Ibor y Juan Antonio Vallejo-Nágera (psiquiatría), Ignacio Barraquer y José Barraquer (oftalmología), Salvador Gil Vernet y Antonio Puigvert (urología), Francisco Bonilla Martí (obstetricia y ginecología),[195] etc.

    En 1943 se creó la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad Complutense de Madrid (Manuel de Torres, Valentín Andrés Álvarez, José Castañeda Chornet, Heinrich von Stackelberg), y entre 1957 y 1968 la Facultad de Ciencias Económicas de Barcelona (Joan Sardá, Fabián Estapé).[196]

    La tecnología automovilística tuvo un lento desarrollo tras la posguerra a través de empresas privadas como la de Eduardo Barreiros (Barreiros (automoción), 1954–1978), y sobre todo mediante la iniciativa estatal del Instituto Nacional de Industria (INI): SEAT (1950, con inicial apoyo tecnológico de la italiana Grupo Fiat y ENASA-Pegaso (automóviles) (Wifredo Ricart, 1946).

    La llegada a España del primer microscopio electrónico fue al Instituto de Óptica del CSIC (1948), la fundación Juan March dotó de otro a la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona (1961) y el Banco de España y otras instituciones financieras públicas al Centro de Investigaciones Biológicas en 1962. Luis Bru había fundado la Sociedad Española de Microscopía Electrónica (1956) y el Centro Nacional de Microscopía Electrónica (1957), que dispuso de otro aparato desde 1965. La Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid obtuvo otro del Ministerio de Educación proporcionado por la Ayuda Americana (programa de compensación por el uso de las bases militares de Estados Unidos en España).[197]

    Los inicios de la revolución informática[editar]Aparte de las Enigma que la Alemania nazi suministró al ejército de Franco en la Guerra Civil,[198] el primer ordenador digno de tal nombre que llegó a España, en 1958, fue un IBM 650 de tarjetas perforadas (medio millón de dólares de precio y 900 kg de peso), existente en el mercado desde 1953, que empleó la Renfe para calcular las rutas de los ferrocarriles mineros.[199] La segunda generación de ordenadores llegó al año siguiente: un UNIVAC UCT para la Junta de Energía Nuclear. En 1961 la Feria de Muestras de Barcelona presentó un IBM 1401. En 1962, la segunda edición del SIMO de Madrid (Luis Alberto Petit) presenta, junto al mismo IBM 1401, el Bull Gama 70, el Univac 1103 y el MTR 39. En el mismo año, las primeras empresas del sector privado en comprar un ordenador fueron Sevillana de Electricidad y Galerías Preciados.[200] Simultáneamente, el Ministerio de Hacienda adquirió su primer ordenador. En 1967 la Universidad Complutense de Madrid obtuvo, como donación del fabricante, un ordenador científico IBM 7094. Los años siguientes presenciaron un aumento significativo del parque de ordenadores, que para 1970 habían desplazado a las tabuladoras utilizadas desde los años veinte. Aparatos informáticos actualizados estaban presentes tanto en Madrid (50% del total) como en Barcelona (34%), y sólo un 16% en el resto de ciudades, sobre todo en las grandes entidades financieras.[201] En 1973 o 1974 una empresa española desarrolló el Kentelec 8 (Manel Puigbó Rocafort, para DISTESA-Anaya), que algunas fuentes consideran el primer ordenador personal (el microprocesador existía desde 1971, y en los años setenta hay diversos diseños que precedieron al IBM PC de 1981).[202]

    Ferrocarril TALGO.
    Ignasi Barraquer.
    Luis Ruiz de Gopegui.
    Central nuclear José Cabrera.
    La ciencia y la tecnología en la democracia[editar]
    Trabajos en los niveles T6 y T10 del sector Gran Dolina del yacimiento de Atapuerca, Burgos.
    Buque oceanográfico Hespérides.
    Una de las versiones del Airbus (Airbus A400M), producción de un consorcio europeo con participación española, presentado en Sevilla en 2008.Los diferentes gobiernos de la democracia, desde la transición (1975–1978) hasta la actualidad, se encontraron con la necesidad de potenciar las instituciones científicas, y sobre todo la coordinación de las instituciones públicas (universidades, centros de investigación, nuevas instituciones creadas por las Comunidades Autónomas) con las empresas privadas, cuya participación en el esfuerzo investigador era muy inferior al de los países desarrollados a los que la economía española estaba convergiendo (OCDE). La planificación científica se pretendía hacer de forma acorde con los nuevos planteamientos de integración I+D o I+D+I (investigación y desarrollo o investigación, desarrollo e innovación), especialmente con el proceso de integración en las Comunidades Europeas (1986, año de la Ley de Fomento y Coordinación de la Investigación Científica y Técnica o Ley de la Ciencia, que ha dado nombre a una generación de investigadores[203] ).[204]

    Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general.


    Constitución española de 1978. Artículo 44, sección 2.
    La recepción de la actividad científica española, medida en términos de impacto de las publicaciones y de cifras comparativas de las universidades, sitúa a las instituciones y científicos españoles en un estadio intermedio dentro de las naciones más avanzadas, a pesar de los sesgos usuales en ese tipo de estudios: sesgos geográficos y lingüísticos (sobrerrepresentación de los países anglosajones que tienden a minusvalorar la producción de países de la «periferia científica», en los que se solía incluir a España) y temáticos (infrarrepresentación de las ciencias sociales y humanas, lo que perjudica una parte sustancial de la producción científica española).[205] Aunque, en ocasiones, la presencia española en comunicaciones de alto nivel es anormalmente alta en algunos sectores científicos.[206] Para la primera década del siglo XXI, se ha llegado a hablar de la nueva edad de plata de España, sostenida en un incremento de las inversiones cuya dudosa continuidad a partir de la crisis de 2008 ha generado un debate político con participación de la élite científica.[207]

    Véase también: Pacto de Estado por la Ciencia.
    Las distintas modalidades de los Premios Príncipe de Asturias (gestionado por una fundación nacional) y del Premio Rey Jaime I (gestionado por la Comunidad Valenciana), se han situado entre los más prestigiosos en la órbita científica internacional. Ya en el siglo XXI, desde el año 2001 se viene concediendo el Premio Nacional de Investigación en diez categorías disciplinares.

    La explotación del excepcional yacimiento de Atapuerca ha convertido a España en el centro mundial de la paleoantropología, y a sus investigadores (dirigidos desde 1976 por Emiliano Aguirre y desde 1990 por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell) en autoridades de máximo reconocimiento internacional.

    En muchas ramas de las ciencias físico-naturales los investigadores españoles han realizado contribuciones importantes; particularmente en las ciencias médicas, destacando las múltiples derivaciones de la biología molecular: Santiago Grisolía (bioquímica; en el equipo de Severo Ochoa desde 1944, en las últimas décadas del siglo XX ha pasado a dirigir instituciones científicas en España y otros países), Federico Mayor Zaragoza (co-fundador y director del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa —CBM—, presidente del CSIC, Ministro de Educación —de 1981 a 1982— y director general de la UNESCO —de 1987 a 1999—), Mariano Barbacid y Joan Massagué (oncología), Antonio García-Bellido, Ginés Morata, Xavier Estivill (genética), Eladio Viñuela (virología), Bernat Soria (investigador con células madre, que llegó a Ministro de Sanidad —de 2007 a 2009), Juan José Badiola (priones y enfermedades emergentes).[208] Otros campos destacados son el de la obstetricia y fertilidad humana (Fernando Bonilla —Hospital Clínico de Valencia—, Antonio Pellicer —IVI Instituto Valenciano de Infertilidad— y Santiago Dexeus —en la Clínica Dexeus se realizó la primera fecundación in vitro de España, 12 de julio de 1984, por el ginecólogo Pedro Barri y la bióloga Anna Veiga—[209] ) y el de los trasplantes: Josep Maria Caralps (primer trasplante de corazón efectivo (1983, tras el cuestionable intento del tardofranquismo),[210] Enrique Moreno González (trasplantes abdominales), Pedro Cavadas (trasplante de cara). El sistema español, basado en la Organización Nacional de Trasplantes (1989) se ha convertido en líder mundial, y ha sido considerado modelo a implantar en el resto de la Unión Europea.[211]

    En otras disciplinas, pueden citarse a Miguel Delibes de Castro (director de la Estación Biológica de Doñana), Fernando González Bernáldez (ecología), Francisco Anguita (planetología), Federico García Moliner (física del estado sólido), Rolf Tarrach Siegel (física teórica), Javier Tejada Palacios (magnetismo cuántico),[212] Juan Ignacio Cirac (teoría cuántica de la información) Miguel de Guzmán (matemáticas), etc.

    Se diseñó un relativamente modesto programa espacial que consiguió poner en órbita el primer satélite de tecnología íntegramente española en 1997 (MINISAT 1);[204] aunque lo característico de la investigación en este campo, así como en el aeronáutico, es la integración en los programas europeos (Agencia Espacial Europea, Airbus). El hasta ahora único astronauta español, Pedro Duque, efectuó su primera misión espacial con la NASA en 1998 (el madrileño Miguel López-Alegría, de nacionalidad estadounidense, lo había hecho en 1995). En astronomía, el Instituto de Astrofísica de Canarias (fundado en 1975 sobre la base del Observatorio del Teide) se convirtió en una institución puntera a nivel mundial, gracias a la participación internacional atraída por las inmejorables condiciones naturales del archipiélago para la observación astronómica. Otra gran instalación científica, en construcción desde 2004 y que se prevé terminar en 2011 es el sincrotrón ALBA.[213]

    La Junta de Energía Nuclear se transformó en 1986 en el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) abierto a otras fuentes de energía, al tiempo que se producía la moratoria nuclear que interrumpió la construcción de nuevas centrales (se llegaron a construir diez). Con el tiempo, España se convirtió en un país líder en el desarrollo de las energías alternativas, sobre todo la eólica y la solar.

    Véanse también: Central termosolar de Sanlúcar la Mayor, Energía eólica en España, Energía solar en España, Energías renovables en España, Energía nuclear en España y Regulación nuclear en España.
    Con inicial tecnología francesa y alemana complementada por tecnología propia de TALGO, se creó en 1992 la primera línea ferroviaria de Alta Velocidad (AVE) entre Madrid y Sevilla, que celebraba una Exposición Universal. La ampliación del trazado hubo de esperar a los primeros años del siglo XXI (no llegó a Barcelona hasta 2008), y para el 2010 se prevén 2.230 km, que la convertirán en la mayor del mundo.

    Algunos sectores, como el automóvil, que habían dejado de ser punteros, encontraron en la España de los años setenta y ochenta una localización idónea por su cercanía al mercado europeo y la ventaja competitiva de los salarios.

    Véase también: Anexo:Fabricantes de automóviles en España.
    Ausente de las dos primeras convocatorias del Año Polar Internacional (1882 y 1932), por primera vez España participó en el de 2008–2009, con base en los veinte años de experiencia de los Buques de Investigación Oceanográfica Las Palmas (A-52) y Hespérides (A-33), y las Bases antárticas de España (Base Antártica Juan Carlos I en la Isla Livingston, 1988; Base Antártica Gabriel de Castilla, Isla Decepción, 1989) y tras adherirse al Tratado Antártico en 1982.[214] La primera expedición científica española a la Antártida había respondido a una iniciativa asociativa (España en la Antártida, 1982, que fletó la goleta Idus de Marzo desde Candás, con la colaboración del Instituto Español de Oceanografía y del Centro Regional de Investigaciones Acuáticas de Asturias), a partir de la cual se realizaron los contactos que permitieron colaborar con las campañas australes de Chile (1984–1985) y Alemania (buque Polastern, 1986). La expedición científico-pesquera de 1987, que incluía dos arrastreros, permitió a España ingresar como miembro consultivo en la Convención para la Conservación de Recursos Vivos Antárticos.[215] La modernización de la flota pesquera española, una de las mayores del mundo, su reconversión, redimensionamiento y adaptación a las cambiantes condiciones (biológicas, jurídicas y de competencia) de la pesca mundial fue una de las cuestiones tecnológico-económicas más significativas de las últimas décadas del siglo XX.

    Véanse también: Ciencia y tecnología en España, Historiografía#Historiografía española contemporánea, Premio Rey Juan Carlos I de Economía y Anexo:Premios Fronteras del Conocimiento y Cultura.
    Federico Mayor Zaragoza.
    Juan Luis Arsuaga.
    Pedro Duque.
    Margarita Salas.
    La mujer española accede a la ciencia y la tecnología[editar]En consonancia con la incorporación de la mujer al trabajo y a todo tipo de actividades, que se venía produciendo desde las primeras décadas del siglo XX, sufrió un brusco parón con la posguerra, y se reinició en los últimos años del franquismo (feminismo, concepto de liberación de la mujer); el número de mujeres científicos experimentó un significativo aumento en los últimos años del siglo XX. Entre las pioneras se cuentan Isabel Torres, Dolores García Pineda, Sara Borrell, Olga García Riquelme, Gertrudis de la Fuente, Josefa Molera Izaba, Concepción Laguna, Laura Iglesias, Griselda Pascual, Carmina Virgili, Gabriela Morreale, Ana María Pascual-Leone, María Cáscales, Josefina Castellví, Emilia Currás, Carmen Maroto, Margarita Salas, Teresa Mendizábal, Pilar Carbonero, Teresa Riera.[216] Dorotea Barnés, María Antonia Zorraquino, Josefa González Aguado.[217] En 2002 se funda la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT).[218]

    La divulgación científica y la protección de la naturaleza[editar]
    Félix Rodríguez de la Fuente (a la derecha) conversa con el también naturalista Hugo van Lawick y con el filósofo Jesús Mosterín en el Serengeti, 1969.Aunque los primeros parques nacionales de España (véase Espacios naturales de España) provienen de principios de siglo XX (el primero, el Parque Nacional de Covadonga, 1918), el conservacionismo no recibe un impulso decisivo hasta la segunda mitad del siglo XX, ya con el nombre de ecologismo, cuando muchos espacios naturales comienzan a sufrir graves amenazas del desarrollismo turístico, urbano e industrial, y en algunos casos en fuerte polémica con instituciones públicas como el ICONA (repoblación forestal). Un hito decisivo fue la protección del Coto de Doñana y sus sucesivas ampliaciones, conseguidas por la presión de la comunidad científica, entidades como WWF/Adena (en España desde 1968) y una opinión pública concienciada cada vez más numerosa. A esa conciencia contribuyó de forma decisiva la divulgación científica, que en su forma mediática tuvo su principal figura en Félix Rodríguez de la Fuente y sus documentales televisivos (El hombre y la tierra, 1974–1980), de una proyección internacional similar a la de otros documentalistas contemporáneos, como David Attenborough o Jacques Cousteau. Su discípulo Joaquín Araújo y otros naturalistas han continuado hasta el presente esas actividades.

    En otros ámbitos científicos, fueron muy importantes las contribuciones de muchos científicos que se propusieron no limitarse a la investigación y la comunicación científica erudita, y escribieron libros de divulgación de sus disciplinas (José Luis Pinillos, La mente humana, 1969); o de los hombres del tiempo, que popularizaron la meteorología y las disciplinas ligadas, como Mariano Medina o Manuel Toharia, que posteriormente desarrolló el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia. Este y otros museos científicos, públicos (Museos Científicos Coruñeses —MC2, 1985, Ramón Núñez Centella) o privados (CosmoCaixa en Barcelona —dirigido por Jorge Wagensberg— y Alcobendas —iniciado por Toharia), los planetarios (como los de Madrid —1986— o Pamplona —Javier Armentia)[219] y los acuarios (La Coruña, Valencia) se han ido constituyendo en una oferta de ocio cultural, en muchos casos con programas especialmente dirigidos a la infancia. Los zoológicos han pasado del criterio coleccionista propio de la Casa de Fieras del Retiro a gestionarse con modernos principios conservacionistas y de exhibición menos traumática, no exentos de polémica por parte de los grupos de defensa de los animales.

    La presencia de temas científicos en los medios de comunicación es cada vez más frecuente, así como la utilización de la ciencia y de los científicos en el debate público.[220]

    La Asociación Española de Periodismo Científico (AEPC, creada en 1975, por Manuel Calvo Hernando) y transformada en la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC, dirigida actualmente por Toharia) agrupan a un numeroso grupo de periodistas científicos, que tanto en revistas especializadas como en las secciones de ciencia de los diarios generalistas (Vladimir de Semir, Alicia Rivera Casado, Javier Sampedro, etc.) o, con mucha mayor repercusión, en la televisión (Luis Miravitlles —Visado para el futuro, 1963—, Ramón Sánchez Ocaña —Más vale prevenir, 1979–1987—, Antonio López Campillo, Felipe Mellizo, Eduard Punset —Redes, desde 1996—, Luis Miguel Domínguez —Fauna callejera, Vive la vía—; que la multiplicación de la oferta audiovisual ha relegado a horarios y cadenas marginales —documentales de la dos y la denominada televisión educativa), efectúan una labor de seguimiento de las noticias científicas y de formación científica de la opinión pública, esencial para la toma democrática de decisiones y la retroalimentación entre ciencia, tecnología y sociedad en la actual época postindustrial.[221]

    Véase también[editar]Ciencia
    Ciencia y tecnología en España
    Economía de España
    Historia de la ciencia
    Historia de la educación en España
    Historia de la farmacia
    Historia de la medicina
    Historia de la tecnología
    Historia económica de España
    Industria de España
    Universidades españolas en el Siglo de Oro
    Muchos otros artículos relacionados con la Historia de la ciencia y la tecnología en España se clasifican en estas categorías y otras subordinadas a ellas:
    Categoría:Científicos de España
    Categoría:Ciencia y tecnología de España
    Referencias[editar]1.↑ José Manuel Sánchez Ron: Cincel, martillo y piedra. Historia de la ciencia en España. Madrid, Taurus, 1999. Leoncio López Ocón Breve Historia de la ciencia española Madrid: Alianza, 2003. ISBN 84-206-5626-7. (Descarta la Edad Media (cristiana y musulmana), para iniciar el libro en el Renacimiento y la España imperial, con su auge y posterior decadencia en el Barroco). Manuel Desantes ¿Cómo que inventen ellos?. Conferencia: Un repaso de los últimos quinientos años de la historia de la ciencia y la tecnología en España explica el retraso estructural actual. El II Congreso de la sociedad española de historia de las ciencias (Jaca, 27 de septiembre–1 de octubre, 1982) fue dedicado a La ciencia y la técnica en España entre 1850 y 1936, teniendo entre otras, ponencias con estos títulos: Antonio Ferraz Perspectivas institucionales de la historia de la ciencia y de la técnica en España; Eduardo Ortiz Sobre la ciencia y la técnica en España en el siglo XIX; José Luis Peset La historia de la ciencia y de la técnica en el curriculum profesional del científico y del ingeniero.
    2.↑ Thomas F. Glick, Eugenio Portela Marco, Víctor Navarro Brotóns: La historia de la ciencia en España como realidad marginal en su organización y contexto social], Anthropos, 1982, Número 20, especial dedicado a José María López Piñero. ficha en dialnet
    3.↑ Logros científicos de mujeres en la muestra '¡Que inventen ellas!', El País, 12/09/2003
    4.↑ Desde las hipótesis iniciadas por la antropología de James Frazer (La rama dorada, donde plantea la similitud de la función de la ciencia con la de la magia en la cultura primitiva y la mente primitiva — véase un breve resumen en John Lewis Antropología simplificada, Selector, 1985 ISBN 978-968-403-041-1, "mente+primitiva"&source=bl&ots=KVp0EkHjpO&sig=zNLYl3feoMy-ZkMc_FgVrjNr79o&hl=es&ei=vd3LSb2VHY6UjAeZ0ITsCQ&sa=X&oi=book_result&resnum=4&ct=result#PPA81,M1 pp. 80–81) hasta las investigaciones estructuralistas de André Leroi-Gourhan. Las denominaciones de las fases por las que habría pasado el pensamiento humano en su aplicación a la interpretación de la naturaleza provienen del positivismo de Auguste Comte (estado teológico o ficticio, estado metafísico o abstracto y estado científico o positivo); y se han propuesto muchas otras denominaciones: pensamiento mágico, pensamiento pre-filosófico, mitopoyético (en:Mythopoeic thought — Henri Frankfort, Wilson y Jacobsen: The Intellectual Adventure of Ancient Man, 1946, posteriormente titulado Before Philosophy, traducido como El Pensamiento Prefilosófico, FCE), y otras. (Véase también evolución tecnológica, sociología del conocimiento). La reconstrucción del aparato fonador (a través del hioides) y del auditivo (huesos y cavidades del oído) en los pre-neardentales (Homo Heidelbergensis) de la Sima de los Huesos del yacimiento de Atapuerca está siendo uno de los campos más prometedores de la investigación paleoantropológica, puesto que permitirá establecer el grado de comunicación oral en esta especie, que se podría vincular a otros hechos del mismo yacimiento, como la intencionalidad de la acumulación de cadáveres. Todo ello supondría la consideración de la capacidad pensamiento simbólico (Ignacio Martínez conferencia Evolución Humana, CTIF de Alcalá de Henares 29 de abril de 2009; también los textos de Juan Luis Arsuaga El collar del neandertal, El enigma de la esfinge y otros).
    5.↑ José María Rodanés Vicente Neolítico, Cæsaraugusta, 78. 2007, pp. 49–66, ISSN: 0007-9502. Especialmente p. 52 y ss.
    6.↑ El calcolítico en la Península Ibérica (España) en Artehistoria.
    7.↑ La romanidad de las denominadas presa de Proserpina y presa de Cornalvo son cuestionadas por el arqueólogo Santiago Feijoo, que niega la posibilidad de su utilización como abastecedoras de agua a poblaciones y retrotrae su fecha de construcción a la Alta Edad Media (siglos VIII al X, en época musulmana). Insiste en que los romanos buscaban manantiales de agua de calidad, para lo que construían acueductos kilométricos. El agua de los embalses es necesariamente de calidad muy inferior, y provocaron problemas de salubridad cuando empezaron a utilizarse para el consumo humano con la revolución industrial, a partir del siglo XIX. La utilización del embalse de Proserpina sería principalmente ganadera, y desde el siglo XVII, como lavadero de lanas. Una investigación similar de Luis Caballero descartó la romanidad de las presas del monasterio de Santa María de Melque (Toledo). Mérida. Una investigación de cinco años sobre la presa de Proserpina descarta su origen romano: Terrae Antiquae, 26 de abril de 2006 (cita diversas fuentes).
    8.↑ Libro Primero: Prólogo a Publio Silvino, pp. 1–2. Traducción de Juan María Álvarez de Sotomayor y Rubio, Edición de 1824 (Imprenta de Miguel de Burgos) digitalizado en google books
    9.↑ Alonso Cano declaró en su favor: «preguntado por el oficio de pintor, dijo que en todo el tiempo que le a conocido ni antes, sabe ni a oydo decir que lo aya tenido por oficio ni tenido tienda ni aparador ni vendido pinturas, que solo lo a exercitado por gusto suyo y obediencia de Su Magestad». En el mismo procedimiento, un tal Gabriel González de Herrera se atrevió a decir que «el [oficio] de pintor que entienden algunos comúnmente lo es, no es sino arte, y caso que lo sea, el pretendiente lo a exercitado por gusto y en servicio de Su Magestad». Citados por José Manuel Pita Andrade y Ángel Aterido Fernández (2000) Corpus velazqueño, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ISBN 978-84-369-3345-1.
    10.↑ DÍEZ, Fernando (190) Viles y mecánicos. Trabajo y sociedad en la Valencia preindustrial. Valencia, Edicions Alfons el Maganànim. Mª Rosario Caballero Carrillo y Pedro Miralles Martínez (2002) El trabajo de la infancia y la juventud en la época del Barroco. El caso de la seda murciana.
    11.↑ Documentos feriales Medina del Campo, Villalón y Medina de Rioseco.
    12.↑ Véanse los enlaces marcados y además: Mercantilismo, Edad Media#El surgimiento de la burguesía e Historia del capitalismo.
    13.↑ El GPS de las estrellas.
    14.↑ Catálogo del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España, p. 68. Roberto Moreno José Rodríguez de Losada. Vida y obra. 1995, Madrid: Fundación Juanelo Turriano.
    15.↑ Citada en Miguel Ángel Quintanilla y José Manuel Sánchez Ron (1998) Ciencia, tecnología y sociedad, Madrid: Santillana, ISBN 84-294-4976-0, p. 89
    16.↑ Era lo sostenido, entre otros, por Baltasar de Castiglione, en su difundida obra El cortesano, o en España por el Marqués de Santillana, Juan Boscán o Garcilaso de la Vega, él mismo un ejemplo de poeta-soldado, como el propio Cervantes. La serie de novelas históricas del Capitán Alatriste (Arturo Pérez-Reverte) ilustran muy gráficamente esta vinculación, poniendo como ejemplo al ficticio protagonista y su relación con personajes reales, como Francisco de Quevedo.
    17.↑ Valentín Moreno Gallego Letras misivas, letras humanas, letras divinas. La correspondencia del cardenal Granvela en la Real Biblioteca y sus cartas de autores, en Cuadernos de Historia Moderna, 2005 Anejo IV, pp. 31–55
    18.↑ Ambas denominaciones han quedado obsoletas, aunque siguen teniendo algún uso en el ámbito académico anglosajón, donde es común utilizar natural philosophy como equivalente a «física». En el ámbito académico hispánico suele restringirse a un uso historiográfico: por ejemplo, la Universidad de Valladolid mantiene una asignatura denominada Filosofía e historia natural en la Ilustración; también en títulos como el del estudio de Luis Millones Figueroa: Filosofía e historia natural en el Inca Garcilaso, en Ensayos de cultura virreinal latinoamericana Lima: Universidad San Marcos, 2006.
    19.↑ Cómo los jesuitas inundaron Europa de científicos
    20.↑ Vicente Faubell Zapata: Historia de la acción educativa de los Escolapios en España de 1733 a 1845
    21.↑ Malaria. Exposición en la Biblioteca Nacional, 2009. La Condesa, los Jesuitas, el Cardenal, el Demonio, Linneo y sus Polvos.
    22.↑ José Manuel Sánchez Ron ¡Viva la ciencia!, Barcelona: Crítica, 2009 ISBN 84-8432-916-9 pp. 93–94.
    23.↑ José Luis Comellas: Historia de España Contemporánea, Ediciones Rialp, 1988, ISBN 978-84-321-2441-9, p. 83
    24.↑ No sólo por actos de guerra, cuya necesidad era más o menos discutible, sino también por simple negligencia: los telescopios Herschel del Observatorio del Retiro fueron usados como leña por los soldados franceses allí acuartelados. Sánchez Ron, ¿Viva la ciencia! op. cit.
    25.↑ La asociación de ambos hechos ha pasado a ser un tópico historiográfico, que se repite desde fechas muy cercanas a los hechos, cuando La España de 1830 a 1836, folleto de Charles Didier, fue traducido por el ya citado Mariano José de Larra. La responsabilidad política concretamente se atribuye al ministro Francisco Tadeo Calomarde a partir de 1824, refiriéndose al Plan General de Estudios del Reino del 14 de octubre de 1824. Véase el texto original de Didier y Larra ([1] Imprenta Repullés, 1836, p. 13) y un comentario contemporáneo ([2] Artículos Varios, Editorial Castalia, 1976 ISBN 978-84-7039-225-2, p. 124).
    26.↑ Museo Pedagógico de Huesca.
    27.↑ Ángel Bahamonde Política económica y liberalización, en Artehistoria.
    28.↑ Texto de la Orden y otros documentos relativos a la fundación del CSIC y a Ibáñez Martín en filosofia.org
    29.↑ La leyenda negra y la verdad histórica (1914). Enumeración de los científicos españoles citados por Juderías:
    Arte militar: Álava, Barroso, Escrivá, Menéndez Valdés, Diego de Salazar,
    Artillería:Fernando del Castillo, García Céspedes
    Fortificaciones:Luis Fuentes, Medina Barba
    Arquitectura naval: Tomé Cano, García de Palacios, Labaña, Fernando Oliver, Pedrarias Dávila
    Ciencias: Alonso de Santacruz, Pedro Núñez, Jerónimo Muñoz, Juan Molina, Andrés García de Céspedes, Juan de Rojas Sarmiento, Hernando de los Ríos, El Brocense, Simón de Tovar
    Geografía: Nebrija, Eduardo López, Pedro de Medina, Luis del Mármol, Juan de la Cosa, Antonio Herrera, Juan Martínez, Andrés García Céspedes, Fernández de Oviedo, Antonio de Herrera, Francisco Micó, Andrés Laguna, Juan Bautista Monardes, Juan Jaraba, Juan Gil Jiménez; y los cronistas de Indias: Fernández de Oviedo, Gómara, Vargas Machica, Cortés, Cieza de León, Bernal Díaz del Castillo
    Navegación: Enciso, Valero, Medina, Martín Cortés, Juan Escalante de Mendoza, Pedro Núñez, Pedro Menéndez de Avilés
    Medicina: Vallés, Mercado, Bruguera, Carmona, Díaz de Toledo, Fragoso, Huarte, Jiménez, Valverde, Servet, doña Oliva Sabuco de Nantes, Acosta
    Ciencias exactas: Pedro Ciruelo, Martínez Siliceo, Fernán Pérez de Oliva, Fernando de Córdoba, Pedro Juan Oliver, Pedro Juan Monzó, Jerónimo Muñoz, Pedro Jaime Esteve, Andrés de Lorenzo, Lorenzo Voctorio Molón, Miguel Francés, Gaspar Lux, Álvaro Thomás, Perdo Núñez, Antich Rocha, Francisco Sánchez, Pedro Chacón
    Biología: Gabriel Alonso de Herrera, Francisco Micó, Andrés Laguna, Juan Bautista Monardes, Juan Jaraba, Juan Gil Jiménez, Hernández
    Lingüística: Nebrija, Brocense, Piniciano, Barrientos, Alonso de Zamora, Arias de Montano, Díaz Paterniano, fray Juan López, Juan de la Cuesta, Bernardo de Alderete, Sebastián de Covarrubias, Liaño, padre Andrés de Ovieto, padre Paes, padre Caldeira, padre Luis de Acebedo, padre Diego de Ribero, padre Gaspar de Villela, fray Andrés de Olmos, fray Alonso de Molina, fray Juan de Córdoba, fray Luis de Villalpando, fray Antonio de Ciudad Real, fray Francisco Marroquín
    Ingeniería: Diego Rivero, Juanelo, Felipe Guillén, Martín Cortés, hermanos Rogetes, Juan de Arfe, Antonio Boteller, Bernardo Pérez de Vargas, Garci Sánchez, Carlos Corzo, Pedro de Contreras, Lope de Saavedra, fray Blas del Castillo, Álvaro Alonso Barba.
    Arquitectura: Juan de Herrera
    Educación: Alejo de Venegas, Pedro Ponce, Juan Pablo Bonet
    Filosofía y pensamiento: Fox Morcillo, Melchor Cano, Gómez Pereyra, fray José de Sigüenza, doña Oliva Sabuco de Nanates, Pujasol, fray Domingo de Soto, fray Alonso de Sandoval, fray Juan de Vergara, Juan de Espinosa, fray Antonio Álvarez, fray Basilio Ponce de León, Pedro Ciruelo, Pedro de Valencia, Jerónimo de Urrea, don Artal de Aragón Cónde de Sástago, Pedro de Rivadeneira, fray Antonio Fuente de la Peña
    Profesores que enseñaron en universidades extranjeras:
    París: Álvaro Thomas, Jerónimo Prado, Pedro de Lerma, los hermanos Coronel, Juan Dolz de Castellar, Miguel Servet, Fernando de Encina, Juan de Celaya, Juan Gélida, Luis Baeza
    Sorbona: Gaspar Lux, Miguel Francés, Perdo Ciruelo, Juan Martínez Siliceo, padre Mariana, fray Gregorio Arias, Francisco Escobar, Fernán Pérez de Oliva
    Leuven: Luis Vives, Antonio Pérez el jurisconsulto, Juan Vernoza
    Dillingen e Inglostadt: fray Pedro de Soto, Martín de Olave, Alonso de Pisa
    Praga: Rodrigo de Arriaga
    Toulouse: Antonio Gouvea, Luis de Lucena, Sánchez
    Varsovia y Cracovia: Pedro Ruiz de Moros, Alfonso Salmerón
    Padua: Bernardo Gil, Antonio Burgos, Juan Montes de Oca, Francisco de Valencia, Estéfano de Terraza, Rodrigo Fonseca
    Bolonia: Pedro Naranjo, Gonzálo Díaz, Pedro García de Atodo, Alfonso de Guevara, Pedro Carnicer
    Oxford: Luis Vives, fray Pedro de Soto, Francisco Encinas
    Burdeos: Garbiel de Tárrega, Raimundo de Granoller
    Lausana: Pedro Núñez de Vela
    Ancona: Jerónimo Muñoz
    Nápoles: Miguel Villar, Juan López, Gonzalo del Olmo
    Roma: Francisco de Toledo, padre Mariana, Juan de Maldonado, Pedro de Rivadeneira
    30.↑ a b Quintanilla y Sánchez Ron, op. cit.
    31.↑ Página oficial de la organización del Premio Nóbel, que precisa que ese dato era el que se dio en el momento del premio (Titles, data and places given above refer to the time of the award).
    32.↑ Citado por Carlos Elías, en Los científicos piden que el CSIC no tenga carácter político. Denuncian el espíritu anticientífico que rige este organismo en su 60 aniversario, El Mundo, 15 de octubre de 2000.
    33.↑ Catálogo de la exposición Malaria, Biblioteca Nacional, mayo de 2009. La declaración oficial coincidió con el XXV aniverario del fin de la Guerra Civil ([XXV años de paz]], en 1964) La erradicación del paludismo en España.
    34.↑ El paciente despertó, pero murió al día siguiente. Suele considerarse que el primer trasplante de corazón efectivo en España fue el realizado en el Hospital Sant Pau de Barcelona por Josep Maria Caralps, el 8 de mayo de 1983. El paciente sobrevivió nueve meses. Noticia del 40 aniversario del trasplante de 1968 en gaceta.es. Noticia del 25 aniversario del trasplante de 1983 en Hoy salud, en La Razón.
    35.↑ Abderrahman Jah y Margarita López, Al-Ándalus, una cultura del Agua, en Alif Nun.
    36.↑ María Jesús Rubiera Mata: Literatura hispanoárabe, El Emirato Omeya, p. 17.
    37.↑ Ciencia y técnica en las taifas, en Artehistoria.
    38.↑ Autores citados en las distintas secciones de Artehistoria, web citada.
    39.↑ Recogido por Miguel Asín Palacios en «Al-Andalus» 3 (1935), 383–389; recogido a su vez en Ciencia y técnica en las taifas, web citada.
    40.↑ Arte y cultura de los reinos cristianos, en Artehistoria.
    41.↑ Consta que Paracelso lo usó a comienzos del siglo XVI como anestésico, pero no volvió a utilizarse hasta el siglo XIX, cuando, además de su uso médico, se aplicó como disolvente de la nitrocelulosa. Exposición Casa del explosivo en el Museo de la Minería y de la Industria de Asturias mumi.es
    42.↑ Traducción y traductores en Artehistoria.
    43.↑ Enrique Cantera, Sefarad, en Historia National Geographic, enero 2010, p. 56.
    44.↑ Sven Dupré Los orígenes del telescopio, Investigación y Ciencia, septiembre de 2009, p. 53
    45.↑ Julio Valdeón (1981) La Baja Edad Media, Madrid, Historia 16.
    46.↑ Traducciones y traductores, Artehistoria, web citada.
    47.↑ Fascimil de Las Partidas, p. 698 en Cervantesvirtual.
    48.↑ La crítica contra Inquisición y la censura, breve referencia a los dibujos de Goya sobre el tema, incluyendo su numeración. Breve biografía de Zapata con la imagen del dibujo de Goya, en Región de Murcia digital.
    49.↑ Concepto popularizado por Paul Hazard, en el libro de igual título.
    50.↑ Alonso del Castillo en Cervantesvirtual.
    51.↑ Primera prueba española de propulsión a vapor (1543).
    52.↑ GARCÍA TAPIA, Nicolás. 2001. Un inventor navarro: Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553–1613), Pamplona: Gobierno de Navarra. Véanse referencias en estas web El primer uso conocido del vapor por d. Jerónimo de Ayanz y Beaumont D. Jerónimo de Ayanz y Beaumont, tecnólogo)
    53.↑ Noticia periodística citada en madridmasd.org, 16 de septiembre de 2008.
    54.↑ Las ciencias naturales y médicas, en Miguel Arjona Colomo (1973) Historia de América, Madrid: EPESA ISBN 84-7067-200-2
    55.↑ También se utilizaban las expresiones universidades mayores y universidades menores: Eduardo Escartín Sánchez Universidades mayores y menores. Una polémica en la Cataluña del siglo XVII, Revista Pedralbes, 23 (2003), 187–202.
    56.↑ Les universitats de la Corona d'Aragó, ahir i avui
    57.↑ La Universitat de València i l'humanisme: «Studia Humanitatis» i renovació cultural a la Europa i al nou món, 2003
    58.↑ José Salvador y Conde, La Universidad de Pamplona en el s. XVII, Diputación Foral de Navarra, 1977 ISBN 13: 978-84-235-0061-1
    59.↑ José Ramón Barreiro Fernández, Historia de la Universidad de Santiago de Compostela: De los orígines al siglo XIX, ISBN 978-84-8121-776-6
    60.↑ Julián Juderías op. cit. Véase la nómina en la nota anterior que referencia a este autor.
    61.↑ Palabras similares dirigió a Beato Renano: Non est animus hispanizein (no es mi intención «hispanizar»). Enrique González y González, Leticia Pérez Puente: Permanencia y cambio: Universidades hispánicas 1551–2001 UNAM, 2006 ISBN 978-970-32-2727-3, "non+placet+hispania"&source=bl&ots=eYOqyaqnHV&sig=XBjM7TwSdVnP8ku1bjuK4dQol0U&hl=es&ei=59YeSpIZi82MB_TV6I8N&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=10 p. 118.
    62.↑ El texto clásico sobre el asunto es el de Marcel Bataillon Erasmo en España. Véase también Historia del cristianismo en España#Erasmismo
    63.↑ Guillaume Boccara Colonización, resistencia y mestizaje en las Américas (siglos XVI–XX), Editorial Abya Yala, 2002 ISBN 9978-22-206-5, p. 143.
    64.↑ Véase el estudio de Julián Juderías op. cit. (La enumeración en la nota anterior que referencia a este autor).
    65.↑ Miguel Artola (1991) Enciclopedia de Historia de España. Tomo V Diccionario Temático. Madrid, Alianza Editorial ISBN 84-206-5294-6, p. 214.
    66.↑ Felipe Picatoste, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI: estudios biográficos y bibliográficos de ciencias exactas físicas y naturales y sus inmediatas aplicaciones en dicho siglo, 1891.
    67.↑ Guía Didáctica del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España, accesible en la web del museo.
    68.↑ María Portuondo Secret Science, Chicago, 2009; reseña en Investigación y Ciencia, enero de 2010, pp. 94–96.
    69.↑ Ángel Sanz Tapia La minería hispanoamericana (1542–1810), en América Virreinal, vol XXIX de Gran Historia Univesal, Madrid: Nájera ISBN 84-7461-683-2, pp. 239–241
    70.↑ Voz aludel en el DRAE. Parque Minero de Almadén. Pilar Amaré y otros: Minería y metalurgia de la plata y del azogue: un puente entre España y América.
    71.↑ Ángel Martín Municio: Las matemáticas y la academia
    72.↑ Jeroni Muñoz y la supernova de Tycho.
    73.↑ María Portuondo, op. cit.
    74.↑ Benito Daza en Cordobapedia.
    75.↑ El Colegio Imperial de Madrid y los Reales Estudios de San Isidro
    76.↑ Kathleen A. Myers: History, Truth and Dialogue: Fernández de Oviedo's Historia general y natural de las Indias (Bk XXXIII, Ch LIV), en Hispania. Volume 73, nº 3, Septiembre 1990 — Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
    77.↑ Cotarelo Valledor A. El padre Zaragoza y la Astronomía de su tiempo. En: Asociación Nacional de Historiadores de la Ciencia Española. Estudio sobre la ciencia española del siglo XVII. Madrid: Gráfica Universal; 1935. p. 82., citado en El doctor Lázaro de Flores Navarro y el primer libro científico que se redactó en Cuba, por José Antonio López Espinosa.
    78.↑ Rafael-Ángel Rodríguez Sánchez. "padre+Zaragoza"+astronomía&cd=5&hl=es&ct=clnk&gl=es Algunos aspectos de la ciencia universitaria en la modernidad española
    Caramuel y Cardoso destacaron, a diferencia de los profesores universitarios citados, por una abierta y descarada oposición contra el escolasticismo y contra el modo «antiguo» de concebir la ciencia.

    Resulta altamente significativo señalar que ninguno de los tres autores mencionados ejerció la profesión universitaria en nuestro país. El Padre Zaragoza fue profesor de matemáticas a partir 1670 en los Reales Estudios del Colegio Imperial de San Isidro de Madrid, institución de la Compañía de Jesús que desde su creación fue acogida con hostilidad por parte de las universidades*. En cuanto a Caramuel y Cardoso, ambos marcharon fuera de nuestras fronteras con, aproximadamente, unos treinta años (en 1638, esto es, con treinta y dos años, Caramuel se doctora en teología por la Universidad de Lovaina; por otro lado, Cardoso, también con treinta años, se establece en Venecia en 1645). Ninguno de los dos permaneció establemente dentro de nuestras fronteras.

    Así pues, la investigación más novedosa e innovadora llevada a cabo en los años centrales del XVII no se organizó en torno a la burocrática universidad del momento, sino que se realizó «en solitario», como en los casos vistos.




    79.↑ José María López Piñero La introducción de la ciencia moderna en España. Barcelona, Ariel, 1963, citado por Rafael Rodríguez Sánchez, op. cit.
    80.↑ Vicente Mut Armengol en la Biblioteca Virtual Ignacio Larramendi
    81.↑ Primero llamada Venerada Tertulia Médica Hispalense y más tarde Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla: Historia en su página web.
    82.↑ Ricardo García Cárcel (1996) La cultura del Siglo de Oro. Pensamiento, arte y literatura (Historia de España, vol. 17), Madrid: Temas de Hoy ISBN 84-7679-295-6. Sección El pensamiento científico, pp. 47–52 y La revolución científica, pp. 52–55. Cita como fuentes a López Piñero (op. cit. y Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, 1979) y a Enrique Tierno Galván El pensamiento científico en el Siglo de Oro, en Edad de Oro, vol. III, 1984.
    83.↑ La Ciencia Española En Los Siglos XVI y XVII.
    84.↑ Portada de su Operum, con su retrato. Josep Bernabeu Mestre: Tradición y renovación en el pensamiento y obra del Dr. Pedro Miguel Heredia (1579–1655).
    85.↑ Luis Rodríguez de Pedrosa, en Biblioteca Virtual Ignacio Larramendi.
    86.↑ Alvar Martínez y José Pardo: In tenebris adhuc versantes. La respuesta de los novatores españoles a la invectiva de Pierre Régis, en Deramis. Acta Hisp. Med. SU. Hist. Illus., 15, 1995, 301–340.
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    89.↑ Especialmente Jovellanos gustaba de utilizar la expresión en sus escritos y discursos. José Luis Ramos Gorostiza Jovellanos y la naturaleza: economía, ciencia y sentimiento, en Scripta NovaUniversidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Vol. XI, núm. 241, 15 de junio de 2007.
    90.↑ Nosolosig - Tecnologías y Sistemas de Información Geográfica – Cartografía española en la Biblioteca Nacional, ss. XVI–XIX
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    93.↑ Chavaneau se dio cuenta que la infusibildad del platino otorgaba gran valor a los objetos de él hechos, por lo que inició un negocio con Joaquín Cabezas para producirlos, iniciando lo que se ha llegado a denominar la era del platino en España. Weeks, M. E. (1968). Discovery of the Elements (7 ed.). Journal of Chemical Education. pp. 385–407. ISBN 0-8486-8579-2. OCLC 23991202
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    100.↑ Miguel Ángel Puig, op. cit., p. 42
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    102.↑ Para toda la sección, Quintanilla y Sánchez Ron, op. cit., pp. 90–92
    103.↑ [uid=210&no_cache=1 Ficha de la obra en la web del Museo del Prado].
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    105.↑ Isabel Morant Deusa: Mujeres ilustradas en el debate de la educación. Francia y España.
    106.↑ Natacha Seseña Goya y las Mujeres, Taurus, 2004. Entre las aristócratas retratadas por Goya, esta autora cita a la marquesa de La Solana, la marquesa viuda de Villafranca, la de Santa Cruz, la condesa de Fernán Nuñez, la marquesa de Santiago, la de Pontejos, la condesa duquesa de [sic], la duquesa de Osuna, la de Abrantes, la marquesa de Lazán y la de Villafranca, la condesa de Chinchón y, especialmente, la duquesa de Alba. Entrevista en Cinco Días: Las mujeres ilustradas que retrató Goya.
    107.↑ Juana Vázquez Marín Las mujeres ilustradas en El Quijote en clave de mujeres.
    108.↑ Jordi Nadal (1975) El fracaso de la Revolución Industrial en España. 1814–1913, Barcelona, Ariel.
    109.↑ Del racionalismo krausista al positivismo, en Realidad y mito del 98: las distorsiones de la percepcion. Ciencia y pensamiento en España (1875–1923), Cayuela Fernández, José G. (coord.): Un siglo de España: centenario, 1898–1998. Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha y Cortes de Castilla-La Mancha, 1998, pp. 527–552. ISBN 84-89958-07-6.
    110.↑ Antonio Jiménez-Landi Martínez Los orígenes de la Institución, Edicions Universitat Barcelona, 1996, ISBN 978-84-89365-96-4, p. 105
    111.↑ La atribución es de José Carlos Mainer El coraje de un hombre — Escenarios, en El Periódico de Aragón. Noticias de Aragón, Zaragoza, Huesca y Teruel - El Periódico de Aragón 31/01/2009. La frase literal que suele citarse se restringe al siglo XIX (texto citado por José M. Roca: Fuentes de legitimidad del régimen franquista), aunque es habitual referir el deseo de borrar la historia de España incluso más allá, hasta al menos Felipe II (Josep Fontana, en Tuñón de Lara y la historiografía española, varios autores, Siglo XXI 1977. ISBN 978-84-323-1003-4).
    112.↑ Historia y edificio. Web oficial de la Biblioteca Nacional.
    113.↑ Germán Rueda (1996): Cultura, saber y diversiones (p. 44 y ss.), en El reinado de Isabel II. La España liberal, tomo 22 de la Historia de España, Temas de Hoy ISBN 84-7679-315-4
    114.↑ Germán Rueda, op. cit. pp. 48–52. Véase un estudio de Los 222 catedráticos de la universidad española en 1846 en filosofia.org.
    115.↑ Germán Rueda, op. cit., citando como fuente a Jesús Martínez Martín (1991): Lectura y lectores en el Madrid del siglo XIX
    116.↑ Germán Rueda, op. cit., p. 54
    117.↑ http://www.yoteca.com/pg/Informacion...zaragozano.asp http://iesitaza.educa.aragon.es/DAPA...arainocast.pdf Castillo y Ocsiero, Mariano - Pgina de voz - Gran Enciclopedia Aragonesa OnLine
    118.↑ a b c d Javier Turrión, op. cit.
    119.↑ Santiago Garma Pons La enseñanza de las matemáticas en España durante el segundo tercio del s. XIX, en Llull, ISSN 0210-8615, N.º 2, 1978, pp. 26–34
    120.↑ M del Carmen Cuéllar, Juan Ramón Rodríguez: Los estudios mercantiles y la Escuela de Comercio de Valencia 1787–1975 Universidad de Valencia, 2000 ISBN 978-84-370-4447-7, p. 25 y ss.
    121.↑ Fabián Estapé Ensayos sobre historia del pensamiento económico, 1971 Véase también Nacionalismo español#Nacionalismo y economía y Categoría:Economistas de España del siglo XIX.
    122.↑ Susana Martínez Rodríguez, comentario del libro de Enrique Fuentes Quintana (dir., 2003): Economía y Economistas Españoles, Círculo de Lectores-Galaxia Gutemberg, Barcelona.
    123.↑ Rafael Priesca Balbín La recepción del marxismo en España, 1880–1894, El Basilisco, ISSN 0210-0088, N.º 12, 1981, pp. 38–51
    124.↑ Raúl de la Fuente Juan Mieg, «El tío cigüeño».
    125.↑ Exposición en el Museo de Ciencias, 2009.
    126.↑ Breve biografía de Turró. Web más amplia, en catalán.
    127.↑ Citada en Sánchez Ron ¡Viva la ciencia!, op. cit. pp. 228–229. Dolz era jesuita, y fue el primer director del colegio de Jesuitas de Valencia, donde comenzó una importante colección de Ciencias Naturales que impulsó sobre todo Ignacio Sala a medidados del siglo XX (Cesión de la Colección de Ciencias Naturales Ignacio Sala).
    128.↑ Ramón y Cajal, Historia de mi labor científica, 1912, citado por Sánchez Ron, op, cit., p. 229
    129.↑ Graellsia isabellae.
    130.↑ Para toda la sección, Quintanilla y Sánchez Ron, op. cit., pp. 92–94.
    131.↑ Thomas F. Glick: Darwin en España. Introducción y traducción de José M. López Pinero. Ediciones Península Barcelona, 1982. Santiago Riera i Tuèbols: La difusió del darwinisme a Catalunya, en Medi Ambient. Tecnologia i Cultura, 27/1/2009.
    132.↑ Reseña de Mis memorias (Zuera, 1863 – Toulouse, 1939). Zaragoza: Institución Fernando El Católico (CSIC), 2003. ISBN 84-7820-687-6 en Geo Crítica
    133.↑ Homenaje a Carlos R. Darwin en el centenario de su naciemiento
    134.↑ José Antonio Rodríguez Esteban (editor) Conmemoración de la expedición científica de Cervera-Quiroga-Rizzo al Sáhara Occidental en 1886. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2008 Recensión en el Boletín de Historia de la Geología de España, nº 32, noviembre de 2008, Sociedad Geológica de España.
    135.↑ Rodríguez Estaban, José Antonio: Geografía y colonialismo: la Sociedad Geográfica de Madrid, 1875-1936 [3]
    136.↑ Victoriano Darias de Las Heras: El africanismo español y la labor comunicadora del Instituto de Estudios Africanos[4]
    137.↑ Ficha de una de sus obras en el Museo Cerralbo.
    138.↑ Un listado de Intelectuales, artistas y científicos españoles del siglo XIX ante la fotografía, en Riego, B.: Impresiones: la fotografía en la cultura del siglo XIX (antología de textos), 2003.
    139.↑ Consejo general de colegios oficiales de ingenieros industriales
    140.↑ Flix - Historia - ERCROS
    141.↑ Juan Subercase Krets, en Galería de Ingenieros Egregios. X. Siglo XIX-España.
    142.↑ Juan Manuel Grijalvo – Ferrocarril y ferrocarriles – El ancho de vía.
    143.↑ ¿Por qué las vías de tren en España son más anchas?. El ancho de vía del tren español
    144.↑ Gabriel Tortella, op. cit., sección La industria algodonera, pp. 68–76
    145.↑ Minas de Riosa
    146.↑ Fernández González, Álvarez Núñez y Portillo Calderón (1988). Siderurgia malagueña en el siglo XIX: Manuel Agustín Heredia. Málaga: Colegio Oficial de Peritos e Ingenieros Técnicos de Málaga. ISBN 84-60053-25-3.
    147.↑ Museo de la Minería y de la Industria de Asturias mumi.es; Historia de Tudela Veguín S. A.
    148.↑ Fotografía del mapa de 1834 y Artículo, en El País, 27 de mayo de 2009.
    149.↑ Gabriel Tortella. La minería, en Revolución Burguesa, oligarquía y constitucionalismo, tomo 8 de la Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara, Barcelona, Labor. ISBN 8433592481, pp. 49–62. Cita como fuentes principales a Jaume Vicens Vives, Jordi Nadal y Nicolás Sánchez-Albornoz.
    150.↑ Gabriel Tortella, op. cit., sección La industria siderúrgica, pp. 76–87.
    151.↑ Guillermo Lusa Monforte: El final de la soledad de la Escuela de Barcelona (1892–1899)
    152.↑ Castro, 1994, citado por Marta I. González García y Eulalia Pérez Sedeño: Recuperación de las mujeres en la historia de la ciencia y la tecnología
    153.↑ María Goyri, la primera universitaria
    154.↑ Mercedes de la Fuente Manuela Solís, primera universitaria valenciana
    155.↑ Ángela Carmona Rosas y espinas, citada en esta entrevista periodística
    156.↑ Citado por Isaías Lafuente, en Agrupémonos todas — La lucha de las españolas por la igualdad, Aguilar, ISBN 84-03-09390-X
    157.↑ Citado por Mercedes de la Fuente, op. cit.
    158.↑ Catalina Lara Un siglo de mujeres en la Universidad, El País, 09/09/2010.
    159.↑ J. Luis Maldonado Polo Las expediciones científicas españolas en los siglos xix y xx en el archivo del museo nacional de ciencias naturales, en Asclepio, Vol. LIII, febrero de 2001.
    160.↑ Victoriano Darias de Las Heras, op. cit.
    161.↑ José González-Albo Campillo (1913–1990) Necrológica en Anales del Jardín Botánico de Madrid, 48(1) 1990.
    162.↑ Maldonado, op. cit.
    163.↑ Las expresiones son de uso común, y aparecen, por ejemplo, en estudios sobre Manuel Azaña (José María Marco La inteligencia republicana) o Antonio Machado (Carlos Moreno Hernández Antonio Machado, 1907–1917).
    164.↑ El observatorio meteorológico de Igueldo. Véase también la Breve historia de los comienzos de la meteorologÍa en Euskal herria de Antón Uriarte.
    165.↑ [...] fecha en la cual también se edificó junto a este el museo de física experimental La Mentora que en la actualidad expone gran parte de los aparatos científicos de la época. (De Montjuic y el Monte Tibidabo).
    166.↑ Web del Observatorio del Ebro.
    167.↑ [...] fue el encargado de instalar los instrumentos en una terraza del Palacio de Lorenzana, acompañado de una pequeña oficina. En aquel espacio colocó los termómetros, un pluviógrafo Hellmann, una veleta anemométrica Wild y el resto de aparataje. (Cien años de mediciones y registros meteorológicos casi ininterrumpidos)
    168.↑ Desde 2008 rebautizado como Agencia Estatal de Meteorología, en cuya web se reclama con más de 140 años de historia.
    169.↑ Manuel Palomares Calderón (febrero de 2010): La ascensión en globo de Augusto Arcimis en 1905
    170.↑ Se repartían territorialmente el mercado: ENDESA (pública, perteneciente al INI), Iberduero (por los ríos Ebro y Duero), Hidroeléctrica Española, Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA) y Sevillana de Electricidad. ENDESA en su historia, Gonzalo Anes, Santiago Fernández Plasencia y Juan Temboury; El sector eléctrico a través de UNESA 1944 – 2004 UNESA 1944–2004
    171.↑ Catálogo de la exposición conmemorativa. Fotografía de Einstein en los jardines de la Residencia de Estudiantes.
    172.↑ Artículo periodístico sobre la citada exposición.
    173.↑ La Ciencia en España
    174.↑ José M. López Sánchez Las ciencias sociales en la edad de plata española: el Centro de Estudios Históricos, 1910–1936. Tesis doctoral en la Universidad Complutense, 2005.
    175.↑ Biografía de Pérez del Pulgar en Biografías y Vidas. "incendio+del+icai"&source=bl&ots=8qDxNnYXkp&sig=0zBl2HH-WY_btbHsIdnb23OIfNM&hl=ca&ei=mUIqSuytKZKwsAbj86CeDA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2 Referencia al incendio del ICAI en Hominum causa omne ius Constitutum est, de José María Díaz Moreno y José María Castán Vázquez Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, 2000 ISBN 978-84-89708-76-1
    176.↑ Fritz Haber dirigía el instituto de química física, Otto Hahn el instituto de radioactividad, y desde 1918 Lise Meitner el departamento de física de ese instituto. chemheritage.org
    177.↑ museovirtual del CSIC. Néstor Herran Los inicios de la radiactividad en España, en Investigación y Ciencia nº 394, julio de 2009. ISSN 0210136X, pp. 9 y 10. Véase también el libro de este mismo autor, Aguas, semillas y radiaciones. El Laboratorio de Radiactividad de la Universidad de Madrid, 1904–1927, CSIC, 2008 (recensión) y el extracto de su tesis doctoral Radioactividad en España: Ascenso y declive del Instituto de Radiactividad, 1904–1929, Universidad Autónoma de Barcelona, 2006.
    178.↑ divulgamat.ehu.es
    179.↑ 12. Las oposiciones de Terradas a la Cátedra de Ecuaciones Diferenciales
    180.↑ Palomares, op. cit.
    181.↑ Enrique Fuentes Quintana, op. cit.; El profesor Bernis ante la economía española, Bibliografía de Bernis; El profesor Zumalacarregui (1879–1956); Olegario Fernández-Baños.
    182.↑ Luis Enrique Otero Carvajal: Einstein y la revolución científica del siglo XX
    183.↑ publicado en El Siglo Médico, 18 de julio de 1936. El autor, como rector de la Universidad de Zaragoza, había recibido elogiosamente a Einstein en 1923. Citado por Javier Turrión Berges: Einstein en España, en Monografías de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza. 27: 35–68, (2005).
    184.↑ La neurociencia española en el exilio convivió y chocó con Stalin. Un estudio recoge el papel de los médicos del PCE en la URSS. El campo de la psiquiatría fue el más aprovechado, en Público, 23/10/2011; reseña extensa de un artículo de Miguel Marco en Revista de Neurología. Recoge la continuada relación entre la neurociencia rusa y la española desde la presentación de Iván Pavlov en el XIV Congreso Internacional de Medicina (1903, Madrid). Discípulos de Pío del Río Hortega se terminarían exiliando en la URSS. Se continúa en la misma fuente con otros artículos: El psiquiatra rojo que seguía a Pavlov. Florencio Villa Landa vivió el comunismo en España, la Unión Soviética, México y Cuba (sobre Florencio Villa Landa, 1912-1992), El referente del PCE en sanidad. Realizó el primer experimento de respuesta condicionada en España (sobre Juan Planelles, 1900-1972), El español que estuvo en el gulag (sobre Julián Fuster) y Manuel Arce. Niño de la guerra y neurorradiólogo formado en la URSS, volvió a España a mediados de la década de los sesenta (sobre Manuel Arce, 1929).
    185.↑ Cayuela, op. cit.
    186.↑ Referencia a la ley en una biografía de Cabrera. Referencia al contenido de las investigaciones sobre paramagnetismo: Carmen Magallón Portolés Mujeres en las ciencias físico-químicas en España: el Instituto nacional de ciencias y el Instituto nacional de física y química (1910–1936), en Llull ISSN 0210-8615, Vol. 20, N.º 39, 1997, p. 553
    187.↑ Casimiro Lana Sarrate
    188.↑ Luis Enrique Otero Carvajal: La destrucción de la ciencia en España. Las consecuencias del triunfo militar de la España franquista, en Historia y Comunicación Social. número 6. Universidad Complutense, Madrid, 2001. ISSN: 1137-0734, pp. 149–186. Luis Enrique Otero Carvajal (dir), Mirta Núñez Díaz-Balart, Gutmaro Gómez Bravo, José María López Sánchez, Rafael Simón Arce: La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo] UCM-Editorial Complutense, Madrid, 2006 ISBN 978-84-7491-808-3 (reseña de Salvador López Arnal).
    189.↑ Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos (CEPA) en colaboración con Merck & Co. (Historia - Aranjuez - ERCROS)
    190.↑ La bomba atómica que planeó Franco, en El País, 18/01/2008.
    191.↑ Enrique Cerdá (1981) Nuestros genes, Salvat, p. 54.
    192.↑ Exposición y catálogo La evolución de Darwin, 2009, Museo Nacional de Ciencias Naturales. ISBN 978-84-9785-577-8, especialmente Rafael Zardoya El Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, y el origen de la genética en España, pp. 135–138.
    193.↑ Fue uno de los 67 países participantes (Año Geofísico Internacional o Año Polar Internacional-3 (AGI o API-3, 1957–1958): 25 años después, se funda el Sistema Antártico), y se encontraba ya entre las 52 que habían anunciado su participación previa (La Unesco y su programa. El Año Geofísico Internacional).
    194.↑ Artículo en el Boletín del Instituto Geográfico Nacional, n.º 10, abril–junio de 2002.
    195.↑ Historia de la urología
    196.↑ Enrique Fuentes Quintana, op. cit.; Fabián Estapé Con acuse de recibo; Universidad de Barcelona. Historia; La contribución de Manuel de Torres a la economía agraria en España (1930–1960)
    197.↑ María Jesús Santesmases: "la+ciencia+en+el+franquismo"&source=bl&ots=mCt73Hal9J&sig=wP1ngN-Aey5-lh_pyTaJZcf5nLM&hl=es&ei=uj8aSryNK8WD_AbxyZ3-DA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=3#PPA71,M1 Neutralidad y Atrasos: Ciencias y Tecnicismo en la España de Franco, en Actes de la VII trobada D'història de la ciència i de la Tècnica: Barcelona, 14, 15, 16 I 17 de noviembre de 2002. Institut d'Estudis Catalans, 2003 ISBN 978-84-7283-710-2, p. 69
    198.↑ El arma secreta de Franco. Una investigación de EL PAÍS descubre en una oficina del Ejército de Tierra un lote de las máquinas Enigma, que, compradas a Hitler, permitieron al bando nacional cifrar mensajes, Rafael Moreno Izquierdo, El País, 12/10/2008.
    199.↑ Primer ordenador en España
    200.↑ SIMO: una larga historia de 41 años
    201.↑ Rafael Barzallana Las generaciones de ordenadores, recogido en Wikilearning.
    202.↑ Rafael Barzallana, op. cit. Origen del PC. Las generaciones de ordenadores. Universidad de Murcia Historia de la Informática. La era de la electrónica. Una amplia descripción del Distesa Kentelec 8, que plantea la duda de fechas entre 1973 y 1974.
    203.↑ Ignacio Fernández Bayo, Luis Guijarro y Antonio Calvo Roy (2005) La generación de la Ley de la Ciencia. 45 perfiles de científicos españoles de hoy, CSIC, ISBN 84-689-3848-3.
    204.↑ a b Quintanilla y Sánchez Ron, op. cit., pp. 95–103
    205.↑ En el World Universities Ranking de enero de 2009 (Laboratorio de Internet del CINDOC, que utiliza un factor de impacto web), España aparece en séptimo lugar, con cuatro universidades entre las doscientas primeras, veintisiete entre las quinientas primeras y cuarenta y dos entre las mil primeras (por delante de Suecia, Japón o Suiza). En cambio, en otras clasificaciones aparece peor situada (puesto 18 en Academic Ranking of World Universities de la Universidad de Shanghái Jiao Tong).
    España que posee 44 revistas en el conjunto de las BD del ISI, lo cual representa el 0,5 por ciento del total, un valor muy por debajo de su potencial científico y editorial, que viene calculándose en todos los indicadores de producción científica en torno a valores del 2,5–3 por ciento.


    Emilio Delgado López-Cózar y otros: N-RECS: índice de impacto de las revistas españolas de ciencias sociales. Una nueva herramienta para medir el impacto de la investigación española, en Biblio 3W Revista bibliográfica de geografía y ciencias sociales (Serie documental de Geo Crítica) Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796, 30 de marzo de 2005.
    El gran volumen de la investigación en ciencias sociales, o al menos de lo publicado, es objeto de análisis crítico por Araceli Mangas Dispendio universitario en proyectos fantasma, El Mundo, 2 de marzo de 2010.

    La presencia de las escuelas de negocios en este tipo de clasificaciones (3 entre las 20 mejores del mundo) es muy superior al de las universidades (11 entre las 500 mejores): La escuela de negocios saca los colores a la Universidad. Los 'ranking' mundiales dejan mal parados a los campus españoles y muy bien a los centros de formación de directivos. La falta de internacionalización y de especialización están entre las causas, El País, 10/03/2010.

    Adelaida de la Calle, catedrático de Biología y rector de la Universidad de Malaga, matiza la trascendencia de estas clasificaciones (Entrevista en El País, 08/10/2011:

    Me hace gracia cuando empresarios dicen que en el ranking no ha ninguna española. Y, ¿cuántas empresas hay? Es lo mismo, si tienes una multinacional potente que hace investigación pues vas a salir, pero si tienes una empresita que lo haces bien, pero de pequeña dimensión, pues no vas a figurar. Pasa lo mismo con las universidades españolas: no somos Harvard... España ha alcanzado el noveno puesto en productividad científica, eso quiere decir que somos buenos, creativos, serios y rigurosos en las investigaciones que son competitivas

    Gonzalo Casino, La ciencia española no despunta. Los últimos indicadores muestran una discreta tasa de excelencia y retratan la mediocridad universitaria - España publica mucho, pero con impacto limitado, El País, 26/10/2011 (Gráfico: Publicaciones científicas en España)
    206.↑ Javier Sampedro Las células madre abren un nuevo flanco en la investigación del cáncer. Tres laboratorios españoles se sitúan en primera línea, pero falta dinero], El País 10/08/2009
    Que salgan tres trabajos españoles en el mismo número de Nature es insólito. ¿Se está convirtiendo España en una potencia en medicina regenerativa? «Yo no lo diría», responde Serrano. «España esta a mejor nivel que Italia, lo que ya es mucho decir, pero no al nivel del Reino Unido, Alemania, Holanda o Suiza o Suiza. Ni por supuesto al de Estados Unidos, Canadá, Japón o Singapur. Pero sin duda es un nivel decente para lo que es España».

    207.↑ La frase es de Nature, citada por Joan Guinovart ¿Hundir la ciencia por el precio de seis 'ronaldos'?, 17/09/2009. La difícil contabilidad de la inversión en I+D se analiza por Luis Sanz Menéndez Presupuestos para I+D: aterriza como puedas, 10/10/2009. El caso particular de la inversión española en la Agencia Europea del Espacio, y su repercusión en la política de justo retorno se discute por Alicia Rivera La crisis en la ciencia. España reduce el 36% su pago al plan espacial europeo. La menor participación en la ESA preocupa a la industria, 10/10/2009. Para los presupuestos de 2011 Los recortes de presupuesto llegan a los laboratorios. Ciencia e Innovación rebaja en 50 millones los proyectos de investigación (El País, 27/07/2010):
    La reducción, que ronda el 15% de media, pero que en algunas áreas es superior (18% o 20% en biología), no tiene efectos necesariamente graves en los equipos potentes, que, además, cuentan con otras fuentes de financiación, como los proyectos europeos. Pero los grupos más modestos pueden verse obligados a replantearse los objetivos o incluso a cancelar el proyecto mismo, y estos equipos no solo pueden hacer buena ciencia, sino que aportan a menudo su cantera de promesas para los grupos de excelencia. En el caso de los jóvenes científicos que empiezan ahora su carrera, la repercusión del recorte puede ser crítica si no logran financiación suficiente para sus primeras investigaciones independientes. (...)

    En lo que sí ha cumplido el ministerio ha sido en el compromiso de no recortar los contratos Ramón y Cajal y las becas FPI para realizar la tesis doctoral, de modo que se convocan este año 250 y 1.100, respectivamente, igual que en 2009. (..)

    En 2009 se solicitó financiación del plan nacional para 5.880 proyectos de investigación y, tras el proceso de evaluación de cada uno, se aprobaron 3.732. Las cifras definitivas de la convocatoria de 2010 se conocerán a finales de verano.

    El CSIC recibe del ministerio este año 120 millones de euros menos que el pasado, y en 2009 fueron 60 menos que en 2008. En total, es una reducción de 180 millones sobre los 600 de 2008, un 30%. El Ciemat ha sufrido un recorte del 36% en estos dos años, con 35 millones en el presupuesto de 2010 por debajo de los 96 de 2008. Pese a que ambas instituciones obtienen recursos añadidos por proyectos y contratos, su situación es muy complicada...

    España ocupa el puesto número 39 en el «ranking» mundial de innovación recogido en el Informe Global de Competitividad 20011-2012 elaborado por el Foro Económico Mundial de Davos, una lista de 142 países liderada por Suiza y Suecia en la que la economía española "queda lejos" de los países más avanzados de la Unión Europea como Finlandia, Alemania o Dinamarca, situándose por detrás de Irlanda, Portugal, República Checa o Hungría. Reseña en ABC, 5 de enero de 2012.
    208.↑ Director del Centro Nacional de Referencia de las Encefalopatías Espongiformes Transmisibles también llamado Centro de Investigación en Encefalopatías Transmisibles y Enfermedades Emergentes de Zaragoza o Centro Nacional de Referencia de Encefalopatías y Enfermedades Emergentes, y del Consejo General de Colegios Veterinarios. Entrevista en Consumer, Perfil en El País
    209.↑ La primera niña probeta cumple 25 años, El Mundo, 9 de julio de 2009.
    210.↑ Véase nota 33
    211.↑ Nota de prensa del Ministerio. Artículo en 20 minutos. Artículo en El País.
    212.↑ Premio Blas Cabrera 2009
    213.↑ El sincrotrón Alba enciende la luz. El nuevo centro de Barcelona impulsa el estudio de la estructura de los materiales, El País, 10/03/2010.
    214.↑ España participa por primera vez en el Año Polar con 220 investigadores. España participa por primera vez en el Año Polar con 220 investigadores
    215.↑ Panel del Museo Marítimo de Asturias (Luanco). La expedición de 1987 fue del buque Antártida 8611, con los arrastreros Nuevo Alcocero y Pescapuerta IV.
    216.↑ Portal Fuenterrebollo, citando la exposición La otra mitad de la ciencia, del Instituto de la Mujer.
    217.↑ Mujeres ilustres en Mujeres y Ciencia, CSIC.
    218.↑ AMIT
    219.↑ Espérame en el cielo, web del Planetario de Pamplona.
    220.↑ Javier Sampedro: El aborto enciende a los científicos. Un millar de investigadores denuncia la «utilización ideológica de la ciencia», El País, 06/04/2009.
    221.↑ Asociación Española de Periodismo Científico(AEPC/AECC); Asociación Española de Comunicación Científica (AECC). Su portal web es aecomunicacioncientifica.org.
    Enlaces externos[editar] Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Historia de la ciencia y la tecnología en España. Commons
    Enlaces sobre Historia de la Ciencia y de la Técnica en España en la web de la Universidad Miguel Hernández.
    Sociedad española de historia de la ciencia y de la técnica.
    Museo Nacional de Ciencia y Tecnología.
    Juan Vernet Ginés (1976). Historia de la ciencia española. Instituto de España, Cátedra Alfonso X el Sabio. ISBN 978-84-500-7220-4.
    Artehistoria:
    Maestros, Médicos y El ambiente cultural en la España visigoda.
    El cultivo de la ciencia en la época Omeya, Ciencia y técnica en las taifas, Todas las ciencias y Trasvases culturales, en la España musulmana.
    Arte y cultura, Traducción y traductores y La educación en los reinos cristianos medievales.
    El pensamiento científico del Siglo de Oro y La ciencia del siglo XVII. Ricardo García Cárcel.
    El progreso científico en la Ilustración. Carlos Martínez Shaw.
    Sociedades de discusión cultural y científicas en el reinado de Isabel II. Germán Rueda.
    Los avances culturales en el Sexenio Democrático. Ángel Bahamonde.
    Economía, sociedad y cultura en la Restauración. Carlos Dardé.
    Fundación Juanelo Turriano.
    Madri+d
    Científicos españoles para recordar.
    Red de Museos.
    Obtenido de «Historia de la ciencia y la tecnología en España - Wikipedia, la enciclopedia libre
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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