Adiós a la inmortalidad: 125 años, edad límite para el ser humano
Los 125 años serian el limite máximo de la vida humana.
By Richard García
Eso ha llevado a pensar a algunos científicos que la expectativa de vida máxima podría ser flexible y extenderse en forma indefinida.
Sin embargo, un análisis demográfico global que publica hoy la revista Nature revela que, pese a todos los avances, la tasa de sobrevivencia declina notoriamente después de cumplidos los cien años, y que la edad en que han fallecido las personas más longevas no se ha incrementado desde la década de los 90.
La excepción a la regla ha sido la francesa Jean Calment, quien falleció en 1997 tras haber cumplido los 122 años. Al observar la máxima edad de muerte reportada en Francia, Japón, el Reino Unido y Estados Unidos -países que registran el mayor número de supercentenarios (personas que alcanzan más de 110 años de vida)-, se observa que esta aumentó rápidamente entre los años 70 y principios de los 90. Alcanzó su punto más alto en 1995, coincidiendo con los últimos años de vida de Calment. Pero a partir de ese año no se ha producido ningún incremento en la edad máxima de fallecimiento e incluso, se ha producido una disminución de 0,28 años por cada año que pasa. Así, hoy la edad promedio máxima esperada es de 114,9 años, lo que coincide más o menos con la edad que tienen las actuales personas más longevas del planeta.
La italiana Emma Martina Morano, quien es además el único ser humano que queda en el planeta que nació en el siglo XIX, hoy cumple 116 años y 291 días. Le sigue la jamaicana Violet Brown, que hoy completa 116 años y 188 días de vida. La gran mayoría de los supercentenarios que las han precedido ha fallecido antes de cumplir los 117 años, salvo una que llegó a los 119, en 1999, y otras cuatro que lograron superar los 117 años, entre 1993 y 2015. Todas han sido mujeres.
Duración limitada
Considerando estos casos excepcionales, los autores del estudio hicieron una modelación que determinó que la probabilidad de que alguna persona en el planeta supere los 125 años es de una en 10 mil.
"En contraste con previas afirmaciones de que la longevidad humana puede prolongarse incluso más tiempo, nuestros registros sugieren fuertemente que la duración de la vida es limitada", sostiene el estudio, encabezado por el investigador Jan Big, del departamento de genética del Albert Einstein College de Medicina, en Nueva York.
"Es un estudio observacional contundente", destaca a "El Mercurio" Andrea Slachevsky, neuróloga de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
"Esto sugiere que aun cuando sea posible mejorar la calidad de vida, de todas formas se llega a un cierto límite de longevidad".
La investigadora, quien es subdirectora del Centro Fondap Gero (Gerociencia, salud mental y metabolismo), reconoce que existe gente que tiene la utopía de la inmortalidad y que no existiría un límite para la vida humana, sino que se podría expandir de manera constante gracias a la tecnología. Aunque esto -dice la especialista- es un poco iluso, porque esa idea existe desde hace mucho tiempo y en distintos países ha habido diversos intentos científicos por conseguir la inmortalidad, si bien nunca han llegado a destino.
"Lo que sí se puede prolongar es la calidad de vida y los años de vida saludable, pero aunque es posible hacerlo, siempre se llega a un límite.
La razón se desconoce. "Probablemente, hay un factor genético con el que estamos programados y no podemos sobrepasar, pero son solo hipótesis".
Si de manera artificial podemos pasar ese límite es otra historia, sostiene. "A mí me parece que por ahora son ilusiones. Cualquier tecnología que se esté probando, aun hay que esperar sus resultados en humanos".
Barrera natural
No hay ningún gen que fije directamente la edad o el momento de la muerte, pero de todas formas hay un restricción natural.
En un comentario al estudio publicado también en Nature, Jay Olshansky, de la U. de Illinois en Chicago, compara ese límite con el que existe para la velocidad del ser humano. La velocidad máxima que puede alcanzar el hombre corriendo no está determinada por los genes, pero nuestra estructura corporal, que ha evolucionado para otros fines, impone límites biomecánicos. Tal vez en el caso de la vida, el límite funcione de manera semejante, apuesta Olshansky.
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