Nihil Obstat

Esta expresión latina se aplica a varios aspectos relacionados con la Tradición, el Dogma y la Doctrina. Pero ante la avalancha de críticas dirigidas a lo que sale del Vaticano, o a las ocurrencias de algunos obispos, a uno de éstos no se le ha ocurrido otra que solicitar su ampliación a "otros" ámbitos. La realidad es que junto con el espectacular desarrollo de las tecnologías ha llegado también a producirse una inmensa crisis en el seno de la Iglesia Católica, reunamos ambas situaciones y el resultado está más que servido. Pero antes de seguir, es preferible entender brevemente qué es el nihil obstat:



Nihil obstat

Esta expresión latina significa “nada obsta”, “nada impide”. Es un requisito para determinados actos jurídicos, por el que se asegura la ausencia de circunstancias que impidan su realización y que se dan los requisitos necesarios.

En la materia de publicación de libros, el nihil obstat es el dictamen escrito favorable a la publicación en cuanto al contenido doctrinal, realizado por un censor al que el obispo ha dado ese encargo. El censor declara que no consta nada contrario al magisterio ni hay peligro para la fe y las costumbres de los fieles. En algunos casos particulares su parecer desciende a más detalles según la finalidad de la publicación, como en los libros de catequesis o las traducciones de la Sagrada Escritura. Una vez obtenido el nihil obstat, el obispo concede el imprimatur.

Otro tipo de nihil obstat es la declaración de la Congregación para la Educación Católica para que se pueda proceder al nombramiento de un profesor estable en una facultad eclesiástica, que se realiza sobre la base del parecer del consejo de facultad y del gran canciller o el ordinario del lugar, previa consulta a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

También se requiere nihil obstat en otros supuestos: del ordinario o superior mayor para inscribirse en un centro de estudios superiores de la Iglesia; en el expediente matrimonial; de la Santa Sede para conceder el doctorado honoris causa.

Fuentes: CIC cc. 779, 825, 830, 1066-1070; PCITL, Interpretación auténtica del can. 830, §3, 20-VI-1987; PCITL, Interpretación auténtica del can. 830, §3, 20-VI-1987; Instrucción sobre algunos aspectos relativos al uso de los instrumentos de comunicación social en la promoción de la doctrina de la fe, 30-III-1992


Nihil obstat


Y, a continuación, veamos de qué va el asunto, porque tiene miga.


El obispo Barron pide un ‘nihil obstat’ episcopal para las webs católicas


Por Carlos Esteban | 28 enero, 2020

El mediático obispo auxiliar de Los Ángeles Robert Barron ha pedido en declaraciones al National Catholic Register a los obispos que aprueben o rechacen públicamente los sitios webs y las cuentas católicas en redes sociales. Ya les avisamos que esta no tiene muchas probabilidades de obtener el ‘Imprimatur’ de nuestro ordinario.

Barron, que dirige el servicio de evangelización multimedia Word on Fire, ha salido en defensa de una especie de ‘Index Librorum Prohibitorum’ en versión online y dirigido a los portales de noticias u opinión y a las cuentas sociales católicas. En concreto, el obispo auxiliar de Los Ángeles pide a los obispos que “ejerzan su responsabilidad”, alertando de los sitios online que siembran ‘odio’.

Los lectores asiduos de publicaciones como Vida Nueva o Religión Digital saben bien qué portales son -somos- rutinariamente acusados de ‘odio’, algo que todavía no se nos ha pasado por la cabeza achacar a ninguno de nuestros rivales.

Si recuerdan, la cosa empezó con una iniciativa de la Oficina de Comunicación Vaticana que pretendía dar una especie de certificación de garantía a las webs que fuesen buenas y dóciles, pero, en honor a la verdad, no sabemos qué fue de aquello.


Y ahora el neoconservador Barron sale diciendo que los obispos deberían ejercer su autoridad en la esfera digital, tal como Juan Pablo II pidió que los obispos ejercieran una mayor supervisión sobre las universidades católicas. Suponemos que la idea tendrá un éxito similar: todos sabemos lo rigurosamente ortodoxas que son todas las universidades de la Iglesia, como esa Pontificia de Salamanca donde impartía un Máster de Género la nueva directora del Instituto de la Mujer, esa que aconseja a las mujeres sodomizar a sus parejas masculinas.

“Para ser sincero, hay un número desconcertante de personas en medios y redes sociales que predican discursos de odio y división, a menudo profundamente en desacuerdo con la teología de la Iglesia y que, desgraciadamente, tienen un poderoso impacto en el pueblo de Dios”.

Lo que pide expresamente Barron es que los obispos se atrevan a denunciar un medio o una cuenta que esté “perjudicando” a la Iglesia.

A nadie le gusta que le saquen las vergüenzas, y es comprensible que el poder, cualquier poder, prefiera informadores dóciles que aseguren a los fieles que todo va bien. Desgraciadamente, con el tipo de información que con toda seguridad estarían felices los obispos hemos tenido prelados como Theodore McCarrick abusando a sus anchas de niños y seminaristas durante décadas.


https://infovaticana.com/2020/01/28/...ebs-catolicas/


Recordemos aquello de ¿quién peca más, el que peca por la paga o el que paga por pecar?. Pues haciendo una especie de extrapolación de ideas se podría formular la siguiente oración: ¿quién perjudica más a la Iglesia, los que quieren seguir la Tradición, el Dogma y la Doctrina, o los que quieren cambiarlos para adaptar todo a las "nuevas" circunstancias?

Por otro lado, el odio es un sentimiento difícil de discernir, como su opuesto, que es el amor. Y pretender que las webs, blogs, y otro sitios on-line constituidas por católicos difunden odio por pedir que se respete todo el fundamento de la IGLESIA DE CRISTO, es demostrar de qué lado está ese odio que se pretende denunciar. Me pregunto cómo se define y delimita y a qué, cómo se mide, cómo se cuantifica, cómo se pesa.

Cuando se produzca la Parusía, Nuestro Señor ya se encargará de separar el trigo de la cizaña.