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Tema: Antipatía de Pablo VI por las dictaduras... salvo si eran comunistas (1965-1976)

  1. #1
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    Antipatía de Pablo VI por las dictaduras... salvo si eran comunistas (1965-1976)

    El tema me ha venido a las manos mientras respondía el último mensaje de Doble Aguila en el hilo de la cárcel de curas vascos en Zamora

    Vandalismo sacrílego de curas pro-etarras en la cárcel de Zamora (año 1973)

    Dadas las razones que exponía en la respuesta, como rozan otro asunto de gran importancia insuficientemente tratado, considero más propio desarrollarlo aparte y posteriormente detallarlo.

    Cita Iniciado por DOBLE AGUILA Ver mensaje
    Bueno, en realidad esto que planteas, creo que sería bastante más difícil (yo diría técnicamente imposible, aunque no soy un experto) de llevar a la práctica. Un Estado como el español, definido entonces legalmente como CONFESIONAL, no podía, en ningún caso, suprimir el Concordato de manera unilateral. De hecho, el Concordato solo se suprimió cuando las dos partes estuvieron de acuerdo en cambiarlo por otra cosa (Acuerdos Iglesia-Estado) una vez que la propia estructura y forma del Estado español había cambiado. Y recordemos, que ya a partir de mediados de los años 60 es LA PROPIA IGLESIA la que se muestra extraordinariamente incómoda con un Concordato que, aunque realtivamente frecuente (1953) constituye un texto absolutamente contrario a la nueva actitud política del Vaticano en sus relaciones internacionales; donde opta, indiscutiblemente, por la "neutralidad" política y sobre todo por la ACONFESIONALIDAD.


    Sobre tal actitud vaticana en sus relaciones internacionales, habría algo importante que matizar: quizá ya pocos sepan (y nadie se lo recordará, por supuesto) que desde mediados de los años 60, tras el nuevo marco conciliar, mons. Casaroli ("ministro de Asuntos Exteriores" vaticano ) viajó infatigablemente y “triunfalmente” a países comunistas del Este de Europa, para normalizar relaciones con países o territorios de población católica significativa (Hungría, Polonia Yugoslavia, Checoslovaquia) ... en lo que se llamaba “Ostpolitik” (Apertura vaticana al Este). "Victorias" ampliamente aplaudidas por los voceros mediáticos de entonces (ante la incredulidad de los feligreses que no acababan de entender aquellos "triunfos" vaticanos).

    Ante los tiranuelos comunistas nada de "neutralidad" vaticana sino agachar la cabeza y ser condescendiente

    Entre esos "triunfos" (más bien, claudicaciones) de la diplomacia vaticana destacan:

    - Acuerdo entre la Santa Sede y la Checoslovaquia comunista el 27 de febrero de 1973, para el nombramiento de cuatro obispos.

    - En junio de 1966, un documento, entre el Vaticano y la República Federal Socialista de Yugoslavia sobre competencia de la Santa Sede en cuestiones espirituales y de carácter eclesiástico y religioso,
    salvo el ordenamiento interno de la República y no pudiendo abusar de sus funciones para fines de carácter político

    - Con el Gobierno comunista de Hungría, en septiembre de 1964, compromiso con la Santa Sede para nombrar obispos, que prestaron juramento de fidelidad al Estado

    Etc.

    Así pues con los comunistas: nombramiento de obispos consensuado con el Estado, y prohibición absoluta a obispos de meterse en política...

    ¡..."Igualito" que hacía el Vaticano con el Régimen de Franco, vaya, al que se le exigía tragar con todo tipo de obispo, nombrado a mala uva contra él y además, tener como función principal, ya no meterse en política, sino atacarle ex-profeso!

    ¿Alguien se imagina al Vaticano obligando a los obispos españoles a jurar fidelidad a Franco? Bueno, pues para la Hungría y Checoslovaquia comunistas y ateas así sucedía, entonces.

    Como se ve, frente a aquellas dictaduras comunistas (y dictaduras auténticas, de verdad, no de boquilla, donde mandaban a obispos díscolos al paredón o a picar piedra...) para el Vaticano regía una filosofía contraria que para España: allí se buscaba no la “independencia” ni la "neutralidad" sino la cooperación y el nombramiento consensuado de obispos y nuncios, presentándolo, cuando se conseguía alguna migaja, como un gran "éxito y avance".
    Política de “apertura al Este”, de “tolerancia” con los gobiernos comunistas y relaciones con ellos tan apetecidas que hasta se sacrificó para ello a los tiranos comunistas a dignísimos obispos anticomunistas como mons. Mindszenty, primado de Hungría, héroe antes del Vaticano II y que pasó a villano después por el "gravísimo delito" de plantar cara y no ceder ante el comunismo..., caso de traición vaticana a su persona que silenció o distorsionó sistemáticamente la prensa “católica”.


    Repárese que eran dictaduras comunistas que torturaban, fusilaban, no respetaban derechos humanos, ni libertades de ningún tipo .

    ¿Y protestaba alguien en Occidente sobre cooperar el Vaticano con tal monstruosidad? Nadie.

    Y menos por la escandalosa discriminación vaticana halagadora con los ateos y torturadores y perseguidores de católicos (como Fidel Castro, etc), y beligerante con los gobiernos confesionales como el de Franco

    Y ya no digamos, cuando
    los “demócratas”, silenciosos ante el pro-comunismo vaticano, ponían el grito en el cielo para que Roma no consensuara obispos con el catoliquísimo Franco y le endosara obispos enemigos, bien por las buenas o por las malas. Y en todo caso y constantemente obispos auxiliares marxistas de la peor calaña.

    El caso tenía consecuencias hasta en los modos y el estilo. Como ejemplo, monseñor Casaroli y su séquito en abril de 1974 se tiraron nada menos que diez días (10) (¿vacaciones, quizá?) en la Cuba castrista, donde Fidel se dignó a recibirle, y de milagro, sólo dos horas en el último día de su estancia.
    Casaroli sonrió cuando se le preguntó sobre el problema de los bienes confiscados por Castro a la Iglesia: «¿Existe de verdad esa cuestión?, llegó a decir...

    ... El mismo Casaroli que, ante España, y pese al máximo nivel que se le concedía y a la gravísima situación concordataria de entonces, nunca llegó a permanecer en Madrid ¡ni dos días escasos (un día y medio ante el ministro López Rodó -1973-, y ante el ministro Cortina Mauri -1974-)!

    Así, habría que decir que desde el Concilio, se pasó a la “simpatía” vaticana por los regímenes comunistas, y sólo “neutralidad” política con gobiernos que seguían siendo y llamándose católicos.

    Última edición por ALACRAN; 15/04/2021 a las 23:57
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
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    Re: Antipatía de Pablo VI por las dictaduras... salvo si eran comunistas (1965-1976)

    En junio de 1969, hubo un discurso intolerable de Pablo VI a los Cardenales en el Vaticano: atacó a la España de Franco (la misma que regaba a la Iglesia española de dinero y de privilegios), casi igualando su "culpa" a la de la ETA, equiparandola ignominiosamente con los conflictos tercermundistas de Biafra (Africa), Vietnam y Oriente Medio...; “comprendiendo” a ETA... y “no descartando otra Guerra Civil”…

    La opinión pública española, la prensa, e incluso los obispos, quedaron indignados y escandalizados. El catoliquísimo Gobierno español se calló (... llega el papa a decir la mitad de lo que dijo a España contra Francia y ésta como mínimo hubiera expulsado a los religiosos y roto relaciones con el Vaticano...)

    La alusión política de Pablo VI fue aprovechada por la prensa católica progre ("Vida Nueva"...) para atacar al Régimen; la misma prensa que silenciaba textos papales en sentido conservador.

    El siguiente artículo es de un sacerdote indignado ante el discurso papal y la prensa progresista:



    R
    evista FUERZA NUEVA, nº 135, 9-Ago-1969

    (Cartas al director)

    Ante todo, respetemos al Papa

    (…) Acabo de leer el número 685 de la revista “Vida Nueva”, que dedica notable espacio al discurso de Pablo VI del 23 de junio (1969) con los comentarios consiguientes. Es un modelo de sofistería partiendo de un empeño inicial de defender la actitud del Papa contra viento y marea. Bien es cierto, en honor a la verdad que el pensamiento del Pontífice, excesivamente abstracto, se presta en el caso presente a diferentes interpretaciones. Su correligionario demócrata “Ya”, en su día abundó en términos más o menos análogos.

    Ambos pecan de un mismo defecto: la defensa cerrada de las palabras del Papa, con extrañeza de que haya católicos españoles que se hayan podido molestar por ello, llegando a la conclusión de que si Pablo VI ha hablado en estos términos es porque le asiste la verdad y los españoles nos lo merecemos.

    Soy tan católico como ellos y, por añadidura, sacerdote: siento hacia el Papa la misma veneración que ellos y acaso más respeto, pues no he permitido jamás criticar nada suyo ni en público ni por escrito. La carta que le dirijo no pretende ser una paradójica contradicción, sino la expresión de un sentimiento herido. Y este es el sentido auténtico de los diferentes artículos de la Prensa española que han disentido, en este aspecto, tanto de “Ya” como de “Vida Nueva”.

    Ignoro si habrá habido o no intercambio de notas diplomáticas por parte del Gobierno español; pero juzgo que el caso lo merece y ciertamente que cualquier otro gobierno distinto del español, que se hubiera sentido aludido en el discurso, así lo hubiera hecho sin vacilar. Se trata una injerencia en un terreno que no le corresponde al Papa, por ser asunto privado de los españoles: lo de menos es que nos aluda a renglón seguido de Vietnam, Nigeria y Oriente Medio; lo de más es que pretenda dar una lección al Gobierno de la Nación, cuando se podía haber hablado en tesis abstracta sin descender a particularidades que siempre resultan vidriosas: no se puede herir el amor propio nacional, sobre todo cuando llueve sobre mojado; el caso “Grimau” no lo han olvidado los españoles.

    Tal vez de haberse tratado de un Gobierno más quisquilloso y menos sufrido en este aspecto que el español se hubieran limado todas y cada una de las palabras. Me vienen a la memoria las palabras de Felipe II a Pablo IV cuando se le quejaba filialmente del trato que le daba por saberlo consecuente con sus principios católicos, pero que jamás hubiera dado al Rey “Cristianísimo” de Francia.

    Lo curioso es ver la distinta reacción que ha producido en las revistas antirrégimen y, en más de una ocasión, antiespañolas, y en las de signo contrario. Deslindemos los campos: se podrá ser regimenista o antirregimenista, pero sin echar en saco roto que somos todos españoles; y cuando al español le colocan un par de banderillas desde fuera, automáticamente olvida sus disensiones y rencillas domésticas para reaccionar como español y nada más que como español. La historia es testigo y bien recientemente.

    Juan Cruz Elorza

    Última edición por ALACRAN; Hace 3 semanas a las 14:46
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    Re: Antipatía de Pablo VI por las dictaduras... salvo si eran comunistas (1965-1976)

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    El cardenal Tarancón y los suyos, presurosos para citar y elogiar al Papa cuando criticaba a Franco; pero no cuando criticaba abusos religiosos en sentido progresista



    Revista FUERZA NUEVA, nº135, 9-Ago-1969


    Diario de un ingenuo

    Conviene recordar el siguiente párrafo del cardenal primado, monseñor Enrique y Tarancón, a propósito de la desconcertante alusión hecha por el Papa a España en su discurso a los cardenales.

    “¿Cuál es esta actitud nuestra de creyentes (respecto a las palabras del Papa)? No la de juez, no la del crítico, no la del que se coloca por encima de esa palabra para someterla a examen; sino la del que la recibe filialmente y comienza a examinarse a sí mismo para adaptarse él mismo a esas palabras, más que para intentar adaptar esas enseñanzas a sus modos generales de ver la realidad”.

    Estamos totalmente de acuerdo con la opinión de nuestro Primado. Pero nos gustaría saber si este respeto a la palabra del Papa debe aplicarse sólo cuando roza temas temporales o si alcanza también al campo religioso. Porque nos ha sido dado a observar que diversos documentos y discursos pontificios han caído en el vacío o no han merecido de la Jerarquía española la defensa y adhesión que en esta ocasión se ha hecho de la palabra del Papa. Por el contrario, hemos visto atacar y zaherir la doctrina pontificio en medio de un desolador silencio de nuestros pastores. Basta recordar lo ocurrido con la “Humanae vitae”,con el celibato del clero, con el “catecismo holandés”, con la significación de la Eucaristía, con la devoción a la Virgen…

    ¿Dónde han estado los pastores que hayan exigido a sus sacerdotes la recepción filial de la palabra del Papa y la adaptación personal a las mismas? Las rebeldías contra la doctrina pontificia han estado en la calle, en periódicos y revistas, en declaraciones, sin que frente a ella se oyera, en general, la voz que los cristianos esperaban oír.

    Sería por ello interesante conocer si la voz del Papa sólo debe ser atendida cuando dice algo que pueda ser interpretado como censura del Régimen político español. Es decir, cuando trata de política y no cuando trata de religión.

    Juan Nuevo

    Última edición por ALACRAN; Hace 2 semanas a las 14:09
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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