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URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Por RORATE CÆLI
16/07/2021
Tal como adelantó Adelante la Fe/Rorate caeli en exclusiva en español, se ha publicado hoy la defenestración de Summorum Pontificum
Motu Proprio Traditionis Custodes SOBRE EL USO DE LA LITURGIA ROMANA ANTES DE LA REFORMA DE 1970
Guardianes de la tradición, los obispos, en comunión con el obispo de Roma, constituyen el principio visible y el fundamento de la unidad en sus Iglesias particulares. [1] Bajo la guía del Espíritu Santo, mediante el anuncio del Evangelio y la celebración de la Eucaristía, gobiernan las Iglesias particulares que les han sido confiadas. [2]
Promover la armonía y la unidad de la Iglesia, con solicitud paternal hacia quienes en algunas regiones se adhirieron a las formas litúrgicas anteriores a la reforma deseada por el Concilio Vaticano II, mis Venerados Predecesores, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, han concedido y regularon la facultad de utilizar el Misal Romano publicado por San Juan XXIII en el año 1962. [3] De esta manera pretendían «facilitar la comunión eclesial a aquellos católicos que se sienten ligados a unas formas litúrgicas anteriores» y no a otras. [4]
A raíz de la iniciativa de mi Venerable Predecesor Benedicto XVI de invitar a los obispos a verificar la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum , tres años después de su publicación, la Congregación para la Doctrina de la Fe llevó a cabo una amplia consulta a los obispos en 2020, la cuyos resultados se han examinado detenidamente a la luz de la experiencia adquirida en los últimos años.
Ahora, habiendo considerado los deseos formulados por el episcopado y habiendo escuchado la opinión de la Congregación para la Doctrina de la Fe, deseo, con esta Carta Apostólica, continuar aún más en la búsqueda constante de la comunión eclesial. Por lo tanto, me pareció apropiado establecer lo siguiente:
Art. 1. Los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.
Art. 2. El obispo diocesano, como moderador, promotor y custodio de toda la vida litúrgica en la Iglesia particular que le ha sido confiada, [5] es responsable de regular las celebraciones litúrgicas en su propia diócesis. [6] Por tanto, es de su exclusiva competencia autorizar el uso del Missale Romanum de 1962 en la diócesis, siguiendo las directrices de la Sede Apostólica.
Art. 3. El obispo, en las diócesis en las que hasta ahora haya presencia de uno o más grupos celebrando según el Misal anterior a la reforma de 1970:
§ 1. Velar por que tales grupos no excluyan la validez y legitimidad de la reforma litúrgica, de los dictados del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Supremos Pontífices;
§ 2. indica uno o más lugares donde los fieles adheridos a estos grupos pueden reunirse para la celebración eucarística (pero no en las iglesias parroquiales y sin erigir nuevas parroquias personales);
§ 3. establecer en el lugar indicado los días en que se permiten las celebraciones eucarísticas con el uso del Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962. [7] En estas celebraciones las lecturas deben proclamarse en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobada por las respectivas Conferencias Episcopales;
§ 4. Nombrar un sacerdote que, como delegado del obispo, se encargue de las celebraciones y de la pastoral de dichos grupos de fieles. El sacerdote es apto para este oficio, es competente para utilizar el Missale Romanum antes de la reforma de 1970, tiene un conocimiento de la lengua latina que le permite comprender plenamente las rúbricas y los textos litúrgicos, está animado por una viva caridad pastoral, y sentido de comunión eclesial. De hecho, es necesario que el sacerdote encargado se preocupe no sólo por la celebración digna de la liturgia, sino también por la atención pastoral y espiritual de los fieles.
§ 5. En las parroquias personales erigidas canónicamente en beneficio de estos fieles, efectuará una evaluación adecuada de su utilidad real para el crecimiento espiritual, y evaluará si las mantendrá o no.
§ 6. Se cuidará de no autorizar la constitución de nuevos grupos.
Art. 4. Los sacerdotes ordenados después de la publicación de este Motu proprio, que pretendan celebrar con el Missale Romanum de 1962, deberán presentar una solicitud formal al Obispo diocesano que consultará a la Sede Apostólica antes de otorgar la autorización.
Art. 5. Los sacerdotes que ya celebran según el Missale Romanum de 1962 pedirán autorización al obispo diocesano para seguir haciendo uso de la facultad.
Art. 6. Los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, erigidos entonces por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, son competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Art. 7. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, para los asuntos de su competencia, ejercerán la autoridad de la Santa Sede, supervisando el cumplimiento de estas disposiciones. .
Art. 8. Se derogan las normas, instrucciones, concesiones y costumbres precedentes que no cumplan con lo dispuesto en este Motu Proprio .
Todo lo que he deliberado con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio , ordeno que sea observado en todas sus partes, a pesar de todo lo contrario, aunque sea digno de mención particular, y establezco que sea promulgado mediante publicación. en el periódico «L’Osservatore Romano», que entró inmediatamente en vigor y posteriormente se publicó en el Comentario Oficial de la Santa Sede, Acta Apostolicae Sedis .
Dado en Roma, junto a San Juan de Letrán, el 16 de julio de 2021 Memoria litúrgica de Nuestra Señora del Carmen, noveno de Nuestro Pontificado.
FRANCISCO
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[1] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
[2] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, 21 de noviembre de 1964, n. 27: AAS 57 (1965) 32; CONC. ECUM. IVA. II, Decr. sobre la misión pastoral de los obispos en la Iglesia «Christus Dominus», 28 de octubre de 1965, n. 11: AAS 58 (1966) 677-678; Catecismo de la Iglesia Católica , n. 833.
[3] Véase JUAN PABLO II, Litt. Ap. Motu proprio datae «Ecclesia Dei», 2 de julio de 1988: AAS 80 (1998) 1495-1498; BENEDICTO XVI, Litt. Ap. Motu proprio datae “Summorum Pontificum”, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 777-781; Litt. Ap. Motu proprio datae “Ecclesiae unitatem”, 2 de julio de 2009: AAS 101 (2009) 710-711.
[4] JUAN PABLO II, Litt. Ap. Motu proprio datae “Ecclesia Dei”, 2 de julio de 1988, n. 5: AAS 80 (1988) 1498.
[5] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, n. 41: AAS 56 (1964) 111; Caeremoniale Episcoporum , n. 9; CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instr. sobre algunas cosas que deben observarse y evitarse con respecto a la Santísima Eucaristía “Redemptionis Sacramentum”, 25 de marzo de 2004, nn. 19-25: AAS 96 (2004) 555-557.
[6] Cfr. CIC , can. 375, § 1; lata. 392.
[7] Ver CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Decreto «Quo magis» sobre la aprobación de siete nuevos prefacios para la forma extraordinaria del Rito Romano, 22 de febrero de 2020, y el Decreto «Cum sanctissima» sobre la celebración litúrgica en honor de los santos en la forma extraordinaria del rito romano, 22 de febrero de 2020: L’Osservatore Romano , 26 de marzo de 2020, p. 6.
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CARTA ANEXA DE PRESENTACIÓN DEL MOTU PROPRIO
Roma, 16 de julio de 2021
Queridos hermanos en el episcopado:
como hizo mi predecesor Benedicto XVI con Summorum Pontificum, yo también pretendo acompañar el Motu proprio Traditionis custodes con una carta, para ilustrar las razones que me llevaron a esta decisión. Me dirijo a ustedes con confianza y parresía, en nombre de esa participación en «la preocupación por toda la Iglesia, que contribuye de manera suprema al bien de la Iglesia universal», como nos recuerda el Concilio Vaticano II.[1] .
Son evidentes para todos las razones que movieron a San Juan Pablo II y Benedicto XVI a conceder la posibilidad de utilizar el Misal Romano promulgado por San Pío V, publicado por San Juan XXIII en 1962, para la celebración del sacrificio eucarístico. La facultad, otorgada por indulto de la Congregación para el Culto Divino en 1984[2] y confirmado por San Juan Pablo II en el Motu proprio Ecclesia Dei de 1988[3] , fue motivado sobre todo por el deseo de favorecer la recomposición del cisma con el movimiento liderado por el arzobispo Lefebvre. La petición, dirigida a los obispos, de acoger con generosidad las «justas aspiraciones» de los fieles que pedían el uso de ese Misal, tenía por tanto una razón eclesial para recomponer la unidad de la Iglesia.
Esa facultad fue interpretada por muchos dentro de la Iglesia como la posibilidad de utilizar libremente el Misal Romano promulgado por San Pío V, determinando un uso paralelo al Misal Romano promulgado por San Pablo VI. Para regular esta situación, Benedicto XVI intervino muchos años después sobre la cuestión, regulando un hecho dentro de la Iglesia, en el que muchos sacerdotes y muchas comunidades habían «aprovechado con gratitud la posibilidad que ofrece el Motu proprio» de San Juan Pablo II. Subrayando cómo este desarrollo no era previsible en 1988, el Motu proprio Summorum Pontificum de 2007 pretendía introducir «una regulación legal más clara»[4] . Facilitar el acceso a aquellos, incluidos los jóvenes, «que descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran allí una forma particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía».[5] , Benedicto XVI declaró «el Misal promulgado por San Pío V y reeditado por el Beato Juan XXIII como una expresión extraordinaria de la misma lex orandi», otorgando una «posibilidad más amplia de utilizar el Misal de 1962»[6] .
Apoyando su elección estaba la convicción de que esta disposición no pondría en duda una de las decisiones esenciales del Concilio Vaticano II, socavando así su autoridad: el Motu proprio reconoció plenamente que «el Misal promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la lex orandi de la Iglesia Católica de rito latino «[7] . El reconocimiento del Misal promulgado por San Pío V «como una expresión extraordinaria de la propia lex orandi» no quiso en modo alguno desconocer la reforma litúrgica, sino que fue dictado por el deseo de responder a las «insistentes oraciones de estos fieles». , permitiéndoles «celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962 y nunca abrogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia»[8] . Se consoló en su discernimiento por el hecho de que quienes deseaban «encontrar la forma, querida por ellos, de la sagrada liturgia», «aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y eran fieles al Papa y a los Obispos»[9] . También declaró infundado el miedo a las escisiones en las comunidades parroquiales, porque «las dos formas de uso del rito romano podrían haberse enriquecido».
[10] . Por ello invitó a los obispos a superar las dudas y los miedos y a recibir las normas, «haciendo que todo transcurra en paz y serenidad», con la promesa de que «se podrían buscar caminos para encontrar un remedio», en caso de que «aparecieran graves dificultades «en la aplicación de la legislación después de» la entrada en vigor del Motu proprio «[11] .
Trece años más tarde he encargado a la Congregación para la Doctrina de la Fe que les envíe un cuestionario sobre la aplicación del Motu proprio Summorum Pontificum. Las respuestas recibidas revelaron una situación que me duele y me preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Lamentablemente, la intención pastoral de mis predecesores, que habían pretendido «esforzarse al máximo para que todos aquellos que verdaderamente desean la unidad puedan permanecer en esta unidad o encontrarla de nuevo».[12] , a menudo se ha descuidado seriamente. Una posibilidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para recomponer la unidad del cuerpo eclesial en relación con las diversas sensibilidades litúrgicas sirvió para aumentar distancias, endurecer diferencias, construir contrastes que hieren a la Iglesia y se obstaculizar su avance, exponiéndola al riesgo de divisiones.
Estoy igualmente afligido por los abusos de un lado y del otro en la celebración de la liturgia. Como Benedicto XVI, también yo estigmatizo que «en muchos lugares las prescripciones del nuevo Misal no se celebran fielmente, pero incluso se entiende como una autorización o incluso como una obligación a la creatividad, lo que a menudo conduce a distorsiones hasta el límite de lo que es». soportable «[13]. Sin embargo, me entristece un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la «verdad Iglesia «. Si es cierto que el camino de la Iglesia debe entenderse en el dinamismo de la Tradición, «que nace de los Apóstoles y que avanza en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo» (DV 8), el Concilio Vaticano II constituye el etapa más importante de este dinamismo, recientemente, en la que el episcopado católico escuchó para discernir el camino que el Espíritu indicaba a la Iglesia. Dudar del Concilio significa dudar de las intenciones mismas de los Padres,[14] y, en definitiva, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia.
El mismo Concilio Vaticano II ilumina el significado de la opción de revisar la concesión permitida por mis predecesores. Entre los votos que los obispos han indicado con más insistencia, se destaca el de la participación plena, consciente y activa de todo el Pueblo de Dios en la liturgia.[15] , en línea con lo que ya afirmaba Pío XII en la encíclica Mediator Dei sobre la renovación de la liturgia[16] . La constitución Sacrosanctum Concilium confirmó esta petición, deliberando sobre «la reforma y aumento de la liturgia»[17] , indicando los principios que debían orientar la reforma.[18] . En particular, estableció que esos principios se referían al Rito Romano, mientras que para los demás ritos legítimamente reconocidos, pidió que sean «prudentemente revisados de manera integral en el espíritu de la sana tradición y dándoles un nuevo vigor según las circunstancias y necesidades de el tiempo»[19] . Sobre la base de estos principios se llevó a cabo la reforma litúrgica, que tiene su máxima expresión en el Misal Romano, publicado en editio typica por San Pablo VI.[20] y revisado por San Juan Pablo II[21] . Por tanto, hay que suponer que el Rito Romano, adaptado varias veces a lo largo de los siglos a las necesidades de la época, no sólo se ha conservado, sino que se ha renovado «en el fiel respeto de la Tradición».[22] . Quien desee celebrar con devoción según la forma litúrgica precedente, no tendrá dificultad en encontrar en el Misal Romano reformado según la mente del Concilio Vaticano II todos los elementos del Rito Romano, en particular el canon romano, que constituye uno de los los elementos más característicos.
Una última razón que quiero añadir al fundamento de mi elección: la estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y sus instituciones es cada vez más evidente en las palabras y actitudes de muchos, nombre de lo que consideran la «verdadera Iglesia». Este es un comportamiento que contradice la comunión, alimentando ese impulso a la división – “Yo soy de Pablo; Yo, en cambio, pertenezco a Apolo; Yo soy de Cefas; Yo soy de Cristo ”- contra quien el apóstol Pablo reaccionó firmemente[23] . Es para defender la unidad del Cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad otorgada por mis Predecesores. El uso distorsionado que se ha hecho de ellos es contrario a las razones que les llevaron a conceder la libertad de celebrar la Misa con el Missale Romanum de 1962. Ya que «las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es» sacramento de unidad «»[24] , deben hacerse en comunión con la Iglesia. El Concilio Vaticano II, reafirmando los lazos externos de incorporación a la Iglesia -profesión de fe, de los sacramentos, de comunión-, afirmó con san Agustín que es condición para la salvación permanecer en la Iglesia no sólo «con el cuerpo «, sino también» con el corazón «[25] .
Queridos hermanos en el episcopado, Sacrosanctum Concilium explicó que la Iglesia «sacramento de la unidad» es tal porque es un «Pueblo Santo reunido y ordenado bajo la autoridad de los Obispos».[26] . Lumen gentium, al tiempo que recuerda al obispo de Roma ser «principio perpetuo y visible y fundamento de unidad tanto de los obispos como de la multitud de fieles», dice que ustedes son «principio visible y fundamento de unidad en sus Iglesias locales, en el que y a partir del cual existe la única Iglesia Católica «[27] .
Respondiendo a sus solicitudes, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio, y de conservar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos. del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano. Me reconforta esta decisión el hecho de que, después del Concilio de Trento, San Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina. Durante cuatro siglos, este Missale Romanum promulgado por San Pío V fue así la principal expresión de la lex orandi del Rito Romano, cumpliendo una función unificadora en la Iglesia. Para no contradecir la dignidad y grandeza de ese rito, los obispos reunidos en concilio ecuménico pidieron su reforma; su intención era que «los fieles no asistan al misterio de la fe como extraños o como espectadores silenciosos, sino que, con plena comprensión de los ritos y oraciones, participen en la acción sagrada de forma consciente, piadosa y activa»[28] . San Pablo VI, recordando que el trabajo de adecuación del Misal Romano ya había sido iniciado por Pío XII, declaró que la revisión del Misal Romano, realizada a la luz de las fuentes litúrgicas más antiguas, tenía como finalidad permitir a la Iglesia elevar, en la variedad de idiomas, «una y la misma oración» expresando su unidad[29] . Tengo la intención de restablecer esta unidad en toda la Iglesia de Rito Romano.
El Concilio Vaticano II, al describir la catolicidad del Pueblo de Dios, recuerda que «en la comunión eclesial hay Iglesias particulares, que gozan de sus propias tradiciones, sin perjuicio del primado de la cátedra de Pedro que preside la comunión universal de la caridad, garantiza las diversidades legítimas y al mismo tiempo asegura que lo particular no solo no dañe la unidad, sino que la sirva «[30] . Si bien, en el ejercicio de mi ministerio al servicio de la unidad, tomo la decisión de suspender la facultad otorgada por mis predecesores, les pido que compartan conmigo este peso como una forma de participación en la preocupación por toda la Iglesia. En el Motu proprio quise afirmar que corresponde al Obispo, como moderador, promotor y guardián de la vida litúrgica en la Iglesia de la que es principio de unidad, regular las celebraciones litúrgicas. Por tanto, os corresponde autorizar en vuestras Iglesias, como Ordinarios locales, el uso del Misal Romano de 1962, aplicando las normas de este Motu proprio. Sobre todo, te toca a ti trabajar para volver a una forma festiva unitaria, comprobando caso por caso la realidad de los grupos que celebran con este Missale Romanum.
Las indicaciones sobre cómo proceder en las diócesis están dictadas principalmente por dos principios: por un lado, prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI. y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del «santo pueblo fiel de Dios». Al mismo tiempo, les pido que se aseguren de que toda liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados después del Concilio Vaticano II, sin excentricidades que degeneren fácilmente en abusos. A esta fidelidad a las prescripciones del Misal y a los libros litúrgicos, que reflejan la reforma litúrgica deseada por el Concilio Vaticano II,
Por ti invoco al Espíritu del Señor Resucitado, para que te haga fuerte y firme en el servicio al Pueblo que el Señor te ha confiado, para que por tu cuidado y vigilancia exprese la comunión incluso en la unidad de un solo Rito, en el que se encuentra una gran riqueza de la tradición litúrgica romana. Rezo por ti. Rezas por mi
FRANCIS
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[1] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
[2] Ver CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales “Quattuor abhinc annos”, 3 de octubre de 1984: AAS 76 (1984) 1088-1089.
[3] JUAN PABLO II, Litt. Ap. Motu proprio datae «Ecclesia Dei», 2 de julio de 1988: AAS 80 (1998) 1495-1498.
[4] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
[5] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
[6] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 797.
[7] BENEDICTO XVI, Litt. Ap. Motu proprio datae “Summorum Pontificum”, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 779.
[8] BENEDICTO XVI, Litt. Ap. Motu proprio datae “Summorum Pontificum”, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 779.
[9] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
[10] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 797.
[11] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 798.
[12] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 797-798.
[13] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
[14] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
[15] Véase ACTA ET DOCUMENTA CONSEJO OECUMÉNICO VATICANO II APARANDO , Serie I, Volumen II, 1960.
[16] Pío XII, Litt. Encyc. «Mediator Dei et hominum», 20 de noviembre de 1947: AAS 39 (1949) 521-595.
[17] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, nn. 1, 14: AAS 56 (1964) 97.104.
[18] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, n. 3: AAS 56 (1964) 98.
[19] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, n. 4: AAS 56 (1964) 98.
[20] MISSALE ROMANUM ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilios Vaticanos II instauratum auctoritate Pauli PP. VI promulgatum , editio typica, 1970.
[21] MISSALE ROMANUM ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilios Vaticanos II instauratum auctoritate Pauli PP. VI promulgatum Ioannis Pauli PP. II cura Recognitum , editio typica altera, 1975; editio typica tertia, 2002; (reimpressio emendata, 2008).
[22] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 3: AAS 56 (1964) 98.
[23] 1Cor 1 : 12-13.
[24] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 26: AAS 56 (1964) 107.
[25] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 14: AAS 57 (1965) 19.
[26] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 6: AAS 56 (1964) 100.
[27] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
[28] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 48: AAS 56 (1964) 113.
[29] PABLO VI, Constitución Apostólica Missale Romanum (3 de abril de 1969), AAS 61 (1969) 222.
[30] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium», 21 de noviembre de 1964, n. 13: AAS 57 (1965) 18.
(Artículo original)
https://adelantelafe.com/urgente-pub...anti-summorum/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
MOTU PROPRIO: Francisco no se equivoca
Por Miguel Ángel Yáñez
16/07/2021
Si hacemos una lectura tranquila del Motu Proprio Traditionis Custodes, el llamado Anti-Summorum, hay que reconocer que, desde el punto de vista de Francisco y de la revolución conciliar, es absolutamente coherente y comprensible en sus juicios, justificaciones y medidas: no se equivoca, tras la Misa tradicional hay algo más que una sensibilidad, algo que les inquieta profundamente, y con razón.
La imposición del Novus Ordo no fue, como nos han querido hacer creer desde Summorum Pontificum, una nueva forma del rito romano que expresaba la misma fe de siempre, sólo que marcando los acentos de forma ligeramente diferente.
La nueva misa ha sido, y es, el ariete con el que el modernismo ha destruido las puertas de la antigua Fe para reemplazarla por una nueva mediante el Lex Orandi, Lex Credendi; por algo los cardenales Otavianni y Bacci la definieron como “alejada en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa”.
¿Les parece exagerada esta afirmación? Contra factun non valet argumentum,contra hechos no hay argumentos que valgan, simplemente hagan una simple encuesta en cualquier iglesia llena los domingos y pregunten sobre dogmas de Fe, sobre lo que es la Santa Misa, sobre la transubstanciación, sobre la moral más básica sexual y en todos los órdenes, y descubrirán que la gran mayoría de las personas y el clero -con sotana y sin sotana- que hay allí dentro conservan apenas escasos vestigios de la verdadera Fe.
Se comprenderá pues como el intento imposible de Benedicto XVI por cuadrar el círculo, queriendo unificar dos supuestas “formas” y a su vez querer difuminar las dudas sobre el Vaticano II con su absurda hermenéutica de la continuidad -nunca demostrada ni siquiera expuesta sistemáticamente-, no podía sino explotar en algún momento, porque no es posible, a no ser que renunciemos a la lógica y el principio de no contradicción, sintetizar un supuesto único rito romano bicéfalo con dos cabezas ontológicamente concebidas para destruirse la una a la otra, porque cada una no es que exprese lo mismo con un ligero acento diferente, sino que expresan exactamente lo opuesto. No puede haber síntesis, enriquecimiento ni paz litúrgica que valga entre un rito concebido para destruir la teología católica de la Santa Misa y otro para engrandecerla.
No olvidemos, como ya expuse en un anterior artículo, que Summorum Pontificum no es más que el resultado de una de las condiciones de las negociaciones en su época con la Fraternidad San Pío X, que no fructificaron y todo quedo en una inmensa “patata caliente” en manos del Vaticano de la que han picoteado multitud de grupos hasta el día presente.
Esta tensión innata al monstruo de dos cabezas creado por Benedicto, no sólo se percibe en nuestro lado, sino que ellos también la conocen perfectamente, y saben que igual que usan el novus ordo para destruir la fe de siempre, nosotros “usamos” la Misa Tradicional como muralla defensora contra su ariete, y que esto no es una cuestión de sensibilidades, de gusto por el incienso o los “trapos”, sino que hay subyacente firme e inevitablemente, una enmienda a la totalidad a todo el modernismo surgido del, por y en el Vaticano II, e impuesto a machacamartillo por todos los papas postconciliares que ahora “santifican” y “beatifican” a marchas forzadas.
El propio Benedicto XVI era consciente de ello cuando impuso como condición para aprovecharse de los beneficios de Summorum la condición sine qua nom de no oponerse al novus ordo, imponiendo así de facto una ley de silencio que muchos lamentablemente acogieron incautamente queriendo ser uno más en la gran orquesta conciliar de la diversidad.
Francisco, pues, no ha hecho más que concluir esta condición, al observar -con razón- que lo que se mueve en torno a la Misa tradicional no es sólo una sensibilidad especial por lo antiguo, sino que es la punta del iceberg de todo un ejército que se opone a todo lo que ellos han “construido” durante 50 años; y esto les aterroriza y les duele profundamente, por lo que no cabe otra que destruirlo. De alguna forma, este Motu Proprio clarifica y certifica lo irreconciliable de ambos ritos.
Espero que esto sirva de lección para aprender que el combate por la Fe debe anteponerse incluso al privilegio de poder tener la Misa tradicional, y que no hay dádiva que pueda hacernos callar, disimular o contemporizar con los destructores de la Iglesia. No será por estrategias humanas que se gane esta guerra, sino por la fidelidad al depósito de la Fe incluso a costa de nuestro sacrificio personal y espiritual.
https://adelantelafe.com/editorial-m...o-se-equivoca/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Ahora toca esperar reacciones ante esta situación claramente cismática, y los cismáticos están en Vaticano. Pero una de las primeras ya se ha producido:
Mons. Cordileone: «La Misa Tradicional en Latín seguirá estando disponible aquí en la Archidiócesis de San Francisco»
Uno de los primeros obispos diocesanos en manifestarse tras la publicación del Motu Proprio «Traditionis Custodes» ha sido Mons. Salvatore Cordileone, arzobispo de San Francisco (California, EE.UU), quien ha asegurado que la Misa tridentina seguirá celebrándose en su iglesia local.
https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=41046
Vamos, papel mojado de Bergoglio y ganas de seguir deconstruyendo dos mil años de la Iglesia, pues no está ya para muchos trotes.
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Esta es la última ocurrencia (o salvajada) que han perpetrado; afirma el Papa que: "Estoy igualmente afigido por los abusos de un lado y de otro en la celebración de la liturgia". Me pregunto qué narices de "abuso" puede haber en celebrar por el Rito Romano que es el de la mayoría de los santos que han existido hasta hoy. Con esta revocación abofetea a Benedicto XVI, que está viendo con sus propios ojos las consecuencias de haber abandonado el Pontificado (caso insólito) en vida; solo para comprobar como la Iglesia cae en manos de insensatos. Todo esto me parece gravísimo, ya que se trata de acciones no de simples católicos como nosotros, sino de los pastores y más altos ministros de la Iglesia. Cuando lo he visto en una noticia a través del teléfono NO podía CREERLO.
La carta anexa al nuevo Motu Proprio es un batiburrillo contradictorio y farragoso que resulta incomprensible; con frases impropias como esa de: "Sobre todo te toca a ti (al obispo) trabajar para volver a una forma festiva unitaria, comprobando caso por caso la realidad de los grupos que celebran este Missale Romanum"...
El padre Don Francisco José Delgado de la Diócesis de Toledo, que por cierto no celebra la misa en latín, no ha tardado en contestar al Papa valientemente apareciendo su intervención en el siguiente artículo:
https://www.libertaddigital.com/inte...o-xvi-6801700/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Editorial de Rorate Caeli: No hay que hacer caso del rencoroso y vengativo ataque a la Misa en latín
A pesar de la confianza que teníamos en las fuentes que preveían para hoy elajuste de cuentas contra Summorum pontificum y la Misa tradicional tal como la conocemos, en el fondo albergábamos la esperanza de que no se tratara más que de un rumor infundado. Al fin y al cabo, SS Benedicto XVI no sólo está vivo, sino plenamente consciente y viste la talar blanca mientras pasea por los jardines vaticanos. ¿Cómo iba un papa en funciones a tener la arrogancia de humillar públicamente a un papa emérito de 94 años?
Por desgracia, la respuesta es afirmativa. Jorge Mario Bergoglio es, indudablemente, el pontífice más arrogante en la historia de la Iglesia Católica. Desde el primer día, por no decir antes, todo se ha centrado en él, sea lo que sea. Los medios dominantes de difusión lo calificaron de humilde por gestos teatrales como vestir ropa barata y andar con una bolsa en la mano, pero lo cierto es que Bergoglio es un ser vengativo. Un papa revanchista. Un jesuita resentido y amargado que se venga y desquita.
¿Cómo debe responder el católico tradicional a este último ataque contra la Misa y los amantes de la Tradición? Pues muy sencillo: desentendiéndose. No haciendo caso de su mensaje. Haciendo caso omiso de sus motivaciones, fruto de puro odio y sed de revancha. Tranquilos, y sigan como si no hubiera pasado nada.
Los sacerdotes: Sigan como hasta ahora rezando la Misa Tradicional sin cambiar nada, excepto que celebren más.
Los obispos: Sigan como hasta ahora. No piensen que hay necesidad de alterar nada en su diócesis. ¿Hay buenos y santos sacerdotes que celebran la Misa Tradicional a laicos ávidos de los sacramentos de siempre? ¿Y eso es un problema? Si ofrecer un sacrificio reverente –el Cuerpo, Sangre, Alma y divinidad del Señor– es un problema, no podemos hacer nada. Pero si los católicos de vuestras diócesis se nutren espiritualmente con los libros de 1962, pues por lo que más quieran, fomenten eso. ¡El resto de la Iglesia se muere a pasos agigantados! ¡A quién se le ocurre amputar el miembro sano! No les pedimos necesariamente que hablen contra el Papa actual; pero tampoco tienen que esforzarse por asestar una bofetada a los católicos tradicionales de su diócesis. Somos vuestra grey, tanto como otros que asesinan a bebés sin que dejen de darles de comulgar.
Es lamentable, pero cierto: se está librando una guerra por el corazón y el alma de la Iglesia Católica. Existen actualmente, más o menos, dos bandos. En uno está Joseph Ratzinger, que se ocupó en recuperar tradiciones seculares de la Iglesia fundada por Jesucristo. Aunque no reconozca públicamente la división, pero numerosos sacerdotes y fieles están de su parte. En el otro está Jorge Bergoglio, el jesuita que era harto conocido en la Iglesia argentina como enemigo acérrimo de la Misa Tradicional y de cuantos rinden culto a Dios con los libros de antes. En su habitual estilo humilde, habla de la gigantesca división que reina en la Iglesia despotricando constantemente contra los católicos tradicionalistas y burlándose de ellos, incluso de los que ofrecieron ramilletes de oración por él mientras estaba enfermo.
Nos toca, pues, elegir bando. ¿Nos ponemos en las filas de la Tradición, o cederemos a las novedades? ¿Aceptaremos el odio y la revancha de Francisco el Humilde o nos postraremos ante las hermosas enseñanzas que nos transmitió el papa Benedicto hace catorce años corroborando siglos de tradición? Parte de la elección consiste en hacer caso omiso del último acto de odio y venganza que ha cometido contra los católicos tradicionalistas. Ya basta.
No cedan.
No se rindan.
Aguanten.
Sigan reconstruyendo.
Celebren más misas tradicionales, sin cambiar nada.
Asistan fielmente a más misas tradicionales.
Rueguen por el papado. Imploren a San Pedro que cuando Dios lo vea oportuno nos mande un papa santo que sea un fiel pastor de todos.
No hagan caso del promotor de odio y venganza, sus obras y sus pompas.
¡VIVA CRISTO REY!
https://adelantelafe.com/editorial-r...misa-en-latin/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Traditionis custodes y la irreversibilidad imposible
Carlos Esteban | 19 julio, 2021
El reciente motu proprio papal que deroga el que promulgara solo 14 años atrás su predecesor, Benedicto XVI, es quizá el paso más brusco y contestado del Papa Francisco en su notoria obsesión por hacer irreversibles las reformas, una misión imposible.
El drama de este pontificado es que se basa cada vez más en un amasijo de contradicciones. Cada día es más frecuente en el Santo Padre la diatriba contra la ‘rigidez’, pero el propio discurso, por incesante, resulta sobremanera rígido, inflexible.
Se habla también de continuo de misericordia; incluso se quiere motejar este pontificado como el pontificado de la misericordia, pero el trato que se da al creciente número de fieles que asisten a la Misa Tradicional en este motu proprio no es ni mucho menos el primer ejemplo de decisiones implacables contra los disidentes de la ‘renovación’: los comisariamientos y disoluciones tajantes se han sucedido desde el principio.
La sinodalidad, la colegialidad y la descentralización en la toma de decisiones es otro ‘ritornello’ al que se le va a dedicar incluso un ‘sínodo de sínodos’, pero nunca ha sido tan cierto en la jerarquía que el que se mueva no sale en la foto, y el margen de actuación para diócesis y conferencias episcopales solo funciona en una dirección, nunca en la contraria. Roma ha intervenido directamente sobre las deliberaciones de la Iglesia de Estados Unidos, por ejemplo, en dos ocasiones flagrantes: cuando prohibió a la asamblea aprobar un política propia para luchar contra el encubrimiento de abusos sexuales y, más recientemente, cuando Luis Ladaria, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, advirtió a los obispos veladamente que no aprobaran una política nacional de negar la comunión a políticos abortistas.
El ‘diálogo’ y la ‘escucha atenta’, que se han presentado como el bálsamo de Fierabrás, la panacea en cualquier conflicto, se ha negado a cualquiera que muestre algún apego a las tradiciones de la Iglesia, empezando por los cuatro cardenales que presentaron los Dubia sobre la carta postsinodal Amoris laetitia y terminando en este mismo motu proprio.
Por último, el ardiente anhelo de Su Santidad de hacer irreversibles sus reformas cae en la evidente contradicción de que son reformas, es decir, de que revierten decisiones de sus predecesores. Un Papa no puede ‘atar’ a sus sucesores con una decisión, se aduce para justificar Traditionis custodes; pero ese mismo argumento sirve para entender que no puede haber nada irreversible en lo que decida Francisco.
Solo hay que leer la bula Quo primum, por la que el Papa San Pío V instituyó el canon de esa misma misa que ahora se intenta suprimir, partes como esta: “que a este Misal justamente ahora publicado por Nos, nada se le añada, quite o cambie en ningún momento y en ésta forma Nos lo decretamos y Nos lo ordenamos a perpetuidad”. O, en el último párrafo: “Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea licito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición. Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo”.
https://infovaticana.com/2021/07/19/...dad-imposible/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
"Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo”.
(San Pio V).
"Y día a día enseñaba en el templo. Mas los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando perderle". (Lc. 19,47).
"Os excluirán de las sinagogas, y aun vendrá tiempo en que cualquiera que os quite la vida, creerá hacer un obsequio a Dios". (Jn.16,2).
"Sed sobrios y estad en vela: vuestro adversario el diablo ronda, como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe...".
(I, Pedro, 5,8).
"...así ahora muchos se han hecho anticristos...De entre nosotros han salido, más no son nuestros, si fueran nuestros habrían permanecido con nosotros...Lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros" (Jn.2, 18-19 y 24).
"Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, más por dentro son lobos rapaces. Los conoceréis por sus frutos". (Mat.7,15).
En nuestro país como Primado de la Argentina Bergoglio persiguió con grosera dureza a los sacerdotes que celebraban la misa de siempre.
Si bien nunca lo hizo de frente sino por medio de emisarios.
Con la FSSPX no se metió evitando así generar conflictos que "políticamente" no le convenían.
Ahora en un acto de inaudita arbitrariedad, despotismo, absolutismo, resentimiento, autocracia, intolerancia, injusticia, impiedad e inmisericordia,
se manda su inflexible garrotazo contra los atribulados, perseguidos, y maltratados fieles Tradicionalistas.
Y lo hace con una hipocresía y fariseísmo digno de Caifás.
San Miguel Arcángel defiendenos en la batalla...
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Reacción de la peregrinación París-Chartres a Traditionis Custodes
Por INFOVATICANA | 20 julio, 2021
La asociación Notre-Dame de Chrétienté organiza desde hace años la famosa peregrinación de Pentecostés de París a Chartres que reúne a miles de jóvenes católicos. Reproducimos su comunicado de prensa a propósito del motu proprio Traditionis Custodes:
«Notre-Dame de Chrétienté expresa su gran tristeza por el motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco que no muestra más que desprecio por los católicos llamados tradicionalistas. Rezaremos especialmente por el Papa emérito Benedicto XVI que, en vida, está viendo arrasada su obra de reconciliación.
La peregrinación tradicional de la cristiandad creada en 1983 había creído en las promesas de San Juan Pablo II y del cardenal Ratzinger en 1988: “Tenéis vuestro lugar en la Iglesia, tal como sois». Es manifiesto que la situación ha cambiado y la urgencia es ahora reavivar la guerra litúrgica. El argumento invocado deja atónito: ¡poner bajo control a los jóvenes sacerdotes diocesanos atraídos por la misa tradicional! ¡La intención del Papa es levantar un muro para impedir que la gente descubra la rica espiritualidad de la Misa Tridentina!
Más allá de la rabia que llegaremos a controlar, en esta dolorosa situación seguimos confiando. El clericalismo autoritario nunca funciona bien y el motu proprio será difícilmente aplicable en una Iglesia que se encuentra en una situación catastrófica y que tiene muchas otras dificultades: las que el Vaticano pretende no ver.
Notre-Dame de Chrétienté seguirá reuniendo a miles de peregrinos, poco importa que sea en tiempos de persecución… ya lo hemos vivido. Nos adaptaremos a las intemperies, al covid, al motu proprio, … como siempre, caminando y rezando por la Santa Iglesia, nuestras patrias y la esperanza de nuestra salvación.
Nuestra Señora de la Santa Esperanza, conviértenos.
Virgen Santísima, ayuda al Papa Francisco en su pontificado.
San José, protege a la Iglesia.
Jean de Tauriers
Presidente NDC»
https://infovaticana.com/2021/07/20/...onis-custodes/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Los obispos responden con respetuosa resistencia a Traditionis custodes
Carlos Esteban | 20 julio, 2021
Su Santidad no puede estar muy satisfecho con la respuesta generalizada a su sorpresivo motu proprio Traditionis custodes. No me refiero a la reacción dolorida y a veces airada de los adeptos a la Misa Tradicional, sino a la fría acogida de una mayoría de los obispos.
El impacto de Summorum pontificum y su liberalización de la llamada Forma Extraordinaria fue, hay que reconocer, más bien marginal en el mundo católico salvo en tres países: Inglaterra, Francia y Estados Unidos. En ellos proliferaron las parroquias que ofrecen misas en el viejo rito, con un éxito creciente, sobre todo en el sector de la población que menos esperaba y al que nunca se refiere Francisco: los jóvenes.
Y es precisamente en estos países donde los obispos, en quienes ahora se deposita la facultad exclusiva de seguir permitiendo o prohibir el rito que tanto molesta a los renovadores, parecen haber optado por la cautela y la permisividad, manteniendo en la mayoría de los casos las cosas como están. Es significativo que las grandes excepciones de las que hemos informado aquí, la del obispo portorriqueño de Mayagüez, y la de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, se refieren a lugares que no contaba con Misas Tradicionales, o en las que eran muy marginales.
No es que los obispos se hayan vuelto tradicionalistas de repente, lejos de ello. Siguen siendo los mismos vendedores de conversiones ecológicas y escuchas atentas, tan LGTB-friendly como se quiera. Es, sencillamente, que el Summorum pontificum trajo la paz litúrgica a sus diócesis y no ven razón alguna para reiniciar una guerra sin sentido. No comparten, en fin, la visión del Santo Padre sobre la peligrosidad inminente de los tradicionalistas, y prefieren la fiesta en paz.
Los franceses han dado una respuesta conjunta, llena de sutileza y buenas palabras pero inequívoca en su mensaje de fondo: Gracias, no, gracias. Estamos bien como estamos, y los ‘tradis’ representan en nuestras diócesis el elemento más vivo, con más potencial de crecimiento: no les vamos a empujar a las catacumbas.
En Estados Unidos e Inglaterra ha sido más individual, obispo por obispo, una nutrida parte de ellos anunciando de inmediato a sus fieles que, por ahora, las cosas van a seguir como hasta la fecha, con las Misas previstas. Ese “por ahora” hace temer a muchos, pero es improbable que a corto y medio plazo muchos quieran iniciar una guerra de ritos.
Algunos han sido sucintos, con meros anuncios de continuidad para tranquilizar a su rebaño. Pero otros, como el arzobispo de San Francisco Salvatore Cordileone que, haciendo honor a su apellido (corazón de león, en italiano), se ha explayado un tanto en su aviso. “La Misa es un milagro en cualquier forma: Cristo viene a nosotros, en la carne bajo la apariencia de Pan y Vino. La unidad en Cristo es lo que importa. Por tanto, la Misa Tradicional seguirá estando aquí en la Archidiócesis de San Francisco a disposición de los fieles en respuesta a sus legítimas necesidades y deseos”.
Por lo demás, las diócesis más refractarias al viejo rito tienen poco que reprimir: pese a la presunta libertad de Summorum pontificum, un obispo dispone de mil maneras para disuadir a sus sacerdotes de que oficien en la Forma Extraordinaria, de modo que en sus territorios apenas existían tales misas.
Todo esto parece indicar que el Santo Padre ha gastado un montón de pólvora en falso, llamando la atención sobre una obsesión personal que no destaca por su capacidad de diálogo o misericordia, y no ha logrado, en principio, su propósito: los obispos más deseosos de reprimir la Misa Tradicional no tienen Misas Tradicionales en sus diócesis, y los que sí la tienen, por ‘renovador’ que sea su estilo, no están por la labor de ‘hacer lío’.
En cuanto al miedo a las represalias o el deseo de promoción, parecen haberse difuminado. Quizá estén molestos con el lenguaje innecesariamente duro del motu proprio, o calculen que es mejor correr el riesgo de frustrar las intenciones del Santo Padre que quedarse sin fieles, o esperan que, al ser tantos, Francisco no pueda con todos.
Pero también haya otra posibilidad, de la que hablaremos en otra ocasión.
https://infovaticana.com/2021/07/20/...onis-custodes/
Esto, Evangelios en mano, no ha hecho más que empezar. Es el trigo y la cizaña, y conocemos muy bien qué es lo que hará Nuestro Señor a su vuelta, ¡Maranatha!, tal como nos lo ha transmitido la SANTA TRADICIÓN expresada en esos EVANGELIOS. Cada cual que saque las conclusiones que quiera, pero los planes están sobre la mesa y conocemos las intenciones. Eso sí, recordar que hay platos que siempre se sirven fríos.
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Declaración Oficial de la Federación Internacional Una Voce sobre el Motu Proprio «Traditionis Custodes»
Pero es precisamente en el deseo de asistir a esta Misa en el ámbito de sus Diócesis o parroquias, que estos católicos expresan implícitamente su reconocimiento a la verdadera Iglesia, cum Petro et sub Petro.
Felipe Alanis Suárez – 19/07/21
La Federación Internacional Una Voce (FIUV) es la organización mundial de fieles laicos adheridos a la celebración de la Misa conforme la Editio Typica 1962 del Misal Romano, conocido hasta ahota como la Forma Extraordinaria del Rito Romano, Usus Antiquor, o simplemente como Misa Tradicional.
Desde su Fundación en 1965, la FIUV ha desarrollados sus actividades en obediencia y en armonía con la Santa Sede, donde ha sido recibida siempre con cordialidad y apertura.
El 16 de Julio de 2021, el Papa Francisco publicó una Carta Apostólica dada motu proprio, Traditionis Custodes, que establece fuertes restricciones y limitaciones a la celebración de la Misa Tradicional.
La Federación Internacional, no puede dejar de notar que la motivación para la nueva Carta Apostólica, según lo declarado en la carta del Pontífice reinante que la acompaña, deriva de supuestas actitudes y palabras de aquellos de nosotros que escogemos la Misa Tradicional, según lo reportado por algunos obispos a la Santa Sede, que suponen un «rechazo a la Iglesia y sus Instituciones en el nombre de lo que ellos consideran la «Verdadera iglesia». Adicionalmente a un «uso instrumental del Missale Romanun de 1962, que se caracteriza cada vez mas por un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado a la Tradición y a la «verdadera Iglesia».»
Tanto la caracterización de los Católicos adheridos a la Misa Tradicional, como el áspero tono de las nuevas restricciones, nos entristecen sobre manera. En nuestra experiencia como representantes de diversos grupos de fieles, lo que primeramente atrae a la gente a la espiritualidad de la Misa Tradicional, no son discusiones teológicas o pastorales del pasado, sino el respeto por lo Sagrado y el sentido de continuidad de la Tradición, la cual no permanece como una mera aspiración, sino que se vive diariamente en la forma en que la liturgia es celebrada, conforme al venerable rito que se ha desarrollado lentamente durante siglos y que nunca ha sido abrogado.
Ciertamente, como con otros grupos de fieles, no existe una homogeneidad absoluta en las opiniones y actitudes de quienes se adhieren al Misal anterior. Pero es precisamente en el deseo de asistir a esta Misa en el ámbito de sus Diócesis o parroquias, que estos católicos expresan implícitamente su reconocimiento a la verdadera Iglesia, cum Petro et sub Petro.
Finalmente, hijos e hijas de la Iglesia, queremos expresar nuestra tristeza por las nuevas restricciones para poder continuar alimentando nuestra vida espiritual utilizando las iglesias parroquiales, como cualquier católico lo desearía. Si hay algo que deseamos fervientemente, es el poder vivir una vida normal sin ser forzados a usar espacios escondidos o inaccesibles. Creemos que los hermosos frutos espirituales de este Misal deben de ser compartidos, y rezamos para que podamos ser instrumentos de Dios dentro y fuera de la Iglesia.
La Federación Internacional está profundamente agradecida con cada uno de los Obispos que proveen la atención a los fieles adheridos a la antigua Misa en sus diócesis y a los Sacerdotes a quienes se les ha confiado el cuidado de sus almas. En todo el mundo, los grupos Una Voce se unen en oración, como siempre, con sus obispos y con el Papa.
Muchos fieles nos buscan para dar a conocer sus deseos, particularmente en Roma, en una forma que combina un sincero respeto por la Iglesia Universal y por el Santo Padre, con un amor a las Tradiciones que son fundamentalmente inseparables de ellos. Estamos comprometidos con esta tarea, la cual nosotros y nuestros predecesores hemos realizado por más de medio siglo.
Felipe Alanís Suárez Presidente
FIUV International Federation Una Voce
@UnaVoceOfficial
https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=41065
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
La ‘guerra’ del Papa contra el rito antiguo
Por INFOVATICANA | 20 julio, 2021
Tim Stanley, redactor en jefe del Daily Telegraph y colaborador del Catholic Herald, glosa la última decisión del Papa Francisco desde el prestigioso semanario The Spectator:
«Voy a tener que resumir el asunto de la manera más concisa posible, porque es un tema complejo con un mensaje simple: el Papa está tratando de hacer lo más difícil posible decir, y por lo tanto asistir, a la Misa de Rito Antiguo. Se trata de la forma de misa a la que acudían la mayoría de los católicos antes de la década de 1970. Fue sustituida por el Nuevo Rito y el Antiguo Rito pasó más o menos a la clandestinidad. En 2007, el Papa Benedicto XVI decidió que los sacerdotes que quisieran decir el rito antiguo podían hacerlo. Francisco lo ha anulado: ahora hay que obtener el permiso del obispo y se instruye fuertemente a favor de que el obispo diga que no.
¿Por qué es importante esto para los católicos y los no católicos? Porque es una lección de cómo se comporta el liberalismo en esta etapa gerontocrática, al estilo Brezhnev: totalmente intolerante con cualquiera que se salga de la línea del partido. No basta con callarse o incluso con someterse. Hay que conformarse.
El caso de Francisco tiene puntos débiles en tres niveles. En primer lugar, se le conoce como el Papa de la misericordia, pero esta acción es decididamente inmisericorde con aquellas partes de su rebaño que aman el Rito Antiguo. Ataca de modo rutinario la rigidez en los fieles, es decir, el conservadurismo, pero él se muestra tan rígido como el acero. Ha promovido una Iglesia más descentralizada, pero ahora está invadiendo las conciencias de la gente. Y dice que quiere la unidad, pero lo más probable es que su decreto promueva el cisma. En resumen: es un caso clásico, como sucede cuando vemos a un político que es todo aquello de lo que acusa a su oposición.
En segundo lugar, soy reacio a acusar al pontífice de mentir abiertamente, pero su proclamación es poco sincera. Afirma que todo lo que Benedicto quería hacer era atender al puñado de tradicionalistas moribundos que querían el Rito Antiguo, pero todos sabemos que se trataba de algo más que de eso: que había una esperanza de modernizar el Rito Antiguo al tiempo que se purificaban los abusos en el Nuevo, reconociendo al mismo tiempo que el Antiguo es una expresión perfectamente válida de la fe católica (lo cual es una receta para el enriquecimiento mutuo y la unidad genuina). Además, la práctica del Antiguo es una de las pocas áreas de crecimiento en la Iglesia Occidental -para vergüenza de los que lo odian- y las razones de su éxito son obvias. Para muchos que asisten a ella por primera vez, despojada de su contexto social en los años sesenta, resulta refrescantemente novedosa y les llama la atención por su devoción y hermosura, un antídoto contra el ruido del siglo XXI. Francisco afirma que se ha convertido en un punto de encuentro para los críticos de la Iglesia moderna, que es una amenaza para la unidad, y eso es cierto en algunos lugares, pero no en la gran mayoría de las diócesis. De hecho, el mejor efecto de la acción de Benedicto fue divorciar la práctica del Rito Antiguo de los cismáticos: significaba que si querías disfrutar de él, ya no tenías que asistir a una dudosa iglesia clandestina. Es Francisco quien lo ha vuelto a hacer algo controvertido, empujándolo a los márgenes y luego acusándolo de marginal.
En tercer lugar, todos sabemos en el fondo que se trata de una última resistencia desesperada de la generación de clérigos de los años sesenta, una generación que está a unos diez años de perder el control del poder. Los seminarios están llenos de jóvenes que quieren decir el Rito Antiguo. En muchos casos, la acción de Francisco les parecerá un golpe terrible a sus vocaciones porque les despoja de un derecho que suponían que iban a poder ejercer libremente, enviando el mensaje de que no pueden confiar en que el Vaticano no cambie las reglas del juego en cualquier momento (¡¿qué será lo próximo?!). Pero deben mantenerse firmes y perseverar, porque esa generación de los sesenta no estará por mucho tiempo en este mundo, y cuando finalmente se vayan, todo el bagaje de su época se irá con ellos. De lo que no se dan cuenta con este último intento de matar al Viejo Rito es de que están envenenando su propio legado. Hay muchas cosas en las que Francisco tiene razón: me ha hecho cambiar de opinión sobre el medio ambiente y me ha hecho moverme hacia la izquierda en economía. Pero al asociar esa agenda a una política cultural estrecha, los liberales dan la espalda a sus aliados naturales.
También provocarán una gran confusión en el resto del mundo. ¿Por qué, en medio de una pandemia -con los casos de abusos a niños persiguiendo a la iglesia y la China comunista suprimiendo la religión- lanzar una cruzada contra una bonita liturgia que se dice en muy pocos lugares y no hace daño a nadie? Porque las guerras litúrgicas, como los debates sobre el arte o la arquitectura, son una tapadera para la obsesión ideológica. Nos traicionamos a nosotros mismos por nuestras prioridades.
El liberalismo promovió en su día la diversidad; ahora que está en el poder se ha endurecido hasta convertirse en ortodoxia, en un diseño de vida que todos debemos seguir. Los conservadores solían dirigir la Iglesia y a menudo podían ser desagradables, es cierto: pero perdieron la guerra. Ahora que están fuera del poder, lo único que quieren es que se les deje en paz. Bueno, pues no les dejan y es ingenuo pensar que la paz es una opción. La razón por la que lo que ha hecho Francisco es importante es porque algún día el tipo de liberalismo que él encarna vendrá a por ti, por algo sencillo que estabas haciendo y que no molestaba a nadie más pero que, por su mera existencia, era una amenaza existencial para el régimen gobernante. Tú eres el siguiente.»
https://infovaticana.com/2021/07/20/...-rito-antiguo/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Mejor que explicar con palabras, hacerlo con imágenes. En el siguiente vídeo se explica que es la Misa Tridentina, a la que muchos nunca, o casi, han tenido oportunidad de asistir. Para mi la parroquia más cercana se halla a unos 70 km de distancia. Luego, de llegar a la hora de su inicio, he de añadir el tiempo en buscar aparcamiento para el coche, lo que se lleva otro tiempo, en este caso perdido. Y me pregunto ¿cuántas parroquias hay entre mi casa y esta otra en la que se dice la Misa en latín? Pues no lo sé porque no las he contado, pero si digo que no menos de 25 ó 30 no me estaré equivocando. Ahora ya se verá lo que sucede, pero mi pregunta siempre ha sido la misma ¿y por qué motivo o razón moral y canónica yo no puedo asistir a la Misa a la que quiero ir? ¿Es acaso Cristo quien me lo impide? obviamente no, entonces ¿acaso me lo impediría? la respuesta es la misma. Pues yo como católico reclamo y exijo.
https://www.religionenlibertad.com/v...explicada.html
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Ite Missa est: las consecuencias
Por Christopher A. Ferrara
20/07/2021
En el momento de escribir estas palabras no han pasado todavía 24 horas de la detonación nuclear irrisoriamente titulada Tratidiones custodes. Me recuerda lo que garabatearon en el revestimiento de Fat Man, la bomba atómica que se arrojó sobre Nagasaki: «¡Salud!» Según un tal Art Josephon de Chicago, eso fue lo que escribió Bergoglio mientras soltaba su bomba sobre un renovamiento litúrgico en rápida expansión encabezado por jóvenes que cada vez pone más de manifiesto la enfermedad terminal que padece la gran distopía eclesial que él preside.
El Novus Ordo ya se moría siguiendo más o menos el ritmo que dicta el índice de mortalidad humano. Pero el proceso de defunción se aceleró vertiginosamente cuando Bergoglio impuso el culto al covid añadiendo su contribución a las injurias al Cuerpo Místico de Cristo acumuladas desde que Pablo VI inició el proceso de autodemolición de la Iglesia que lo dejó llorando en los palacios vaticanos por lo que llamó «una verdadera invasión de la Iglesia por la mentalidad del mundo Bergoglio cerró la basílica de San Pedro a los fieles mientras exigía obediencia a las disparatadas disposiciones de las autoridades civiles que en pocos meses hicieron pedazos el tejido social imponiendo una cuarentena universal equivalente a una especie de toque de queda en Europa Occidental y casi todo el resto de Occidente. Iglesias que ya estaban prácticamente vacías quedaron sin fieles; el precepto dominical suspendido por más de un año; colectas y donativos en mínimos históricos; y muchos feligreses a los que sus pastores cerraron las puertas de sus iglesias Novus Ordo no van a volver. La apostasía silenciosa de la que se lamentaba Juan Pablo II en Ecclesia in Europa ha quedado claramente instituida en templos más desiertos aún de la supuesta gran renovación en esta fase postcovid.
Mientras tanto, y conforme a una especie de ley de Gresham eclesiástica, la liturgia tradicional sigue imponiéndose arrolladoramente sobre el invento de Bugnini, y los jóvenes ávidos de tradición a los trasnochados ideólogos de la revolución conciliar, como el astuto y malicioso político eclesiástico argentino que se cree que por el mero hecho de ocupar el trono de San Pedro se cree investido de poder absoluto sobre todos los bienes la Iglesia que le han sido confiados y hasta sobre la propia verdad revelada (como podemos observar en su total desprecio de lo que dice la revelación divina sobre la indisolubilidad del matrimonio y la justicia de la pena capital).
Como reconoció monseñor Charles Pope ayer en una entrevista que concedió a EWTN, el movimiento a favor de la Misa en latín «es un sector de la Iglesia en auge. Es sabido que en la mayoría de las diócesis las cifras caen en picado. Pero [los tradicionalistas] constituyen un sector joven y vibrante de la Iglesia». Para un papa que considera a la Iglesia como una mafia de la que es jefe (la Cosa Mia*) (*por alusión a la Cosa Nostra, N. del T.), es algo intolerable. A esos jóvenes rígidos, entre los que se incluyen seminaristas y sacerdotes recién ordenados, los ve como un peligro, porque pueden demostrar que la Iglesia postconciliar es algo utópico, una tremenda fachada construida a base de novedades efímeras que irremediablemente dejará paso a lo que siempre fue y será. Como dijo Benedicto en la carta de presentación de Summorum pontificum, «Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser de improviso totalmente prohibido o incluso perjudicial».
Bergoglio no quiere nada de esa mentalidad. La Iglesia es suya y puede disponer de ella a su antojo, y está dispuesto a todo para conseguir lo que quiera de lo que tiene en sus manos. Y lo que quiere es acabar con el movimiento de la Misa Tradicional. Pero eso no sólo exigiría la revocación de Summorum pontificum, sino también del indulto anterior Ecclesia Dei, que dio el impulso inicial al movimiento, y además, nada menos que la abrogación de la propia Misa Tradicional. Sólo con esas medidas podía Bergoglio –o al menos eso espera– cortar de raíz el movimiento para que se muera. Y esas son ni más ni menos las brutales medidas que ha anunciado Bergoglio: hágase como digo, y cúmplase.
De ese modo, haciendo un ridículo supino, el artículo 1 de Tradiciones custodes declara que la Misa aprobada y recibida en tradición desde tiempos inmemoriales en la Iglesia Romana, la Misa de los santos, el cimiento litúrgico de la Cristiandad cuyo Canon Romano es de origen apostólico, consiste exclusivamente a partir de ahora en la nueva Misa:
Art. 1. Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.
Una verdadera ridiculez. Entonces, ¿qué pasa ahora para Bergoglio con la Misa Tradicional que codificó San Pío V a perpetuidad? Quiere hacernos creer que la ha abrogado de un plumazo. O, como mínimo, ha sido sustituida por el art. 1. Como explica en la carta que acompaña al motu proprio:
Respondiendo a sus solicitudes, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio, y de conservar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos. del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano. Me reconforta esta decisión el hecho de que, después del Concilio de Trento, San Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina.
La vergonzosa mendacidad de este pontífice llega al colmo una vez más al afirmar que al derogar el rito inmemorial de la Misa sustituyéndolo por una novedad litúrgica que endilgaron a la Iglesia hace apenas cincuenta años, una de cuyas oraciones eucarísticas se redactó en un restaurante, imita el ejemplo de San Pío V, que abrogó las novedades litúrgicas en favor de la Misa de siempre. Si de verdad Bergoglio imitara a San Pío V, abrogaría la Misa nueva, con lo que haría algo mejor que cuando Benedicto restableció el Rito Romano único, y eliminaría ese invento, puramente verbal y que no convence a nadie, de la distinción entre una forma ordinaria y otra extraordinaria de un mismo rito.
Con tan suprema arrogancia, Bregoglio publica sus ambiguas palabras con la ilusión de que lo tomen en serio. Pero claro, son puro papel mojado. El Papa no tiene el menor derecho a derogar el rito de la Misa recibido y aprobado por la Iglesia, y precisamente por eso Benedicto se desvivió por aclarar enSummorum pontificum que Pablo VI nunca lo había hecho. Como escribió el futuro papa Benedicto en el X anivarsario de Ecclesia Dei, «en ningún momento a lo largo de la historia ha abolido ni prohibido la Iglesia usos litúrgicos ortodoxos; sería algo bastante ajeno al espíritu de la Iglesia». Y sin embargo todo el pontificado de Bergoglio ha sido bastante ajeno al espíritu de la Iglesia.
Dejando perfectamente claro que considera la Misa Tradicional letra muerta que tarde o temprano acabará enterrada –la idea en sí no podría parecer más ridícula–, Bergoglio declara a continuación en la carta de presentación queTraditiones custodes no se propone otra cosa que volver a una forma única de celebración, entendiéndose por esto el Novus Ordo, y que todo futuro uso del Misal de 1962 debe estar regido por la necesidad de “volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del “santo pueblo fiel de Dios”».
El resto del motu proprio consiste en una serie de disposiciones destinadas a garantizar la asfixia y a la larga la muerte del movimiento por la liturgia tradicional. Tras notificar a los obispos en el Art.2 que son ellos los encargados de organizar las celebraciones litúrgicas en sus diócesis, incluida la autorización del uso del Misal de 1962, les hace saber en el Art. 3 –con su habitual doblez– que no son ellos los que deciden, sino que deben hacer todo lo que él mande para sofocar lo antes posible la Misa Tradicional. Para ello habrán de tomar las siguientes medidas no sólo para derogar Summorum pontificum, con Benedicto aún vivo, sino incluso buena parte de lo dispuesto en el indulto Ecclesia Dei:
– Promesa de fidelidad a la nueva Misa por parte de todos los grupos que asisten a la Tradicional (§ 1);
– acorralar a los grupos tradicionalistas en centros de culto que no sean parroquias, poniendo fin a toda Misa en latín en parroquias regulares a las que asisten los fieles en general (§ 2);
– no se erigirán más parroquias personales dedicadas a la Misa en latín; con ello se establece un cupo máximo para que no aumente el número de los que se sienten atraídos por la Misa Tradicional (§ 2);
– limitar la celebración de la Misa Tradicional a unos días determinados y exigir que no sólo las lecturas se hagan en lengua vernácula, sino utilizando también las horrendas «traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobada por las respectivas Conferencias Episcopales» (§ 3);
– nombrar a un sacerdote de confianza para que esté a cargo de la Misa Tradicional en la diócesis y la pastoral de los fieles que asisten a ella; es decir, un supervisor que vele por que se obedezca la voluntad de Bergoglio (§ 4);
– evaluar si cada parroquia erigida canónicamente a beneficio de los grupos tradicionalistas es útil para el crecimiento espiritual de los fieles y si la mantiene o no; dicho de otro modo: que las vaya cerrando (§ 5);
– que no se autorice la constitución de nuevos grupos; o sea, prohibir totalmente el crecimiento de movimiento por la Misa Tradicional (§ 6).
Luego viene el artículo 4, que afianza la mortal tenaza con la que Bergoglio inmoviliza a todo sacerdote ordenado a partir de la fecha de publicación deTraditiones custodes (16 de julio de 2021) que quiera celebrar la Misa Tradicional. Los sacerdotes recién ordenados «deberán presentar una solicitud formal al Obispo diocesano que consultará a la Sede Apostólica antes de otorgar la autorización». Todo sacerdote joven que quiera celebrar según el Misal de 1962, no sólo necesitará permiso del obispo sino hasta del Vaticano.
El artículo 5 dispone que los sacerdotes que ya celebren la Misa de siempre «pedirán autorización para seguir haciendo uso de su facultad». Con ello se invita a los obispos hostiles a empezar a revocar esas facultades, eliminando el derecho inherente de todo sacerdote a rezar la Misa Tradicional que garantizaba Summorum pontificum.
Con la mira puesta en la Fraternidad San Pedro, el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote y otros apostolados de Misa Tradicional «erigidos por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei», los artículos 6 y 7 los ponen a todos bajo la jurisdicción de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica juntamente con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Ambas congregaciones están dirigidas por compinches de Bergoglio hostiles a la Misa de siempre. El destino de los Franciscanos de la Inmaculada es ahora probablemente, y tal vez de forma inminente, el mismo que el de la Fraternidad y las otras órdenes religiosas que celebran la Misa Tradicional, así como de sus seminarios.
Por último, el artículo 8 declara que «Se derogan las normas, instrucciones, concesiones y costumbres precedentes que no cumplan con lo dispuesto en este Motu Proprio». Por costumbre Bergoglio entiende claramente la costumbre inmemorial de celebrar la Misa Tradicional.
Para dar una apariencia de fundamentos pastorales a fin de disimular lo que no es otra cosa que odio a lo que desea destruir, Bergoglio da más muestras de su desmedida soberbia. Con un indignante desprecio a sus dos inmediatos predecesores, declara que el sondeo que realizó a los obispos sobre los grupos de Misa Tradicional –confirmando una vez más una tendencia anterior aTraditiones custodes– señala que fue un error por parte de Juan Pablo II y Benedicto XVI la solicitud que pusieron en atender a los malvados que explotaron el Misal de 1962 con fines nefandos:
«Una posibilidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para recomponer la unidad del cuerpo eclesial en relación con las diversas sensibilidades litúrgicas sirvió para aumentar distancias, endurecer diferencias, construir contrastes que hieren a la Iglesia y se obstaculizar su avance, exponiéndola al riesgo de divisiones.»
Tras mencionar de pasada la abominable situación de la nueva liturgia, que no piensa hacer lo más mínimo por corregir, Bergoglio cita una vaga culpa mediante una asociación igual de vaga como única justificación en que basar su orden de someter a una férrea cuarentena la liturgia tradicional como preludio a su lenta agonía:
«Me entristece un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la «verdad Iglesia «. Si es cierto que el camino de la Iglesia debe entenderse en el dinamismo de la Tradición, “que nace de los Apóstoles y que avanza en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo” (DV 8), el Concilio Vaticano II constituye el etapa más importante de este dinamismo, recientemente, en la que el episcopado católico escuchó para discernir el camino que el Espíritu indicaba a la Iglesia. Dudar del Concilio significa dudar de las intenciones mismas de los Padres,[14] y, en definitiva, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia.»
Así pues, es necesario confinar y a la larga extinguir la Misa en latín porque algunos de los fieles que asisten a ella –da igual quiénes o cuántos– dudan del Concilio. No de alguna doctrina particular del Concilio, que nunca es posible identificar en concreto, sino del Concilio en sí como un acto trascendental cuya esencia es preciso intuir de un modo gnóstico como el camino que el Espíritu Santo ha señalado a la Iglesia. El gran Romano Amerio explica que esa vaga oscuridad de la Fe que supera toda doctrina, dogma y costumbre es unaproliferación de circiterismos de la mentalidad postconciliar:
«Un procedimiento común en la argumentación de los innovadores es el circiterismo: consiste en referirse a un término indistinto y confuso como si fuese algo sólido e incuestionable, y extraer o excluir de él el elemento que interesa extraer o excluir. Tal es por ejemplo el término espíritu del Concilio o incluso el de Concilio».
O sea, que no se debe dudar del Concilio. Como Bergoglio asocia el dudar del Concilio con el Misal de 1962, al cual desprecia, nada más por ese motivo la Misa en latín tiene que emprender un corto camino hacia la extinción para que la Iglesia pueda proseguir el largo camino del Concilio, que no es otra cosa que un continuo dictado del Espíritu Santo. La herejía se redefine como una duda pertinaz sobre el Concilio en la que se incurre después del Bautismo en vez de sobre un artículo de fe católica y divina. Y la unidad de la Iglesia consiste en una mera adhesión al Concilio en el sentido en que lo interpretan los que saben.
Así pues, en tanto que no se dude del Concilio habrá unidad y la Iglesia estará bien. En base a ello, sólo hay que tratar con severidad a los rígidos partidarios de la tradición litúrgica latina y sus intolerables dudas sobre el Concilio. «Para salvaguardar la unidad del Cuerpo de Cristo, me veo en la obligación de revocar las facultades que concedieron mis predecesores». Pero en cambio no se salvaguarda la unidad del Cuerpo de Cristo ante ataques contra los fundamentos mismos de la Fe, que tienen sin cuidado a Bergoglio, como ha dejado claro en sus innumerables diatribas contra los rígidos. Lo cierto es que Bergoglio no ve la menor relación entre la falta de unión en la Iglesia y la Misa nueva, en cuya menguante grey, que incluye a gente como Biden y Pelosi, cada vez son más los que disienten de muchas enseñanzas de la Iglesia sobre fe y costumbres entre las que se cuentan algunos de los preceptos más elementales de la ley natural.
La persecución que quería desatar Bergoglio contra los partidarios de la Misa de siempre ha empezado en menos de un día, como podemos ver aquí y aquí, y será mucho peor la que habrá de venir de los prelados hostiles y de los colaboradores de los que se ha rodeado con mucho cuidado Bergoglio en el aparato vaticano. Pero hay buenos motivos para albergar esperanzas de que en esta brutalidad cometida por un déspota revanchista le salga el tiro por la culata, como suele sucederles a los dictadores en sus excesos. Para empezar, se ven indicios de que hay obispos comprensivos que opondrán resistencia pasiva a un tirano que lleva ocho años burlándose del oficio petrino y abusando de su poder un dictadorzuelo de república bananera. Al igual que los fieles, también se han hartado de él.
De hecho, es posible que Bergoglio se arrepienta algún día de haber promulgado Traditiones custodes. Porque al declarar la guerra a la Misa de siempre, una guerra que no puede ganar, no sólo ha abierto las hostilidades contra los fieles que están en la Tierra sino también contra la Comunión de los Santos que han sido elevados a los altares, entre ellos nada menos que el pontífice con el que Bergoglio tuvo la osadía de compararse al pretender revocar la mismísima Misa que aquel gran papa blindó contra los ataques de intrusos profanos;
«En nombre de Nuestra Autoridad Apostólica, Nos concedemos y acordamos que este mismo Misal podrá ser seguido en totalidad en la misa cantada o leída en todas las iglesias, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en ningún castigo, condenación o censura y que podrá válidamente usarse, libre y lícitamente y esto a perpetuidad. (…) jamás nadie, quienquiera que sea podrá contrariarles o forzarles a cambiar de misal o a anular la presente intrusión o a modificarla , sino que ella estará siempre en vigor y válida con toda su fuerza, no obstante las decisiones anteriores (…)
»Que absolutamente nadie, por consiguiente, pueda anular esta página que expresa Nuestro permiso, Nuestra decisión, Nuestro mandamiento, Nuestro precepto, Nuestra concesión, Nuestro indulto, Nuestra declaración, Nuestro decreto y Nuestra prohibición ni ose temerariamente ir en contra de estar disposiciones. Si, sin embargo, alguien se permitiesen una tal alteración, sepa que incurre en la indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.»
¡San Pío V, ruega por nosotros! ¡Santos Pedro y Pablo, promulgad la censura del Cielo!
https://adelantelafe.com/ite-missa-e...consecuencias/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
De Summorum pontificum a Traditionis custodes, o de la reserva al zoológico
https://fsspx.news/sites/sspx/files/...?itok=1vE-gVLW
Descarten esta Misa que ya no quiero ver másEl Papa Francisco publicó ayer un Motu proprio cuyo título podría llenarnos de esperanza: Traditionis custodes, "Custodios de la Tradición". Sabiendo que este texto está dirigido a los obispos, se podría empezar a soñar: ¿acaso la Tradición está en proceso de recuperar sus derechos dentro de la Iglesia?
Todo lo contrario. Este nuevo Motu proprio lleva a cabo una eliminación. Ilustra la precariedad del magisterio actual e indica la fecha de caducidad de Summorum pontificum de Benedicto XVI, que ni siquiera podrá celebrar su decimoquinto aniversario.
Todo, o casi todo, en Summorum pontificum, ha sido dispersado, abandonado o destruido. Además, el objetivo se indica claramente en la carta que acompaña a esta eliminación.
El Papa enumera dos principios "sobre el modo de proceder en las diócesis": "por un lado, para proporcionar el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y que necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II".
Y, por otro lado: "para interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y a la voluntad de sacerdotes individuales que a la necesidad real del 'santo Pueblo fiel de Dios'".
Una extinción programada
Mientras Francisco se convierte en el defensor de las especies animales o vegetales en peligro de extinción, decide y promulga la extinción de aquellos que están apegados al rito inmemorial de la Santa Misa. Esta especie ya no tiene derecho a vivir: debe desaparecer. Y se utilizarán todos los medios para lograr este resultado.
En primer lugar, una estricta reducción de la libertad. Hasta ahora, los espacios reservados al rito antiguo tenían una cierta latitud de movimiento, muy parecido a las reservas naturales. Hoy, hemos pasado al régimen del zoológico: jaulas, estrechamente limitadas y delimitadas. Su número está estrictamente monitoreado, y una vez instaladas, estará prohibido crear más.
Los custodios (¿o deberíamos decir los carceleros?) no son otros que los propios obispos.
Todo esto se especifica en el artículo 3, párrafo 2: "el obispo deberá indicar uno o varios lugares donde los fieles pertenecientes a estos grupos pueden reunirse para la celebración de la Eucaristía (no en las iglesias parroquiales y sin erigir nuevas parroquias personales)".
El reglamento interno de estas celdas está estrictamente controlado (artículo 3, párrafo 3): "El obispo establecerá en el lugar indicado los días en que se permiten las celebraciones eucarísticas, utilizando el Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962".
Este control se extiende hasta el más mínimo detalle (ídem): "En estas celebraciones, las lecturas se proclamarán en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobadas por las respectivas Conferencias Episcopales". Ni hablar de utilizar la traducción de un Dom Lefebvre o de un leccionario de antaño.
La eutanasia está prevista para los especímenes considerados no aptos para cuidados paliativos (artículo 3, párrafo 5): "El obispo procederá, en las parroquias personales erigidas canónicamente en beneficio de estos fieles, a una valoración adecuada de su utilidad real para el crecimiento espiritual, y decidirá si las mantiene o no".
Además, la reserva es eliminada en su totalidad, ya que desaparece la comisiónEcclesia Dei (artículo 6): "Los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, establecidos por la Comisión Pontificia Ecclesia Dei pasan a ser competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica".
Prohibido a los migrantes
Mientras el Papa no deja de ocuparse de todo tipo de migrantes, en las prisiones que instala queda estrictamente prohibida cualquier tipo de intrusión.
Para asegurarse de impedir la constitución de reservas salvajes, el Papa prohíbe cualquier ampliación de la prisión (artículo 3, párrafo 6): "El obispo (...) cuidará de no autorizar la creación de nuevos grupos".
Esta medida también es similar a una esterilización: queda prohibida la reproducción y perpetuación de estos salvajes del pasado que deben desaparecer.
Esta esterilización también concierne a los sacerdotes que serán ordenados en el futuro (artículo 4): "Los presbíteros ordenados después de la publicación del presente Motu proprio, que quieran celebrar con el Missale Romanum de 1962, deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano, que consultará a la Sede Apostólica antes de conceder la autorización".
En cuanto a los sacerdotes que ya se benefician de una autorización, de ahora en adelante necesitarán una renovación de su pase "de celebración", que es similar a una visa temporal (artículo 5): "los presbíteros que ya celebran según el Missale Romanum de 1962, pedirán al obispo diocesano la autorización para seguir manteniendo esa facultad".
Por tanto, si se trata de contener, reducir o incluso destruir estos grupos, los obispos tienen carta blanca, pero si es necesario autorizar, el Papa no se fía de ellos: hay que pasar por Roma.
Mientras decenas de sacerdotes, muchas veces apoyados por sus obispos, se burlaron de la Congregación para la Doctrina de la Fe al "bendecir" a las parejas homosexuales sin ninguna reacción romana excepto una velada aprobación de Francisco a través de su mensaje al Padre Martin, los futuros sacerdotes serán estrechamente vigilados si consideran la posibilidad de celebrar según la Misa de San Pío V.
Evidentemente, es más fácil ocultar su falta de autoridad aterrorizando a los fieles que no resistirán, que controlar el cisma alemán. Como si no hubiera nada más urgente que golpear a esta parte del rebaño...
https://fsspx.news/sites/sspx/files/...?itok=_7z2yL3P
Vacunación contra el lefebvrismo
El gran miedo a la contaminación del virus lefebvrista es exorcizado con la vacuna obligatoria Vat. II -del laboratorio Moderno- (artículo 3, párrafo 1): "El obispo comprobará que estos grupos no excluyan la validez y la legitimidad de la reforma litúrgica, de las disposiciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices".
Y se elimina sin piedad todo aquello que pudiera ser una fuente potencial de contagio (artículo 8): "Quedan abrogadas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores que no se ajusten a las disposiciones del presente Motu Proprio".
Arrastrado por su entusiasmo, el Papa prácticamente dice que la Misa antigua es un virus peligroso del que es necesario protegerse. Por ejemplo, en el artículo 1 se precisa: "Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano".
Si el Novus ordo es la única expresión de la lex orandi, ¿cómo calificar a la Misa Tridentina? ¿Está en un estado de ingravidez litúrgica o canónica? ¿No tiene esta Misa derecho al lugar que todavía ocupan el rito dominico, el rito ambrosiano o el rito lionés en la Iglesia latina?
Esto es lo que se desprende de lo que dice el Papa en la carta que acompaña al Motu proprio. Parece que, sin sospechar del paralogismo que comete, escribe: "Me reconforta en esta decisión el hecho de que, tras el Concilio de Trento, San Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina. Durante cuatro siglos, este Missale Romanum promulgado por San Pío V fue, pues, la principal expresión de la lex orandi del Rito Romano, cumpliendo una función unificadora en la Iglesia".
La conclusión lógica que se desprende de esta comparación es que este rito debe mantenerse. Más aún cuando la bula Quo primum de San Pío V lo protege contra cualquier ataque.
Así lo confirmó también la comisión de cardenales reunida por Juan Pablo II, que afirmó, casi unánimemente (8 de 9), que ningún obispo podía impedir que un sacerdote celebrara la Misa antigua, después de haber observado, por unanimidad, que esta última jamás había sido prohibida.
Y también lo confirma aquello que el Papa Benedicto XVI aceptó y ratificó enSummorum pontificum.
No obstante, para Francisco, los ritos antiguos mantenidos por San Pío V, incluida la llamada Misa Tridentina, aparentemente no tienen ningún valor unificador. El nuevo rito, y solo él, con sus cincuenta años de existencia, sus infinitas variaciones y sus innumerables abusos, es capaz de dar unidad litúrgica a la Iglesia. La contradicción es flagrante.
Volviendo a su idea de la eliminación de especies, el Papa escribe a los obispos: "Sobre todo, les corresponde trabajar por la vuelta a una forma unitaria de celebración, verificando caso por caso la realidad de los grupos que celebran con este Missale Romanum".
Una ley claramente opuesta al bien común
La impresión general que surge de estos documentos -Motu proprio y carta adjunta del Papa- da la impresión de un sectarismo acompañado de un abuso de poder manifiesto.
La Misa Tradicional pertenece a la parte más íntima del bien común en la Iglesia, por lo tanto, restringirla, rechazarla, arrojarla a los guetos y, en última instancia, planificar su desaparición, no puede tener ninguna legitimidad. Esta ley no es una ley de la Iglesia, porque, como dice Santo Tomás, una ley no puede ser válida si atenta contra el bien común.
Pero hay algo más en los entresijos, un tinte evidente de la saña manifestada por ciertos fanáticos furibundos de la reforma litúrgica contra la Misa Tradicional. El fracaso de esta reforma queda puesto de manifiesto, como en un claroscuro, por el éxito de la Tradición y de la Misa Tridentina.
Por eso no pueden aceptarla. Sin duda, imaginan que su total desaparición hará que los fieles regresen a las iglesias drenadas de lo sagrado. Trágico error. El magnífico auge de esta celebración digna de Dios solo resalta más su pobreza: ella no es la causa de la desertificación producida por el nuevo rito.
Lo cierto es que este Motu proprio, que tarde o temprano terminará en el olvido de la historia de la Iglesia, no es una buena noticia en sí mismo: marca un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición, y retrasará el fin de la crisis que ha durado más de sesenta años.
En cuanto a la Fraternidad San Pío X, encuentra en esto un nuevo motivo de fidelidad a su fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, y de admiración por su previsión, su prudencia y su fe.
Si bien la Misa tradicional está en vías de ser eliminada, y las promesas hechas a las sociedades Ecclesia Dei también se están cumpliendo, la Fraternidad San Pío X encuentra en la libertad que le legó el Obispo de Hierro, la posibilidad de continuar luchando por la fe y el reinado de Cristo Rey.
Fuentes: Saint-Siège - FSSPX.Actualités
https://fsspx.news/es/news-events/ne...3%B3gico-67515
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Traditiones custodes: una guerra al borde del abismo
Por Roberto De Mattei
19/07/2021
Lo que se propone el papa Francisco con el motu proprio Traditionis custodes del 16 de julio de este año es reprimir toda expresión de fidelidad a la liturgia tradicional, pero lo único que conseguirá será que estalle una guerra que concluirá inevitablemente con el triunfo de la Tradición de la Iglesia.
Cuando el 3 de abril de 1969 Pablo VI promulgó el Novus Ordo Missae, su idea de fondo era que en pocos años la Misa Tradicional hubiera pasado a la historia. El encuentro de la Iglesia con el mundo moderno al que Pablo VI aspiraba en aras de un humanismo integral, preveía la desaparición de todo resto de la Iglesia constantiniana. Y el rito romano antiguo, que San Pablo V había restablecido en 1570, parecía destinado a desaparecer después de la devastación litúrgica protestante.
Ningún previsión resultó más desacertada. Hoy en día los seminarios están faltos de vocaciones y las parroquias se vacían, en algunos casos abandonadas por sacerdotes que anuncian que se van a casar y reintegrar a la vida civil. Mientras que los lugares donde se celebra la Misa Tradicional y se predican la Fe y la moral siempre están llenos a rebosar de fieles y son viveros de vocaciones. La Misa Tradicional se celebra con regularidad en 90 países de todos los continentes, y el número de fieles que participan aumenta de año en año, acrecentando tanto la Fraternidad San Pío X como los institutos de Ecclesia Dei surgidos de 1988 para acá. El coronavirus ha contribuido a ese aumento, pues desde que se impuso la comunión en la mano, son muchos los fieles que disgustados con el sacrilegio han abandonado sus parroquias para recibir la Sagrada Comunión en los templos en que se sigue dando en la boca.
Este trasvase de almas ha surgido en reacción a la ausencia de formas de la nueva liturgia, sobre la que escribió Martin Mosebach en su ensayo Eresia dell’informe (tr. it. Cantagalli, 2009). Si autores progresistas como Andrea Riccardi, de la comunidad de San Egidio, lamentan la desaparición social de la Iglesia (La Chiesa brucia. Crisi e futuro del cristianesimo, Tempi nuovi, 2021), una de las causas de ella es precisamente la incapacidad de la nueva liturgia para captar la atención de los fieles; no es capaz de expresar el sentido de lo sagrado y de la trascendencia. Únicamente en la absoluta trascendencia divina se puede expresar la extrema cercanía de Dios al hombre, como señaló Ratzinger en su libro Introducción al espíritu de la liturgia (Ed. Cristiandad, Madrid 2007) antes de ser elegido al pontificado. El entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que siempre había puesto la liturgia en primer plano de sus intereses, una vez elegido papa Benedicto XVI promulgó el 7 de julio de 2007 el motu proprio Summorum pontificum, por el que restableció derechos plenos de ciudadanía al Rito Romano antiguo (infelizmente calificado de rito extraordinario), que su bien nunca había sido derogado jurídicamente llevaba de facto cuarenta años prohibido.
Summorum pontificum ha contribuido a la multiplicación de los lugares donde se celebra la Misa Tradicional y a una abundante serie de estudios de alto nivel sobre la antigua y la nueva liturgias. El redescubrimiento de la Misa d siempre por parte de los jóvenes ha estado acompañado de una producción de textos que no sería posible enumerar aquí. Entre las obras más recientes, baste recordar los escritos del P. Claude Barthe, Histoire du missel tridentin et de ses origines (Via Romana, 2016, tr. it. Solfanelli, 2018) y La Messe de Vatican II. Dossier historique (Via Romana, 2018); de Michael Fiedrowicz, The Traditional Mass: History, Form, and Theology of the Classical Roman Rite (Angelico Press, 2020) y de Peter Kwasniewski, Noble Beauty,Transcendent Holiness: Why the Modern Age Needs the Mass of Ages (Angelico, 2017, tr. it. Fede e Cultura, 2021). En el terreno progresista no ha aparecido ningún estudio que se les pueda equiparar.
El papa Francisco ha reaccionado a este renacimiento cultural y espiritual encargando a la Congregación para la Doctrina de la Fe que envíe un cuestionario sobre la aplicación del motu proprio de Benedicto XVI. Aunque la encuesta era de orden sociológico, las conclusiones que ha sacado Francisco son de orden ideológico. No hace falta realizar un sondeo para ver que las iglesias frecuentadas por los fieles vinculados a la tradición litúrgica están siempre llenas mientras las parroquias normales están cada vez más vacías. En la carta a los obispos que acompaña al motu proprio del 16 de julio, Francisco afirma: «Las respuestas recibidas revelaron una situación que me duele y me preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Lamentablemente, la intención pastoral de mis predecesores, que habían pretendido “esforzarse al máximo para que todos aquellos que verdaderamente desean la unidad puedan permanecer en esta unidad o encontrarla de nuevo”.[12] , a menudo se ha descuidado seriamente». «Me entristece –añade Francisco– un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la verdadera Iglesia». Por eso, «tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio».
El papa Francisco no ha considerado necesario intervenir para resolver la grave herida producida a la unidad por los obispos alemanes, que en nombre del Concilio Vaticano II han caído frecuentemente en herejía, pero por lo que se ve está convencido de que el único peligro para la unidad de la Iglesia está en quienes han planteados dudas sobre el Concilio, como también suscitó dudas Amoris laetitia sin que haya respondido jamás. De ahí que el art. 1 del motu proprio Traditiones custodes declare que «los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano».
Desde el punto de visto jurídico, la revocación del libre ejercicio de un sacerdote cualquiera en lo que se refiere a celebrar la Misa según los libros litúrgicos anteriores a la reforma de Pablo VI es patentemente ilegítima. El motu proprio Summorum pontificum de Benedicto XVI recalcó que el rito tradicional jamás ha sido abrogado y que todo sacerdote tiene pleno derecho a celebrarlo en cualquier lugar del mundo. Traditiones custodes entiende ese derecho como un privilegio, que como tal puede ser anulado por el legislador supremo. Este modus operandi es del todo arbitrario, porque la licitud de la Misa Tradicional no procede de un privilegio, sino del reconocimiento de un derecho subjetivo de cada fiel, sea laico, sacerdote o religioso. Es más, Benedicto XVI nunca concedió nada; se limitó a reconocer el derecho a utilizar el Misal de 1962, «jamás abrogado», y beneficiarse espiritualmente de él.
El principio que reconoce Summorum pontificum es la inmutabilidad de la bula Quo primum de San Pío V del 14 de julio de 1570. Como señala un eminente canonista, el P. Raymond Dulac (Le droit de la Messe romaine, Courrier de Rome, 2018), Pío V no introdujo nada nuevo, sino que restableció la antigua liturgia y confirió a todo sacerdote el privilegio de celebrarla. Ningún papa tiene derecho a abrogar ni a cambiar un rito que se remonta a la Tradición Apostólica y se ha ido formando a lo largo de los siglos, como la llamada Misa de San Pío V. Lo confirma el gran liturgista monseñor Klaus Gamber en el libro que, en su edición francesa fue prologado el cardenal Ratzinger (La Réforme liturgique en question, Editions Sainte-Madeleine, 1992).
En ese sentido, el motu proprio Traditiones custodes se puede considerar más grave que la exhortación Amoris laetitia. No sólo eso; el motu proprio tiene efectos canónicos que no tiene la mencionada exhortación postsinodal; mientras Amoris laetitia da a entender que pueden comulgar quienes no tienen derecho a hacerlo, Traditiones custodes priva del bien espiritual de la Misa de siempre a quienes tienen derecho a ese bien irrenunciable, del cual necesitan para perseverar en la fe.
Es evidente el mecanismo ideológico de considerar a priori sectario a todo grupo de fieles ligados a la Tradición litúrgica de la Iglesia. Habla de ellos como si fueran sediciosos a los que hay que vigilar sin criterios de juicio (cf. nº 1, 5 e 6), restringiéndoles el derecho de asociación e impidiendo que los obispos aprueben más, y limitando el derecho propio del ordinario (cf. Código de Derecho Canónico, can. 321, §2). En realidad, hasta ahora los grupos de fieles han surgido espontáneamente y se han hecho portavoces de algunas situaciones ante la legítima autoridad, no es que nunca se los haya autorizado. Considerar necesaria la autorización de un grupo constituye un duro golpe a la libre asociación de los fieles que el propio Concilio propugnaba, como contraviene también el Concilio la disposición que convierte a los obispos en meros ejecutores de la voluntad pontificia.
Traditiones custodes confirma el proceso de concentración de poder del papa Francisco contradiciendo sus continuas invocaciones a la sinodalidad de la Iglesia. Dice que es «exclusiva competencia» del obispo regular el Rito Extraordinario en su diócesis, pero en la práctica el motu proprio (cf. Art.4) limita la discrecionalidad y autonomía del obispo al disponer que no baste su autorización para celebrar la Misa solicitada por un sacerdote diocesano, sino que es necesario pedir el plácet de la Sede Apostólica. Eso quiere decir que el obispo no puede conceder dicha autorización (que nunca ha sido calificada de facultad, por lo que parece ser más que un privilegio) de forma autónoma, sino que es preciso que su decisión cuente con el aval de superiores. Como señala el P. Raymond de Souza, «se prohíben las reglas más permisivas mientras se fomentan las más restrictivas».
El objetivo está claro: eliminar con el tiempo la presencia del Rito Tradicional para imponer el Novus Ordo de Pablo VI como único rito de la Iglesia. Para alcanzar ese objetivo hace falta una paciente reeducación de los revoltosos. Por eso, como se lee en la carta a los obispos, «las indicaciones sobre cómo proceder en las diócesis están dictadas principalmente por dos principios: por un lado, prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior [rito romano antiguo] y necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI. y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del “santo pueblo fiel de Dios”».
No se equivoca Tim Stanley cuando en el Spectator del pasado día 17 lo llamó guerra sin piedad contra el rito antiguo. (The Pope’s merciless war against the Old Rite). Con Summorum pontificum Benedicto XVI reconoció públicamente que existe una lex orandi de la Iglesia que ningún papa podrá abrogar jamás. Francisco manifiesta por el contrario su rechazo a la lex orandi tradicional e, implícitamente, a la lex credendi que expresa el Rito de siempre. La paz que el motu proprio de Benedicto había intentado garantizar a la Iglesia ha terminado, y Joseph Ratzinger, ocho años después de su renuncia al pontificado, es condenado a presenciar la guerra que ha declarado su sucesor, como epílogo de una tragedia griega.
La lucha se libre al borde del abismo del cisma. El papa Francisco quiere despeñar a sus críticos obligándolos a constituir de hecho, si no de principio, una verdadera Iglesia enfrentada a él, pero él mismo se arriesga a caer al abismo si se empeña en contraponer la Iglesia del Concilio a la de la Tradición. El motu proprio Traditiones custodes es un paso en esa dirección. Salta a la vista la malicia y la hipocresía de quien se propone destruir la Tradición autoproclamándose custodio de ella. Y es evidente también que esto sucede precisamente cuando la Iglesia es devastada por numerosas herejías y errores.
Si la violencia consiste en el uso ilegítimo de la fuerza, el motu proprio de Francisco es un acto objetivamente violento, porque es prepotente y abusivo. Pero se equivoca quien piense que a la violencia ilegítima hay que responder con formas igualmente ilegítimas de disenso.
La única resistencia legítima es la de quien no desconoce el derecho canónico y cree firmemente en la visibilidad de la Iglesia; de quien no cae en el protestantismo pretendiendo hacerse papa en lugar del papa; de quien modera su lenguaje y reprime las pasiones desordenadas que pueden llevarlo a cometer actos temerarios; de quien no cae en fantasías apocalípticas y mantiene un firme equilibrio en medio de la tempestad; de quien, en conclusión, lo cimenta todo en la oración convencido de que Jesucristo, y ningún otro, salvará su Iglesia.
https://adelantelafe.com/traditiones...de-del-abismo/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
«Sería cismático el papa que cambiara todos los ritos de la Iglesia que son de tradición apostólica» (Francisco Suárez/Klaus Gamber)
Por RORATE CÆLI
20/07/2021
Apenas han pasado cuatro años de la publicación del nuevo Misal con el que Pablo VI sorprendió a todo el mundo católico al promulgar el Novus Ordo Missae el 6 de abril de 1969. La revisión de 1965 no tocó la liturgia tradicional. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 50 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, la principal preocupación era suprimir algunos añadidos posteriores al Rito de la Misa. La publicación del Ordo Misae de 1969 creó, no obstante, un rito nuevo. Dicho de otro modo: la liturgia tradicional no había sido objeto de una simple revisión como pedía el Concilio. Todo lo contrario: había sido derogada, y un par de años más tarde el rito tradicional fue de hecho prohibido. De ahí que nos preguntemos: ¿se ajustan unas reformas tan radicales a la tradición de la Iglesia?
(…) Se podría argüir que la autoridad del Papa para introducir un nuevo rito, es decir, para hacerlo prescindiendo de la decisión de un concilio, puede derivar de la plena y suprema potestad que tiene sobre la Iglesia, según dice el Concilio Vaticano I; esto es, autoridad en cuestiones quae ad disciplinam et regimen ecclesiae per totum orbem difusse pertinent (de régimen y disciplina de la Iglesia difundida por todo el orbe) (Denzinger 1831). Ahora bien, la palabradisciplina no se aplica en modo alguno al rito de la Misa, y menos aún si tenemos en cuenta que los pontífices han señalado en repetidas ocasiones que el rito se basa en la tradición apostólica. Por este solo motivo, el rito queda fuera de lo que atañe a la disciplina y gobierno de la Iglesia.
Podríamos agregar que no existe un solo documento, ni siquiera el Código de Derecho Canónico, que afirme concretamente que el Papa, como pastor supremo de la Iglesia, posea autoridad para derogar el rito litúrgico tradicional. Más aún: en ninguna parte se dice que el Sumo Pontífice tenga potestad para alterar siquiera una tradición litúrgica local. Que no mencione la existencia de dicha potestad añade un peso considerable a nuestro argumento. La plena y suprema potestas del Papa tiene unos límites claramente delimitados. Por ejemplo, es innegable que en cuestiones dogmáticas tiene que atenerse a la Tradición de la Iglesia universal. Es decir, como señala San Vicente de Lerins, lo que siempre se ha creído (quod semper, quod ubique, quod ab omnibus).
De hecho, algunos autores afirman con bastante claridad que derogar el rito tradicional queda sin lugar a dudas fuera de la competencia del Papa. El eminente teólogo Suárez (que falleció en 1617) citando a autores anteriores como Cayetano (que murió en 1534), piensa que el papa que tal hiciere sería cismático, ya que, «no estaría en plena comunión con la Iglesia como es su deber si, por ejemplo, excomulgara a la totalidad de la Iglesia o sustituyera los ritos que la Iglesia ha heredado de la tradición apostólica» [Et hoc secundo modo posset Papa esse schismaticus, si nollet tenere cum toto Ecclesiæ corpore unionem et coniunctionem quam debet, ut si tenat et totem Ecclesiam excommunicare, aut si vellel omnes Ecclesiasticas cæremonias apostolica traditione firmatas evertere.].
Al estudiar la cuestión de la autoridad ilimitada del Papa y en qué modo le daría potestad para alterar un rito litúrgico previamente establecido, es posible que si el argumento de Suárez no tiene suficiente peso éste otro lo tenga: el hecho incontestable de que antes de Pablo VI ningún pontífice efectuó cambios fundamentales en los ritos como estamos presenciando ahora.
Klaus Gamber
Die Reform der römischen Liturgie: Vorgeschichte und Problematik
https://adelantelafe.com/seria-cisma...-klaus-gamber/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Los obispos deben dispensar inmediatamente a sacerdotes y fieles de los horrores de Traditiones custodes
Editorial de Rorate Caeli
20/07/2021
Aprobado por un doctor en derecho canónico
En Rorate Caeli apreciamos los edificantes y generosos consejos paternales y pastorales que nos brindan muchos prelados, en particular del ámbito de habla inglesa y francesa, que han respondido al horror de Tradiciones custodes. Expresamos nuestra más sincera gratitud a los buenos pastores como ellos que nos leen.
Cuando la ira y la tristeza tratan de abrirse paso en nuestro corazón y hacernos perder la calma, el actuar correcto y valeroso de esos pastores calma las aguas e impide que el enemigo gane territorio.
Son acciones escasas y aisladas. Necesitamos más cuanto antes.
Rogamos a todos los prelados de buena voluntad y todos los pastores que aman y cuidan a su grey por el bien espiritual de todos los fieles, clero y laicos, que desde hace años se benefician del inmenso tesoro espiritual, eucológico y teológico del Misal Romano de 1962 que nos dispensen de las draconianas medidas dispuestas en Traditiones custodes.
La institución canónica de la dispensa cuenta con una sólida tradición en la historia del derecho canónico, y vige actualmente en el canon 87 §1 del Código de 1983 [1]. Con relación al concepto de dispensa, Hans-Jurgen Guth ha escrito en los últimos años tratados sobre el derecho que concede la legislación a los obispos para objetar las decisiones del Sumo Pontífice, derecho conocido como ius remonstrandi o supplicatio [2].
Dado que el derecho a la Misa Tradicional está firmemente establecido en la tradición canónica por no haber sido jamás abrogado, los obispos pueden –y deben– ejercer inmediatamente el ius remonstrandi para impugnar semejante extralimitación.
Todos los grupos de fieles de la Misa Tradicional manifiestan los saludables frutos espirituales mencionados en Mt.7,16: familias que se quieren y llevan bien, asisten sin falta a Misa y reciben con frecuencia los sacramentos la Penitencia y la Sagrada Comunión; seminaristas dedicados a la oración, el estudio y el servicio a la Iglesia; sacerdotes entregados a la cura de almas y religiosos consagrados plenamente en devoción sincera al Cordero de Dios.
Dicen que la Iglesia nunca actúa con precipitación. Pero no se puede decir lo mismo de la promulgación original del Novus Ordo (o de la prohibición de la Misa Tradicional) ni de la brusca promulgación de Traditiones custodes. Es preciso impugnarla con la misma celeridad.
Creemos que hay muchos prelados que sienten necesidad de un guía, esperan que uno de sus hermanos en el episcopado tome la iniciativa y dispense plenamente a los sacerdotes y los fieles de la observancia de Traditiones custodes para que su grey pueda proseguir tranquila el camino a la salvación sin que la molesten.
Os rogamos e imploramos que hoy mismo ejerzáis ese derecho.
[1]Can. 87 §1. El obispo diocesano, siempre que, a su juicio, ello redunde en bien espiritual de los fieles, puede dispensar a éstos de las leyes disciplinares, tanto universales como particulares, promulgadas para su territorio o para sus súbditos por la autoridad suprema de la Iglesia; pero no de las leyes procesales o penales, ni de aquellas cuya dispensa se reserva a la Sede Apostólica o a otra autoridad.
[2]Guth, Hans-Jurgen. “Ius Remonstrandi: A Bishop’s Right in Law to Protest”. Revue de droit canonique 2002, Volume 52, Number 1, pp. 153-65.
https://adelantelafe.com/editorial-r...ones-custodes/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Lo realmente llamativo era que algunos hubieran tomado en serio el Summorum Pontificum de Benedicto XVI, restablecedor (¿?) de la misa tridentina, que cerró en falso el problema en el año 2007.
Que un "papa" como el actual, que va de globalista, ecumenista, ecolojeta, rojo, etc pudiera ser compatible con la misa tridentina, su santidad, sus virtudes, era algo estrafalario e inconcebible. Efectivamente, han caído las caretas, y eso siempre es buena noticia.
Quedan en pie mons Lefebvre, sus diagnósticos sobre el origen de la crisis eclesial y su colosal obra. Eso nadie nos lo podrá quitar
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
El odio a la Misa de siempre, y la cuestión de la obediencia
Prefacio del arzobispo Carlo Maria Viganó
Este magnífico y contundente artículo del profesor Massimo Viglione es uno de los más lúcidos y profundos comentarios al tenebroso motu proprioTraditiones custodes. Mi intención al publicar tan valiosa intervención es ponerlo al alcance de los fieles, sean católicos o no, para su lectura y reflexión, a fin de que cada uno obtenga provecho de su claridad profética y valor apostólico en la encarnizadísima guerra que todos debemos afrontar. Una guerra cuyo inevitable desenlace será el triunfo de la Esposa de Cristo sobre las potencias desatadas del Infierno.
El artículo del profesor Viglione merece una amplia difusión además por mostrar el panorama general de la estrategia y actividades simultáneas y coherentes de la iglesia profunda y el estado profundo. En unos momentos en que la discriminación contra los no vacunados ha sido adoptada también por la iglesia bergogliana, tenemos el ineludible deber de resistir con la máxima determinación, alzar la voz y dar a conocer lo que se está cociendo.
+Carlo Maria Viganò, arzobispo
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El odio a la Misa de siempre, y la cuestión de la obediencia«Os expulsarán de las sinagogas» (Jn.16,2)Hermenéutica de la envidia de Caín a Abel
Massimo Viglione
En estos días posteriores a la oficialización por el motu propio de Francisco de la guerra entre las jerarquías eclesiásticas contra la Misa de siempre se han multiplicado los comentarios sobre el asunto. Más de uno de dichos comentarios ha puesto de relieve el nada disimulado desprecio y al mismo tiempo la absoluta claridad de forma y de contenido que caracteriza al motu proprio Traditiones custodes, redactado con un estilo y formalismo más político que teológico y espiritual.
A todos los efectos, es una declaración de guerra. Salta a la vista la diferencia formal y de tono con los diversos documentos en los que Pablo VI anunció, programó y llevó a cabo a partir de 1964 su reforma litúrgica, finalmente oficializada por la constitución apostólica Missale Romanum del 3 de abril de 1969, con la que a todos los efectos el Rito Romano antiguo fue sustituido (es la palabra más apropiada desde el punto de vista de las intenciones que de los actos) por el nuevo rito en lengua vulgar. En los documentos montinianos encontramos en repetidas ocasiones muestras de un modo hipócrita pero evidente dolor, pesar y remordimiento mientras –paradójicamente– ensalza la belleza y sacralidad del rito antiguo.
En resumen, es como si Montini dijera: «Hasta nunca, querido rito de siempre, ¡pero qué bonito eras!»
Por el contrario, en el documento bergogliano se trasluce, como muchos han observado, odio a aquel rito. Un odio incontenible.
Naturalmente, no es Bergoglio quien ha iniciado esta guerra, desatada por el movimiento litúrgico modernista (o, si se prefiere, el protestantismo) sino, a nivel oficial y operativo, el propio Pablo VI. Si se me permite la atrevida y popular metáfora, Bergoglio sólo se ha puesto a disparar a la desesperada intentando matar de una vez por todas a un herido de muerte que durante las décadas del postconcilio no sólo no ha muerto sino que revivido arrastrando consigo a un número incalculable de fieles en todo el mundo, con un aumento exponencial en los últimos catorce años.
Y ahí está el quid de la cuestión. El clero progresista y más entusiásticamente modernista ha tenido que soportar a regañadientes el motu proprio de Benedicto XVI, pero al mismo tiempo ha estado actuando contra la Misa de siempre por medio de la resistencia hostil de una grandísima parte del episcopado internacional que siempre ha desobedecido descaradamente a cuanto decreta Summoroum pontificum desde los mismos años del pontificado ratzingeriano, y más aún desde su renuncia para acá.
La hostilidad de los obispos ha dado lugar a que al final el deber de mantener activo el motu proprio dependiese con harta frecuencia del valor de algunos sacerdotes que lo celebraban de todos modos sin autorización del obispo (lo cual no era ciertamente necesario). Pues bien, esos prelados constante y obstinadamente desobedientes al Soberano Pontífice de la Iglesia Católica y al motu proprio de éste, en nombre de la obediencia al Sumo Pontífice y a un motu proprio suyo podrán ahora no sólo continuar sino intensificar su labor de censura, la guerra que ya no es oculta sino evidente, como de hecho venía sucediendo.
Pero Francisco no se ha limitado a disparar contra víctima inmortal. Ha querido ir más allá, enterrarla en vida de forma tan veloz como furtiva y monstruosa, afirmando que el rito nuevo es lex orandi de la Iglesia Católica. De lo cual habría que colegir que la Misa de siempre ya no sería la Lex orandi.
Sabido es que nuestro pontífice es un ignorante en materia de teología (que es como decir que un médico no sabe de medicina o un herrero no sabe emplear el hierro y el fuego). De hecho, la Lex orandi de la Iglesia no es una ley de derecho positivo aprobada por un parlamento o dictada por un soberano que pueda ser revocada, alterada, sustituida, mejorada o empeorada en cualquier momento. Es más, la Lex orandi de la Iglesia no es una cosa concreta delimitada por el tiempo y el espacio, sino el conjunto de normas teológicas y espirituales de uso litúrgico y pastoral a lo largo de toda la historia de la Iglesia, desde los tiempos del Evangelio –en concreto desde Pentecostés– hasta hoy. Para que se pueda vivir obviamente en el presente, hunde sus raíces en todo el pasado de la Iglesia. No hablamos, por tanto, de nada humano –exclusivamente humano– que un cacique cualquiera pueda alterar a su antojo. La Lex orandi comprende en su totalidad los veinte siglos de historia de la Iglesia, y no hay hombres ni consenso humano que puedan alterar este depósito veinte veces secular. No hay papa, concilio ni episcopado que pueda cambiar el Evangelio, el Depósito de la Fe, el Magisterio universal de la Iglesia. Y tampoco la liturgia de siempre. Y si es cierto que el rito antiguo tiene un núcleo esencial de origen apostólico que se ha ido acrecentando armónicamente a lo largo de los siglos, con alteraciones progresivas (hasta Pío XII y Juan XXIII), no es menos cierto que esas alteraciones –una veces más oportunas, otras menos, otras tal vez inapropiadas– siempre se han estructurado no obstante en un continuum de Fe, sacralidad, Tradición y belleza.
La reforma montiniana pulverizó todo eso al inventarse un nuevo rito adaptado a las exigencias del mundo moderno y transformar la sagrada liturgia católica haciéndola antropocéntrica en vez de teocéntrica. Del Santo Sacrificio de la Cruz repetido incruentamente mediante la acción del sacerdote se ha pasado a una asamblea de fieles dirigida por su presidente. De instrumento de salvación y hasta de exorcismo se ha pasado a un encuentro populista horizontal susceptible de adaptaciones y continuos cambios autocéfalos y relativistas y adaptaciones más o menos festivas cuyo valor se basaría en el consenso de las masas, como si se tratara de un instrumento dirigido al público, que a pesar de todo va disminuyendo progresivamente.
De nada sirve proseguir por ese camino: esos son precisamente los frutos de esta subversión litúrgica que hablan a la mente y al corazon y no mienten. Por el contrario, es preciso aclarar las causas de ese paso de la hipocresía montiniana a la sinceridad bergogliana.
¿Qué es lo que ha cambiado? El clima general, que sin exagerar se ha trastornado. Montini creía que en pocos años nadie se acordaría ya de la Misa de siempre. Y Juan Pablo II, ante la evidencia de que no se podía matar al enemigo, se vio obligado –también a regañadientes– a conceder unindulto (como si la sagrada liturgia católica de siempre tuviera necesidad de algún perdón para seguir existiendo) que (nadie lo dice) era incluso más restrictivo que este último documento bergogliano, aunque sin el odio que caracteriza a éste último. Pero sobre todo ha sido el imparable éxito entre el pueblo –sobre todo entre los jóvenes– que ha tenido la Misa de siempre después del motu proprio de Benedicto la chispa que ha hecho saltar tanto odio.
La Misa nueva ha salido perdiendo ante la historia y ante la fuerza de los hechos. Las Iglesias se han vaciado, cada vez hay menos fieles; las órdenes religiosas –también, y tal vez, sobre todo, las más antiguas y gloriosas– van desapareciendo; monasterios y conventos están abandonados, habitados por religiosos ya muy avanzados en años, y se está a la espera de su muerte para clausurarlos; las vocaciones han quedado en nada; se ha reducido a la mitad el número de los que marcan la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta, a pesar de la obsesiva, pesada y patética publicidad solidaria con el Tercer Mundo; las vocaciones al sacerdocio son escasas, por todas partes se ve a párrocos a cargo de tres, cuatro y hasta cinco parroquias; las matemáticas del Concilio y de la Misa nueva son lo menos misericordioso que pueda haber.)
Pero la quiebra es ante todo cualitativa desde los puntos de vista teológico, espiritual y moral. También el clero que existe y resiste es en gran medida herético o tolera la herejía y el error en tanto que se muestra intolerante con la Tradición, no reconociendo valor objetivo alguno al Magisterio de la Iglesia (sino a lo que resulta agradable), y vive de la improvisación teológica y dogmática, así como litúrgica y pastoral, basándolo todo en un relativismo doctrinal y moral acompañado de una caterva de cháchara y lemas vacíos y desabridos; y eso sin hablar del devastador, por no decir monstruoso, estado moral de buena parte del clero.
Cierto es que hay algunos movimientos que remedian un poco la situación: pero lo hacen a base, una vez más, de relativismo doctrinal, litúrgico (guitarras, panderetas, diversión, participación) y moral (el único pecado es oponerse a los dictados de esta sociedad: actualmente consiste en oponerse a la vacuna; todo lo demás está más o menos permitido). ¿Y esos movimientos siguen siendo católicos? ¿En qué medida y cuál es su calidad? Si analizáramos con precisión teológica y doctrinal su fidelidad, ¿cuántos aprobarían el examen?
Enseña la Iglesia que lex orandi, lex credendi. Y ciertamente la Lex orandi de los diecinueve siglos anteriores al Concilio Vaticano II y a la reforma litúrgica montiniana han creado una suerte de fe, una fe diferente en los cincuenta años siguientes. Y un nuevo tipo de católico.
«Por sus frutos los conoceréis» (Mt.7,16), enseñó el Fundador de la Iglesia. Ni más ni menos. Los frutos del fracaso total del modernismo (o, si se prefiere, para los más atentos e inteligentes, el triunfo de los verdaderos fines del modernismo), del Concilio y del postconcilio. ¿Dónde naufragó la propia hermenéutica de la continuidad? Junto con la misericordina, ha desembocado en la hermenéutica del odio.
En cambio, la Misa de siempre es precisamente la antítesis de todo esto. Es rompedora en su propagación, a pesar de la perpetua hostilidad y censura de los obispos; es santificante en su perfección; es atrayente por ser expresión de la inmutabilidad eterna, de la Iglesia de siempre, la teología, la espiritualidad, la liturgia y la moral de siempre. Se la ama porque es divina, sagrada y ordenada jerárquicamente; no es humana, democrática ni liberal-igualitaria. Divina y humana a la vez, como su Fundador en el día de la Última Cena.
Y la aman sobre todo los jóvenes, tanto los laicos como los que sienten atraídos por el sacerdocio. Mientras que los seminarios del nuevo rito (la lex orandi de Bergolio) son antros de herejía, apostasía (y mejor no hablemos de otras cosas…), los seminarios del mundo de la Tradición están rebosantes de vocaciones, tantos masculinas como femeninas, en una continuidad imparable.
La explicación de esta innegable realidad se encuentra en la única Lex orandi de la Iglesia Católica. La que es querida por Dios, y aquella a la que ningún rebelde se puede sustraer.
Ahí está la raíz del odio. El consenso mundial y multigeneracional en cuanto al enemigo que estaba destinado a morir ante el fracaso de lo que tendría que haber aportado savia nueva pero se está secando y muriendo.
Porque falta la savia vital de la Gracia.
El odio a las muchachas arrodilladas tocadas con velo blanco y a las madres de varios hijos cubiertas de velo negro; a los hombres arrodillados en oración y recogimiento, quizás desgranando las cuentas de un rosario; a los sacerdotes con sotana y fieles a la doctrina y la espiritualidad de siempre; a las familias numerosas y serenas ante las dificultades de nuestra sociedad; odio a la fidelidad, la seriedad y la sed de sacralidad.
Es el odio a todo un mundo, cada vez más numeroso, que no ha caído –ni caerá– en la trampa humanista y mundialista del nuevo Pentecostés.
En el fondo, ese disparar a la desesperada no es otra cosa que un nuevo homicidio de Caín, envidioso de Abel. De hecho, en el rito nuevo se ofrece a Dios «el fruto de la tierra y del trabajo del hombre» (Caín); en cambio, en el de siempre «hanc immaculatam Hostiam» (el Cordero primogénito de Abel: Gén.4,2-4).
Caín vence siempre momentáneamente gracias a la violencia, pero luego sufre sin falta el castigo a su odio y su envidia. Abel muere brevemente, pero después vive por la eternidad en la sequela Christi.
¿Qué pasará ahora?
La pregunta es más interesante e inevitable de lo que parece, y lo es a varios niveles. No podemos conocer el futuro, pero sí podemos plantear por el momento algunos interrogantes.
¿Obedecerán todos los obispos?
No parece que vayan a hacerlo. Más allá de la gran mayoría, que lo harán de buena gana o porque participan del odio de su jefe (casi todos) o por temor a su futuro personal, pensamos que no serán pocos los que hagan frente a la ametralladora bergogliana, como se ve que está sucediendo ya en EE.UU. y Francia (no albergamos muchas esperanzas por los italianos, los más acobardados y acomodados, como siempre), bien porque en principio no sean hostiles, bien por amistad con algunas órdenes vinculadas a la Misa de siempre, bien quizá –¿es una esperanza infundada– por un arrebato de justo orgullo por la humillación –incluso grotesca– infligida por el documento de marras, que empieza afirmando que la concesión de permiso es competencia de ellos, y luego limita toda libertad de acción y sujeta a condiciones la más mínima posibilidad de elegir, ¡sino que cae en la flagrante contradicción de afirmar que en todo caso deben dirigirse a la Santa Sede!
¿Obedecerán en efecto ciegamente, o surgirán algunas arrugas que resquebrajen la estructura de odio?
¿Y qué pasará en el mundo tradicionalista?
Se va a armar una buena, como se diría familiarmente… Podría hasta haber golpes de efecto de proporciones históricas. Unos caerán, otros sobrevivirán, otros a lo mejor sacarán provecho (pero cuidado con las albóndigas envenenadas de los siervos del padre de la mentira). Confiemos en la Gracia divina para que los fieles no sólo sigan siendo fieles, sino que aumente su número.
Todo ello será confirmado ante todo por un aspecto que hasta ahora nadie ha señalado: el verdadero objetivo de esta guerra contra la sagrada liturgia católica que se arrastra desde hace varias décadas, y es además el verdadero objetivo de la creación ex nihilo (mejor dicho, diseñado en algún antro) del nuevo rito, es la disolución de la liturgia católica en sí, de toda forma de Santo Sacrificio, de la propia doctrina y la Iglesia misma en la amplia corriente mundialista de la religión universal, del Nuevo Orden Mundial. Conceptos como la Santísima Trinidad, la Cruz, el pecado original, el Bien y el mal entendidos en el sentido cristiano tradicional, la Encarnación, la Resurrección y por consiguiente la Redención, los privilegios marianos y la misma Madre de Dios Inmaculada Concepción, la Eucaristía y los Sacramentos, la moral cristiana con sus Diez Mandamientos y la doctrina del Magisterio universal (defensa de la vida, de la familia, de la recta sexualidad en todas sus formas, con todas las condenas consecuentes a la locura actual), son todas cosas que deben desaparecer en la religión universal monista futura.
Desde semejante perspectiva, la Misa de siempre es el primer elemento que debe desaparecer, por ser precisamente el baluarte inflexible de todo lo que se quiere hacer desaparecer, y por ser el principal obstáculo a toda forma de ecumenismo. Con el tiempo, ello supondrá inevitablemente una aproximación progresiva a liturgia sagrada de siempre por parte de las multitudes de fieles que todavía frecuentan el rito nuevo, quizás con sacerdotes que lo celebran con dignidad. Porque al fin y al cabo estos últimos se verán tarde o temprano en la encrucijada de decidir entre obedecer el mal y desobedecer para ser fieles al Bien. Tanto en la sociedad como en la Iglesia, al final la Revolución lo arrolla todo: a la larga se termina cayendo de un lado o de otro. Y eso tendrá como consecuencia que los buenos que ahora están confundidos terminen por buscar la Verdad y la Gracia.
O sea, la Misa de siempre.
Los que continúan sin plantearse estas cuestiones y siguen a esos obispos y párrocos, sepan que si quieren ser católicos de veras y beneficiarse verdaderamente del Cuerpo y la Sangre del Redentor… tienen los días contados. Muy pronto se van a ver obligados a tomar partido.
Hablemos ahora del problema central en esta situación: qué hacer ante una jerarquía que odia la Verdad, el Bien, la Belleza y la Tradición, y que combate la única Lex orandi verdadera para imponer otra que no agrada a Dios sino al príncipe de este mundo y a sus secuaces inspectores (en cierta forma, sus obispos)?
Es el problema fundamental de la obediencia, que también en el mundo de la Tradición se lleva a cabo muchas veces un juego sucio que con frecuencia no es fruto de una sincera búsqueda de lo mejor y de la verdad sino de guerras personales, que se han agravado con la brecha causada por el totalitarismo sanitario y el vacunismo.
La obediencia –y este es un error cuyas raíces más profundas están también en la Iglesia preconciliar– no es un fin. Es un medio de santificación. Por lo tanto, no es un valor absoluto, sino instrumental. Es un valor positivo cuando se ordena a Dios. En cambio, si se obedece a Satanás, a sus siervos, al error, a la apostasía, deja de ser un bien para convertirse en participación voluntaria en el mal.
Como la paz, ni más ni menos. La paz –diosa de la subversión actual– no es un fin, sino un instrumento del Bien y de la justicia cuando tiene por objeto crear una sociedad buena y justa. Si su finalidad es crear o promover una sociedad satánica, maligna, errada y subversiva, la supuesta paz se convierte en instrumento del Infierno.
No debemos agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones (1 Tes.2,4). ¡Exactamente! Por eso, quienes obedecen a los hombres sabiendo que facilita el mal y obstaculiza el Bien, sean quienes sean, la jerarquía eclesiástica incluida sin faltar el Papa, se hace en realidad cómplice del mal, la mentira y el error.
Quien obedece en esas circunstancias desobedece a Dios, porque «el siervo no es mejor que amo» (Mt.10,24). Judas también era parte del colegio apostólico.
De lo contrario se incurre en hipocresía. Como si –por poner un ejemplo– un católico tradicionalista autoerigido en juez y dispensador de la seriedad ajena criticase abiertamente al actual pontífice por Amoris laetitia o por este último documento pero luego, en lo que respecta a la sumisión ¡incluso obligatoria! al vacunismo en sí y a la aceptación del empleo de líneas celulares humanas obtenidas a partir de víctimas de abortos voluntarios declarase para defenderse de la justa y obvia indignación general que obedece todo lo que ha dicho el Soberano Pontífice sobre la cuestión.
La conditio sine qua non de toda seriedad no está tanto en el tono utilizado (éste también es un aspecto importante pero en modo alguno primordial, y desde luego no deja de ser subjetivo), sino sobre todo en la coherencia de doctrina, ideas e intelecto al Bien y a la Verdad en su integridad, en todo aspecto y circunstancia. Es preciso entender si quien dirige a la Iglesia hoy en día quiere ser siervo fiel de Dios o siervo fiel del príncipe de este mundo. En la primera hipótesis, se le debe obediencia, y la obediencia es un medio de santificación. En la secunda, hay que sacar conclusiones. Evidentemente dentro del respeto a las normas codificadas de la Iglesia, de los hijos de la Iglesia y con buena educación y tono sereno. En todo caso, siempre se debe tener en cuenta las consecuencias: la primera preocupación tiene que ser seguir y defender siempre la verdad, no el repugnante servilismo obsequioso y escrupuloso, fruto podrido de un mal entendido tridentinismo. Ni el Papa ni la jerarquía pueden utilizarse como referentes de la verdad cuando parece conveniente dependiendo de los fines personales.
Vivimos los tiempos más decisivos de la historia de la humanidad y de la Iglesia. Todos los autores que han ofrecido sus comentarios en los últimos días nos invitan a la oración y la esperanza. Nosotros también lo haremos como es natural, con plena certeza de que cuanto está pasando en estos días, y en general desde febrero de 2020, es señal inequívoca de que se acerca el tiempo en que Dios intervendrá para salvar a su Cuerpo Místico y a la humanidad, así como el orden que Él mismo ha dado a la creación y a la convivencia humana, según la medida, las formas y los momentos que Él disponga.
Recemos, esperemos, velemos y alistémonos en el bando bueno. El enemigo nos ayuda a tomar partido: de hecho, es siempre el mismo en todas partes.
https://adelantelafe.com/993257-2/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Y Lefebvre tenía razón…
Por Padre Ildefonso De Asís
23/07/2021
Visto lo sucedido hay que afirmarlo sin complejos: Monseñor Lefebvre tenía razón cuando hizo lo que hizo. Tras la promulgación del Motu Propio que ataca la Misa tradicional, y el efecto inmediato a todos los niveles en la estructura interna de la Iglesia, la Fraternidad sacerdotal san Pío X (fundada por Lefebvre) viene a ser como un baluarte seguro donde la liturgia católica queda amparada.
Lefebvre fue tildado de fanático, integrista, cismático, fundamentalista…etc; durante décadas solo pronunciar su nombre (sin apellido ofensivo) suponía ser considerado casi excomulgado por la misma Iglesia. Yo recuerdo muy bien una conversación que tuve, en el año 1991, con un jesuita, sobre un amigo que parecía querer ingresar en el seminario de Econe (de la FSSPX) y el respingo tremendo que dio al escuchar que era fundado por Lefebvre cuyo movimiento era calificado, por este jesuita (y cito textualmente) como “la mayor brutalidad”. La verdad esa escena me dejó impresionado y la recuerdo como se queda en la memoria una escena dura de película de terror. Escena significativa de la leyenda negra volcada sobre un obispo que durante su vida solo buscó restaurar todas las cosas en Cristo, y que durante su ministerio en África logró uno de los mayores crecimientos misioneros que se hayan realizado en la historia.
Pues bien: hagamos ahora memoria de la verdadera. En primer lugar Lefebvre nunca fue cismático ya que jamás quiso formar una jerarquía paralela a la oficial de la Iglesia. En todos sus seminarios y prioratos estaba ubicada, y bien visible, la fotografía enmarcada del Papa (Juan Pablo II y los posteriores) porque nunca afirmó que la sede romana estuviera vacante. De hecho, el movimiento sedevacantista nunca tuvo alianza ni aceptación alguna en Monseñor, y a día de hoy siguen le siguen dedicando tantos descalificativos como sus enemigos modernistas.
En segundo lugar, y no menos importante: Lefebvre no ordenó obispos por un acto de desobediencia sino movido por una situación de emergencia ante la terrible crisis existente -manifestada con contundencia en el lamentable acto de Asís encabezado por Juan Pablo II pocos meses antes-, para asegurar la continuidad de la Fraternidad tras su muerte (tres años después de esas consagraciones episcopales), por el bien de las almas. Gracias a Monseñor Lefebvre la FSSPX siguió adelante y, con cuatro obispos ordenados, cada año seguían y siguen ordenándose sacerdotes católicos al servicio de las almas y para Gloria de Dios. En el año 2009 el Papa Benedicto XVI levantó las penas de excomunión y tanto él como su sucesor Francisco declararon la validez de los sacramentos celebrados por los sacerdotes y obispos de la FSSPX.
Sí, Lefebvre tenía razón. Dado que por medios canónicos penales podría desaparecer la Misa tradicional de forma pública en la estructura eclesial dependiente de Roma, no obstante quedaría la FSSPX como garante de continuidad de la misma Misa tradicional. Realmente, respecto a la Misa, en la época de Lefebvre las cosas estaban aún peor que ahora, y tuvo la intuición de lo que iba a suceder, y por ello actuó de esa manera. Y es muy posible que en el futuro la historia le dé oficialmente la razón y su persona (y obra) quede plenamente rehabilitada en la Iglesia de forma oficial. El “maldecido” obispo: cismático, integrista y fundamentalista…..el fanático que dejó un poso de “brutalidad” al final podría ser manifestado como un gran mártir de la Verdad cuyo testimonio sirva de acicate y ejemplo para las generaciones futuras.
https://adelantelafe.com/y-lefebvre-tenia-razon/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Entrevista a monseñor Schneider dos días antes de Traditiones custodes: «Derogar Summorum pontificum sería un abuso de autoridad»
14 de julio de 2021 (LifeSiteNews) – En una nueva entrevista radiofónica, monseñor Athanasius Schneider ha comentado los rumores de que el motu proprio Summorum pontificum de Benedcito XVI, que dio luz verde a la Misa Tradicional, podría ser objeto de alteraciones que restringieran el uso de dicho rito. Para el prelado, semejante medida sería «un abuso de autoridad» e infligiría «un grave daño a la vida de la Iglesia». En ese caso, los sacerdotes «podrán continuar celebrando porque la Misa constituye el centro mismo de la Iglesia y los fieles tienen derecho a lo sagrado». Schneider cree igualmente que la Fraternidad San Pío X (FSSPX) «no está fuera de la Iglesia», se puede acudir a ella en busca de los Sacramentos y, en caso de que Roma insistiera en que los sacerdotes tradicionalistas celebrasen también el Novus Ordo, algunos de ellos podrían integrarse a la FSSPX.
En una entrevista por radio concedida a Joe McClane de Catholic Drive Time, monseñor Schneider, obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), habló en primer lugar de Summorum pontificum. Tal como hemos informado en LifesSiteNews, pululan rumores en el sentido de que el Papa estaría pensando en fijar límites al Rito Tradicional. El escritor católico Dr. Taylor Marshall opina que el Sumo Pontífice podría hacerlo insistiendo en que todos las sacerdotes tradicionalistas concelebrasen de vez en cuando con su obispo diocesano una Misa Novus Ordo. El blog tradicionalista católico Rorate Caeli ha informado que este próximo viernes podría promulgarse un documento que introdujera modificaciones en Summorum pontíficum. El diario francés Le Figaro ha informado a su vez que el documento ya habría sido firmado y estaría listo para publicarse.
A pregunta sobre esta posibilidad, monseñor Schneider declaró que «acarrearía un grave perjuicio a la Iglesia». Insistió en que «la liturgia tradicional es un tesoro de toda la Iglesia; no sólo de hoy, sino los siglos que nos precedieron»”.
«Es un tesoro de los santos; casi todos ellos se criaron con esa forma litúrgica» –añadió. Restringir el uso del Rito Tradicional sería »un abuso de autoridad»«.
Hablando de una hipotética situación en ese sentido, explicó que los sacerdotes “podrían seguir celebrando esa Misa, porque es la Misa de toda la Iglesia y los fieles tienen derecho a lo sagrado» A su juicio, los sacerdotes, y «sobre todo los jóvenes», no se verían «privados de un tesoro tan valioso de fe y de espiritualidad».
A la pregunta de si Roma puede obligar a los sacerdotes tradicionalistas a celebrar la Misa nueva, monseñor Schneider respondió que la Santa Sede tendría competencia para hacerlo, pero le parece que «contravendría la espiritualidad». Obligar a esos sacerdotes a celebrar la Misa nueva (Novus Ordo) –prosiguió– sería «una especie de vulneración espiritual de los derechos que les había conferido la Iglesia».
Muchos sacerdotes tradicionalistas fueron ordenados según el rito antiguo y se criaron en él, señaló. Schneider recordó a los oyentes que cuando un sacerdote es ordenado según un rito determinado –por ejemplo, un rito católico oriental– no se lo puede obligar a decir Misa en otro rito:
«La Iglesia no puede obligar a ningún ministro de un rito cualquiera a celebrar en otro (…) La Misa Novus Ordo y la Tradicional son, a decir verdad, muy diferentes. Son dos ritos, no dos formas diversas; es diferente, hay mucha diferencia. Por eso, creo que no se los debe obligar».
Respecto a la posibilidad de que se obligase a los sacerdotes tradicionalistas a celebrar la Misa Novus Ordo –en nombre de la unidad, dirían algunos–, y de que algunos de ellos –por ejemplo, de la Fraternidad San Pedro– se negaran a hacerlo, monseñor Schneider afirmó que no sabía a ciencia cierta qué haría la Santa Sede, pero reiteró que la concelebración con un rito no se ha exigido nunca como señal de unidad:
«La concelebración jamás se ha entendido en la Iglesia como una señal de unidad con el obispo o con el Papa», dijo.
Con estas palabras se refería a las Iglesias de rito oriental, cuyos sacerdotes, «cuando en siglos anteriores han entrado en comunión con Roma nunca se les pidió que concelebraran con el Santo Padre».
Monseñor Schneider explicó igualmente que la concelebración ha estado muy limitada en los últimos 1500 años y «la prohibía el Código de Derecho Canónico de antes». Los sacerdotes sólo podrían concelebrar en el momento de ordenarse, y lo hacían en ese momento con sus obispos. Imponerles la obligación de concelebrar, agregó, «chocará con toda la historia de la Iglesia. Sería un abuso de autoridad obligar a un sacerdote a concelebrar».
Desgraciadamente, si esos sacerdotes se negaran a concelebrar y fueran sancionados, no tendían posibilidad de recurrir, porque «no es posible apelar contra una decisión de la Santa Sede».
El entrevistador McClane preguntó a continuación por la Fraternidad San Pío X, reconociendo que «hay muchos mitos e ideas falsas entre el vulgo acerca de la FSSPX. Le pidió que hablara de la situación canónica de la Fraternidad, ya que Schneider participó en la visita ordenada por el Vaticano a la Fraternidad en 2015, reinando el papa Francisco, y gracias a eso tuvo oportunidad de conocer la situación con un detalle increíble. El propio locutor reconoció que durante muchísimo tiempo todo lo que había oído decir sobre la FSSPX era falso.
«La Fraternidad San Pío X –repuso Schneider– la fundó un santo varón: Marcel Lefebvre. Para mí, un verdadero hombre de Dios que hizo muchas cosas meritorias en un época tan difícil para la Iglesia como el Concilio y el postconcilio.»
Fundada hace cincuenta años con aprobación del obispo ordinario y de la Santa Sede, la FSSPX se acarreó problemas con la Santa Sede por criticar ciertas declaraciones del Concilio Vaticano II. Aparte eso, explicó Schneider, querían celebrar exclusivamente la Misa Tradicional. Cuando el Papa se negó a dar su aprobación para la consagración de los cuatro obispos propuestos, se abrió una brecha de desconfianza entre la Fraternidad y el Vaticano. Entonces, prosiguió Schneider, Lefebvre tuvo claro que la Santa Sede no aprobaría una futura FSSPX que hacía crítica constructiva de algunas declaraciones del Concilio».
La consagración en 1988 de cuatro obispos por la propia Fraternidad acarreó la excomunión de Lefebvre y de los cuatro prelados (y de Castro-Mayer, que había asistido a la consagración).
Con Benedicto XVI «se dieron dos pasos muy importantes para normalizar la situación», prosiguió Schneider. En 2007 «S.S. Benedicto promulgó Summorum pontificum, dando con ello libertad a los sacerdotes para celebrar la Misa Tradicional. En cierto modo restableció este rito en la Iglesia, lo cual había sido una de las principales exigencias de monseñor Lefebvre y la FSSPX.
Dos años más tarde, prosiguió monseñor Schneider, Benedicto levantó las excomuniones de los cuatro obispos, aunque todavía quedaron algunos problemas canónicos pendientes. Con el papa Francisco «se dieron otros dos pasos importantes», según el prelado de Kazajistán, al conceder el actual pontífice facultades a los sacerdotes de la FSSPX para confesar «en todo el mundo».
»Fue un gesto de gran generosidad –comentó Schneider–. No se puede afirmar que digamos que esos sacerdotes están fuera de la Iglesia o son cismáticos cuando el propio Papa les ha dado facultades ordinarias para confesar. Y luego autorizó a los obispos diocesanos para conceder facultades a los sacerdotes de la FSSPX para oficiar matrimonios.»
El prelado alemán explicó seguidamente que aparte estas dos últimas medidas, varios obispos de algunos países ya han otorgado facultades generales a los sacerdotes de la FSSPX para las bodas sus respectivas diócesis, y han dicho además a los fieles que asistan a dichos enlaces matrimoniales que es lícito asistir a dichas misas.
Monseñor Schneider también comentó: «Vemos, pues, que la situación está cada vez más cerca de una normalización canónica, y ello es bueno. Debemos alegrarnos de que esta situación se pueda resolver y la FSSPX pueda estar presente en la Iglesia y funcionar en beneficio de ella y con vistas a su renovación», para «mantener la tradición de la Fe en la liturgia y la vida espiritual, porque en esencia, en realidad, la FSSPX no hace otra cosa que creer, dar culto a Dios y vivir como lo ha hecho la Iglesia durante siglos, hasta el Concilio».
Concluyó Schneider: «Esperamos que obtenga pleno reconocimiento [la FSSPX], y que sea pronto. Sería bueno. Entonces la FSSPX sería otra realidad normal en la Iglesia. Ello es necesario para estos tiempos de crisis, tinieblas y confusión.» Para el prelado, es necesario que la Iglesia se enriquezca con comunidades como la Fraternidad, «sacerdotes y seglares que simplemente mantienen la Fe de siempre, la Misa de siempre. Eso hacen los sacerdotes y fieles de la FSSPX.»
El entrevistador le preguntó si es lícito asistir a capillas de la Fraternidad, y monseñor Schneider respondió que si no hay otra opción, «desde luego, porque están autorizados para confesar legítimamente (…) Hay autorización pontificia para acercarse al sacramento de la Confesión. Y sería absurdo no poder asistir a una Misa dicha por el sacerdote que les dio la absolución».
Agregó que «los Sacramentos y la Santa Misa tienen por objeto la salvación de las almas, el bien de ellas. Yo creo que cuando los católicos normales no lo tienen fácil para asistir a la Misa Tradicional y tienen una opción más próxima con la Fraternidad San Pío X, pueden asistir, y también conseguir buenos catecismos para sus hijos. Así pues, yo diría que como no están fuera de la Iglesia, a pesar de que haya algunos problemas canónicos pendientes de resolver, es lícito asistir a la Misas de la FSSPX.»
En cuanto a la posible derogación o restricción de Summorum pontificum, y a que se pidiese a los sacerdotes tradicionalistas que celebraran la Misa Novus Ordo, el locutor preguntó: «Si, Dios no lo quiera, llegara a suceder tal cosa, cómo afectaría a la FSSPX? ¿Se exigiría a sus sacerdotes que celebraran también el Novus Ordo? ¿Lo harían?»
A lo que monseñor Schneider contestó lo siguiente para concluir:
«No creo que se lo pidan [rezar la Misa Novus Ordo], y aunque se lo pidieran no lo harán, porque todavía no se han sometido plenamente a la Santa Sede. Así que no creo que los obliguen. Y en caso de que obliguen a sacerdotes de la Fraternidad San Pedro y otras órdenes a celebrar también la nueva Misa, habrá algunos que se pasen a la Fraternidad San Pío X, porque así tendrán más libertad para continuar la Tradición de la Iglesia. De todos modos, espero que no llegue a pasar. Recemos primero para que el Espíritu Santo ilumine al Papa a fin de que no fije límites al motu proprio de Benedicto y para que la Fraternidad San Pío X obtenga un reconocimiento más pleno por parte de la Iglesia.
Con respecto a las posibles restricciones a Summorum pontificum, una fuente vaticana de alto rango comunicó a LifeSiteNews que esa derogación o restricción de la Misa Tradicional se está haciendo sin consultar con los fieles afectados. Afirmó:
«Los rumores relativos a Summorum pontificum no sólo tienen que ver con el rito mismo, sino con el modo dictatorial de tomar las decisiones (no muy sinodal que digamos) sin tener en cuenta a los afectados, a los que trata como a niños chicos desobedientes obligados a hacer caso de sus padres, que supuestamente saben más, o como a soldados de un cuartel de corte prusiano adiestrados por un sargento testarudo que no atiende a razones.
»Es importante señalar que aun antes de la publicación del ucase, la manera tan imposible en que tienden a comportarse los ideólogos de Fratelli tutti. A otros se los difama tildándolos de rígidos con miras a hacer posibles medidas más rigurosas contra ellos que contravengan todos los principios de la fraternidad cristiana y la tan mentada misericordia.
»No dejan de reabrirse heridas y focos de tensión que contradicen el servicio del sucesor de San Pedro a la unidad de toda la Iglesia y su fidelidad a la verdad revelada.»
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Si estos callan, hablarán las piedras... Y las piedras están hablando. Calla la mayoría de los obispos, pero en Francia, el filósofo Michael Onfray, conocido por su ateísmo radical, ha arremetido contra Traditiones custodes porque, aunque no crea, reconoce el valor cultural de la Tradición en la historia de la sociedad. En España ha hecho lo propio el también ateo y liberal Gabriel Albiac, en el ABC del pasado lunes. Aunque ni uno otro aducen, como es natural, razones religiosas sino culturales, no por ello dejan de tener más razón que un santo, si bien se quedan cortísimos en sus apreciaciones al no mencionar el aspecto espiritual.
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Traición a la Tradición: Diane Montagna entrevista a Mons. Schneider sobre Traditionis custodes
Diane Montagna: Excelencia, la recién publicada carta apostólica en forma de motu proprio del pasado día 16 se llama Traditionis custodes (guardianes de la Tradición). ¿Cuál fue su primera impresión ante la elección de semejante título?
Monseñor Schneider: Mi primera impresión fue que me pareció la voz de un pastor que en vez de oler a oveja apaleaba enojado al rebaño.
¿Qué le parece en general el motu proprio y la carta a los obispos del mundo que lo acompaña explicando los motivos que lo han llevado a imponer restricciones a la Misa Tradicional?
En su exhortación apostólica programática Evangelii gaudium, el papa Francisco defiende «ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena» (nº165). Pero al leer el motu proprio y la carta adjunta da la sensación contraria: que en general el documento manifiesta intolerancia espiritual y hasta rigidez espiritual. El motu proprio y la carta transmiten un espíritu que condena y no da acogida. En el documento sobre la fraternidad humana suscrito en Abu Dabi el 4 de febrero de 2019, Francisco abraza la «diversidad de religiones», mientras que en el motu proprio rechaza de plano la diversidad de formas litúrgicas del Rito Romano.
Contrasta enormemente este motu proprio con el principio rector del pontificado francisquista, o sea, la inclusión y el amor preferencial por las minorías y las periferias en la vida de la Iglesia. En el motu proprio se descubre una postura increíblemente cerrada que contrasta con lo que dice el propio Francisco: «Sabemos que desde varios lados somos tentados para vivir en esta lógica del privilegio que nos aparta apartando, que nos excluye-excluyendo, que nos encierra encerrando los sueños y la vida de tantos hermanos nuestros» (homilía de vísperas, 31 de diciembre de 2016). Las normas que impone este nuevo motu proprio denigran el rito milenario de la lex orandi de la Iglesia de Roma encerrando al mismo tiempo los sueños y la vida de muchas familias católicas, sobre todo de los jóvenes y los sacerdotes, cuya vida espiritual y amor a Cristo y a la Iglesia han madurado y se han beneficiado en gran medida de la forma tradicional del Rito Romano.
El motu proprio establece un principio de extraña exclusividad litúrgica al afirmar que los libros litúrgicos de reciente promulgación son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano (art.1). Qué diferencia con estas palabras del mismo Francisco: «Es verdad, el Espíritu Santo suscita los diferentes carismas en la Iglesia; en apariencia, esto parece crear desorden, pero en realidad, bajo su guía, es una inmensa riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad» (homilía en la catedral católica del Espíritu Santo de Estambul el 29 de noviembre de 2014).
¿Qué es lo que más le preocupa del nuevo documento?
Como obispo, una de mis mayores preocupaciones es que, en vez de promover la unidad mediante la coexistencia de varias formas litúrgicas auténticas, el motu proprio crea dos clases en la sociedad de la Iglesia: católicos de primera y de segunda clase. La clase privilegiada de los que participan de la liturgia reformada, el Novus Ordo, y los católicos de segunda, que a partir de ahora estarán meramente tolerados, entre los que hay numerosas familias, niños, jóvenes y sacerdotes que en las últimas décadas se han criado en la liturgia tradicional y con gran provecho espiritual han vivido la realidad y el misterio de la Iglesia gracias a esta forma litúrgica que para las generaciones anteriores fue sagrada y formó a tantos santos y excelentes católicos a lo largo de la historia.
El motu proprio y la carta cometen una injusticia contra todos los católicos que participan de la liturgia tradicional, porque los acusa de crear división y rechazar el Concilio. Lo cierto es que una porción considerable de esos católicos no se mete en discusiones doctrinales sobre el Concilio, el Novus Ordo y otros problemas de política eclesial. Todo lo que quieren es dar culto a Dios con la liturgia con la que Él les ha llegado al corazón y ha transformado su vida. El argumento aducido por el motu proprio y la carta, que la liturgia tradicional crea división y es un peligro para la unidad de la Iglesia, queda refutado por la realidad. Es más, cualquier observador imparcial llegará a la conclusión de que el tono de desprecio a la liturgia tradicional que manifiestan dichos textos no es más que un pretexto y una estratagema, y que aquí hay gato encerrado.
¿Hasta qué punto le parece convincente la comparación que hace Francisco en su carta a los obispos entre las medidas que acaba de adoptar y las que dispuso San Pío V en 1570?
La época del Concilio Vaticano II y la llamada Iglesia conciliar se ha caracterizado por una apertura a la diversidad y la inclusión de espiritualidades y expresiones litúrgicas locales a la vez que se rechaza el principio de uniformidad de la práctica litúrgica de la Iglesia. A lo largo de la historia, la verdadera actitud pastoral ha sido de tolerancia y respeto a los diversos ritos siempre y cuando expresen la integridad de la Fe católica, y la dignidad y sacralidad de los ritos y lleven auténticos frutos espirituales en la vida de los fieles. En otros tiempos, la Iglesia de Roma reconocía la diversidad de expresiones en su lex orandi. En la constitución que promulgó la liturgia tridentina, Quo primum (1570), al aprobar todas las expresiones litúrgicas de la Iglesia de Roma que tenían más de dos siglos de antigüedad, las reconoció como igualmente dignas y legítimas expresiones de la lex orandi de la Iglesia Católica. En su bula, San Pío V declaró que en modo alguno rescindía otras expresiones litúrgicas de la Iglesia. La forma litúrgica de la Iglesia que tuvo vigencia hasta la reforma de Pablo VI no procede de Pío V; se había mantenido sustancialmente inalterada desde siglos antes de Trento. La primera edición impresa del Misal Romano data de 1470, es decir, un siglo antes del que publicó San Pío V. El rito de la Misa en ambos misales es prácticamente idéntico; las diferencias están más bien en elementos secundarios como el calendario, la cantidad de prefacios y más precisamente en las rúbricas.
El motu proprio que acaba de promulgar Francisco es también motivo de gran preocupación porque manifiesta una actitud discriminatoria contra un rito de la Iglesia Católica que tiene casi un millar de años de antigüedad. La Iglesia jamás ha rechazado lo que a lo largo de muchos siglos ha sido expresión de sacralidad, precisión doctrinal y riqueza espiritual, y ha sido elogiado por muchos papas y grandes teólogos (por ejemplo Santo Tomás de Aquino) y numerosos santos. Los pueblos de Europa Occidental y parte de la Oriental, del norte y el sur de Europa, América, África y Asia fueron evangelizados y se formaron doctrinal y espiritualmente con el rito romano tradicional; esos pueblos se sienten espiritual y litúrgicamente en su casa con ese rito. El papa Juan Pablo II dio muestras de sincero aprecio al rito tradicional de la Misa cuando dijo: «Tanto el Misal Romano, llamado de San Pío V, como varias liturgias orientales contienen hermosas oraciones en las que el sacerdote expresa el más profundo sentido dtes e humildad y reverencia a los sagrados misterios; revelan la sustancia misma de la liturgia» (Mensaje a los participantes en la asamblea plenaria de Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 21 de septiembre de 2001).
Sería contrario al espíritu de la Iglesia de siempre menospreciar este rito, tildarlo de divisivo y considerarlo peligroso para la unidad de la Iglesia y promulgar normas tendientes a hacerlo desaparecer con el tiempo. Las medidas contenidas en el motu proprio de Francisco tienen como fin arrancar sin piedad del alma y la vida de muchos católicos la liturgia tradicional, que de por sí es santa y constituye la patria espiritual de esos católicos. Gracias a este motu proprio, los católicos que actualmente se han formado y nutrido espiritualmente con la liturgia tradicional de la Santa Madre Iglesia dejarán de ver a la Iglesia como madre y verán en ella a una madrastra que se ajusta a la descripción que ha hecho Francisco: «Una mamá que critica, que habla mal de sus hijos no es madre. Creo que se dice matrigna [madrastra] en italiano… No es madre» (Encuentro del Santo Padre con los religiosos de Roma, 16 de mayo de 2015).
Esta carta apostólica del papa Francisco se ha publicado en la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de la Orden Carmelita (a la que perteneció Santa Teresita del Niño Jesús), que se dedica a rezar por los sacerdotes. ¿Qué les diría a los seminaristas diocesanos y a los sacerdotes jóvenes que estaban ilusionados con celebrar la Misa Tradicional, en vista de las nuevas medidas?
El cardenal Joseph Ratzinger habló de la limitación de los poderes del Papa en cuanto a la liturgia con esta iluminadora explicación: «El Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad tenga valor de ley. Es, por el contrario, guardián de la auténtica Tradición, y por tanto el primer garante de la obediencia. No puede hacer lo que le plazca, y puede por consiguiente enfrentarse a quienes quieran hacer lo primero que se les ocurra. Su gobierno no es arbitrario; es un gobierno de obediencia y fe. Por eso, en materia de teología, su misión es la de un jardinero, no la de un técnico que construye máquinas nuevas y tira las viejas. El rito, ese modo de celebrar y rezar que ha ido madurando en la fe y la vida de la Iglesia, es una síntesis de Tradición viva en que quien celebra con ese rito expresa la totalidad de su fe y oración, a la vez que la confraternización de distintas generaciones se convierte en una experiencia al rezar hermanados con quienes nos precedieron y quienes nos sucederán. Por eso, el rito es un aporte provechoso a la Iglesia, una forma viva de paradosis , la transmisión de la Tradición» (cf. Prólogo a The Organic Development of the Liturgy. The Principles of Liturgical Reform and Their Relation to the Twentieth-century Liturgical Movement Prior to the Second Vatican Council, de Dom Alcuin Reid, San Francisco 2004).
La Misa Tradicional es un tesoro que pertenece a toda la Iglesia, pues se celebra y es objeto de gran estima y amor para los sacerdotes y los santos desde hace al menos un millar de años. De hecho, el rito tradicional de la Misa fue prácticamente el mismo durante siglos antes de la publicación del Misal de S. Pío V en 1570. Un tesoro litúrgico casi milenario, válido y tenido en alta estima no es propiedad privada de un pontífice para que haga con él lo que le venga en gana. Por tanto, los seminaristas y sacerdotes jóvenes deben pedir que se les conceda el derecho a beneficiarse de este tesoro común de la Iglesia. Y en caso de se les niegue, pueden celebrar de todos modos clandestinamente. No sería un acto de desobediencia, sino de obediencia a la Santa Madre Iglesia, que nos ha dado ese tesoro litúrgico. Que el papa Francisco rechace tajantemente un rito casi milenario es algo efímero en comparación con el espíritu y la práctica constante de la Iglesia.
Excelencia, ¿qué impresión tiene de cómo se está poniendo en vigor Traditionis custodes?
En el espacio de unos pocos días, obispos diocesanos y hasta toda una conferencia episcopal han emprendido una eliminación sistemática de toda celebración de la Misa según el rito tradicional. Estos inquisidores de la liturgia han hecho gala de un clericalismo increíblemente rígido por el estilo del que describió Francisco cuando dijo: «Hay ese espíritu de clericalismo en la Iglesia, que se siente: los clérigos se sienten superiores, los clérigos se alejan de la gente, los clérigos dicen siempre: “Esto se hace así, así, así, y ¡vosotros iros!”» (Meditación diaria en la Santa Misa del 13 de diciembre de 2016).
El motu proprio antitradicionalista de Francisco tiene paralelos con las lamentables y en extremo rígidas decisiones litúrgicas de la Iglesia Ortodoxa Rusa con el patriarca Nikon de Moscú entre 1652 y 1666. Esto tuvo como consecuencia un largo cisma que se conoció como el los Viejos Creyentes, que conservaban la liturgia y costumbres de la Iglesia rusa anteriores a Nikon. Los Viejos Creyentes resistieron la adaptación de la espiritualidad rusa a formas contemporáneas tomadas de la ortodoxia griega, y fueron excomulgados junto con sus ritos en el sínodo de 1666-1667, creándose un cisma entre los Viejos Creyentes y quienes se adhirieron a la iglesia estatal en la condena del rito antiguo. Hoy en día la Iglesia Ortodoxa Rusa lamenta las drásticas medidas del patriarca Nikon, porque si esas medidas hubieran tenido una finalidad realmente pastoral y hubieran permitido el rito anterior, no habrían dado lugar a un cisma que se arrastra desde hace siglos y ha sido innecesariamente causa de crueles sufrimientos.
En nuestros tiempos presenciamos cada vez más celebraciones de la Santa Misa que se han convertido en púlpitos para promover la pecaminosa vida homosexual, las misas LGTB, nombre que ya de por sí es blasfemo. Son misas toleradas por la Santa Sede y por muchos obispos. Hace falta con urgencia un motu proprio con normas estrictas que ponga fin a esas misas LGBT, porque son un ultraje a la Divina Majestad, un escándalo para los fieles y una injusticia para los homosexuales activos, pues esas misas los reafirma en sus pecados, y corren por tanto peligro de eterna condenación.
Y sin embargo hay bastantes obispos, sobre todo en EE.UU. pero también en otros países, como Francia, que apoyan a los fieles de su diócesis que quieren la Misa Tradicional. ¿Qué diría a sus hermanos en el episcopado para animarlos? ¿Y cuál debe ser la actitud de los fieles hacia sus prelados, muchos de los cuales se han quedado atónitos al ver el documento?
Esos obispos han demostrado que su actitud es la de verdaderos apóstoles y pastores, ésos sí que huelen a oveja. A ésos y a muchos otros los animaría a no perder esa noble actitud pastoral. Que no se dejen influir por los elogios de los hombres ni por el respeto humano, sino que su motivación sea la gloria de Dios y el mayor provecho espiritual de las almas y su eterna salvación. Y a los fieles, que manifiesten gratitud, respeto filial y amor a esos pastores.
¿Qué efecto tendrá a su juicio el motu proprio?
En el fondo, el motu proprio que acaba de promulgar Francisco es una victoria pírrica y le saldrá el tiro por la culata. Un acto administrativo tan draconiano no podrá violentar la conciencia de las muchas familias católicas y el creciente número de jóvenes y sacerdotes –sobre todo sacerdotes jóvenes– que asisten a la Misa Tradicional. No servirá de nada decirles a esos fieles y sacerdotes que tienen que atenerse a las normas, porque tienen claro que la obligación de obedecer queda sin efecto cuando de lo que se trata es de poner fin a la liturgia tradicional, el gran tesoro litúrgico de la Iglesia de Roma.
Es indudable que con el tiempo irá formándose una red mundial de Misas catacumbales, como suele suceder en tiempos de catástrofe y de persecución. Es posible que lleguemos a conocer una época de misas tradicionales clandestinas como las que pintó con tanto efecto Aloysius O’Kelly en su cuadro Misa en Connemara (Irlanda) durante la época de prohibición del catolicismo . O quizás conozcamos una época parecida a la que describió San Basilio el Grande cuando los católicos tradicionales fueron perseguidos por un episcopado arriano y liberal en el siglo IV: «Los verdaderos creyentes callan mientras las lenguas blasfemas se menean con toda soltura; se pisotea lo sagrado; los mejores laicos huyen de las iglesias por ser escuelas de impiedad, y alzan las manos al cielo en el desierto suspirando y llorando implorando al Señor. Vosotros también tenéis noticia de lo que ha sucedido en nuestras ciudades, de cómo nuestros hijos y hasta nuestros ancianos salen afuera y hacen sus plegarias a la intemperie soportando con gran paciencia las inclemencias del tiempo mientras aguardan el auxilio del Señor» (Carta 92).
La admirable, armoniosa y bastante espontánea difusión e incesante aumento de la Misa Tradicional por todo el mundo, hasta en los países más remotos, es sin duda obra del Espíritu Santo, y un verdadero signo de nuestros tiempos. Esta forma de celebración litúrgica produce auténticos frutos espirituales, sobre todo en la vida de los jóvenes y los conversos al catolicismo, ya que lo que precisamente atrajo a éstos fue la fuerza que irradia de este tesoro de la Iglesia. Al papa Francisco y a los demás obispos que lleven a efecto su motu proprio les convendría imitar ardientemente el ejemplo de Gamaliel y preguntarse si no estarán rebelándose contra la obra de Dios: «Ahora os digo: Dejad a estos hombres, dejadlos; porque si esto es consejo u obra de hombres, se disolverá; pero, si viene de Dios, no podréis disolverlo, y quizá algún día os halléis con que habéis hecho la guerra a Dios» (Hch. 5, 38-39). Ojalá el papa Francisco lo piense mejor, con los ojos puestos en la eternidad, y tenga el valor y la humildad para revocar su nuevo motu proprio, recordando lo que él mismo dijo una vez: «n realidad, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni domesticarlo»” (Homilía en la catedral católica del Espíritu Santo, Estambul, el sábado 29 de noviembre de 2014).
De momento, muchas familias católicas, jóvenes y sacerdotes de todos los continentes lloran porque el Papa, su jefe espiritual, los ha privado del pasto espiritual de la Misa Tradicional, que tanto ha fortalecido su fe y su amor a Dios, la Santa Madre Iglesia y la Sede Apostólica. Es posible que por un tiempo vayan «llorando los que llevan y esparcen la semilla, pero vendrán alegres trayendo sus gavillas» (Sal.126,6).
Esas familias, jóvenes y sacerdotes podrían dirigir al Sumo Pontífice las siguientes palabras u otras por el estilo: «Os rogamos, Santidad, que nos restituyáis el valioso tesoro litúrgico de la Iglesia. No nos tratéis como a hijos de secunda clase. No violentéis nuestra conciencia obligándonos a aceptar un único y exclusivo rito. Recordad que siempre habéis proclamado ante todo el mundo la importancia de que haya variedad, acompañamiento pastoral y respeto a las conciencias. No hagáis caso a los representes del clericalismo rígido que os aconsejaron tomar una medida tan despiadada. Sed un verdadero padre de familia que “saca de su tesoro lo nuevo y lo añejo” (Mt.13,52). Si nos escucháis, seremos vuestros mejores intercesores ante Dios el Día del Juicio.»
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Andante con Motu
Los amantes de la música saben de qué se trata. Y los inexpertos, se lo figuran. Es un movimiento musical, con más agilidad que el andante (a secas); y algo menos que el allegro. Hace ya tanto tiempo que no estudiamos música, que las definiciones se me oscurecen.
El caso es que a los amantes de la misa tradicional (en su multitud de variantes), se le ha prohibido el allegro, el allegretto y cualquier explosión de velocidad que hayan podido tomar, especialmente en los últimos 13 años, justamente desde el Motu Proprio de Benedicto XVI. Frenazo en seco, parada cardíaca, electroencefalograma plano. A la vista de este nuevo Motu de Francisco I el de las Mercedes, se aconseja vivamente -o sea, se prohíbe-, cualquier celebración de “éstas” (pronunciado despectivamente, claro).
Muchos comentaristas de estos días, incluidos los que le trae al fresco la Misa Tradicional de Siempre, se han percatado de la injusticia malévola que lleva adosado el documento. Es como un papiro que se hubiera pasado antes por el veneno de un escorpión, o como esos mensajes de algunas películas de ficción, que llevan una tinta que se descompone en ácido mortal, en el momento que se comienza a leer. Y es que eso es precisamente el documento: un destilado de acidez. El Redactor no ha pasado por la Escuela diplomática vaticana, o se ha dejado llevar por un “santo rencor”, cuando se ha expresado de esta forma tan poco diplomática. Podría haber disimulado. Claro que el Redactor ha expresado bien lo que quería decir el Mentor, del que sí sabemos con seguridad que no ha pisado los pasillos diplomáticos, aunque sí haya pasado por la habitación del moribundo Fidel Castro.
Afortunadamente, como les decía yo a mis novicios recién llegados y con ansias de entrar en el “ámbito” de Fray Gerundio (nos seguimos reuniendo en su antigua celda), nosotros no tenemos que ser diplomáticos; aunque, al menos por ser monjes, sí debemos guardar algo de compostura y no ser tan amargos. De ahí que como siempre decía Fray Gerundio, debemos abordar incluso las cuestiones más delicadas y espinosas, con un sano humor que no permita que la desesperanza se instale en nuestros corazones. Por eso justamente, yo aconsejaría a todos los “afectados” por el Motu: que levanten sus cabezas y que tengan ánimo. Claro que aquí no nos van a tratar como a todos esos afectados por alguna cuestión, siempre apoyada por los medios gubernamentales. No podemos crear la Plataforma de Afectados por el Motu Custodes, porque nos sentimos sin Custodio. Nadie en la Iglesia va a dar un dólar por nosotros. Si fuéramos la Plataforma de Cristianos Gay Afectados por la Homofobia, un buen número de Congregaciones Vaticanas ya se habría puesto en contacto con nosotros.
Los afectados están custodiados realmente por Nuestro Señor y por la Virgen del Carmen, porque elegir este día para publicar el Motu “con efecto inmediato”, no va quedarse sin consecuencias. Para todas estas cosas, la Virgen María siempre ha sido muy especial. Y cargarse el latín de siempre, con la misa de siempre y el sentido de siempre de un plumazo, en un viernes estival, recién salidos del quirófano y con esa premura que no se ve en ningún otro documento, creo que no se quedará sin alguna consecuencia. Pero bueno, eso no es cosa nuestra. Dejémoslo a la Misericordia Divina (y a su Justicia).
El primer resultado ha sido, que muchos de los Obispos a los que se les “insta” a poner en práctica el dichoso documento ese-mismo fin de semana, se lo han tomado con calma y han dicho que hace mucho calor y que iremos despacito. Claro que siempre hay pelotilleros entre los cortesanos que han ido incluso más allá que el Jefe (si es que se puede ir mas allá), y han prohibido los manteles de lino, la cera de abeja virgen, las casullas de guitarra, las puntillas en punto de cruz, las gafas de sol polarizadas, la ropa comprada en Zara…y un montón de cosas más. Pero esos son más que despreciables. La Conferencia Episcopal de Costa Rica en pleno ha querido destacarse. Pobrecillos. La que les espera va a ser de espanto.
Pero insisto en que una gran parte de obispos, han dejado las cosas como están. Al fin y al cabo, los pobres católicos que preferían esta misa, no se merecen este odio a muerte, este calificativo brutal de que producen división en la Iglesia. Y se merecen una actitud paternal. No es tanto lo que quieren. Ni siquiera tienen que modificar los Mandamientos de la Ley de Dios, o la Moral católica, o la comunión a los divorciados, o la aceptación del nuevo marxismo hispanoamericano. No hace falta que las Autoridades toquen nada. Ni siquiera hay que poner una nota a pie de página en alguna encíclica. Sencillamente: se trata de que dejen en paz lo que ya se viene haciendo desde hace veinte siglos. Pero justamente ahí está la cuestión: Molesta lo de siempre, y con eso no se puede dialogar. Hay que acabar con ellos.
Creo que lo ha expresado muy bien el Secretario de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Argüello, aunque haya sido a propósito de una ley inicua que acaban de aprobar en España (o quizá se refiere también al Motu):
Por mucho que se reivindique el diálogo es imposible cuando se sustituye la razón por la emoción y el rostro por la tribu. Se fomenta el odio cuando se declara “delito de odio” cualquier discrepancia. No hay mejor manera de controlar el pensamiento que negando su existencia.
Es verdad. Por mucho que se reivindique el diálogo, el odio lo hace imposible. Y este Motu lleva mucha carga de odio. Quiere acabar con los que van a Misa Tradicional con un golpe de Ley. Pobres Legisladores. Creo que Su Santidad debería rectificar. Pero él sabrá. Mientras tanto, como nos prohíben el Allegro, porque ya se sabe que somos pepinillos en vinagre, nosotros seguiremos adelante en un jubiloso Andante con Motu. Y en gregoriano.
Fray Luco
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
LAPIDES CLAMABUNT (monseñor Viganò habla sobre Traditionis custodes)
Dico vobis quia si hii tacuerint, lapides clamabunt.
Lc. 19, 40
Traditionis custodes: con estas palabras principia el documento por el que Francisco deroga como un monarca absoluto el motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI. No pasa inadvertido el tono casi burlón de la pomposa cita de Lumen gentium: precisamente en el momento en que Bergoglio reconoce a los obispos como custodios de la Tradición, les pide que supriman la más elevada y sagrada expresión orante. Quien quiera buscar algún resquicio entre líneas, sepa que el borrador que se hizo llegar a la Congregación para la Doctrina de la Fe para revisión era muchísimo más riguroso que el texto final. Lo cual confirma, aunque no es necesario, que no han hecho falta presiones particulares por parte de los enemigos históricos de la liturgia tridentina –empezando por los eruditos de San Anselmo– para convencer a Su Santidad a fin de que intentara hacer lo que mejor se le da: demoler. Ubi solitudinem faciunt, pacem appellant [lo dejaron todo yermo, y lo llaman paz. –Tácito]
El modus operandi de Francisco.
Francisco ha desmentido una vez más la piadosa ilusión de la hermenéutica de la continuidad al afirmar que la coexistencia entre el Vetus y el Novus Ordo es imposible porque son expresiones respectivas de dos posturas doctrinales y eclesiológicas irreconciliables. Por un lado está la Misa de los Apóstoles, voz de la Iglesia de Cristo; por otro, la celebración eucarística montiniana, expresión de la Iglesia conciliar. Y eso que digo no es una acusación, por legítima que sea, de alguien que tiene reservas hacia el rito reformado y hacia el Concilio; es un reconocimiento, es más, una afirmación jactanciosa de una postura ideológica de parte del propio Francisco, cabecilla de la facción más extremista del progresismo. Su doble papel de papa y de liquidador de la Iglesia Católica le permite por una parte derruirla a golpe de decretos y actos de gobierno, y por otra servirse del prestigio que le confiere el cargo para instaurar y difundir la nueva religión sobre las ruinas de la vieja. Poco importa que la manera en que actúa contra Dios, contra la Iglesia y contra la grey del Señor choquen de modo estridente con sus llamadas a la parresía, al diálogo, a tender puentes en vez de levantar muros; la Iglesia de la misericordia y el hospital de campaña resultan ser huecos artificios retóricos cuando quienes tendrían que beneficiarse serían los católicos, y no los herejes y fornicarios. En realidad, todos sabemos bien que la indulgencia de Amoris laetitia para con los concubinarios y adúlteros notorios sería poco menos que inimaginable para con los rígidos, contra los que arremete Begoglio cada vez que se le presenta la oportunidad.
Después de años de pontificado, todos habíamos comprendido que las razones aducidas por Bergoglio para declinar el encuentro con un prelado, un político o un intelectual conservador no son válidas para el cardenal abusador de menores, el obispo hereje, el político abortista o el intelectual mundialista. Hay, en resumen, una diferencia como de la noche al día, a partir de la cual se puede captar la parcialidad y sectarismo de Francisco en beneficio de cualquier ideología, pensamiento, proyecto o expresión científica, artística o literaria que no sea católica. Todo lo que sea vagamente católico suscita al parecer en el inquilino de Santa Marta una aversión como poco desconcertante aunque sólo sea por el Solio en que se sienta. Muchos han señalado esta disociación, esta especie de bipolaridad de un pontífice que no se comporta como tal ni habla como tal. El problema es que no nos encontramos ante una inactividad del pontificado, como podría suceder en el caso de un papa enfermo o muy anciano; sino que es una acción constante, organizada y planificada en un sentido diametralmente opuesto a la esencia misma del Papado. Bergoglio es que no sólo se abstiene de condenar los errores actuales –¡nunca lo ha hecho!– recalcando enérgicamente la verdad católica; se ocupa activamente en divulgar esos errores, en promoverlos y darles cabida en todos los actos que se celebran en el Vaticano mientras manda callar a cuantos denuncian esos errores. No sólo no castiga a los prelados fornicarios, sino que los promociona y defiende con mentiras, al paso que destituye a los cardenales que no se apuntan al nuevo rumbo. No sólo se abstiene de condenar a los políticos abortistas que se autoproclaman católicos, sino que interviene para impedir que las conferencias episcopales se pronuncien a favor de condenarlos, contradiciendo con ello el camino sinodal que por otro lado le permite valerse de una minoría de progres extremistas para imponer su voluntad a la mayoría de los padres sinodales.
Una constante de dicha actitud, que se puede observar en su forma más descarada y arrogante en Traditionis custodes, es la doblez y la mentira. Una doblez de fachada, claro, que es contradicha a diario por tomas de posición nada prudentes a favor de un sector mucho más concreto, que en aras de la brevedad podríamos identificar con la izquierda ideológica, en realidad con su evolución más reciente en clave mundialista, ecologista, transhumana y LGBT. Hemos llegado a un punto en que hasta las personas sencillas y poco avezadas en cuestiones doctrinales han entendido que tenemos un papa que no es católico, al menos en el sentido estricto de la palabra. Esto plantea problemas serios de índole canónica que no nos toca resolver a nosotros pero que tarde o temprano tendremos que afrontar.
El extremismo ideológico
Otro elemento significativo de este pontificado , llevado a sus últimas consecuencias con Traditionis custodes, el el extremismo ideológico de Bergoglio. Un extremismo que es deplorado de palabra en lo que se refiere a otros pero que encuentra su expresión más violenta despiadada cuando es él mismo quien lo pone en práctica contra los sacerdotes y laicos vinculados al rito antiguo y fieles a la Santa Tradición. Y en tanto que con la Hermandad San Pío X se muestra dispuesto a hacer concesiones y tener relaciones de buena vecindad, no tiene la menor comprensión ni trato humano con los pobres sacerdotes y fieles que para mendigar que les dejen celebrar la Misa en latín se ven obligados a soportar mil humillaciones y chantajes. Este comportamiento no es casual; el movimiento fundado por monseñor Lefebvre goza de autonomía e independencia económica, y por eso no hay motivo para temer extorsiones ni supervisiones por parte de la Santa Sede. En cambio, los obispos y sacerdotes incardinados en las diócesis y órdenes religiosas saben que pende sobre ellos la espada de Damocles de la destitución, de la suspensión a divinis y la de la privación de los medios mismos de subsistencia.
La experiencia de la Misa Tridentina en la vida sacerdotal
Quien haya tenido oportunidad de seguir mis intervenciones y declaraciones conoce de sobra mi postura con relación al Concilio y al Novus Ordo; pero conoce también mi formación, mi currículum al servicio de la Santa Sede y mi relativamente reciente toma de conciencia de la apostasía y la crisis que atravesamos. Por ese motivo, reitero que comprendo la situación espiritual de quienes, precisamente por esta situación, no pueden adoptar una postura radical, como por ejemplo celebrar la Misa de San Pío V o asistir exclusivamente a ella, o no están todavía en condiciones de hacerlo. Muchos sacerdotes no descubren los tesoros de la venerable liturgia tridentina hasta el momento en que la celebran y se dejan empapar de ella, y no es raro que la curiosidad inicial por el rito extraordinario –fascinante desde luego por su fastuosidad– no tarde en sustituirse por la conciencia de la profundidad de las palabras, la claridad de doctrina y la insuperable espiritualidad que hace nacer y que nutre en las almas. Hay una armonía perfecta que no se puede expresar con palabras y que el fiel no alcanza a entender sino en parte pero que conmueven el corazón del sacerdote de un modo que sólo Dios puede hacerlo. Lo pueden confirmar mis hermanos en el sacerdocio que se han acercado al usus antiquor tras décadas de obediente celebración del Novus Ordo: se abre ante ellos un mundo, un universo que abarca el rezo del Breviario con las lecciones de Maitines y los comentarios de los Padres, las referencias a los textos de la Misa, el Martirologio a la hora de Prima… Son palabras sagradas no porque estén en latín; todo lo contrario: están expresadas en latín porque la lengua vulgar las envilecería, las profanaría, como señalaba sabiamente Dom Guéranguer. Son las palabras de la Esposa al divino Esposo, las palabras del alma que vive en íntima unión con Dios, el alma que se deja inhabitar de la Santísima Trinidad. Palabras esencialmente sacerdotales, en la más profunda acepción del término, que en el sacerdocio no sólo supone el poder para ofrecer el Sacrificio, sino de unirse en la oblación de sí mismo a la Víctima pura, santa e inmaculada. Nada que ver con la verborrea del rito reformado, que se empeña excesivamente en complacer la mentalidad secularizada para dirigirse a la Majestad de Dios y la corte celestial; que se preocupa tanto por hacerse comprensible que se ve obligado a no comunicar nada que no sea alguna obviedad trivial; que pone tanto cuidado en no ofender la susceptibilidad de los herejes que se permite callar la Verdad en el preciso instante en que el Señor Dios se hace presente sobre el altar; que tiene tanto temor de pedir a los fieles el más mínimo compromiso que banaliza el canto sagrado y toda expresión artística ligada al culto. El mero hecho de que en la redacción de ese rito hayan participado luteranos, modernistas y masones notorios bastaría para hacernos entender, si no la mala fe y el dolo, al menos la mentalidad horizontal privada sobrenaturalidad que impulsó a los autores de la llamada reforma litúrgica. Los cuales, por lo que hemos podido saber, no se distinguían por la santidad con que refulgían los autores sagrados de los textos del antiguo Misal Romano y de todo el corpus litúrgico.
¿Cuántos de vosotros, sacerdotes –y desde luego muchos laicos–, no os sentís conmovidos hasta las lágrimas al recitar los admirables versículos de la Secuencia de Pentecostés, al comprender que vuestra predilección por la liturgia tradicional no tenía nada que ver con una estéril complacencia estética, sino que se había transformado en una verdadera necesidad espiritual, tan irrenunciable como la respiración? ¿Cómo podéis, cómo podemos, explicar a quienes hoy nos quieren privar de este inestimable bien que aquel rito bendito os ha llevado a descubrir la verdadera naturaleza de vuestro sacerdocio, y que de él y nada más que de él podéis obtener las fuerzas y la nutrición para afrontar las exigencias de vuestro ministerio? ¿Cómo se puede hacer entender que la obligada vuelta al rito montiniano os supone un sacrificio imposible, porque en la batalla cotidiana contra el mundo, la carne y el Diablo ese rito os deja desarmados, postrados y sin fuerzas?
Es evidente que sólo quien no ha celebrado la Misa de San Pío V puede considerarla un molesto oropel de otros tiempos del cual se puede prescindir. También muchos sacerdotes jóvenes, habituados desde la adolescencia al Novus Ordo, han entendido que las dos formas del rito no tienen nada en común, y que una es tan superior a la otra que pone en evidencia los límites y aspectos criticablesº de la otra, hasta el punto que se les hace poco menos que penoso celebrarla. No es cuestión de nostalgia, de culto al pasado; hablamos de la vida del alma, de su crecimiento espiritual, de ascesis y de mística. Conceptos que nadie de los que entienden el sacerdocio como una profesión es capaz de comprender el dolor que experimenta un alma sacerdotal al ver las especies eucarísticas profanadas durante los grotescos ritos de la Comunión en tiempos de la farsa pandémica.
Una visión reductiva de la autorización de la Misa
Por eso, me resulta desagradable en extremo leer en Traditionis custodes que el motivo por el cual Francisco considera que el motu proprio Summorum Pontificum se promulgó hace catorce años fue el deseo de remediar el supuesto cisma de monseñor Lefebvre. Cierto es que algunos cálculos políticos pudieron haber tenido su peso, sobre todo en tiempos de Juan Pablo II, aunque entonces los fieles de la Hermandad San Pío X eran escasos en número; pero la petición de dar carta de ciudadanía a la Misa que durante dos milenios nutrió la santidad de los fieles e infundió la savia vital a la civilización cristiana no puede reducirse a un acto contingente.
Con su motu proprio, Benedicto devolvió a la Iglesia la Misa apostólica romana, declarando que en ningún momento había sido revocada. Indirectamente, admitió que cuando Pablo VI impuso de forma autoritaria su rito cometió un abuso al prohibir despiadamente la celebración de la liturgia tradicional. Y si bien en el mencionado documento pueden encontrarse elementos incongruentes, como por ejemplo la presencia simultánea de ambas formas del mismo rito, podemos considerar que sirvieron para permitir la difusión del extraordinario sin afectar al ordinario. En otros tiempos habría sido inconcebible permitir la celebración de una Misa entreverada de equívocos y omisiones, cuando la autoridad pontificia habría sido suficiente para restablecer el rito de antes. Pero hoy, con la pesada carga del Concilio y la mentalidad secularizada ampliamente difundida, la mera licitud de celebrar la Misa Tridentina se puede considerar un bien innegable; un bien que todos tienen a la vista por los abundantes frutos que produce en las parroquias donde se celebra. Y cuántos más frutos no produciría si Summorum Pontificum se hubiera aplicado en todos sus puntos con espíritu de verdadera comunión eclesial.
El presunto uso instrumental del Misal Romano
Francisco sabe muy bien que la encuesta a los obispos de todo el mundo no obtuvo resultados negativos, aunque las preguntas estaban formuladas de tal forma que estaba claro qué clase de respuestas esperaba. La consulta fue un pretexto para hacer creer a la gente que su decisión sería inevitable y fruto de una respuesta conjunta del episcopado. Todos sabemos que si Bergoglio quiere obtener un resultado determinado no vacila en recurrir a la fuerza, a mentiras y a efectuar golpes de mano: los últimos sínodos lo han demostrado más allá de toda duda razonable, con la exhortación postsinodal ya redactada antes de la primera votación del instrumentum laboris. Por eso, también en este caso el objetivo previsto de antemano era la abolición de la Misa Tridentina, y la profasis, o sea la excusa aparente, tenía que ser «el uso instrumental del Missale Romanum de 1962, que se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II» (ver aquí). Con toda franqueza, de ese uso instrumental se puede en todo caso acusar a la Hermandad San Pío X, que tiene todo el derecho de afirmar lo que cada uno de nosotros sabemos de sobra: que la Misa de San Pío V es incompatible con la doctrina y la eclesiología postconciliar. Pero el motu proprio no afecta a la Hermandad, que siempre celebra con el Misal de 1962 precisamente en virtud de ese derecho inalienable que Benedicto XVI reconoció y no creó de la nada en 2007.
El sacerdote diocesano que celebra la Misa en la iglesia a la que lo ha destinado su obispo, y que cada semana tiene que someterse a un riguroso interrogatorio por las acusaciones de fervientes católicos progresistas sólo porque ha tenido la osadía de rezar el Confíteor antes de dar de comulgar a los feligreses, sabe muy bien que no puede hablar mal del Novus Ordo ni del Concilio, porque desde la primera sílaba se vería obligado a comparecer ante la Curia y lo destinarían a una parroquia perdida de un pueblo allá por donde el diablo perdió el poncho. Ese silencio, con frecuencia doloroso y casi siempre entendido como más elocuente que muchas palabras, es el precio que debe pagar para poder celebrar la Santa Misa de siempre, para no privar a los fieles de las gracias que esa Misa derrama sobre la Iglesia y sobre el mundo. Y lo que es aún más absurdo: que mientras oímos como nos dicen impunemente que hay que abrogar la Misa Tridentina porque es incompatible con la eclesiología del Concilio, en cuanto nosotros decimos lo mismo –que la Misa montiniana es incompatible con la teología católica– somos de inmediato objeto de condena y utilizan nuestra afirmación como prueba ante el tribunal revolucionario de Santa Marta.
Me pregunto de qué enfermedad espiritual estarán aquejados los pastores en estas últimas décadas para que hayan dejado de ser unos padres amorosos y se hayan vuelto despiadados censores de sus sacerdotes, funcionarios que siempre están atentos y listos para abrogar todos los derechos en virtud de un chantaje que ni se molestan en disimular. Este clima de suspicacia no contribuye en modo alguno a la tranquilidad de muchos buenos sacerdotes, porque el bien que hacen está en todo momento bajo la lupa de funcionarios que consideran un peligro a los fieles ligados a la Tradición, como una presencia molesta que hay que tolerar en tanto que no se deje ver mucho. ¿Se puede concebir una Iglesia en la que se ponen sistemáticamente trabas al bien, y quien lo hace es visto con sospecha y sujeto con riendas? Comprendo muy bien el escándalo de tantos católicos, de fieles y de no pocos sacerdotes ante este pastor que «en vez de oler a oveja apalea enojado al rebaño» (ver aquí).
El equívoco de poder gozar de un derecho como si fuese una graciosa concesión lo encontramos también en la política, cuando el Estado autoriza los desplazamientos, las actividades escolares, la actividad económica y el trabajo con tal de que uno se someta a la inoculación de suero génico experimental. Así, del mismo modo que el rito extraordinario se permite a condición de aceptar el Concilio y la Misa reformada, también en el ámbito civil se permite ejercer sus derechos a los ciudadanos a condición de que acepten el discurso de la pandemia, la vacuna y los sistemas de rastreo. No tiene nada de extraño que en muchos casos sean los propios sacerdotes y obispos –y hasta el mismo Bergoglio– los que exijan que hay que estar vacunado para recibir la Comunión; la perfecta sincronización entre lo uno y lo otro es cuando menos inquietante.
Pero vamos a ver, ¿dónde está ese uso instrumental del Misal Romano? Más bien habría que hablar del uso instrumental del Misal de Pablo VI, que ese sí –parafraseando a Bergoglio– se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente, no sólo a la tradición litúrgica preconciliar sino a todos los concilios ecuménicos que precedieron al Vaticano II. Por otra parte, ¿acaso no es Francisco el que considera un peligro para el Concilio el mero hecho de que pueda celebrarse una Misa que repudia y condena todas las desviaciones doctrinales conciliares?
Otras incongruencias
¡Jamás se vio en la historia de la Iglesia que un concilio o una reforma litúrgica supusieran un punto de quiebre entre un antes y después! ¡Jamás en estos dos milenios trazaron los romanos pontífices deliberadamente una frontera ideológica entre la Iglesia que los había precedido y la que ellos gobernaban, borrando contradiciendo el magisterio de sus predecesores! Ese antes y ese después se han convertido en una obsesión, tanto para los que insinuaban con prudencia errores doctrinales mediante expresiones equívocas como para los que con la desfachatez de quien cree haber vencido promocionaban el Concilio como «el 1789 de la Iglesia», como un hecho profético y revolucionario. Antes del 7 de julio de 2007, un destacado ceremoniero pontificio respondió jactancioso: «¡No hay vuelta atrás!» Y sin embargo, ¡por lo visto con Francisco se puede volver atrás, ¡y de qué manera!, si hace falta para mantener el poder e impedir que se propague el bien! Siniestramente, se hace eco del ¡Nada será como antes! de la farsa pandémica.
La admisión por parte de Francisco de una supuesta división entre los fieles vinculados a la liturgia tridentina y los que, en buena parte por costumbre o por resignación, se han adaptado a la nueva liturgia reformada es muy reveladora: no se propone remediar esa división reconociendo plenos derechos a un rito objetivamente mejor en comparación con el montiniano, sino precisamente para impedir que se haga patente la superioridad ontológica de la Misa de San Pío V y ello suscite críticas al rito reformado y a la doctrina que expresa, lo prohíbe, lo tilda de divisorio, lo confina en una reserva india procurando limitar al máximo su difusión para que desaparezca definitivamente, en nombre de la cultura de cancelación de la que fue desgraciado anticipo la revolución conciliar. Al no poder tolerar que el Novus Ordo y el Concilio sean inexorablemente derrotados con el Vetus Ordo y el magisterio católico perenne, la única solución que se puede adoptar es borrar todo rastro de la Tradición, relegarla a la condición de refugio nostálgico de algún octogenario inflexible o un conventículo de excéntricos, o presentarlo a modo de pretexto como el manifiesto ideológico de una minoría fundamentalista. Por otra parte, construir una versión mediática coherente con el sistema, repetir hasta la saciedad para adoctrinar a las masas, son una constante no sólo en el ámbito eclesiástico sino en el político y civil, por lo que parece con desconcertante evidencia que la iglesia profunda y el estado profundo no son otra cosa que dos rieles paralelos que van en una misma dirección y tienen por destino final el Nuevo Orden Mundial, con su religión y su profeta.
Está claro que hay división, pero no por parte de los buenos católicos y los sacerdotes que siguen fieles a la doctrina de siempre, sino de los que han sustutido la ortodoxia por la herejía y el Santo Sacrificio por un banquete fraterno. Esta división no tiene nada de nuevo; se remonta a los años sesenta, cuando el espíritu del Concilio, la apertura al mundo y el diálogo interreligioso hicieron añicos dos mil años de catolicidad y revolucionaron todo el cuerpo de la Iglesia persiguiendo a los refractarios o poniéndoles obstáculos. Y sin embargo aquella división, que efectuaron llevando al interior de la Iglesia la confusión doctrinal y litúrgica, no parecía entonces tan lamentable. En cambio hoy, en plena apostasía, se considera paradójicamente causante de división a quien no pide la condena explícita del Concilio y el Novus Ordo, sino simplemente tolerancia para la Misa según el rito extraordinario en nombre del tan ensalzado pluralismo poliédrico.
Es significativo que también en el mundo civil la tutela de las minorías sólo es válida cuando es útil para demoler la sociedad tradicional y se hace caso omiso de ella a la hora de garantizar los legítimos derechos de los ciudadanos honrados. Se ha hecho patente que so pretexto de la protección de las minorías lo que se quería era debilitar la mayoría de buenos, mientras que ahora que la mayoría está integrada por corruptos, se puede aplastar sin piedad a la minoría de buenos. La historia reciente está llena de instructivos ejemplos de ello.
Naturaleza tiránica de los custodios de la Tradición
A mi juicio resulta desconcertante, no tanto este o aquel punto del motu proprio sino la índole tiránica general, acompañada de una sustancial falsedad de los argumentos aducidos para justificar las decisiones impuestas. Del mismo modo que escandaliza el abuso de poder por parte de una autoridad cuya razón de ser no es impedir o limitar las gracias que la Iglesia distribuye a sus miembros, sino promoverlas; no quitar gloria a la majestad divina con un rito que hace guiños a los protestantes, sino celebrarlo de un modo perfecto; no sembrar errores doctrinales y morales, sino condenarlos y erradicarlos, también en esto, el paralelo con lo que sucede en la esfera civil es evidente: los que nos gobiernan abusan de su autoridad lo mismo que nuestros obispos, imponiendo normas y límites que vulneran los principios más elementales del derecho. Es más, suele suceder en ambos frentes que quien está constituido en autoridad se valga de un simple reconocimiento de facto por parte de la base (ciudadanos y fieles) aun cuando la forma en que ha conquistado el poder infringe, si no la letra, al menos el espíritu de la ley. El caso de Italia, donde un gobierno no elegido legisla sobre la obligación de vacunarse y el pasaporte sanitario, vulnerando con ello la Constitución y los derechos naturales de los italianos, no me parece muy diferente de la situación en que se encuentra la Iglesia, con un pontífice que dimite y es sustituido por Jorge Mario Bergoglio, elegido –o al menos sostenido y apoyado– por la mafia de San Galo y un episcopado ultraprogresista. Salta a la vista que hay una profunda crisis de autoridad, civil y religiosa, en la que quien ejerce el poder lo utiliza contra aquellos a quienes debía proteger, y sobre todo en contra del fin por el que se constituye toda autoridad.
Analogía entre iglesia profunda y estado profundo
Creo que ha quedado claro que la sociedad civil y la Iglesia padecen el mismo cáncer que la primera sufrió con la Revolución Francesa y la segunda con el Concilio. En ambos casos, el pensamiento masónico es la base de la demolición sistemática de la institución y sustitución por un sucedáneo que mantiene la apariencia externa, la estructura jerárquica y la fuerza coercitiva, pero con fines diametralmente opuestos a los que deberían tener.
En este punto, los ciudadanos de un bando y los fieles del otro se encuentran en una situación en que tienen que desobedecer a la autoridad terrenal a fin de obedecer a la divina, que gobierna los estados y la Iglesia. Está claro que los reaccionarios (o sea, los que no aceptan la perversión de la autoridad y quieren ser fieles a la Iglesia de Cristo y a la Patria) constituyen un elemento disidente que no se puede tolerar en modo alguno y es preciso por tanto desacreditar, deslegitimizar, amenazar y privar de sus derechos en nombre de un bien público que ya no es el bien común, sino todo lo contrario. Hay que tildar de conspiracionistas, tradicionalistas, conspiranoicos o integristas a esos pocos supervivientes de un mundo que se quiere hacer desaparecer; son un peligro para el cumplimiento de nuestro plan mundial, precisamente en el momento más crucial de su implementación. Por eso reaccionan las autoridades de un modo casi indisimulado, descarado y violento: hay peligro de que cada vez sean más los que descubran las pruebas del fraude, formen una resistencia organizada y rompan el muro de silencio y de implacable censura impuesto por la corriente mayoritaria.
Podemos, pues, entender la violenta reacción de las autoridades y prepararnos para hacer una oposición firme y determinada, mientras seguimos haciendo uso de los derechos que se nos niegan de forma abusiva e ilícita. Cierto es que podremos encontrarnos con que tengamos que ejercitar esos derechos de forma incompleta si se nos niega la posibilidad de viajar por no tener pasaporte sanitario o si el obispo prohíbe celebrar la Misa de siempre en una iglesia de su diócesis; pero nuestra resistencia a los abusos de la autoridad podrá contar no obstante con las gracias que el Señor no dejará de concedernos, en particular la virtud de la fortaleza, indispensable en tiempos de tiranía.
La normalidad que asusta
Si en un frente podemos ver que la persecución de los disidentes está bien planeada y organizada, en el otro no podemos menos que reconocer la fragmentación del adversario. Bergoglio sabe muy bien que es preciso callar al movimiento de disidencia fomentando ante todo divisiones internas y separando a los sacerdotes de los fieles. Una fructífera colaboración fraternal entre el clero diocesano, religiosos e institutos de Ecclesia Dei es una posilidad que conviene atajar, porque daría a conocer el rito antiguo, además de ser una ayuda valiosísima en el ministerio. Pero significaría que la Misa Tridentina se volvería algo normal en la vida diaria de los fieles, lo cual sería intolerable para Francisco. Por ese motivo, los sacerdotes diocesanos son dejados a la merced de los ordinarios, mientras que los institutos Ecclesia Dei son puestos bajo la autoridad de la Congregación para los Religiosos, como triste preludio de un destino ya dispuesto. No olvidemos lo que les ha pasado a florecientes órdenes religiosas, culpables de contar con la bendición de numerosas vocaciones y que se han propagado gracias a la odiada liturgia tradicional y la fiel observancia de la regla. Por eso ciertas formas de insistencia en el aspecto ceremonial de la celebración corren el riesgo de legitimar la disposición de medidas de supervisión y restricción y le hace el juego a Bergoglio.
También en el mundo civil, precisamente al fomentar ciertos excesos por parte de los disidentes, quienes ostentan el poder los marginan y dan legitimidad a medidas represivas: por ejemplo, con los movimientos antivacunas, así como la facilidad con desacreditan las legítimas protestas de los ciudadanos, para lo cual resaltan la excentricidad y las incongruencias de unos pocos. Es facilísimo condenar a unos pocos exaltados que, exasperados, prenden fuego a un pabellón de vacunación mientras quitan visibilidad a millones de personas honradas que se manifiestan ordenadamente para que no las marquen con el pasaporte sanitario o las despidan del trabajo si no se vacunan.
No podemos estar aislados y desorganizados
Es igualmente importante para todos nosotros dar visibilidad a una propuesta coherente y coordinar sin falta la acción pública. La derogación de Summorum Pontificum nos lleva de vuelta a veinte años atrás. La infausta decisión bergogliana de abrogar el motu proprio del papa Benedicto está destinada a fracasar irremediablemente, porque afecta al alma misma de la Iglesia, de la que el Señor es Pontífice y Sumo Sacerdote. Y no es cierto que la totalidad del Episcopado –como estamos viendo con alivio– esté dispuesto a sufrir pasivamente formas de autoritarismo que no contribuyen nada a apaciguar los ánimos. En determinadas circunstancias, el Código de Derecho Canónico garantiza a los obispos la posibilidad de dispensar a sus fieles de leyes particulares y universales. En segundo lugar, el pueblo de Dios ha entendido bien el carácter subversivo de Traditionis custodes e instintivamente quiere saber qué es lo que causa semejante desaprobación por parte de los progresistas. No nos sorprendamos, pues, si en las iglesias en las que se celebra la Misa Tradicional nos encontramos con fieles procedentes de la vida parroquial ordinaria y hasta a personas que estaban alejadas de la Iglesia. Como ministros de Dios o como simple fieles, tendremos el deber de manifestar firmeza y serena resistencia ante semejantes abusos, padeciendo con actitud sobrenatural nuestro pequeño calvario de cada día mientras los nuevos sumos sacerdotes y los escribas del pueblo nos abofetean y nos acusan de fanáticos. La humildad, el ofrecimiento silencioso de las injusticias y el ejemplo de una vida coherente con el Credo que profesamos ameritarán el triunfo de la Misa católica y la conversión de numerosas almas. No olvidemos que por habérsenos dado mucho, mucho se nos pedirá.
Restitutio ad integrum
«¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Si pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? ¿O si pide un huevo, le dará un escorpión?» (Lc.11,11-12) Ahora podemos entender el sentido de estas palabras, observando con dolor y con el corazón desgarrado el cinismo de un padre que nos da las piedras de una liturgia sin alma, las serpientes de una doctrina corrompida y los escorpiones de una moral adulterada. Y llega al punto de dividir la grey del Señor entre los que aceptan el Novus Ordo y los quieren seguir fieles a la Misa de nuestros padres, exactamente como los gobernantes oponen entre sí a vacunados y no vacunados.
Cuando Nuestro Señor, sentado en un pollino entró en Jerusalén mientras la multitud extendía mantos a su paso, los fariseos le preguntaron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero el Señor les respondió: «Os digo, si estas gentes se callan, las piedras se pondrán a gritar» (Lc.19,39-40). Desde hace sesenta años gritan las piedras de nuestras iglesias, en las cuales se ha proscrito dos veces el Santo Sacrificio. Gritan los mármoles de los altares, las columnas de las basílicas y las bóvedas de las catedrales. Porque esas piedras, consagradas al culto del Dios verdadero, hoy están abandonadas y desiertas, o son profanadas en ritos nefandos, o transformadas en estacionamientos y supermercados, como consecuencia de ese Concilio que nos empeñamos en defender. Gritemos también nosotros, que somos piedras vivas del templo de Dios. Gritemos con confianza en el Señor para que devuelva la voz a sus discípulos, que hoy están mudos. Y para que se restituya el intolerable robo del que son culpables los propios administradores de la viña del Señor.
Más para restituir lo robado, es preciso que nos mostremos dignos de los tesoros que se nos han robado. Procuremos hacerlo con santidad de vida, dando ejemplo de virtud, con oración y haciendo vida de sacramentos. No olvidemos tampoco que hay centenares de buenos sacerdotes que todavía saben en qué consiste la sagrada unción con que han sido ordenados ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios. El Señor se digna descender sobre nuestros altares incluso cuando éstos se encuentran en sótanos y desvanes. Contrariis quibuslibet minime ostantibus [A pesar de los pesares].
+ Carlo Maria Viganò, arzobispo
28 de julio de 2021
Ss. Nazarii et Celsi Martyrum,
Victoris I Papae et Martyris ac
Innocentii I Papae et Confessoris
https://adelantelafe.com/lapides-cla...ones-custodes/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
«La liturgia no es un juguete de los papas; es patrimonio heredado de la Iglesia» Contundentes declaraciones sobre Traditionis custodes de monseñor Rob Mutsaerts
Por RORATE CÆLI
28/07/2021
https://1.bp.blogspot.com/--Ho61m5tY.../Musaerts2.jpg
Rob Mutsaerts, obispo auxiliar de Bolduque (Países Bajos) ha publicado esta contundente declaración en su blog. El Papa ha pedido parresía, y está recibiendo una buena dosis de todo el mundo.
Un malvado edicto del papa Francisco
Monseñor Rob Mutsaerts
Obispo auxiliar de Bolduque
El papa promueve la sinodalidad: todos tienen que poder hablar, y hay que escucharlos a todos. No se puede decir que sea así con el motu proprioTraditionis custodes que acaba de publicar, tiránico decreto que ordena el cese inmediato de la Misa Tradicional. Con ello, Francisco tacha con gruesas líneas el texto de Summorum Pontificum, el motu proprio por el que Benedicto concedió amplias libertades a la Misa de siempre.
Si Francisco se expresa de forma autoritaria sin consultar con nadie es señal de que está perdiendo autoridad. Ya había quedado claro cuando la Conferencia Episcopal Alemana hizo caso omiso de los consejos del Sumo Pontífice sobre la sinodalidad. Igualmente pasó en Estados Unidos cuando Francisco pidió a la conferencia de allí que no redactase un documento sobre la recepción digna de la Comunión. Pero ahora que hablamos de la Misa Tradicional, ¡el Papa debe de haber pensado que en este caso sería mejor dejarse de consejos y decretar una orden de ejecución!
El lenguaje que emplea recuerda mucho a una declaración de guerra. Desde Pablo VI, todos los papas han dejado resquicios para la Misa de siempre. Cuando se efectuaban cambios en ese sentido, se trataba siempre de revisiones mínimas, como los indultos de 1984 y 1989. Juan Pablo II creía firmemente que los obispos debían ser generosos con las autorizaciones para celebrar la Misa Tridentina. Y Benedicto abrió la puerta de par en par conSummorum Pontificum: «Lo que antes era sagrado sigue siendo sagrado». Francisco, en cambio, da un portazo con Traditionis custodes. La sensación es de traición, y es una bofetada en la cara a sus predecesores.
Por cierto, la Iglesia nunca ha abrogado ritos. Ni siquiera lo hizo en Trento. Francisco rompe de un plumazo con la Tradición. Su motu proprio contiene de forma concisa y tajante algunas propuestas y órdenes. Lo explica con más detalle en una declaración más extensa adjunta al documento. Declaración que contiene bastantes inexactitudes. Entre otras, afirma que después del Concilio Pablo VI hizo lo mismo que San Pío V después de Trento. Nada podía estar más lejos de la verdad. Recordemos que antes de Trento circulaban bastantes manuscritos y las liturgias locales proliferaban como hongos. Era un caos.
En Trento se quiso recuperar ritos, eliminar inexactitudes y verificar la ortodoxia de los ritos existentes. Aquel concilio no se ocupó de reescribir las rúbricas ni añadió nada: ni oraciones eucarísticas, ni leccionarios ni calendarios nuevos. De lo que se trató fue de garantizar una continuidad orgánica ininterrumpida. El Misal de 1570 remite al de 1474, y éste a su vez a otros hasta el siglo IV. A partir del siglo IV hubo continuidad. Después del siglo XV, hay cuatro siglos más de continuidad. De vez en cuando se introducían como mucho unas leves alteraciones; se añadía una festividad, una conmemoración o una rúbrica.
En el documento conciliar Sacrosanctum Concilium el Concilio pidió reformas litúrgicas. En su conjunto, es un documento conservador. Se conservaba el latín, y el canto gregoriano mantenía el lugar que legítimamente le corresponde en la liturgia. Pero lo que pasó después del Concilio no tiene nada que ver con los textos conciliares. El infame espíritu del Concilio no aparece en los documentos del Concilio. Apenas el 17% de las oraciones del Misal de Trento siguen intactas en el de Pablo VI. Difícilmente se puede hablar de continuidad o de desarrollo orgánico. Benedicto lo reconoció, y por eso hizo tantas concesiones a la Misa de siempre. Y hasta llegó a decir que no hacía falta que nadie le pidiera autorización («lo que antes era sagrado sigue siendo sagrado»).
Ahora el papa Francisco quiere hacer creer que su motu proprio es parte del desarrollo orgánico de la Iglesia, pero la realidad lo contradice totalmente. Al hacer poco menos que imposible la celebración de la Misa en latín, rompe de una vez con la tradición litúrgica milenaria de la Iglesia Católica Romana. La liturgia no es un juguete de los papas; es patrimonio heredado de la Iglesia. La Misa de siempre no es cuestión de nostalgia o de gusto. El Papa tiene que ser custodio de la Tradición; es un jardinero, no un inventor. El derecho canónico es algo más que la ley positiva; existen también el derecho natural y el derecho divino. Más aún, existe igualmente la Tradición, y no se la puede dejar de lado así como así.
Lo que ha hecho el papa Francisco no tiene nada que ver con la evangelización, y menos aún con la misericordia. Se trata más bien de ideología.
Vaya usted a cualquier parroquia donde se celebre la Misa de siempre y, ¿con qué se encuentra? Con personas que simplemente quieren ser católicas. No suelen meterse en disputas teológicas ni se oponen al Concilio (aunque sí a la manera en que se puso en práctica). Les encanta la Misa en latín por su sacralidad, su trascendencia, el carácter central que ocupa la salvación de las almas, y la dignidad de la liturgia. Se ven familias numerosas. El que llega se siente acogido. Y apenas se celebra en unos pocos lugares. ¿Qué interés tiene el Papa en quitarle eso a la gente? Repito lo que dije más arriba: es ideología: o se acepta el Concilio –incluida su puesta en práctica, con tantas aberraciones–, ¡o nada! Son un grupo relativamente pequeño de fieles (por cierto, un número que va en aumento, mientras el Novus Ordo está en decadencia) que se sienten a gusto con la liturgia tradicional, y hay que acabar con ellos. Eso es ideología y es maldad.
Si realmente se quiere evangelizar, si de verdad se quiere tener misericordia, apoyar a las familias, católicas, se honra la Misa Tradicional. A partir de la fecha de promulgación del motu proprio no se podrá celebrar la Misa de siempre en parroquias (¿dónde si no?); hay que pedir permiso al obispo, el cual es posible que sólo lo conceda para ciertos días; y en el caso de los sacerdotes que se ordenen más adelante y quieran celebrar la Misa de siempre, el obispo habrá de pedir orientación a Roma. ¿Se puede ser más dictador, menos pastor, más inmisericorde?
En el artículo 1 de su motu proprio, Francisco dice que el Novus Ordo (la Misa actual) es »la única expresión de la lex orandi del Rito Romano». O sea, que ya no distingue entre el rito ordinario (el de Pablo VI) y el extraordinario (la Misa Tridentina). Siempre se había dicho que ambos son expresión de la Lex orandi, no sólo el Novus Ordo. Una vez más, ¡la Misa de siempre nunca fue abolida! No veo que Bergoglio hable nunca de los numerosos abusos litúrgicos que se dan en infinidad de parroquias por todo el mundo. Todos es posible en las parroquias… menos la Misa Tridentina. Todas las armas entran en acción para erradicar la Misa de siempre.
¿Por qué? Por Dios, pero ¿por qué? ¿A qué viene esta obsesión de Francisco por borrar del mapa a ese pequeño grupo de tradicionalistas? El Papa debería ser el guardián de la Tradición, no su carcelero. Amoris laetitia se distinguía por su vaguedad, pero Traditionis custodes es una innegable declaración de guerra.
Sospecho que a Francisco le va a salir el tiro por la culata con este motu proprio. Será muy positivo para la Fraternidad San Pío X. Nunca habrían podido imaginar el favor tan grande que les iba a hacer el papa Francisco…
https://adelantelafe.com/la-liturgia...rob-mutsaerts/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Monseñor Viganò a los sacerdotes: Celebrar en el rito antiguo nunca es una desobediencia.
Maike Hickson
5 de agosto de 2021
(LifeSiteNews) — En respuesta a una pregunta de LifeSiteNews (ver texto completo más abajo), monseñor Carlo Maria Viganò insiste en que los sacerdotes tienen perfecto derecho a celebrar la Misa Tridentina, y añade que en ocasiones podrán seguir haciéndolo clandestinamente. Eso sí, lo propio de los santos sería –dice– expresar públicamente su desacuerdo y hasta desobedecer si su obispo les prohíbe seguir celebrando la Misa Tradicional. Al dar esta respuesta, el arzobispo Viganò se comporta como un pastor que trata de ayudar a sus sacerdotes y fieles en una situación muy difícil.
El pasado 2 de agosto monseñor Carlo Maria Viganò publicó un video y una declaración en respuesta al motu proprioTraditionis custodes promulgado por el papa Francisco el pasado 16 de julio con vistas a prohibir la Misa Tridentina o Misa en latín, tal como se ha celebrado durante siglos. En su respuesta, el prelado italiano señaló que este papa se muestra más como un pontífice anticatólico que se propone socavar la Fe en vez de fomentarla.
«Precisamente en el momento en que Bergoglio reconoce a los obispos como custodios de la Tradición, les pide que supriman la más elevada y sagrada expresión orante», escribe Viganò.
Deja claro que la Misa Tridentina es superior como rito al Novus Ordo, y afirma que dichos ritos representan dos iglesias diferentes entre sí, negando con ello la continuidad entre la Iglesia de antes y la de después del Concilio. «Francisco ha desmentido una vez más la piadosa ilusión de la hermenéutica de la continuidad al afirmar que la coexistencia entre el Vetus y el Novus Ordo es imposible porque son expresiones respectivas de dos posturas doctrinales y eclesiológicas irreconciliables», afirma el arzobispo italiano.
Esta respuesta podría ser de mucha utilidad para algunos sacerdotes de muchos países, sobre todo teniendo en cuenta la información recibida recientemente por LifeSiteNews de varias fuentes vaticanas. Como se verá en un informe que publicaremos próximamente, varios observadores y especialistas dan por sentado que dentro de poco el papa Francisco se servirá de una red de espionaje, y en particular del cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, a fin de presionar a los obispos de todo el mundo para que acaten el nuevo motu proprio. En vista de esta posibilidad, los sacerdotes y los fieles harían bien en pensarse bien qué hacer en esta situación.
Respuesta completa de monseñor Viganò:
5 de agosto de 2021
Festividad de N.S. de las Nieves
Estimada Maike:
En respuesta a su solicitud de aclaración le envío algunas consideraciones que espero le dejen más claro lo que pienso al respecto. Esta es la frase de referencia: «Como ministros de Dios o como simple fieles, tendremos el deber de manifestar firmeza y serena resistencia ante semejantes abusos, padeciendo con actitud sobrenatural nuestro pequeño calvario de cada día mientras los nuevos sumos sacerdotes y los escribas del pueblo nos abofetean y nos acusan de fanáticos. La humildad, el ofrecimiento silencioso de las injusticias y el ejemplo de una vida coherente con el Credo que profesamos ameritarán el triunfo de la Misa católica y la conversión de numerosas almas».
Me pregunta: «¿Qué harán los sacerdotes y los fieles cuando los obispos les impongan prohibiciones? ¿Dirán misas clandestinas, o romperán públicamente con sus prelados, desobedeciendo públicamente?» Para empezar, permítame que le diga que ningún sacerdote que siga celebrando la Misa de San Pío V comete el menor acto de desobediencia. Todo lo contrario: ejerce un derecho sancionado por Dios que ni el mismo Papa puede abrogar. Cualquiera que tenga potestad para celebrar el Santo Sacrificio tiene derecho a celebrar según el rito de siempre, como proclamó San Pío V en la constitución apostólica Quo primum al promulgar la liturgia tridentina. Lo reiteró el motu proprio Summorum Pontificum como algo indiscutible. Quien contravenga dicha disposición debe saber «que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo» (Quo primum).
Evidentemente, la reacción a toda limitación o prohibición de la Misa Tradicional debe tener en cuenta tanto los elementos objetivos como las diversas situaciones: si el ordinario de un sacerdote es enemigo acérrimo del rito de siempre y no vacila en suspenderlo a divinis por celebrar la Misa Tridentina, la desobediencia pública puede ser una manera de dar a conocer claramente que el Obispo ha cometido un abuso, y más si la noticia se divulga en los medios de difusión: los prelados tienen mucho miedo de lo que diga la prensa de ellos, y en algunos casos prefieren abstenerse de tomar medidas canónicas para no salir en el periódico. Por eso, los sacerdotes deberán estudiar qué será más eficaz, una confrontación franca y directa o una actuación discreta y clandestina. En mi opinión, la primera opción es la más directa y transparente, así como la que más se ajusta a la conducta de santos que debemos observar.
Está claro que también habrá ordinarios comprensivos que permitan a sus sacerdotes celebrar según el rito tridentino. Desde luego es importante sincerarse con el Obispo cuando se sabe que éste es un padre y no un funcionario. Desgraciadamente, sabemos que la mayoría de las veces es una cuestión de tolerancia y que casi nunca tratan de fomentar la vía de la Tradición. Ahora bien, en algunos casos, invitar al propio obispo a que él mismo celebre la Misa de San Pío V puede ser un modo de hacerle entender, tocando las fibras sensibles de su corazón y su alma sacerdotal, cuáles son los tesoros reservados a los ministros de Dios que tienen oportunidad de celebrar el Santo Sacrificio según el rito de los Apóstoles. Cuando sucede ese milagro, el Obispo se convierte en aliado de sus sacerdotes, porque además de los aspectos intelectual y racional que hacen preferible la Misa Tradicional, experimentará por él mismo su dimensión espiritual y sobrenatural y verá cómo influye en la vida de Gracia de quienes la celebran.
Espero haberle aclarado los detalles que no llegué a tratar en mi conferencia.
https://www.lifesitenews.com/blogs/a...onis-custodes/
https://www.marcotosatti.com/2021/08...-nunca-es-una-
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
La historia oculta de Traditionis custodes
Por THE REMNANT
10/10/2021
«Nada hay oculto que no haya de descubrirse, ni secreto que no haya de conocerse y salir a la luz» (Lc.8,17)
A veces, las cosas no son lo que parecen. Y en ocasiones hay dosrealidades: una, proclamada oficialmente por los que mandan, y otra que más tarde descubrimos que es la cierta.
Cuando el pasado 16 de julio de este año el papa Francisco promulgóTraditionis custodes imponiendo restricciones a la Misa de siempre, dijo que de acuerdo con los resultados de la reciente consulta de la Santa Sede a los obispos, las normas dictadas por sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI habían sido aprovechadas por algunos que asisten a la Misa Tradicional para sembrar división contra el Concilio.
Con relación al sondeo realizado a los obispos, la carta apostólica dice lo siguiente:
«A raíz de la iniciativa de mi venerado predecesor Benedicto XVI de invitar a los obispos a una evaluación de la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum, tres años después de su publicación, la Congregación para la Doctrina de la Fe llevó a cabo una amplia consulta a los obispos en 2020, cuyos resultados fueron considerados a la luz de la experiencia adquirida en estos años.»
Y añade:
«Ahora, en vista de los deseos expresados por el episcopado y habiendo escuchado el parecer de la Congregación para la Doctrina de la Fe, deseo, con esta Carta Apostólica, proseguir aún más en la búsqueda constante de la comunión eclesial. Por ello, he considerado oportuno establecer lo siguiente:
Seguidamente, procede a enumerar las nuevas restricciones a la Misa Tradicional.
Francisco acompañó el decreto de una carta a los obispos de todo el mundo. Empieza por señalar que, al igual que había hecho Benedicto XVI conSummorum Pontificum en 2007, el también quería explicar las razones que lo habían llevado a tomar esa decisión de poner restricciones a la Misa Tradicional.
La primera –dice– fueron los resultados del sondeo que la Congregación para la Doctrina de la Fe había enviado a los obispos de todo el mundo. Explica Francisco:
«Encargué a la Congregación para la Doctrina de la Fe que os enviara un cuestionario sobre la aplicación del Motu proprio Summorum Pontificum. Las respuestas recibidas revelaron una situación que me apena y preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Desgraciadamente, la intención pastoral de mis predecesores, que pretendían «hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo», ha sido a menudo gravemente ignorada. Una oportunidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para restaurar la unidad del cuerpo eclesial, respetando las diversas sensibilidades litúrgicas, ha sido aprovechada para aumentar las distancias, endurecer las diferencias y construir oposiciones que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndola al riesgo de la división.»
En base a dichos resultados, Francisco llega a la siguiente conclusión:
«Es para defender la unidad del Cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad concedida por mis predecesores. El uso distorsionado que se ha hecho de ella es contrario a las razones que les llevaron a conceder la libertad de celebrar la misa con el Missale Romanum de 1962.»
Más adelante, hace otra alusión a las respuestas al cuestionario:
«Respondiendo a vuestras peticiones, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores al presente Motu Proprio, y de considerar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano.»
Como vemos, para Francisco la consulta a los obispos fue fundamental para que tomara la decisión de imponer drásticas restricciones a la Misa Tradicional. Como él mismo dice, lo apenó y preocupó tanto que lo motivó a intervenir, y entonces dispuso que el decreto entrase en vigor inmediatamente.
Nada más publicarse Traditionis Custodes, se desató una ola de especulaciones en torno al sondeo, pero el Vaticano no ha publicado los resultados.
Habla el superior de la Congregación para la Doctrina de la Fe
Cuatro días más tarde, el pasado 20 de julio, el National Catholic Reporter y la revista América Magazine publicaron una entrevista de la agencia Catholic News Service a monseñor Agustin di Noia, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cual expresó su respaldo a la versión oficial de Francisco. Di Noia insistió en que la carta del Santo Padre a los obispos «acierta de lleno y sin pelos en lengua: el movimiento a favor de la Misa Tradicional ha secuestrado las iniciativas de Juan Pablo II y Benedicto XVI en provecho propio».
Surgen interrogantes
Ahora bien, ¿de verdad Traditionis Custodes refleja la verdadera situación? El sondeo en el cual dice el papa Francisco que basó su decisión, ¿fue una consulta honrada a los obispos de todo el mundo? ¿Podría considerarse honrada esa consulta si parte del contenido de Traditionis Custodes ya había sido propuesto en una reunión plenaria de Doctrina de la Fe a fines de 2020, la cual dio lugar a una consulta que tenía por objeto justificar las decisiones indicadas en el motu proprio? ¿Puede considerarse justa si ha salido a la luz que hubo un informe paralelo elaborado en la propia Congregación, y que fue terminado antes de que ésta recibiese las respuestas de todos los obispos? ¿Y puede considerarse justo que Traditionis Custodes no represente con precisión el minucioso informe principal que la cuarta sección de la Congregación –antigua Ecclesia Dei– preparó para el papa Francisco?
Pasemos revista a lo que acaba de salir a la luz con respecto a cada uno de estos interrogantes.
La sesión plenaria de 2020
Primera pregunta: ¿Es lógico pensar que Traditionis custodes fue fruto del sondeo a los obispos, cuando sabemos que a finales del año pasado se celebró una sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la que los cardenales sentaron las bases del motu propio promulgado el pasado 16 de julio?
En la tarde del 29 de enero del año pasado, se celebró una sesión plenaria para hablar de la cuarta sección de Doctrina de la Fe, antes conocida como Pontificia Comisión Ecclesia Dei, a la que el prefecto de la Congregación, cardenal Luis Ladaria SJ, no asistió por sentirse indispuesto.
Antes de proseguir, tengo que decir que muchos creen que monseñor Ladaria era reacio a publicar Traditionis Custodes. Se dice que es un hombre bueno, sumamente discreto, si bien a la hora de la verdad no llegaría a contrariar los deseos del Santo Padre.
En ausencia de monseñor Ladaria, la asamblea estuvo presidida por el secretario de la Congregación, arzobispo Giacomo Morandi. Algunos lectores recordarán que Morandi fue nombrado subsecretario de la Congregación en 2015, antes de que tres funcionarios de ésta fueran destituidos por el cardenal Müller. Cuando se expulsó a Müller en 2017 y se puso en su lugar a Ladaria, Morandi ascendió a secretario.
En la sesión plenaria del 29 de enero del año pasado también estuvieron presentes entre otros algunos miembros de la Congregación, como el Secretario de Estado Vaticano Pietro Parolin; el cardenal italiano Giusseppe Versaldi, prefecto de la Congregación para la Educación Católica; el cardenal Beniamino Stella, a la sazón prefecto de la Congregación para el Clero; los cardenales estadounidenses Sean Patrick O’Malley y Donald Wuerl; el arzobispo italiano Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización; el arzobispo maltés Charles Scicluna, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el cardenal francés Jean-Pierre Ricard y el arzobispo francés Roland Minnerath. El Papa no habría asistido a una reunión como ésta.
Según fuentes solventes, los cardenales Parolin, Ouellet y Versaldi encauzaron el debate según un rumbo determinado.
Para que se hagan una pequeña idea de lo que se habló, un cardenal que está considerado más un acólito que el jefe de una camarilla manifestó alarma ante el hecho de que 13.000 jóvenes se hubiesen inscrito para participar en la peregrinación de Chartres. Afirmó que hay que averiguar qué atrae a esos jóvenes a la Misa Tradicional, y explicó a los presentes que muchos de esos jóvenes tenían «problemas psicológicos y sociológicos». Dado que el cardenal de marras tiene estudios de derecho canónico y psicología, habría tenido más peso su afirmación sobre los problemas psicológicos y sociológicos, sobre todo para los obispos que no están familiarizados con la Misa Tradicional o no tienen relación con círculos tradicionalistas.
Otro cardenal afirmó que, por la escasa experiencia que tenía, sabía que «esos grupos no aceptan las novedades» y «participan sin concelebrar». Por consiguiente, la Congregación debería pedir una «señal concreta de comunión, de reconocer la validez de la Misa de Pablo VI», insistió, y añadió que la situación no podía continuar. Manifestó igualmente preocupación por que esos grupos atraigan a la juventud, y pidió medidas concretas que demuestren que no están fuera de la Iglesia.
Un arzobispo italiano dijo que la Congregación no debería reanudar las conversaciones con la SSPX, porque era un diálogo de sordos. Lamentó que el papa Francisco hubiera hecho concesiones a esa Fraternidad en el Año de la Misericordia y no hubiera recibido nada a cambio.
La reunión, que duró hora y media, concluyó con la siguiente afirmación: «La Tradición es la fe viva de los muertos; el tradicionalismo es la fe muerta de los vivos».
A pesar de la diversidad de observaciones presentadas en dicha sesión plenaria –que, repetimos, duró hora y media–, hubo una sola conclusión en las propuestas finales que se presentaron al Santo Padre. ¿Cuál? Estudiar detenidamente la posible transferencia de competencias de los institutos Ecclesia Dei y otros asuntos gestionados por la Cuarta Sección a otros dicasterios que se ocupen de cuestiones afines: la Congregación para el Culto Divino, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica y la Congregación para el Clero.
En el artículo 6 de Traditionis Custodes, Francisco establece las siguientes normas:
Artículo 6. Los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica establecidos por la Comisión Pontificia Ecclesia Dei pasan a ser competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Artículo 7. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, para los asuntos de su competencia, ejercerán la autoridad de la Santa Sede, vigilando la observancia de estas disposiciones.
Téngase en cuenta que el cuestionario se envió seis meses más tarde, en mayo de 2020. Se desconoce quién redactó las preguntas.
Por lo que se ve, la cosa ya se había puesto en marcha en la sesión plenaria de enero.
El informe paralelo
Pasemos a la segunda pregunta: ¿Se puede considerar honrado si ha salido a la luz que hubo un informe paralelo elaborado por el departamento de doctrina de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cual se terminó antes de que llegaran las respuestas de los obispos?
Fuentes confiables confirman que mientras se redactaba el informe principal los superiores de la Congregación encargaron un segundo informe con miras a verificar que el principal reflejaba el sentir de los obispos. Se dice que la Congregación tenía que ocuparse de que el informe principal no llegara a las conclusiones habituales, como por ejemplo que la Misa Tradicional es un elemento positivo en la vida de la Iglesia y cosas así. El segundo informe se presentó por tanto como una especie de segunda opinión para compensar al informe principal.
Conviene recordar que las respuestas llegarían por correo electrónico o normal, o bien a través de nunciaturas apostólicas.
Repasemos la cronología de los acontecimientos: la sesión plenaria antedicha tuvo lugar en enero de 2020. La encuesta se envió en mayo. Los prelados tenían de plazo hasta octubre para responder, pero como es habitual en Roma, las respuestas fueron llegando hasta enero de 2021, y todas fueron recibidas y estudiadas con vistas al informe principal.
Por lo que respecta al informe paralelo, es sabido que se dijo a funcionario encargado de redactarlo que tenía que llegar a unas conclusiones determinadas.
Lo que sí es seguro es que el informe paralelo, que por lo que sabemos se encargó hacia noviembre del año pasado, se entregó antes de Navidad. Ahora bien, en ese momento la Congregación para la Doctrina de la Fe seguía recibiendo y tramitando las respuestas al cuestionario, y continuó hasta enero de este año. Por tanto, el informe paralelo estaba decididamente incompleto, y probablemente también se hizo de modo superficial, teniendo en cuenta la rapidez con que se elaboró, la cantidad de textos a analizar y el hecho de que llegara en cuatro o cinco idiomas.
En definitiva, que se prepararon dos informes. ¿Se escogió como punto de partida de Traditionis Custodes el que más se ajustaba a un proyecto determinado? ¿O quizás los que estaban a cargo, viendo que lo que llegaba a la Congregación no reflejaba o justificaba lo que querían demostrar quienes promovían las restricciones, encargaron un segundo informe y lo terminaron en menos de un mes a fin de disponer de una especie de texto alternativo que presentar al Papa?
No se sabe si Francisco leyó el segundo informe, ni si llegó antes o después que el principal. Guardan el secreto bajo siete llaves.
Eso sí, lo que está trascendiendo, y nos ocuparemos de ello a continuación, es que Traditionis Custodes no recoge ni las premisas ni las conclusiones del detallado informe principal. Surge la pregunta: ¿es que recoge las premisas y conclusiones de otro informe? ¿O podría ser que no recogiera las de ninguno de los dos y lo hubieran preparado de otra forma?
El informe principal
Pasemos a la tercera pregunta: ¿se puede decir con justicia que Traditionis Custodes no representa fielmente el detallado informe principal que elaboró para el Papa la Congregación para la Doctrina de la Fe?
Antes mencioné una entrevista al secretario adjunto de la Congregación, el arzobispo Agustin di Noia, que se publicó el 20 de julio pasado, apenas cuatro días antes de la publicación de Traditionis Custodes.
Al insistir en que hablaba como teólogo y no como representante de la Congregación, monseñor Di Noia dio la impresión de distanciarse de la encuesta diciendo que desconocía los resultados. Restó también importancia a la consulta, afirmando: «Los motivos del Papa para abrogar las disposiciones anteriores en este sentido no se basan en los resultados del sondeo, pero son resultado del mismo». Está expresado de un modo bastante raro, teniendo en cuenta la explicación que dio el propio Francisco.
Como el artículo se presentó como resumen de correos electrónicos o conversaciones telefónicas, es posible que Di Noia no tuviese el informe en su escritorio mientras conversaba por teléfono o por correo electrónico. Pero como superior de Doctrina de la Fe, es imposible, inconcebible, que no tuviera como mínimo acceso al informe que esa misma congregación había redactado. No hace falta ser Einstein para darse cuenta.
¿Puede alguien decir «como soy teólogo, no conozco los resultados», cuando por ser uno de los superiores de Doctrina de la Fe, habría recibido el texto por adelantado y estado presente cuando se estudió el informe? El borrador del resumen lo vieron algunos miembros de la Congregación.
Dicho sea de paso, el artículo afirma que Francisco «probablemente consultó con el Papa Emérito o al menos le entregó una copia previa del documento». Me han dicho que el artículo que publiqué en The Remnant el pasado 1º de junio, seis semanas antes de la promulgación de Traditionis Custodes, que describía el contendido del primer y tercer borradores, se le había entregado a Benedicto XVI. Una fuente de confianza me dijo después que el Papa Emérito quedó estupefacto. Cuesta, por tanto, creer que se le hubiera consultado en serio.
¿Se entregó a Francisco el informe principal? Según algunas fuentes, durante una audiencia con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe , cardenal Ladaria, Francisco poco menos que le arrebató el borrador del informe afirmando que quería verlo porque estaba interesado en él. No se sabe si Francisco llegó a leer el informe principal.
Contenido del informe principal a la luz de la consulta
Hasta donde yo sé, el informe principal era muy detallado y se desglosó en varias secciones. Una parte era bastan analítica; presentaba un análisis por diócesis, por países, por regiones y por continentes, e incluía gráficos. Otra parte era un resumen que exponía toda la argumentación, hacía recomendaciones y mostraba tendencias. Y que yo sepa, una parte del informe contenía citas tomadas de las respuestas que habían llegado de las diversas diócesis. Esa compilación de citas se habría incluido para facilitar al Santo Padre una muestra equilibrada de lo que decían los obispos.
En junio indiqué que sólo un tercio de los obispos habían respondido a la encuesta. Se podría objetar que no era una mala muestra, dado que no cabía esperar que muchos países respondieran; por ejemplo, no lo harían aquellos donde se celebra por el rito bizantino u otro oriental.
En las zonas en que la Misa Tradicional está más extendida (por ejemplo Francia, EE.UU. y el Reino Unido) la situación es muy favorable. La Congregación para la Doctrina de la Fe recibió un 65 a 75% de respuestas de estos países, y de ese porcentaje, más del 50% eran favorables. Esto se habría reflejado en el informe principal.
En el informe final se recogería también que la Misa Tradicional da abundantes buenos frutos en esas zonas.
¿Qué conclusión habría sacado del informe una persona sensata? Que una mayoría razonable de obispos, con diferentes palabras y expresado de diversas formas, enviaría en esencia el siguiente mensaje: «Summorum Pontificum está bien. No hay que tocarlo». Desde luego, esto no lo habría dicho así el 80%. Pero más del 35% de los prelados habría respondido: «No hace falta cambiar nada, dejémoslo como está». Además, otro tanto porcentaje de obispos habría dicho: «En principio no hay que cambiar nada, pero yo recomendaría una o dos cosas, tal vez que los obispos intervengan más». Algunos de los propios obispos que dieron las respuestas más favorables hicieron comentarios y sugerencias así.
En conjunto, vemos que entre más del 60% y dos tercios de los mitrados habrían estado de acuerdo en seguir con el mismo rumbo, quizá con alguna modificación. En esencia, el mensaje era dejar tranquilo el Summorum Pontificum y seguir aplicándolo de forma prudente y sensata.
El informe principal hablaba de aspectos en que se podría mejorar, como por ejemplo dar más formación en los seminarios. Algunos obispos hablaron de la necesidad de más formación en el Rito Extraordinario, así como de una buena liturgia en general. Algunos habrían mencionado la necesidad de usar más el latín. Y por el contrario, observamos que en Traditionis Custodes se decreta todo lo contrario.
Hasta donde yo sé, lo que pasó en realidad fue que todo lo que era accesorio en el informe principal se presentó como un problema grave que se exageró más allá de toda proporción. Por ejemplo, la cuestión de la unidad. Por lo que decían los obispos, esa falta de unidad se daba por ambas partes, no sólo en los grupos tradicionalistas.
Algunos obispos, aunque ellos mismos no celebrasen la Misa Tradicional, dijeron alegrarse de los que fieles tuvieran adonde dirigirse. Que dejando de lado las manías que pudieran darse en los círculos tradicionalistas –así como, por no decir más, en otros ambientes–, esos grupos suelen estar integrados por matrimonios jóvenes con muchos niños. Rezan, contribuyen a las necesidades económicas de la parroquia y tienen una participación muy activa en la vida parroquial y diocesana. Están bien formados y aprecian la buena música. Comentarios muy positivos.
Una vez más, por lo que respecta a la formación en los seminarios, algunos obispos dijeron que les gustaría que el Rito Extraordinario tuviera más presencia en los seminarios y entre los sacerdotes jóvenes, pero que no pueden hacer más porque los sacerdotes de más edad, sobre todo los que vivieron la transición del preconcilio al postconcilio, desatarían el caos en la diócesis. Los sacerdotes mayores verían algo en lo que habían tenido mucha participación y que se les presentaba como una victoria arrebatado por los sacerdotes más jóvenes con el apoyo del obispo, que apoyaría más la tradición que al objeto mismo de la victoria. Estas respuestas, aun siendo un pequeño porcentaje, no se limitan a ubicaciones concretas.
No deja de ser interesante que algunos obispos asiáticos dijeran que el latín es problemático porque procede de otra zona geográfica, lo cual es muy comprensible. Dijeron a la Congregación para la Doctrina de la Fe: «Nos gustaría que Roma mandase a alguien que pudiera enseñar a nuestros sacerdotes a celebrar por el Rito Extraordinario. En nuestros seminario no podemos porque nuestros sacerdotes no saben latín ni saben celebrarlo. Nos gustaría mucho poderlo celebrar, porque fomenta la oración y la devoción». Pero todo eso se hizo humo y no se mencionó en Traditionis Custodes.
Es evidente que algunos obispos enviaron comentarios negativos, pero fuentes confiables aseguran que ni las respuestas ni el informe principal eran en general negativos.
Me dicen que lo verdaderamente trágico es la situación en Italia. En muchas diócesis alejadas de ciudades como Roma, Milán, Nápoles, Génova y tal vez algunas más Summorum Pontificum no se ha llegado a poner en práctica, o si acaso muy poco. Y sin embargo, muchos obispos que no saben cómo se ha puesto en práctica Summorum Pontificum dieron respuestas ideológicas como (lo digo parafraseando): «Esto no puede ser. No refleja el Concilio».
Hay incluso motivos para creer que a algunos obispos italianos se les dijo lo que tenían que responder. En ese país hay cerca de 200 prelados que representan posturas muy variadas. Proceden de lugares, seminarios y universidades muy diversos, y su formación sacerdotal ha variado igualmente mucho. Sin embargo, muchos respondieron con la misma frase exacta:Tornare al regime precedente di Summorum Pontificum, volver a lo de antes de Summorum Pontificum. Es bastante raro que obispos que no tienen verdadera experiencia en su diócesis del Rito Extraordinario digan lo mismo.
No sólo eso; en el artículo que mencioné al principio, el arzobispo Di Noia dijo: «Eso que se ha descontrolado y convertido en un movimiento, sobre todo en EE.UU., Francia e Inglaterra» (en realidad, en esos países la Misa Tradicional no está descontrolada, sino simplemente más extendida). Pero como Traditionis Custodes proporciona los medios para dominar esa situación descontrolada, según Di Noia, cabría pensar que los prelados de esos países se habrían apresurado a aplicarlo con la más rigurosa de las interpretaciones. Es de suponer que habrían aprovechado que era de aplicación inmediata, pero eso no ha sucedido; entonces, ¿dónde está el descontrol?
Ello se ha reflejado en la reacción de los obispos después de la promulgación del motu proprio. La reacción inmediata de muchos ha sido decretar que todo siga tal como está mientras se estudia, debate, etc. En aquellos lugares en que los obispos ya se oponían al Rito Extraordinario, decidieron ser más papistas que el Papa y prohibirlo. Pero la mayoría han dicho que van a garantizar la atención pastoral de los fieles de la Misa Tradicional, lo cual concuerda con lo que respondieron los prelados a la encuesta. Es más, cuando se promulgaron esos decretos, reflejaban la manera en que se habían expresado los obispos.
Como ya habrá comprendido el lector, lo fundamental es que las premisas y las conclusiones de Traditionis Custodes no coinciden con lo que recomendaba o revelaba el informe principal. Una fuente dijo: «Lo que realmente les interesaba era acabar con la Misa de siempre, porque la odian».
Como dije, hasta donde yo sé, una parte del informe contenía extractos de las respuestas que llegaron de las diversas diócesis. Estas tenían por objeto facilitar al Santo Padre una muestra representativa de respuestas, y se desgajaban en varias categorías, como «evaluaciones negativas sobre la actitud de algunos fieles», «el aislamiento de la comunidad», una sección muy breve titulada «falta de interés del Rito Extraordinario para los fieles»; «necesidad y relevancia pastoral del Rito Extraordinario», «los que gustan del Rito Extraordinario»; una larga sección de citas sobre la importancia del Rito Extraordinario para la unidad de la Iglesia; «importancia litúrgica, teológica y catequética del Rito Tradicional; «importancia histórica del rito tradicional»; «influencia de los ritos extraordinario y ordinario»; «influencia del Rito Extraordinario en los seminarios y centros de formación»; y una larga sección final de propuestas de cara al futuro. De las citas incluidas se desprende que en las respuestas no doraron la píldora. Examinemos una breve selección de algunas tomadas de las diversas categorías.
Valoraciones negativas de la actitud de algunos fieles
En un sentido negativo, el Rito Extraordinario puede fomentar una actitud de superioridad entre los fieles, pero a medida que se ha ido extendiendo ese rito esa actitud ha ido disminuyendo (un obispo de Inglaterra, respuesta a la tercera pregunta).
No veo ningún aspecto negativo en el Rito Extraordinario en sí. Cuando hay actitudes negativas, son cosa de algunos que tienen opiniones muy marcadas en un sentido u otro con relación a esta forma de celebrar. Cuando obedece a razones ideológicas y no al interés en el bien pastoral de la Iglesia, se produce conflicto y división. Repito: es algo extrínseco al uso del Rito Extraordinario (un obispo de EE.UU., en respuesta a la tercera pregunta).
Algunos fieles tienden a entender el Rito Extraordinario como la única Misa verdadera, pero yo creo que eso se debe a que a esas personas las han marginado o considerado raras. Si se intentara regularizarlo lo más posible, esas ovejas se sentirían guiadas, serían muy fieles (un obispo de Inglaterra respondiendo a la tercera pregunta).
En sí, todos los aspectos del Rito Extraordinario son positivos: es un gran regalo para todos poder conocerlo y asistir a su celebración. Los aspectos negativos sólo se dan en la medida en que quienes celebran o asisten son personas desequilibradas o ideologizadas (un obispo de Italia en respuesta a la tercera pregunta).
La división y la discordia no tienen su raíz en el uso del Rito Extraordinario, sino en la percepción de quienes asisten. Se atribuyen a los fieles motivaciones y tendencias que no existen en modo alguno (un obispo de Estados Unidos en respuesta a la tercera pregunta).
Falta de interés en el Rito Extraordinario por parte de los fieles
En ocasiones el rito no se ha usado para el bien de las almas sino para atender a los gustos personales del presbítero (un obispo de Italia en respuesta a la cuarta pregunta).
Necesidad y conveniencia pastoral del Rito Extraordinario
La oferta actual de misas y celebraciones según el Rito Antiguo satisface las necesidades pastorales de los fieles. Algunos conflictos que surgieron al principio con la Misa Tradicional se han resuelto en los últimos años (informe conjunto de la Conferencia Episcopal Alemana en respuesta a la primera pregunta).
El Rito Extraordinario proporciona a los fieles un contexto para cultivar la santidad mediante la celebración eucarística que profundiza su relación con Cristo y con el prójimo de un modo acorde con su sensibilidad. Lo mismo se podría decir de quienes crecen espiritual y eclesiásticamente con una formas más contemporáneas de celebrar (un obispo de EE.UU. en respuesta a la tercera pregunta).
La atracción que ejerce el Rito Tradicional es a la vez una reacción a una forma que deja que desear en la celebración del Rito Ordinario y un deseo concreto de la liturgia latina (un obispo de EE.UU. en respuesta a la novena pregunta).
Los que se sienten atraídos por el Rito Extraordinario
Este movimiento atrae a muchas familias jóvenes que se sienten a gusto con esta liturgia y con las actividades centradas en ella. A mí me parece que la diversidad es buena para la Iglesia, y el cada vez menor número de asistentes no debería generar una uniformidad de fines sí o sí. Este rito nutre espiritualmente a muchos. Hay un sentido de lo sagrado que resulta agradable y orienta hacia Dios (un obispo de Francia en respuesta a la tercera pregunta).
Las misas tradicionales de nuestra diócesis atraen a bastantes familias devotas. Algunos de los padres enseñan a sus hijos en casa, y otros los matriculan a colegios católicos. Esas familias aceptan muchos de los principios que promueve el Concilio, entre ellos la importancia de cultivar la iglesia doméstica y la llamada universal a la santidad (un obispo de EE.UU. respondiendo a la tercera pregunta).
Una buena cantidad de jóvenes fervorosos consideran que el Rito Extraordinario –no de forma exclusiva– los nutre. Que se celebre sin problemas el rito permite que algunos jóvenes (lo cual además es propio de su generación) se sientan llamados al sacerdocio y confían en su diócesis (un obispo francés en respuesta a la octava pregunta).
Importancia del Rito Extraordinario para la paz y unidad de la Iglesia
Con la prudente dirección del ordinario, el Rito Extraordinario hace posible que muchos católicos puedan rezar conforme a sus deseos y terminado con los conflictos de antes. No causa problemas y debe continuar tal como está (un obispo de Inglaterra respondiendo a la novena pregunta).
El aspecto más positivo del Rito Extraordinario es que ya no hay camarillas que exijan la Misa Tradicional. El misterio eucarístico se ha liberado de una división ideológica que hacía mucho daño. Esto ha ayudado mucho a entender la unidad de la Iglesia, que se centra en la Eucaristía (un obispo de Francia, en respuesta a la tercera pregunta).
Creo que sería sumamente beneficioso para toda la Iglesia que la Santa Sede siguiera apoyando a los fieles católicos que siguen el Rito Extraordinario. Aun en general, promover auténticas diferencias de pensamiento y expresión es provechoso para la Iglesia universal. Viene muy bien que en la Congregación para la Doctrina de la Fe haya un departamento especializado en él para cuando haga falta añadir o aclarar algo. De conformidad con la normativa universal, nuestra archidiócesis ha entablado diálogo con dirigentes nacionales y locales de la FSSPX. Yo diría que este avance ha sido posible gracias a Summorum Pontificum y a las comunidades que ha fomentado (un obispo de EE.UU., en respuesta a la novena pregunta).
Yo diría que muchos que se habían sentido separados de la Iglesia y habían acudido a comunidades extraeclesiales se sintieron bien recibidos de vuelta en el cuerpo de la Iglesia gracias a Summorum Pontificum (un obispo de EE.UU., en respuesta a la tercera pregunta).
Importancia litúrgica, teológica y catequética del Rito Extraordinario
Yo mismo he celebrado ordenaciones sacerdotales según el rito antiguo, si bien no es lo que hago habitualmente, y he podido apreciar su riqueza, belleza y profundidad litúrgica (un obispo de Francia, respondiendo a la tercera pregunta).
No sería difícil afirmar que, de realizarse una encuesta, el 100% de los que asisten al Rito Extraordinario crean en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, mientras que entre los que asisten más que nada al ordinario se ha visto que el porcentaje es considerablemente más bajo (un obispo de EE.UU., en respuesta a la tercera pregunta).
Influencia del Rito Extraordinario en el Ordinario
A pesar de que el Rito Extraordinario no está muy extendido, ejerce una influencia muy positiva en el Ordinario; yo lo resumiría afirmando que aumenta la devoción, la reverencia (un obispo de Estados Unidos, en respuesta a la novena pregunta).
El Rito Ordinario y el Extraordinario son dos formas de entender la Eucaristía, la eclesiología, el sacerdocio bautismal y el sacramento del Orden (por no mencionar más que las diferencias teológicas más evidentes). De intentarse adoptar elementos del Extraordinario daría un mensaje incoherente a los fieles (un obispo de Japón, en respuesta a la quinta pregunta).
Dos párrocos que aprendieron celebrar el Rito Extraordinario han introducido la celebración ad orientem en algunas o todas sus misas, y la acogida entre los fieles ha sido buena, habiéndoseles catequizado primero para ello. Además, algunos de nuestros sacerdotes tienen ahora más cuidado con la Hostia consagrada, y lo mismo han reinstaurado el uso habitual de la patena y tienen más cuidado mientras celebran (un obispo del Caribe, en respuesta a la quinta pregunta).
Propuestas y perspectivas de cara al futuro
Hasta ahora ha valido la pena. Por motivos pastorales, debería seguir (informe conjunto de la Conferencia Episcopal Alemana, en respuesta a la novena pregunta).
Si no fuera por el Rito Extraordinario, me temo que muchos abandonarían la Iglesia (un obispo de EE.UU., respondiendo a la tercera pregunta).
Los movimientos eclesiales, como los asociados a la Misa Tradicional, tienen mucho futuro para renovar la Iglesia (…) Al mismo tiempo, los movimientos eclesiales son también susceptibles de descarriarse y crear una especie de Iglesia paralela adoptando actitudes elitistas de creerse los únicos católicos. Es lo que pasa cuando se las deja solas. Dicho de otro modo: sólo podrán renovar la Iglesia si la jerarquía participa con ellos permitiendo que se desarrollen según guíe el Espíritu pero sin perder la comunión con la Iglesia. Cuando quienes integran esos movimientos se sienten provocados o marginados por sus pastores pueden apartarse y resentirse; ahora bien, si les parece que sus pastores están con ellos y los orientan, pueden llegar a ser medios muy valiosos de evangelización (un obispo de EE.UU., en respuesta a la novena pregunta).
Yo diría que la mejor actitud hacia el Rito Extraordinario debería ser la de la escuela de Gamaliel: «Si esto es de origen humano, quedará en nada, pero si viene de Dios, no podréis acabar con ello; no vaya a ser que terminéis luchando contra Dios» (Hch.5,38-39) (ídem).
Pídase a los sacerdotes que celebran el Rito Extraordinario que aprendan a celebrar el Ordinario y lo hagan en celebraciones multitudinarias en presencia del obispo, así como que celebren en parroquias (un obispo de Francia, respondiendo a la novena pregunta).
En conciencia, tengo que reconocer que es más necesario y urgente que nunca replantearse las decisiones (un obispo de Italia, respondiendo a la novena pregunta).
Tengo la impresión de que toda intervención explícita podría hacer más mal que bien; de confirmarse la vía emprendida por el motu proprio, la reacción de perplejidad de los clérigos cobrará más intensidad; si se deniega al motu proprio, la reacción de disenso y resentimiento en los cultores de la Misa Tradicional se hará más intensa (un obispo de Italia, en respuesta a la novena pregunta).
No me parece conveniente abrogarlo ni limitarlo con nuevas normas para no suscitar nuevos enfrentamientos y conflictos, porque daría a entender que no se respeta a las minorías y sus sensibilidades (un obispo de Italia, en respuesta a la novena pregunta).
Conclusión
¿Y ahora qué? No es fácil saberlo. Algunos han propuesto que en un futuro podría publicarse una instrucción sobre la aplicación de Traditionis Custodes,tal vez antes de Navidad, pero todavía no se sabe qué va a pasar.
Nos hemos acostumbrado a que la Santa Sede apoye la paz litúrgica de la Iglesia, pero no podemos darlo por sentado. En conclusión, aconsejamos:
1. Los sacerdotes, los grupos estables y las personas en particular deberían abstenerse de toda correspondencia con la Santa Sede. Los seguidores de la Misa Tradicional deberán evitar asimismo dar la impresión de que son soldados de su diócesis o parroquia, siempre descontentos y protestando. El ideal es no perder la Misa Tradicional como forma habitual de oración. Y por ser hijos del Padre Celestial, debemos rezar por la jerarquía. Es nuestro deber.
2. Los sacerdotes diocesanos deberán seguir celebrando misas privadas, dado que el Misal de 1962 no ha sido abrogado.
3. Los obispos, a los que el Santo Padre ha confiado la misión de salvaguardar la Tradición, deberán evaluar si la puesta en práctica de Traditionis Custodessería realmente beneficiosa para su grey. Podrían comprender que lo que inspiró al Papa es muy diferente de la situación en su diócesis, y obrar en conformidad.
Hoy se cumplen 450 años de la batalla de Lepanto (1571), con la victoria de la Liga Santa (alianza de naciones católicas para derrotar a los turcos) sobre la flota del Imperio Otomano. Fue la mayor batalla naval de la historia occidental desde la antigüedad. El papa San Pío V (1504-1572), que convocó la Liga Santa, hizo dio tanta importancia al poder del Rosario como a Liga Santa. Es conocido también por la labor que realizó con el Concilio de Trento, por codificar el Rosario y por promulgar en 1570 el Misal Romano y la bula Quo primum, por la que este santo pontífice quiso impedir que nadie cambiase la Misa. En la batalla de Lepanto, lo único que impidió la inevitable destrucción de Europa fueron los hombres de la Cristiandad que respondieron a la llamada de la Iglesia y estuvieron dispuestos a rezar el Rosario para defender a la Europa católica. ¡Que hoy se alcen también esos hombres en defensa de la liturgia romana tradicional, y sea la victoria para Nuestra Señora!
Diana Montagne
Artículo original
https://adelantelafe.com/la-historia...onis-custodes/
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
Cuantas vueltas y disquisiciones da Diana Montagne, que suenan a una sumisión de un acto despótico, anticanónico y contario a la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
Que los sufridos católicos -que así lo dispongan- sigan llendo a la "Misa de Siempre", porque ni el Papa. ni los obispos, ni los párrocos, ni los sacerdotes pueden canónicamente impedirlo.
Que los sacerdotes que sean valientes y estén dispuestos a celebrarla, no se amilanen, y la sigan celebrando.
No hay que hacerse cómplice de los "autodemoledores", que tus palabras y acciones sean "si, si, no ,no".
Por sus frutos los conocerás dice nuestro Señor Jesucristo, y los frutos de esta "nueva iglesia", de "Asís", la "Amazonía", la pacha mama", la ecología y un lago etcétera
de heterodoxias, modernistas, y desacralizantes, esta claro que son desastrosos.
Que nos dejen en PAX, basta de persecuciones inicuas, déjennos hacer la "experiencia" de la Tradición.
Nos encontramos en el tiempo en que "no toleran la sana doctrina"...
Donde esta la misericordia del "bueno" de Bergoglio?
Donde esta el pastor del rebaño de los que queremos hacer, lo que nuestra Santa Madre Iglesia, ha hecho milenariamente?
Porque se empeña como "león rugiente" en destruir el sagrado culto litúrgico?
Porque con tanta saña te apuñala por la espalda con su más "benévola sonrisa", y mientras dejá que te desangres, te pide que reces por él...
Aquí, lo conocimos y padecimos "de naranjo" como dicen los criollos.
A Dios rogando y con el mazo dando.
San Miguel Arcángel defiéndenos en la batalla...
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Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum
LITURGIA Y DERECHOS DE DIOS
https://blogger.googleusercontent.co...2xLg=w400-h270
Las breves consideraciones que aquí propongo se inspiran en una columna del maestro Aurelio Porfiri titulada I puntini sulle “i” (Los puntos sobre las íes), aparecida pocos días después de la publicación del controvertido motu proprio Traditionis Custodes que restringía drásticamente la celebración de la misa tradicional. Conocedor de las reacciones suscitadas en determinados círculos por el documento papal, el autor nos ofrece algunas puntualizaciones en orden a centrar el debate en lo que parece ser lo más esencial y decisivo.
Sobre todo me interesa subrayar la idea de fondo que late en su análisis. Para Porfiri, el debate sobre la antigua liturgia está radicalmente mal planteado. El valor de un rito litúrgico no puede ser juzgado solo desde una perspectiva antropocéntrica y funcional: si me gusta o no me gusta, si divide o no a los fieles, si es más participativo o menos participativo, si me hace mejor persona o me deja indiferente, si se celebra en tal iglesia o en tal otra, etc. Estas repuestas, válidas en sí, se mueven en un ámbito excesivamente subjetivo y funcional, rehuyendo el meollo del problema.
Luego de colocar algunos puntos sobre las íes el autor declara con razón:«La misa tridentina tiene su validez objetiva, no subjetiva, porque a través de ella estamos en condiciones de cumplir el primer propósito de nuestra vida cristiana, el de dar gloria a Dios de una manera digna y adecuada a su ser». En efecto, debemos superar el debate mezquino y tacaño sobre la Misa tradicional y reconocer de una vez por todas su valor intrínseco y objetivo en cuanto maravillosa obra de glorificación de Dios. «La finalidad principal por la que se debería continuar dando un amplio acceso a la Misa Tridentina –añade Porfiri– es por su función de expresar (a través de la belleza del rito, el hieratismo de los gestos, el esplendor del arte y de la música, etc.) de un modo digno, más eficaz y objetivo la gloria de Dios, –su función latréutica–, de la que se deriva, como elemento secundario, la edificación de los fieles».
Quienes aman la liturgia tradicional no son nostálgicos de un pasado que se marcha ni buscan una especie de reconocimiento jurídico para sus gustos personales, simplemente desean defender los justos derechos de Dios. Su derecho a ser glorificado con un culto objetivamente superior, de antigüedad milenaria y de probada santidad; su derecho a que no nos habituemos a volverle la espalda en la celebración de los misterios; su derecho a que en su presencia nos arrodillemos con santa reverencia; su derecho a que en el culto nos exijamos al máximo por superar el nivel de lo puramente prosaico; su derecho a que nos adentremos personalmente en su intimidad y no camuflados en una asamblea anónima, quizá por temor a oír su voz o a quedar traspasados por su mirada. En cualquier caso, si hay una lección que nos brinda la Escritura al respecto, es que suele ser Dios mismo quien determina hasta el detalle «el cómo» ha de ser el culto que le rindamos.
Las palabras finales con que Porfiri cierra su artículo son dignas de tener en cuenta por quienes de verdad buscan una real paz litúrgica: «Creo que el verdadero problema es teológico; se trata de una cuestión a la que se ha respondido durante décadas de manera ineficaz y no conforme con los justos derechos de Dios y con los deberes de la criatura para con el Creador».
Fuente: marcotosatti.com
EL BUHO ESCRUTADOR: LITURGIA Y DERECHOS DE DIOS