La profecía de Daniel ¿cumpliéndose hoy en día?

Me ha llamado la atención la cantidad de similitudes que aparecen en la realidad actual del catolicismo si se comparan con las profecías contenidas en el Capítulo XI del libro de Daniel.
Ya sé que muchas comparaciones de las que voy a hacer quizá sean traídas por los pelos, pero es la impresión de conjunto de todas las coincidencias, la que principalmente me interesa.
Sé de sobra que todos los Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos adaptaron esta profecía a tiempos ya pasados hace mucho: como la época de los Macabeos, o bien a la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos, y en general, más bien, a épocas en que Jerusalén fue invadida por ejércitos extranjeros.
Es lógico que siempre se hiciera aplicando esta profecía a un contexto propio del Antiguo Testamento, porque su terrible y espantoso contexto, de aplicarse a la realidad del Nuevo Testamento, es decir, a la mismísima Iglesia y al mismísimo papado nunca pudo caber en la imaginación de ningún Padre de la Iglesia.
Sin embargo, algo parecidísimo es lo que estamos presenciando en la Iglesia de unas décadas a esta parte, con escándalo para unos y con normalidad absoluta, sin inmutarse, para casi todos los demás “católicos”.

La licitud de apelar a Daniel, profeta del Antiguo Testamento, aun encontrándonos en época del Nuevo Testamento, nos la da el mismísimo Cristo, que dice así en el Evangelio de San Mateo (Cap 24, 15-18):
“Cuando veais en el Lugar Santo la Abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel —el que lea esto, entiéndalo bien— los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; el que esté en la azotea de su casa, no baje a buscar sus cosas; y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto…”;

Nótese la expresión: “el que lea esto, entiéndalo bien”, pues parece dar a entender que no habrá en aquel tiempo (o sea ahora), en que se cumple la profecía otra vía interpretativa y de denuncia de la situación más que esa lectura de la propia advertencia de Cristo. Es decir, que no podrá ser denunciada por ningún papa, cardenal, obispo ni ningún miembro de la jerarquía. Lógico, si se tiene en cuanta que todos ellos han de estar participando de esa mismísima “abominación de la desolación”.

No esperemos, pues, que esa denuncia pueda provenir de miembros del clero, en general.
Coincide además, con la situación actual, el contexto de aquel discurso escatológico de Cristo, referido al final de los tiempos.

En todo caso, tampoco quiero dar ningún valor a lo que escribo más allá del meramente anecdótico. Que sirva solamente como un punto de vista a tener en cuenta, pero que creo que puede ayudar a dar luz en la pavorosa oscuridad de esta espantosa época.

LIBRO DE DANIEL
Cap. XI, 19-45:
…Al cabo de cierto número de años, (siglos XIX, XX,)
un hombre vilísimo e indigno, secretamente y con dolo, (¿Lucifer, el Anticristo?)
se apoderará del Reino (Santa Iglesia Católica)
y quedarán deshechas y destruidas las fuerzas del que peleará contra él (Magisterio ; San Pío X ; Pío XII)
y después de hacer amistad con él, usando de dolo (Juan XXIII..Pablo VI… Juan Pablo II)
subirá y triunfará de él con un pequeño ejército (Progresismo… Vaticano II…)
y se apoderará de las ciudades abundantes y llenas de riquezas (de la Santidad de la Iglesia)
cosa que no pudieron hacer nunca sus antepasados (protestantismo, antiguas herejías)
saqueará, arrebatará y disipará sus riquezas (arrasará la Fe, los Dogmas y el Culto..)
e irá trazando sus designios ; (una Nueva "religión" humanitaria-naturalista..)
y esto hasta cierto tiempo..

y su corazón estará siempre contra el Testamento Santo (Humo de Satanás en la Ciudad de Dios)
y encenderáse su saña contra el Testamento Santo y la explayará (odio satánico al Sacrificio de Cristo)
y pondrá su pensamiento en los que abandonaron el Testamento Santo (defensa de los "hermanos separados")
y los brazos estarán de su parte (pactos con todo enemigo jurado de la Iglesia)
y contaminarán el Santuario de la Fortaleza (dolosa perversión de la Santa Misa…)
y quitarán el Sacrificio Perenne (..hasta erradicarla totalmente..)
y sustituirán la abominación de la desolación (Moderna misa satánico-humanista...)
y los prevaricadores del Testamento usarán de fraudulento disimulo (Todo"santísimo" y según "Tradición"...)

mas el pueblo se mantendrá firme y obrará según la Ley (desengañados de la Iglesia "postconciliar"..)
y sabios del pueblo iluminarán a mucha gente (¿Hermandad de San Pío X? ; otros grupos)
haciéndose víctimas del cautiverio y de la rapiña (excomunión de Mons Lefevbre ; persecuciones…)
que durará muchos días
y en medio de su opresión tendrán un pequeño socorro (¿Benedicto XVI?)
y perecerán los sabios para que sean acrisolados, purificados (¿Cobardía culpable de los que silencian la tragedia?)
hasta el tiempo señalado, porque aún quedará otro plazo (¿?)

y hará el rey cuanto querrá y se levantará soberbio e insolente (pues siempre hay que “obedecer” a los superiores)
y hablará con arrogancia contra el Dios de los dioses (ceremonias "ecuménicas" blasfemas…)
y todo le saldrá bien (…TODO PARECE YA IRREMEDIABLE…)
hasta tanto se desplegue la cólera, porque así está decretado,
y no tendrá respeto al Dios de sus padres (odio y desvergüenza contra Iglesia Tradicional)
y no hará caso alguno de los Dioses (olvido y desprecio del dogma)
pues se creerá superior a todo (los modernos "teólogos" y sus modernos"papas"…)
y pondrá por tutelar de las fortalezas a un dios extranjero (aceptación del paganismo y la herejía...)
y a los que le reconozcan les dará autoridad (A mayor ultraje del dogma, mayor jerarquía...)
y sentará su real pabellón entre los mares sobre el ínclito y santo Monte (En su osadía ¿adoran a los ...ídolos paganos..?)
y subirá hasta su Cumbre. (¡¡ ..y todo ello en el sagrado nombre de Dios!!)

Yo que creía que la interpretación de las Sagradas Escrituras era competencia del Magisterio de la Iglesia...

Pero no; aquí tenemos a un partidario del libre examen.

En fin, en fin.

El libre examen no en sí malo, salvo que pretendamos extraer de él interpretaciones de las Escrituras de aplicación general; sólo vale para hacer una lectura personal con el fin de encontrar iluminación, consuelo, alegría, ánimo, orientación, etc. Pero nunca aplicarlo a la situación de la Iglesia o darle un sentido erga omnes.

Saludos.

Tranquilo, Cirujeda, el Cura y el Barbero lo ha expresado con bastante humildad, como una simple opinión a la que dice que no le quiere dar más valor del simplemente anecdótico. Los protestantes, con su libre examen, tienden a ser más categóricos en sus interpretaciones. Yo lo veo más bien como una aplicación que como una interpretación definitiva, y la verdad es que es bastante interesante y tiene visos de ser posible. De todos modos, tampoco veo contradicción entre que pueda aplicarse a una situación histórica y a otra que se pueda dar más adelante, dado que la historia a veces tiende a repetirse. Desde luego es bastante significativo que Jesús lo cite en un pasaje en el que no se refiere a hechos pasados, sino al final de los tiempos y hablando de las señales que anunciarán su proximidad.

Estoy con Hyeronimus, yo tampoco veo nada preocupante. Además, en los pocos mensajes que lleva "el cura y el barbero" parece estar en nuestra línea, asi que no cabe sospechar.

Como dice, aunque anecdótico también me ha parecido interesante la aportación, da que pensar.

De acuerdo en que el Cura y el Barbero, vistos sus mensajes, no parece ni mucho menos sospechoso de protestantismo. Antes bien, el post que comentamos ya contiene una valoración negativa de esta herejía.

Pero me parece que hace una interpretación demasiado punto por punto, demasiado concreta, y la aplica al modo no ya protestante sino incluso sectario.

Más o menos, podríamos decir que es un católico que, de buena fe, usa las mismas armas que criticamos a las sectas.

Estoy de acuerdo con Hyeronimus y Donoso, el amigo nos da simplemente una interpretación personal que no contradice el Magisterio, puedes leer obras de autores muy tradicionales que tratan de interpretar estas profecías a luz de los acontecimientos actuales pero siempre aclaran que se someten al dictamen final que de la Iglesia.