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Tema: El Gaitero Gallego: sus andanzas y enredos (Tipismo del siglo XIX)

  1. #1
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    El Gaitero Gallego: sus andanzas y enredos (Tipismo del siglo XIX)

    El Gaitero Gallego (por Antonio Neira de Mosquera, 1818-1854)

    (Irregularidades gramaticales del texto, según la versión original)



    EL GAITERO GALLEGO


    (Por Antonio Neira de Mosquera, 1818-1854)


    Por los acabados en eira
    Como Ojeira, Beira y Neira
    Galicia es señalada
    Pero es más celebrada
    por la GAITA CHILLONA Y LA MUÑEIRA


    VILLORGAT



    VENGA un abrazo, paisano, y vámonos por el mundo á probar fortuna. El viaje es corto, y al fin y al cabo no es para todos el pasearse por España como gente de rompe y rasga, acompañado de EL ESCRITOR PÚBLICO Ó de LA COQUETA. Conque... abur y aguantarse.

    Han de saber Vds., carísimos lectores, que el tipo de mi devocion no es celta, ni romano, ni godo, ni ostrogodo y menos castellano viejo, sino antediluviano, y tan antidiluviano que se acompaña á todas horas de la gaita que ha sido la señorita mimada de TUBAL, hombre que se las disputaba al mas pintado en eso de instintos artísticos.

    ¡El Gaitero!..... completa fisonomía de los tiempos patriarcales, para el cual se baja Dios á sembrar en toda tierra, y opaco personaje que recibe la luz de los variados cambiantes del amor y de la religión. Hoy no verá la luz pública el tocador catalan del sach dels gemechs que con su gorro colorado, calzón de terciopelo, media azul y alpargatas, toca las mas veces el fandango y mambrú que redobla el timbalet, acompañando al cochino de S. Antonio, y á los cepillos de venerables cofradias; no vendrá á contarme alguna gracia el atufado aragonés con su instrumento dispuesto ó el Gaitero zamorano á recordar los buenos pasos de la tierra entre brincos y meneos, ni merecerá tampoco un recuerdo de mi mano el Gaitero fable con la Magdalena en los labios, ó el Gaitero ciego que en Nuestra Señora del Puerto entusiasma á los enemigos del Meco con su mal tocada muyñeira. Despidiéndome del venerable Gaitero de Corpus de Santiago que acompaña á los gigantes y es señalado por el gaitesco traje, amen de su prolija valona y blanco chapeo,

    viejo ya por el cimiento
    por la cima juvenil,
    (HARTZENBUSCH)

    mezcla incomprensible de las pantuflas coloradas del tiempo de Pero-Ansurez y de las tupidas medias de hilo, de la época de Mari-Castaña, vendré á encontrarme con el Gaitero Gallego en sus formas primitivas, tipo marcado, genuino, independiente, hombre de buen humor, algo presumidillo, es cierto, pero galante como el primero. Su traje favorito es una laical montera de pluma y relicario, buena chaqueta , flojo y campanudo pantalon, un chaleco de grana que le viene siempre de perlas y negro botin ; y participando a la vez de las formas grotescas de la antigüedad, y de los contornos imperfectos de unas costumbres á prueba de revolucion. El es el símbolo de la alegría y de la devocion, el hijo mimado de las fiestas y de las procesiones, el compañero inseparable de la iglesia ó de la taberna , y el resorte principal de variadas sensaciones en las que se confunden lo mistico y lo profano.

    El Gaitero Gallego es el testigo ocular de lo maravilloso, el rival mas temible de la oportunidad satírica del sacristan de la aldea, el chistosísimo trovador de amorosas aventuras, el mayor enemigo del silencio , el mas recio mantenedor en las curiosas tensiones político-morales de la casa del señor Abad, el Píndaro picaresco de la comarca, y por no parecerme al Gaitero de Bujalance, un maravedi porque empiece y diez porque acabe, lo diré de una vez: y el Oconell filarmónico de ocho leguas á la redonda. Si una moza se muere de amores por algun oculto galan, y de repente le acomete ó ramo cativo, terrible enfermedad que hace bailar al diablo en el pecho, y echar espumarajos por la boca, el Gaitero interviene con sus padres para que le permitan visitar todos los santuarios, ir al anochecer á la salve de la parroquia y recoger en Santiago el ramo de san Pedro mártir; y los padres de la chica no hacen mas que seguir eficazmente sus consejos, y dejar que su hija se cure de mal tan peligroso. Y hablando en plata , el ramo cativo es ni mas ni menos que unos deseos de casorio que tiene la novia, que Dios nos libre, el diablo el oportuno galan que le anda á los alcances, y el Gaitero la mas embaucadora Celestina que proporciona á los dos, largas y sabrosas pláticas de amores. Si alguna cabeza cavilosa para llenar el cepillo de las ánimas con dos misas á san Antonio, explica aterrada el paso de la compaña de brujas por la aldea, el Gaitero es testigo, «si, señores, yo las ví, dice sin empacho: y por cierto que gritaban como endemoniadas á rezar su padre nuestro », y el Gaitero apoya esta idea, porque hábil fisonomista reconoce el espanto que produce en los oyentes tal visita; que este espanto llenará el cepillo, que el cepillo dará para misas, y que en las misas cantarán con él, por aquello de no hay funcion sin gaita. Si un avisado galan, envidioso de la fortuna de su rival, manifiesta en secreto, á cuatro o cinco repartidores de noticias, que hace dias no pasa por la casa de Catuxa, porque está á su puerta todas las noches la estadeiña; allí está el Gaitero que ya lo sabia antes que nadie, y por lo que hace terribles cargos al mal visto de Dios que requiere de amores á una meñiña tan inocente.

    Si se trata de conocimientos astronómicos, el Gaitero es la novísima edicion de EL LUNARIO PERPETUO, plagada de erratas; si se ventilan puntos históricos, el Gaitero es la paráfrasis de Los DOCE PARES DE FRANCIA con enmiendas de los ROMANCES, y como novelista sabe de mil modos el cuento de rómpete cachiporra, y antiguas tradiciones de moros que aun viven bajo los rios, ó en el centro de los montes. El mueve todos los corazones, anima todas las edades, inspira todas las pasiones, y su familia se compone de los ciegos de la zanfona, de los mozos de los pifanos, de los estudiantes de la tuna, de los niños de las conchas, de las ciegas de la pandereta y de los músicos de la murga que toman por asalto una misa de Patron, ó un baile patriótico. Sin embargo, sea dicho en su honor, ejerce sobre todos una soberanía envidiable, y aun el mismo tamborilero, el hijo mimado de sus entrañas, el apuntador de sus toques, el pregonero de sus destrezas, chico, regordete, risueño, y tragon como el mejor pintado, no se atreve á usurparle la mas pequeña parte de su precioso vellocino.


    El Gaitero Gallego como hombre de estado reasume en su abonada persona las aficiones del contorno: sus palabras forman el comité de reputaciones de la comarca , y con él se consultan siempre las medidas administrativas ó judiciales que quiere promover la inteligente municipalidad del distrito. Interpreta con cordura las órdenes del BOLETIN OFICIAL, profundo político, barrunta muy mal de las últimas noticias de EL CASTELLANO, y como nunca se engaña , á lo menos lo dice él, producen sus vaticinios una terrible alarma entre aquellos pacificos ciudadanos. Su fuerte en politica es la guerra de los franceses, y el puente S. Payo y Morillo: de los franceses atrás no sabe sino que existió el arzobispo Turpin, que Ronces Valles era una ciudad populosa, y que

    De Abderramen la astucia infernal,
    Cual caudillo protervo invasor,
    A Ramiro vencer no ha podido
    Que Santiago salió en su favor;

    fragmento de los romances que cantan los ciegos en la Puerta Santa de la Metrópoli compostelana, y de los franceses acá, solo sabe que se acaba la religion, que sacaron los diezmos y que sobran contribuciones.

    El Gaitero por lo regular no tiene edad: cuantos mas años, menos pesares. Siempre es jóven alegre, bullanguero, hablador sempiterno, y chistoso por demas, para él no hay peligro de ladrones, ni temor de duendes, pues no lleva un ochavo consigo, y está bien visto de los santos: nunca teme una sorpresa y. toda hora es buena, y como acompaña á sus palabras de un tono decidido y se arriesga á los compromisos de mayor bulto, todos le tienen por el mas cabal y el mas apuesto de los presentes: él es el coco de todos los cuentos, el consejero de todos los enamorados, el confidente de todas las intrigas, y el pacificador de todas las voluntades estraviadas. Como músico, su tocata favorita es la muyñeira, baile provincial que tiene gran papel en las misas del Gallo y en el abrazo antomimico con infulas de literario que sucede á una disertacion pública, la muyñeira que entusiasma á todos porque es la historia geográfica del amor. Toca tambien el fandango, aires serios sobre motivos de la jota aragonesa, pero estraño á toda innovacion no está en su cuerda cuando abandona el baile provincial de su tierra.

    Con todo, la revolucion que llega á las aldeas en pliegos del BOLETIN de PROVINCIA ó del CASTELLANO, ha impulsado á que el Gaitero toque de vez en cuando el himno de Riego, el que entusiasma á los Cadistas que pronto se aparecerán entre su amo el INDIANO ó su compañero EL AGUADOR , si el Sr. Boix lo tiene por conveniente, á los licenciados que han combatido por nuestra libertad é independencia, y á los ex-maestros de baile , que por un error de gobierno y de administracion, ganaron el pan miserablemente en la corte, con desdoro de la mas rica y floreciente de las provincias españolas.

    ...
    Última edición por ALACRAN; 03/12/2020 a las 18:41
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  2. #2
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    Re: El Gaitero Gallego: sus andanzas y enredos (Tipismo del siglo XIX)


    ... El Gaitero gallego ha comenzado por lo regular su carrera por ser tamborilero, y si toca por aficion, ó es sastre ó ha sido licenciado. Mirándole bajo un punto verdaderamente dramático, su vida está entregada á la fábula, al drama; y es la máquina, hablando en términos facultativos , del vasto conjunto de diversiones y afectos del contorno. Como hombre de casa y eira , no es de lo mejor; porque avezado al barullo de las romerías, goza en la variedad, se entretiene maravillosamente en sacar el mayor jugo de sus confidencias amorosas, y es el mas rigido tornero que se queda con la mitad de lo que pasa para consuelo de algun desahuciado galan o marido celoso.

    Cuando llega a su casa , las mas veces es ya dia , y por este lado es el paisano comm'il faut de la comarca : se acuesta cuando todos se levantan. Pero no tarda en venir algun amigo que es convidado al momento á mojar la palabra y entre cigarro y vaso y vaso y cigarro cuenta con satisfaccion de soldado y homérica sonrisa los triunfos y amoríos á que él ha dado pábulo con su gracia acostumbrada. Despues de este amigo, viene el de mas allá tras este otro, hasta que se reunen ocho contando con el tamborilero, que perezoso y soñoliento viene á dar los buenos dias á su maestro. Hay una excepcion de graves consecuencias en este asunto, y es que si el tamborilero se llama por casualidad hijo del Gaitero, lo que evita éste á todo trance, porque no podria ser mudo para su madre, y esto no le convenia ; y lo primero que se le ha encargado es el silencio, porque en boca cerrada no entra mosca, entonces no hay caso, porque ambos á dos duermen al paño, y está el tamborilero como fruta de casa: en lo que no hay metáfora , carísimos lectores.


    Estos ocho amigos, como llevo dicho, y va de cuento, son otras tantas lenguas dispuestas á celebrar siempre las gracias del Gaitero, y como no hay peores risas que las de á sueldo : lo cierto es que si ó músico hace alarde de su predominio artístico en campo raso, como cronista merece el pláudite de aquellos celebradores de oficio. Estos triunfos son indisputables, el orador sabe tocar el corazon de los oyentes, estos se destornillan de risa como unos bobalicones, y entre risas y aplausos que no parece el Gaitero sino un ministerio de dos dias , y los amigos otras tantas provincias entusiasmadas, llega el sol á la mitad de su carrera y se deshace tan amable auditorio. El sacristan tiene que barrer la iglesia y limpiar el coro, el mayordomo se prepara á disponer los bagajes, el estanquero va á ensillar su rucio para buscar cigarrillos a la principal, el maestro de escuela se despide para repasar la leccion de Proceso, el sobrino del señor Abad se levanta para estudiar el Quousque tandem porque su señor tio es amigo de estirar las orejas cuando no se le sabe la traduccion, el Sisero no olvida su revista semanal, el Simplista tiene que rezar, y el tamborilero con amargo dolor de su corazon forma intencion de separarse de su maestro.

    El Gaitero saluda con afectuosas palabras y largos apretones de manos , y cita á todos cambiando de lugar y dia. Solo el tamborilero vacila.... ; pero á qué callarlo? el Gaitero le debe el salario de ayer y no se atreve á pedirlo. Bien: que tenga paciencia, para eso comió y bebió mas que un descosido, y tiene en los bolsillos por docenas las rosquillas benditas que bien llevan el dinero.


    Tarde, mal y á rastro, como dijo el otro, persona de muchos conocimientos, pues anda en boca de todos, se levanta mi héroe, y mohino y poco contemplativo con su esposa, no repara en dar a conocer la indiferencia y el hastío que se apoderan de su corazon al verse solo en su casa. ¡Raro y portentoso instinto el del genio, que no cabe bajo cuatro mal aseguradas vigas, ni halla solaz sobre una mesa mas provista que nueva! El Gaitero es, las mas veces, gruñon y fastidioso, de tejas abajo; y á cada paso riñe con su cara mitad porque esta le reprende el abandono con que mira sus reducidas haciendas, hiriendo mortalmente las inclinaciones artísticas de cabeza tan privilegiada.

    Solo en honor de la verdad debe decirse que si el maragato antes de descansar y de almorzar, busca acomodo para su familia de viaje , quise decir á sus machos, y el soldado en campaña trata de limpiar las armas antes de prepararse el gazpacho, mi buen hombre lo primero que hace es limpiarse la gaita, no crean Vds. que se hace gárgaras: infla y recoge su hidrópico vientre, renueva de cera algun punto que el destierra de la escala musical, y la pone en disposicion de correr la gaita por nueve horas de noche, ó de que ande la gaita por el lugar en una dificultosisima, complicadísima y embrolladísima festa do Patron. Entre estas operaciones de un tacto inteligente, y el comer para lo que no necesita mas que los dedos, ó cuando mas, un tenedor de boj, se pasan dos ó tres horas de la tarde , acercándose el momento de no faltar á la cita que ha dado á su compadre en el átrio de la iglesia.


    De manera que si se vé cruzar un hombre por oculto corredoira con su palo en la mano, y grueso cigarro en la boca, ese es el Gaitero que va á rezar el Ave Maria con el perito y el maestro de escuela, ó si se reconocen tres bultos en el crucero mayor que descubiertos apoyan los sombreros sobre las dos manos que reposan en los altos bastones, entre ellos debe estar el Gaitero a la derecha del señor Abad, y del otro lado del sacristan. Es de noche, muy noche, y todos tres se disponen a pasar las mas pesadas horas de la existencia en casa del cura, á la luz de un desbordillado velon y jugando á la malilla con efímero interés. Aquí por lo regular se reunen los siete amigos de la mañana, sin contar algun monacillo del sacristan, el perito agrimensor, la ama del señor Abad, y un par de gatitos, que nunca faltan en estas agradables noches de invierno.

    Aquí el Gaitero juglar de esta respetable tertulia, aunque un poco mas comedido y procurando siempre la aprobacion del señor Abad, que le dispensa una franqueza sin límites, y una entrañable cordialidad. En todas las cuestiones de alguna consideracion se coloca en el terreno menos peligroso, y deshace el mas confuso nudo gordiano, hijo de su imprevision o poca memoria; con alguna gracia, por la que mueren de risa tirios y troyanos. Las horas se pasan de esta suerte alegremente, y no son pocas las noches que se queda (á cenar con el señor Abad) mi personaje, porque le gusta la gente de buen humor, y porque sabe muy bien que es el mejor correo para que todos los de la aldea sepan de polo á polo la franqueza y liberalidad del pastor de sus almas.


    Acábase la cena, se dan gracias parte en castellano y parte en latin al que todo lo puede, retirase el señor Abad, y el Gaitero da las buenas noches á todos: echa una gracia á la moza que le alumbra hasta el corral, se emboza en su mala capa, y fumando una viodita, pronto dan á entender los perros de la aldea que un hombre pasa á deshora por aquellos lugares. Otros dias se pregunta por el Gaitero en casa del cura, y entonces está ocupado en asuntos del oficio; ó asiste de toda gala á una boda, ó está convidado á un magosto, ó se dirige á una fiada ó espigada, ó está de músico en alguna festa do Patron.

    En todas estas partes tiene el Gaitero nuevas y brillantes situaciones, en todas ellas se da á conocer por originales y sorprendentes rasgos , y de estos cien contornos dibujados en ocasiones heterogéneas se forma la completa caricatura de este tipo antidiluviano. Desempeñando con religioso cuidado la pesada carga que me he impuesto, colocaré á mis carísimos lectores, si es que no lo llevan á mal, en estos cuadros caricatos de las aldeas de mi pais, aunque retratados con débiles pinceladas; y los llevaré á una florida fiesta del Patron que es donde el Gaitero ejerce mejor su omnipotencia artística , y en la que se conoce a simple vista la union que forma el pueblo español de las impresiones religiosas con las pasiones del corazon. Con esto volveremos a dejar el Gaitero oculto entre los troncos de aquellos encantadores bosques por donde se deslizan torcidos y bullidores arroyos, y al pie de nuestras eremiticas capillas grandes en ovaciones y pequeñas en recuerdos: digo esto, porque no le gusta gran cosa al Gaitero el llamar la atencion de los que no visten su ropa, y veo ya que se va amostazando de que le tengan por tanto tiempo en boca de todos...

    ...

    Última edición por ALACRAN; 03/12/2020 a las 18:20
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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    Re: El Gaitero Gallego: sus andanzas y enredos (Tipismo del siglo XIX)


    ... EL GAITERO EN UNA BODA.


    Lo que es una boda, creo que Vds. lo sabrán muy bien aunque no hayan corrido sus lanzas y sortija, pero hay una cosa que cada maestrillo tiene su librillo, y cada casa su santo, que es como si dijera que en cada pueblo hay sus costumbres. En las bodas de Galicia el Gaitero es lo mismo que el representante del cuerpo diplomático en un convite regio. Por lo regular deja la gaita olvidada en alguna casa conocida , ó en el arcon del tabernero, antes de llegar a casa de los desposados; y hace esto, para que caso de que le molesten á que alegre la gente, tenga á la mano su querida compañera. El Gaitero acompaña á los novios a la iglesia , aunque no sea el padrino del casorio , estrena camisa limpia sin contar que no es sábado, y antes de volver con la comitiva á casa , no saldrá de la iglesia sin decir: «quiera Dios que hagais... marido ó mujer , » ó... «un par de angelitos » ú otra gracia por el estilo , vamos, una gracia que hace reir, porque para estas gracias se pinta solo.

    Llegan á casa, y un opiparo banquete espera á los que acompañaron a los desposados, acomodándose todos en sus sillas de palo, y quedando a la derecha del suegro mi personaje y á la izquierda algun pasante del Kempis ó del Curcio, que nunca falta con sus latinejos á estas fiestas, asi como no hay funcion sin tarasca, y boda sin tornaboda. Aquí guarda el Gaitero una gravedad solemne, no es pesado en sus gracias , ni prolijo en sus grotescos cumplimientos, y para arrancarle una palabra es necesario que la novia , la tiernecita novia le ofrezca un vaso, que se ventile alguna cuestion in foro externo de los Santos Evangelios, o que se trate de calificaciones artísticas con respecto á los Gaiteros de otras aldeas.


    A las continuas insinuaciones de los circunstantes, contesta que no está para templar gaitas, y se hace de rogar para que le concedan la mayor libertad en sus picarescas expresiones. En efecto, tanto tarda en estar de gaita, como pesado es despues en sus cuentos colorados, sin embargo no se aparta de la cuestion y sus ofrecimientos, sus miradas, sus palabras van dirigidas á la ceremonia á que acaba de dar brillo y lucimiento con su persona. La cena se acabó, y nada falta para que el Gaitero anime la gente , sino que los novios digan: «baila, baila, y que se baje al corral.» Ahora mi protagonista hace guiños á un mozo, y no sé qué cosas le dice al oido , lo cierto es que á los pocos minutos el Gaitero tiene por segunda mano su despertador coreográfico. Aquí de las risas y de los aplausos: el Gaitero goza en esta sorpresa , en esta repentina aparicion, y hace ver que de esto y mucho mas son dignos los novios. Vaya una flor!

    Baile de allá y baile de aqui, toda la noche parece el corral casa de locos, y acercándose la hora de retirarse los novios, el Gaitero recoge su instrumento gozoso de contribuir poderosamente al prólogo de esta noche deliciosa. «Que baile la novia con el músico ,» dicen los mozos repicando con las castañuelas, y el Gaitero conociendo el satírico sentido de estas palabras, sonriéndose maliciosamente, у diciéndole algunos galanteos, sotto voce, à la novia , contesta : «cuidado, que no soy el Gaitero de Ontoria.». Esta noche es el Gaitero ó malicioso, ó callado: las mas veces se entrega completamente á la buena ventura de los desposados, y parece que es indiferente; cualidad ajena de hombre tan alegre y decidor.

    Ciérrase el baile, unos se despiden para encontrarse á los pocos pasos, y otros se encuentran para despedirse, y el Gaitero es el último que sale, felicitando á los novios con sardónica sonrisa por la buena noche que les espera. No se marcha sin tomar la espuela , insulto que no perdonaria; que es lo mismo que despedirse del regalado vino; y de allí á poco rato vuelve á hinchar ó fol, y es el jefe de los mozos у de las mozas que cuadrándole en camino se deshacen en cantigas y turuxos hasta que es muy tarde ; y que se despide de todos con estos versos de aquella cancion tan sabida :


    Vámonos de aquí que é hora
    A vida dos namorados
    Toda se vai en parola.

    El tamborilero que tan poco caso hago de él, le sigue con el pandeiro a las espaldas, como mochila de soldado.


    EL GAITERO EN EL MAGOSTO.

    Si alguna vez en la vida es el Gaitero afectuoso y galan, nunca lo es mas que en esta comida de fonda hecha a escote en una casa particular. El es el primero que ofrece las castañas con sonrisa cortesana, el que bebe por el mismo lado que la mas garrida doncella, el que pasa de allá para aquí probando de todos los platos, y el que hace que rueden las tazas de vino con profusion. Guarda todas las consideraciones de esta bacanal campestre , inaugurada en la fiesta de Todos los Santos, y se deshace en acarameladas expresiones que hacen tiritar de celos á los mozos que allí viven de sus sobras. Por último , á él se debe el comenzar á tirarse unos a otros las cáscaras de las castañas, diversion que tiene su preliminar de coqueteos y distinciones, y que acaba siempre por alguna camorra que se destruirá á palos.

    El Gaitero nada esquiva, recibe con placer mas tiros que ninguno, y á la voz de los mozos , que ven con envidia lo bien empleado que está el trasto, y que piden baile, acompañando la del instrumental de sus zapatos, las mozas responden: al avellon , al avellon; y triunfa el bello sexo con generales aplausos. Este es un juego diabólico y desesperado que haria temblar de miedo al mismo Judas: es un columpio perseguido por un tercero en discordia , y en el cual están los dos, próximos á sufrir de gracia la peligrosa operacion del trépano. El Gaitero está en este juego de particular: viste de corte, y enamorar es su empleo.


    Colocanse dos con la elasticidad que les permiten sus piernas, dan pausadas oscilaciones para sacarle la monteira al que está en el centro, sin que sufran las voluminosas entregas de sus dedos en la cabeza , y todo el juego se reduce á que el representante del abejorro regale una senda bofetada al descuidado. Esto alegra, entusiasma, arrebata á la multitud y entretanto ¿qué hace el Gaitero? Papel de galan duende. Enamoricar á una doncella de cien piruetas y mil guiñeos: el baile es un magnifico telon para los enamorados, en el baile tal vez goza mas el que no baila, contradiccion que vale por dos para mi cuerpo tan poco dado á Thersícore.

    Los mozos no pueden sufrir que tal vejete se lleve la atencion de las jóvenes que amenizan el baile, y pronto se deja percibir un murmullo que en nada se parece al del juego. Este es el preludio de una conjuracion, el prólogo de una paliza, y cuando es hora de partir, algunos se adelantan para esperar al Gaitero. Este conoce lo mal que le han sentado sus galanteos á los casquivanos cortejos del magosto, y llevando consigo la llave del baile, tuerce de rumbo, varia de ruta y marcha sin peligro hasta su casa. Es cierto que con esto llega muy tarde á regalarle á sus hijos algunas castañas que les lleva, pero no importa: de esta suerte nadie le sorprende, y parece que hasta los perros no le descubren. i Fenómeno sorprendente ! porque viajar por corredoiras en alta noche es una plaga, un galimatias, una confusion , una Babel, un eterno ladrilleo de agudas voces en las orejas del mal aventurado pasajero.


    EL GAITERO EN LA FIADA Ó ESPIGADA.

    Veamos al Gaitero en este fabril divertimiento: ahora llega envuelto en su capa, fumando un cigarro con envidiable serenidad, y acariciando al perro de casa con monosílabos que carecen de escala en todo el diapason. «Santas y buenas noches» dice haciendo una cortesia , y luego se persigna asombrado de ver tanta doncella empleada en faenas de la estacion. Disimulado, quiere hacerse el encontradizo: perfectamente. Una trabajadora se levanta á ponerle el tallo para sentarse , y héteme aquí que ahora pululan los gestos y los ademanes: sonrisa general, sonrisa del Gaitero, palabras al oido, golpes de codo, pisotones de intencion y toses del momento. El Gaitero como buen actor conoce el efecto que hizo su presencia, y un gesto que hace á la moza que le puso el asiento vale tanto como decirle: ¿Será envidia ó caridad? Pero hay una cosa que tras el Gaitero, vienen uno, dos, tres, cuatro y hasta siete mancebos y echen Vds. nones , y todos se rien y se ponen a la sombra como muchachos de escuela en tarde de repaso.

    Nadie puede dudar que el Gaitero ha sido el nudo de este cordon, el precursor de esta milicia amatoria, el jefe de estos piratas de tierra. En esta comedia el Gaitero hace de barba: pausado, sereno, sardónico, severo, y envolviendo en sus palabras dulces recuerdos ó amargas memorias para las mozas. Músico hábil sabe las armonias que hay entre ellos y ellas, y despues que ha levantado un cisco que da miedo , se calla el hombre y se acerca á la ama de casa que no le gustan gran cosa estas bromas. Ahora empiezan entre ellas y ellos cuentos de aquí, despedidas de allá, reconvenciones de mas acá, entre las que se deslizan pian pianino ó una declaracion amor, ó una celosa amenaza. De vez en cuando es llamado el Gaitero como testigo, y él á todo vuelve la cabeza diciendo si á secas como si jugaran al escondite, y estuviera él, de pena, repitiendo «voy». Llega el caso de que el Gaitero conoce que la ama de casa se amosca con tal barullo, y confundiéndose entre todos aconseja que dejen de charlar. Redóblase el bullicio, el ama de casa rabia que se las pela, y el Gaitero faltando al voto de confianza que le diera aquella , convierte en un magnifico soirée lo que no pasaba de una penitenciaria. El Gaitero sigue en su obra , esparce la idea luminosa de apostar un trago al que tire su sombrero de una espigada , y todos se ponen manos a la obra. Nadie ignora su intencion, las doncellas se miran de soslayo , y retozan con aquel pudor previsor que tanto prestigio sabe dar á la mitad mas hermosa del género humano, y solo el ama de casa está en ayunas de esta diabólica invencion.


    La cosa es hecha , la espiga vuela como paloma herida en las alas, y..... daaf!!!..... viene á caer sobre el mismo y mismísimo candil que esparcia sus lánguidos reflejos sobre esta reunion. Ya no hay remedio: aqui hay gresca; el ama de casa protocoliza aqueste insulto, el Gaitero se sincera , los mozos rien á grito pelado, las mozas se agrupan haciendo mil aspavientos, el ama de casa busca á tientas la puerta gritando desaforadamente : y..... en el fondo del cuarto, por donde no se esperaba seguramente, aparece una ridícula Maritornes con otro candil encendido que no parece sino la Sonámbula saliendo del molino.

    Al verse solo el Gaitero todas las palabras le parecen pequeñas para echar la culpa á los mozos que se marcharon, y queda en su lugar favorito, haciendo la rosca del gallo á una garrida casada que tiene su marido en Cais. Desprecia las voces y silbidos que dan los mozos desde fuera para que les acompañe á ruar por molinos y fiadas, y espera que se acabe la vela para seguir al querido objeto de sus ansias. Asi lo ejecuta, y acompañándola hasta su casa, hacen repetidas paradas, se responden galantes palabras, y dicen sin rebozo cántigas de esta hilaza:


    Cantan os galos á ó dia.....
    O relo dos namorados:
    Guapos que andades de noite
    Non vos collan descuidados.

    El Gaitero duerme esta noche fuera de casa , diciendo en ella al otro dia que tuvo que hacer un largo viaje para ajustarse en la festa do Patron y que ha dormido en el sobrado de un compadre: que el Gaitero en todas partes tiene compadres...


    Última edición por ALACRAN; 03/12/2020 a las 18:43
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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    Re: El Gaitero Gallego: sus andanzas y enredos (Tipismo del siglo XIX)

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    ...EL GAITERO EN UNA FIESTA DEL PATRON.

    No molestaré a mis carisimos lectores con la descripcion de la noche anterior a esta fiesta : allí está el Gaitero tocando hasta las once en casa del mayordomo, y solo confesaré en honor de la verdad que al percibirse en la parroquia el touporrotou del tamborilero , viejos y jóvenes, hombres y mujeres, niños y niñas, chicos y gordos sueñan en el dia de mañana. Al sonido de la gaita , la alegría y la animacion no tienen término: un par de cohetes que retozaron en el aire al anochecer, y el repique general de campanas, alarmaron los corazones , las mozas limpiaron sus cofias, (tocas) han sacudido los manteles ( zagales abiertos de paños) y estiraron los dengues, (esclavinitas de grana) pero al sonido de la gaita , repito, los ancianos se sonrien, los jóvenes se alegran, las doncellas se ensayan en la muyñeira, los mozos en repicar las castañuelas, los cojos se hallan mejorados, y hasta los sordos oyen por aprension, comprobando este pensamiento de las Soledades de GONGORA.

    La gaita el baile solicita el gusto
    ..........................

    Al romper el dia ya el Gaitero baja a la parroquia tocando la tierna y campesina alborada que repiquetea con primor, y despierta al rezagado dormilon que aun piensa que no cantó el gallo. Todos salen á su encuentro, todos ofrecen á sus plantas los inciensos de las salutaciones y de las alabanzas, y son las diez de la mañana cuando vuelve á casa del mayordomo. Aquí solo tiene tiempo para descansar, limpiarse del polvo ó del lodo, segun la estacion, y tomar un bocado con taquigráficas maneras.

    Entretanto el átrio de la iglesia parroquial se llena de hombres y mujeres, aquellos de blancas cirolas y nuevos sombreros, y estas con lustrosos zapatos y ricas cofias, donde campea la cinta que simboliza la situacion de la moza que la lleva. Conversaciones indiferentes se ventilan entretanto, y de vez en cuando algun suspirillo ó mirada amante se abre calle por los varios grupos que se arremolinan en el pórtico. La hora se va acercando: pasa el señor Abad, á quien todos se descubren, siguenle los capellanes, vienen despues los cantores, vése cruzar al ama del cura con algun sobrinito, vestida de veinte y cinco alfileres, corre el sacristan con el misal de gala al brazo, repican las campanas, y solo falta que llegue el Gaitero con la comitiva del mayordomo.

    De esta manera todos los ánimos están suspensos del sonido de la gaita, y apenas se percibe perdido en el eco, las mismas sensaciones de la mañana nacen en los corazones: alegría, entusiasmo, voces acordes, empellones, golpes de palo, todo está permitido en el entusiasmo lírico de estos festejadores. No hay duda, el Gaitero precede á los parientes del mayordomo con aire descuidado y filosófico, y este mensaje religioso-filarmónico merece la confianza de todos. Ahora el Gaitero no habla á ninguna persona, es altivo y orgulloso si los hay; se abre lugar por cualquier lado, entrecierra los ojos, ahueca por demas los carrillos para hacer alarde de su fuerza pulmonar, y aprobar estos versos de SALAZAR:


    Oh música sonora de Galicia
    A donde los Gaiteros
    Los cueros tocan hechos unos cueros.

    Y marcha sin pérdida de momento hacia la puerta de la iglesia, saluda al pasar el mayordomo, hace de pronto callar á la gaita , y echando dos chupadas del cigarro de algun compadre, se limpia el semblante, del sudor, hace la señal de la cruz, y sin decir oste ni moste sube al coro, que es el campo de batalla de sus operaciones lírico-dramáticas. El coro está lleno de aficionados porque no es el menor antecedente para una conquista amorosa el saber entonar el introito ó acompañar el credo: el Gaitero dirige a todos una sonrisa, que participa á la vez del agrado y de la ironía, la sonrisa del que se cree superior a todos.

    Pronto se da principio à la misa, y el Gaitero se lleva la atencion de todos: ora canta en cuerda de tenor, ora cepilla su voz con una tessitura empalagosa, unas veces acompaña con la gaita por tono de á un recitado en re, otras sigue en altísima escala el tutti de los coristas del coro, y es allí a la vez soprano y bajo, Gaitero y flautista. Llega á Sanctus y coge la gaita, va á alzarse y prepara la flauta haciendo la obertura con un andante de muyñeira, ó unas variaciones sacadas de la célebre marcha imperial, viene el Agnus Dei y vuelve la gaita, se consume, y vuelve la flauta que sigue el canto medio tono mas subida por lo menos, y entre gaita y flauta, y flauta y gaita, mi buen Gaitero lleva á un terreno peligroso su misa do Patron compuesta en variedad de instrumentos ó de tonos.


    Acábase la misa y se prepara á salir la procesion, cuando el Gaitero baja la escalera del coro despues del señor Abad, y sigue á la puerta principal donde le aguardan mozos y mozas, retozando en seco que es un contento. El Gaitero sigue en su austeridad inusitada , y solo se le escapan de vez en cuando algunas tiernas miradas no vacías de sentido para muchas. Entre un campaneo insufrible y un chisporroteo de fuegos, sale la esperada procesion, y el Gaitero que sabe su puesto, se coloca despues de los pendones de las cofraderias, y delante del estandarte de la Virgen, toca sus aplaudidos caprichos, y marcha con estudiada afectacion, parándose de vez en cuando porque se adelanta mucho arrobado en sus brillantes inspiraciones. En el villancico del crucero mayor siempre se estrena con alguna novedad filarmónica; es aquel su beneficio , y por lo regular punto mas ó punto menos, ejecuta una improvisada cavatina del fandango ú otra cosa por el estilo. Pero déjeme yo de tantos pormenores, corriendo un velo por estas pocas horas de impaciencia , y por el arte del diablo coloquémosle sentado con su tamborilero bajo una corpulenta robleda, y formando rueda con un numeroso peloton de hombres y mujeres.

    Como dijo el P. Sarmiento, es pedir peras al olmo, el que no haya baile en la fiesta del Patron de cualquiera aldea , cuando todo es fiesta en la fiesta. Y como no puede haber baile sin Gaitero, claro está que este es la persona llamada por la Providencia para animar la gente. El Gaitero en la baila es terco, pesado, antojadizo, malicioso: perdió la seriedad de la mañana, y vuelve á dar pruebas de sus chistosas ocurrencias. Recogiendo de todas partes flores y miradas, reimprime algunas escenas de la boda ó del magosto, pero en una edicion furtiva y clandestina; mide el gran efecto de sus intrigas amorosas, y llama para su lado á algunos de los primeros espadas de la aldea. El Gaitero es aquí el autócrata de todas las voluntades, y no habrá miedo que siga en la mejor figura de la muyñeira, si cualquiera prójimo le brinda con un vaso, ó un cigarro de amigo.

    Malicioso y pertinaz, toma por asalto los medios que le conducen á llevar parte en la fiesta , ya acelera el compás cuando dos queridos bailan solos, para que perdiendo el baile, digan todos que están ciegos como ellos solos, ya muda de tocata para frustrar los proyectos de aquel otro que pide en alto que rija la danza, y en todas las ocasiones dirige como se le antoja tan concurrida baila. Con una mirada, da el Gaitero un consejo saludable á la desconsolada moza, reprende a la casada que se olvida del que está en Cais, indica al tamborilero que están flojas las correas del pandeiro, y alegra al zeloso mozo que no quiere bailar. De esta suerte alimenta aquella sempiterna chismografia que reparte en las tabernas, que enmienda en la tertulia del señor Abad, y que comenta en el atrio de la iglesia en las noches de lunar.


    El Gaitero es el foco de tanto entusiasmo, y el reverbero de grupos tan variados: en él se apiña lo bello, lo interesante, y recibe tal apoteosis de estos benditos de Dios, que lo envidiaria el mismo Homero, si no fuera ciego, como nos lo cantan viejos pergaminos. Viene la noche, y el Gaitero deshace este coso campestre, lleva la baila á casa del mayordomo, descansa por un rato, poniendo de lo mas flaca á la gaita, á ese cachazudo instrumento que con la antigua citola

    non aman caquil hallaco
    Mas aman la taberna é sotar eu bellaco.
    (ARCIPRESTE DE HITA)

    Y entrega su boca al dulcisimo brevaje que encierra la mas cercana pipa. Ahora se vuelven por todas partes las caravanas que llegaron a la tarde, se dispersan los pelotones de género epiceno, y entre las conversaciones que se mueven con mas calor, no deja de figurar en primera línea la del mérito del Gaitero, combatido por alguno que ha sido despreciado de su querida, gracias a los manejos de él; ó por otro personaje á quien dió de palos á la salida del molino, ó al pasar por la puente del lugar.

    El Gaitero llega á casa del mayordomo con mas ganas de dormir que de otra cosa, y pronto se le cumplen los deseos, pues todos padecen de esta enfermedad, y se despiden con el ángel hasta el otro dia. Esta es la única en que el Gaitero es enemigo de toda cuestion incidental que haga prolongar la sesion de baile casero: marcha con su madre de Dios y veinte reales del pico hácia su casa, y llegar á ella y echarse en cama es todo uno... Al otro dia... pero ya es tiempo de que deje en paz al Gaitero que anda de ceca en meca, sin tregua ni descanso. ¡Querrá el cielo que se entregue en brazos de Morfeo, adormecido con los pámpanos saludables del Rivero ó del Ulla!!

    La vida del Gaitero es un coche parado; no hay romería , no hay diversion en Galicia que no comparta con él sus placeres y dolores. Solo una vez en la vida asiste como todos á una oracion religiosa ... fenómeno singular!.... solo una vez se le ve en la iglesia envuelto en su capote y con la frente arrugada.... Mala señal.... Esto me huele á entierro, y tengo una aprension que Dios me libre.... mas... alto! El Gaitero sufre entonces una transmigracion pitagórica, es el hombre campana de Victor Hugo, y dicen las gentes acongojadas con el dolor que inspiran los finados y el recuerdo que despierta la aparicion del músico: «hoy tenemos campanas por gaita, y clérigos por bailadores, » comparacion tan espantosa que me hace soltar mi mal cortada péñola.

    Antonio Neira de Mosquera


    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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