El juego en la actualidad




Para finalizar este breve recorrido por la historia de la pelota haremos un repaso a lo más representativo de la trayectoria deportiva del siglo XX. Veremos las principales figuras y los detalles más significativos de los últimos tiempos.

Los inicios de siglo son pletoricos, mucha afición, partidas por todas partes, la ya comentada innovación de la cuerda para complementar la escalera de los trinquetes, etc. La guerra incivil trastocó muchas de las actividades que se hacían y, entre ellas, también la pelota.

La gran figura de los años treinta y uno de los más solidos jugadores de los años cuarenta fue Quart, Albert Arnau de Quart de Poblet. Será después de la guerra cuando aparezca un referente con una larga proyección en la pelota. Juli Palau, Juliet, d’Alginet, fue todo un monstruo, que dominó el juego toda la década de los cuarenta y buena parte de la de los cincuenta, enfrentandose con las figuras Quart, Llíria y Rovellet, hasta que se retiró en el año 68. Todavía hoy es un referente en caballerosidad, educación y buenas maneras, cosa necesaria para un deporte muy mal visto por los bienpensados de la época. Sus desafios múltiples con Quart y Llíria llenaron todos los trinquetes del país. Al ocaso de Juliet le sucede el despuntar de Antoni Reig, Rovellet, de Valencia, otra perfecta personalización del pelotari ideal, tanto en la parte deportiva como en la humana. A tanto llegó su figura que todavía hoy participa activamente en la promoción de nuestro deporte. Diez años más joven es el siguiente gran campeón, Josep Sambenancio, Eusebio, de Riola, que marcó la década de los sesenta con sus duelos con Rovellet. El estilo y la elegancia de Eusebio han perdurado mucho tiempo, así como su larga carrera, ya que se retiró en una forma física admirable con cuarenta seis años.

Paco Cabanes, Genovés, es por mérito propio merecedor de un apartado particular en este resumen. Su figura llena veinte años de pelota en todas las modalidades. En los últimos años de carrera profesional el nombre de Genovés hay que asociarlo a dos genios emergentes: Fredi y Sarasol, que disfrutaron del placer de enfrentarse con el maestro.

Alfred Hernando, Fredi, de Valencia, ha sido uno de los mejores atletas de todos los tiempos y, si no hubiera coincidido con un fuera de serie como Genovés, habría sido un as, como demostró al proclamarse campeón individual d’escala y corda en el año 87, y al año siguiente en que perdió la final contra Genovés.

Enric Sarasol, de Genovés, ha tenido la gran fortuna de estar en un momento de forma magnífico cuando la edad comenzaba a menguar considerablemente las fuerzas de Genovés, eso le ha convertido en el actual campeón indiscutible, con seis títulos individuales.

Desde los años treinta han cambiado mucho las circunstancias del juego, las normas y variantes del juego se mantienen exactamente igual, han aparecido carrers artificials para jugar a pelota sin problemas y son ya muchos los pueblos que han creado escuelas de pelota. La Federación de pelota Valenciana se desligó de la estatal (que recoge las variantes vascas) en el año 85, organizando a partir de este momento las competiciones, regulando y homologando normas y medidas, etc. Poco a poco, el deporte ha ido recuperandose, ganando incluso la atención de la televisión, instituciones públicas y privadas que financian competiciones de alto nivel, tanto para profesionales como para aficionados, Se hacen competiciones internacionales y la galeria de figuras que hemos apuntado ha ganado muchos aficionados para la pelota valenciana. Hay que mirar también hacía los pueblos, que tantos años han estado preservando la tradición y que hoy continuan proveyendo de profesionales los circuitos y torneos de toda la Comunidad Valenciana. La gran esperanza está ahora en las escuelas, donde está previsto hacer la pelota asignatura obligatoria para que todo el mundo conozca este deporte como parte fundamental de la cultura valenciana.

A pesar de todos los esfuerzos realizados, hace falta todavía un impulso bien grande para que nuestro deporte llegué donde tiene que estar. Sin crear afición, está condenado a un papel secundario, a ser siempre el pariente pobre de deportes inmensamente más ricos.