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Tema: La invención del llanito: informe del Foreign Office

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    La invención del llanito: informe del Foreign Office

    Este informe de 1971 se desclasificó en 2002, y muestra bien a las claras la construcción artificial de la identidad gibraltareña.Apareció publicado en El Mundo ese año.

    "Un documento confidencial del Ministerio de Asuntos Exteriores británico recién desclasificado pone en evidencia la gran mentira de la identidad gibraltareña

    JOSE L. LOBO. Enviado especial

    GIBRALTAR, ULTIMA COLONIA EUROPEA. La Constitución de Gibraltar se ha convertido en el mayor obstáculo de las negociaciones entre España y el Reino Unido sobre el futuro del Peñón, ya que su preámbulo obliga a Londres a someter a referéndum entre los gibraltareños cualquier cambio en la soberanía de la colonia. Sin embargo, un documento confidencial elaborado por el Foreign Office en 1971, que acaba de ser desclasificado, revela cómo Gran Bretaña fue fabricando artificialmente, a lo largo del siglo pasado, la identidad gibraltareña, hasta el punto de afirmar que su Constitución «les viene grande varias tallas». El documento califica a los 'llanitos' de «sucedáneos de ingleses» y se burla de sus «decorativas» instituciones políticas.



    GIBRALTAR. «Con la vana esperanza de impresionar a las Naciones Unidas, en los años 60 le dimos a los gibraltareños una Constitución que les viene grande varias tallas (...), lo que ha contribuido a ensanchar artificialmente la brecha entre Gibraltar y España (...) y a convertir a los gibraltareños en unos sucedáneos de ingleses».

    Así reza un documento confidencial elaborado por el Foreign Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores británico) en 1971 y recién desclasificado, que pone al descubierto el proceso de fabricación artificial de la identidad gibraltareña por parte del Reino Unido, la potencia administradora de la colonia, a lo largo del siglo XX.

    La Constitución del Peñón, aprobada en 1969, señala en su preámbulo que el Gobierno británico nunca traspasará la soberanía de Gibraltar a otro Estado «en contra de los deseos libre y democráticamente expresados del pueblo de Gibraltar».

    Este es, precisamente, uno de los principales obstáculos, si no el mayor, que deben sortear Madrid y Londres para alcanzar un acuerdo sobre el futuro del Peñón, ya que ese preámbulo obliga a Gran Bretaña a someter a la aprobación de los gibraltareños, mediante un referéndum, cualquier cambio en la soberanía de la colonia.

    En 1971, el Gobierno conservador de Edward Heath reconocía que el profundo «alejamiento» de España y Gibraltar no se debía sólo a las restricciones impuestas por Madrid, como el cierre de La Verja, sino, sobre todo, a las «improvisaciones» en el estatus de la colonia que Londres aplicó «sin pensar en sus graves consecuencias».

    El documento confidencial del Foreign Office, elaborado por su Departamento de Investigación en noviembre de 1971 y firmado por J. S. Bennett, sostiene que hasta bien entrado el siglo XX la población del Peñón era «social y económicamente, más española que británica», pero que, a partir de entonces, y a causa de los cambios políticos y sociales impuestos desde la metrópoli, fue «adoptando un modelo de vida más británico que español».

    "TAMBIEN SON ESPAÑOLES..."

    Para sostener esta argumentación, el Foreign Office ponía como ejemplo el debate que el Parlamento británico celebró en 1889 para estudiar las diferentes alternativas ante una eventual evacuación de la población civil gibraltareña en caso de guerra. «Y llegó a la conclusión de que 'la mejor solución, de lejos' sería trasladarla al Campo de Gibraltar, no sólo por su cercanía, sino porque 'se hallaría entre unos habitantes de idéntica religión, idioma y costumbres'». Y añadía que el entonces gobernador del Peñón «recomendó al Gobierno británico que 'recordase al Gobierno español que los habitantes de Gibraltar, aunque súbditos británicos, son también españoles'».

    El documento, titulado La brecha entre Gibraltar y España, admite que el «proceso de distanciamiento» entre España y la colonia británica comenzó mucho antes de que Madrid limitara la libertad de movimiento de los llanitos, precisamente por las transformaciones en la educación, la moneda, la lengua o las instituciones políticas del Peñón decididas unilateralmente por Londres a lo largo del siglo pasado.

    «Si realmente contemplamos la posibilidad de que el futuro de Gibraltar pase algún día por España y deseamos convencer al Gobierno español de nuestra sinceridad al respecto», sostenía el Foreign Office en 1971, «sería necesario revertir todas las tendencias que acabamos de comentar». Y llegó a plantearse, entre otras medidas dirigidas a reforzar la maltrecha «confianza mutua» hispano-británica, recortar drásticamente el autogobierno del Peñón, convertir a la peseta en moneda cooficial o impulsar la enseñanza de los gibraltareños en España.

    Estos son los principales argumentos del documento desclasificado por el Foreign Office, que dejan en evidencia muchos aspectos del actual discurso oficial de los conservadores, ferozmente opuestos al proceso negociador entre Madrid y Londres:

    MONEDA

    «La peseta fue la única moneda de curso legal en Gibraltar hasta 1898, cuando fue reemplazada por la libra esterlina. Aunque el Gobierno gibraltareño, a partir de esa fecha, comenzó a elaborar sus Presupuestos en libras, la peseta ha seguido circulando de forma extraoficial (...).

    (...) Por tanto, si durante el apogeo del imperialismo Victoriano fue aceptable para Gibraltar hacer sus Presupuestos y comerciar en pesetas, debería hacerse ahora un estudio objetivo sobre las alternativas al uso exclusivo de la libra, sin que por ello saltaran las alarmas sobre la cuestión de la soberanía».

    LA VERJA

    «Cuando se levantó, en 1909, aseguramos al Gobierno español que su única finalidad era controlar el contrabando y ahorrar centinelas, y no, como temía España, para delimitar una frontera. Pero la existencia de esa barrera física durante más de dos generaciones sólo ha servido, inevitablemente, para fomentar una sensación de aislamiento (...).

    (...) La desaparición de La Verja, obviamente, plantearía problemas prácticos, tanto en el lado británico como en el español. Pero, psicológicamente, los efectos a largo plazo [de su mantenimiento] serían considerables».

    LA EDUCACION

    «Los británicos sustituimos progresivamente al español como la lengua para la enseñanza en Gibraltar, aunque ello obligase a algunos niños a estudiar en un idioma extranjero, ya que el español se hablaba en casi todos los hogares (...).

    (...) En 1940 el sistema educativo del Peñón fue reestructurado como un fiel modelo del británico, y la educación secundaria fue arrebatada a las comunidades religiosas, debilitando, así, otro puente potencial de unión con España para la mayoría católica [del Peñón]. Eso significó que, después de 250 años de presencia en Gibraltar, los británicos comenzamos, repentinamente, a convertir a los gibraltareños en sucedáneos de ingleses, justo cuando el desarrollo de las armas nucleares empezaba a poner en cuestión la razón de ser de nuestra presencia [en la colonia] (...).

    (...) Sería aconsejable crear un equipo de expertos que estudiase la posibilidad de que los gibraltareños, en un futuro, reciban enseñanza en España».

    INSTITUCIONES POLITICAS

    «Hasta 1922, los gibraltareños sólo controlaban los asuntos municipales y no aspiraban a ejercer otras responsabilidades, que, gustosamente, dejaban en manos británicas. Pero en 1950, al igual que hicimos con la Educación, le concedimos a esta diminuta fortaleza unas instituciones copiadas de las nuestras, a pesar de que el entonces primer ministro laborista [Clement Attlee] defendía que sería mucho más realista mantener el modelo municipal (...).

    (...) En la década de los 60 aceleramos ese proceso con la vana esperanza de impresionar a las Naciones Unidas, otorgando a los gibraltareños una Constitución que les viene grande varias tallas, lo que les animó a comportarse de forma arrogante y poco realista y provocó que los españoles vieran en ello una estratagema hipócrita diseñada para frustrar los derechos de reversión del Peñón contenidos en el Tratado de Utrecht.

    Durante las conversaciones celebradas en Madrid en 1963 y 1964 tratamos de tranquilizar a los españoles, asegurándoles que el Gobierno británico 'no tenía ningún plan para conceder a Gibraltar un aumento sustancial de su autogobierno'. Sin embargo, poco después introdujimos en Gibraltar el sistema ministerial británico y enviamos a sus principales ministros a la ONU para que reclamasen la autodeterminación. España, entonces, respondió con la imposición de restricciones, pero poco después, en febrero de 1965, ofreció la posibilidad de suspenderlas si nosotros restaurábamos el anterior estatus quo.

    Durante las conversaciones celebradas en Londres en 1966 ofrecimos a España la vuelta de Gibraltar al modelo municipal, y España no se opuso a ello. La ruptura de las conversaciones nos liberó de mantener esa oferta, pero ello no nos obligaba a hacer justamente lo contrario, como fue la convocatoria del referéndum en 1967 y la aprobación de la Constitución gibraltareña en 1969 (...).

    (...) En realidad, las nuevas instituciones políticas representan poco más que un estuco decorativo y podrían ser reconstruidas siguiendo el modelo municipal, sin causar por ello un gran daño a la estructura de la sociedad gibraltareña (...).

    (...) Quizá no tenga mucho sentido pensar en cómo podemos llegar a un acuerdo con España si, al mismo tiempo, no estamos preparados para bajar los humos a los políticos gibraltareños».

    Reproducción parcial del documento confidencial elaborado por el Foreign Office en 1971, que acaba de ser desclasificado."

  2. #2
    Avatar de Templário
    Templário está desconectado Miembro graduado
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    Re: La invención del llanito: informe del Foreign Office

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    Sin discutir su exposición bién informada; por mi parte, la situación de Gibraltar, ainda que anti-natural, decorre de tratados Internacionales. Y quién sabe?! poderá evoluir até para una autonomia dentro de España. De Grã-Bretaña, para España. Pacificamente. Espero que si,- y que viena a ser español, quién sabe, con una autonomia que respecte su situación especial - y sus habitantes.


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