Por Pedro Damián Cano Borrego Más artículos de este autor
miércoles 04 de marzo de 2015, 04:08h
El Archipiélago de las Marianas, junto con los de Palaos y las Carolinas, formaron parte desde el siglo XVI de la Capitanía General de Filipinas y del Virreinato de Nueva España. Visitadas por primera vez por Fernando de Magallanes en 1521, fueron bautizadas como “Islas de los Ladrones”. La ocupación efectiva del archipiélago comenzó el 15 de julio de 1668, con la llegada de una expedición de jesuitas que se estableció en Agaña, y recibieron su nombre actual en honor de Mariana de Austria, la esposa de Felipe IV. Desde este momento hasta su venta en 1899 a Alemania su patrón monetario fue el hispánico.
Afirma Patacsil que el trueque era la práctica habitual en el comercio entre los nativos chamorros de las islas antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI. A finales del siglo XVII y principios del XVIII la población local era pagada normalmente en especie, usualmente con hojas de tabaco procedentes de Filipinas, que suponían un salario diario de una décima parte de un real o la decimoctava parte de un peso fuerte. Por ello, según Patacsil, un trabajador necesitaba trabajar de cuatro a seis meses para adquirir unos pantalones del material más barato, valorados entre seis y ocho reales.
La isla de Guaján, actualmente conocida como Guam, tenía gran importancia estratégica para España, al ser el principal puerto de escala para el Galeón de Manila, y prueba de ello es que en la misma se conservan cinco fuertes de la época hispánica, y un Camino Real que unía San Ignacio de Agaña con el puerto de Umatac. Tras el establecimiento de la primera misión en 1668 por Fray Diego Luis de San Vitores, fue habitual que la Nao de la China hiciese una parada en el puerto de Agaña, para desembarcar a los religiosos y funcionarios de la administración y el situado para el pago de los funcionarios, los soldados y estipendios para los misioneros. Dado que no había tiendas en las Marianas durante estos primeros años, según Patacsil los soldados normalmente utilizaban las monedas para apostar en el juego.
Poco después del establecimiento de los españoles, en 1686, el galeón “Santo Niño”partió hacia las Marianas, donde dos naves piratasinglesas merodeaban a la espera de la llegada del galeón “Santa Rosa” desde Acapulco. No pudo cumplir su misión de escoltar a esta última nao, que se dirigió directamente al puerto de Naga sin poder entregar los socorros que desesperadamente esperaban los colonos de las islas.
El 3 de junio de 1690 el galeón “Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza”, escolta del “Santo Niño”, que transportaban el situado de las Marianas, al Gobernador General Fausto Cruzat y Góngora y a soldados y misioneros franciscanos de Nueva España a Filipinas, se hundió en una colisión con arrecifes en las islas Cocos. Los trescientos pasajeros de la nao “Pilar” fueron rescatados, pero se estima que transportaba un millón y medio de monedas que se hundieron en el naufragio.
A comienzos del siglo XVIII el Gobierno Superior de Manila emitió un documento recomendando la introducción de moneda en las Marianas, dado que la escasez de circulante era la causa de una serie de problemas que necesitaban soluciones. El vice provincial de las misiones de las islas, Gerardo Bowens, se preguntaba en 1706 en relación a este documento cómo se podrían corregir las injusticias con la introducción de numerario, y estimaba que lo que habría que hacer era no compensarles con moneda, sino con artículos como los bolos–machetes-, carajayes-planchas de hierro-, y otros bienes y ornamentos que pudieran ser utilizados por ellos.
La introducción de numerario en las islas no se produjo por ninguna disposición gubernamental, sino por el desarrollo económico del archipiélago y por la necesidad de medios de pago para su comercio exterior. Las primeras relaciones fueron con las Filipinas, con las personas de paso en el galeón y porque el archipiélago filipino era el lugar de aprovisionamiento de las Marianas.
A finales del siglo XVIII, del montante global de los situados encomendados a la masa común o erario de Nueva España de 3.011.664 pesos anuales, correspondió a las Marianas en el año 1789 la suma de 20.137 pesos, y 25.223 pesos eran enviados a las Filipinas, si bien se fijó un situado para este último archipiélago de 250.000 pesos. En 1817 se transfirió el gobierno de las Marianas del Virreinato de México a la Capitanía General de Filipinas, y el situado se redujo a 8.000 pesos.
En las mismas, como en Filipinas, se comenzaron a utilizar resellos para las monedas emitidas por las nuevas repúblicas hispanoamericanas a partir del 31 de octubre de 1828, con las letras “F.7” y, posteriormente, con “Y-II”. Estos resellos fueron más comunes en los reales de a ocho, y como afirma Patacsil, es muy habitual que los mismas porten asimismo resellos chinos. La época de esta moneda resellada coincide en las Marianas con un periodo de reforma económica instituida por el gobernador Francisco Ramón de Villalobos (1831-1837), que reguló los derechos a cobrar en los puertos a las naves en tránsito e inició la producción de bienes para la exportación, como el índigo, la tapioca, los tintes o las conchas de tortuga.
Entre los años 20 y 50 del siglo XIX numerosos barcos recalaban a menudo en Guaján, por lo que sus marineros introdujeron en la isla numerario de diversas procedencias. Cada uno de los treinta a sesenta buques pesqueros, normalmente estadounidenses o británicos, que llegaban anualmente a la isla y paraban un mes o más en la misma para efectuar las necesarias reparaciones tenían unos gastos de unos seiscientos pesos.
En 1837 se decretó el cese de la circulación de la moneda resellada y la foránea, lo que creó según Patacsil una gran incertidumbre al no haber uniformidad en el numerario circulante. Entre esta fecha y 1861 la moneda antigua procedente de las cecas de las Indias convivió con las pesetas, los cuartos y los maravedíes. Los maravedíes eran monedas de cobre acuñadas en España, equivaliendo 34 de ellos a un real, los cuartos moneda de cobre fabricada en Filipinas por contratistas chinos, una suerte de moneda provincial que circulaba en Filipinas y la Micronesia española con un valor de cuatro cuartos por cada real.
Desde 1857 se estableció la Casa de Moneda de Manila, que proveyó a las islas de numerario de oro y plata. Por Orden de 1861 se ordenó la retirada de la moneda argéntea hispanoamericana, y entre este año y 1868 se acuñaron pesos, dos pesos y cuatro pesos en oro con el busto de Isabel II. Una nueva emisión de moneda de cuatro pesos se produjo entre 1880 y 1885, con el busto de Alfonso XII.
En 1864 comenzaron las emisiones de moneda de plata en Filipinas, de diez, veinte y cincuenta céntimos de facial, con su valor reflejado en fracciones de peso. Al igual que hemos visto para las emisiones áureas, hubo dos series coetáneas a las de la moneda de oro. Junto con la moneda batida en Manila, también circuló en las Marianas la moneda acuñada en las cecas metropolitanas, y en 1876 se autorizó asimismo la circulación de los pesos mexicanos en paridad a los acuñados en Manila. Estos últimos se convirtieron de facto en la moneda más común en circulación en Filipinas y toda la Oceanía española. También llegaron a circular aunque por muy poco tiempo los pesos batidos en Madrid en 1897 con destino a las Filipinas.
Cuando en 1899 los norteamericanos tomaron posesión de los fondos gubernamentales españoles de Guaján, éstos estaban compuestos de moneda mexicana, española, filipina y de otras repúblicas sudamericanas. Los norteamericanos introdujeron en la circulación de la isla un mayor número de pesos mexicanos. El 9 de febrero de 1899 el comandante Taussig emitió una Orden que fijó las siguientes valoraciones de la moneda circulante:
- En moneda estadounidense, un dólar equivalía a dos pesos mexicanos.
- La moneda española equivalía a la mexicana.
- Un peso chileno equivalía a 75 centavos de dólar-
- Un sol peruano equivalía a 75 centavos mexicanos.
- Un peso colombiano equivalía a 90 centavos mexicanos.
En 1900 el peso mexicano o su equivalencia en moneda estadounidense se convirtieron en la moneda de curso legal, y no fue hasta el día 1 de julio de 1909 cuando la moneda estadounidense reemplazó completamente a la filipina y mexicana en Guam.
Alemania ya en 1885 había ocupado algunas islas en Palaos, lo que produjo un conflicto diplomático entre ambos estados en el que medió el Papa León XIII a favor de España. Las pretensiones germanas sobre la Micronesia española no cesaron, y se materializaron cuando el 12 de febrero de 1899 adquirió a España las Marianas, las Carolinas y Palaos por 17 millones de marcos, o 25 millones de pesetas de la época.
Bibliografía
FONSECA, F. de y URRUTIA, C. de, Historia General de la Real Hacienda, por orden del virey Conde de Revillagigedo, T. I., México, 1845.
MOORE, D.F., “Where is the gold? Silver and Copper Coins from two of Guam’s Historic Sites”, History of the Marianas, 2nd Marianas History Conference, August 30-32,2013, Mangilao, Guam, pp. 159-196.
PATACSIL, P.E., Coinage in Guam during the Spanish era, Chapel Hill, N.C.: Professional Press, 1998.
VARELA, C., “Microhistoria de un Galeón: El Santo Niño y Nuestra Señora de Guía”, en Un océano de seda y plata: el universo económico del Galeón de Manila, BERNABÉU ALBERT, S. y MARTÍNEZ SHAW, C. (ed), Sevilla, 2013.
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