La obra maestra de la PROPAGANDA anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala conciencia, infundirle la inquietud, incluso vergüenza, por su PROPIA HISTORIA.

A fuerza de repetir y machacar, desde la Reforma, hasta hoy en día, han conseguido convencer a muchos de que son los responsables de TODOS los males del mundo y han paralizado a los católicos en la autocrítica masoquista.

Así, feministas, homosexuales, tercermundialistas, pacifistas, representantes de todas las minorías, constestatarios y descontentos de cualquier ralea, científicistas, humanistas, filósofos, ecologetas, moralistas laicos y algún fraile, cura y hasta obispo o más intentan pasar cuentas, a menudo falseadas, casi sin discutir.

No hay problema, error o sufrimiento histórico que no se le impute a la Iglesia Católica. Y la mayoría de católicos, casi siempre ignorantes de su historia, acaban aceptándolo, creerlo y hasta respaldarlo.

En cambio yo, agnóstico pero historiador que trata de ser objetivo, os digo que debéis reaccionar en nombre de la VEDAD.
Tras un balance de 20 siglos de cristianismo, las luces prevalecen, ampliamente además, sobre las sombras. Entonces

- ¿POR QUÉ NO PEDÍS CUENTAS A LOS QUE OS PIDEN CUENTAS?

- ¿ACASO HAN SIDO MEJORES LOS RESULTADOS DE LOS QUE HAN VENIDO DESPUÉS?

- ¿DESDE QUE PÚLPITOS, ESCUCHÁIS CONSTRICTOS, CIERTOS SERMONES?

Nos hablan de aquella Edad Media que han estudiado desde siempre: ¡Aquélla vergonzosa mentira de "los siglos oscuros" por estar impregnada de la fe del Evangelio!

¿Por qué entonces todo lo que nos queda de aquellos tiempos es de una belleza y sabiduría tan fascinantes? También en la historia es aplicable la ley de causa y efecto.
(Leo Moulin, profesor de Historia y Sociología de la Universidad de Bruselas durante medio siglo, aunque de condición laica bordea el ateísmo).



LEYENDA NEGRA ANTICATÓLICA Y ANTIESPAÑOLA
Es imposible no acoger con satisfacción el hecho de que se descubran los "pasteles" de la "otra" América, la protestante, que dio (y quiere seguir dando) tantas desdeñosas lecciones de moral a la América católica.

Desde el XVI las potencias nórdicas reformadas (Gran Bretaña, Holanda in primis) iniciaron en sus dominios de ultramar una GUERRA PSICOLÓGICA, pues en la militar salieron continuamente malparados, una guerra desleal, sucia en la que se inventaron LA LEYENDA NEGRA de la barbarie y opresión ficticia practicada por España su archi enemigo con el que estaban enzarzadas en la lucha por el predominio marítimo y comercial.

Leyenda Negra que como ocurre puntualmente con todo lo que no está de moda en el mundo laico es descubierta ahora, con avidez, por curas, frailes y católicos adultos en general, quienes al protestar con tonos virulentos en contra de las celebraciones de por ejemplo el V Centenario del descubrimiento ignoran que, con unos cuantos siglos de retraso, se erigen en seguidores de una afortunada campaña de los servicios de propaganda británicos y "holandeses" (judíos).

Pierre Chaunu (historiador actual y calvinista) escribe: "la Leyenda Antihispánica en su versión norteamericana (la europea hace más hincapié en la Inquisición) ha desempeñado el saludable papel de válvula de escape. La pretendida matanza de los indios por parte de los españoles en el XVI encubrió, esta vez si, el auténtico genocidio norteamericano de la frontera Oeste del XIX. La América protestantes logró librarse de este modo de su crimen lanzándolo de nuevo sobre la América Católica".

Antes de tratar estos temas tendríamos que librarnos de ciertos moralismos actuales por irreales y que se niegan a reconocer que la historia es inquietante, incluso terrible. Una perspectiva realista debería condenar los errores y atrocidades, vengan de donde vengan, pero sin maldecir como algo monstruoso el hecho en sí de la llegada de los europeos a las Américas y su asentamiento en esas tierras.

En historia es impracticable la edificante exhortación de "que cada uno se quede en su tierra sin invadir la ajena". Y no es practicable a parte de que negaría todo dinamismo a las vicisitudes humanas, sino porque toda civilización es fruto de una mezcla que raramente es pacífica.

Normalmente los que reniegan de los "malvados" usurpadores de las Américas OLVIDAN, entre otras cosas, que a su llegada los europeos se encontraron a su vez con otros usurpadores. El imperio de los aztecas y el de los incas se había creado con violencia y se mantenía con una sanguinaria opresión de los pueblos invasores que habían sometido a los nativos a la esclavitud.

Se finge ignorar que las increíbles victorias de un puñado de españoles contra cientos de miles de guerreros NO estuvieron determinadas por los arcabuces ni por los escasísimos cañones (muchas veces inútiles en climas de altísima humedad) ni por los caballos (que no podían cargar en zona de selva), etc.
Los triunfos se debieron, sobre todo, al APOYO y alianzas de los indígenas oprimidas por incas y aztecas.

Con una política de alianzas que los españoles habían aprendido y perfeccionado durante varios siglos de lucha contra los invasores árabes de la Península en que cristianos se aliaban con árabes para pelear contra árabes y contra otros cristianos.


ver hilo de este foro: Datos Históricos de la Mayor Gesta Mundial

https://www.google.com/url?q=http://...ot7I3Uxe_Rw4aQ



Por lo tanto, más que como usurpadores, los españoles actuaron y fueron reconocidos como LIBERADORES.

Esperamos que los historiadores iluminados nos expliquen cómo es posible que en más de tres siglos de dominio hispánico NO se produjeron revueltas contra los nuevos dominadores a pesar de su escasísimo número que los hacía sensibles a su exterminación ante el más mínimo movimiento.

La imagen de la invasión de América del Sur desaparece inmediata al contrastar las cifras.
En los 50 años que van de 1509 a 1559, en el período de la conquista desde Florida al Estrecho de Magallanes, los españoles que llegaron a las "Indias" Occidentales fueron poco más de 500/año, sí, sí, quinientos al año, es decir, un total de 27.787 en ese medio siglo.

Pero es más España JAMÁS envió un ejército expedicionario al Nuevo Mundo (en esa época los heróicos TERCIOS estaban imbatidos en toda Europa) y esa cifra de españoles se reparte entre religiosos, comerciantes, funcionarios, colonos, etc. con sus mujeres e hijos. ¿Cómo podrían conquistar esos territorios? es imposible la explicación y mantener la Leyenda Negra, y todos los datos están bien documentados en la época, se conservan las notas de embarque, los buques que fueron, las cartas y órdenes de los reyes, etc. Las cargas no eran de armas sino de ganado, semillas, etc.

Veamos que pasa y hagamos cuentas realistas con la mezcla de pueblos en la América del Norte. Los colonizadores del norte venían de una isla que definimos, normalmente, como anglosajona si bien en realidad eran britanos, SOMETIDOS primero por los romanos (en parte), luego por los bárbaros germanos (anglo y sajones) que exterminaron buena parte de los indígenas y la otra tuvo que huir hacia la Galia donde expulsaron, a su vez, a los habitantes originarios y crearon lo que se denominó Bretaña.

Por lo demás, ninguna de las grandes civilizaciones (ni la egipcia, ni la cartaginesa, ni la romana, ni la griega , ni la judía) se creó sin las correspondientes invasiones y expulsión de los habitantes originarios.

Por tanto cuando se juzga la conquista europea de las Américas habrá que cuidarse de la utopía moralista de los que preferirían una historia llena de reverencias, buenas maneras, y de "faltaba más, Ud. primero".

Una vez claro lo anterior habrá que diferenciar entre conquista y conquistas, en este sentido la CATÓLICA gana de goleada a la protestante que tantas lecciones dió y aún nos pretende dar.

Como escribió el historiador Jean Dummont: "si por desgracia España (y Portugal) se hubieran pasado a la Reforma, se hubieran vuelto puritanas y habrían aplicado los mismos principios que aplicaron en la América del Norte ("lo dice la Biblia, el indio es un ser inferior, un hijo de Satanás") y un inmenso genocidio, esta vez sí, real, habría eliminado de América del Sur a todos los pueblos indígenas".

Y hoy cuando los turistas visitasen las escasas "reservas", de México a Tierra del Fuego, harían fotos de unos escasos supervivientes, testigos de la matanza racial y además ejecutada sobre la base de normativas "bíblicas".
Efectivamente, las cifras cantan: mientras que los pieles rojas que sobreviven en América del Norte son unos cuantos miles, en Hispanoamérica la mayoría de la población o bien es de origen indio o mezcla de precolombinos con europeos y en Brasil con africanos.

Veamos números. La población indígena de América del Norte está prácticamente desparecida si bien están registrados como "miembros de tribus indias" aproximadamente un millón y medio de personas. En realidad es una cifra engañosa pues se clasifican así todos los individuos que tienen aunque solo sea una cuarta parte de sangre india.
En el sur la situación es exactamente la contraria, en la zona mexicana, en la andina, y en muchos territorios brasileños, casi el 90% de la población o descienden directamente de los antiguos habitantes o es fruto de la mezcla racial entre los indígenas y los nuevos pobladores.

Y otro argumento irrefutable es que en América del Norte la cultura de EEUU no debe a la india nada, excepto tal vez algún vocablo, pues se desarrolló al margen de la india y de sus orígenes europeos sin intercambio con autóctonos, no ocurre eso en la América del Sur en el que la mezcla no fue solo demográfica sino que originó una CULTURA y una SOCIEDAD NUEVAS, de características inconfundibles.
Este hecho se debe a dos circunstancias:
- el grado de desarrollo de los aborígenes, pero especialmente es causa de
- un PLANTEAMIENTO RELIGIOSO diferente.

A diferencia de los católicos del sur que no dudaban en casarse con los nativos, en los que veían a seres iguales a ellos, los protestantes (siguiendo la lógica que hace retroceder el cristianismo reformado hacia el Antiguo Testamento) los animaba un RACISMO o como mínimo el sentido de la superioridad, de estirpe elegida, que había marcado a Israel.
Si encima se le añade la lógica reformada de la "predestinación": por la que el indio es subdesarrollado porque está destinado a la condenación, mientras que el blanco es desarrollado como signo de elección divina; hicieron que la mezcla, étnica y/o cultural fueran casi imposibles, consideradas como una violación del plan providencial divino.

Y así ocurrió no sólo en América y los ingleses sino en todas las zonas del mundo a las que llegaron los europeos de tradición protestante. Así el apatheid sudafricano es una creación típica y teológicamente coherente del calvinismo holandés.

Es así como sorprende esa especie de masoquismo que hace que la Conferencia de obispos católicos sudafricanos se sume, sin mayor distinción ni precisión, a la Declaración de Arrepentimiento de los cristianos blancos hacia los negros de aquel país. Y sorprende porque aunque pudo haber algún comportamiento católico condenable, dicho comportamiento, al contrario que el protestante, iba contra la teoría y práctica católicas. Pero da igual, hoy pare ser que existen no pocos clericales dispuestos a endilgarle a la Iglesia culpas que no tiene.

La forma de conquista de las Américas se originan, precisamente, en las distintas teologías: los españoles no consideraron a los nativos como basura que había que eliminar para establecerse ellos como dueños y señores.

Es frecuente que se escamotee el hecho de que España, a diferencia de Gran Bretaña, no organizó NUNCA su Imperio en colonias sino en PROVINCIAS. Y el rey de España NUNCA se ciñó la corona de emperador de las Indias, a diferencia de lo que hará, incluso en pleno XX, la monarquía inglesa.

Desde el comienzo y más tarde con implacable constancia, durante toda su historia posterior y en todas las partes del mundo que ocuparon, los colonos protestantes se consideraron con el derecho, fundado en la misma Biblia, de poseer sin problemas ni limitaciones toda la tierra y seres que lograran ocupar, echando, exterminando o esclavizando a sus habitantes pues no llevaban la marca del Nuevo Israel y tenían una predestinación negativa quedaban sometidos al dominio total de los nuevos amos.

Otro hecho irrefutable es el Régimen de Suelos instaurado en las distintas zonas americanas, lo que también justifica los diferentes resultados.
En Hispanoamérica se recurrió a la Encomienda, figura jurídica de inspiración feudal, por la que el soberano concedía a un particular un territorio con su población incluida, y cuyos derechos tutelaba, contra excesos, la Corona que seguía siendo la auténtica propietaria.
En el Norte, primero los ingleses, luego el Gobierno Federal se declararon propietarios absolutos de los territorios ocupados y por ocupar. Luego la tierra se cedía a quien lo deseara (siempre que fuera blanco, claro) al precio que fijó de un dólar por acre. En cuanto a los nativos de esas tierras era decisión del colono alejarlos, o mejor aún, exterminarlos con la ayuda del ejército de ser preciso.

El término exterminio no es exagerado, es literalmente la realidad concreta del Norte. Así la práctica de arrancar el cuero cabelludo, las cabelleras, era conocida tanto por los indios del norte como por los del sur, pero en éstos desapareció pronto, al prohibirla los españoles. No ocurrió así en el Norte.
Si se consulta bibliografía, nada sospechosa de hisanofilia, como el Larrouse: "la práctica de arrancar cabelleras se difundió en el territorio de los actuales EEUU a partir del XVII, cuando los colonos blancos comenzaron a ofrecer fuertes recompensas a quienes presentaran la cabellera de un indio, fuera hombre, mujer o niño".

Ya en 1703 el gobierno de Massachusetts pagaba 12 libras esterlinas por cuero cabelludo, cantidad tan atrayente que pronto se organizaron cazas muy rentables de indios con caballos y jaurías de perros.
El dicho "el mejor indio es el indio muerto" nace en el Norte y del hecho de que todo indio eliminado era una molestia menos para los nuevos colonos y porque las autoridades pagaban bien por su cabellera.

Esta práctica era desconocida en la América católica y cuando se trató de introducir provocó la indignación de los religiosos, siempre presentes al lado de los colonizadores, sino también que harían del practicante reo de severas penas, establecidas por los reyes para tutelar del derecho a la vida de los indios. Como siempre se oculta que la Iglesia, históricamente, se ha opuesto al abuso de los poderosos.

Es incuestionable y está documentado un gran descenso de población nativa en América Central y del Sur, pero no tanto como para estar al borde de la desaparición como en el Norte protestante, y fueron víctimas no de la espada toledana ni de una pólvora que fallaba por la humedad sino por los invisibles y desconocidos virus y bacterias provenientes de Europa.

El choque microbiano y viral que diezmó la población autóctona de Iberoamérica fue estudiado por el grupo de Berkeley y sus expertos universitarios. Fue un fenómeno comparable al de la peste negra que asoló Europa en el XIV procedente de China e India. Las enfermedades portadas por europeos como tuberculosis, pulmonía, gripe, sarampión y viruela eran desconocidas en el Nuevo Mundo en la que los indios carecían de defensas para afrontarlas pero es algo de lo que no puede responsabilizarse a los católicos que a su vez eran víctimas mortales de enfermedades tropicales a los que los indios resistían.


ESCLAVITUD
Según el historiador Jean Dummont: "la esclavitud de los indios existió, por iniciativa personal de Critóbal Colón, cuanto tuvo los poderes efectivos de virrey de las tierras descubiertas; por lo tanto, sólo ocurrió en los primeros y breves momentos de los asentamientos en las Antillas, antes de 1500. Isabel la Católica reaccionó contra la esclavitud en cuanto tuvo noticias de ella (en 1496 Colón había enviado algunos esclavos a España). La reina liberó ya en 1478 esclavos de las Canarias y luego mandó que se devolvieran, libres, a los indios antillanos, enviando a su comisionado especial: Francisco de Bovadilla, para que los liberara y éste a su vez destituyó a Colón que lo devolvió, como prisionero a España por sus abusos. Desde ese momento la política española quedó bien clara y se mantuvo: LOS INDIOS SON HOMBRES LIBRES, sometidos, como todas las demás provincias a la Corona y deben respetarse como tales, en sus bienes y personas".

Los que creen que el pasaje anterior es demasiado idílico para ser real ignoran el codicilio que Isabel añadió a su testamento antes de morir: Concedidas que nos fueron por la Santa Sede Apostólicas las islas y la tierra firme del mar Oceáno, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue la de tratar de inducier a sus pueblos que abrazaran nuestra santa fe católica y enviar a aquellas tierras religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir a sus habitantes en la fe y dotarlos de buenas costumbres poniendo en ello el celo debido; por ello suplico al Rey, mi señor, muy afectuosamente, y recomiendo y ordeno a mi hija la princesa y a su marido, el príncipe, que así lo hagan y cumplan y que éste sea su fin principal y que en él empleen mucha diligencia y que no consientan que los nativos y los habitantes de dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad y que si sufrieran algún daño, lo repararen".

Es un documento extraordinario sin parangón en la historia colonial de ningún país, en contraposición no hay una historia tan difamada como la que se inicia con Isabel la Católica.


LAS CASAS Y LA TRATA DE NEGROS.
La trata de negros fue un colosal negocio prácticamente en manos de musulmanes y protestantes que sólo afectó, de forma marginal, a las zonas bajo dominio español, en especial y casi exclusivamente a las islas caribeñas.

Los negros podían ser explotados, en las primeras épocas, pues incluso a ellos les iba a llegar una ley española y católica de tutela, cosa que NUNCA ocurrió en los territorios británicos. Pero ya en esas fechas tempranas hacer negocio con indios era ilegal (y las audiencias: tribunales de los virreyes españoles, no solían andar con bromas en estos asuntos). Y aunque Las Casas supuestamente se batió por los indios nunca hizo lo mismo por los negros a los que no dedicó ninguna atención.

Sobre el tema de Las Casas es un hecho que la libertad católica le permitió que atacara impunemente y con terribles expresiones el comportamiento de los particulares y de las autoridades. Según el historiador norteamericano Maltby la monarquía inglesa nunca toleró críticas ni la mitad de fuertes y hubiera obligado al faile al silencio o algo peor.
Es un hecho que la LIBERTAD DE EXPRESIÓN era una prerrogativa de los españoles durante el Siglo de Oro como corrobora el que estudie los archivos, que registran toda una gama de acusaciones públicas, y NO REPRIMIDAS, contra las autoridades.

Este fraile contestatario no sólo no se reprimió sino que se hizo amigo íntimo del emperador Carlos V quién le otorgó el título oficial de protector general de todos los indios, y al que se invitó a presentar proyectos que, una vez discutidos y aprobados, se convirtieron en LEY en las Américas Españolas.
No hay otro caso conocido en la historia en que un profeta (tal como se denominaba el fraile a sí mismo) fuera tan seriamente tomado por un sistema político que es representado como de los más oscuros, terribles y censuradores.

Las denuncias de Las Casas en vez de acallarse se tomaron radicalmente en serio por la Corona española que impulsó severas leyes en defensa de los indios, y más tarde aboliría las encomiendas causando graves perjuicios a los colonos en beneficio de los indios.

Como dice Jean Dumont: "el fenómeno de Las Casas es ejemplar pues supone la confirmación del carácter fundamental y sistemático de la política española de protección de los indios. Desde 1516, cuando Jiménez de Cisneros fue nombrado regente, el gobierno ibérico no se muestra en absoluto ofendido por las denuncias, a veces injustas y casi siempre destinadas del dominicano. Las Casas no fue censurado y los monarcas y sus ministros lo recibían con extraordinaria paciencia, lo escuchaban, nombraban juntas que estudiaban sus críticas y propuestas, y promulgar las Leyes Nuevas. Más aún el monarca, para darle mayor autoridad nombra a Las Casas obispo y hace que la Universidad de Salamanca se cree una escuela de juristas que elaborará el Derecho Internacional Moderno basado fundamentalmente en la "igualdad natural de todos los pueblos" y de la ayuda recíproca entre la gente.

Ayuda muy precisada (y a menudo olvidada) de los pueblos de América Central que habían caído bajo el terrible dominio de los invasores aztecas, uno de los pueblos más feroces de la historia, con una oscura religión con sacrificios humanos masivos, cuando llegaron los españoles, en sus grandes pirámides que servían de altar, llegaron a sacrificar a 80.000 jóvenes en una sola ceremonia. Y debido a su necesidad de conseguir nuevas víctimas guerreaban sin cesar.

La intransigencia y furor de los primeros católicos desembarcados se explica ante esta oscura idolatría en cuyos templos corría tan abundantemente sangre humana.


Según el historiador protestante Pierre Chaunu: "lo sorprendente no son los abusos iniciales, sino por el hecho de que esos abusos se encontraran con una resistencia que provenía de TODOS los niveles -de la Iglesia- pero también del Estado mismo, de una profunda conciencia católica".

Y como comenta Luciano Parena: "Las Casas se pierde siempre en vaguedades e imprecisiones. No dice nunca cuándo ni dónde se consumaron los horrores que denuncia, tampoco se ocupa de establecer si sus denuncias constituyen una excepción. Al contrario, en contra de toda verdad, da a entender que las atrocidades eran el único modo habitual de la Conquista".

Y según Maltby: "fueran cuales fuesen los defectos de su gobierno, en la historia NO HUBO NINGUNA NACIÓN que igualara la preocupación española por la salvación de las almas de sus nuevos súbditos. Hasta que la corte madrileña no se infestó de masones e iluminados no reparó en gastos ni sacrificios par cumplir sus acuerdos con el Papa, que había concedido los derechos de patronazgo a cambio del deber de evangelización. Y los resultados hablan; gracias al sacrificio y MARTIRIO de generaciones de religiosos mantenidos holgadamente por la Corona, en las Américas se creó una cristiandad que es hoy la más numerosa de la Iglesia católica y que, a pesar de los límites propios de las empresas humanas ha dado vida a una fe "mestiza" encarnada por el encuentro carnal de distintas culturas".