Historiadora japonesa: "Deberíamos recuperar el espíritu de conquista de los españoles del siglo XVI"

Entrevista a Yayoi Kawamura

"Deberíamos recuperar el espíritu de conquista de los españoles del siglo XVI"

"En Japón, durante dos siglos y medio hubo una manipulación total de la historia, pero es algo que sucede en todas las partes y en todas las épocas aún hoy", comenta la profesora de Historia de Arte

franco torre 23.07.2017 | 02:37

Yayoi Kawamura (Osaka, 1954) llegó a España en 1977, con una beca de estudios del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Al año siguiente, se trasladó a Asturias para estudiar Historia del Arte. Allí hizo su tesis, centrada en la Platería barroca. Cuatro décadas después, es Yayoi Kawamura la que imparte magisterio entre los alumnos de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo. Su trayectoria acaba de ser reconocida con la Distinción del Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno japonés, que premia su trabajo para fomentar la amistad entre ambos países, especialmente a través de sus investigaciones sobre la difusión en el imperio español de la "laca Namban" entre los siglos XVI y XVII.




La época Namban, ¿qué significa el término?


'Los bárbaros del sur'. Por esos europeos barbudos y de nariz tan grande que venían desde los mares del sur a comerciar.


¿Era un término despectivo?


No despectivo, exótico, definían a gente rara, pero no era despectivo. Es un momento comercial muy importante, en el que España era en realidad un imperio que llegaba a todo el globo terráqueo. Y desde que Felipe II pasa a ser también rey de Portugal, en 1580, aún más, porque los españoles ya estaban en América y Asia, y los portugueses tenían también una fuerte presencia en Asia. Y todos esos territorios de América y Asia era lo que llamaban 'las Indias'.


Quizás eso se nos olvida, la grandeza de aquel imperio y también cierto carácter multicultural...


Era enorme. Cuando en 1580 Portugal se incorpora al reinado de Felipe II tenía muchísimas posesiones. Hasta que en 1640 Portugal inicia la guerra de Independencia, con los Braganza, era un imperio gigantesco. Gobernar todo esto? tela. Además, la manera de gobernar América y Asia era completamente distinta.


¿Por qué?


En América era la conquista, la imposición del idioma y la religión. Incluso en Filipinas. Pero en Asia no fue así: se instalan en puertos puntuales, con la concepción de negociar con los indios, la China, el Gran Mogol, Japón. La manera de acceder era distinta.


En América eran romanos, en Asia eran fenicios...


Algo así, muy bien dicho. En Asia hacen rutas comerciales, siempre acompañados de los misioneros, eso sí. Realmente, los españoles qué energía tenían, era alucinante. Aventureros, temerosos, osados? Desde el siglo XXI, a lo mejor tenemos que aprender otra vez de ese espíritu de conquistar el mundo.


Japón y la Unión Europea negocian un nuevo acuerdo comercial. Casi parece que reeditamos aquella época.


Sí, volvemos al pasado, hablamos otra vez de globalización. Pero la primera globalización fue ésta: la que protagonizaron los españoles, y también los portugueses. Es el comienzo del comercio internacional. De Asia llegaban objetos muy exóticos.


Entre ellos, esos objetos lacados.


Sí, sin duda. Dentro de ese contexto nace un género artístico trabajado con la laca japonesa: urushi. En el caso concreto de Japón era la primera vez que recibían europeos; hasta ese momento el contacto con extranjeros era exclusivamente con asiáticos. En Japón, el arte del urushi es un arte milenario, presente en la sociedad japonesa desde siempre. Se trabaja con oro, con una decoración de oro, y es un arte que, claro, llama muchísimo la atención a los primeros europeos. Además, se realiza sobre una superficie negra, una madera negra que no existe en Europa y que se asocia incluso con el ébano. Hay mucha confusión con eso.


¿Qué madera es?


De ciprés, pero como tiene numerosísimas capas, como una veintena, de una resina vegetal, la madera es totalmente negra y con mucho brillo. Lo consideraban una especie de ébano, pero más bonito, con un brillo más profundo, y además estaba decorado con oro, por lo que era muy atractivo para ellos. Así que empiezan a solicitar objetos de gusto europeo. No compran objetos japoneses: eso lo haría un turista actual, que buscaría lo exótico. En esta época eran aún muy eurocéntricos y piden que los lacadores hagan objetos de uso europeo con este material.


¿Qué hacen?


Ahí llegan las arquetas, con las tapas de estilo europeo, bargueños, escribanías, un modelo de mueble que los japoneses desconocían y que probablemente copiasen de los que llevaban los españoles. Así nace un género distinto, que en Japón no se trabajaba antes. La propia estética, ese horror vacui, es completamente opuesta a la estética tradicional japonesa, con mucho fondo neutro y sugerencia espacial. No tiene nada que ver. Nace ese sincretismo, esa cultura de hibridación, la mezcla.


Una mezcla singular...


Además, no es una unión exclusiva del mundo español y el japonés, hay más cosas. Se hicieron objetos con laca en su interior y nácar al exterior, con motivos decorativos que vienen de la India. Pasaban por allí, por la zona de Goa, veían esos objetos que les llamaban la atención y, al llegar a Japón, pedían que les hicieran algo parecido con la laca japonesa. Es un sincretismo, una mezcla cultural interesantísima. Objetos parecidos a éstos, pero de India, están en El Escorial, en las Descalzas Reales, donde encontramos un relicario muy importante?


¿Quiénes los querían?


Las clases más altas, que los donaban a iglesias y conventos. Eran tan apreciados que ya no los utilizan como arcas: muchas de las que llegan al mundo conventual serían convertidas en relicarios. Algunas piezas que están en las parroquias se usaban como arcas de Jueves Santo, eucarísticas.


¿Era una moda?


Totalmente. Estamos en la época de la Contrarreforma, 1580-90; están ayudando a la fundación de distintos conventos reformados. Como alajamiento de esos conventos mandaban estas piezas para ser usadas de relicarios. Hasta la década de 1980 no eran objeto de estudio de los historiadores del arte.


Pasaban desapercibidos...


Sí, y como eran un poco exóticos eran catalogados como objetos chinos o filipinos, lo que era muy frecuente en España. En la década de los noventa empiezan a aparecer estudios y empecé a recoger información y a recorrer aquellos conventos en los que pensaba que podía haber piezas.


¿Qué buscaba?


Conventos femeninos fundados en la época de Felipe II y Felipe III. Y tengo localizadas ahora mismo 116 piezas en todo el territorio español. Más de la mitad, en torno a 60, en el mundo conventual y parroquial. Hay muchas en el mundo privado, principalmente en el ámbito de las casas históricas, empezando por la Casa de Alba, que tiene una pieza.


¿Los propietarios sabían lo que tenían?


Muchas veces no. Cuando voy a una parroquia perdida en las montañas y les digo 'esto es japonés' me miran con sorpresa. '¿Cómo va a ser japonés?'. 'Sí, sí, japonés. Y tiene cuatro siglos'. '¡No puede ser! ¿Cómo?'.


Los portugueses y los españoles usaban rutas distintas, ¿no?


Sí. La ruta de los portugueses daba la vuelta al Cuerno de África. Y la de los españoles iba por América: iban a Nueva España, y de ahí cruzaban a Acapulco atravesando el territorio de México a pie, y luego a Manila. Ambas rutas al final llegaban a Japón. Es la famosa ruta del Galeón de Manila. Trajeron un montón de objetos exóticos de China, Japón y el Sudeste Asiático. Desde Acapulco, una parte importante se distribuía a través del territorio del virreinato y otra parte venía para España. Pero también hacían mucho comercio por el sudeste asiático, entre unos países y otros.


¿Llegaban también productos europeos a Japón?


Algunas cosas. A América sí, por supuesto, pero a Asia menos. Ellos comerciaban mucho entre esos países: compraban seda en China y la llevaban a Japón, y allí compraban hierro para llevarlo a Filipinas. Movían mercancías a lo largo de toda la ruta. Y el primer objetivo de esta ruta eran las especias: pimientas, canela... Era un negocio tremendo, porque además no pesaba nada y cabía un montón en un barco. Y, claro, detrás de los españoles y los portugueses iban ingleses y holandeses.


¿Costó mucho hacer esta ruta?


Sí, tuvieron que mirar por dónde tenían que ir, cuál es el viento, en qué mes hay que navegar... toda esa ciencia la investigaron portugueses y españoles. Una vez conocida la ruta, cuando ya había cartas de navegación, los ingleses y los holandeses empezaron a ir detrás, conquistando las plazas y llegando a robar. ¡Cuántas veces estaría el puerto de Manila asediado por los holandeses!


¿Eran piratas?


Sí, está clarísimo. La historia no se puede escribir de otra manera. Macao también sufrió varios asedios, con los holandeses esperando que salieran los galeones para hacerse con la mercancía. Bueno, e hicieron lo mismo en la bahía de Cádiz con los barcos que llegaban de América cargados de oro.


Esas rutas también las usaron los misioneros. Recientemente se estrenó una película, Silencio , de Martin Scorsese, sobre la represión a los primeros cristianos en Japón.


Sí. Está muy bien, muy bien, esa película. Es muy fiel a la época. Los Jesuitas iban por la ruta de los portugueses. El reino de Portugal daba un apoyo total a la Compañía de Jesús, que era una orden nueva y buscaba misiones en ultramar.


¿Qué órdenes iban por las rutas españolas?


Las órdenes mendicantes, dominicos y franciscanos. Y los agustinos, tiempo después. Primero llegan los jesuitas: Francisco Javier, que aunque era español llega por la ruta portuguesa. Y después los dominicos. Unos y otros reproducen en Japón la misma guerra que tenían en Europa, para ver quien conquista más fieles.


¿La evangelización fue tan dura como se muestra en la película?


Sí, aunque en los momentos iniciales, cuando llega Francisco Javier y durante el reinado de Felipe II, el gobierno japonés se mostró muy abierto a esta nueva religiosidad. Que llegaba con el comercio, claro. Eran permisivos porque con el comercio les llegaba de todo, incluso animales exóticos.


¿Qué animales?


-Leones, camellos... regalos exóticos para sobornar a los jefes feudales de Japón, que veían estos animales y alucinaban. Sin embargo, cuando el cristianismo empieza a tener bastante difusión, los japoneses dejan de verlo tan bien. Los cristianos empiezan a ocupar territorios, a construir iglesias, y empieza a ser visto como algo peligroso. Y se prohíbe el cristianismo.


Llega la época de los mártires.


La de la película de Scorsese, que explica algo más profundo: que incluso esos misioneros apostados empiezan a dudar de esa absoluta creencia de la cultura europea, de esa fe y esa superioridad cultural que creían tener en la Europa cristiana. Porque es un choque de culturas, y los jesuitas, que tenían cierta formación y cierto nivel cultural, empiezan a ver esa realidad, empiezan a dudar de esa convicción tan absoluta que llevaban los europeos a Japón, donde hay una cultura sólida.


Eso nunca sucedió en América.


No, allí todo lo más algunos frailes muestran ese concepto de misericordia hacia los indios. Pero no esa concepción de llegar a dudar de la pureza y la superioridad del mundo cristiano. Los que fueron a Japón, sí.


¿Cuándo se prohíbe el cristianismo en Japón?


Pues llega en 1554, con Francisco Javier, y se prohíbe en 1614, que es el momento en el que empieza a haber una persecución durísima, durísima. Antes ya hubo algún martirio. Pero la prohibición total llegó ese año.


¿Y hasta cuándo dura?


Hasta el siglo XIX. Hasta 1875-80. Estaba prohibido que un japonés profesase el cristianismo. Hablamos de todo el periodo feudal, el régimen de los Tokugawa, que duró hasta 1868. Entonces toda la Edad Moderna el cristianismo estaba prohibido en Japón. Como duró tanto tiempo el régimen que prohibía el cristianismo y el contacto con los europeos, sucede algo muy interesante: en la historiografía japonesa esa época anterior, la época Namban, queda borrada.


¿Totalmente?


Sí. La historia la crean los gobernantes y se enseña a los ignorantes. Hay una manipulación constante en todas las partes y todos los momentos, aún en la actualidad. Los jóvenes estudian lo que cada momento la clase gobernante quiere que estudien. Y eso pasó en Japón en esos dos siglos y medio.
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