Nace en el municipio de Bárcena de Cícero, cuyas lindes marítimas ideales están constituidas por la bahía de Santander y la de Laredo. En uno de los dos barrios de la aldea: Ambrosero.
Uno de estos fué llamado la Madame, pues moro sus últimos tiempos la madre
del hijo, del Rey: Carlos I de España, Don Juan de Austria.
Una aldea entre verdes lomas, próxima a las marismas, con un centenar de fuegos o hogares. Tierra viejuna de hombres libres. Hijos dalgo de solar y montaña. Bien podría decirse que entre tantos, eran herederos de los numantinos montañeses que resistieron siete legiones, aún resuena su bravura en la provincia de Santander.
Era aquella antigua Merindad de Trasmiera donde se hacían hombres varoniles, serenos, con digna altivez.
Gentes estoicas y generosas, frugales y berroqueñas. Y vertical, con el espinazo de vidrio.
La tierra de Francisco Quevedo.
Un dieciocho de Julio de mil novecientos dos, en el barrio de Estián, cercano al camino real hacía Vizcaya; en una residencial casa, la de sus abuelos paternos, vio la luz Federico Manuel. Y fué bautizado. Sus apellidos son: Hedilla, Larrey, Collada, Jaúregui, Villa, Gallego, Moncalián y Abulina. Por línea paterna es de sangre montañensa. Por madre cruzarón Extremadura con Álava.
Su padre nació en Toledo, pues el abuelo tenía propiedades y tierras en La Mancha, don Manuel Hedilla Collada fué inspector de la Tabacalera en el puerto de Santander y Juez Municipal de Bárcena de Cícero.
A Hedilla, le siguieron sus hermanos: Josefa y Rafael, por nacimiento.
El hogar lo presidía su abuelo don Celedonio Hedilla y Villa.
Contaron sus hermanos y amigos, que era buen alumno, melancólico, introvertido y de precoz seriedad. Que gustaba del ejercício físico, los bolos y montaba ágilmente al caballo. A sus veinte años era ágil, esforzado, atraído por la nobleza de las ideas deportivas, pero que nunca sostuvo riñas ni peleas. Hedilla nunca perdió el contacto con su pueblo natal.
A sus siete años, la vida golpeó a su familia, su abuelo y su padre fallece, y doña Josefa Larrey, tras dudas, y no por falta de poder haber tenido sustento en su pueblo, decide marchar con sus hijos a la fébril y minera Vizcaya. Cabe decir que la Euskalerría no limitaba en Vizcaya, alcanzaba tierras de mezcla, y la Trasmiera era una de ellas.
En ese mismo mil novecientos nueve de la desgracia llegan a la vecindad, donde la insolidaridad prosperaba........
Continuara.
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