LOS PRESUPUESTOS CIENTÍFICOS YTÉCNICOS PARA LA NAVEGACIÓNHACIA EL NUEVO MUNDO :
Al analizar las primeras expediciones españolas al Nuevo Mundo, sorprendente resulta quizás la seguridad con la cual se afrontó la travesía trasatlántica y el dominio cuasi perfecto que se puso de manifiesto en el uso de las técnicas de navegación. Si hubo motines en el primer viaje de Colón, cierto es que se debieron en gran parte a que aquél se alargó más de lo previsto. Pero, a partir de entonces, lo cierto es que los españoles parecen navegar por los peligrosos mares americanos con entero conocimiento de causa.
La razón de esa seguridad estriba en los avances de la ciencia y de la técnica de la navegación desarrolladas en especial por dos regiones de Las Españas : Por las marinerías de los Reinos de Portugal, Sevilla, Algeciras y Gibraltar; que compartieron esa construcción empírica en el mismo campo de experimentación, es decir, en los archipiélagos atlánticos y a lo largo del litoral africano.
En cuanto a la ciencia geográfica, el saber de la época no podía prestar gran ayuda. En la Edad Media habíase mantenido un conocimiento imperfecto del mundo, con grandes lagunas en el norte de la Europa, en el África y en el Asia; y con ignorancia sobre las reales dimensiones del planeta. Estaban en pugna las concepciones geográficas de los padres de la Iglesia ( Como San Agustín o Lactancio ) con la aportación de los clásicos, de Ptolomeo básicamente y, a falta de grandes seguridades científicas, predominaba una literatura de viajes fantástica, mítica, legendaria y muy popular. El periplo de los portugueses por el África fue estableciendo, frente a esas concepciones, un saber mejor fundado, de construcción gradual, sobre la esfericidad terráquea y las auténticas dimensiones planetarias.
Cuando los marineros se adentraban en la mar y no dependían de la observación de la costa, imponíase conocer con exactitud dónde se encontraba el navío y hacia dónde avanzaba. La navegación del siglo XV, que se ha denominado “ navegación preastronómica de altura “, intentaba fijar la posición del buque en la mar mediante una serie de cálculos basados en la observación exacta de los astros y del sol. Para ello se valía de algunos sencillos instrumentos y de tablas astronómicas, algunas de ellas muy popularizadas, como las Efemérides y las Regvlae directionvm profectionvmque, de Johan Müller, llamado Regiomontano, observando la altura del sol al mediodía y luego buscándolo en las tablas correspondientes, o bien aplicando el Almanach perpetvvm del judío afincado en la leonesa Salamanca Abraham Zakut.
La brújula ( También conocida como aguja de marear ), permitía seguir el rumbo del navío. De discutido origen, había pasado del Mediterráneo al Atlántico en el siglo XIV y fue perfeccionándose, al conseguir, colocándola en una caja de suspensión o bitácora, que mantuviera el norte pese a los vaivenes del barco. Añadiósele también una rosa de los vientos móvil en el siglo XV. El problema que plantea la brújula en el avance hacia Las Américas será el de la declinación magnética, que el propio Cristóbal Colón advertirá. Otros instrumentos utilizados para calcular la posición del sol y las estrellas eran el astrolabio, el cuadrante y la tablilla de Jacob. El cuadrante estaba formado por un cuarto de círculo con pínulas a un lado para enfilar por ellas el astro, y una plomada que colgaba del vértice e indicaba la altura en el sector graduado. Su uso resultaba complicado a bordo, debido a los movimientos del barco. Pero recordemos que el problema básico para calcular la situación no era de declinación, sino de trigonometría, y las tablas astronómicas citadas solucionaban el problema.
Por otra parte, la construcción de navíos experimenta un rápido avance a lo largo del siglo XV. Los veleros pasan de tener un mástil a tener tres, cada uno de ellos enarbolando cinco o seis velas. Entre 1440 y 1490 se va desarrollando un nuevo modelo que combina los mejores rasgos del barco largo impulsado por remos, la galera mediterránea, que ya sólo se utilizará para el arte de la guerra, con otros de navíos más ligeros. El resultado será la carabela de aparejo redondo.
Otro avance notable en el siglo tendría lugar en el terreno de la cartografía, con el paso paulatino de los portulanos a la llamada carta cuadrada, a base de longitudes y latitudes.
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