PROTERVIA Y PROVOCACIÓN JUDAICA


Una nación diseminada por todo el universo mundo. El hombre del ghetto padece, a lo largo de los siglos, el estigma de su procedencia, de sus convicciones religiosas y, pertinaz en su credo mosaico, rechaza a Cristo, esperando la llegada del Mesías... su Mesías. No todos los judíos son como nos los pintan los antisemitas, claro que no. Pero, a lo largo de las épocas, ciertas “manías” de fanatismo religioso anticristiano persisten, heredadas de generación en generación.

Tras el brutal e implacable intento de exterminarlos en el siglo XX, en nombre de teorías racistas ateas y bajo la excusa de urdir conspiraciones contra los países que los acogían, el pueblo judío se ha investido de todos los atributos propios del victimismo. Ellos siempre son los perseguidos... Ellos son siempre las víctimas de la intolerancia de los cristianos, por ejemplo, en la España de los Reyes Católicos. Incluso supuestos historiadores han llegado a hacer comparaciones absurdas entre el Santo Oficio de la Inquisición española y organizaciones criminales de la Alemania nazi, en un sorprendente ejercicio de delirio histérico. Hay sobrada literatura en esa dirección, como para que nos entretengamos en repetir el cuento de nunca acabar... Pero, sólo los ingenuos pueden pensar que en un pueblo quepan todas las virtudes y no haya ni una sola tacha, y que esto sea así por la simple razón de haber sido perseguidos injustamente. Pero, ¿fueron siempre injustas las medidas adoptadas contra la protervia judía?

En Orán, Semana Santa de 1663, mientras los cristianos españoles celebraban los Divinos Oficios y procesiones: “…los Hebreos de esta judería, cogieron una judía llamada en su idioma Meriem, que en el nuestro quiere decir María, y llevándola en hombros, en forma de procesión, con sonajas, bailes, y algazara, por las calles de la misma judería, iban llamando a las puertas, y los judíos, y judías se asomaban a las ventanas celebrando con risadas, aquel género de mofa: esto duró hasta echándola en un rincón asqueroso, la escupieron, y oprobiaron todos, diciendo tratarían así a la que los cristianos llamaban Madre de Dios a serles posible…”. Esto no lo hace un grupo de fanáticos, lo hace toda una comunidad –la hebrea- asentada en Orán, por aquel entonces bajo poder español. (Véase en Caro Baroja, “Los judíos en la España moderna y contemporánea”, pp. 231-232.)

Lógicamente, poco después se dispuso su expulsión de Orán. No habían aprobado el examen de “convivencia” pacífica, sino que habían provocado la animosidad de la población cristiana, herida en sus más profundas creencias, por el atrevimiento sin igual de aquellos enemigos del cristianismo. Si fueron capaces de hacer eso, siendo una minoría "sometida", ¿qué serían capaces de hacer si tuvieran el poder? En Palestina, estamos viendo lo que son capaces de hacer.



Maestro Gelimer

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