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Tema: La Biblioteca Colombina

  1. #1
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    La Biblioteca Colombina

    Hernando Colón, hijo del Descubridor, fue uno de los ávidos intelectuales de su tiempo y llegó a reunir la mayor biblioteca particular de su tiempo. Nada menos que 15.300 volúmenes (de los que desgraciadamente hoy sólo se conserva un tercio aproximadamente). Tengamos presente que la imprenta apenas si contaba con medio siglo de existencia y los libros eran aún objeto de lujo. No le fue posible participar en viajes de descubrimiento como otros familiares suyos, pero lo compensó viajando ampliamente por Europa y adquiriendo libros, mapas y manuscritos por todas partes. Fue también el creador de la biblioteconomía, pues para tener organizada su biblioteca elaboró un detallado sistema de clasificación y organización, de lo cual se han beneficiado las bibliotecas posteriores. Actualmente la Biblioteca Colombina está instalada en la Catedral de Sevilla, en un edificio del Patio de los Naranjos anexo al templo, acrecentada con los fondos de la Biblioteca y el Archivo Capitular de la Catedral.

    Hernando Colón era hijo natural (aunque reconocido) de Cristóbal Colón y la cordobesa Beatriz de Arana. Además de bibliófilo, fue un destacado cosmógrafo.

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  2. #2
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    Re: La Biblioteca Colombina

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    Hernando Colón y su Biblioteca: personalidad, proyecto y desarrollo de su colección en el marco humanístico de la época.
    Nacido de los amores de Cristóbal Colón con la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana en 1488 no será reconocido hasta el año siguiente del descubrimiento mediante su presentación en la Corte y nombrado paje del infante don Juan. Su estancia en la corte de los Reyes Católicos y el influjo del preceptor Pedro Mártir de Anglería le llevan probablemente a inclinarse de manera casi exclusiva al mundo del libro y la cultura.
    Acompañó a su padre en el cuarto viaje a América siendo testigo presencial de las peripecias de esta expedición, y a partir de este momento se reafirma en él la afición a la navegación y a la cosmografía, tema bastante habitual en sus círculos familiares.
    La vida de don Hernando es múltiple. Guardador de las tradiciones a que su familia debe tanta celebridad, viajero y sabio, cosmógrafo, bibliófilo y bibliógrafo de primer orden, escritor y poeta, apasionado de las artes tanto como de las letras, en correspondencia contínua con los más célebres literatos de su tiempo, consagrado enteramente al bien de la humanidad.
    Viajó muchísimo por el extranjero: según su opinión como mejor conocedor del mundo del libro de su tiempo, cuando evoca sus vivencias en el testamento (1539) escribe que para adquirir libros, especialmente del mercado internacional, tuvo que salirse fuera de la Península Ibérica, porque "de proveerse syenpre (i.e. sólo) de libros en Sevilla o en Salamanca, avrá ynfinitos libros de que nunca terná noticia, ni se pornán en la librería, porque nunca se traen a estas partes (i.e. a España)". Por ello recorrió los grandes centros de la imprenta y del libro europeos: Amberes, Lyon, Nuremberg, Roma, París y Venecia, ciudades que destaca expresamente. En líneas generales, las circunstancias que el humanista y bibliófilo sevillano recuerda son también las que caracterizan la situación de este siglo.
    Pasará largas estancias en Roma entre 1512 y 1516 para ayudar a su hermano Diego en uno de sus muchos pleitos; viaja a Alemania, Países Bajos (1520-1522) para la coronación del Emperador formando parte de la comitiva de Carlos V, aunque pronto se separa de ella y marcha a Italia; siempre a la búsqueda de nuevas adquisiciones para su biblioteca. Posteriormente viajará de nuevo a Centroeuropa entre 1529-1531 y a Francia en 1535-1536.
    Un rasgo importante de su personalidad es su influencia italianista y como consecuencia su genovesismo que llevará siempre como bandera durante toda su vida: en Sevilla se rodeó de un círculo de amistades formado principalmente por banqueros y comerciantes italianos, hablando este idioma con gran perfección.
    La faceta más conocida de este gran personaje es la de amante y atesorador de libros, sin embargo hay que señalar que estamos ante una persona polifacética en todos los aspectos, capaz, en la línea de los humanistas italianos, de trabajar con brillantez en varios campos. Debe destacarse su actividad como cosmógrafo: propuso a Fernando el Católico en 1511 llevar a cabo un viaje de exploración para hallar un paso marítimo en tierra de las Indias; dejó una inacabada Geografía de España; Carlos I lo nombró como uno de los representantes técnicos de España en las Juntas de Elvas-Badajoz para dilucidar junto a los portugueses la disputa existente entre las dos Coronas por la posesión de las Molucas.
    Como escritor habría que mencionar su famosísima Historia del Almirante don Cristóbal Colón, obra fundamental, aunque controvertida, para el estudio del descubrimiento de América y viajes colombinos. Sin embargo habría que sopesar un poco los argumentos de dicha Historia, pues llegado el caso, si no manipula, sí que emplea únicamente la información que le convenía a sus propósitos.
    No todo en su vida fue florecimiento, pues aunque él fue reconocido como hijo del Almirante, el peso de la bastardía siempre le acompañó. El amor que le profesaba su padre no continuó en su hermanastro Diego y menos en la mujer de éste doña María de Toledo, los cuales le hicieron renunciar a la herencia paterna. Su fortuna se basó en los ingresos procedentes de la generosidad de la monarquía, en especial de Carlos V. Otro aspecto a tener en cuenta es el carácter riguroso, testarudo y tal vez antipático de don Hernando que se plasma en las claúsulas del Testamento entendiéndose que no debía ser fácil la convivencia con este personaje.
    Tres obsesiones que se complementarán mutuamente llenarán la vida futura de este gran humanista: los pleitos relacionados con la herencia de su padre, la cosmografía y la compra de libros adquiridos a ritmo de vértigo.
    El ser hijo de Colón le valió a Hernando cierta notoriedad, pues a falta de otros títulos mejores bien podía presumir como descendiente del ilustre descubridor. Esta favorable circunstancia le sirvió al bibliófilo en no pocas ocasiones, para obtener algunos ejemplares de los propios autores. Así ocurrió en 1517, cuando durante una estancia en Alcalá de Henares consiguió que Antonio de Nebrija le regalara una obra suya. Mas tarde, el 7 de octubre de 1520 al mismísimo Erasmo de Rotterdam le tocó agasajarlo en Lovaina con un ejemplar del Antibarbarorum liber, dedicado de puño y letra.
    Lo que admira es el exquisito mimo y cuidado que puso en la formación y organización de su biblioteca privada. Fue sin duda alguna una figura excepcional en el mundo del libro y particularmente en las técnicas de trabajo intelectual. No es sólo el hecho de haber reunido unos miles de libros, sino el sistema que inventó para la rápida y segura consulta de ellos. Hoy en día podemos afirmar que Hernando Colón dotó a su biblioteca de una organización muy semejante a la generalizada en la actualidad, donde no falta un fichero topográfico, otro alfabético y otro de materias. Además concibió algo tan consubstancial con la ciencia moderna como son los abstracs y un método próximo a los encabezamientos bibliográficos. Fue un bibliófilo de tal importancia, que en su época, con los medios de comunicación que había, y en el estado de las publicaciones de aquel siglo , logró hacer, a favor de las letras y ciencias, una obra tal, que podrá ser igualada, pero difícilmente superada, teniendo presente que la suya fue una personal, no colectiva.

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    Última edición por Hyeronimus; 04/09/2013 a las 13:44
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  3. #3
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Hernando Colón y el Humanismo
    El siglo XVI, estimulado por la idea de renacer, está cruzado por conceptos innovadores nacidos de una tradición. Recuperar era muy importante. Todas las grandes figuras humanistas perciben que el tiempo que les ha tocado vivir es especial: un tiempo en el que la humanidad, retorna a sus orígenes, una renovación total que le permite recobrar la fuerza, el ímpetu que sólo es posible encontrar en el principio. El hombre del renacimiento es eminentemente activo: intenta, prueba, experimenta, construye, impulsado por una ansiedad de búsqueda que lo lleva a poner en discusión y someter a verificación las certezas consagradas por la tradición secular. Este espíritu de libertad, de apertura, constituye la condición para la revolución copernicana y todos los grandes descubrimientos de la época.
    En este ambiente humanista, Hernando Colón se destaca como un grande de este movimiento cultivando los autores latinos en una doble o triple vertiente, pues aparte de reunir en su librería centenares de libros clásicos manuscritos e impresos, catalogó y extractó muchos de ellos y lo hizo siempre en lenguaje latino muy correcto.
    D. Hernando tuvo una estrecha amistad con notables pensadores y escritores de su época, muchos de los cuales visitaron su casa-palacio de la Puerta de Goles en Sevilla. Allí trabajaron en su biblioteca, dejando en sus obras testimonios muy elocuentes de la cantidad y calidad de los fondos recogidos por su huésped. Desde Juan Vaseo (estuvo al frente de la biblioteca) hasta Nicolás Clenardo quien al visitar la casa, califica a la biblioteca de completísima, Gonzalo Fernández de Oviedo, Florián de Ocampo, Juan de Mal Lara, Francisco López de Gomara, García Matamoros o Gonzalo Argote de Molina.
    Durante las últimas décadas del siglo XV se habían desarrollado en los reinos hispánicos fecundos y poderosos movimientos humanísticos y religiosos, siendo una de sus figuras más representativas Antonio de Nebrija (Gramática). Fué en este nuevo ambiente cuando, el 7 de octubre de 1520, Erasmo recibió en Lovaina la visita de Hernando Colón, a quien obsequió con un ejemplar de su reciente Antibarbarorum liber.. El hijo del descubridor había encontrado en Erasmo su ídolo personal.
    Los hombres que estuvieron más cerca de Hernando Colón a nivel intelectual, no dejan de transmitirnos la idea de que la grandeza de la Biblioteca Fernandina residía sin duda en dos extremos: el elevado número de obras y los instrumentos de consulta a disposición de los usuarios para la rápida y segura consulta.
    El humanismo de don Hernando queda patente en el catálogo de la biblioteca. De modo general, nos da la idea de una colección medieval, con mucha influencia teológica y eclesiástica, ( relacionado con el cardenal Cisneros (Biblia Políglota)] incluso con numerosísimos libros de piedad y opúsculos devotos, en la que no faltan los autores y filósofos de la antigüedad greco-romana, los esoteristas y teósofos, a la par que las obras de cultura general, y los tratados de matemáticas, medicina, cosmografía y geografía disponibles en ese entonces, ya que hay que tener muy en cuenta para cualquier valoración, que las obras impresas eran muy escasas en aquella época, y en muchos casos las ediciones de los primeros incunables apenas superaban en número a la de ciertos manuscritos.

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  4. #4
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    Re: La Biblioteca Colombina

    La Biblioteca Colombina
    La Biblioteca Colombina, “Fernandina o Hernandina”, como en un principio quiso denominarla su creador Hernando Colón, comienza su andadura por el año 1509; unos años mas tarde, 1513, tras visitar Roma, pone en marcha su proyecto de biblioteca; la planifica hacia 1518 y forma el equipo que trabajará en ella en 1522. Esta biblioteca nutrirá sus fondos mediante tres caminos: por inversiones, donaciones y la ayuda del Estado.
    Por inversiones: D Hernando Colón fue un empedernido viajero y aprovecha estos viajes, que le hicieron recorrer gran parte de Europa, para comprar libros. Tuvo un interés desmedido por adquirir cuanto se editaba donde quiera que fuese: en España o en los centros libreros mas importantes de la época.
    Por donaciones: Hernando Colón fue uno de los grandes bibliófilos de su tiempo. Su preocupación por las ciencias, su amistad con los humanistas de entonces, sus viajes, propiciaron la donación continuada de libros.
    Con la ayuda del Estado: el emperador Carlos V en respuesta a la petición hecha por Hernando Colón en un Memorial no se hace cargo de la financiación de todo el proyecto de la Biblioteca, pero acude con una notable subvención de doscientos veinticinco mil maravedíes para ayudarle en la sustentación de la librería, considerando la repercusión que este proyecto afectaría a la ciudad de Sevilla en particular y a la nación en general y sobre todo en beneficio de la cultura.
    Como se puede ver, cuando se consulta su catálogo, la biblioteca del hijo, que fue educado esmeradamente, refleja las inquietudes de su padre, y ambos la de su época, donde se destaca la extraordinaria figura de Cristóbal Colón, directamente vinculada a la Historia de la Ciencia, y ejemplo vivo del Renacimiento.
    A la hora de crear un equipo de trabajo que le ayudara en la confección de los libros de Autores, Ciencias, Epítomes y Materias, don Hernando pensó en convocar una plaza que habría de salir por oposición en Salamanca y adjudicarse al mejor latino que a ella se presentara. Estaba obligado a residir en Sevilla al menos durante tres años y quedaba como responsable principal de la biblioteca su amigo y colaborador Juan Pérez (figura clave en la historia de la Colombina).
    Sin embargo dos hombres era un número insuficiente para llevar adelante la empresa bibliográfica y documentalista concebida por don Hernando. Según distintas informaciones conservadas indican que en ella trabajaron intelectuales asalariados, para llevar a cabo la redacción de los epítomes y la extracción de las materias, exigiendo para ello una buena preparación.
    El equipo más famoso que tuvo a su servicio fue el formado por Nicolás Clenardo, Juan Vaseo (probablemente el autor de la redacción de las Materias y la mayor parte de los Epítomes conservados) y Juan Hammonio o Amonio (doctor en leyes oriundo de Francia), a los que contrató en 1530 en Lovaina. Otro de los extranjeros entregado al servicio de la biblioteca fue Desiderio Tabelión, que procedía de Borgoña.

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  5. #5
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Libros heredados de su padre Cristóbal Colón como germen de la colección
    Las versiones sobre la adquisición de libros por parte de Cristóbal Colón son varias. Una primera que indica que el empeño de encontrar la nueva ruta hacia Asia acrecienta su interés y esto le hace instruirse adquiriendo ejemplares de las más reconocidas enciclopedias y tratados geográficos y libros de viajes, y otra segunda que afirma que dichas obras, como la mayor parte de su biblioteca, las adquirió posteriormente, durante su permanencia en España, para reafirmarse en sus teorías descubridoras haciendo acopio de material bibliográfico que le sirviese para refutar a aquellos que argumentaban que no había encontrado las Indias pretendidamente descubiertas por él. Es entonces cuando se dedica a la compra de libros.
    Sea como fuere la adquisición de estos libros, Cristóbal Colón dejó al morir una biblioteca respetable para la media de su época. Leyó con gran interés la Geografía de Ptolomeo que sostenía que las costas del oeste europeo y las orientales de Asia estaban bañadas por un mismo mar. También leyó la Historia rerum ubique gestarum (1477) (Historia de todas las cosas y de los hechos que se han hecho en el mundo) de Aeneas Sylvius Piccolomineus (Papa Pío II). Sabía de memoria la Imago Mundi del cardenal francés Pierre d’Ailly en donde se afirmaba que el océano no era tan ancho y podía ser atravesado en pocos días. Algunas de estas obras fueron las que formaron parte del legado bibliográfico que Cristóbal Colón dona a su hijo Hernando y pueden considerarse como la semilla de la futura Biblioteca Colombina que reflejarán las inquietudes de su época, vinculadas a la Historia de la Ciencia.
    Imago mundi
    Una recopilación realizada por el cardenal Pedro de Ailly, con el título de Imago mundi . Pedro de Ailly nació en Compiègne en 1350, fue obispo de Cambray y nombrado cardenal en 1412. Durante algunos años fue confesor del rey Carlos VI. Este ejemplar incunable es de una edición de 1480 o 1483, impreso en Lovaina, compuesto de 21 tratados, 16 obras de De Ailly y 5 de Pierre Gerson; todos se refieren a la astronomía, la cosmografía, el conocimiento del mundo y diversas partes de las tierras habitadas. La obra era bien conocida y se difundió durante mucho tiempo aun antes de su impresión, particularmente en Portugal, donde Gomes Eanes de Azurara la cita en su Crónica del descubrimiento y conquista de Guinea, escrita en 1453. Contiene 898 notas manuscritas del Almirante y también de su hijo Hernando Colón.
    Historia Rerum
    Este ejemplar incunable de la Historia rerum ubique gestarum, del papa Pío II Piccolomini, en la edición de Venecia (1477) es considerado como una cotizada enciclopedia geográfica de la época. Pío II fue un gran humanista, político y papa al fin de sus días. Compuso una descripción de Asia que representa la puesta al día de sus conocimientos geográficos sobre el inmenso continente vecino, y a la vez, un reportaje elegante y claro en torno a los sucesos de última hora relativos a las confrontaciones entre las ciudades cristianas y turcas.
    Libro de viajes (Marco Polo)
    El libro de las cosas maravillosas de Marco Polo desplegó ante los ojos asombrados de los europeos de la Edad Media las maravillas del Lejano Oriente. Libro de gran influencia en su época y en los siglos posteriores.
    Después del segundo viaje de Colón a las Indias, los fondos bibliográficos del Almirante aumentaron considerablemente. Fue entonces cuando encomendó a un mercader de Bristol, John Day que le comprase la edición latina del libro de viajes de Marco Polo. Impresa en la ciudad holandesa de Gouda por Gerardus Leeu, ca. 1483-1484.
    La composición y estructura de las apostillas no presenta grandes dificultades, revelando cierta precipitación, como si hubiera pensado en cubrir cuanto antes los márgenes del libro con un aluvión de notas para dar cumplida impresión de haberlo leído. Para ello, parece ser que Colón se rodea de otras dos personas que le ayudarán a glosar este ejemplar. Así una mano (amanuense anónimo) glosará todo lo relativo a nombres de ciudades, regiones, reyes, gobernantes y demás personajes y accidentes geográficos (personaje que aparecerá en otros documentos del almirante); otra mano, quizás perteneciente a su hijo Hernando Colón, que registra las peripecias más pintorescas que surgen en la narración, y por último aparece la mano del Almirante reservándose para su pluma la valoración económica de las diversas tierras y recursos tanto en hombres como en animales y plantas.
    Libro de las Profecías
    Es una obra enigmática que nunca llegó a publicarse. Manuscrito encuadernado en pergamino, consta de 84 folios numerados de los que en la actualidad faltan catorce por haber sido arrancados o cortados. Se trata de una colección de textos bíblicos, padres de la iglesia y clásicos con los que Colón intenta probar que el descubrimiento del Nuevo Mundo había sido profetizado en las Escrituras, marcando por tanto una nueva era en la historia de la humanidad. Colón interpreta las Sagradas Escrituras en un sentido literal creyendo ver en ellas un anuncio de su hallazgo. Hay que entender que la Biblia fue el libro más estudiado en la Edad Media y por tanto no fue el único, ya que autores como Arias Montano, Acosta, etc. fueron muy prolíficos en la interpretación de la Biblia.
    Historia natural de Plinio
    Obra traducida al italiano por un florentino para el rey de Nápoles; impresa en Venecia, en 1489. Más que un zoólogo interesado en explicar el mundo animal, el escritor latino fue un pensador que al preguntarse por el alma de los hombres buscó las respuestas en la riqueza de la naturaleza. Y cuando ésta parecía insuficiente, se atrevió a inventar animales fantásticos y conductas extraordinarias. En esta obra se recogen los conocimientos científicos más importantes del mundo antiguo en las materias de geografía, cosmología, medicina, mineralogía, fisiología animal y vegetal, historia del arte, etc.
    Todos estos libros están abundante y cuidadosamente anotados, ya en los márgenes, ya en la parte inferior de las páginas, o en grandes ampliaciones en mitades de pliego en blanco. Las notas, de muy desigual importancia, a veces se limitan a repetir una palabra que se consideró importante; en otras ocasiones se trata de verdaderas glosas, de comentarios más o menos sabios o producto de la fantasía. Estas anotaciones debidas a la pluma de Colón son sin duda los escritos más espontáneos, más auténticos e indiscutibles.

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  6. #6
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    Re: La Biblioteca Colombina

    La Biblioteca en la casa de la Puerta de Goles
    La idea de construir un palacio digno de la familia Colón en Sevilla y en el que tuviera cobijo la gran biblioteca que tenía ya formada y sirviera de centro de trabajo del equipo que confeccionaba los repertorios fernandinos, debió de gestarse hacia el año 1525. En un momento de sosiego y durante una de sus largas estancias prolongadas en Sevilla, don Hernando decidió edificar en 1526, junto a la Puerta de Goles, a orillas del Guadalquivir, una vivienda “al estilo de las villas suburbanas recreadas en Italia por los humanistas y arquitectos del renacimiento florentino”. Esta decisión pudo deberse fundamentalmente, según don Antonio Muro Orejón, a la atracción que sentía Hernando Colón por Sevilla, su clima y sus costumbres, como su rango de metrópoli de las Indias. Todo esto unido a los lazos de afecto con los Cartujos de Santa María de las Cuevas, y el amor a la población donde estaban depositadas las cenizas de su padre.
    La casa estaba situada en unos terrenos que comprendían desde la orilla del río hasta la muralla de la ciudad, en la parte de la llamada Puerta de Goles, y que más tarde se denominaría Puerta Real por ser por donde entró en la ciudad Felipe II en 1570.
    Junto a la casa, plantó un huerto frondosísimo con toda una variedad de árboles de adorno y frutales que hizo traer de todas partes para que se convirtiese en lugar reservado para él y sus amigos, y en la distribución de las habitaciones, la mayor parte ocupadas por los libros de la Biblioteca, se puede observar la distribución física de las obras atendiendo a las Materias.
    Además de la sede de su espléndida biblioteca, la casa de Goles se convirtió en el segundo centro de estudios cosmográficos de España, desarrollando actividades paralelas a las que tenía como propias la Casa de Contratación de Sevilla. Estas actividades científicas en torno a la Cosmografía y arte de navegar, con lecciones públicas para los interesados, son sin duda el fundamento de la idea, compartida por los historiadores sevillanos de que Hernando Colón estableció en su casa una Academia de Matemáticas para instruir a los jóvenes estudiosos.
    Al mismo tiempo que compraba libros en sus viajes por Europa (Alemania, Flandes, Italia, Francia), adquiría estampas y grabados, llegando su colección a ser una de las más importantes del mundo. Estos grabados estaban clasificados según lo que representan: en personas, animales, inanimados, lazos, tierras y follajes. Dentro de cada uno de estos apartados están ordenados por su tamaño en relación con el pliego de papel. De cada grabado se hace en el “registro” una minuciosa descripción de lo que representaba, de su leyenda y el idioma en que estaba redactada, con indicación, si la tenía, de la fecha y de la marca. Aunque la mayor parte de los grabados estaba sobre papel, había ejemplares en pergamino y también en colores. Grandes artistas alemanes como Alberto Durero y Lucas van Leyden, e italianos como Andrea de Venecia, Juan Bautista del Porto, son algunos representantes de la obra recopilada por Hernando Colón.

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  7. #7
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Fuentes documentales para conocer el proyecto, creación y funcionamiento de la Biblioteca

    Existen una serie de documentos que nos dan noticia sobre la biblioteca y sobre la personalidad del propio creador. Son sobre todo, el Testamento, el Memorial dirigido al Emperador. Completan estos testimonios las “declaraciones” del licenciado Marcos Felipe, albacea de don Hernando.
    El hijo del primer Almirante de las Indias, bibliófilo admirable, sabía muy bien que los catálogos son indispensables en toda biblioteca bien organizada y representan en ella lo mismo que el índice en los libros. Obsesionado por el futuro de su biblioteca, sueña en perpetuarla por medio de una fundación en beneficio de España. Tal es la idea que se desprende del Memorial al Emperador, documento que su albacea Marcos Felipe juzgó de tal interés que le otorgó fe pública al incluirlo en la escritura notarial donde se contienen sus aclaraciones al testamento, y del propio testamento.
    Por las “declaraciones” de Marcos Felipe, sabemos que las largas y concretas aclaraciones y prescripciones sobre la librería, de que habla en su testamento Hernando, no las hizo ni se hallaron entre sus escrituras; por lo cual lo que dejó en testamento es definitivo y último. El mismo albacea insiste en reafirmar el carácter bibliófilo de Hernando Colón.


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  8. #8
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Memorial al emperador Carlos V


    Además de su testamento, se conserva un documento importantísimo que proporciona pistas más que suficientes para hacernos una idea de la biblioteca con la que soñó y que había comenzado a crear Hernando Colón. Del mismo modo, prueba las excelentes cualidades de éste como bibliófilo, sus propósitos en lo tocante a organización y destino de su biblioteca, así como el sistema que se debía adoptar en la redacción de los Catálogos. Este documento es el Memorial que elevó al Emperador Carlos V en 1537, solicitando a perpetuidad los 500 pesos para ayuda de la Biblioteca como pago a sus trabajos y en reconocimiento a su condición de hijo del Descubridor.

    Con anterioridad a este documento, el Emperador había tenido a bien concederle una pensión vitalicia de 500 pesos de oro con cargo a las rentas de la isla de Cuba, “para ayuda de su sustentación y de la librería que hace en la ciudad de Sevilla”, como consta en el documento real de 20 de noviembre de 1536, firmado por la emperatriz doña Isabel en ausencia de su esposo.

    Analizando el contenido del Memorial, quería tener, en primer lugar, todos los autores existentes en sus obras por orden alfabético “para que con mayor facilidad sean halladas las obras y sus autores”. Deseaba también otro libro de materias “...libro diviso por títulos de las ciencias generales, como es teología, Jus canónicum, Jus civile, etc...” y un tercero de resúmenes “Para que haya más noticia de lo que tales libros tratan, otro libro en el que se dice y refiere la suma y sustancia de lo que cada libro contiene, que en efecto es un epítome o argumento de tal libro, por manera que con leer aquel epítome o argumento de tal libro, conoce quien lo lee si aquel libro satisface a su proposito...”.

    Este documento refleja que don Hernando, no solo quiso tener debidamente catalogados los fondos de su biblioteca, sino que en sus deseos se adelantó a su tiempo y aspiró a realizar la magna obra de clasificación de los conocimientos humanos.

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  9. #9
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Testamento de Hernando Colón

    El testamento de don Hernando Colón puede dividirse en dos partes diferenciadas como bien comenta en su estudio crítico y transcripción del mismo don José Manuel Ruíz Asencio. La primera parte lo constituye un testamento clásico con las partes claras y bien definidas, entre las que destaca la elección de sepultura y disposiciones para el entierro, mandas dedicadas a familiares y criados. La segunda parte se puede considerar un verdadero reglamento para la conservación y aumento de la biblioteca fernandina.
    Se ve claro que este varón tan singular, sentía por lo que aquí dejaba una sola preocupación, que se cifraba en sus libros.
    En su testamento, don Hernando Colón, habla de las obligaciones y compromisos que ha de aceptar, cuando él muera quien herede los libros, el cual, en principio, los tendrá sólo en depósito; también menciona las rentas que se dedicarán a comprar nuevas obras, a su conservación material y a las personas (latinos, letrados, sumistas, maestros) que entenderán en la organización sistemática de los mismos. Todo controlado por un visitador o inspector que nombrará el depositario, fuera éste quien fuere.
    Dispone la forma en que han de estar colocados los volúmenes (en sala grande y propia dentro de cajones y puestos de canto con su título y signaturas a la vista), su distribución (por facultades o materias), la protección externa del libro, etc.
    En el orden administrativo indica la necesidad de llevar un libro o registro de libros duplicados; otro, de gastos generales; anotando los posibles ejemplares perdidos. Sobre la adquisición de los libros, dentro y fuera de España, las cláusulas son largas y prolijas pero bien reveladoras del nuevo y original sistema de buscarlos, comprarlos, pagarlos y hacerlos llegar a Sevilla.
    De esta manera, ordenó y detalló incluso, cómo cada seis años, había de ir a Nápoles un “sumista” de “tienda en tienda y libro por libro” con el Catálogo de la librería, para ver qué faltaba en ella, para que lo comprase. De allí habría de ir a Roma, Pisa, Florencia, etc. donde haría lo mismo. Y así sucesivamente por distintas ciudades, para desde Venecia transportarlos por mar a Cádiz.
    Por último, nombra bibliotecario al bachiller Juan Pérez, a quien señala un sueldo de sesenta ducados, con cargo de residir cada día y trabajar cinco horas entre la mañana y tarde en la biblioteca.
    El testamento de Hernando nos ha proporcionado abundantes datos, que evidencian su amor a las letras y libros. Pero el albacea de su testamento, Marcos Felipe, nos confirma esos preciosos pormenores en sus declaraciones sobre la ejecución de su última voluntad.

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    Re: La Biblioteca Colombina

    Repertorios de Hernando Colón

    Lo que hace a Hernando Colón excepcional en el mundo del libro, no es sólo el haber reunido unos miles de ejemplares, querer juntar todos los libros de todas las lenguas y facultades, sino por los instrumentos de consulta o repertorios bibliográficos (para distinguirlos de los repertorios no bibliográficos) que concibe. Organiza su biblioteca de manera muy semejante a como se hace en la actualidad, con ficheros, topográfico, alfabético y de materias. Idea además algo tan consubstancial con la ciencia moderna como son los abstracs y los encabezamientos bibliográficos. Para su elaboración necesitó un equipo de trabajo, de los cuales el más famoso que tuvo a su servicio fue el formado por Nicolás Clenardo, Juan Vaseo y Juan Hammonio, a los que contrata en 1530 en Lovaina.
    Tanto su albacea Marcos Felipe, como Juan Pérez insisten en las innovaciones intelectuales aportadas por el dueño de la fernandina. El bachiller nos hace en su Memoria una completa descripción de cada uno de los repertorios, catálogos o ficheros que estaban en uso (así dejó escomenzadas cuatro muy maravillosas obras, la primera la de epítomes, la segunda de materias, la tercera de autores, la cuarta de ciencias, las cuales quedaron escomenzadas y hechas en gran parte de ella) y da instrucciones sobre su utilización, aclarando el significado de los números y símbolos que acompañan a los distintos asientos. De todas formas, sin duda alguna, es don Tomás Marín quien en su Obras y libros de Hernando Colón descifra y valora de manera definitiva los repertorios colombinos.
    Al abordarlos observamos que algunos de ellos tienen carácter provisional, como corresponde a un primer intento sobre una nueva materia. Algunos fueron interrumpidos tras ser estudiados y pensar don Hernando que era posible su realización con mayor perfección.
    La última novedad, iniciada y que la muerte le impidió concluir, fue la de organizar los libros por materias en salas independientes. En su testamento recoge la intención de construir una pieza grande que en ella cupieran todos sus libros, colocados en estanterías adosadas en la pared, de canto, y en el lomo escrito el autor, título y número.
    También deja recogido que la misión principal del sumista (el cual debía ganar la oposición en Salamanca y tenía la obligación de trabajar en la biblioteca al menos durante tres años) era proseguir la tarea iniciada de elaboración de los repertorios de autores y ciencias, epítomes y materias.


    http://Repertorios de Hernando Colón...es y materias.
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  11. #11
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Repertorios bibliográficos
    Las primeras noticias sobre los repertorios se encuentran ya recogidas en su testamento, donde se insta a que se sigan elaborando, como objetivo principal.
    Siguiendo a Ruiz Asensio podríamos dividirlos en tres grandes bloques: ficheros alfabéticos, topográficos y documentalistas.
    Corresponde al primer grupo el Abecedarium A, ensayo de un índice alfabético cuyos asientos se limitan a recoger el nombre del autor, el de la obra y el número que tenía el libro en el Registrum A. Fue el origen del Índice General Alfabético o Abecedarium B y Supplementum.

    El Abecedarium B es el arco clave de todo el edificio repertorial hernandino y si nos situamos en su tiempo de confección, algo novísimo y revolucionario. Está formado por 15.344 asientos divididos en tres categorías: la primera contiene el nombre del autor (ordenado por nombre propio), seguido del título (si existen varias obras se escriben unas debajo de otras); la segunda corresponde a las obras anónimas, que se indizan por la palabra más importante del título; la tercera son los íncipits o primeras palabras del texto. Para las dos primeras categorías el esquema que sigue este repertorio es: tras el autor o título, aparece la inicial del lugar de impresión y el año de edición, a continuación tres números que corresponden al Registrum B (subrayado), Materias (metido en un cuadro abierto en su parte superior) y Epítomes (dentro de un cuadrado). En ocasiones la lengua, su condición de manuscrito y unos símbolos que hacen referencia al tamaño del libro, columnas, etc.
    A partir de éste se confeccionan:
    - el Abecedarium B bis o Índice de Autores y obras solamente, sin incluir los comienzos de texto. Sólo aporta un duplicado de parte del Abecedarium B.
    - el Abecedarium C o Índice de Autores y Ciencias, que consiste en entresacar del Abecedarium B los asientos con nombre de autor y obra e ir adscribiendo cada uno a las distintas ciencias o materias (abreviatura de la materia más el número del Registrum B).
    El primero de los ficheros topográficos es el Registrum A, de él se conserva la parte correspondiente a los 1.635 libros que envió desde Venecia a Sevilla y se hundieron en el mar, por ello se conoce también como Memorial de los libros naufragados.
    Dado el enorme volumen de libros que don Hernando fue acumulando en su biblioteca, decidió darle una nueva ordenación, para lo cual confeccionó el Registrum B. Éste describe de manera minuciosa los 4.231 asientos que recoge. Su esquema es: número asignado al libro, autor y título, íncipit y éxplicit, partes del libro, datos de impresión (impresor, ciudad y fecha) y datos de compra (lugar, fecha y precio).
    Como ficheros documentalistas Colón concibe en primer lugar el libro de los Epítomes, que se corresponde de forma absoluta con los modernos abstracs. Así quien lea el resumen decidirá si le conviene leer todo el libro o si le basta o satisface aquella breve relación.
    El libro de las Materias es el primer testimonio conocido de recuperación de la información mediante thesaurus. La idea era que buscando una palabra clave se accediera a los títulos existentes en la biblioteca sobre aquella materia y el grado de profundidad con que la trataba.
    Este repertorio sirvió para la posterior confección del libro de las Proposiciones. Del de Materias se entresacaban los asientos y se copiaban, siguiendo un orden alfabético, en el de las Proposiciones. Además se añade el autor, título, el grado de intensidad en el tratamiento del tema (per totum, breviter...) y finalmente el número que tenía en el libro de las Materias.


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  12. #12
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Los repertorios no bibliográficos. La colección de estampas de Hernando Colón


    Gracias a la Memoria del bachiller Juan Pérez, bibliotecario y hombre de confianza de Hernando Colón, es conocido que cuando murió don Hernando se estaban confeccionando una serie de repertorios, de los cuales tres no se refieren propiamente a los libros de su biblioteca:
    - Cosmografía de España o Itinerario (sign. top. 10-1-2 y 10-1D-3, 2 v.),
    - Diccionario o Vocabulario Latino (sign. top. 10-1-3D),
    - Memoria de los Dibujos o Pinturas (sign. top. 10-1D-5).
    Juan Pérez recoge y explica brevemente las colecciones realizadas por él, habiendo que sumar a la de los libros, una recopilación de datos de lugares y pueblos de España, a la que el bachiller llama cosmografía de España o itinerario, otra de estampas o grabados, a los que denomina dibujos o pinturas o imágenes, y el vocabulario latino creado a partir de la extracción de lo principal de los vocabularios ya existentes. La causa última del vocabulario latino hay que buscarla en la idea hernandina de resumir en pocos libros todo el saber humano y todas las ciencias, en este caso recopilando los significados de cada dicción e indicando los autores que la usan. La intención en la creación de la cosmografía es explicada así por Juan Pérez: Porque don Hernando Colón mi señor tuvo propósito de hazer la cosmografía de España y en ella de escribir todas las particularidades y cosas memorables que hay en ella y para esto fue necesario enviar por todos los pueblos de España a algunas personas que se informasen en cada pueblo de los vezinos que había y de todo lo demás que en él hobiese digno de memoria. Sin embargo no se puede hablar de una cosmografía como tal en un trabajo más bien de carácter administrativo y estadístico en el que sólo recoge los nombres de los pueblos y de sus cosas más importantes, fundamentalmente el número de vecinos, carente de datos históricos o artísticos, pero que se adelanta en el tiempo a los trabajos de relaciones que después serán frecuentes.
    Sobre el origen de la colección de estampas dice simplemente Juan Pérez que quiso Hernando Colón juntar todos los dibujos, pinturas o imágenes que pudiese hallar, como ayuntó gran número de ellas. Para Emilio Gómez Piñol, Colón creó esta colección sin criterios de valor artístico y como complemento de su interés y búsqueda de las obrecillas y pequeños libros de carácter popular, como producciones menores en serie, fundamentalmente populares y de bajo precio.
    A excepción de los de Gómez Piñol y otros pocos investigadores, escasean los trabajos sobre esta afición de Hernando Colón. Mark P. McDonald, de la Fundación Paul Getty, se ha adentrado en esta cuestión y ha culminado la labor de reconstruir la colección original descrita por Hernando en su repertorio, hoy perdida, transcribiendo primero este inventario e identificando tantas estampas como ha sido posible.
    La colección, con 3.200 estampas, fue probablemente la mayor y más temprana de Europa. Poco se sabe sobre el afán de coleccionar estampas en el Renacimiento, ya que ninguna colección ha pervivido, pero con este inventario, el único conocido que se conserva de una colección de la primera mitad del siglo XVI, se puede recrear la importancia, tamaño y el curioso sistema ideado por Colón para su clasificación. Este sistema barajaba tres categorías en una tasación visual objetiva en la que no se contempla la calidad artística, como explica Mark P. McDonald: tamaño, tipos principales de figuras (santos vestidos, santos desnudos, santas vestidas, hombres vestidos, hombres desnudos, mujeres vestidas, mujeres desnudas, tierras, animalias, lazos, inanimados y follajes) y número de éstas. Predominan los santos sobre otras figuras, los hombres sobre las mujeres y las figuras vestidas sobre las desnudas.
    Hay que resaltar además una serie de datos que se extraen del análisis de este inventario siguiendo técnicas codicológicas y paleográficas, como pueden ser el que en el manuscrito hay doce manos de diferentes escribientes (más otras más esporádicas, y la mano de Hernando en las correcciones), el planteamiento previo a la realización del trabajo, la adicción de pliegos según éste lo requería o la posibilidad de que la mayoría de las compras se realizasen en Roma y Venecia.

    También queda manifiesto el interés por las estampas alemanas y holandesas, ya que el ochenta por ciento de las que este investigador identifica proceden de estos países, y el resto son suizas, italianas y francesas. Están representados los principales grabadores alemanes de la época, con especial atención a Durero. Pero lo más interesante es lo concerniente a las obras no identificables con otras de las que se conocen ejemplares conservados en la actualidad, algunas de artistas conocidos y otras anónimas.

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  13. #13
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Fondo bibliográfico de la Biblioteca Colombina


    En el Renacimiento surgió una renovación literaria, científica y artística, más tarde, la fundación de nuevas ciudades, los cambios económicos y sociales, la expansión del comercio y de la pequeña industria y el establecimiento de algunas bibliotecas privadas, favorecieron el desarrollo del arte, la literatura, la educación, las ciencias y demás actividades del pensamiento.
    Es en este ambiente donde encontramos la figura de Hernando Colón, sin duda un ser excepcional, contradictorio y discutido, fue un verdadero hombre del Renacimiento inquieto y ávido de saber. La faceta más destacada es su amor por los libros, a los que les dedicó la mayor parte de su vida formando una de las bibliotecas privadas más importantes de la primera mitad del siglo XVI.
    A la hora de su muerte poseía más de quince mil títulos, conformada por numerosos incunables, algunos de ellos únicos como el Ars Moriendi, e impresos del siglo XVI, piezas rarísimas y únicas por su origen como por las anotaciones marginales tanto en una tipología como en la otra. También es de notable importancia los fondos en lengua francesa, italiana, catalana, flamenca, alemana. La importancia del fondo manuscrito reside en su rareza y calidad como prueba de ello podemos citar el Libro de las profecias, o bien el manuscrito más antiguo que posee la colombina que es del siglo IX.
    No olvida en su colección a los clásicos ni a los grandes autores del momento que versaran sobre distintas disciplinas, algo muy peculiar de la colección colombina y admirable por su singularidad es el elenco de opúsculos que custodia sobre literatura popular siendo muy interesante porque reflejan el ambiente político y social de la época. Las ilustraciones (mediante la xilografía o bien el grabado en metal) predominan en muchos de ellos.
    La manía de poner notas a sus compras de libros hacen que estos datos sean una valiosa fuente de información para la biografía de don Hernando, su examen nos permite, una vez ordenados cronológicamente seguirle en sus desplazamientos y reconstruir el itinerario de este incansable viajero. Además, nos brinda una extensa visión de la imprenta y el mercado de libros en la Europa de la primera mitad del siglo XVI.
    En cuanto a la conservación actual del fondo, necesidad que se establece como prioritaria, podemos decir en líneas generales que es magnífica y se lleva a cabo en un doble sentido: por un lado en la revisión periódica del edificio y sus instalaciones y por otro en aquellos libros que están deteriorados, retirándose de la circulación y poniendo una copia a disposición del usuario, ya sea en microfilm o fotocopia. Existe un pequeño taller de restauración en la propia biblioteca.
    La encuadernación que predomina en la fernandina es mayoritariamente en pergamino, en segundo lugar en piel y pocas en pasta. Ya en las actas capitulares del siglo XVI queda reflejado el interés del cabildo por encuadernar aquellos libros que venían en mal estado de la donación colombina, así pues desde el siglo XVI al actual se está llevando una importante labor en este sentido e incluso en muchos casos se ha restaurado algunas que quedan originales como el caso de las realizadas por el taller de Galván en el siglo pasado. A través de las actas capitulares podemos constatar como el cabildo costeó a lo largo de los siglos el capítulo referente a las encuadernaciones y dependiendo del responsable de biblioteca se encuadernaba en un material o en otro. Dentro de las encuadernaciones en piel podemos señalar las variedades mudéjares y renacentistas. La mayoría llevan en su tejuelo anotaciones manuscritas referentes al título y autor.

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  14. #14
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Manuscritos de la Biblioteca Colombina

    A pesar de su interés por los libros impresos, como deja constancia en la cláusula LXXII de su testamento (comprar libros manuscritos siempre que no tengan un precio mayor que si fuesen impresos), llega a reunir una colección de más de 1.000 códices medievales y renacentistas, de los que se conservan más de 500 volúmenes.
    Del mismo modo que los impresos, don Hernando los adquiere a lo largo de los años en los viajes que realiza a los mercados europeos del libro. En España fundamentalmente en Barcelona, Sevilla y Valladolid, y en Europa en ciudades como Lyon, Milán, Padua o Roma. También entre los manuscritos encontramos algunos que le fueron obsequiados, como Sedacius totius alchimie Guillelmi Sedacerii junto con la Summa de Geber en 1509 por Cristóbal de Sotomayor, o el Llibre de menescalia de Manuel Díez, regalado en 1510 por Almeyda paje de don Hernando de Toledo hermano del duque; sin olvidar el Libro de las Profecías de su padre el Almirante.
    Por diferentes vicisitudes parte de las bibliotecas de particulares, al morir, pasaban a engrosar los depósitos de distintos comerciantes, de esta forma Colón pudo hacerse con libros que pertenecieron a diversos personajes como Bartolomé da Bologna, Pere Miquel Carbonell, Petrus de Monte, Coluccio Salutati, Marino Sanudo, Antonio María Solucar, etc.
    Hace acopio de obras manuscritas pertenecientes a todas las ramas del saber: Teología, Derecho (civil y canónico), Astronomía, Filosofía, Medicina, Poesía, oraciones, comentarios a autores clásicos y medievales, Patrística, etc. Es también la Biblioteca Colombina rica en música que abarca especialmente los siglos XIV-XV. Aunque han desaparecido paulatinamente joyas musicales inapreciables, aún podemos contar en su fondo con obras del calibre del llamado Cancionero Musical de la Colombina, Chansonnier français, Variorum de Musica Mensurata...
    Los autores representados abarcan todas las épocas y ramas de la ciencia: clásicos como Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca, Plutarco, etc.; santos y padres de la Iglesia como san Agustín, san Anselmo, santo Tomás, san Bernardo de Claraval, Tomás Becket, etc.; papas como Juan XXI, León I, Bonifacio VIII, Inocencio III, Clemente VII, etc.; médicos como Hipócrates, Avicena, Galeno, Nicolas de Sancta Sophia, Dino del Garbo, Johannes Mesue, etc.; filósofos y teólogos como Gulielmus de Occam, Raimundo Lulio, Alonso Tostado, Raimundo de Peñafort, Juan Alonso de Benavente, etc.; hombres de letras como Boccacio, Dante, Filelfo, Poggio Bracciolini, Graziolo Bambaglioli, etc.
    La lengua latina es logicamente la mayoritaria en los libros manuscritos de don Hernando. Superan los 100 los conservados en italiano, con pérdidas de otro casi medio centenar. Los desaparecidos en lengua española, rozan la treintena, se equilibran con los 36 que actualmente se conservan. En cambio los manuscritos desaparecidos en lengua catalana (23) superan a los que se mantienen en sus anaqueles (18). También se conservan muestras en francés, lemosín, griego y alemán.
    El período de confección de los distintos ejemplares abarcan desde el siglo IX, como el Liber de promissionibus et predictionibus Dei, hasta el siglo XVI. Cubriendo así toda la Edad Media, con manuscritos codicologica y paleograficamente representativos de las distintas etapas medievales, y los tipicamente renacentistas.

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  15. #15
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    Re: La Biblioteca Colombina

    El Libro de las Profecías de Cristóbal Colón


    Libro de Cristóbal Colón, custodiado por su hijo Hernando en la fernandina (recogido en el número 2091 en el Registrum B ), cuya parte fundamental la compone una numerosa colección de textos bíblicos, de padres de la Iglesia y algún clásico, que, según el Almirante, se refieren al descubrimiento de nuevos países y a la recuperación de los Santos Lugares. Está precedido de copia realizada en 1823 de una carta dirigida al padre Gorricio y la respuesta de éste, además de la carta de don Cristóbal a los Reyes Católicos.
    La obra fue confeccionada en su mayor parte por Colón con el apoyo teórico, respecto a los distintos sentidos e interpretaciones de las Sagradas Escrituras, de su amigo y confidente, monje de Santa María de las Cuevas de Sevilla, Gaspar de Gorricio.
    Manuscrito en folio que consta de 84 hojas foliadas a tinta de las que en la actualidad faltan catorce: 28, 63-66 y 68-76, y según nota en h. 77 r. mal hizo quien hurtó de aquí estas hojas porque era lo mejor de las profecías deste libro.
    Se nos presenta escrito, según Nuova Raccolta, por varias manos (Cristóbal Colón, su hijo Hernando, Gaspar de Gorricio, un escribano público y un amanuense italiano), que utilizan escrituras góticas (híbrida y cursiva) y humanísticas (redonda y cancilleresca).

    Existe copia de mano de don Diego Alejandro Gálvez hacia 1768 para remitirla al bibliotecario mayor don Juan de Santander en la Biblioteca Nacional (Ms. 2497).

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  16. #16
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Liber de promissionibus et predictionibus Dei (s. IX)

    Códice escrito en letra carolina, encuadrada cronológicamente a caballo entre lo que Battelli establece como primer y segundo período de este tipo de escritura, es decir entre finales del siglo IX y primer tercio del X. Marín lo circunscribe al área geográfica de la primitiva carolina, cuya localización puede concretarse al país franco propiamente dicho, al Norte de Italia y al Sur de Alemania.
    Manuscrito de 99 folios en pergamino, de 151 x 204 mm., formando 12 cuadernos, de los cuales el 1º, 2º, 3º, 9º y 10º son cuaterniones, del 4º al 7º quiniones y 8º, 11º (con una hoja añadida) y 12º terniones. Los siete primeros aparecen con signatura en romano I-VII. Pautado vertical y horizontal a punta seca, con pinchazos de guía en sus puntos de intersección, así como en cada línea de escritura. Carecen de reclamo. La tinta de todos los folios es ocre, utilizando el rojo para títulos e iniciales, las cuales carecen de cualquier elemento ornamental. La escritura puede corresponder a dos o tres manos distintas pero coetáneas y bastante parecidas.
    Desde el punto de vista interno contiene varios textos literarios que forman dos grupos. El primero de ellos ocupa los folios 1 al 70 y aparece recogido por don Hernando en el Abecedarium B, columna 1402, bajo Prosperus como De predictionibus et promissionibus Dei et aliorum de mano sine fine 14185. El texto aparece estructurado con párrafos de corta extensión, separados por punto y aparte, que corresponden a los capítulos enunciados en la tabla.
    El segundo grupo lo forma una colección hagiográfica formada por Passio sanctorum Florentini et Hilarii martyrum, Passio beati Andeoli, Passio sanctorum Eusebii, Vincentii, Peregrini et Pontiani, Vita beati Hostiani confessoris, etc. que Colón anota en la columna 1070 del citado repertorio como Martyrum nonnullorum vite et miracula de mano 14185.

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  17. #17
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Llibre de menescalia de Manuel Díez


    Manuel Díez, escritor valenciano, recibe el encargo del rey don Alfonso V de elaborar un tratado que enseñase todo lo concerniente a la posesión de buenos caballos y mulas, dado que el caballo, durante la Edad Media, fue el animal que recibió los mayores cuidados para su crianza, por ser una de las fuentes principales de fuerza no humana útil para el arado, transporte, caza y como máquina de guerra.
    La obra se divide en dos libros. El primero (Llibre de la menescalia) versa sobre la anatomía externa del caballo, cualidades que deben concurrir para la elección del padre, pelaje, modo de criar el potro, etc. El segundo (Tractac de la menescalia de les mules) sobre la mula, cualidades relativas a su exterior y modo de administrarle la comida.
    El códice aparece ornado con iniciales con adornos de rasgueo en rojo, morado o azul, así como una serie de ilustraciones sobre el caballo a página entera: el caballo y su relación con los signos del zodíaco, modo en que se ha de atar el caballo para echarlo a tierra, cómo se le ha de dar un brebaje, modo en que ha de estar entablillado el caballo, modo de aplicar un enema.
    El ejemplar, escrito en catalán en escritura gótico-humanística, aparece anotado por Hernando Colón con el número 10321, que corresponde al Registrum B 3292, donde puede leerse Diómelo Almeida paje de don Hernando de Toledo, hermano del Duque, en Valladolid por Enero de 1510.
    Con toda probabilidad el autor conocía otros textos sobre la materia, como Cirujia de cavalli de Gallien Corretger, Tractat de la menescalia de Giordano Ruffo y El libro de los caballos de Teodorico Borgognoni. De igual forma su texto ha servido como inspiración a otros autores en la elaboración de sus obras, tales como Salvador Viña (Dels nodriments dals cavalls i de les mules, etc.), Juan Álvarez de Salamicillas (Libro de menescalia y de albeitería y física de las bestias), Rinni (Anatomia del cavalo infirmitate e suoriremedii), etc.
    La obra de Manuel Díez de Calataiud tuvo una importancia relevante como lo demuestran las distintas copias manuscritas en catalán, así como las copias traducidas al español realizadas por Martín Martínez de Ampiés. De igual forma a lo largo de los siglos XV y XVI salen de las prensas españolas distintas ediciones en catalán (Barcelona 1515 y 1523) y español (Zaragoza 1495, 1499 y 1545; Toledo 1507, 1511 y 1515) etc.

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  18. #18
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Impresos de la Biblioteca Colombina
    Los impresos de la Biblioteca Colombina conforman una de las más singulares y completas colecciones de ejemplares de ediciones incunables y del primer tercio del siglo XVI, siendo 1537 la fecha de impresión más tardía presente en las portadas o colofones de sus libros.
    En la actualidad se conservan ejemplares (en algunos casos repetidos) de 5.306 ediciones distintas, de las que se identifican 200 ediciones como salidas de prensas españolas. La diversidad de estos libros ponen de manifiesto el afán de adquisición de obras de todo tipo, y su elevado número en relación a los códices de la biblioteca, la preferencia de los libros de molde a las obras manuscritas.
    Aunque las grandes obras que salen a la luz en época de Hernando Colón están presentes en la biblioteca (obras de filosofía, científicas, teológicas, música, artes y literatura clásica), el conjunto queda marcado por su condición de primer bibliófilo que manifiesta interés por la desdeñada literatura popular, concediéndole puesto de honor a estas composiciones populares que adquiere en forma de pliegos sueltos, una parte en verso y otra en prosa, verdadera supervivencia de las manifestaciones tradicionales de la poesía narrativa de la Edad Media y base del periodismo moderno. La abundancia de canciones, romances, libros de caballerías y opúsculos de poca extensión agranda el valor de la Colombina y dan cabida en muchos casos a la presencia de las lenguas vulgares (especialmente italiano y francés, aunque también coleccionó libros populares publicados en otros idiomas, como historias caballerescas en español, entre otos).
    Especial mención debe tener la magnífica colección de pronósticos astrológicos por él reunida, que pertenecen a lo que se conoce como astrología judiciaria. Los autores de estos pronósticos compartían el estudio de la astronomía con la aplicación práctica de sus conocimientos en la predicción no sólo de fenómenos naturales, sino también de los destinos y acontecimientos humanos. La costumbre de contar con el consejo de astrólogos, que en los siglos XV y XVI se mantiene por parte de los dirigentes políticos y de la jerarquía eclesiástica, produce este tipo de obras, de las que Hernando Colón adquiere gran cantidad de piezas únicas en latín y versiones romances.

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  19. #19
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Incunables de la Biblioteca Colombina


    El conjunto de 1.194 ediciones incunables sitúan a la Colombina como la segunda colección en España de impresos del siglo XV, después de la Biblioteca Nacional, y una de las más importantes del mundo de este tipo de libros. Pero el número de ejemplares es mayor, ya que en numerosos casos existen dos y tres copias de una misma edición. En relación con estos impresos anteriores a 1501, habría que atender a los llamados post-incunables, que ascienden a un centenar (entendiendo por post-incunable el impreso de comienzos del siglo XVI que por error o insuficiente información fueron en su día reseñados en repertorios de incunables).
    En este conjunto sobresalen aquellas obras que llegaron a la Biblioteca Colombina como legado de Cristóbal Colón a su hijo Hernando, anotadas en los márgenes profusamente y de especial importancia para los estudiosos de la época colonial americana: la edición latina de Delle cose maravigliose del mondo de Marco Polo (Gouda, Gerardus Leeu, ca. 1483-1484), la Historia rerum ubique gestarum de Pío II (Venecia, Johannes de Colonia y Johannes Manthen, 1477), la edición italiana de la Historia naturalis de Plinio el Viejo, enciclopedia de moda en el Renacimiento (Venecia, Bartolomeo Zanni, 1489), y el conjunto de obras cosmográficas de Pierre d’Ailly, entre las que se encuentra su famosa Imago mundi (Lovaina, Johannes de Westfalia, ca. 1477-1483).
    Señalar también la edición sevillana de las Parallelae, sive Vitae illustrium virorum de Plutarco, en versión española (Compañeros alemanes, 1491); u otros ejemplos significativos de las primeras tipografías españolas, como la Gramática castellana de Antonio de Nebrija (Salamanca, Tipografía epónima, 1492).
    Posee numerosos ejemplares únicos en el mundo, muchos de ellos de obras de corta extensión y de carácter popular en gran parte producto de talleres franceses e italianos. Entre las “obrezillas” por las que se sintió especialmente atraido Hernando Colón destaca la magnífica colección de pronósticos astrológicos, muchos de sus ejemplares pertenecientes a ediciones del siglo XV. Como ejemplar único destaca el Ars moriendi, impreso en Alemania meridional, posiblemente en Augsburgo, sobre 1470.
    Otros sobresalen por la circunstancia de estar adornados, siguiendo la tradición manuscrita, con bellas orlas e iniciales de distintos colores, como la versión italiana de Bono Giamboni de Le Trésor de Brunetto Latini (Treviso, Gerardo di Lisa, 1474).

    La colección cuenta con un catálogo en el que se describen tanto los incunables de la Colombina como de la Capitular, publicado por el cabildo de la Catedral de Sevilla en 1999.

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  20. #20
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    Re: La Biblioteca Colombina

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Ars moriendi


    Con la signatura topográfica 4-5-10(3) se conserva en la colección de Hernando Colón un libro en extremo singular, no sólo por tratarse de un ejemplar xilográfico, sino por ser además el único conocido de esta edición. Los libros xilográficos son los obtenidos mediante el grabado con una plancha de madera, y uno de los primeros y más conocidos fue la Biblia pauperum, destacando también el Speculum humanae salvationis y las ediciones del Ars moriendi (cuyo título se suele traducir por Arte de bien morir). En este tipo de libros, conocidos con anterioridad a la invención de la imprenta con tipos móviles, predomina la imagen sobre el texto, la temática religioso-moral y la intención pedagógica ante un público no culto y eminentemente popular.
    A finales de la Edad Media se desarrolló una copiosa literatura designada bajo el término genérico de Danzas de la Muerte, en la que se representaba la fugacidad de lo terrenal en la vida del hombre con total ausencia del sentimiento religioso y se alude a la muerte con un matiz más o menos profano. Ante esto la Iglesia se apresuró a enfocar la cuestión desde un punto de vista cristiano. Así surge el pequeño tratado conocido como Ars moriendi en el que se presenta el drama de la muerte en su sentido religioso, para que el moribundo pueda salir airoso y conseguir la salvación. Trata, por tanto, de la confortación espiritual del moribundo, y aporta ilustraciones típicamente medievales, con una página de texto para cada ilustración. Este opúsculo estuvo dedicado en un primer momento al clero, pero muy pronto fue el manual de todos los fieles.
    Este rarísimo ejemplar pertenece a una edición realizada en el sur de Alemania, posiblemente en Aubsburgo, sobre 1470. Se compone de 14 hojas de tamaño folio, con grandes caracteres góticos, sin numeración, y trece láminas representativas de varios pasajes referentes a los últimos instantes de la vida humana. Los grabados, pese a su tosquedad, presentan un alto nivel de expresividad. En todos ellos el moribundo está en su lecho y sufre las cinco tentaciones: dudas de la fe, desesperación ante sus pecados, apego a los bienes terrenales, impaciencia causada por el propio sufrimiento y, por último, la acechanza de la soberbia. Para contrarrestar estas tentaciones cuenta con la ayuda de Dios manifestada a través de la figura del ángel.
    En el verso de la última hoja Hernando Colón anotó las condiciones de su adquisición: Este libro costó en Nerumberga 2 craiçer por dezie[m]bre de 1521 y el ducado de oro vale 86 craiçer. Está registrado 205.

    Institucin Colombina
    Pious dio el Víctor.

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