En primer lugar, la misión de la Iglesia es honrar a Dios, ser fiel a Su palabra revelada, velar por la Civiltá Católica y preparar a los hombres para la segunda venida de Nuestro Señor Jesuscristo. Cuando no haga esto directamente, es decir, cuando actue en un plano más mundano o temporal, la acción de la Iglesia se debe orientar igualmente a estos fines.
En cuanto a la Caridad, cito del Catecismo de San Pio X:
898. ¿Qué es Caridad? - Caridad es una virtud sobrenatural infundida por Dios en nuestra alma, con la que amamos a Dios por Sí mismo sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
906. ¿Por qué hemos de amar al prójimo? - Hemos de amar al prójimo porque Dios lo manda y porque todo hombre es imagen suya.
910. ¿Cómo se pierde la Caridad? - La Caridad se pierde por cualquier pecado mortal.
En cuanto a la acción social de la Iglesia, ésta debe promover activamente un orden social acorde con sus valores espirituales y su Magisterio. El orden actual no lo es.
Asimismo, la Iglesia no puede desatender su misión apostólica y pastoral, como está haciendo, por hacer de ONG según capricho de los tiempos. Es ahi donde los enemigos de la Fé y de la Iglesia quieren ver a la Iglesia: cosiendo sus rotos, paliandos los problemas que causa la mala política, y no pastoreando.
La Conferencia Episcopal no emite un llamamiento a la Fé y a la justicia social en el mundo, cosa que no incluye la emigración y el desarraigo de millones de personas, sino que llama a los españoles a colaborar con la injusticia, soportándola ellos y sus familias individualmente, cargando todavía más con los problemas que causan el Estado y la mala política.
Además, la inmigración supone la inyección masiva en Las Españas de musulmanes, santeros, animistas, sincretistas, etc. Eso tampoco es velar por la Civiltá Católica y por la salud de la Iglesia de Jesucristo, su fundador.
Es decir:
1 . La interpretación de la Conferencia Episcopal de caridad no es verdadera Caridad, sino colaboración con un orden social, político y económico injusto, dirigido por quien desata guerra injustas y criminales, quien condena millones al hambre y al desarraigo, quien coopera en la extinción de la Fé y de pueblos europeos por el capricho estalinista del Trasvase de poblaciones según plazca a la economía.
2 . La verdad es que esto es Protestantismo (colaboración con el ateismo práctico y el mercantilismo) al más puro estilo calvinista.
3 . Punto 1 incurren en pecado mortal, punto 2 en es herejía.
4 . El pecado mortal hace perder la Caridad, como se ha citado del Catecismo.
5 . La Conferencia Episcopal alienta asi la reducción demógrafica del pueblo español (inmigración, carga familiar, etc.), al mismo tiempo que la marginalización de la Fe en España y su dilución en medio de cultos foráneos y falsos.
6 . EL llamamiento de la Conferencia Episcopal contradice las opiniones (aunque no parte del Magisterio) del actual Papa Benedicto XVI (ver abajo).
La Conferencia Episcopal no sólo se desacredita de nuevo a si misma en relación a la Tradición de la Iglesia con su democracia-"cristiana" y su izquierdismo, sino que incurre en pecado mortal y herejía.
A continuación, algunas palabras de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI, "jefe" de la Conferencia Episcopal, sobre el problema de la inmigración:
(...) existe actualmente una migración de pueblos, pero que es evidente que cualquier gobierno, incluso el más abierto, no puede aceptar indefinidamente a todos los inmigrantes. Hay que distinguir, pues, entre los que pueden llegar y los otros. (...) hay que aceptar ante todo - en vista de la paz civil de nuestras sociedades europeas - a los grupos que pueden integrarse con más facilidad, a los más cercanos a nuestra cultura. Si se manifiesta una incompatibilidad cultural, una incomprensión, toda la sociedad resulta afectada. Y esto no beneficia a nadie, ni siquiera a los inmigrantes musulmanes. Definir los criterios que permitan la unidad de un país y favorezcan su paz social es, por tanto, interés de todos."
- Joseph Ratzinger -
"La Abolición del Hombre", Entrevista a Le Figaro, 17/11/2001
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