Todorka y Vasilev, crisis a la búlgara
MAYTE ALCARAZ. MADRID
Búlgaros ambos. Ella, 32 años; él, 40; ella, embarazada de su tercer hijo; él, albañil en paro desde que hace un año la crisis enseñó sus dientes. ¿Está España preparada para sostener cientos de miles de inmigrantes parados? En junio eran ya 258.800 los desempleados extranjeros registrados, con un crecimiento en un año en el sector de la construcción de nada menos que el 139,7 por ciento. Dimitar Vasilev Penev pone carne y hambre a esa fría estadística. Una llamada telefónica de un amigo búlgaro que trabajaba en Segovia le abrió el paraíso (?) hace justo un año. Habitante de un municipio cercano a Sofía, metió en un bus de tercera a su mujer y sus dos hijos, Stanislav (5 años) y Valentin (11 años) y puso rumbo a la meseta castellana. Allí el trabajo le duró dos meses, pues la empresa de construcción-«la crisis se la llevó por delante, y con ella a mi familia», se lamenta Vasilev- cerró y todos se fueron a Algeciras, donde otra amiga -de nuevo los compatriotas se apoyan en tierras lejanas- le abrió las puertas de un trabajo temporal en la recogida de la naranja. Y tan temporal.
Embarazada del tercero
Sin recursos y con su mujer de nuevo embarazada del tercero, parten para Madrid. Y es en la capital donde -recuerda Todorka- «la Policía me encuentra durmiendo bajo un puente con mi niño». Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid se hace cargo de ellos y del resto de la prole. El matrimonio Penev recala en el Centro de Acogida para inmigrantes Casa de Campo.
Es en este triste punto de su baqueteada vida donde ABC es testigo del resto de la historia de esta familia «desacelerada», según el eufemismo socialista. «Aquí nos tratan muy bien -reconoce Vasilev, con la traducción simultánea de su hijo mayor Valentin, un espigado y bilingüe muchacho de ojos almendrados- y estamos intentando por todos los medios quedarnos en España». Y ¿por qué no quieren volver a Bulgaria si las cosas vienen mal dadas y este centro sólo les puede acoger hasta el 17 de julio cuando se cumple un año de su llegada a España, tal y como establecen sus normas? «No, no, no...», casi grita Todorka a la pregunta de la periodista. Ni hablar. A ella (embarazada y con diabetes gestacional) tanto la educación como la sanidad española le parecen maravillosas y Bulgaria, su patria, el tercer mundo. Aunque ese tercer mundo esté integrado en Eldorado europeo como miembro de pleno derecho, junto a Rumanía, de la UE desde 2006. En los últimos tres años, España repatrió a 370.000 personas pero ninguno de ellos era búlgaro, como nuestros interlocutores, por ser ciudadanos de la UE. He ahí la madre del cordero.
En el recorrido por el hogar temporal de esta familia y de otras 14 más, el centro de Acogida de la Casa de Campo de Madrid, financiado por el Ayuntamiento y gestionado por Cruz Roja, ABC comprueba que aquí las normas son estrictas. Horas de llegada, de comida, higiene personal y doméstica... Laura, la educadora social que sirve de cicerone, define muy bien la filosofía de este albergue: «Aquí no damos comida, sino que ofrecemos una caña y enseñamos a pescar». Y es que Vasilev ya tiene un trabajo temporal que le han buscado en el centro; Todorka, no, porque padece un embarazo de alto riesgo y se le atiende en un hospital próximo; y Valentin y Stanislav van a un «cole» cercano del Batán... Y todo, para ver si ahorran unos euros. Un sueño imposible. La delegada de Familia y Servicios Sociales del Ayuntamiento, Concepción Dancausa, pone el dedo en la llaga: «En crisis la población inmigrante sufre de forma más virulenta los efectos de esta situación, el desempleo y la escasez de recursos». De ahí que en este centro se ofrezcan recursos de primera necesidad. El pequeño de los Penev considera de primera necesidad unas pilas para su juguete y se las pide al fotógrafo...
http://www.abc.es/20080713/nacional-...807130246.html
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