García Márquez: dime a quién admiras y te diré quién eres

García Márquez: dime a quién admiras y te diré quién eres. ¿A quién estamos adorando? ¿A obsesos sexuales?

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Lo confieso: no logré terminar ni una sola obra de Gabriel García Márquez, incluida 100 años de soledad. Un hombre con una gran pluma y poco fondo, del que sólo extraje su obsesión por el sexo y las dos consecuencias de esa obsesión: las relaciones humanas contempladas como relaciones de poder, de dominación sobre el prójimo y la obsesión subsiguiente a la Iglesia y a la trascendencia.
La obsesión sexual es una deformación como otra cualquiera. No digo que García Márquez sea un mal redactor –era muy bueno-, pero no le tengo por buen escritor. Insisto: nunca logré terminar una de sus piezas. Oigo que era un escritor comprometido. El único compromiso que yo intuí en sus obras era el sexo. Y la obsesión sexual no deja de ser la deformación intelectual de nuestro tiempo, según la vieja fórmula de estar poseído por un deseo creciente de un placer siempre decreciente.
Del sexo desprovisto de amor, de entrega, de donación, nace la violencia, no al revés. Nace, en definitiva, la utilización del otro, y amar es lo contrario de utilizar, dijo Juan Pablo II. Y de la obsesión sexual nace también el odio a la verdad y, por tanto, a la Iglesia. Y, con ello, aversión a amor, a la lealtad, a la justicia y a la paz.
Mucho me temo que no puedo alabar a García Márquez. No era un rojo, era, ante todo, un obseso sexual, que sólo en clave sexual podía contemplar la trascendencia o la revolución social.
Fue, además, uno de los forjadores del declive del mundo iberoamericano, declive que se deja ver en la semántica: cuando pasamos de Hispanoamérica a ese espantoso neologismo franchute de ‘Latinoamérica’. Gabo es uno de los culpables, aunque hay muchos, de que el mundo anglosajón considere a todo lo latino como algo poco serio, inferior y, particularmente rijoso. No es que los anglosajones carezcan de cola para pisar, desde luego, pero mucho me temo que en lo de la rijosidad y el machismo hispano… algo de razón tienen.
Gabo es lo opuesto al ideal de hispanidad que defendía Ramiro de Maeztu, uno de los últimos grandes intelectuales que dio España, asesinado por los revolucionarios de la II República. Para Maeztu, la Hispanidad no es sino la defensa de la dignidad del hombre, dignidad que procede, no de sí mismo, sino de haber sido elevado a la categoría de hijo de Dios.
Y por todo ello no puedo admirar a García Márquez. Aunque el ditirambo se haya convertido en un tópico tras su muerte.


Eulogio López

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Está claro que para gustos, los colores y ahí pues toda discusión se hace bizantina.

Con todo, la lógica de este personal suele ser "uy, era rojo o progre, ¡qué malo!" Por tanto, hasta Miguel Hernández era un mal poeta. Pero claro, por supuesto, no le pidamos que hagan arte, sino tampoco que apoyen a quien trata de hacerlo no moviéndose en la esfera cultural que la derecha se empeña en financiar (no existiría pseudo-cultura progre sin el capital, pero total, para qué...). Y así, cuando uno habla de organizar eventos poéticos, o culturales, o qué se yo, es visto como un marciano en las filas de los brillantes teórico-teólogos que tienen soluciones grandilocuentes para todo, mientras siguen pasando los años y todo va a peor. En fin...

Desde luego, Gabo como persona no era lo mejor, pero como escritor ha sido un grande de la lengua española de la segunda mitad del sigo XX, le pese a quien le pese.

Y por cierto, el realismo mágico podrá manipular a la izquierda, pero aun apartando la inclinación ideológica, de que existe como un hecho real no cabe ninguna duda. A veces Gabo se queda hasta corto.

El talento para escribir yo no se lo discuto, de ninguna manera, pero una cosa es cómo se escriba y otra el contenido de lo que se escriba.

Cita:

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Iniciado por Hyeronimus

El talento para escribir yo no se lo discuto, de ninguna manera, pero una cosa es cómo se escriba y otra el contenido de lo que se escriba.

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Me gustaría, Hyeronimus, que leyeras Crónica de una muerte anunciada, donde el sexo está prácticamente ausente -en realidad, del todo- y luego intercambiáramos una opinión!

Cita:

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Iniciado por Cris

Me gustaría, Hyeronimus, que leyeras Crónica de una muerte anunciada, donde el sexo está prácticamente ausente -en realidad, del todo- y luego intercambiáramos una opinión!

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Esa frase mía que citas es la única que he escrito yo en este hilo. Nada más. El artículo que abre el hilo no lleva mi firma. Yo sé muy bien que Gabo escribió de todo. Que no todo era de sexo. Dije simplemente: "El talento para escribir yo no se lo discuto, de ninguna manera, pero una cosa es cómo se escriba y otra el contenido de lo que se escriba." Eso mismo. El talento no se lo discuto. Talento tenía de sobra. Otra cosa es que en algunas ocasiones se regodeara excesivamente en ciertas procacidades. El contenido, como dije. Pero bueno, eso lo hacen muchos escritores.

Cita:

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Iniciado por Hyeronimus

Esa frase mía que citas es la única que he escrito yo en este hilo. Nada más. El artículo que abre el hilo no lleva mi firma. Yo sé muy bien que Gabo escribió de todo. Que no todo era de sexo. Dije simplemente: "El talento para escribir yo no se lo discuto, de ninguna manera, pero una cosa es cómo se escriba y otra el contenido de lo que se escriba." Eso mismo. El talento no se lo discuto. Talento tenía de sobra. Otra cosa es que en algunas ocasiones se regodeara excesivamente en ciertas procacidades. El contenido, como dije. Pero bueno, eso lo hacen muchos escritores.

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Gracias por contestarme, Hyeronimus. Tal vez no me expresé bien: lo que quise decirte es que me gustaría poder cambiar ideas sobre un libro concreto de Gabo. Y sé, porque se lo escuché decir, que CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA era su obra predilecta, más que CIEN AÑOS DE SOLEDAD.
Como profesora la he dado a leer a mis alumnos y he logrado una casi concentración arquitectónica por el diseño perfecto que logró darle a ese pueblo donde ocurren los sucesos.
Mis saludos
Cris