El Dixit Dominus de Händel es uno de los salmos (el 109 más concretamente) utilizados en las vísperas celebradas con ocasión del festival en honor a la Virgen del Monte Carmelo en el año 1707, para las que el compositor escribió alguna obra más.

Händel en esta época se hizo muy conocido en Italia, y gracias a ello recibió el encargo de escribir varias obras para estos servicios de manos del cardenal Carlo Colonna, el cual estaba muy ligado a la orden carmelita.

Según Graham Dixon en el libreto que acompaña a la versión de Andrew Parrott de estas vísperas, las obras debieron de estrenarse en la iglesia de Santa Maria di Monte Santo, en la Piazza del Popolo de Roma.

El festival trataba de recordar y festejar el día en que la Virgen María se apareció al papa Honorio III urgiéndole a ratificar y aceptar la orden Carmelita.

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En el ámbito litúrgico, los servicios más importantes eran las primeras vísperas, la misa mayor y las segundas vísperas.

Lamentablemente, aunque conocemos que Händel escribió este salmo y otras obras para ser interpretadas en este festival, no conocemos con exactitud en que parte de los servicios iban a ser interpretadas.

Estas vísperas estaban compuestas por varias antífonas y varios salmos, y por eso mismo los musicólogos tienen dificultades para saber en que momento fueron utilizadas la obras de Händel.

Encontramos que hay obras como el Dixit Dominus o el Salve Regina que son utilizables fuera del ámbito de las vísperas, mientras que otras como el Laudate Pueri o el Nisi Dominus solo pueden interpretarse dentro de la celebración de vísperas.

Así mismo, se sospecha también que otros compositores fueron contratados para completar otros fragmentos de los servicios religiosos.

A la vista de este problema, en la versión del director Andrew Parrott , que trata de recrear como fueron aquellas vísperas, se combinan las obras como si de las segundas vísperas se tratase, excluyendo las obras de cualquier otro compositor.

Aún así, la mayoría de las veces este salmo es interpretado como una obra suelta, e incluso existen discos dedicados únicamente a esta obra, como es la interpretación de Sir David Willcocks dirigiendo el coro del King’s College de Cambridge y la Orquesta Inglesa de cámara.

Una vez analizado el contexto de la obra, es hora de indagar en la composición en si.

Como vemos por la cronología, es una obra temprana, en la que Händel deja ver la maestría a la hora de manejar los temas, sobre todo a la hora de combinarlos contrapuntísticamente.

Como apunta Charles Cudworth en su comentario al anteriormente citado disco de Willcocks, la partitura original conservada en la colección de la Música Real en el Museo Británico, está escrita para 5 solistas, 5 voces corales y 5 partes orquestales.

A pesar de figurar solamente la parte de cuerda, en el barroco era una práctica normal dejar a cada director completar la plantilla con los instrumentos que tuviese a su disposición a la hora de la interpretación; es muy probable que los oboes cubriesen las voces agudas y que el fagot y un clave u órgano completaran el continuo.

Händel, aunque respeta totalmente el estilo y la tradición barrocas, utiliza algunos recursos que convierten a esta pieza de “cámara” en una pequeña joya.

Ya en el primer número utiliza la estructura del Concerto Grosso, combinando los pasajes tutti con pasajes de solista.

Las dos arias siguientes poseen un alto nivel virtuosístico, elevando la dificultad para la interpretación de la cantante.

En el siguiente coro, Händel realiza una innovación muy importante en la historia de la música: emplea un diminuendo dinámico, bajando desde un fuerte hasta un pianissimo ppp.

De esta forma se adelantó cincuenta años a la escuela de Manheim.

En el coro Secundum ordinem Melchisedech, el autor compone una pequeña pero intensa doble fuga, de una gran calidad contrapuntística.

Para ello divide el texto en dos partes: el primer sujeto (Tu es sacerdos in aeternum) y el segundo (secundum ordinem Melchisedech).

El coro Dominus a dextris tuis seguido del Judicabit in nationibus dejan a la vista la anteriormente citada habilidad del compositor para manejar temas y combinarlos de forma contrapuntística.

El siguiente número es de una intimidad muy grande, combinando el dúo de las dos sopranos con el tutti de los hombres y una orquestación muy rica en retardos.

El coro final consta de dos partes: en la primera, los solistas exponen los temas que usará el coro en el sicut erat in principio, el cual exigirá un gran virtuosismo por parte del coro.

La segunda y última partees una fuga a cuatro voces sobre el texto Et in saecula saeculorum, Amen.

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