LA APORTACIÓN NAVARRA A LAS NAVAS DE TOLOSA 1.212

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En el 802 aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa ocurridas en el año de gracia 1.212, recordamos la aportación en ella del viejo Reyno de Navarra, cuyo rey Sancho VII el Fuerte estuvo presente rompiendo las cadenas con las que se ataban los fanáticos guerreros musulmanes -los almohades- que voluntariamente protegían el puesto de mando de Miramamolín, el jefe del turbante con la esmeralda verde que une las cadenas tomadas como trofeo para nuestro escudo de Armas.





Sancho VII el Fuerte, como gran rey navarro (1194-1234) mejoró el Reino, incorporó el enclave de Petilla de Aragón (1209), y los castillos de Pena y Javier, adquirió muchos castillos jalonando por el límite de Aragón un camino hacia el mar Mediterráneo, fundó Viana y dio esplendor a Roncesvalles, cuya Colegiata acoge sus restos analizados en su día por el médico forense e historiador Jesús Luis del Campo. El rey morirá sin sucesión en su castillo de Tudela.

Los almohades eran, con turbante o no, unas tribus fanáticas musulmanas del desierto que sojuzgaron el Norte de África formando un imperio que quisieron extender por la península hispánica. El peligro para la Cristiandad era evidente. Los cristianos debieron unirse y, buena parte de ellos, lo hicieron. Tras la batalla de Alarcos, en la que los almohades habían vencido a Alfonso VIII, era más que necesaria una victoria como la de las Navas de Tolosa. Y la victoria, resonante, llegó.

Ahí estaban los castellanos de Alfonso VIII en pleno, Pedro II y sus aragoneses, algunos navarros "de los buenos" con su rey Sancho VII, y algunos caballeros portugueses y gallegos. Ahí estuvo presente el Señor de Vizcaya, Diego López de Haro, que de nuevo reconocía como rey a Alfonso VIII de Castilla. Faltaban los leoneses por sus diferencias territoriales con el rey Alfonso de Castilla.

Ahí estuvieron provenzales, italianos, alemanes y, sobre todo, francos, aunque parte de ellos se fueron antes de la batalla a sus tierras debido a desaveniencias con los castellanos que no querían matanzas y rapiñas. Esta decisiva batalla para la Cristiandad fue convocada y definida por el Papa como Cruzada.

"Convocado también Sancho, acudió al llamamiento, olvidando ofensas y agravios, con deseos de revancha hacia los árabes y de aumentar la extensión de los reinos cristianos El alma de la cruzada fue don Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo, historiador erudito que nació en Puente la Reina" (J. Tanco Lerga).

"Nadie puede dudar que la presencia de Sancho VII en las Navas de Tolosa obedecía a móviles exclusivamente espirituales, pues de lo contrario pudo haber hecho lo mismo que el rey de León y atacar Castilla para recuperar los territorios perdidos en 1200" (Jaime del burgo Torres).

La victoria fue difícil, con un punto culminante, pero al final fue total, y la derrota almohade una catástrofe para los islamitas.

Tras Sancho VII aparecen las cadenas en el escudo del Reino. Su origen es complejo y, según Fermín Miranda, "con toda seguridad ajeno en sus inicios a semejante evento" de las Navas de tolosa. Los sellos personales del rey Sancho fueron el águila real negra o bien un caballero en posición de combate, el cual "testimonia los afanes militares de la monarquía navarra del siglo XII para defender la supervivencia del reino" (F. Miranda García).

Sea lo que fuere, las cadenas de lo que será el escudo del Reino se han convertido en un símbolo de las que rompió el rey en las Navas de Tolosa. El rey las depositó en la colegiata de Roncesvalles, en la catedral de Tudela y en el monasterio de Irache: esto es, al norte, al Sur y al Oeste -próxima a la frontera con Castilla- de nuestro Reino milenario. Y ahí se encuentran a la vista del buen observador: con discreción y señorío. El Reino de Navarra se fue configuró en la civilización cristiana que actualmente no pocos combaten en la misma Navarra ("Utrunque roditur"), y se fue configurando en una síntesis de pueblos y razas, en una síntesis cultural, en la unidad en la variedad que impide dividir a Navarra en dos o en las banderías que cada uno quiera.



Ramón de Argonz y de la Urrutia
Pamplona/Iruña 6 de julio de 2014

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