El Gobierno quiere implantar un nuevo impuesto al consumo destinado a la ayuda al desarrollo


Definitivamente, al Gobierno que preside Jose Luis Rodríguez Zapatero le gustan los impuestos. Un informe de la Oficina Económica de La Moncloa, departamento que dirige Miguel Sebastián, de fecha 30 de agosto último, que ya está sobre la mesa del presidente, juzga “necesario apostar por un nuevo impuesto nacional, pero coordinado internacionalmente, capaz de recaudar el dinero necesario” para la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD).

Se trataría de un “pequeño impuesto o recargo” del 0,2% sobre todos los consumos, que tendría carácter general y por el que todos los ciudadanos, independientemente de su posición económica, estarían obligados a financiar la lucha contra el hambre.

“A modo de ejemplo”, señala el informe elaborado por la oficina de Sebastián, “para el año 2005 el consumo total de los países más ricos –la Unión Europea a 15, más Estados Unidos y Japón- se estima en 30,5 billones de dólares, lo cual implica que este impuesto del 0,2% recaudaría los 50.000 millones de dólares adicionales necesarios para afrontar los objetivos del Milenio”.

La idea surge inmediatamente después de la tremenda polvareda levantada por la iniciativa gubernamental de elevar los impuestos sobre el tabaco y el alcohol, entre otros consumos, para contribuir a financiar el llamado déficit sanitario.

El estudio señala que este tipo de impuesto es mejor que un gravamen de nueva creación como los estudiados por el Grupo Técnico de la Alianza contra el Hambre, porque “el impuesto sobre el consumo está en uso en casi todos los países y no hay problemas técnicos que impidan su aplicación inmediata”.

Y, además, “porque los efectos económicos derivados de la aplicación de este tipo de impuesto son perfectamente conocidos, mientras que los impuestos de nueva creación tienen un efecto que es difícil de evaluar y medir a priori. Además, este impuesto recae sobre toda la población y no sólo sobre un grupo específico, tal y como ocurre con el impuesto sobre las transacciones financieras –tasa Tobin- y los billetes de avión”.


¿Cómo debería ponerse en marcha este impuesto? El informe enfatiza que se hace necesaria una acción coordinada de todos los países ricos, particularmente los países donantes, que deberían acordar de forma coordinada un recargo sobre el impuesto al consumo. “Los recursos recaudados serían posteriormente ingresados a un fondo común para la lucha contra la pobreza”.

Otra alternativa, políticamente mucho más difícil, es que una agencia u organismo multilateral fije el impuesto. “Esta alternativa implica una pérdida de soberanía, pero a cambio garantiza una acción totalmente coordinada, aunque es muy posible que encontrara el rechazo frontal de Estados Unidos que se niega a ceder soberanía”.

El papel elaborado por la Oficina Económica del Presidente para Rodríguez Zapatero comienza afirmando que existe un consenso generalizado de que se necesita aumentar la AOD en 50.000 millones de dólares al año para hacer frente a los objetivos del milenio, lo que implica “la necesidad de ese impuesto “que recaude los fondos necesarios para ello”.

Al margen, naturalmente, de los distintos mecanismos para financiar la lucha contra el hambre que ya están en marcha o en estudio, y que pueden dividirse en cuatro clases: mecanismos voluntarios (p.ej., contribuciones con tarjetas de crédito); mecanismos de coordinación política (lucha contra la evasión fiscal); impuestos (tasa Tobin, comercio de armas), y otros (tal que la Internacional Finance Facility propuesta por el Gobierno británico)