Seo de Urgel, 9 octubre 2011, XVII Domingo después de Pentecostés. Ayer sábado tuvo lugar una paupérrima ceremonia de beatificación, "presidida" por el Cardenal Ángel Amato, de la religiosa carlista Ana María Janer Anglarill (Cervera 1800 - Talarn 1885). Como ocurre siempre en los procesos de beatificación o canonización de carlistas, los medios, especialmente los eclesiásticos, han procurado ocultar la militante lealtad al Rey legítimo y a la Unidad Católica de la España tradicional por parte de la fundadora (a impulso del Obispo José Caixal y Estradé, Vicario General castrense de los Reales Ejércitos de Carlos VII) de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel: "se vio afectada por la Guerra Carlista, a consecuencia de la cual fue encarcelada y exiliada en Francia" (¿por quién y por qué? Por los liberales, por católica y carlista); "mujer humilde, fuerte y rica en misericordia, sin excepción ni discriminación" (sí que discriminaba: razonaba, distinguía, y en consecuencia era tradicionalista y legitimista. Extendía la caridad a todos, porque era cristiana). Lo mismo se ha hecho y continúa haciendo con la Madre Joaquina Vedruna, con el carmelita Francisco Palau y Quer, con Luis de Trelles (fundador de la Adoración Nocturna), con el Padre Mañanet... Todos ellos carlistas convencidos, se les pretende convertir en una especie de "humanitarios solidarios" a la usanza neomodernista. Que no puede arrostrar un hecho sencillo: el liberalismo --de cuyo lado están ellos-- no produce santos. El Carlismo sí, porque ser carlista es ser católico, a la española usanza, con todas las consecuencias; porque deben los cristianos prestar acatamiento al Rey legítimo, a la Ley de Dios y a las justas y prudentes leyes de sus antepasados.
Agencia FARO
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