Historia sobre los niños trabajadores
Los horarios de los niños trabajadores
Una de las consecuencias más trágicas del Liberalismo y el Capitalismo ha sido su incapacidad para mantener la familia obrera unificada.
Diariamente millones de niños tienen que salir a trabajar en condiciones infrahumanas. El sistema se aprovecha de esta situación. Aquellos niños que debieran estar educándose en las escuelas, preparándose para el futuro, deben necesariamente trabajar para ayudar a mantenerse y ayudar sus hogares.
¿Cómo era el horario de los niños?
- En 1819 se prohibió, en Inglaterra, el trabajo de los niños menores de 9 años de edad, en la industria textil.
- En 1833, en Inglaterra, se prohibió el trabajo de niños menores de 9 años. Los niños entre 9 y 13 años trabajaran con un horario de 8 horas de trabajo, los de 13 y 18 años un horario de 12 horas de trabajo.
- En 1836, en Alemania se prohíbe el trabajo en las fábricas a los niños menores de 9 años de edad, y los que estaban entre 9 y 16 años debían trabajar 10 horas al día, no podían hacer trabajo nocturno.
- En 1841, en Francia, se prohibió el trabajo de los niños menores de 8 años en la manufactura, fábricas y talleres con motores mecánicos o de fuerza continua, y en toda fábrica que agrupara más de 200 obreros en un solo taller.
- En 1842, en Inglaterra se prohibió el trabajo en las minas para las mujeres y los niños menores de 10 años.
- En 1844 en Inglaterra se prohibió el trabajo nocturno a las mujeres y a los jóvenes obreros menores de 18 años, también se estableció un horario para las mujeres de 12 horas al día: un horario para los niños menores de 13 años, con 7 horas diarias de trabajo, y un ley contra los accidentes de trabajo de las mujeres trabajadoras.
- En 1847, en Inglaterra se estableció un horario de 10 horas de trabajo para los niños de 13 a 18 años y para las mujeres trabajadoras.
- En 1853, en Alemania se prohibió, por una legislación laboral, el trabajo de los niños menores de 12 años, en las fábricas; de 12 a 14 años tenían horario limitado a 6 horas al día, con obligación de estudiar 3 horas diarias en las escuelas.
- En 1875, en Inglaterra habían 118.000 niños menores de 13 años que trabajaban en la industria textil.
- En 1891 en Alemania se prohibió el trabajo productivo a los niños menores de 13 años.
Testimonios
Veamos algunos testamentos de esta situación en el siglo XIX, en países ricos, que demuestra lo inhumano del sistema capitalista y del liberalismo económico.
a) Los niños deshollinadores de chimeneas
b) Informe del Comité Sadler, Inglaterra 1831
c) Situación de los niños trabajadores en Francia (Informe del Dr. Villarmé, 1840)
d) Los niños trabajadores de Sicilia
e) Adolfo Moned
f) Congreso de Beneficencia
g) Poema de Víctor Hugo
Los niños deshollinadores de chimeneas
La mayoría de las chimeneas primitivas eran pequeñas, medían menos de un pie cuadrado por dentro. Algunas firmas ofrecían "niños pequeños, para deshollinar chimeneas pequeñas", para esto utilizaban niños de 3 y 4 años de edad, entre ellos muchos eran robados.
A veces los niñitos eran introducidos cuando las chimeneas todavía estaban calientes, muchos sufrían quemaduras mortíferas, otros se perdían dentro de las cañerías y morían asfixiados.
La pérdida de la vida y la tuberculosis eran las consecuencias más corrientes de los "niños deshollinadores", muchos tenían quemaduras, llagas, infecciones, la falta de cuidados médicos y sanitarios agravaba más la situación.
Informe del Comité Sadler, Inglaterra 1831
En el año 1831, en Inglaterra se rindió el Informe del Comité Sadler, sobre el trabajo de los niños en Inglaterra, que en una de sus partes dice, al referirse a esa condición:
El trabajo de los niños en las Hilanderías de Algodón:
"Esos niños entran en la fabrica a las 5 o 6 de la mañana y no la abandonan sino entre las 7 ó 8 de la noche, encerrados durante catorce horas en los talleres, en medio de una atmósfera sofocante de 75 a 80 grados Fahrenheit. Sin reposo, salvo a las horas de la comida: a lo sumo una media hora para el desayuno, por la mañana y una hora para el desayuno.
Para los niños, las horas de reposo no son regulares: 3 o 4 días por semana, significan solamente un cambio de tarea en lugar de vigilar una máquina en marcha, cuando está en "descanso", entonces el niño debe limpiar una maquina detenida o recoger derechos de algodón, obligado, mientras trabaja, a comer bocados en medio del polvo.
No hay asientos; sentarse es contrario al reglamento. Desde 15 horas por día, la jornada de los niños se prolonga más todavía durante los periodos de actividad industrial.
En ciertas fábricas, los niños trabajan regularmente, desde las 3 y media de la mañana hasta las 9 y media de la noche, en verano; además, dos veces por semana tienen que trabajar toda la noche.
Los industriales más humanos se contentan con hacerlos trabajar sólo... 16 horas. No se logra de los niños un esfuerzo tan prolongado más que por el terror.
Cualquiera que sea su cansancio, los niños deben llegar por la mañana a la hora precisa, de lo contrario son cruelmente castigados.
...Un niño que volvía a su casa a las 11 de la noche, debió levantarse a las 2 de la madrugada, por tener el castigo que le esperaba si llegaba tarde al trabajo, y cansado como estaba se arrastró hasta la puerta de la fábrica.
En ciertos establecimientos, raramente pasa una hora sin oírse los gritos que los golpes arrancan a los niños. A veces los mismos padres pegan a sus hijos para evitar los castigos más brutales, en las fábricas se les golpea con una pesada barra de hierro (el billyroller); suele ocurrir también que un niño rendido por el sueño se resbale bajo la máquina y quede mutilado para toda la vida.
Por la noche, la fatiga se vuelve tan insoportable que los niños preguntan con frecuencia que hora es, ansiosos de saber cuánto tiempo va a durar su suplicio.
Un día un niño preguntó a su padre:
"Papá, que hora es?" El padre le respondió, las siete de la tarde, y el niño respondió: "¿Todavía dos horas antes de la nueve?... No podré llegar hasta esa hora."
Con el corazón oprimido los padres tienen que llevar a sus hijos a las fábricas, no pueden hacer otra cosa. Si no hacen trabajar a sus hijos se mueren de hambre. Sólo tienen derecho al socorro público, "ley de los pobres", los padres que ponen sus hijos a trabajar en las fábricas."
Informe del Dr. Villarmé
Según el Informe de Villarmé, sobre la situación de los niños, en Lyon, Francia, en 1840:
- "Niños muy pequeños son ocupados en el torno destinado a los carretes mecánicos de las máquinas de tejer: allí constantemente encorvados, sin movimientos, sin posibilidad de respirar aire puro y libre, contraen irritaciones que se convierten en afecciones de tumores."
- "Sus débiles miembros se deforman, y su espina dorsal se desvía. Esos niños se agotan y desde sus primeros años, son los que sueles ser siempre débiles y enfermizos, otros niños son ocupados en hacer girar ruedas que ponen en movimiento largos mecanismos para devanar; la nutrición de los brazos se hacer a expensa de sus piernas y estos pequeños desdichados tienen a menudo los miembros inferiores deformados."
- "Niños que permanecen 16 y 17 horas trabajando de pie, en una habitación cerrada, sin cambiar de sitio o de actitud.
- No es un trabajo a destajo, es una tortura: se les aplica este trabajo a niños de 6 a 8 años, mal alimentados, mal vestidos, obligados a recorrer desde las 5 de la mañana, la larga distancia que les separa de los talleres, a la cual se agrega, por la noche, el regreso desde los mismos talleres. La consecuencia de ellos es una mortalidad excesivamente elevada."
- "Es preciso ver a esta muchedumbre de niños flacos, desencajados, cubiertos de harapos, que con lluvia y barro van descalzos, llevando en la mano (y cuando llueve, debajo de su ropa, que por el aceite que ha caído de los telares se ha vuelto impermeable), el pedazo de pan que ha de alimentarles hasta su regreso."
Los niños trabajadores de Sicilia
"Imaginen que ustedes caminan sobre los cráteres de esos volcanes apagados, en forma de anfiteatro, que se extienden alrededor de la ciudad de Calanissetta, en el centro mismo de Sicilia.
Montículos de piedras amarillentas, hileras de losas de azufre, hornos humeantes aparecen a sus miradas; y por allí cerca, disimulado, bajo una pequeña construcción de piedra, un agujero hecho en el suelo.
Acérquese y fíjense ustedes con sus ojos de esta sorprendente abertura y descubrirán ustedes a la luz del día que penetra por la boca de la mina, en las entrañas de la tierra, una larga escalera semidestruida, formada por peldaños dispuestos alternativamente a uno y a otro lado, y que se pierde en el fondo tenebroso de la mina a 300 metros, e incluso más profundidad, en algunos casos no hay escaleras algunas, sino un declive del que no se ve el fin.
Los niños obreros se emplean para descender ese declive o esa escalera y para subirla catorce veces al día, cargados con peso agotador.
Un capataz compra los niños a familias más pobres, o mejor dicho, los toma como prendas de préstamo (empeñados) por 50 o 100 francos que da a las familias, estipulando que tiene derecho a servirse de los niños mientras su familia no puede devolver la suma prestada, lo cual muy pocas veces puede hacerlo.
Las pobres criaturas, trabajando bajo el látigo del amo, llegan sin aliento, jadeantes, doblados bajo el enorme peso, sollozando de desesperación llegan a la superficie, y cuando han descargado su saco, se echan al suelo, agotados, para recomenzar tras algunos instantes, su terrible faena.
El saco se va grabando, por así decirlo, en la espalda de la víctima. Poco a poco las costillas de la criatura se hunde, el pecho se contrae, aparece una joroba por delante o por detrás, los miembros se agarrotan y el rostro adquiere ese aire enfermizo y caquéctico que equivale a una sentencia de muerte.
Imposible de ver estos desdichados sin sentirse embargado de piedad, vergüenza y espanto. Sus horribles fisonomías se fijan en la memoria como un remordimiento, y el deber se renueva cada vez que se habla de ello o se piensa en ellos.
No se puede imaginar un espectáculo más triste y más bárbaro que este sacrificio premeditado contra la más tierna infancia, sacrificio sin parangón en las costumbres de la humanidad más primitiva."
Adolfo Moned
"Vemos todos los días como los jefes de taller abusan de la necesidad del pobre para obligarle a un trabajo excesivo que arruina a la vez el espíritu, el alma y el cuerpo.
Vemos a verdaderos chiquillos trabajar en fábricas desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche, con apenas tiempo para comer y dormir..."
Poema de Víctor Hugo
¿Adónde van todos estos chiquillos
de los cuales ni uno solo ríe,
y esos dulces seres pensativos, enflaquecidos por la fiebre,
esas niñas de ocho años que vemos andar sola?
...Van a trabajar quince horas en las fábricas
van a hacer eternamente, desde el alba hasta la noche,
en la misma prisión, el mismo movimiento.
Jamás pueden detenerse, jamás podrán jugar.
¡Y qué palidez! La ceniza está en sus mejillas:
Apenas apunta el día ya están fatigados...
¡Maldito sea el trabajo odiado por las madres!
Congreso de Beneficencia
"Nosotros hemos introducido medios de distracción para los niños trabajadores.
Les enseñamos a cantar durante el trabajo y a cantar igualmente trabajando: estos les distrae y le permite aceptar con valor esas DOCE HORAS DE TRABAJO que son necesarias para procurarse los medios de subsistencia."
El industrial belga, Sr. Scrive, en el Congreso de Beneficencia de 1857, Bruselas, Bélgica.
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