España «Me fui de los Grapo porque eran un harén»
Esther González Ilarraz, detenida el pasado mes de diciembre en Sevilla, explicó a la Policía que abandonó la banda terrorista tras sentirse obligada a mantener relaciones sexuales con un cabecilla, que también lo hacía con otras dos
J. M. Zuloaga
Madrid- Los Grapo (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) convertidos en un harén en el que un cabecilla ejercía el «derecho de pernada» sobre algunas de las militantes. Ésta fue una de las razones, la de más peso sin duda, que llevaron a Esther González Ilarraz a abandonar en 2001 la banda terrorista que quedó sumida en una profunda crisis. Detenida el pasado mes de diciembre en Sevilla, prestó una amplia declaración a la Policía, en la que explicó con todo detalle su ingreso en esta organización criminal, sus años de militancia y el abandono de la misma.
Como tantos otros jóvenes, Esther pensaba a sus veinte años que debía ser «rebelde». En los Carnavales de 1997, en un bar del barrio madrileño de Vallecas, conoció a Israel Torralba, miembro de los Grapo, que iba en un grupo de individuos todos ellos disfrazados como el Che Guevara. Le dijo que era un «chico okupa» lo que le «pareció muy romántico», y se enamoró de él. En la declaración prestada ante la Policía, a la que ha tenido acceso LA RAZÓN, reconoció que ahora, con el paso del tiempo, todo esto le parece bastante «idiota» y que se «metió en un sitio del que ha salido totalmente arrepentida».
Unos días después, visitó a Israel Torralba en la casa «okupada» y al poco comenzaron una relación de novios. Al principio, este individuo no le «manifestó ningún tipo de ideología». Tiempo después, le comunicó que se iba a marchar, sin decirle dónde, para hacer una cosa que «a lo mejor ella no entendería, que la decisión estaba tomada antes de conocerla». Asimismo, le informó de que si quería establecer contacto con él o enviarle cartas tenía que hacerlo a través de un tal «Juanito», que actuaría de «puente» entre ambos.
En una de las primeras reuniones, celebrada en un bar de Vallecas, el tal «Juanito» se presentó con el «Manifiesto Comunista» para que lo leyera y cada semana le diera su opinión de los distintos capítulos. En estos contactos, «me hablaba un poquito de la lucha de clases, del feudalismo y del futuro, que tenía que ser mejor». Con posterioridad, le enseñó ejemplares de la revista «Resistencia», momento en el que empezó a oír hablar de los Grapo y del PCE (r). Un día, este individuo apareció, en una de las citas, con un plano de París y le indicó una esquina en la que había un teléfono al que debía acudir y esperar una llamada si quería volver a ver a Israel Torralba, del que seguía enamorada. «En aquel momento me pareció una película de espías. Me dio 20.000 pesetas para el viaje y la primera noche de hotel. A mi madre le dije que me iba quince días de acampada con amigos de la academia». Esther viajó a la capital francesa y acudió, a la hora indicada, a la cabina, y el teléfono sonó. Una voz de mujer le anunció que al cabo de dos o tres minutos alguien la recogería. Apareció una tal «Marina», con la que dio un largo paseo por la ciudad con el fin de que miembros de la banda comprobaran si había sido seguida por la Policía. Fueron a comer a un autoservicio y allí apareció Israel Torralba, que le propuso que se quedara con él «para seguirle en la lucha». En principio contestó negativamente. La intención de los Grapo era que Esther militara en la organización. Al día siguiente «Marina» le hizo ver que no volvería a ver a Israel «a no ser que te quieras quedar con él». En ese momento, que describe como uno de los que le gustaría poder volver a vivir para no tomar la decisión equivocada, contestó que sí. «Posteriormente, supe que sabían mi nombre, dónde vivía, dónde trabajaba mi padre y mi madre y que habían preguntado a algunos de mis vecinos por mí».
Los miembros de los Grapo le indicaron que a partir de ese momento tenía que estudiar mucho porque «aún tenía conciencia pequeño burguesa». Era el verano de 1997. Dos años después, cuando ya se encontraba en España como militante activa de los Grapo, se trasladó por indicación de Israel desde Sevilla a Madrid para recoger a un cabecilla de la organización, un tal «Antonio». En el viaje de regreso a la capital hispalense, en un tren nocturno que tenía como destino Granada (luego cogerían un cercanías) «se metió en mi litera y empezó a tocarme. Yo me quedé en blanco y no supe reaccionar, no queriendo nada en ese momento».
Este individuo continuó «abusando» de Esther mientras estuvo en Sevilla. En su declaración a la Policía, aclaró que era un «abuso» «porque al ser un ser superior al suyo al que en ese momento tenía idealizado, abusó de ese poder que tenía sabiendo que ella no podía decirle que no».
A principios de 2000, Israel y Esther se desplazaron a Vigo junto con otros miembros de los Grapo. Allí, en una conversación con otra militante de la organización criminal llamada «María», Esther supo que «Antonio» también se prevalía de su posición para acostarse con ella y que lo mismo le ocurría a otra activista, «Gema». «Dedujimos que este hombre abusaba de las tres a la vez durante la misma época. En este punto, sentí rabia» (la había dejado embarazada).
Estalla la crisis
La situación que se había generado en el seno de los Grapo, al mantener «Antonio», uno de sus cabecillas, relaciones sexuales con tres militantes a la vez, tenía que estallar tarde o temprano. Y fue durante una de las acampadas que la banda celebraba en Francia, la que tuvo lugar en 2000, cuando se desencadenan los acontecimientos que condujeron a que Esther abandonara la banda. Durante la reunión, fue acusada de haber intentado ascender, por su relación con «Antonio», «como en una pirámide empresarial burguesa». En ese momento, «María», otra de las militantes, confesó que ella también había tenido relaciones con el dirigente y «Gema» hizo lo propio. Se acordó dar por finalizada la acampada y otro de los cabecillas, llamado «Pedro», convocó una reunión inmediata y «habló de la época del feudalismo, cuando los feudales tenían derecho de pernada y lo comparó con “Antonio” y por el harén que se había creado». Asimismo, comentó que sería «muy perjudicial» si las «masas» se enteraban de lo que había pasado porque podría crear una mala imagen de la organización.
http://www.larazon.es/noticias/noti_nac14664.htm
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Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
Sic Semper Tyrannis
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