LAS ÚLTIMAS CAMPANAS DE TÁNGER
Ya no suenan las campanas en Tánger, ya no redoblan a Misa. Desde hacía diez años un sacerdote hacía sonar las únicas campanas que redoblaban en Tánger, y en buena, si no en toda, tierra del Magreb. Un sacerdote mandó reparar el mecanismo que las accionaba, un sacerdote para algunos nostálgico, para otros fundamentalista, pero ante todo católico.No entro a valorar las razones o sinrazones de su expulsión de esta tierra, esa es otra cuestión. Los hechos objetivos son que ese sacerdote, pese a todo, oficiaba Misa diaria, se mantenía inasequible al desaliento manteniendo el culto católico en tierra infiel. Cuántos días incordiado por los intolerantes al grito de Alah Akbar, cuantos mendigos profesionales molestando a diario antes, durante y al finalizar las misas. Cuánto trabajo de mantenimiento de una gran iglesia y una gran casa para una sola persona. Cuánta soledad y aislamiento soportado y cuanta incomprensión de otros religiosos de la ciudad.
Para algunos musulmanes y cristianos, las campanas sonaban a provocación. A unos por ser enemigos declarados de la Santa Trinidad y la naturaleza divina de Nuestro Señor. Para otros porque la mejor manera de estar presentes en tierras islámicas es la discreción, el silencio y el anonimato. Han renunciado a evangelizar, ¿cómo no van a renunciar al testimonio del sonar de las campanas? La Iglesia en tierras musulmanas se ha transformado en una O.N.G. al servicio de la Cooperación Internacional y la protesta social frente a la inmigración ilegal y los más desfavorecidos. Loable actividad si viniese acompañada de la salvación de las almas.
Esta semana no han sonado las campanas, un nuevo sacerdote ha sido nombrado, pero ya se anuncia que solo habrá Misa en domingo, que no habitará la casa… claro es el mínimo para mantener el inmueble propiedad del Estado Marroquí y cedido para el culto religioso. ¿Es esto hacer Iglesia? Mientras el islam avanza por África y el mundo entero, el cristianismo retrocede, y más aceleradamente el catolicismo. Cada día cantan más imanes en los minaretes y cada día se oyen menos campanas.
Se dice que es fruto de los tiempos, del laicismo imperante… ¿Porqué no acusa ese laicismo al Islam? Basta de excusas, somos menos católicos cada día, y eso de que somos “mejores” puras pamplinas. Las mezquitas se inaguran y las iglesias se clausuran. Denle las vueltas que quieran, agiornamento en las formas, en la lengua, en el vestir… y no hay más que echar la vuelta atrás y ver iglesias repletas con ritos tradicionales, con sacerdotes de sotana, con decenas de comuniones, bautizos y bodas…decenas de puertas abiertas al cielo. Claro que si lo que se pretende es renunciar a la evangelización, si es lo mismo ser cristiano que musulmán, si el indiferentismo ha triunfado en la nueva Iglesia post-conciliar, y si ”es el mismo espíritu Santo el que anima ambas religiones”, es comprensible el derrotismo católico frente al crecimiento islámico.
El sacerdote que se ha marchado sería malísimo, el que llega debe ser buenísimo, pero por de pronto, aún sin conocerle ya ha dado un paso atrás para la Iglesia en Tánger, de momento no suenan las campanas, esperemos sea un lapsus momentáneo, esperemos vuelvan a redoblar las campanas de nuestra Iglesia.
Juan Manuel SoriaEcce Christianus | He aquí el Cristiano. He aquí alguien llamado a batallar
Completamente de acuerdo con el texto de este magnífico artículo, que yo resumiría con esta frase extraída del mísmo. Ahora bien, la culpa de ésto no la tiene ningún otro que la propia Iglesia Católica dirigida desde Roma, que es la que parece haber renunciado a su condición de tal en pos del modernísimo 'ecumenismo'. El enemigo está dentro, no fuera... no busquemos enemigos en otro sitio.
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