Me ha resultado interesante leer este artículo que nos traes, estimado Martin Ant. Efectivamente, desde vuestra perspectiva tradicionalista, no se puede decir que el franquismo cumpliera vuestras espectativas, pero creéme que leyendo lo que escribieron, dijeron y aún sigen escribiendo y diciendo muchísimas figuras relevantes del mundo falangista, para ellos tampoco el franquismo las cumplió. Y con respecto al mundo liberal, para qué hablar... como vemos, lo desprecian.
Como colofón a lo que pienso, me quedaría con una cita de Blas Piñar:
Si esto fuera posible, como él, a mi también me gustaría decir que "soy joseantoniano y tradicionalista de una sola pieza", por eso me sigo considerando franquista, aunque mis vísceras sean revolucionarias y estatalistas en lo político (y económico), y por tanto me agrade y aprecie el pensamiento joseantoniano, mientras mi alma y mi corazón de católico se aferren a un sentido religioso de la existencia que está muy identificado con el tradicionalismo representado por Mons. Lefebvre. Y eso hace que también me sienta bien entre los tradicionalistas. De hecho, mi catolicismo hace que me sienta cada vez mas alejado de aquellos falangistas que intentan revalorizar la perspectiva laica y fáustica que tenía Ramiro Ledesma Ramos de la política."El tradicionalismo era algo así como la reserva no contaminada de nuestro pueblo, y la Falange el indignado movimiento surgido de la contaminación".
Quizás ésto sea intentar infructuosamente lograr la cuadratura del círculo, no lo sé todavía... pero quizás por eso, soy de aquellos que nunca han visto con demasiado desagrado el famoso decreto de unificación de 1937 del que tanto los unos como los otros abominan... Digamos que soy de aquellos que se empeñan en encontrar una interpretación tradicionalista y católica del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera y que huye como de la peste de todos los que intentan llevar ese pensamiento a tesis, digamos, próximas a algo que podría denominarse una especie de 'nacional-socialismo a la española' y no digamos nada de aquellos que, siguiendo las tesis de Maurras, adoran el politeísmo pagano y deploran (aunque no lo digan así abiertamente) el cristianismo y terminaron abrazando tesis 'nacional-comunistas' o 'nacional-bolcheviques' (como le ocurrió en su día a Jorge Verstrynge, por poner un ejemplo que todos conocemos). No me gustan ninguna de estas tendencias porque me dan miedo; sencillamente las temo como a la peste negra.
Por otra parte, en mis contradicciones ideológicas, tampoco comparto la tesis tradicionalista que promulga, 'mas sociedad y menos estado', porque también le tengo miedo a ese aserto, ya que soy de los que creen en la validez y la necesidad de que exista un estado fuerte y centralizado (tesis que es abiertamente contraria a la de los tradicionalistas). Pero esa es mi forma de pensamiento, y como digo, admito mis contradicciones y no pretendo que nadie las comparta... Ahora bien, creo en ese estado fuerte al que me refiero, siempre y cuando, éste, se mantenga fuertemente anclado en el catolicismo, tal y como desde mi punto de vista, supo hacer, con mayor o menor acierto, el estado franquista.
De los tradicionalistas me gustaría poder aprovechar el valor que les da el haberse convertido, como dice Blas Piñar, en 'la reserva no contaminada de nuestro pueblo'. Mientras que de la falange aprovecharía ese espíritu indignado que terminó creando un movimiento revolucionario y social, surgido como forma suigéneris de 'reacción' contra toda esa contaminación sufría y sufre nuestro pueblo. No sé... quizás, como digo, sea intentar lograr la cuadratura del círculo, y ganarme enemistades en ambos bandos.
Pero sí me atrevería a decir, y bien sabe Dios que no quisiera molestar a nadie con estas palabras, que si yo hubiera estado en el papel que hubo de jugar Franco en aquellos días, yo también hubiera dictado ese Decreto de Unificación... porque con él intentaría 'desactivar' todo aquello que no me gustaba, ni me gusta, de ambos movimientos (o formas de pensamiento político); a la par que intentaría fundir sus virtudes, casi con un sentido místico, todo aquello que hicieran confluir lo que de ambos aprecio, valor, admiro y considero necesarios para España. Y por eso admiro lo que hizo Franco por aquellos días...
En cualquier caso, como digo, me ha resultado interesante leer este artículo y no pretendo, diciendo todo lo que aquí he dicho, ni aglutinar amistades ni desprecios tanto de los unos, como de los otros. Sencillamente soy de los que piensan que Franco no se equivocó, e incluso acertó de pleno, creando aquel partido único y firmando ese decreto.
Un abrazo en Cristo
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