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Tema: Gran Pis y otras asociaciones ecologetas, sandías, verdes por fuera, rojos por dentro

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    Gran Pis y otras asociaciones ecologetas, sandías, verdes por fuera, rojos por dentro

    GREENPEACE Y OTRAS ORGANIZACIONES MENOS CONOCIDAS.
    En 1971 Greenpeace era uno más de los muchos y pequeños grupos ecologistas que pululaban por el mundo. Los primeros activistas tenían fama de consultar regularmente el tarot, el I Ching y las antiguas tablas aztecas. Por aquel entonces de denominaba con el poco comercial nombre de Don't Make a Wase Comitte (Comité No Hagas una Ola), con motivo de las pruebas atómicas realizadas por EEUU en Amchitka.

    A fines de los '70 el grupúsculo cambió de nombre e imagen. Se buscó un nombre sonoro que reuniera el espíritu ecológico (green) y el pacifismo (peace).

    Ahora 40 años después se ha convertido en una auténtica "multinacional ecológica" que factura unos 200 millones $ al año.

    ¿Qué ha mediado en esta espectacular transformación? ¿Qué se esconde tras el carismático grupo?
    El éxito de la organización no ha estado exento de polémicas aunque rara vez llegan al gran público. Hoy por hoy la organización sigue contando con el beneplácito de la mayoría de los medios de comunicación que sólo muestran su cara más amable y la promocionan constantemente.


    FUNDADORES Y PROMOTORES.
    Paul Watson fue uno de lo fundadores, abandonaría la organización a finales de los '70 para fundar otro grupo ecologista rival: Sea Shepherds Society (Sociedad de los pastores del mar). Cuando le preguntaron sobre el éxito de Greenpeace, se lo atribuía al que era por entonces su presidente: David McTaggart (fallecido en 2001)
    En 1989 se publicó: La Historia de Greenpeace con la versión oficial y en ella se presenta a McTaggart como un exitoso hombre de negocios inmobiliarios que "vio la luz" y dejando sus asuntos mundanos decidió dedicar sus energía en salvar la Tierra.

    Pero la realidad es bastante diferente. McTaggart antes de llegar a Greenpeace, se dedicó a la especulación inmobiliaria y variados fraudes. En 1975 quebraba un proyecto inmobiliario que había impulsado, en Bear Valley (California) siendo acusado de fraude. Poco después estafó en otro proyecto inmobiliario, esta vez en Aspen (el Aspen International Properties, Inc.) que le llevó a desaparecer. En su "fuga" contactó con Greenpeace, gracias a un anuncio en prensa de Aukland (Nueva Zelanda) por el que la organización buscaba voluntarios. Uno de los cofundadores, E. Bennett Metcalfe, decidió contar con él para detener una prueba nuclear francesa en el atolón de Mururoa. La organización envió fondos a McTaggart para que fletara un barco. Al regreso no quiso dar cuenta de ninguno de los gastos y la policía le detuvo junto al barco por tráfico de relojes suizos. Es claro que su espíritu empresarial le hacía aprovechar el viaje. Y así entró gloriosamente en la organización lo que estuvo a punto de costarle la expulsión nada más llegar.

    Pero contra todo pronóstico se hizo con el liderazgo de la organización, a lo que ayudó mucho la paliza que le propinaron los agentes secretos franceses al intentar impedir la prueba nuclear de Muroroa que le convirtió en un mediático "mártir en vida".

    En 1980 ya se hacía con la presidencia de Greenpeace International. Antes, junto con sus partidarios europeos y norteamericanos, hubo de litigar contra el verdadero fundador Patrick Moore, canadiense, por obtener el derecho legal de uso del nombre de la organización.

    En 1991 McTaggart abandonaba la presidencia justo cuando la prensa alemana empezaba a desvelar cómo las recaudaciones de la organización en Alemania se desviaban ilegalmente a cuentas suizas. Aunque Greenpeace declaraba que McTaggart cobraba 60.000 $ al año, sus posesiones por todo el mundo (incluyendo fincas en la Toscana) no se correspondían ni de lejos con su sueldo (de voluntario).
    La polémica presidencia no impidió que Greenpeace alcanzara resonancia mundial y gozara de un prestigio como pocas organizaciones ecologistas han conseguido.


    LA PIRÁMIDE.
    Actualmente el centro de poder de Greenpeace está en Amsterdam. A la oficina central están afiliadas unas 25 filiales de otros tantos países. La central cobra un 25% de los ingresos de las filiales como royalties, simplemente por el uso de la marca Greenpeace.
    Sin realizar actividades, Greenpeace International se ha convertido en un poderosísimo holding. Sólo en Alemania tiene unos 700.000 socios que dejan en sus arcas unos 36 millones de $ anuales. Una cuarta parte se ingresa a la central.
    La pregunta es ¿A dónde van a parar esas ingentes cantidades de dinero?

    Las cuentas de la organización no siempre son claras. En 1993 Stan Gray y Gord Perks, antiguos militantes y expertos en el desarrollo de las campañas de Greenpeace en Canadá, desvelaron a la prensa de Ottawa cuál era el destino del dinero procedente de las donaciones.
    La organización canadiense contaba con un millonario presupuesto de 7 millones $, de los que el 5% se dedicaba a campañas medioambientales. El resto se "perdía" en gastos administrativos y mantenimiento de la organización.
    Tras estas declaraciones los dos militantes fueron fulminantemente expulsados.
    Otro agujero negro contable de Greenpeace es el dinero destinado a "investigación". Desde 1988, tras el nombramiento del geólogo Jeremy Legget como Primer Director de Ciencia (Inglaterra) Greenpeace dedica grandes sumas para financiar científicos. Éstos, como buenos jornaleros emiten cada cierto tiempo apocalípticos informes sobre el mal estado del planeta. Los informes sirven para alimentar las campañas y ésta para incrementar los ingresos.

    Más que investigar la organización subcontrata investigadores cuyos informes no siempre reúnen la seriedad y los requisitos científicos suficientes. Y han saltado varios escándalos por manipulación. Así Greenpeace Australia envió un informe a los sindicatos de la construcción, madera y minería sobre los riesgos de contraer el cáncer que implicaba trabajar en la industrial del papel. Informe que se presenta como elaborado
    por la Universidad de Exeter, pero no es exactamente así. Greenpeace se limitó a alquilar un local en su campus para poder usar la dirección postal con la que remitió el informe. La propia Universidad desmintió que se hubiera realizado ningún informe de ese tipo y no admitía ninguna responsabilidad sobre el mismo.

    La falta de escrúpulos para con el respeto a la verdad se ha hecho norma común en la organización. Las campañas se centran en la exageración constante. Eslóganes como "hemos asesinado ya el 94% de las ballenas" no tienen ningún fundamento científico pero consiguen conmover el corazón y la cartera de muchos.

    La revista Forbes en noviembre de 1991 presentaba un completísimo informe sobre las irregularidades contables constantes de la organización. Uno de los informes, de Franz Kottte, ex tesorero de la organización denunciaba la existencia de cuentas privadas con más de 20 millones $ a las que sólo tienen acceso los más altos directivos.
    Y Greenpeace no dedica ninguna cantidad de sus ingentes fondos a investigar sobre cómo eliminar la contaminación del planeta.
    Su "misión" proclaman sus dirigentes es denunciar la contaminación, no eliminarla. Los ingenuos colaboradores piensan que están protegiendo el planeta, en realidad esencialmente financian campañas de marketing y publicidad.


    ESCANDALOSAS Y SOSPECHOSAS CAMPAÑAS.
    Las campañas son un verdadero alarde de marketing y rara vez se consigue descubrir que se esconde tras ellas. Uno que lo ha intentado, el periodista islandés Magnus Gudmunsson en su documental Survival in the Hight North, muestra las dramáticas condiciones de vida de los cazadores de Groenlandia tras la campaña de Greenpeace que con sus presiones para prohibir la importación de piel de foca en Europa sumió en la miseria a dichos cazadores, dependientes de la Seguridad Social y alcoholizados. Lo mismo ocurrió con los inuits que ahora presentan las tasas de suicidios más elevadas del mundo al haber desintegrado socialmente dicho pueblo con sus campañas.

    Greenpeace Noruega ha demandado a Gudmunsson por difamación. A raíz de ello el Presidente de la organización en Noruega: Björn Oekern, renunció a su cargo. Y denunció a la organización por sus métodos recaudatorios llegando a denominarla eco-fascista, la organización pasó de 15.000 socios a 35 y está a punto de cerrar en Noruega.

    Otro periodista, el danés Leif Blaedel, demostró que una película propagandística de Greenpeace estaba falseada, habían contratado a individuos para que mataran salvajemente focas y así poder filmar la película-escándalo-denuncia.
    Igualmente la película Goodbye Joey! tuvo que retirarse por instancias de tribunales de justicia australianos por usar tomas falsas. Greenpeace había contratado unos cazadores para que mataran canguros y poder realizar el escandalito correspondiente. Y aunque los cazadores fueron multados Greenpeace consiguió exhibir su película en muchos países por todo el mundo como si fuera un reportaje real.

    etc. etc. etc.


    WWF O CÓMO LIQUIDAR ELEFANTES DE FORMA ECOLÓGICA.
    Antes de que Greenpeace populariza la ecología con su excelente propaganda y marketing, ya había otros grupos ecologetas que nada tienen que ver con los proletarios ecologistas.

    La elitista WWF (World Wildlife Found) conocida mundialmente por el panda de su logotipo. Fue fundada en 1961 por Felipe de Mountbatten o Duque de Edimburgo, marido de su muy graciosa majestad Isabel II de Inglaterra.

    Pero este proyecto ecológico se inició con mal pie, pues el Duque decidió fundar dicho grupo tras una cara cacería de elefantes en la India. Ante el escándalo periodístico "cedió" la presidencia a su primo hermano Bernardo de Holanda.

    Desde su origen la WWF ha estado bajo sospecha aunque siempre ha conseguido salir indemne de las acusaciones.
    En 1972 un conocido cazador legal de Nairobi, Alan Parker, elaboró un informe en el que denunciaba que muchas "conservacionistas" se dedicaban a al caza ilegal de rinocerontes. Parker fue secuestrado y amenazado de muerte por las autoridades keniatas, y su informe pudo ocultarse durante 20 años.

    En 1989 John Phillipson, profesor de Oxford, elaboró un estudio "El Informe Phillipson" en el que detallaba todos los disparates cometidos por la WWF.

    Durante 23 años habían estado recaudando dinero para salvar al oso panda pero no había hecho absolutamente nada para su conservación. Cuando sonaron las alarmas sobre la desaparición del mismo la organización inició unos patéticos proyectos para intentar su reproducción en cautividad, volvió a recaudar muchísimo dinero para conseguir ... que no naciera ni uno solo.

    La relación de la WWF con los parques naturales es digna de análisis. Así recomendó a la Junta de administración de los Parques Naturales de Uganda, la eliminación de los grandes mamíferos para posibilitar, según ellos, la existencia de otras especies. Así se mataron más de 4.000 hipopótamos de golpe con argumentos muy "ecológicos".

    Durante decenios la WWF se negó a toda acción para conservar el elefante africano pues estos ecologetas negaban que estuviera en peligro de extinción. Más aún la WWF promocionó en 1975 la matanza de elefantes en Ruanda para salvar a los gorilas. Una ayudante de la famosa experta en gorilas, Diane Fossey, denunció que la matanza de los paquidermos se debía a que ocupaban una tierra ideal para el cultivo del piretro, una planta de la que se extrae un insecticida natural.

    En 1986 la WWF condecoró al ex combatiente rodesiano Clem Coetze por supervisar la matanza de 44.000 elefantes. Tres años más tarde cundió la alarma porque el elefante africano estaba extinguiéndose. La organización realizó una intensa campaña para ... , exacto, recaudar fondos y salvar hasta el hasta entonces olvidado y masacrado elefante. Para ello instaló un misterioso campamento en la frontera con Ruanda, en el Parque Monte Virunga, con innumerables pertrechos entre los que había cantidades de armamento elevadas. El lugar escogido era extraño porque los elefantes de Ruanda estaban concentrados en el Parque Murchison, a unos 1.600 kms. del campamento de la WWF. Y aunque no ha podido demostrarse la relación, desde la zona del campamento partieron tropas del Frente Patriótico Ruandés que perpetró por aquellas fechas una de las mayores matanzas en Ruanda.

    La malversación de fondos recaudados en Occidente se sospecha se usa con fines políticos.
    Las primeras campañas de la WWF, allá por los '60, fueron para salvar rinocerontes. Hasta 1980 se habían recaudado los nada despreciables 100 millones de libras. A pesar de tan ingente cantidad de dinero la población de rinocerontes ha descendido un 95%. Buena parte de esta población se situaba en el valle Zambesi (Zimbabue). Entre las "acciones" para salvar al rinoceronte negro se realizaron especialmente dos:
    Una: hostigar a los cazadores furtivos. El 10 de mayo de 1988 Glen Taham, colaborador de la WWF y jefe de los guardabosques del valle Zambesi, fue condenado por ASESINAR a 70 cazadores furtivos. Enre 1974 y 1991 han muerte unos 145 de tales cazadores en el estratégico valle de Zambesi. No obstante la sospecha permanente es que se trataba no de cazadores sino de combatientes del CNA.

    Luego los rinocerontes de la zona se trasladaron, masivamente, a otras zonas de África, siendo reubicados en parajes que no eran hábitats naturales para ellos.

    Con los años se ha sabido porqué la WWF actuó así. Un informe del FMI anunciaba que se debía "reestructurar" la economía de Zimbabue y el famoso Valle de los Rinocerontes debía transformarse en un valle ganadero para proveer carne a la UE. Los mamíferos salvajes debían ser sustituidos por animales de granja (vacas). Tras la dispersión de los rinocerontes, multitud de escuadras de cazadores mataron a los elefantes que quedaban y más de 5.000 búfalos. Gracias al gran "espíritu ecologeta" se eliminó uno de los parajes más bellos de África, pero las desgracias no acabaron aquí. El ganado que se instaló se infectó de fiebre aftosa y la UE prohibió el consumo y comercio de su carne. Zimbabue se quedó sin negocio y sin rinocerontes y sin su valle más hermoso.

    En 1994 la Executive Intelligence Review, editada en Washington, publicó un extenso informe en el que se detallan las estrategias de la organización ecologeta.
    La WWF ha sido muy eficaz en presionar a muchos países africanos para que declaren extensas zonas como parques naturales. Actualmente un 8% de África es paraje protegido (una superficie equivalente a 8 Gran Bretañas).

    Pero la política ecológica de la WWF esconde la estrategia de la familia real británica en África. Nadie desconoce los intereses mineros de las empresas de la casa de Windsor. Sospechosamente en los territorios declarados Parques Naturales africanos se encuentran las reservas de los nada ecológicos yacimientos más estratégicos del mundo. Por ejemplo uranio.
    Muchos de estos parques están bajo la administración y control de la WWF.


    OTRAS ORGANIZACIONES NO TAN CONOCIDAS
    La casa de Windsor representa mucho más que una disnatía, es uno de los complejos político-financieros más potentes del mundo. En torno al denominado Club de las Islas se agrupa una extensa red de familias reales europeas y magnates multinacionales. Este informal Club es dirigido por el Duque de Edimburgo y tiene como objetivo ecológico reducir la humanidad a 1.000 millones de habitantes.

    Cuenta con un capital nada despreciable, en torno a unos 2 billones $ (2.000.000.000.000) y sin contar con los otros 9 billones que capitalizan las corporaciones industriales y financieras ligadas a la casa de Windsor.
    Este poder se materializa a través de compañías petrolíferas como la Shell o gran parte de la minería industrial controlada a su vez por multinacionales como De Beers, Lonrho, Anglo-American Corportaion of South Africa o Rio Tinto Zinc Corporation.

    La ecología, en cuanto que estandarte ideológico, ha servido para que las multinacionales asociadas a la casa de Windsor mantengan una suerte de neocolonialismo en África. La economía africana está controlada por estas multinacionales, no sólo del ámbito pertrolífero y minero, sino también alimentario. Ligada a la casa Windsor está otra multinacional: Unilever, una macroempresa que controla buena parte del negocio alimentario mundial y tiene extensísimas plantaciones en África. Tampoco es desdeñable ICI (Imperial Chemical Industries) que controla buena parte de la industria química mundial.

    Los lazos con el universo ecológico son más que evidentes. La ICI fue creada en 1962 por Lord Melchett, hoy su nieto preside Greenpeace Gran Bretaña.

    En el libro de Peter Driesen: Ecoimperialismo se desvelan los lazos de unión entre las multinacionales y el movimiento ecologeta.

    En 1949, el Consejo de la Reina británico autorizó la fundación de la asociación Conservación de la Naturaleza. El Viceprimer ministro británico, Max Nicholson presidió la organización y diseñó su estrategia futura. Nicholson fue el que inició las campañas contra el uso del DDT para combatir la tsé-tsé, mosca transmisora de la malaria, que asoló 34 países a los que dificulta su crecimiento demográfico y económico. En la medida que estos países no pueden desarrollarse siguen siendo dependientes de las multinacionales.

    Nicholson también fue el promotor de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que agrupa a 95 agencias oficiales y 368 ONGs ecologetas.
    Este grupo de presión guarda extrañas interrelaciones con la ONU y UNESCO, organismos que bajo la influencia "conservacionista" postulan políticas eugenésicas cuya finalidad acaba siendo el control demográfico de según qué países.
    El presupuesto de la UNESCO sale de los impuestos de los ciudadanos de los estados que lo integran y es de unos 550 millones $ al año. Parte de esa ingente suma se detina a subvencionar organizaciones ecologetas y dotar a la WWF de una influencia internacional de primer orden.

    En 1982 se fundó en EEUU el Centro Mundial de Recursos (CWI), nuevamente los magnates archimillonarios mostraban su cara ecologeta. La organización, financiada por los hermanos Rockefeller y la Fundación McArthur.
    El CWI se ha convertido en el laboratorio de ideas de los grupos ecologetas mundiales y ha sido el promotor de un "Nuevo Orden Mundial" ecológico que pasa por los acuerdos de Kioto.

    Nuevamente se sospecha que el espíritu ecológico está en manos de los poderosos, el común de los mortales solamente nos queda padecerlo.
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Gran Pis y otras asociaciones ecologetas, sandías, verdes por fuera, rojos por de

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    Breve y demodelora historia de Greenpeace

    https://barraycoa.com/2017/06/14/bre...de-greenpeace/

    Breve y demoledora historia de Greenpeace


    Fundadores y promotores.

    En 1971, Greenpeace era uno más de los muchos y pequeños grupos ecologistas que pululaban por el mundo. Los primeros activistas de la organización tenían fama de consultar regularmente el tarot, el I Ching y las antiguas tablas aztecas. Por aquel entonces se denominaba con el poco comercial nombre de Don´t Make a Wave Comitte (Comité No Hagas una Ola), con motivo de la pruebas atómicas realizadas por Estados Unidos en Amchitka. A finales de los 70 el grupúsculo cambió de imagen y denominación. Se buscó un nombre sonoro que reuniera el espíritu ecológico (green) y el pacifismo (peace). Hoy, 30 años después, Greenpeace se ha convertido en una auténtica “multinacional ecológica” que facturaba en los 90 más de 160 millones de dólares al año. ¿Qué ha mediado para esta espectacular transformación? ¿Qué se esconde tras el más carismático de los grupos ecologistas? El éxito de la organización no ha estado exento de polémicas, aunque rara vez éstas han llegado al gran público. Hoy por hoy, la organización sigue contando con el beneplácito de la mayoría de medios de comunicación que no sólo muestran su cara más amable, sino que, además, contribuyen a su promoción a través de los telediarios y la prensa.
    Davir McTaggart, el estafador



    Paul Watson
    fue uno de los fundadores de Greenpeace que abandonó la organización a finales de los 70 para fundar otro grupo ecologista rival: Sea Shepherds Society (Sociedad de los pastores del mar). En una ocasión, preguntado sobre el éxito de Greenpeace, se lo atribuía al que era por entonces su Presidente: David McTaggart. Sin lugar a dudas este personaje -fallecido en 2001- fue uno de los responsables del impresionante despegue del grupo ecologista. En 1989 se publicaba La historia de Greenpeace conteniendo la versión «oficial» de la organización. En ella, se presenta a David McTaggart como un exitoso hombre de negocios inmobiliarios que «vio la luz» y, dejando sus asuntos mundanos, decidió volcar sus energías en salvar la Tierra.

    La realidad es otra bien diferente. McTaggart, antes de llegar a Greenpeace, se dedicó a especulaciones inmobiliarias y a los más variados fraudes. En 1975 quebraba un proyecto inmobiliario que había impulsado, en Bear Valley (California), siendo acusado de fraude. Poco después estafó en otro proyecto inmobiliario, esta vez en Aspen, conocido como Aspen International Properties, Inc., que le llevó a desaparecer del mapa. En su “fuga” contactó con Greenpeace, gracias a un anuncio en la prensa de Aukland (Nueva Zelanda) por el que la organización estaba buscando voluntarios. Uno de los co-fundadores de Greenpeace, E. Bennett Metcalfe, decidió contar con él para detener una prueba nuclear francesa en el atolón de Mururoa. La organización envió fondos a McTaggart para que fletara un barco y lo llevara a Nueva Zelanda. Pero al llegar, ni siquiera dio cuentas de los gastos. Además, la policía de Aukland le detuvo junto al barco por tráfico de relojes suizos. Había que aprovechar el viaje. Esta fue su «entrada gloriosa» en la organización ecologista y que estuvo a punto de costarle la expulsión nada más llegar. Sin embargo, contra todo pronóstico, se hizo con el liderazgo de la organización. Para ello ayudó mucho la paliza que le propinaron los agentes secretos franceses al intentar impedir la prueba nuclear de Mururoa. McTaggart, gracias a la providencial paliza, se convirtió en un mediático “mártir en vida”.

    Cofundadores de Grenpeace, casi todos purgados por McTaggart



    En 1980, McTaggart se hacía con la presidencia de Greenpeace Internacional. Antes, junto con sus partidarios europeos y norteamericanos, hubo de litigar contra el verdadero fundador de Greenpeace, Patrick Moore, de origen canadiense, por obtener el derecho legal a usar el nombre de la organización. Tras una larga batalla legal, pudo imponer su presidencia internacional sobre el resto de organizaciones -o filiales- de Greenpeace diseminadas por todo el mundo. En 1991 David McTaggart abandonaba la presidencia de la organización, justo en el momento en que la prensa alemana empezaba a desvelar cómo las recaudaciones del grupo ecologista en Alemania se desviaban ilegalmente a cuentas suizas. Aunque Greenpeace declaraba que McTaggart ganaba 60.000 dólares al año, sus posesiones por todo el mundo (incluyendo fincas en la Toscana) no se correspondían ni mucho menos a su sueldo. La polémica presidencia de McTaggart no impidió que la organización alcanzara resonancia mundial y gozara de un prestigio como pocas organizaciones ecologistas han conseguido.

    Una organización piramidal.


    Actualmente el centro de poder de Greenpeace está en Ámsterdam. A la oficina central están asociadas 24 filiales correspondientes a otros tantos países. La organización central cobra un 25% de los ingresos de las filiales en concepto de «royalties», simplemente por el uso de la “marca” Greenpeace. Así, prácticamente sin realizar actividades, Greenpeace internacional se ha convertido en un poderosísimo holding. Sólo en Alemania 700.000 socios dejan en sus arcas 36 millones de dólares anuales. Una cuarta parte de ese dinero es ingresado en la cuenta de la administración central. ¿Adónde van a parar esas ingentes cantidades de dinero?


    Rockefeller desde su petrolera Exxon, subvencionaba Greenpeace ¿una paradoja?



    Las cuentas de la organización ecológica no siempre han estado claras. En 1993, Stan Gray y Gord Perks, antiguos militantes y expertos en el desarrollo de las campañas de Greenpeace en Canadá, desvelaron a la prensa de Otawa cuál era destino del dinero procedente de las donaciones. La organización canadiense contaba con un presupuesto anual de 7 millones de dólares, de los cuales sólo el 5% se dedicaba a campañas por el medioambiente. El resto del dinero se “perdía” en gastos administrativos y en el mantenimiento de la organización. Tras estas declaraciones a la prensa, los dos militantes fueron fulminantemente expulsados de la organización.

    Otro de los misterios contables de Greenpeace es el dinero destinado a la investigación. Desde 1988, a partir del nombramiento del geólogo Jeremy Legget como Primer Director de Ciencia (en Inglaterra), Greenpeace destina grandes cantidades de dinero para financiar a científicos. Éstos, como buenos jornaleros, emiten cada cierto tiempo apocalípticos informes sobre el mal estado del planeta. Los informes sirven para alimentar las campañas y éstas para alimentar los ingresos. Más que investigar, la organización ecologista “subcontrata” investigadores cuyos informes no necesariamente reúnen los requisitos de seriedad científica suficientes. A este respecto, han saltado algunos escándalos por manipulación. Por ejemplo, Greenpeace Australia envió un informe a los sindicatos de la construcción, madera y minería sobre los riesgos de contraer cáncer que implicaba trabajar con la industria del papel. Dicho informe se presentaba como un estudio elaborado por la Universidad de Exeter. Ello no era exactamente así. El Vicecanciller de la Universidad, el Dr. David Harrison, hubo de aclarar a la prensa que Greenpeace simplemente había alquilado un local en el «campus» y se había limitado a usar la dirección postal para remitir el informe. La Universidad, de hecho, no había realizado ningún informe ni podía responsabilizarse de él. La falta de escrúpulos para con el respeto a la verdad se ha hecho una norma común en la organización ecologista. Las campañas se centran en la exageración constante. Eslóganes como «Hemos asesinado ya al 94% de las ballenas», sin ningún fundamento científico, consiguen mover la compasión y la cartera de muchos burgueses decadentes deseosos de autocomplacerse.

    La prestigiosa revista Forbes, en su número de noviembre de 1991, presentaba un completísimo informe sobre las irregularidades financieras de la organización ecologista. Uno de los testimonios más significativos es el de Franz Kotte, ex tesorero de Greenpeace, que denuncia la existencia de cuentas privadas de más de 20 millones de dólares, a las que sólo tienen acceso los máximos dirigentes. Curiosamente, Greenpeace no dedica fondos de su presupuesto a investigaciones sobre cómo eliminar la contaminación del planeta. Su «misión» -proclaman sus dirigentes- es denunciar la contaminación, no eliminarla. Los ingenuos colaboradores piensan que sus aportaciones están sirviendo para mejorar el estado del planeta. En realidad, esencialmente, financian la publicidad de la organización. Más bien, muchos dudan de las buenas intenciones de la multinacional ecologista, a parte de ser un magnífico modus vivendi para unos cuantos.

    Campañas sospechosas y escándalos.


    El barco de las mentiras, reza la pancarta



    Las campañas de Greenpeace son un verdadero ejemplo de marketing y rara vez se consigue descubrir lo que se esconde tras ellas. Uno que lo ha intentado es el periodista islandés Magnus Gudmunsson. Su documental Survival in the Hight North (Supervivencia en el alto norte) muestra las dramáticas condiciones de vida de los cazadores de Groenlandia tras las campañas de Greenpeace. Gracias a las presiones de la organización para prohibir la importación de piel de foca en Europa, los pueblos cazadores se han visto sumidos en la miseria, en la dependencia de la Seguridad Social y en la degradación por la bebida. Igualmente ha ocurrido con los inuit (esquimales) canadienses. La imposibilidad de comerciar con la piel de foca, por las presiones de Greenpeace, está llevando a la desintegración social de este pueblo. Hoy por hoy los inuits recogen una de las tasas de suicidios más elevadas del mundo. Gudmunsson fue demandado por Greenpeace Noruega, por difamación. En mayo de 1992 los tribunales dieron la razón a Gudmunsson. A raíz de ello, el presidente de Greenpeace Noruega, Björn Oekern, renunció a su cargo. Además, auto-denunció a la organización por sus métodos recaudatorios, llegando a denominarla una organización “eco-fascista”. Greenpeace Noruega pasó de tener 15.000 socios a solamente 35. Hoy por hoy la filial está a punto de ser cerrada.



    Otro periodista, el danés Leif Blaedel, demostró que una película de propaganda de Greenpeace estaba falseada. La organización ecologista había contratado a individuos para que mataran salvajemente focas y así poder filmar la película-denuncia. Igualmente, la película Goodbye Joey! fue retirada a instancias de los tribunales de Dirranbadi (Australia) ya que se usaron tomas falsas. En este caso Greenpeace había contratado unos cazadores para que maltrataran canguros y así poder realizar la película. En este caso los cazadores fueron multados. Sin embargo, la película se ha exhibido en muchos países de todo el mundo como un reportaje real. Miles de espectadores, totalmente ajenos al fraude, se han emocionado con el reportaje y han simpatizado con la organización ecologista.

    Las males artes publicitarias se han convertido en una constante en la historia de la organización. Es conocida la violenta campaña que Greenpeace realizó contra Islandia, a finales de la guerra fría, para que prohibiera el paso por sus aguas de submarinos de la OTAN. El motivo de la campaña era que la radiofrecuencia de los sistemas de comunicación submarina dañaba a las ballenas. Greenpeace inició un espectacular boicot contra Islandia y estuvo a punto de hundir su prestigio internacional. Sin embargo, de la organización ecologista no salió ni un sólo ataque a la Unión Soviética y a sus submarinos, que también frecuentaban las estratégicas aguas islandesas. La propia Unión Soviética, comenzando por Gorbachov, manifestó un sospechoso interés por la ecología (teniendo en cuenta que la URSS fue uno de los países más contaminantes del planeta). Los ataques de los grupos ecologistas contra los países capitalistas, favorecían sus intereses políticos. Tras la caída del muro de Berlín se han podido conocer la financiación de la URSS a varios partidos ecologistas, especialmente al Partido Verde Alemán.

    Glaciar Pío XI, el que nunca sale en las noticias



    Otro país que Greenpeace tiene en el punto de mira es Argentina. Recientemente la organización ha promovido una campaña denunciando que el glaciar Upsala está desapareciendo por culpa del «calentamiento» del planeta. Dicho fenómeno, en realidad, ya había sido detectado, y controlado, por los científicos del World Monitoring Service, y no por Greenpeace. El fenómeno del Upsala se debe a causas dinámicas y no a un derretimiento por sobrecalentamiento. De hecho, cualquier geólogo sabe que los glaciares se descongelan principalmente por presiones geólogicas y no por calentamiento. La prueba más evidente es que en la zona de los Campos de los hielos, donde se encuentra el Upsala, otros glaciares como el Perito Moreno se mantienen estables. O, más sorprendente, en la zona chilena, el glaciar Pío XI va aumentando de tamaño. Sin embargo, Greenpeace nunca ha citado estos datos en sus informes.

    Otra campaña sonada fue la iniciada contra el biólogo marino Richard Lambersten de la Universidad de Florida, en 1986. Lambersten realizaba investigaciones con tejidos de ballenas. Greenpeace consideró que sus investigaciones no eran científicas y estaban al servicio de los balleneros. Se inició así un cruel acoso contra el biólogo. Por fin, la organización ecologista consiguió que la Universidad de Florida despidiera al científico. En realidad Lamberten sólo realizaba investigaciones para identificar las enfermedades de las ballenas y descubrir posibles curas. La organización nunca ha querido reconocer algo tan sencillo como que hay que pescar ballenas para poder salvarlas.



    En el año 2004 estalló en América otro escándalo. Greenpeace había iniciado una campaña en 2002 para salvar al jaguar, el felino más grande de América. Consiguió recaudar cientos de miles de dólares para este proyecto. Se proyectó atrapar a los animales y colocarles un dispositivo para controlarlos por satélite. A los donantes norteamericanos se les ofrecía la posibilidad de conferir su nombre al felino que fuera “salvado”. Al cabo de dos años todavía no se había cazado ningún jaguar, entre otras cosas porque en la zona en que se buscaban nunca habían habitado estos felinos. Milagrosamente, en el 2004, se comunicó a los impacientes donantes que por fin se había cazado uno y se le había colocado el dispositivo. Los donantes ya podían seguir las andanzas selváticas del felino desde el ordenador de su casa a través del satélite. Pero pronto se descubrió el engaño. Un vaquero de la zona denunció que Greenpeace le había prometido mil dólares al mes si “paseaba” a caballo el dispositivo. Así el satélite podía detectar los movimientos. Unos meses antes el localizador había sido colocado en un ternero que, por cierto, no se movía mucho y causaba desilusión entre los apasionados donantes. Por eso había recurrido al vaquero. Éste denunciaba el caso simplemente porque Greenpeace -al cabo de ocho meses- aún no le había pagado un solo dólar.

    © Javier Barraycoa
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

    Todo el mundo moderno se divide en progresistas y en conservadores. La labor de los progresistas es ir cometiendo errores. La labor de los conservadores es evitar que esos errores sean arreglados. (G.K.Cherleston)

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