Fuente: El Pensamiento Navarro, 26 de Octubre de 1977.
AMNISTÍA POST-MORTEM
Por RAFAEL GAMBRA
Después de amnistiar a todos los vivos, se ha empezado a hablar de amnistiar a los muertos. Así, se ha pedido que se autorice el regreso a España de los restos mortales de Alfonso XIII, Azaña y Alcalá Zamora, fallecidos en el exilio.
Todo el mundo sabe que de lo que realmente se trata es de tributar un homenaje apoteósico a la memoria de Azaña a mayor gloria del partido comunista, que será quien lo organice y financie. Pero dejemos este aspecto de lado sin más que dar fe de que no nos chupamos el dedo. Incluso algunos titulados carlistas, entrando en el juego, piden también que se amnistíe a los reyes de la rama dinástica legítima (vulgo Reyes carlistas) y se permita su entierro en España.
Con carácter general, debemos decir que ninguna de estas personas solicitó amnistía ni retorno a España durante sus vidas, por entender ilegítima a la autoridad de quien habrían de solicitarla. Si así obraron en vida, nadie tiene derecho a contrariar esa voluntad después de su muerte.
Ahora bien: respecto a la confusa situación política presente, la viabilidad de esa amnistía y traslado es diferente para unos y para otros. Al decir viabilidad no quiero decir viabilidad física sino moral, honrosa o digna. Porque los muertos no reclaman alojamientos mejores, pero sí exige su memoria el ser honrada o, al menos, no deshonrada. Me limitaré aquí al criterio que sobre el asunto debe tener un carlista, dejando a los demás que expresen el suyo propio en lo que les concierna.
Para un carlista los restos de Don Alfonso (XIII) pueden volver a su patria, pero no al enterramiento real del monasterio de El Escorial, porque cuando él era rey (constitucional) de facto, lo eran de jure Don Jaime III y Don Alfonso-Carlos I. Del mismo modo, pueden ser traídos a España los cuerpos de Alcalá Zamora y de Azaña, pero para ser enterrados en su pueblo como cualquier particular, puesto que jamás la República tuvo existencia legítima para un carlista.
En cuanto a los restos de sus reyes legítimos (Carlos V, Carlos VI, Carlos VII, Jaime III y Alfonso-Carlos I) NO DEBEN volver a España mientras no sea para recibir sepultura en el Panteón Real con todos los honores y por un rey que se considere su sucesor legítimo. Si ellos no vinieron jamás a España más que como reyes, nadie tiene derecho, en su muerte, a traerlos por benévola amnistía o como ciudadanos particulares.
Es, por lo tanto, inverosímil y lesivo para la memoria de nuestros reyes que alguien titulado carlista se atreva a solicitar de un contubernio suareciano-tarradellista lo que ellos mismos hubieran juzgado infamante.
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