Fuente: La larga marcha hacia la Monarquía, Laureano López Rodó, Editorial Noguer, Barcelona, 1977, páginas 503 – 507. [Las notas a pie de página son mías].



CONFERENCIA TELEFÓNICA DE FRANCO Y VARELA, EL 24 DE AGOSTO DE 1942


Varela: A tus órdenes, mi General.

Franco: ¿Cómo estás Varelita? Te llamaba por el asunto de Bilbao, pues por mi información las cosas no sucedieron exactamente tal como me ha informado el Ministro de la Gobernación y el Director General de Seguridad, porque realmente aquello fue una cosa política… porque es que, como se produjeron los hechos de Begoña hay discrepancia, ya que se trataba de un acto perfectamente lícito en sí, pero del que se quiso aprovechar cierta secta, para provocar con sus gritos subversivos y con unos carteles que llevaban que decían «Viva España», «Viva el Ejército», «Viva el Rey», «Mueran los traidores».

Varela: Yo esos carteles no los vi, mi General.

Franco: Pero los carteles existían y también los gritos subversivos con intención de provocar.

Varela: Yo no oí más gritos que los de «Viva España», «Viva el Ejército», «Viva el Rey», «Viva Cristo Rey», y alguno de «Viva Franco».

Franco: ¿Luego se dieron gritos subversivos para provocar?

Varela: Si el grito de «Viva España» y «Viva el Rey» los consideras subversivos, sí se dieron, y muchos. Pero ninguno de los dos gritos los considero subversivos… discrepo de tu opinión (con energía): no existe ninguna prohibición legal que los condene. Además, es el grito con el que murió aquella gente, y tú mismo tienes autorizado un himno que empieza «Por Dios, por la Patria y el Rey» [1].

Franco: Eso es otra cosa, y no tiene nada que ver con esto para que los considere subversivos.

Varela: Entonces el «Viva el España» es subversivo.

Franco: No, el «Viva España» no.

Varela: (Rápido). No, mi General, pero lo doy yo solo siempre, porque tú has dejado de darlo.

Franco: Porque doy el «Arriba España», pero no existe incompatibilidad entre estos dos gritos, sólo que el «Arriba» es un grito más dinámico, un grito que nos envidian los extranjeros, mientras que el «Viva España» es un grito decadente.

Varela: Un grito por el que murió toda esta gente que te salvó a ti y a España, y con el que se inició este Movimiento.

Franco: Sí, pero un grito con el que se perdieron muchos millares de kilómetros para España y nuestro Imperio.

Varela: Ni tú ni yo los perdimos, sino que, por el contrario, al grito de «Viva España» hemos hecho cuanto hemos podido para darle gloria.

Franco: Sí, pero los perdieron nuestros padres y nuestros abuelos.

Varela: Pues, si hay que prohibirlo, ten el valor de dar una orden y crea la figura de delito.

Franco: Pero fue al grito de «Viva el Rey» cuando ellos reaccionaron y se cometió el acto.

Varela: (Con gran indignación y energía). Mira, mi General, veo en qué plan estás, y te han engañado una vez más, como siempre, mi General.

También te han dicho que se gritó «Muera Franco», y eso no es verdad, porque si eso hubiera sido así en mi presencia, tú me conoces, mi General, y sabes que tengo alma suficiente para que no quedara uno sano y para h… [2] en (todo ellos) al que hubiera dado ese grito.

El hecho fue como sigue: A la salida de la iglesia el grupo lanzó una bomba a unos diez pasos del grupo en que estábamos las Autoridades –que los medimos Vigón y yo–, sino que un hombre que estaba al lado intervino y desvió el brazo del que la lanzaba, cayendo la bomba a la derecha, a unos doce pasos de donde yo estaba (con grandísima indignación): el hecho no ha podido ser más criminal ni más canallesco, mi General.

Franco: Ellos no atentaron contra ti, pues tú mismo, cuando hablaste conmigo, no me dijiste nada de eso.

Varela: Porque yo todos estos detalles los supe después; porque yo entonces no sabía ni que el hombre desvió el brazo, ni había hablado todavía con mi mecánico, que fue quien le encañonó a uno de ellos.

Pero ya veo el plan en que estás, mi General… Te he escuchado estos días tus discursos [3], y no has tenido una palabra de consuelo para estas pobres víctimas, todos ellos obreros, y muchos de ellos muy graves, que probablemente se morirán, entre ellos una madre de doce hijos y un soldado que estaba allí a visitar a la Virgen y que perderá la pierna, pero nadie ha tenido una frase para ellos ni una condenación para los criminales asesinos, sino que tú, por el contrario, los has maltratado hablando de posiciones y banderías, y esto no es justo, mi General, ésta no es la contestación adecuada, todo ello para decir en nombre de una revolución que tú proclamas, cuando tú sabes muy bien, mi General, que soy cincuenta mil veces más revolucionario que tú, pero en revolucionario consciente y en responsabilidad, y, por lo tanto, no podré nunca estar con estos criminales y asesinos.

Franco: Y en cuanto a los gritos, tú no me dijiste nada.

Varela: Sí que te dije, mi General.

Franco: No, no me dijiste.

Varela: Bueno, pues no me acuerdo exactamente, pero ya te digo cuáles fueron: muchos «Vivas» a España, al Rey, al Ejército y mucho «Viva Cristo Rey».

Franco: Es que ya días antes se decía en la Cárcel de Larrinaga, entre elementos rojos y separatistas, «parece que el domingo va a haber cosas en Begoña», y la propia mujer del Gobernador se lo dijo a su hermana. Así que en la provocación pudiera intervenir alguno de estos elementos… Y con estas provocaciones lo que hacen es el juego al enemigo.

Varela: Y tanto que lo hacen, pero ellos han sido los que lo han hecho; que ese mismo día daba la noticia la radio inglesa diciendo que el Ministro de la Guerra, al salir de la Misa celebrada por los miembros de uno de los sectores integrantes del Partido Único, había sido víctima de un atentado por parte de los miembros del Gobierno del otro sector de ese mismo Partido, habiendo resultado un centenar de víctimas, «la mayor parte obreros».

Franco: Es que en muchas partes los nacionalistas han cogido a elementos obreros, a quienes ponían la boina roja para dividir y provocar, como lo han hecho en Cartagena, que luego resultó que muchos de ellos eran masones; aquí podía haber entre ellos algún separatista.

Varela: Pues yo te digo, mi General, que ninguno de ellos a quienes yo he ido a ver en el Hospital eran separatistas, sino todos ellos tradicionalistas o independientes, muchos de ellos, como es natural, familiares de las (víctimas) muchos, y entre los que se contaban muchas mujeres y niños (con indignación): y ninguna de las jerarquías que ha pasado por Bilbao se ha dignado ir a ver a las víctimas, que oficialmente son todas ellas de su Partido, ni han preguntado por ellas, sino que sólo se han interesado por los asesinos, tratando de desviar la acción de la Justicia, como Guitarte [4].

Franco: Guitarte fue allí por el asunto de su coche, y es un gran muchacho que se ha distinguido mucho en la Universidad.

Varela: Un gran muchacho, mi General, pero que trató de estar con el Auditor, y, con esa falta de respeto que caracteriza a esta gente, llamó al Gobernador Civil a que fuera al Hotel a verlo, y luego habló por teléfono con el General Loriga, un General de 70 años, para decirle que tenía que hablarle, a lo que éste le contestó que, si era como amigo, cuando quisiera y donde quisiera, pero que si le hablaba del asunto de los procesados había de saber que la Justicia Militar es una cosa muy seria para admitir injerencias de nadie. De modo que, ¿ése es el buen chico? ¿Qué te hubiera parecido a ti si, cuando eras Jefe del Estado Mayor, hubiera venido un estudiante a proponerte una cosa parecida?; y luego vino Luna [5], y, siendo Teniente Coronel del Ejército y Secretario del Partido, no se ha presentado a verme, siendo militar y yo un Ministro…

Franco: No tenía obligación.

Varela: Sí que la tenía, mi General, en todos los órdenes, y me extraña mucho eso que estás diciendo. Tenía, además, la obligación moral de ir a ver a las víctimas.

Franco: Es que no sabía que tú estabas.

Varela: ¿Cómo que no sabía que yo estaba? Si eso lo sabía todo el mundo.

Franco: Luna fue a Bilbao por encargo mío, y vino a marchas forzadas desde Valencia, y sólo estuvo en Bilbao unas horas con el Gobernador Civil y con Maíz [6], con quien tuvo una conversación en presencia del Comisario de Policía, para luego venir inmediatamente a darme cuenta, y su declaración coincide casi exactamente con la del Ministro de la Gobernación y la del Director General de Seguridad menos en lo de los carteles, desprendiéndose de todo ello que, ni las jerarquías de Madrid, ni las de Bilbao, tuvieron nada que ver en este asunto, pues no hay nadie de Bilbao.

Varela: Sí, mi General, Berástegui [7], de origen separatista, y que fue Jefe del S.E.U. en Vizcaya, sin prestigio ninguno para ese cargo, como no lo tenía casi ninguno de los de Falange de Bilbao, a quien no hay una persona decente que los siga.

Franco: Eso fue culpa de que han tenido muy malos Jefes Provinciales.

Varela: Y también un tal Calleja [8], de Orduña, que ahora está en Valladolid y es mutilado.

Franco: Sí, este Calleja es un muchacho que bebe mucho y muy exaltado.

Varela: Y a quien creo hemos fusilado a su hermano de Santander.

Franco: Eso yo no lo sabía. Pero lo que parece que existe contradicción es sobre el lugar en que fueron detenidos, pues parece ser que los detuvieron en Bilbao, donde estaba con la hermana y la novia de uno de ellos.

Varela: No, mi General, nuevamente te han informado mal. Fueron detenidos allí mismo y por mi propio mecánico, que fue quien lo encañonó en el pecho, y entonces él le dijo «Soy Jefe de Falange y no puedes detenerme», entregándole, en vista de esto, a la Policía Armada, que fue quien lo detuvo, y él trató de escaparse en el coche de Iturmendi [9] al ver que no podía hacer andar a su coche, y al intimidar al mecánico de Iturmendi a que lo condujera le dijo: «Llévame, que la Falange te protege». Como siempre, el poder tenebroso y confuso; lo mismo que pasó con el asunto del oficial de Madrid, y siempre el mismo impunismo… Pero el conductor no hizo caso, y fue él mismo quien lo entregó a la Policía.

Franco: Y, ¿qué clase de bomba era?

Varela: Hubo dos bombas, mi General, una que no estalló y que la recogieron allí mismo, pero que no han dado con ella; y la otra, por los efectos, parece, desde luego, mayor que la Laffite, más bien algo que pudiera ser un artefacto preparado por ellos mismos.

Se ha recogido la metralla extraída a los heridos, y se ha enviado a los técnicos del Parque de Artillería para que la examinen.

Además, allí mismo se les cogieron cuatro pistolas del nueve largo, sin licencia de armas; y entonces ellos avisaron inmediatamente al Gobernador Civil y Jefe de Falange de Valladolid, para que les enviase una licencia con aquella numeración y fecha atrasada.

Franco: Pero no lo encontraron.

Varela: No, porque estaba en algo del Frente de Juventudes.

Franco: No, estaba en Santander. De modo que a lo autores se les detuvo allí, porque a mí me han dicho que fue más tarde, en Bilbao.

Varela: Pues el hecho fue así, porque yo lo presencié, y, como te digo, fue mi mecánico quien mandó detener al autor.

Franco: Pero no sabe exactamente quién fue el autor.

Varela: Se sabe ya exactamente todo. Lo que pasa es que ellos no lo han declarado, pues, según ellos, nadie sabía nada y se habían presentado allí por casualidad y sólo por curiosidad; pero eso está demostrado que llegaron unos diez minutos antes de que terminara la Misa, y el policía que allí estaba les preguntó qué es lo que iban a hacer allí, a lo que contestaron que «iban a ver lo que hacían esos carcas». Trataron de meterse en la iglesia, y, al ver que no podían, se situaron a diez pasos de la escalinata, colocando el coche en dirección contraria a Bilbao para poderse escapar, cuando todos nuestros coches estaban naturalmente vueltos hacia Bilbao.

La cosa estaba muy pensada, mi General, y, como te digo, se les ha cogido allí mismo, pues ellos querían que no fuera juicio sumarísimo, invocando que eran Jerarquías, y que los juzgara el Supremo.

Franco: Pero eso no puede ser.

¿Y quién preside el Tribunal?

Varela: El General Castejón, camisa vieja, para que veas que se ha obrado con toda imparcialidad, y el Fiscal es también de Falange, y el Auditor persona muy religiosa y muy buena.

Franco: Castejón no es camisa vieja, ni lo ha sido nunca.

Varela: Pues eso tenía yo entendido. Que era camisa vieja desde que estuvo en Castellón.

Franco: Pues eso no lo creo aun cuando me lo jures de rodillas. ¿Y los otros quiénes son?

Varela: Los Coroneles de San Sebastián, Santander y Burgos.

Franco: ¿Y quiénes son?

Varela: Yo eso no lo sé, mi General, no los conozco; yo me he venido por eso hoy a Madrid, para no estar en Bilbao el día del Consejo de Guerra [10].

Franco: Bueno, pues que se haga todo dentro de la mayor equidad, porque ya tratándose de una provocación las cosas varían, y ya los hechos no son lo mismo.

Varela: ¿Cuándo vienes por Madrid, mi General?

Franco: Yo iré por Madrid el jueves [11].

Varela: ¿Mandas algo más, mi General?

Franco: No, nada más.

Varela: Pues a tus órdenes, mi General.





[1] Se trata del Oriamendi, aunque la versión autorizada por Franco discrepaba substancialmente, en alguna estrofa, de la versión original o clásica.

[2] Aparece así en la transcripción de Laureano López Rodó.

[3] El atentado de Begoña tuvo lugar el 15 de Agosto. Los discursos de Franco a los que se refiere Varela son los que pronunció en Vigo, el día 20, y en La Coruña, el día 23.

[4] José Miguel Guitarte Irigaray, jefe nacional del Sindicato Español Universitario (S.E.U.).

[5] El Coronel José Luna Meléndez, Vicesecretario General del Partido Único de Franco.

[6] Benito Félix Maíz, antiguo ayudante civil del General Mola.

[7] Eduardo Berástegui, jefe del S.E.U. de Vizcaya.

[8] Hernando Calleja, subjefe provincial del Partido Único en Valladolid.

[9] Antonio Iturmendi Bañales, Subsecretario del Ministerio de Gobernación en aquel entonces.

[10] El Consejo de Guerra se inició aquel mismo día en que tuvo lugar la conversación.

[11] En aquellos días de Agosto, Franco se encontraba de vacaciones en su Galicia natal.