Estupendo texto estimado Nok. Yo por mi parte inserto un par de mapas para ilustrarlo (están hechos por mí).
Por cierto, en la revista “Historia National Geografhic” de este mes sale un artículo titulado “Visigodos, el fin de Don Rodrigo”.
[1]La Conquista de España por los árabes
Cuando vieron esto (los musulmanes), desearon pasar prontamente allá, y Musa nombró a un liberto suyo, jefe de la vanguardia, llamado Tárik ben Ziyed, persa de Hamadan -aunque otros dicen que no era liberto suyo, sino de la tribu de Sadif-, para que fuese a España con 7000 muslimes, en su mayor parte de berberiscos y libertos, pues había poquísimos árabes, y pasó el año 92 en los cuatro barcos mencionados, únicos que tenían, los cuales fueron y vinieron con infantería y caballería, que se iban reuniendo en un monte muy fuerte, situado a la orilla del mar, hasta que estuvo completo todo su ejército.
Al saber el rey de España la nueva de la correría de Tarif, consideró el asunto como cosa grave. Estaba ausente de la corte, combatiendo a Pamplona, y desde allí se dirigió hacia el mediodía, cuando ya Tárik había entrado, habiendo reunido contra éste un ejército de 100.000 hombres o cosa semejante, según se cuenta. Apenas llegó esta noticia ha Tárik, escribió a Musa, pidiéndole más tropas y dándole parte de que se había hecho dueño de Algeciras y del lago, pero que el rey de España venía contra él con un ejército que no podría contrarrestar. Musa, que desde la partida de Tárik había mandado construir barcos y ya tenía muchos, le mandó con ellos 5000 hombres, de suerte que el ejército acaudillado por Tárik llegó a 12.000. Había ya cautivado muchos e importantes personajes, y con ellos estaba Julián, acompañado de bastante gente del país, la cual les indicaba a los puntos indefensos y servía para el espionaje.
Acercose Rodrigo con la flor de la nobleza española y los hijos de sus reyes, quienes, al ver el número y disposición de los muslimes, tuvieron una conferencia que y dijéronse los unos a los otros: "Este hijo de mala mujer se ha hecho dueño de nuestro reino sin ser de estirpe real, antes bien, uno de nuestros inferiores: aquella gente no pretende establecerse en nuestro país; lo único que desear es ganar botín: conseguido esto, se marcharán y nos dejarán. Emprendamos la fuga en el momento de la pelea, y el hijo de la mala mujer será derrotado".
En esto quedaron convenidos. Había dado Rodrigo el mando del ala derecha de su ejército a Sisberto, y el de la izquierda a Obba, hijo a ambos de su antecesor Gaitixa, y cabezas de la conspiración indicada. Aproximóse, pues, con un ejército de cerca de de 100.000 combatientes, y tenía este número (y no otro mayor), porque había habido en España una hambre, que principió en el 88 y continuó todo este año y los del 89 y 90, y una peste, durante la cual murieron la mitad o más de sus habitantes. Vino después el año 91, que fue en España año que por su abundancia recompensó los males pasados, y en el cual se efectuó la invasión de Tarif.
Encontráronse Rodrigo y Tárik, que había permanecido en Algeciras, en un lugar llamado el lago, y pelearon encarnizadamente; más las alas derechas e izquierdas, al mando de Sisberto y Obba, hijos de Gaitixa , dieron a huir, y aunque el centro resistió algún tanto, al cabo Rodrigo fue también derrotado, y los muslimes hicieron una gran matanza en los enemigos.
Rodrigo desapareció, sin que se supiese lo que le había acontecido, pues los musulmanes encontraron solamente su caballo blanco, con su silla de oro, guarnecida de rubíes y esmeraldas, y un manto tejido de oro y bordado de perlas y rubíes. El caballo había caído en un lodazal, y el cristiano que había caído con él, al sacar el pie, se había dejado un botín en el lodo. Sólo Dios sabe lo que pasó, pues no se tuvo noticias de él, ni se le encontró vivo ni muerto.
Conquistas de Tárik
Marchó enseguida Tárik a la angostura de Algeciras, y después a la ciudad de Ecija: sus habitantes, acompañados de los fugitivos del ejército grande, saliéronle al encuentro, y se trabó un tenaz combate, en el que los musulmanes tuvieron muchos muertos y heridos. Dios les concedió al fin su ayuda, y los politeístas fueron derrotados, sin que los musulmanes volviesen a encontrar tan fuerte resistencia. Tárik bajó a situarse junto a una fuente que se halla a cuatro millas de Ecija, a orillas de su río y que tomó el nombre de fuente de Tárik.
Infundió Dios el terror de los corazones de los cristianos cuando vieron que Tárik se internaban el país, habiendo creído que haría lo mismo que Tarif; y huyendo hacia Toledo, se encerraron en las ciudades de España. Entonces Julián se acercó a Tárik y le dijo: "Ya has concluido con España dos. Divide ahora tu ejército, al cual servirán de guías estos compañeros míos, y marcha tu hacia Toledo". Dividió, en efecto, su ejército desde Ecija y envió a Monguits Ar-Romi, liberto de Alwalid ben Abdo-l-Mélic, a Córdoba, que era entonces una de sus mayores ciudades, y es actualmente fortaleza de los muslimes, su principal residencia y capital del reino, con 700 caballeros, sin ningún peón, pues no había quedado musulmán sin caballo. Mandó otro destacamento a Rayya, otro a Granada, capital de Elvira, y se dirigió a él hacia Toledo con el grueso de sus tropas.
Moguits caminó hasta llegar a Córdoba y acampó en la alquería de Xecunda, en un bosque de alerces que había entre las alquerías de Xecunda y Tarcail. Desde aquí mandó algunos de sus adalides, quien escogieron y llevaron a su presencia un pastor que andaba apacentando su ganado en el bosque. Pidióle Moguits noticias de Córdoba, y dijo que la gente principal había marchado a Toledo, dejando en la ciudad al gobernador con 400 defensores y la gente de poca importancia. Después le preguntó por la fortaleza de sus murallas, a lo que contestó que eran bastante fuertes, pero que sobre la puerta de la estatua, que es la del puente, había una hendidura que les describió. Llegada la noche, se acercó Moguits y favoreciendo Dios su empresa con un fuerte aguacero, mezclado con granizo, pudo con la oscuridad aproximarse al río, cuando los centinelas habían descuidado la guardia por temor al frío y a la lluvia, y sólo se escuchaban algunas voces de alerta, dadas débilmente y a largos intervalos. Pasó la gente el río, que sólo distaba del muro 30 codos, o menos, y se esforzaron por subir a una muralla: más como no encontrasen punto de apoyo, volvieron a buscar al pastor, y habiéndole traído, les indicó la hendidura, que si bien no estaba al haz de la tierra, tenía debajo una higuera. Entonces se esforzaron por subir a ella, y después de algunas tentativas, un musulmán logró llegar a lo alto Moguits le arrojó la punta de su turbante, y por este medio treparon muchos al muro. Montó Moguits a caballo y se colocó delante de la puerta de la estatua, por la parte de afuera, después de haber dado orden a los que habían entrado de que sorprendiesen la guardia de esta puerta, que es hoy la del puente: en aquel tiempo estaba destruido y no existía puente ninguno en Córdoba.
Los muslimes sorprendieron, en efecto, a los que guardaban la puerta de la estatua, llamada entonces de Algeciras, mataron a unos y ahuyentaron a otros, y rompiendo los cerrojos, dieron entrada a Moguits con todos sus compañeros, espías y adalides.
Moguits se dirigió al palacio del rey; mas éste, al saber la entrada de los musulmanes, había salido por la puerta occidental de la ciudad, llamada puerta de Sevilla, con sus 400 a 500 soldados y algunos otros, y se había guarecido en una iglesia dedicada a San Acisclo, que estaba situada en la parte occidental y era firme, sólida y fuerte. Ocupó Moguits el palacio de Córdoba, y al siguiente día salió y cercó al cristiano en la Iglesia, escribiendo a Tárik la nueva de la conquista.
El destacamento que fue hacia Rayya la conquistó, y sus habitantes huyeron a lo más elevado de los montes; marchó enseguida a unirse con el que había ido a Elvira, sitiaron y tomaron su capital y encontraron en ella muchos judíos.
Cuando tal les acontecía, en una comarca reunían todos los judíos de la capital y dejaban con ellos un destacamento de musulmanes, continuando su marcha el grueso de las tropas. Así la hicieron en Granada, capital de Elvira, y no en Málaga, capital de Rayya, porque en ésta no encontraron judíos ni habitantes aunque en los primeros momentos de peligro allí se habían refugiado.
Fueron después a Todmir, cuyo verdadero nombre era Orihuela, y se llamaba a Todmir del nombre de su señor (Teodomiro), el cual salió al encuentro de los musulmanes con un ejército numeroso, que combatió flojamente, siendo derrotado en un campo graso, donde los musulmanes hicieron una gran matanza tal que casi lo exterminaron. Los pocos que pudieron escapar huyeron a Orihuela donde no tenían gentes de armas ni medios de defensa; mas su jefe Todmir, que era hombre experto y de mucho ingenio, al ver que no era posible la resistencia con las pocas tropas que tenía, ordenó que las mujeres dejasen suelto sus cabellos, les dio cañas y las colocó sobre las murallas de tal forma que pareciese un ejército, hasta que él ajustase las paces. Salió enseguida a guisa de parlamentario, pidiendo la paz, que le fue otorgada; y no cesó de insinuarse en el ánimo del jefe del ejército musulmán, hasta conseguir una capitulación para él y sus súbditos, en virtud de la cual se entregó pacíficamente todo el territorio de Todmir, sin que hubiese que conquistar poco ni mucho, y se les dejó el dominio de sus bienes. Conseguido esto, descubrió su nombre, e hizo entrar en la ciudad a los musulmanes, que no encontraron gente de armas ninguna, por lo cual les pesó lo hecho; pero cumplieron lo ya estipulado, y después de haber puesto en noticia a Tárik las conquistas alcanzadas y de haber dejado allí algunas tropas con los habitantes, marcho el grueso del destacamento hacia Toledo para reunirse con Tárik.
Moguits permaneció tres meses sitiando a los cristianos en la Iglesia, hasta que una mañana vinieron a decirle que el cristiano (principal) había salido, huyendo a rienda suelta en dirección a la sierra de Córdoba, a fin de reunirse con sus compañeros en Toledo, y que había dejado en la Iglesia a sus soldados. Moguits salió en su persecución sólo, y le vio que huía en su caballo alazán en dirección a la aldea de Calatavera (sic). Volvióse el cristiano, y así que vio a Moguits que aguijaba su caballo para alcanzarle, turbóse, y abandonando el camino, llegó a un barranco, donde su caballo cayó y se desnucó. Cuando llegó Moguits, estaba sentado sobre su escudo y se entregó prisionero, siendo el único de los Reyes cristiano que fue aprehendido, pues los restantes, o se entregaron por capitulación o huyeron a Galicia. Después volvió Moguits a la Iglesia, hizo salir a todo los cristianos y mandó se les cortase la cabeza, tomando entonces esta Iglesia el nombre de la Iglesia de los prisioneros. El cristiano principal permaneció preso para ser conducido ante él emir de los creyentes. Reunió Moguits en Córdoba a los judíos, a quienes encomendó la guardia de la ciudad, distribuyó en ellas sus soldados y se aposento a él en el palacio
Tárik llegó a Toledo, y dejando allí algunas tropas, continuó su marcha hasta Guadalajara, después se dirigió a la montaña, pasándola por el desfiladero que tomó su nombre, y llevó a una ciudad que hay a la otra parte del monte, llamada Almeida (la Mesa), nombre debido a la circunstancia de haberse encontrado en ella la mesa de Salomón, hijo de David, cuyos bordes y pies, en número de 365, eran de esmeralda verde. Llegó después a la ciudad de Amaya, donde encontró alhajas y riquezas, y... volvió a Toledo en el año 93.
Musa en España
Sabedor Musa ben Nosair de las hazañas de Tárik, y envidioso de él, vino a España en ramadán del año 93 con buen golpe de gente, pues traía, según se cuenta, 18.000 hombres. Cuando desembarcó en Algeciras, le indicaron que siguiese el camino de Tárik y el dijo: "No estoy en ánimo de eso".
Entonces los cristianos que les servían de guías le dijeron: "Nosotros te conduciremos por un camino mejor que el suyo, en el que hay ciudades de más importancia es que las que él ha conquistado, y de las cuales, Dios mediante, podrás hacerte dueño". Esta nueva le llenó de alegría, porque le pesaba lo que había hecho Tárik. Condujéronle, pues, a Medina Sidonia, que conquistó por fuerza de armas, y después a Carmona. Esta era una de las ciudades más fuertes de España, y cuya conquista podía esperarse menos por asalto ni por asedio, por lo cual, cuando se dirigió a ella, dijéronle que únicamente valiéndose de alguna estratagema podría ser entrada, entonces mandó algunos cristianos de los que habían pedido y obtenido de él carta de seguridad, como Julián, de quien acaso eran camaradas, y se presentaron armados, como si fuesen fugitivos, siendo recibidos en la ciudad y, más por la noche abrieron la puerta de Córdoba a la caballería que Musa mandó al intento, y sorprendiendo a la guardia, se apoderaron los musulmanes de Carmona.
Después marchó Musa a Sevilla, que era la mayor y más importante de las ciudades de España, notabilísima por sus edificios y monumentos. Antes de la invasión de los godos había sido capital del reino, hasta que, vencedores estos, trasladaron la sede a Toledo, quedando, sin embargo, en Sevilla, la nobleza romana y los jurisconsultos y sabios en letras sagradas y profanas. Después de algunos meses de sitio fue conquistada por Musa ben Nosair, con la ayuda de Dios, huyendo los cristianos a Béja. Confió Musa la guardia de la ciudad a los judíos, y se dirigió a la ciudad de Mérida, donde residían algunos grandes señores de España, y que también tenía monumentos un puente, alcázares e iglesias que exceden de toda ponderación.
Cerco a la ciudad, y la guarnición salió contra él, se entabló un fuerte combate a una milla de distancia de las murallas. En tanto descubrió Musa una cantera de piedra, en la cual ocultó por la noche infantería y caballería, y al día siguiente, al amanecer, cuando fue contra ellos, y salieron a rechazarle como el anterior, atacáronle los musulmanes que estaban emboscados e hicieron en ellos una gran matanza, refugiándose los que escaparon en la ciudad, que era muy fuerte, y tenía unas murallas como no han hecho otra los hombres.
Por espacio de algunos meses continuó el cerco, hasta que fabricaron los muslimes una máquina para acercarse al muro, y cubiertos con ella, llegaron a una de las Torres, de la cual arrancaron un sillar; mas encontraron en el hueco un macizo, que en lengua española se llama laxamaxa (argamasa), que resistía a sus barras y picos, y mientras se hallaron ocupados en este trabajo, cargaron sobre ellos los cristianos y perecieron los musulmanes bajo la máquina, por lo cual la torre se llamó de los mártires, nombre que aún hoy día conserva, aunque son pocos lo que saben de esta anécdota.
Al cabo fue conquistada la ciudad en ramadán el año 94, el día de la fiesta del Fitr, del modo siguiente: cuando sucedió lo de los mártires, dijeron los cristianos: "Ya hemos quebrantado las fuerzas del enemigo; si hemos de concertar la paz, ningún día más favorable que éste". Salieron con tal intento, y encontraron a Musa con la barba blanca; empezaron a insinuársele, exigiéndole condiciones que él no convenía, y se volvieron. Tornaron a salir la víspera de la fiesta (del Fitr), y como se hubiese alheñado la barba y la tuviese roja, dijo uno de ellos: "creo que debe ser de los que comen carne humana, o no es éste el que vino ayer". Por último vinieron a verle el mismo día de la fiesta, cuando ya tenía la barba negra, y de regreso a la ciudad dijeron a sus moradores: "¡Insensatos!, estáis combatiendo contra profetas, que se transforman a su albedrío y se rejuvenecen. Su rey, que era anciano, se ha vuelto joven. Id, y concedédle cuánto pida". Ajustaron, en efecto, la paz, a condición de que los bienes de los que habían muerto el día de la emboscada, y los de aquello que habían huido a Galicia, fuesen para los muslimes, y los bienes y alhajas de las iglesias para Musa; con lo cual, el día de la fiesta del Fitr del año 94 le abrieron las puertas de la ciudad.
Los cristianos de Sevilla, tramaron en tanto una conjuración contra los musulmanes que había en la ciudad, y habiendo acudido desde la ciudad llamada Niebla y la que tiene por nombre Béja, mataron a 80 hombres. Los restantes huyeron a Mérida, donde se hallaba Musa ben Nosair, el cual, dueño ya de esta ciudad, mandó a su hijo Abdo-l-Aziz a Sevilla con tropas, y éste la reconquistó, regresando enseguida.
A fines de Xawel salió Musa de Mérida para Toledo, y apenas supo Tárik su próxima llegada, salió a recibirle para ofrecerle sus respetos, y lo encontró en el distrito de Talavera, en un lugar llamado... Al divisarle, apeóse de su caballo y Musa le dio con su látigo un golpe en la cabeza, reprendiéndole agriamente por lo que había hecho contra su parecer, y llegado a Toledo, le dijo: "Preséntame todo el botín que hayas recogido y la mesa". Presentóla, en efecto, falta de un pie, que le había arrancado, y cómo le preguntase Musa que dónde estaba, respondió: "Nada se; la encontré de esa manera". Musa mandó que se le hiciese un pie de oro y una caja de hojas de palma, dentro de la cual fue colocada. Después marcho a conquistar a Zaragoza y demás ciudades situadas en esta parte.
[1] AJBAR MACHMUA (colección de tradiciones): Crónica anónima del siglo XI. Trad. De Emilio Lafuente. “Col. Obras arábigas de Historia y Geografía”. Madrid, 1867, págs. 20-31
¡O patria! Cuántos hechos, cuántos nombres
Cuántos sucesos y victorias grandes...
Pues tienes quién haga y quién te obliga
¿Por qué te falta, España, quién lo diga?”
Última edición por Donoso; 15/08/2010 a las 04:37
Estupendo texto estimado Nok. Yo por mi parte inserto un par de mapas para ilustrarlo (están hechos por mí).
Por cierto, en la revista “Historia National Geografhic” de este mes sale un artículo titulado “Visigodos, el fin de Don Rodrigo”.
Vaya, el primer mapa no se ve. Eso es debido a que estaba en formato CMYK en vez de en RGB, ya lo arreglé.
Gracias a ti Val como dice el dicho una imagen vale más que mil palabras.
Saludos
El hombre que sólo tiene en consideración a su generación, ha nacido para unos pocos,después de el habrán miles y miles de personas, tenlo en cuenta.Si la virtud trae consigo la fama, nuestra reputación sobrevivirá,la posteridad juzgará sin malicia y honrará nuestra memoria.
Lucius Annæus Seneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65)
Bueno, pues sigo insertando imágenes, tú lo has querido Nok, en esta ocasión para que veamos como lucían los guerreros en esa ésa época, tanto los godos como la morisma, a principios del siglo VIII, cuando tuvo lugar la invasión musulmana.
Las dos primeras imágenes corresponden a guerreros visigodos y la tercera a las fuerzas musulmanas.
Una duda que tengo ¿Se sabe algo de los estandartes o banderas utilizadas por los visigodos en esa época? Me da que no, pero de todas formas dejo la pregunta en el aire, por si alguien del foro sabe algo… En una de las ilustraciones sale un soldado con un estandarte, una cruz griega, pero no sé yo si eso no será una invención del artista.
Creo que es muy IMPORTANTE saber que Blas Infante, al que acaban de hacer un monumento cerca de Sevilla, se convirtió al islamismo, es decir a la religión de Mahoma, hecho que se ha mantenido, significaticamente, oculto ante la opinión pública española.
En una página web islamista y confesionalmente musulmana se proclama con orgullo la pertenencia de Blas Infante al Islam.
También es poco conocido que Blan Infante, ya en 1918, fue el que proclamó como bandera de "Andalucia", a la de los omeyas, la verde, blanca, verde, que fue erigida hacia el año 1090 por los moros cuando triunfaron en una batalla contra los cristianos. Asimismo, Blas Infante defendió la idea de creau un estado que comprendería tanto el territorio de Andalucia y el norte de Marruecos.
Por su interés copio los siguientes textos de una web islámica ( *****************.org)
YAMA'A ISLÁMICA DE AL-ANDALUS (YIA.LM.)(Algunas fotos están tomadas de la Fundación Blas Infante)En1983 el Parlamento de Andalucía aprueba por unanimidad el Preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía, que reconoce a Blas Infante "como Padre de la Patria Andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del Estatuto de Autonomía para Andalucía". En aquella época, se necesitaba un "icono" y unos símbolos que aglutinaran a los andaluces en torno a la clase política. En la incipiente democracia, tras una transición no exenta de problemas y de concesiones por parte de los partidos de izquierda, el Partido Socialista Andaluz (P.S.A.), consigue meter un gol a los partidos centralistas con el nombramiento de Blas Infante como "Padre de la Patria Andaluza" y la aceptación de los símbolos adoptados por él en la Asamblea de Ronda. Como "icono", reunía todas las características exigibles: mártir, asesinado por la derecha "españolista" y representante de aquel intento autonomista que la dictadura del general Franco truncó.
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Hoy, 15 de Septiembre, se cumple el 81 aniversario de la "Shahada" de Blas Infante Pérez. Este acto de la "Shahada", supone su reconocimiento como musulmán. Para muchos, este dato resultará increíble, falso, o un intento de un grupo de "moros" para hacernos creer que el "Padre de la Patria Andaluza" es miembro de su "secta". Debido a innumerables prejuicios, les gustaría un Blas Infante cristiano, ateo o incluso masón. Para otros, resulta políticamente incorrecto, emparentarnos con el Islam a través de un Infante "moro", relegando toda la obra de Infante a un tercer mundo al que nadie quiere volver la vista.
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Una vez tomada la decisión de viajar hasta Agmhat para dar continuidad a las peregrinaciones que se hacían desde Al-Andalus para rendir homenaje a Al-Mutamid, último rey de Sevilla, comienza a preparar el viaje. Seiscientos años después del último andaluz que peregrinó a la tumba de Al-Mutamid, Ibn al-Jatib, hayib de Granada, otro andaluz estaba dispuesto a recuperar el homenaje a un hombre que representó y aún hoy representa la esencia de Andalucía, de ese Islam andaluz, ortodoxo, aunque muchas opiniones interesadas, desde el norte y desde el Sur, nos quieran convencer de que la ortodoxia islámica es ese conjunto de dogmas asfixiantes que las tradiciones de los pueblos llamados "islámicos" nos quieren imponer. Andalucía, tierra a la que el Islam llevó las herramientas con las que forjar la libertad, basada en el respeto a todas las formas de entender la vida y la espiritualidad, se encuentra presionada y encorsetada por los terribles fundamentalismos de los pueblos del Norte y del Sur, que en tiempos de Al-Mutamid en Sevilla y de Boabdil en Granada, terminaron con el sueño de un pueblo, que una mañana fría, en Enero del año 1492 se levantó esclavo del odio y de la envidia de los bárbaros pueblos del Norte.
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http://www.*****************.org/publ...fante/blas.htm
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Borrado a petición del autor.
Última edición por Donoso; 28/12/2009 a las 03:04
El hombre que sólo tiene en consideración a su generación, ha nacido para unos pocos,después de el habrán miles y miles de personas, tenlo en cuenta.Si la virtud trae consigo la fama, nuestra reputación sobrevivirá,la posteridad juzgará sin malicia y honrará nuestra memoria.
Lucius Annæus Seneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65)
Estoy con Nok al 100%, Andalucía en realidad es Roma, es sus dos conceptos: cultural y Cristiano, el Islam sólo fue un obstáculo en la historia de la vieja Bética. Sí, un obstáculo en forma de china molesta en el zapato, que costo ocho siglos quitársela de de encima con sangre y fuego. Yo honro a nuestros antepasados que un día nos libraron de esa morisma mahometana tiránica, extraña a nosotros, que trató a nuestros abuelos como ciudadanos de tercera en su propia tierra, antepasados que en nuestros días resultan tan políticamente incorrectos para Zapateros, Chaves y Zerolos de turno, seguidores de esa charlatanería bobalicona de “tor mundo es gueno” que se quiere llamar “alianzas de civilizaciones”.
Tampoco entiendo esa fijación por lo islámico en algunos, cuando mirando más allá del estrecho, y en otros países musulmanes, sólo se ve atraso e intolerancia medieval. ¡¡Vaya modelo a seguir!! Y que mal lo venden.
Santiago carga contra los musulmanes en la batalla mítica de Clavijo (óleo de Casado del Alisal, Madrid, Iglesia de San Francisco el Grande).
Intolerancia medieval....Ya quisiéramos tener la libertad que había en el Medievo. Ese tópico de leyenda negra no tiene ni pies ni cabeza. Y prefiero la intolerancia a la actitud burguesa, aunque en este caso sea el mahometismo lo que me joda.
Realmente los árabes no fueron los que conquistaron España, sino los berberiscos. De hecho, incluso la dinastía reinante fue siria.
Por cierto reconozco que lo de Infante aunque no me extrañe no lo sabía, aunque no me fiaría demasiado de esa web. La situación política del entramado jacobino pseudoandaluz no es muy distinta del Tripartir, pero nuestros paisanos se empeñan en no querer ver lo que tenemos. Así nos va.
Hola estimado Ordoñez:
Acepto tu crítica a mi anterior intervención, te tengo por uno de los foristas más lucidos de aquí, me encanta leer tus intervenciones, siempre aprendo algo con ellas. Bueno, sólo te pido que tengas paciencia conmigo porque, aunque suene un poco manido, yo me he apuntado en este foro para aprender de gente como tú. Por otra parte cada día me gusta más este portal, me siento muy a gusto con vosotros, me encanta saber que pertenezco a algo tan importante y bonito como lo que aquí se quiere defender.
Recibe un muy cordial saludo estimado camarada y queda con Dios.
La reconquista del concepto de España
Julio Valdeón documenta que la fragmentación de los reinos cristianos no impidió que todos se consideraran españoles
Julio VALDEÓN
Una vez presentadas las principales líneas de la evolución histórica de las tierras hispanas, caracterizadas en el transcurso de los siglos XI al XIII por el extraordinario avance territorial de los reinos cristianos del norte, resulta oportuno que hagamos algunas someras observaciones a propósito del concepto que existía en aquellos siglos del término «España», palabra que procedía, como ya vimos, de la «Hispania» de origen latino. Por de pronto, es muy frecuente encontrar en las crónicas de aquella época expresiones tan significativas como las de «reges Hispaniae», es decir, «reyes de España», o también «reges vel principes Hispaniae», es decir, «reyes o príncipes de España».
Pero la España cristiana no estaba en aquellos tiempos ni muchos menos unificada, pues contaba con un variado mosaico de núcleos políticos, desde el reino de Galicia, situado en la zona noroccidental, hasta el condado de Barcelona, que se hallaba al Este, próximo al Mar Mediterráneo, pasando por los reinos de León, Castilla, Navarra y Aragón. Sin embargo, esta diversidad no impedía que todos pensaran en la posibilidad de una unificación de los reinos cristianos de la Península Ibérica. Así pues, el concepto de España se proyectaba sobre el pasado visigodo, pero a la vez se pensaba en un futuro de unidad, cuando los diferentes núcleos políticos cristianos se juntaran. Esto explica que en los textos de aquellos siglos se empleara, como término de indudable proyección colectiva, la expresión «España».
En plural
Comenzaremos a referirnos al destacado cronista Rodrigo Jiménez de Rada, quien llegó a ser nada menos que arzobispo de la diócesis de Toledo. Dicho autor escribió una significativa obra que se titulaba «Historia de rebus Hispaniae», es decir, «Historia de los hechos de España». En un momento dado, el autor escribió lo siguiente: «Me he esforzado con honestidad, en la medida de mis posibilidades, para poner en pie la historia de España». En algunos párrafos utiliza la expresión «las Españas», por ejemplo cuando presenta al monarca Alfonso VII de Castilla y León como «rey de las Españas», cuando dice que los árabes habían ocupado «las Españas» o cuando manifiesta que el legado pontificio Jean de Abbeville «se encontraba en las Españas». Está claro que la expresión «las Españas» se utilizaba en el transcurso de la Edad Media con bastante frecuencia, sobre todo por parte de los autores eclesiásticos, según demostró en su día el destacado historiador José Antonio Maravall.
Veamos, no obstante, algunos otros ejemplos. A propósito del rey visigodo Leovigildo, Jiménez de Rada afirma que dicho monarca «dilató los límites de España siendo ya señor de gran parte de ella». Unas páginas más adelantes señala que el Suintila fue «el primero entre los godos que consiguió, tras expulsar a los romanos, el control de toda España». [...]
Otro brillante cronista catalán de la segunda mitad del siglo XII fue Bernat Desclot. Para comenzar es preciso señalar lo que Desclot, quien utilizó en sus obras la lengua propia del territorio de Cataluña, es decir, el catalán, dijo a propósito del rey de Aragón y conde de Barcelona: «Yo són I chomte d´Espanya que apela hom le chomte de Barcelona». ¿No se trata de una expresa muy significativa? ¿No aceptaba Desclot que el Conde de Barcelona formaba parte del conjunto de España, término con el que se aludía a todas las tierras de la península Ibérica? En otro párrafo de su «Crónica», el autor afirmó lo siguiente con motivo de una visita realizada ante el que entonces era nada menos que el emperador de Alemania: «yo son I cavaler d´Espanya». ¿Y cuando Bernat Desclot habla de «II cavalers d´Espanya, de la terra de Catalunya? Todas estas afirmaciones ponen de relieve cómo en aquel tiempo se pensaba, sin duda alguna, que el territorio del futuro principado de Cataluña era una parte inequívoca del conjunto de lo que se llamaba «España», expresión que hacía referencia al pasado reino de los visigodos, pero también a las expectativas abiertas de una unión política de los diversos reinos cristianos en el futuro.
Cuando Bernat Desclot alude al fallecimiento del rey aragonés Pedro III el Grande, protagonista en 1825 de la expansión catalano-aragonesa hacia la isla de Sicilia, situada el sur de la península italiana, señala que causó un grandísimo dolor entre los caballeros, los burgueses y los ciudadanos de su reino, «més que hanch rey fos en Spanya». Y presenta a Valencia, incorporada a la Corona de Aragón unas décadas atrás, como una de las más importantes ciudades del conjunto de las tierras de España cuando dice que «Anaren tant ves Espanya, tro que vengren a la ciutat de Valància». En otro momento, Bernat Desclot habla de la «costuma d´Espanya» y de las «osts d ´Aspanya». El autor mencionaba, obviamente, diversos rasgos, costumbres o hábitos de vida que eran comunes al conjunto de los ciudadanos de los diversos núcleos políticos españoles. ¿No dijo también que los musulmanes, o si se quiere, los soldados sarracenos, pasaron «de Barberia en Espanya»? Concluiremos estas referencias citando lo que dijo un grupo de nobles al monarca aragonés: «Que en Spanya parrà tots tempos ço que vós e vostres antecessor hi ha fret».
En definitiva, el concepto de España estaba vivamente presente en la mente de los intelectuales de aquellos siglos medievales, tanto en los que eran originarios de los territorios occidentales de la península Ibérica como en los que habían nacido en tierras orientales.
Última edición por Donoso; 15/08/2010 a las 04:37
El concepto de España nunca se diluyó en la cultura invasora, permaneció entre los mozárabes que bajo el dominio caldeo, siguieron rigiéndose para ellos por las leyes visigóticas "Liber Iodiciorum", permaneció intacto e indeleble entre los Astures, Cantabros, Vaceos y la marca hispánica, donde se empezarían a formar los primeros reinos cristianos que inexorablemente iran recuperando la tierra hispano-goda perdida. Estas leyes visigodas promulgadas por el Rey Recesvinto hacia el 654 dC fué traducida al romance por Fernando III El Santo que conforme avanzaba en la reconquista iba aplicando a los territorios liberados.
Hacia el 750 un anónimo mozárabe se lamentaba de la pérdida de Hispania " aunque todos los miembros se convirtieran en lenguas, no podrían expresar los males y unguentos que aflijieron a Hispania".
El Rey de Asturias Alfonso II 792-842, según la crónica Albedense, hacia el 883, "construyó en Oviedo el templo de San Salvador.... Al mismo tiempo decoró los palacios regios con diversas pinturas. Y todo el orden de los Godos, tal y como había estado en Toledo, lo estableció en Oviedo, en todas partes, así en la iglesia como en el palacio."
El hombre que sólo tiene en consideración a su generación, ha nacido para unos pocos,después de el habrán miles y miles de personas, tenlo en cuenta.Si la virtud trae consigo la fama, nuestra reputación sobrevivirá,la posteridad juzgará sin malicia y honrará nuestra memoria.
Lucius Annæus Seneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65)
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