Re: Los mártires de Hirosima y Nagasaki
Seamos claros, es archisabido que quien tiene armas es para usarlas más tarde o más temprano. Lo que sucedió hace 65 años fue un genocidio, se sabía lo que iba a pasar, se conocían los efectos posteriores o secuelas, quizás la gente no se entere o no entienda, o no le dé la gana de saber, pero esto fue un premeditado asesinato masivo.
Desde entonces hemos vivido bajo el "reino del terror de Mordor", y es que quien tiene armas nucleares es un genocida en potencia. Que la paz se fundamente en la destrucción total de la Humanidad es la peor tortura moral que cabe imaginar. Hay muchos "procesos de Nüremberg" que todavía no se han llevado a cabo, pero del de Dios no se libran.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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