Lhd dijo...
El título lo retomo así como está formulado aunque es perfectible: a Dios corresponde la adoración, la veneración queda reservada a los santos; y de las tres "religiones" sólo la cristiana católica es verdaderamente tal, las otras no "re- ligan" a Dios por lo que trata la entrada.
6 de agosto de 2014, 19:49
Martin Ellingham dijo...
Me permito hacer de “abogado del diablo”.
Hay tres enfoques de tema, que pueden ser reciamente tomistas: (1) Teológico, a la luz de la Revelación pública; (2) Metafísico, en el plano de la religión natural (p. ej. la obra “Filosofía de la religión” del dominico Todolí); (3) el fenomenológico, que es descriptivo de las creencias religiosas que de hecho existen. A partir del dato fenoménico, cabe una comparación de dichas creencias con la religión revelada (1) o con la natural (2). Hay un libro del tomista Graneris que combina el enfoque (3), para las descripciones, con el (2), para tomar un marco de referencia comparativo. Ejemplo: si la Metafísica demuestra que hay un único Dios, y no muchos dioses, se comparan las creencias religiosas y se las clasifica en monoteístas o politeístas en función de su conformidad o no con la religión natural.
Si estamos de acuerdo en estos tres enfoques, que se corresponden a tres ciencias (mejor: dos ciencias y una disciplina), que son pacíficamente aceptados por los tomistas, incluso de antes del Vaticano II, podríamos seguir analizando el texto del Vaticano II (que ojalá no existiera).
Saludos.
7 de agosto de 2014, 1:58
Lhd dijo...
Estimado Martin:
También contamos con el famoso discurso de San Pablo: «Atenienses —dijo—, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: “Al Dios desconocido”. Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar» (Hch 17, 22-23).
Pero claro, además del recurso didáctico (que en sí no permitiría ni siquiera una desviación doctrinal) lo que dice el apóstol es precisamente: que ellos son respetuosos de lo que entienden es la divinidad y que no conocen, esto es, adoran materialmente, pero no al Dios verdadero (que es el error del Concilio Vaticano II).
7 de agosto de 2014, 8:43
Martin Ellingham dijo...
No veo que lo de San Pablo en este momento sea de utilidad como argumento contra el Concilio.
“La Iglesia mira con aprecio a los musulmanes”. Ningún problema; mira con aprecio a todos los hombres porque quiere su salvación.
La parte problemática: “los musulmanes [sujeto] que adoran [verbo] al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra [predicado]”
Lo primero que hay que determinar es el estatuto epistémico del pasaje. ¿Es Teología, Metafísica o fenomenología de la religión? ¿O una combinación de estas ciencias? Si no se esclarece esta cuestión –teniendo en cuenta las relaciones entre lo sobrenatural y lo natural, que son de asunción, sanación y elevación, pero no de supresión-, no es posible avanzar en el análisis. Las afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas, dependiendo del plano en que se afirma. Así, v.gr., en Metafísica no puede afirmar que Dios es Trino, ni probar que existen los ángeles. Lo más que puede decirse es que, de existir, no serían metafísicamente imposibles.
Esclarecida la cuestión anterior, hay que preguntarse por la verdad o falsedad de lo afirmado. La verdad es una relación de adecuación. Se compara lo que una persona afirma con una realidad que sirve de parámetro para juzgar si hay verdad o error en la proposición. Si digo que el árbol es verde se comparara mi afirmación con una cualidad real del árbol. Si digo que los nazis creen en la superioridad de la raza aria, debo comparar mi afirmación con la realidad del pensamiento nazi expresado en sus fuentes más representativas, aunque hable “ut in pluribus”.
Mi opinión -que adelanto ahora- es que el pasaje problemático combina la descripción fenomenológica con una afirmación teológica incompleta restrictio ortodoxiae).
Saludos.
7 de agosto de 2014, 9:17
Martin Ellingham dijo... Estimado:
En el pasaje problemático, tenemos dos elementos que parecen complicar.
1. Uno es el verbo, “adoran”. Adorar es acto de la virtud de la religión y no supone necesariamente acto de fe explícita. El filósofo que sólo conoce al ens a se subsistens de la teoogía natural puede adorar y de esa manera religarse. El infiel inculpable, se religa mediante la adoración, así como practica la justicia no matando al inocente, etc. Objetivamente, el filósofo y el infiel, tributan un culto falso (expresión sistémica, v. Graneris). Pero un culto que conserva una bondad natural, dado que la Revelación no ha destruido a la religión natural. Y si realizan dichos actos de culto a impulsos de gracias actuales (no sacramentales) los tomistas reconocen pacíficamente que puede tratarse de una preparación para la salvación.
El verbo muestra que el pasaje es una descripción generalizadora de lo que practican los musulmanes. El fenómeno salta a la vista de cualquier observador realista. Pero la verdad completa es que algunos adoran, son religiosos; otros, no adoran, son irreligiosos, al menos en privado.
2. El predicado “único Dios”, etc. Habría que estudiar el iter redaccional del documento y ver los debates conciliares sobre el punto, pero no puedo hacerlo, lo dejo para especialistas. En mi opinión, por el contexto, lo que se quiere decir es:
los musulmanes adoran a Dios conocido por ellos con los siguientes atributos: único, viviente, subsistente, misericordioso, todo poderoso, creador, etc.
”Único” significa que los musulmanes son monoteístas; no que adoran a la Trinidad, cosa que es falsa porque el monoteísmo islámico es furibundamente antitrinitario.
Y aquí está el problema que se repite en buena parte de los textos del Vaticano II: que es verdad, de hecho y en el plano descriptivo, que los musulmanes son monoteístas, porque se religan a un Dios conocido como único, no a muchos dioses; pero es una verdad parcial e incompleta, porque oculta el punto doliente, que es su rechazo al dogma trinitario, al que consideran politeísmo.
Lo mismo hay que decir de todos los demás atributos divinos enumerados en el pasaje de NE, 3 y el resto de las semejanzas con el cristianismo. Como recurso retórico, captatio benevolentiae de un interlocutor con el que luego se pretende continuar una tarea de evangelización, puede ser prudente y tradicional. Pero se ha vuelto un fin en sí mismo.
Dejo el tema de la fe explícita en tomistas y no tomistas para otro momento.
Saludos.
8 de agosto de 2014, 0:45
Lhd dijo... Estimado:
Sobre el punto 1 creo que decimos lo mismo; yo le denomino adoración material, que no es adoración propiamente al no ser "en verdad".
Sobre el punto 2 es donde tenemos vistas diferentes. Yo creo que los atributos que le otorga NA son del Dios verdadero. Es díficil percibirlo pero tiene que ver nuevamente con el ser de las cosas: el Dios uno ( o único) es la Trinidad. Esto es, no hay un Dios uno que no sea Trinidad. Por tanto se dice que los musulmanes adoran al verdadero Dios (en forma muy sutil). Lo mismo con los otros atributos.
8 de agosto de 2014, 8:23
Martin Ellingham dijo...
Estimado:
1. Sobre el punto 2. Si se ha querido decir tal cosa, el Concilio contiene un error. Coincidimos. Pero reparemos atentamente en la naturaleza de este error. Consiste en afirmar que los musulmanes creen A, cuando en realidad creen B. Vale decir, el error es atribuir al Islam un monoteísmo trinitario, cuando en rigor es un monoteísmo no trinitario y anti-trinitario. La inadecuación de la proposición falsa está dada por su disconformidad con lo que de hecho y en la realidad creen los musulmanes. Es como decir que los nazis creen en la igualdad de todas las razas o que no consideran superior a la raza aria. El criterio de verdad lo suministra el pensamiento ajeno, que es extraeclesial. Y entonces tenemos una probable extralimitación del objeto indirecto del magisterio católico, que se pone a enseñar sobre las creencias de ¡otra religión! ¿Asiste el Espíritu Santo a una empresa tan temeraria? ¿Hay una relación real y suficiente de conexidad con el depósito revelado que justifique aquí el ejercicio del magisterio sobre el denominado objeto indirecto o secundario? Lo dudo mucho...
2. Pero a favor de mi opinión precedente, me parece oportuno invocar el contexto del documento conciliar. Y para hacerlo hay que mirar un poco a las religiones comparadas. La unicidad de Dios no es un atributo divino, sino EL ATRIBUTO para el Islam. El siguiente párrafo condensa varios de un libro que analiza el Islam en perspectiva teológica católica:
El Dios único es mencionado más de 2.500 veces en el Corán. Es un monoteísmo polémico, configurado sobre todo contra el animismo politeísta. Y la enseñanza coránica supone una negación categórica de la Trinidad que además la teología mahometana hace explícita.
Este monoteísmo rígido ha configurado los rasgos principales del Islam como religión y como cultura. Numerosos autores han visto en el monoteísmo del Islam la raíz de consecuencias en los campos ontológico, social y político, entre otros. Así, han fundamentado de hecho su doctrina acerca del Ser de Allah sobre una base abstracta, sus teólogos han sido como matemáticos o físicos, que han construido hipótesis y teoremas que excluyen toda emoción en Dios, y hacen muy difícil la vida espiritual. La unicidad divina encierra para el Islam consecuencias en el terreno político: la soberanía directa de Dios sobre el mundo deriva en la teocracia y el activismo conquistador. Y en el ámbito social, es un monoteísmo masculino que guarda posiblemente relación con el régimen patriarcal que somete a la mujer a una permanente tutela.
Por lo anterior, no me parece disparatado sostener que el texto de Vaticano II, cuando alude al “único Dios” quiere describir la concepción islámica de la unicidad divina como el atributo más importante para ese sistema de creencias.
Saludos.
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