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Fuente: Siempre P´alante, 16 de Julio de 1997, página 5.
EL DÍA DEL ORGULLO GAY
El día 28 de Junio tiene lugar, al parecer, en toda Europa, la fiesta del «Orgullo Gay». Porque la manifestación festiva o caravana tuvo su organización y comienzo bajo las ventanas de mi residencia en Madrid, tuve ocasión de verla por primera vez en mi vida.
Media hora antes de su iniciación, un potente altavoz transmitía con acento gay las órdenes para que el cortejo se organizara. Éstas delante, éstos detrás, las banderas delante, etc. Se veían rosarios de globos y de cintas de colores en los que predominaban los colores de la bandera republicana. Me recordaba de mi lejana infancia aquel 14 de Abril en que se proclamó la República. Una vez ordenada la marcha, el desfile comenzó rumbo a la Puerta del Sol. En ese momento empezó a llover en un día más invernal que estival, pero el aguacero, poco intenso, duró escasos minutos.
Delante, tras las banderas polícromas, se situaron las lesbianas, sonrientes y cariñosas. Después los gays y transexuales, blancos de maquillaje y con labios y ojos muy pintados. Detrás, varios camiones a modo de carrozas de carnaval. En una iban, semidesnudas, unas mujeres ya entradas en años y en carnes, muy semejantes a las esculturas de Botero. Las que iban sentadas en la cimbreante trasera del camión iniciaban «striptease» que la lluvia y el frío desanimaban prontamente. En un camión siguiente se apiñaban bailoteando unos jóvenes portando una especie de espalderos en forma de óvalo pintados de rojo con puntos negros, significando aquellos insectos que, de niños, llamábamos mariquitinas. Cantaban a coro una canción cuyo estribillo decía:
¡Somos mariquitas!
¡Somos mariquitas!
(El resto de la canción no llegó con nitidez a mis oídos).
La manifestación o desfile, perfectamente legal, era escoltada en su retaguardia por la Policía Municipal, que interrumpió asimismo el tráfico por todo el centro de la ciudad para su feliz desenvolvimiento. Lo que más llamó mi atención fue la actitud de los viandantes que transitaban por las aceras: tan ya perfectamente democratizados y a nivel europeo, que se detenían a ver el cortejo con curiosidad respetuosa semejante a la que observarían en la Cabalgata de Reyes; incluso los que llevaban niños mostraban a éstos el espectáculo para que recibieran los caramelos que desde los camiones-carroza les arrojaban. También arrojaban al público octavillas anunciando el fin de fiesta programado para esa misma noche.
(Observen los censores de la nueva Inquisición Invertida que he relatado lo que vi con absoluta asepsia, sin mezclar comentario ni calificativo alguno favorable o adverso).
En las octavillas que los manifestantes arrojaban al público, se leía el programa del festejo-fin de fiesta para esa noche en la Calle de Pelayo, donde principal, aunque no exclusivamente, radica el gremio. En el dorso de la misma aparece la lista de establecimientos de la Calle (pubs y discotecas principalmente) que patrocinaban la fiesta y espectáculo. Entre ellos, naturalmente, el COGAM (colectivo de gays y lesbianas). Y a continuación, el nombre de José Luis Mendoza Verder, Párroco. (No sabemos si a título de miembro de la cofradía, o con miras de apostolado ecuménico).
Visto lo cual, traten ustedes de encontrar un clérigo que diga una Misa pública por los héroes y mártires que dieron su vida en 1936-39 por Dios y por España, y comprobarán que es casi imposible (si acaso algún sacerdote anciano que ya no tenga nada que temer ni que esperar de este mundo). ¿Recuerdan ustedes «la abominación de la desolación instalada en el Lugar Santo» de que habló Jesucristo N. S. (Mat. 24, 15)?.
Rafael Gambra