La Inglaterra protestante contra la católica España
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LA INGLATERRA PROTESTANTE CONTRA LA CATÓLICA ESPAÑA
En la imagen: George Borrow, viajero, filólogo y publicista protestante.
Coincidiendo con la primera guerra carlista, George Borrow -agente inglés de la Sociedad Bíblica- desembarca en Portugal y empieza su misión en la Península Ibérica, con especial interés en España. Entra por Extremadura y toma rumbo a Madrid, villa y corte y, en aquellos aciagos años, sede del gobierno Álvarez Mendizábal. El propósito de Borrow era lograr el permiso e imprimir la Biblia en castellano, para propagarla. Claro está, esa Biblia era protestante y, para dar rienda suelta al libre examen protestante, carecía de las notas pertinentes con las que interpretar la Sagrada Escritura conforme a la guía infalible del Magisterio de la Santa Iglesia Católica.
Sus impresiones, andanzas, aventuras, encuentros y desencuentros constituyen, no obstante, un documento que podemos inscribir dentro de ese género tan romántico que son los libros de viaje. Borrow era un convencido propagandista de la Biblia, eso no nos cabe duda. Pero, ¿sabía a lo que venía? Con mucha probabilidad, en el mejor de los casos, Borrow fue un inconsciente instrumento en manos del Gobierno de Lord Palmerston.
La posición oficial de Inglaterra era de explícito apoyo a los cristinos (liberales, isabelinos...). Considerando sus intereses no se les puede reprochar a los ingleses este apoyo a la España de María Cristina, pues apoyar a la Regente y a sus gobiernos corrompidos hasta los tuétanos era desgastar a España, debilitarla y dejarla a merced de sus enemigos interiores (apegados a las ideas modernas y revolucionarias contrarias a la misión católica de España.) Inglaterra siempre ha sido nuestro enemigo: sería de ilusos haber esperado de ella un beneficio: todo lo que nos hiciera daño, eso sería justamente lo que ella fomentaría para no tener rival en el dominio de los mares. Años antes, cuando los ingleses pelearon en nuestro suelo contra Napoleón Bonaparte, nos habían dejado buena prueba de que, incluso bajo la apariencia de aliados, los ingleses serán siempre hostiles a España por muchas razones: nuestra catolicidad -"papismo" para ellos- y, no lo olvidemos: habíamos sido la nación que hacía siglos había sido dueña del mundo, contra la que compitieron siempre y a la que siempre contemplaron, entre el desprecio y el asombro. Una nación que casi consigue invadir su tierra en los gloriosos días de Felipe II, peligro del que escaparon por el canto de un duro. Pero, reconozcámoslo: son listos, ellos engañan con el parlamentarismo, la democracia y otras cantinelas a todos los demás países, pero nunca se han creído sus patrañas. Por eso, todavía hoy son fuertes.
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Jaume Balmes, filósofo Catalán.
Así interpretaron los carlistas el refuerzo inglés a los isabelinos: “... se pretendió por aquel infausto tratado [h]alagar á los pueblos y favorecer el progreso de las luces ; pero lo que verdaderamente se ha intentado es esclavizar a un pueblo fiel y religioso [...], se ha hecho la guerra al pueblo [...]; por fin en el siglo XIX se hizo el tratado de la Cuádruple Alianza para destruir la causa más nacional que hubo jamás para acabar con la opinión general de la católica España” (‘Gaceta Oficial’, no 130, 20-I-1837, pág. 624)
No era casualidad, pues, que George Borrow fuese enviado a España a vender Biblias protestantes. La propagación del protestantismo en España suponía, para los intereses británicos, un caballo de batalla en el campo ideológico. Jaume Balmes lo vio con clarividencia:
"No es posible que se escape a su sagacidad [a la de Inglaterra] lo mucho que tendría adelantado para contar a España en el número de sus colonias si pudiese lograr que fraternizase con ella en ideas religiosas, no tanto por la buena correspondencia que semejante fraternidad promovería entre ambos pueblos, como porque sería éste el medio seguro para que el español perdiese del todo ese carácter singular, esa fisonomía austera que le distingue de todos los otros pueblos, olvidando la única idea nacional y regeneradora que ha permanecido en pie en medio de tan espantosos trastornos, quedando así susceptible de toda clase de impresiones ajenas y dúctil y flexible en todos los sentidos que pudiera convenir a las interesadas miras de los solapados protectores [británicos]." (Jaume Balmes, "El Protestantismo comparado con el Catolicismo", tomo I, Biblioteca Balmes, pp. 189-190)
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Lord Palmerston
George Borrow venía a España con un pasaporte expedido por el mismo Palmerston. En el capítulo 10 de "La Biblia en España" así nos lo revela. Este dato viene envuelto en lo que pasa por ser una simple y simpática anécdota, tal vez pensada para hacer reír a sus lectores británicos. El episodio le sucedió a Borrow cuando transitaba por Jaraicejo (provincia de Cáceres), pueblo al que tuvo que entrar con el objeto de llenar las alforjas de vituallas para el camino. Un nacional le pide documentación al forastero, por estar alertados contra los gitanos y Borrow le contesta:
"Tengo pasaporte, y en cuanto usted lo examine verá que se halla perfectamente en regla; está expedido por el gran lord Palmerston, ministro de Inglaterra, de quien naturalmente habrá usted oído hablar...".
No se puede ser más elocuente. Aquel español -liberal en tanto que miliciano nacional- cayó rendido ante la firma autografiada de señor tan poderoso. ¡Hasta ese grado de indignidad y lacayismo podían rebajarse los españoles, embrutecidos y engañados por el constitucionalismo: síntesis de todos los errores liberales y modernos! Pero, repárese en lo que importa: Borrow venía no sólo como enviado de la Sociedad Bíblica, venía también respaldado por el mismo Lord Palmerston, árbitro de la política británica y, en buena medida, mundial.
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El liberal Istúriz
Cuando Borrow llega a Madrid, se entrevista con Álvarez Mendizábal. La impresión que Álvarez Mendizábal causa a Borrow no tiene desperdicio. Lo primero que nota Borrow, como hombre con mundología que era, gran viajero y experimentado en el trato con todas las culturas y razas, es que: "Mendizábal alzó súbitamente sus ojos penetrantes y clavó en mí una mirada escrutadora, poco común. "He visto un mirar muy parecido a ése entre los Beni-Israel", dije entre mí." No es un rumor, pues, lo que sostenemos muchos: la condición judía de este gran enemigo de la Iglesia Católica y de España. Mendizábal, lo supo ver hasta un protestante, era hijo de Israel: Beni-Israel.
Mendizábal no pareció muy entusiasmado con la idea de Borrow. Pues, como francmasón y judío cristianófobo, odiaba tanto a los católicos como a los protestantes. Así resume Borrow la entrevista que tuvo con este infame desamortizador de los bienes eclesiásticos, autor de uno de los robos más grandes cometidos en la historia y causante de la pérdida de un enorme patrimonio sacro y artístico:
"Nuestra entrevista duró casi una hora; la conversación fue de singular interés. Mendizábal, como ya me habían advertido, era, en efecto, ardiente enemigo de la Sociedad Bíblica, de la que hablaba con odio y desprecio; estaba también muy lejos de ser un amigo de la religión cristiana, con quien me fuese fácil contar. Sin desanimarme por eso, le insté mucho en favor del asunto que allí me llevaba y tuve tanta fortuna que ofreció permitirme imprimir las Escrituras si, como esperaba, de allí a unos meses el país estaba más tranquilo".
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El amigo de Borrow, Galiano
Mendizábal, no obstante, no se opuso frontalmente a la intención del extranjero protestante. Ignoramos si Álvarez Mendizábal recibía órdenes de sus "superiores" o, simplemente, no le otorgó más importancia a su visitante.
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El Duque de Rivas
Sería con el gobierno de Istúriz y Galiano cuando Borrow estaría más cerca de alcanzar su propósito, según nos cuenta él mismo: la autorización gubernamental para imprimir y propalar el texto bíblico sesgado por la mano de los sectarios protestantes.
Galiano lo manda a hablar con el Duque de Rivas, y el Duque de Rivas lo remite a su secretario, un maño llamado Oliban. Aunque el tal Oliban era liberal, de la secretaría del Duque de Rivas, véase lo que hace la educación católica cuando la santa doctrina arraiga en un recio corazón aragonés. La anécdota que nos cuenta Borrow que le aconteció con Oliban puede ingresar en las antologías de la testarudez aragonesa de todos los tiempos:
"Supongo que intenta usted imprimirlo [el texto de la Biblia] sin notas" -dijo Oliban.
Contestó Borrow: "Sí".
"Entonces su excelencia [el Duque de Rivas] no puede darle a usted el permiso -dijo el secretario aragonés-; el Concilio de Trento ordenó que en ningún país cristiano pueda imprimirse parte alguna de la Escritura sin las notas de la Iglesia".
Muchas idas y venidas le costó a Borrow tramitar aquel permiso, y siempre se reeditaba aquel "Vuelva usted mañana"... de Mariano José de Larra; siempre que se encaraba con el maño, no había otra, el aragonés le recordaba que el Santo Concilio de Trento mandaba publicar la Biblia con notas, según el Magisterio de la Iglesia. Y de ahí no lo movían.
Cuando tras muchas visitas y, a la postre, Oliban hace un discurso que parece asentir a los ruegos de Borrow, realizando un panegírico a los tiempos modernos y a la Razón, las luces y el progreso... Borrow ya se frotaba las manos. Hasta que el baturro sentencia:
"Pero... el Concilio de Trento manda que en ningún país cristiano se imprima la Biblia sin las notas del Magisterio de la Santa Madre Iglesia".
Toda una anécdota, sí; pero -como también nos enseñó Eugenio d'Ors: anécdota y categoría. Volveremos, si Dios quiere, a comentar más de "La Biblia en España" y de las actividades de Borrow en nuestra nación, como agente de la Sociedad Bíblica y... ¿tal vez, agente de Lord Palmerston?
Durante el siglo XIX, la católica y antaño imperial España se convirtió en una grotesca colonia de Inglaterra. Los liberales, cristinos e isabelinos fueron cómplices y cipayos de esta traición a España. Nunca tendríamos que olvidarlo.
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
Respuesta: La Inglaterra protestante contra la católica España
Disiento en un punto del excelente artículo del Maestro Gelimer (como todos los suyos): Mendizábal, en efecto era masón, judío y cristianófobo, y no discuto que él en concreto odiara también a los protestantes, pero los masones y los judíos siempre se la han tenido jurada a la Iglesia Católica, y después de don Jorgito el Inglés fueron los masones los que introdujeron el protestantismo en España. Como también en México el infame Plutarco Elías Calles (también masón), que dio toda clase de facilidades a los herejes mientras perseguía al catolicismo. Es sabido que, con algunas excepciones, los protestantes tienen excelentes relaciones tanto con los judíos como con los masones, y no son raros los que a la vez son masones y protestantes.
Respuesta: La Inglaterra protestante contra la católica España
George Borrow y los gitanos de Badajoz 1836
Al Gitano manco le designaban generalmente con el diminutivo de Paco. Un día fue a presentarle a Borrow a su mujer, quien, aunque miserablemente vestida, es cierto que merecía los elogios que de ella hizo el marido. Acompañábales otro gitano, hombre ya de cuarenta y cinco años, que medio ocultaba su desnudez con un pellejo de carnero. Era una mezcla de pastor salvaje y de bandido.
"Ahí tiene usted mi mujer y mi suegro", le dijo Paco al entrar.
Borrow: Me alegro de verles. ¿Cómo se llaman?
Paco: María y Antonio López.
Borrow: ¿No tienen otro nombre?, ¿un nombre gitano? en mi país los Gitanos tienen dos nombres, uno que conocen los Busnis, y otro que solo ellos.
Antonio: No tenemos otro nombre... ¡Déme usted la mano, hermano! Bien hubiera venido a verle antes, pero fui a Olivenza por un caballo. ¡Mucho me alegro de oírle, porque aborrezco a los Busnis, y amo a los Calorés de los países extranjeros! Para mí no son extranjeros, y por otra parte se han mantenido más fieles que nosotros a la ley de nuestros padres.
Borrow: ¿Ha encontrado usted alguna vez Calorés que no fuesen españoles?
Antonio: Le diré a usted, hermano. Yo servia en el ejército cuando la guerra de la independencia. Un día de batalla, en una refriega en que nos batíamos cuerpo a cuerpo, un soldado francés se me echa furioso encima, y tras una lucha desesperada me arroja al suelo; era él mas fuerte, pero todavía le opuse yo gran resistencia; y así fuimos rodando un buen espacio. Con todo ya me había puesto el pie en la garganta, y con su bayoneta iba a atravesarme, cuando le dirigí, una última mirada, y al encontrarse nuestros ojos, exclamé:
«Zíncalo! Zíncalo!»
Al oír estas palabras, suelta el fusil, me levanta, me lleva fuera de aquel sitio, y detrás de una colina hablamos como dos hermanos, olvidando él su país y yo la España para hablar de nuestro pueblo.
Borrow: Y ¿de qué país era aquel Zíncalo?
Antonio: Díjome que era un Mayoras.
Borrow: ¡Ah! un Magyar, un Húngaro.
Antonio: Sí, eso es: quiso persuadirme a que me fuese con él a su país, pero no pude resolverme a ello; y a fe me arrepiento a veces, porqué el Magyar me dijo cuanto mejor había nuestra raza conservado sus costumbres en la Hungría que aquí, en donde la ley del rey ha destruido la de los Calés y nos ha desunido. Hubo un tiempo en que la casa de todo gitano, por rico que fuese, estaba siempre abierta para sus hermanos necesitados y desnudos. Pero en Badajoz no tenemos mas que un Gitano rico, y este se avergüenza de sus hermanos, y se casó con la hija de un Busni. Estoy seguro de que no ha venido a verle a usted. Avaro! Como sabia que según nuestra ley debía obligar a usted a que viviese en su casa, ha preferido que se quedase usted en el mesón; y por esto no ha visto usted mas hermanos que a Paco y otros tan pobres como él, que nada han podido ofrecerle. Acepte V al menos esta meligrana que para usted he cogido.
Al decir esto, sacó de debajo del pellejo de carnero una granada, que Borrow no rehusó.
A los Gitanos de Extremadura generalmente le llamaban Calés, Chais ó Chabos, y decían que vinieron de Chai (Egipto). Varias veces Borrow les preguntó que porque se llamaban Egipcios ó Gitanos, y si alguna tradición indicaba que la tierra de los Faraones fuese realmente su madre patria.
Los Gitanos miraban Egipto como una región imaginaria, o cuanto decían referíase a las tradiciones bíblicas de los cristianos entre quienes vivían. He aquí, por ejemplo, la leyenda que le contaron a Borrow los gitanos de Badajoz:
«Érase en Egipto un gran rey, llamado Faraón; tenia muchos ejércitos, conquistó el mundo, y cuando lo hubo conquistado, triste y sombrío, sin saber ya a quien hacer guerra, se la declaró a Dios. Dios despreció su orgullo; pero para castigarle, abrió una caverna en una enorme montaña, atrajo a ella a Faraón y a su ejército, y luego cerrando la montaña sepultó vivos al rey y a los soldados. Todavía se les oye gritar ó cantar en aquella cárcel la víspera de S. Juan: pero cuando el Egipto quedó sin rey y sin capitanes, las demás naciones se sublevaron y echaron a los Egipcios, que desde entonces andan errantes y dispersos.»
Borrow recordaba el versículo último, capítulo 30 de la profecía de Ezequiel:
"Y pondré disperso a Egipto entre las naciones, y los aventaré por las tierras, y sabrán que yo soy el Señor."
Aprovechemos para aclarar el asunto de los orígenes de esta etnia y cuando pudieron establecerse en Badajoz.
Siempre se había dicho que gitano provenía de egipciano, es decir proveniente de Egipto.
Los Gitanos o Cíngaros son una de las etnias más antiguas. No proceden de Egipto como hasta hace bien poco se discutía en los libros, sino del "pequeño Egipto", como ahora veremos. En realidad su origen está en el norte de la India.
Constituían una de las numerosas tribus que poblaban el viejo subcontinente indio antes de que se produjesen las primeras invasiones de los arios.
Hacia el 1500 a. de C. cientos de miles de cíngaros optaron por el exilio. Abandonaron la india regida por los bramanes.
Las tribus que primigeniamente convivieron con arios y dravidianos, como es el caso de los gitanos quedaron descastados, y constituyeron, junto al resto de las tribus pobladoras del subcontinente, un descomunal bloque social conocido como los intocables.
Miles de gitanos reunieron sus escasas pertenencias en sus viejos carromatos e iniciaron la más larga de las migraciones conocidas hasta la fecha.
Muchos de ellos se desplazaron hacia otras zonas de la India. En la actualidad, se encuentran diseminados en numerosos estados. Por el contrario, otros muchos iniciaron un largo éxodo a Occidente.
En su forzado éxodo llegaron a Persia. En Bizancio los gitanos se convirtieron al cristianismo. Su estancia en la antigua Bizancio (actual Turquía) era la causa de la vieja creencia del origen egipcio de los gitanos (Egipto-egipciano-gitano), confusión ampliamente extendida entre estudiosos y eruditos del Renacimiento y el Siglo de Oro.
Los Registros de Arras de 1421 narran "la llegada de extranjeros del país de Egipto". Una crónica de la ciudad de Constanza hace venir a los gitanos que visitan la ciudad en 1438 de "una isla no lejos del pequeño Egipto".
La explicación no es otra que la confusión que produce la región deİzmir (Turquía), conocida por los turcos como "el pequeño Egipto".
Ha sido una constante entre los cíngaros el acoso al que han sido sometidos históricamente. Su largo peregrinar no acabó con su llegada a Europa. Los gitanos, aunque cristianos, incorporan a la religión una enorme y variopinta gama de ritos ancestrales que fueron considerados paganos e incluso heréticos por los tribunales inquisitoriales de la sociedad del siglo XV.
Borrow decía hablando de los Zíncalis:
"Si un dios intervino en el Éxodo de los Zincalis, ya lo han completamente olvidado. Si vinieron de la India, no trajeron de allí ningún recuerdo de Budha ó de Brahma, ningún ídolo ni observancia religiosa. Si del Egipto, tampoco han conservado ninguna creencia egipcia: y por lo mismo que jamás han podido explicarse a sí mismos su peregrinación por el mundo, adoptaron esa tradición, que sin duda debió su origen a la superstición cristiana de la edad media, y la cual en su destierro vio el castigo y expiación de la crueldad de sus padres para con la Virgen madre y el niño Jesús en su fuga a Egipto"
Al poco de llegar a la península Ibérica, Isabel la Católica promulgó una pragmática que condicionaba su permanencia en España a que abandonaran su vida errante y ociosa, que constituía un mal ejemplo para sus vasallos, y tomaran un oficio, o se pusieran al servicio de un señor:
"Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reinos y señoríos con sus mujeres e hijos, que del día que esta ley fuera notificada y pregonada en nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partido hasta sesenta días siguientes, cada uno de ellos viva por oficios conocidos, que mejor supieran aprovecharse, estando atada en lugares donde acordasen asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo hubiese menester y no anden más juntos vagando por nuestros reinos como lo facen, o dentro de otros sesenta días primeros siguientes, salgan de nuestros reinos y no vuelvan a ellos en manera alguna, so pena de que si en ellos fueren hallados o tomados sin oficios o sin señores juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, y los destierren perpetuamente destos reinos; y por la segunda vez, que les corten las orejas, y estén sesenta días en las cadenas, y los tornen a desterrar, como dicho es, y por la tercera vez, que sean cautivos de los que los tomasen por toda la vida".
A partir de entonces no hubo rey que no siguiera dictando leyes represivas agravando las anteriores, incluso se sopesó la idea de intentar extinguir la raza separando a hombres y mujeres.
George Borrow dijo “quizás no haya un país en el que se hayan hecho más leyes con miras de suprimir y extinguir el nombre, la raza y el modo de vivir de los gitanos como en España".
En 1749 se produjo la Gran Redada o Prisión General de Gitanos, con el objetivo declarado de arrestar y finalmente extinguir a todos los gitanos del reino, sin excepción de sexo, estado, edad, o reserva con respecto a refugio alguno al que se hayan acogido.
Carlos III los indultaría 14 años después, pero en 1783 intento mediante la asimilación solucionar el "problema" de asentarlos.
Les dio la ciudadanía española a cambio de fijar su residencia, o de emplearse, trabajar en cualquier actividad, penalizándose a los gremios que impidan la entrada o se opongan a la residencia de los gitanos. Tenían que abandonar su realidad étnica, como la forma de vestir, no usar el caló y abandonar la vida errante.
Borrow escribió:
"Ello es que de setenta años acá la población Gitana de España ha ido menguando; y bajo este respecto, el rigor de las leyes le era más favorable que la tolerancia. Desde que no tienen que defenderse como casta, desde que pueden entrar en las demás clases de la nación, ya por medio de un oficio, ya por las riquezas adquiridas; los gitanos no pasan de cuarenta mil, al paso que antiguamente los autores contaban hasta sesenta mil de aquella raza."
Fue por esto por lo que Borrow pudo encontrar en Badajoz a diez familias, entre las cuales se encontraban la primera generación de Gitanos de Badajoz…
Respuesta: La Inglaterra protestante contra la católica España
Es curioso defendemos lo catolico de hace muños años y no lo hacemos ahora.
Hay que preocuparse por lo catolico hoy, y no por lo de antaño. Donde esta hoy lo católico? Qien lo defiende? Quien lo ataca? Quien lo usurpa?