Cita:
(...) Podemos afirmar que el origen del ”toreo a pie” procede del Norte de España, sobre todo de las provincias Navarra, Vascas y Aragón (allá por el siglo XIV). Pero su transformación en arte se debe a Andalucía, a principios del siglo XVIII. Aunque realmente Navarra fue la cuna de ganaderos y toreros.
Como anécdota podemos contar que durante el siglo XVII había toreo a caballo en los que participaba la realeza: incluso Carlos I de Inglaterra y su lugarteniente Lord Buckingham participaron en un evento durante su estancia en España, y les gustó tanto que repitieron luego la experiencia en su país invitando a los embajadores de los reinos de Francia y España.
A finales del siglo XVII y principios de XVIII se fue acentuando el “toreo a pie”. Los toreros navarros tuvieron que enfrentarse al mas popular toreo andaluz, mas pausado y dominador, y éste acabó imponiéndose, siendo Sevilla y Ronda las plazas mas famosas.
En el siglo XVIII existieron en España dos corrientes regionales de cuya combinación surgió el torero de a pie: el ámbito vasco-navarro y el andaluz. La tauromaquia vasco-navarra se basaba en los saltos, recortes y en las banderillas, mientras que la andaluza se desarrollaba con lienzos y capas. (...)
Javier Lara, pariente de Juan José Ibarretxe, hizo ayer su debut como novillero en su tierra, Vitoria
ROBERTO LOPEZ DE EGUILAZ
VITORIA.- Los toros y la política son mundos separados por miles de kilómetros. Sin embargo, los alargados brazos de un árbol genealógico quisieron ayer unirlos en el coso vitoriano. El tercer novillero del cartel que cerraba la feria de La Blanca guarda una lejana relación familiar con el lehendakari Juan José Ibarretxe.
Iker Markuartu torea con el nombre artístico de Javier Lara. «Venderse con nombre y apellido vascos resulta complicado porque no los pronuncian bien», reconoce el novillero de Llodio, localidad alavesa cercana a Bilbao.
Para la próxima temporada quiere figurar en los carteles como Iker Xabier. Markuartu aparecerá, si acaso, en letra pequeña, algo que le evitará tener que responder a los curiosos que se le acerquen para conocer si tiene alguna relación con Ibarretxe.
Porque el lehendakari también es Markuartu, pero en su caso de segundo. Los lazos familiares se remontan unas generaciones atrás. «Los abuelos de mi padre y los del lehendakari eran primos», aclara no sin antes hacer un esfuerzo de memoria. Poco le queda por tanto de parentesco con Ibarretxe, aunque ayer los comentarios estrechaban la relación hasta hacer de Iker sobrino del lehendakari. Nada de eso.
El joven espada toma un largo relevo en la tradición de diestros alaveses. El País Vasco no se han caracterizado por ser tierra fecunda en toreros de relumbrón. El último paisano de Iker con nombre en las plazas de primera fue Enrique Orive, allá por los años 70. Por este motivo resulta sorprendente que el novillero llodiano se haya decantado por «la profesión más bonita del mundo». Lo dice con la convicción que le dan sus 24 años y unas ganas tremendas de ser torero.
Iker suma ocho novilladas con picadores y, tras debutar ayer sin mucha fortuna ante sus paisanos, confía en regresar pronto como un diestro ya hecho. Vería así cumplido ese sueño que comenzó a fraguarse cuando con tres años le regalaron un capotillo y un disfraz de torero y lidiaba corridas imaginarias en su casa.
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Finalmente un par de datos de memoria: cuando en 1619 se terminó la Plaza Nueva de San Sebastián, las fiestas de correr toros tenían ya tal popularidad acumulada a lo largo del siglo anterior que uno de los primeros actos celebrados para su inauguración fue una corrida de la época, a caballo, vareando los toros. He encontrado esto:
Igualmente, cuando un siglo después (1722) se terminó la siguiente gran remodelación uno de los actos de inauguración fue... otra corrida de toros, ésta a pie y más cercana a las modernas. De forma parecida uno de los actos con los que fue varias veces agasajada en tierras vascas la infanta María Teresa en su viaje hacia Francia (para casarse con Luis XIV) fueron... las corridas de toros al estilo del momento.
