Pequeñas reflexiones en una tórrida noche de verano.

Dice el diccionario de ESPASA-CALPE en sentido figurado que la voz lumbrera se refiere a "persona insigne y esclarecida que con su virtud y doctrina enseña e ilumina a otros." Idea pues excelsa, si no fuese porque el uso y el abuso de tanta "virtud y doctrina" ha acabado por desvirtuar su verdadero significado. Hoy un "lumbreras" es un listo de turno que se cree por encima del mundo y que mira su reflejo al pasar delante de cada escaparate. Cuáles sean las causas casi da igual, pero hoy este país nuestro está lleno de "lumbreras", los hay de izquierdas, de derechas, de arriba, de abajo, del centro, tradicionalistas-revolucionarios, revolucionarios-conservadores, fachas-fachísimas más fachas que nadie, rojos-rojísimos "a mi izquierda la pared", y ¡leñe! resulta que en sus elucubraciones todos tienen razón, todos están en posesión de la más absoluta de las verdades.

Este peculiar fenómeno es perfectamente observable en las redes sociales, en "la rica multiplicidad de blogs y blogueros" que meditan, argumentan y escriben alimentando sus horas de aburrimiento y hastío por la existencia mientras llenan y llenan páginas y más páginas de pensamientos sublimes que sólo les sirven a ellos. Y es que a estas alturas, la red de las redes, ya se ha transformado en una pléyade de individualidades sordas y ciegas a los demás. En noches como éstas del "largo y calenturiento estío" yo me pongo a pensar también y llego a una duda irresoluble: o soy un idiota que no me entero de nada, o sencillamente es que tengo las cosas bastantes claras sin necesidad de componendas. Y es que a mi estos "hombres bombilla" que desde que se levantan hasta que se duermen, están dándole al cacumen, son los mismos que no saben qué diantres es España, ni que hacemos en esta vida, o preparan pócimas mágicas con toda clase de ingredientes con la seguridad de que su fórmula va a solucionar todos los problemas del mundo mundial.

Y pienso que soy tonto o idiota, o que quizás no siendo así es que tengo la mente cuadrada de un germano, porque para mi España no es un problema, el problema son los españoles, o la vida por que es un paso a otra vida mejor, por que creo en Dios y en su Palabra y tengo por cierto que la vida hay que vivirla siempre como si fuese el último día, aunque sólo sea por aquello del ladrón en la noche, pues nada nos garantiza ni veinticuatro horas más en este mundo desde el instante en el que somos concebidos. Y tampoco me planteo si mis padres son mis padres o han sido otros, porque mis padres son eso, mis padres. Como no me preocupan las modas, las tendencias políticas, los programas ilusionantes que no sirven de nada y para nada. Ni siquiera me importan las contradicciones de tantos y tantos, sus ignorancias perversas o sus creencias especiales que les llevan a imaginar que son los mejores y que están por encima de los demás.

Lo que si me importa, lo que si me gustaría de verdad, es que tanto "lumbreras" se apagase para ver si así podemos ver lucir el Sol en España ya de una vez.

Días pasados hubo fiebre colectivista con la lluvia de meteoros Perseidas. No había canal que se preciase que en alguno de sus programas, generalmente los dedicados a los de "pronóstico-con bola de cristal" meteorológicos (esos que en verano nunca fallan), que no se hablase de la citada lluvia, se invitase a la gente a que acudiese a concentraciones y planetarios, donde pacientes y amables astrónomos amateurs les mostrarían las maravillas del cielo con sus potentísimos instrumentos.

No cabe duda que la oportunidad de las fechas era grande: el país sigue con un parlamento camorrista cuyos miembros impiden que se forme un gobierno de falda corta, se siguen sin resolver los problemas más acuciantes u otros a más largo plazo, pero como estamos en agosto, todo está cerrado, hace un calor de muerte que a muchos encandila, pues vamos a darle al populacho más pan y circo que encima esta vez sale gratis. En resumen, más control social y del burdo y barato, porque lo que no se explicaba es que la popular lluvia tenía su pico de intensidad entre las 13 y 15:30 del T.U. (Tiempo Universal, o sea, según el Meridiano de Greenwich, A13) ¿Qué es UTC? ¿Qué es GMT? ¿Qué es la hora Zulu? ¿Cómo se puede identificar la hora a la cual una imagen de satélite fue tomada?) que se correspondían en Europa a las horas diurnas, es decir, "cero, patatero". Además, ¿qué hacer con una espléndida Luna en fase creciente? (aproximadamente con un 60% de superficie iluminada), la cual con su albedo (brillo superficial) impedía poder observar en horas nocturnas los meteoros más débiles.

Por otro lado, la presencia de los costosísimos instrumentos (algunos muy gordos de bajo precio, vamos por poco más de 300 €) que no sirven para nada en estas ocasiones, remataban la falsedad de la idea y la intención. Cualquier telescopio a muy bajos aumentos apenas cubre poco más de un grado y medio de arco en algún punto de la semiesfera celeste, la cual sólo tiene 32.400º cuadrados. La Luna llena ocupa un espacio de medio grado, o sea, 0'5º ó 30 segundos de arco, lo que significa que en un telescopio a bajos aumentos, la Luna ocupa buena parte del campo visual aparente. Ni siquiera unos buenos prismáticos con un campo considerablemente mayor sirve para estos fines, entre otras razones porque los meteoros, aunque como en este caso tengan un radiante o punto origen más o menos establecido (en este caso concreto en la Constelación de Perseo con 469º cuadrados = 938 veces la superficie de la Luna llena) también se extienden hacia otras constelaciones colindantes para exhibir su brillo y potencia. Y, como si la extensión de los trazos no tuviesen una veintena de grados de longitud aparente no fuese suficiente, el brillo dura apenas una fracción o dos de segundo.

Así, pues, sólo se podía hacer algo aunque en este año poco, echado en una tumbona, a ojo desnudo y con un refresco en una mesita adjunta. Pues no, los mass-media que no se enteran, el público con la boca abierta y no por el asombro precisamente, más una cohorte de pseudoastrónomos aficionadillos, nos mostraron una vez más que esta es una sociedad idiotizada. La peor de las conclusiones es inevitable: "así no se puede hacer nada".