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La gente está mal...
No ha habido miradas para el presupuesto. Hoy, los ojos apuntan hacia arriba, pero para dejarse impregnar por el mar invertido que reviste la cúpula de la Sala XX del Palacio de las Naciones de Ginebra, obra del artista balear Miquel Barceló.
La solemnidad del acto inaugural ha estado acompañada del leve olor a pintura y, sobre todo, olor "a nuevo" de este salón que ha sido completamente reformado por iniciativa española.
La cúpula, ejecutada durante más de un año y medio, cuenta con casi 1.500 metros cuadrados de superficie de "un mundo goteando hacia el cielo", según ha descrito Barceló en un discurso trilingüe —francés, catalán y español—.
El autor ha diseccionado su obra en tres niveles: "un mar agitado con fondo de agua con sus moradores; luego está el plano la espuma revuelta en marejada; y al final, el reflejo, lo que está debajo, nosotros".
Hoy, debajo, quien ha estado es una representación de autoridades que no han disimulado su sobrecogimiento y admiración al entrar en la sala. Además de los Reyes Juan Carlos y Sofía, el acto ha contado con la presencia del secretario general de las Naciones Unidas, Ban-Ki-moon, o el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Tanto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, han destacado la importancia de esta obra en lo simbólico. Para Zapatero, "el arte y la cultura son los mejores embajadores; desvelan una cierta forma de sentir el mundo".
La sala, ahora remodelada, data de los años 70 y es la número 20 del Palacio del las Naciones. Desde este momento se conocerá como 'Sala de los Derechos Humanos y la Alianza de Civilizaciones', tal como reza el rótulo de la entrada, de los pocos que se pueden leer en un destacado español.
Y es que esta cámara de reuniones lleva un sello eminentemente español. El equipamiento de la misma ha corrido a cargo de empresas de España, muchas de ellas reunidas en la fundación Onuart.
De este organismo mixto, público y privado, ha partido el 60% de la financiación de la obra. El resto son los polémicos ocho millones de euros, parte de los cuales provino de los Fondos de Ayuda al Desarrollo.
Lo mejor(peor segun el punto de vista) es la explicación que da el tipo sobre su obra.Creo que el mono de la séptima bandera de la Legión pinta mejor.
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Re: La gente está mal...
yo lo he visto por la tele,y madre mia,es feo pero con avaricia y encima costó ocho millones de euros sacados del fondo de ayuda y desarrollo.Pues sabes que te digo,mejor estos ocho millones de euros estaban para otras cosas y no para dárselo al Barceló.
Encima que eso costase ocho millones de euros,hombre,por favor:no2:.
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Re: La gente está mal...
El feismo que es potenciar lo feo, es también una de las herramientas del sistema. Con él, haciendo que lo feo sea llamado bonito, o arte, el sistema consigue la corrupción de las almas. De la misma manera que al bien se le llama mal, y al mal se le llama bien, ( por ejemplo:una mujer que no desea abortar en determinadas circunstancias es criminalizada, y una abortista es vista como un ejemplo a seguir), se consigue relativizarlo todo y el individuo anda perdido sin criterio.
El arte es una de esas herramientas en donde los hombres pueden mediante una disciplina (música, pintura, etc,) llegar a una de las mas altas cotas espirituales. Destruyendo el arte y convirtiendo lo bonito en feo se consigue todo lo contrario.
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Re: La gente está mal...
El tema de la cúpula es lamentable en todos los sentidos:el dineral que han pagado al supuesto "artista"; la adjudicación de la obra al "artista" amigo de ZP; la propia "obra de arte" en sí misma, que como bien dice el mensaje anterior es una vil exaltación de lo feo y que continúa en la línea seguida por la moda, la música, el cine, el lenguaje... que pugna contra la Belleza, uno de los atributos de Dios, al igual que con otras armas pugnan desde hace siglos contra la Verdad y la Bondad, los otros dos atributos divinos. La Bestia sigue avanzando...
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Re: La gente está mal...
El nombre de la sala también tiene mérito, a la idiotez.