Para la regeneración de Asturias

Se extendió la costumbre de los himnos cantados, y hace tres décadas unos impostores declararon «himno de Asturias» a una entrañable canción de taberna, de chigre y de espicha. Signo de regeneración de Asturias será que dejemos el «Asturias, patria querida» para acompañar la sidra y el vino, y cantemos como nuestro himno el de nuestra Patrona, la Virgen de Covadonga:
Bendita la Reina de nuestra montaña,
que tiene por trono la cuna de España
y brilla en la altura más bella que el sol.
Es Madre y es Reina. Venid peregrinos,
que ante ella se aspiran amores divinos
y en ella está el alma del pueblo español. Dios te salve, Reina y Madre
del pueblo que te corona
y entre cánticos que entona
te da el alma y corazón.
Causa de nuestra alegría,
vida y esperanza nuestra,
bendice a la Patria y muestra
que sus hijos tuyos son.
Como la estrella del alba
brilla anunciando la gloria
y es el pórtico tu gruta
del templo de nuestra historia.
Ella es el Cielo y la Patria,
y el heroísmo y la Fe.
Y besa el alma de España
quien llega a besar su pie.
¡Virgen de Covadonga, Virgen gloriosa!
Flor del cielo que aromas nuestra montaña,
Tú eres la más amante, la más hermosa.
¡Reina de los que triunfan, Reina de España!
Nuestros padres sus ojos a ti volvieron,
y una Patria adivinó,
con tu nombre en los labios por ti lucharon,
con tu amor en las almas, por ti vencieron.
Regeneración. En acto público celebrado en Oviedo el 24 de febrero de 2006, ante la entonces proyectada reforma del Estatuto de Autonomía, decía el Jefe Regional de la Comunión Tradicionalista:
Todo esto tiene difícil arreglo en el marco de la Constitución de 1978 y en el de la Unión Europea. Tiene mal arreglo, si se me apura, en el marco del liberalismo, de la democracia y del capitalismo. Pero sería irresponsable por nuestra parte no buscar la forma de paliar los males, cuanto menos en parte, mientras llega el día de la restauración en toda España de la Monarquía Tradicional, Católica, Social y Representativa; mientras no llegue el día de la restauración de la constitución histórica de las Españas, como querían Vázquez de Mella y Jovellanos. Una reforma del Estatuto de Autonomía llevada a cabo por el actual parlamento asturiano, compuesto exclusivamente por partidos políticos del sistema —y por lo tanto antiasturianos—, no parece, en principio, que vaya a variar la situación. Lo más que se les ocurre a algunos de ellos es variar términos, nombres y títulos… Y multiplicar cargos, organismos y gastos.
Es necesario presionar para que la administración autonómica se simplifique; que no se complique más. Que se acerque un poco más, o que se aleje menos de ellas, a las instituciones tradicionales de Asturias.
Que los municipios y la Universidad, y tal vez otras instituciones, tengan asiento propio en el parlamento regional.
Que se considere seriamente la autonomía conjunta con el Reino de León, que es la continuidad histórica de Asturias, y que es una región complementaria a la nuestra, económica y geográficamente.
Que se utilicen bien los medios aún al alcance de las corporaciones municipales y autonómicas. La poderosa Caja de Ahorros de Asturias, por ejemplo, que debe recuperar plenamente su vocación social inicial. El fomento de la economía social. La restauración de la economía agrícola, ganadera y forestal, que empieza por mejorar las condiciones de vida en el campo. El desarrollo sostenible de verdad. La promoción de las fuentes de energía alternativas. Pero todo esto con medidas concretas, efectivas a medio y largo plazo: no como titulares llamativos para salir del paso y llegar a la siguiente convocatoria electoral. Una política de hechos, y no de palabras, palabras.
Conciliar la unidad de mercado en España, de la cual necesitamos, con una sana y discreta preferencia regional en la contratación y en el consumo.
Que en las próximas elecciones autonómicas y municipales, los partidos políticos al uso pierdan su control del parlamentín y de los concejos. Para éstos es necesario promover la presentación de candidaturas verdaderamente independientes, dispuestas a trabajar por el bien de sus vecinos, y no de sus partidos.
Es preciso, en fin, deshacer la tupida tela de araña de subvenciones, concesiones, empleos y sinecuras que sostiene desde una turba de profesionales de la pequeña política hasta grupos de extrema izquierda y delegaciones de narcoterroristas, pasando por empresarios de trayectoria dudosa. Parásitos todos ellos de una región que no puede permitírselos, y tela de araña que nos asfixia.
En 1916 y 1918 el Carlismo demostró su disposición abierta y generosa, al aglutinar en el movimiento asturianista a personas ajenas a la Comunión Tradicionalista, e incluso procedentes de otros campos políticos. Así la entonces formada Junta Regionalista del Principado, impulsada por Vázquez de Mella, contó no sólo con jaimistas (nombre que entonces recibían los carlistas), sino con independientes y con desengañados del conservadurismo, del liberalismo y de la incipiente democracia cristiana. Junto a los tradicionalistas vinieron hombres como Álvaro Fernández de Miranda o Fabriciano González. Aquel prometedor resurgir se vio truncado por la Dictadura de Primo de Rivera y por la Segunda República; quedaron los rescoldos, sostenidos por el Círculo Vázquez de Mella y por el asturianismo cultural que se concretó en el viejo Instituto de Estudios Asturianos (y digo «viejo», porque tras su asalto por parte de los políticos autonómicos, el ahora llamado RIDEA no tiene ni idea).
Hoy volvemos a llamar a los asturianos de buena voluntad a emprender una labor regeneradora, que pasa por la presencia en el parlamentín de la calle Fruela de verdaderos representantes de Asturias. El Carlismo, la Comunión Tradicionalista, en este septuagésimo octavo aniversario de Vázquez de Mella, tiende la mano.
Como terminaba la Junta Carlista del Principado su Declaración del Veinticinco de Mayo de 2005: «Necesitamos recuperar el espíritu de los alzados en 1808; reducir el poder de partidos, oligarcas y grupos de presión, y recuperar nuestras instituciones tradicionales. Salvarnos y salvar a España. Recuperar el espíritu del lema de nuestras banderas:

«ASTURIAS NUNCA VENCIDA».
Siete años largos después de pronunciarse estas palabras, constatamos que no fueron escuchadas y que se ha perdido mucho más. Los vicios siguen siendo los mismos, la capacidad de resistencia menor, los recursos casi agotados (es paradigmática, pero no única, la destrucción de la Caja de Ahorros de Asturias). Empecemos por hacer frente a la realidad.
Por ejemplo: este domingo no es el «Día de Asturias», sino la fiesta de la Patrona de Asturias.
Por ejemplo: sólo en el camino de la Tradición encontrará Asturias salida a su recesión.

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