La gran devoción eucarística de Franco

Otra época y otra galaxia...
Perdón, si esto ofende a sensibilidades católicas de hoy, estamos en 1952:

"EL Caudillo de España es profundamente católico. Esta afirmación es del dominio público, y así lo manifiestan claramente amigos y enemigos. Ha demostrado paladinamente con hechos su amor a la Iglesia Católica y a la Fe de Cristo. En la vida oficial y privada la confesión de su catolicismo es de actuación constante. Su vida está salpicada de afirmaciones y realidades que demuestran con evidencia clarísima lo que es norma de su conducta. Aunque parezca un atrevimiento, para ejemplaridad de muchos, vamos a descorrer el velo de su vida religiosa y espiritual, que por serlo ha de ser eminentemente Eucarística.

"Bien lo demuestran las comuniones frecuentes, generalmente siempre que oye misa comulga; la visita al Santísimo y el Rosario rezado en familia a altas horas de la noche, al terminar su laboriosa jornada de trabajo, a veces es ya la madrugada del día siguiente. Todo esto realizado con la mayor naturalidad y sencillez, sin ostentación. Se hace como una «obligación» más del vivir cotidiano, y no se deja con pretextos ni se olvida nunca.

"Lo mismo se hacía en los días de campaña, preocupado por noticias adversas o sucesos desagradables, que en las jornadas gloriosas, cuando suavemente se reprimía la alegría por las nuevas triunfales; que se hace ahora, antes de ir o al regresar de algún acto oficial de gala. Cuántas confidencias íntimas, cuántas plegarias por España y por la Iglesia no conocerá su Sagrario; el Sagrario del oratorio particular, recóndito, íntimo, sereno y tranquilo, del Palacio de El Pardo, donde la lámpara arde amorosa y esmeradamente cuidada y vigilada noche y día; el Sagrario del Pazo de Meirás; de Ayete, en San Sebastián; del Palacio de Pedralbes, en Barcelona...; todos, todos conocen súplicas y acciones de gracias del Generalísimo, es decir, Jesucristo-Eucaristía es su mejor confidente y su consultor más íntimo.

"La Santa misa es devotamente oída y «seguida» en su «misal». Una vez, como de pasada, sin darle la gran importancia que tiene, le oí decir: «No recuerdo haber perdido ni una misa en domingo ni en fiestas de guardar, desde que tengo uso de razón, pues da la casualidad que ni siquiera en estos días he estado enfermo.» Es decir, que ni durante la campaña de Marruecos, ni en nuestra Cruzada de Liberación, con sus días chupadísimos y preocupadísimos, ni en los días del bien merecido descanso, jamás ha dejado de oír misa en las fiestas de precepto y otras solemnidades y días señalados por alguna fecha especial o devoción particular. En nuestra Cruzada, para que oyera misa, se ha celebrado en lugares muy diversos: en tiendas de campaña, en vagones de ferrocarril, en autocar… y a horas muy distintas, que rozaban desde las claridades de la aurora a la hora después del mediodía. Un domingo, empezada la misa, se inicia un bombardeo sobre la ciudad de su Cuartel General, y a pesar de la insistencia de sus jefes de Estado Mayor, no quiere bajar al refugio, si el sacerdote celebrante no puede interrumpir la misa para ir con él.

"El Triduo de Semana Santa se celebra, naturalmente, con gran solemnidad en la iglesia del Palacio de El Pardo, y el Jueves Santo, mientras el Señor está en el Monumento, el Caudillo no sale de su Residencia, para, espaciando con frecuencia las «Visitas», acompañar durante la tarde y la noche al Santísimo Sacramento.

"Fervorosamente presencia y acompaña la Procesión del Corpus de El Pardo, que quiere pase por los jardines de Palacio, y no viajará en tan solemne día, para no interrumpir las procesiones Eucarísticas que seguramente desfilan por las carreteras que atraviesan los pueblos. Los «Primeros Viernes» son piadosamente practicados. Cuantas veces su trabajo ha terminado después de las veinticuatro horas solares, y pone sencillamente un pretexto para no tomar su frugal cena, y es que al día siguiente quiere comulgar.

"Durante la República fue destinado a Marruecos. El primer domingo, después de su llegada, indica que quiere ir a misa; los que le rodean se admiran asustados, ya que eran escasos los que acudían a cumplir el precepto dominical. Respeto humano, fe débil y vacilante, adulación a los poderes; de todo había, pero el entonces General Franco, va a misa, nada le importa el qué dirán, ni lo que pensarán los «republicanos» y «anticlericales»... Su determinación fue eficaz, «rompió el hielo», y al domingo siguiente el templo estaba «repleto». La fuerza de su ejemplo arrastró a los pusilánimes y dio alientos a los que eran, quizá, solamente cobardes.

"La falta de clero, en gran parte debida a los asesinatos perpetrados en la zona roja, le preocupaba hasta el punto que ordenó no siguieran los capellanes a las tropas que avanzaban, sino que se quedaran en los lugares reconquistados ya que era más interesante la recuperación espiritual que la territorial. El sacerdote, con la celebración de la misa y la administración de los Sacramentos, es, según dice, el mejor y más adecuado elemento para llevar las almas a Cristo.

"Todavía le obsesiona la falta de clero en muchas regiones, y así, además de contribuir generosamente a la «Obra del Fomento de Vocaciones Eclesiásticas», costea en varios Seminarios y en Universidades Pontificias becas a seminaristas. Realmente, cooperar a la formación del clero, es una de las mejores realizaciones externas de la devoción eucarística. El sacerdocio y la Eucaristía están íntimamente unidos.

"Esto no es más que uno de los aspectos de su firme manera de pensar, como lo demuestra esta frase suya: «Creo que la mayor cuenta que deberá darse a Dios, es que si pudiendo hacer la obra de regeneración espiritual del pueblo no se ha puesto la voluntad esforzada al servicio de la misma.» Para lo que estimula constantemente a sus colaboradores, urgiéndoles que no sean cicateros ni tacaños en este quehacer.

"No puedo extenderme en otros detalles, porque no es correcto descorrer el velo de la íntima conciencia y vida espiritual; ya ha sido excesiva la audacia, pero antes de terminar este escrito se ha de hacer constancia de que hizo construir más de dos centenares de cálices y patenas de plata y oro como donativo particular suyo a las iglesias pobres y devastadas a los que hizo poner esa inscripción: «A Cristo Rey el Caudillo de España -1944». ¡Cuántas custodias y viriles con rica pedrería, recordarán la devoción eucarística del Generalísimo!

"Siendo Director de la Academia General Militar de Zaragoza su amor a la Eucaristía le hizo visitar Daroca, para adorar los «Corporales del Milagro», y siempre que se presenta ocasión habla con entusiasmo de la intensa emoción que sintió ante las reliquias que recuerdan un prodigioso hecho eucarístico de la Historia de España. De tal modo le impresionó la narración del prodigio y sus reliquias, que en los primeros momentos del Alzamiento hizo preguntar, desde África, si Daroca y sus venerandas reliquias habían sufrido daño alguno.

"La noticia de que Su Santidad el Papa Pío XII había concedido la celebración del XXXV Congreso Eucarístico Internacional a Barcelona, le llenó de gozo, y su decidido apoyo para la realización del mismo ha sido constante, y es reconocido, por su evidencia, por todos.

"La Exposición de Orfebrería Eucarística, que actualmente puede admirarse en Barcelona, es una de las muchas facetas efectivas de la importancia del Congreso, y que se puede decir inició y alentó y patrocinó con el mayor cariño y entusiasmo, a fin de que sean conocidas universalmente las magníficas joyas con que los españoles de antaño enriquecieron el culto a la Eucaristía, patentizando así la esplendorosa fe y amor de la Patria a Jesús Sacramentado.

"Barcelona, España entera y, más aún el mundo todo, pueden admirar en este grandioso XXXV Congreso Eucaristíco Internacional la fe de un gobernante católico y la devoción filial a la Eucaristía de un fervoroso Caudillo Cristiano.

JOSÉ MARÍA BULART, Pbro.

LA VANGUARDIA (31-5-1952) (Congreso Eucarístico de Barcelona)
http://hemeroteca-paginas.lavanguard...520531-003.pdf