DIRECTOR DEL INSTITUTO Y DEL MÁSTER DE CIENCIA Y FE DEL ATENEO REGINA APOSTOLORUM DE ROMA

P. Rafael Pascual:


«Los sacerdotes deben tener al menos algunas nociones esenciales de lo que es la ciencia»

Javier G. F-Cuervo ha entrevistado para InfoCatólica al P. Rafael Pascual, Director del Instituto y del Máster de Ciencia y Fe del Ateneo Regina Apostolorum de Roma, que se encuentra en el Perú dado cursos y conferencias. Tras analizar la polémica sobre el derecho a la vida, que sufre amenazas en el país sudamericano, el sacerdote analiza la relación entre fe y razón: «la fe no es un enemigo de la razón, sino que incluso debe promover la razón»



(Javier G. F-Cuervo/InfoCatólica) Entrevista al P. Rafael Pascual desde el seminario de Arequipa:


J.G. Hoy nos encontramos con el Padre Rafael Pascual, Director del Instituto y del Máster de Ciencia y Fe del Ateneo Regina Apostolorum, en Roma. Un gusto tenerlo aquí en Perú, en Arequipa, un placer para nosotros.

R.P. Igualmente.

J.G. Muchas gracias. Y quería preguntarle porque hoy en Perú nos encontramos en una coyuntura particular: A pocos meses de las elecciones presidenciales, algunos candidatos incluyen en sus propuestas la unión civil y otras opciones que podríamos llamar anti-vida, como el aborto, el aborto terapéutico o el gaymonio o matrimonio homosexual. Desgraciadamente, el principal argumento de los promotores de estas propuestas en el país en contra de sus opositores es el argumento a la modernidad y al oscurantismo, presentando a sus rivales como retrógrados, religiosos, medievales y fundamentalistas. ¿Qué aportes tiene, entonces, la ciencia para defender actualmente los principios pro-vida?

R.P. Bien, yo creo que ya el hecho de etiquetar al adversario con esas cosas quiere decir que como que les falta argumentos para fundar su posición. Yo creo que es fundamental para una sociedad defender los derechos fundamentales, ¿no? Y el primer derecho es precisamente el derecho a la vida, y la vida desde el inicio hasta su fin natural. Entonces, yo creo que es necesario que pidamos a los gobernantes, a los políticos que defiendan, pues, el primer derecho, que es derecho a la vida, y que lo defiendan en todas sus etapas. Y creo que es algo que eso no debería ser negociable. Y creo que decir que es algo retrógado, anticuado, oscurantista, etc., pues no da razones de fondo, ¿no? Yo creo que no existe en realidad ninguna razón de fondo para no defender algo tan fundamental como es la vida y creo que por eso allí tendríamos que estar bastante atentos para pedir a los políticos, a los gobernantes, que respeten ese derecho que es el fundamento de todos los demás.

J.G. Exactamente, porque aquí tantas veces se ve a la Iglesia con ojos equivocados, mirándola a ésta como si fuera la enemiga de la ciencia, sin embargo, en la historia y hoy en día la Iglesia siempre se ha declarado promotora de ésta, promotora de la ciencia. ¿De qué manera lo ha sido y lo sigue siendo hoy en día?
Bien, si nosotros vemos la historia del pensamiento de la cultura occidental, vemos cómo la Iglesia ha tenido un papel muy importante y cómo muchas de las figuras más eminentes en el campo de la ciencia o han sido incluso eclesiásticos y, por lo tanto, hombres de iglesia, o han sido creyentes. De modo que ahí vemos que la Iglesia no sólo no se ha opuesto a la ciencia sino que la ha promovido como ha promovido tantos otros campos de lo que es el desarrollo de la persona, ¿no? Ha promovida la educación, ha promovido la asistencia social, ha promovido, pues, la cultura en todos sus ámbitos, ¿no? Entonces, yo creo que si nosotros vemos de modo objetivo lo que es la contribución de la Iglesia en todos estos campos, también en el campo de la ciencia, vemos que la Iglesia, pues, lejos de haberla, digamos, limitado o haberla obstaculizado, más bien ha hecho todo lo contrario. Se ha dedicado a promover la ciencia.


R.P. Exacto, sí, es principalmente en Europa, ¿no? En Europa que ha crecido alrededor de la Iglesia. Muchas veces, justamente, se identifica la pobreza con la ignorancia y la religiosidad. Realmente los llamados países del primer mundo, de Europa o América del Norte, han rechazado sus raíces cristianas y se declaran laicos. Hace poco, por ejemplo, en EEUU se ha impuesto el matrimonio homosexual. ¿Existe realmente alguna relación entre progreso y ateísmo?
Yo pienso que no, y yo también discutiría la misma noción de progreso, porque muchas veces se habla de progreso en clave económica, y yo considero que aquellos países que a veces se consideran más avanzados desde el punto de vista económico, sin embargo, son subdesarrollados desde el punto de vista humano, paradójicamente y, por lo tanto yo creo que habría que redimensionar un poco estas presentaciones que me parecen un poco, a veces, simplistas, ¿no? Y que, pues hay que ver qué es lo que realmente vale, lo que realmente cuenta en lo que es la persona. Y por eso no creo que sea correcto hacer ese paralelismo entre un desarrollo cultural o incluso económico y la cuestión de la fe o el ateísmo. Yo creo que son dos cuestiones que van al margen o que son independientes y que, muchas veces, son minorías las que presentan las cosas de esta manera y que no corresponden ni siquiera a la mayoría. Pero no es cuestión tampoco, yo creo, de mayorías, sino una cuestión más de fondo, y yo veo que hay personas que tienen una preparación cultural de primer orden y que son creyentes, como también las hay que se declaran ateas. Entonces, no es cuestión, yo creo, de saber o de ignorancia sino, muchas veces, es una cuestión de carácter más bien personal, de una decisión o una elección, o de circunstancias de la vida de cada persona.


J.G. Y esta característica de la persona y de la posibilidad intelectual me recuerda: Santa Teresa de Ávila decía que prefería a un sacerdote sabio de uno santo. Es muy cierto que en Perú tenemos muchísimos sacerdotes santos, y también sabios, por supuesto, que tienen una o dos carreras aparte de la Teología, pero las principales universidades eclesiásticas se encuentran en Europa, y muchos seminaristas o padres ya latinoamericanos viajan a Europa a estudiar y se quedan ahí finalmente. ¿Es necesaria realmente para la región la preparación intelectual de los sacerdotes, no sólo en el plano teológico sino también científico, para la formación sacerdotal y religiosa o es algo accesorio que ayuda pero no se requiere necesariamente?

R.P. Yo creo que sería conveniente. No diría necesario pero sí vería la conveniencia. Si el sacerdote quiere mantenerse en diálogo con el mundo, tiene que conocer, pues, la cultura de ese momento, y no se puede ignorar que hoy la cultura científica pues tiene un papel muy importante. Y por eso el sacerdote, yo creo que si quiere tener una formación completa, tendría que tener al menos algunas nociones esenciales de lo que es la ciencia del momento, de modo que cuando los fieles se acerquen y le hagan preguntas, pues no diga simplemente «pues no lo sé», o busque en otro lugar, sino que de alguna manera pueda dar ya una primera respuesta, porque son preguntas que muchas veces afectan también a la fe de los fieles y, por lo tanto, el sacerdote sí tendría que tener por lo menos una formación de base en esas cuestiones también que implican un diálogo, una relación entre la ciencia y la fe.

J.G. Sí, justamente usted ha venido a Arequipa a impartir cursos en el Seminario San Jerónimo y, si no me equivoco, ¿también en algún monasterio?
Bueno, sólo aquí propiamente. Quizá ocasionalmente pues sí he ido a un monasterio y me han pedido que les haga una presentación sobre la Sábana Santa pero, digamos, la finalidad principal ha sido, pues, venir a dar estos cursos aquí en el seminario, y también tuve ocasión de dar una conferencia aquí en la universidad.
En la Universidad Católica San Pablo. Sí, justamente, quería preguntar: ¿Esto responde a una atención, quizá, a una atención de Roma por la Iglesia en el Perú, por la Iglesia en Arequipa o ha sido una moción propia de usted?


R.P. Bueno, ha sido una petición que ha venido de aquí y, obviamente, pues nosotros estamos al servicio de la Iglesia Universal y, por eso, con mucho gusto, pues, yo acepté esta invitación y, pues, he tenido esta experiencia que yo creo ha sido muy positiva, espero también para los seminaristas.

J.G. Por supuesto, seguro que sí. Finalmente, en la conferencia justo de la que hablaba usted, en la conferencia «Ciencia y Fe» que se desarrolló ayer en la Universidad Católica San Pablo, que estaba llena de jóvenes deseosos por conocer más de este tema, expuso la no contradicción entre ciencia y fe y la capacidad de la ciencia de comprender que existe un Dios creador y origen de todo como causa primera. ¿Nos podría dar… sé que a lo mejor estoy exigiéndole mucho, un brevísimo resumen del asunto?

R.P. Bien, el resumen es hacer ver que por una parte hay algunos científicos que, supuestamente en base a la ciencia, dicen que se demuestra la no necesidad de Dios por lo menos, que el mundo se bastaría a sí mismo para explicarse. Por otro lado vemos otros científicos que, incluso a partir de la ciencia llegan al conocimiento de Dios. Eso me llama poderosamente la atención, ¿no? Que parten de una posición agnóstica, y sin embargo ven que hay cuestiones que la ciencia no es capaz de explicar y que de esa manera se ven conducidos a decir: bueno, pues tiene que haber una explicación superior a la ciencia, que es la que me ofrece la fe, ¿no? Y, por lo tanto, pues hay algunos casos de científicos que han vuelto a la fe o que se han convertido después de muchos años de progresión de agnosticismo o de ateísmo, ¿no? Y ahí les puse algunos ejemplos concretos.

J.G. Pero este Dios que encuentra la ciencia como causa primera, como origen del universo sería un Dios bastante diferente al Dios cristiano, ¿no? que es un Dios Personal, un Dios Providente y Actuante…

R.P. Yo diría no tanto diferente sino que, de alguna manera, es como un primer paso pero que no basta, o sea, habría que ir más adelante. A mí me llamó mucho la atención una reflexión que hizo el Papa Benedicto XVI cuando era teólogo, cuando estaba haciendo sus primeros pasos como profesor de teología fundamental en la Universidad de Bonn, que hizo una conferencia inaugural que tenía como título «El Dios de la Fe y el Dios de los Filósofos». Y hacía ver cómo en realidad no se contraponen, sino que de alguna manera se complementan. Obviamente el Dios de la fe va mucho más allá del Dios de los filósofos, pero no es algo que se opone o se contrapone, sino que ya el paso sucesivo es ese encuentro personal, porque Dios no es simplemente una Causa Primera, ese Motor Inmóvil de Aristóteles, sino que es un Dios personal que entra en relación con sus creaturas, ¿no? La relación entre el Creador y las creaturas no sólo como Causa Eficiente, vamos a decirlo así, sino que es también una relación que implica, en el caso del hombre, una relación interpersonal. Y por eso hace falta dar ese paso del encuentro con el Dios Vivo, el Dios que entra en relación y en comunión con el hombre.

J.G. Sí, o sea, básicamente, descubrir que racionalmente se puede alcanzar el conocimiento de Dios abre la posibilidad a encontrarse con ese Dios personal y abrirse a la religión, ¿no?

R.P. Exactamente.

J.G. Perfecto. Y ahora sí, ya para terminar, esta vez de verdad, ¿nos podría dar algún mensaje para la población peruana, principalmente para los jóvenes peruanos que ven que desean mantener la fe que sus padres les han transmitido pero que entra en una aparente contradicción con lo que les enseñan en muchas universidades del país? Un mensaje breve para los jóvenes.

R.P. Pues sí, yo creo que no hay que tener miedo a la razón. La razón no es un enemigo de la fe. Obviamente, existen las patologías de la razón como existen también las patologías de la fe. Entonces hay que evitar ambos extremos, sea el racionalismo por una parte, sea el fideísmo. «El cristiano…» decía un gran teólogo que era Von Balthasar «…es aquel hombre que necesita filosofar a causa de la fe». Entonces, la fe no es un enemigo de la razón, sino que incluso debe promover la razón. Entonces, no tener miedo de formarse, de formarse bien, obviamente de estar atentos a los prejuicios que muchas veces se pueden inculcar en ámbitos universitarios o en ámbitos culturales a través de diferentes medios de comunicación, pero no tener miedo. No tener miedo de la razón porque es un don de Dios, y el cristiano, pues, tiene que formarse. Yo creo que el mundo de hoy necesita que tengamos una formación profesional que esté a la altura de nuestro tiempo.

J.G. Perfecto, padre, pues nada más. Muchísimas gracias.

R.P. Igualmente.

J.G. Gracias por su tiempo, gracias por su disposición, por su venida al Perú y esperamos poder verle dentro de poco.

R.P. Me dará mucho gusto y espero que se dé esta posibilidad. Muchas gracias.




P. Rafael Pascual: «Los sacerdotes deben tener al menos algunas nociones esenciales de lo que es la ciencia»