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Tema: «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada

  1. #1
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    «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada

    «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada para la revista XLSEMANAL. Artículo publicado el 27/XI/2011.
    __________________

    Decía el gran físico y filósofo Carl Friedrich von Weizsäcker que el primer sorbo de la copa de la Ciencia aparta de Dios, pero cuanto más se bebe de ella más claro se ve en su fondo el rostro del Creador . La idolatría de la ciencia pretende justamente lo contrario. pretende que el conocimiento científico y la fe religiosa son irreconciliables; y que la misión de la ciencia no es otra sino instaurar un Paraíso en la tierra que expulse la fe al lazareto de las supersticiones. Inevitablemente, cuando la ciencia se endiosa y se hace idolatría, acaba exigiendo que no exista ninguna instancia moral que pueda poner cortapisas a su desarrollo. todo lo que es científicamente posible -afirma esta nueva forma de mesianismo científico- debe hacerse sin vacilación.

    Durante siglos se entendió que ciencia y fe proporcionaban formas de conocer la realidad complementarias con metodologías distintas. La fe proporcionaba un conocimiento sobre Dios y sobre los planes de Dios para el hombre, sobre el sentido de la vida humana. La ciencia, por su parte, proporcionaba un conocimiento sobre el funcionamiento de la materia. Para un creyente, la ciencia no supone ningún obstáculo a su fe, puesto que ningún avance científico podrá jamás negar la existencia de Dios; por el contrario, el creyente verá siempre en la ciencia una posibilidad de avanzar en el conocimiento del universo, de las realidades empíricas, en definitiva de la Creación; y este mejor conocimiento de la Creación lo hará más consciente y agradecido de la existencia de un Dios Creador que ha querido manifestarse a través de sus obras.

    Pero llegó un momento en que la idolatría de la ciencia quiso erigirse en la única sabiduría o certeza posible; todo lo que no se pudiera cobijar en el ámbito científico quedaba automáticamente descalificado, como mera superstición u opinión prescindible.

    La idolatría de la ciencia pretende que el conocimiento empírico que nos brinda la ciencia, es decir, el conocimiento de la materia y de sus propiedades, invada ámbitos que le son ajenos. La ciencia, por mucho que avance, no podrá explicarnos jamás la genialidad de una obra artística, ni dictaminar sobre nuestros sentimientos simplemente, porque son realidades que no pertenecen al orden material. Y, sin embargo, son realidades plenamente existentes que exigen otras formas de conocimiento.

    Pero la idolatría de la ciencia pretende dar respuesta también a esos ámbitos de la realidad que la ciencia verdadera considera ajenos a su competencia. Pretende convencernos de que la genialidad de una obra artística depende de las reacciones químicas que su contemplación produce en nuestro organismo; pretende explicar genéticamente la índole de nuestros sentimientos y pretende, también, negar la existencia de Dios. Negando la existencia de Dios, en el fondo, la idolatría de la ciencia niega la existencia de un Logos, de una Razón Creadora; y en un mundo carente de razón, sometido por lo tanto al caos, es más fácil defender la actuación de una ciencia liberada de todo tipo de trabas éticas o morales, una ciencia que ya no se conforma con escudriñar las leyes más íntimas de la naturaleza, sino que aspira a hurgar en ellas a capricho, aspira a alterarlas, a contrariarlas, a invertirlas, a abolirlas en fin, con la coartada de propiciar un mayor progreso humano. Pero ese mesianismo científico que se nos ofrece como una suerte de panacea universal se revela, a la postre, una trampa saducea. las coartadas para propiciar un mayor desarrollo humano acaban convertidas en instrumentos de una mayor destrucción humana. Así ocurrió en el pasado en el ámbito de cierta investigación atómica, que acabó abriendo las puertas a la creación de armas mortíferas; así ocurre hoy, por ejemplo, en el ámbito de cierta investigación genética. Pero este mesianismo científico que postula que todo lo que puede hacerse debe hacerse sin interferencia de escrúpulo moral alguno está siendo, a la postre, la tumba de la verdadera ciencia, que cada vez tiene más dificultades para hacerse escuchar en el concurrido manicomio de una ciencia demente que, en su alocada carrera en pos de beneficios pingües y espectacularidad mediática, no vacila en fomentar los métodos más sensacionalistas y en infundir las esperanzas más quiméricas entre quienes padecen enfermedades incurables, con tal de acrecentar su predicamento.

    Así la ciencia se convierte en superstición, que era exactamente el calificativo que los idólatras de la ciencia reservaban a las creencias religiosas.

    https://www.xlsemanal.com/firmas/201...ania-1017.html

  2. #2
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    Re: «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada

    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  3. #3
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    Re: «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada

    El P. Nicolau afirma que los científicos llamados ateos no profesan religión, pero aceptan una primera causa

    Javier Navascués, el 28.02.21


    Francesc Nicolau i Pous es un sacerdote, matemático, profesor universitario y divulgador científico. Es Licenciado en Sagrada Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. También es licenciado en Ciencias exactas por la Universidad de Barcelona, donde se especializó en Astronomía. Conoce 14 idiomas. Sus especialidades son la Astronomía y el Evolucionismo. Autor de numerosos artículos científicos que han sido recogidos en un buen número de libros.

    El 13 de noviembre de 2013 le tributaron un acto de homenaje en la sede del Seminario Conciliar.Las tres instituciones docentes de la Iglesia que promovieron este acto fueron el Museo Geológico del Seminario de Barcelona (MGSB), la Asociación de Amigos de dicho Museo, y la Facultad de Filosofía de Cataluña. Un reconocimiento a su labor científica y sacerdotal. Hoy a sus 90 años conserva una perfecta lucidez y claridad de ideas. Un sacerdote amigo me aconsejó entrevistarlo sobre uno de los temas en los que está especializado, el origen del universo. Respuestas breves, pero profundas, que van a lo esencial.

    - Es un mito que la ciencia lleva al ateísmo, cuando la mayoría de los grandes científicos han sido creyentes (aunque desde el siglo XX ha subido al 40 % el número de científicos ateos).

    Es verdad que hoy día hay científicos que dicen ser ateos, pero lo que quieren decir con ello es que no profesan ninguna religión determinada y no que rechacen una primera causa. Y hay alguno de ellos que lo dice abiertamente. Y creer en una primera causa es ya empezar a creer en Dios, aunque no sea del todo esto, aparte del 60% que admiten como verdadera una Religión determinada (las más de las veces, la Católica).


    -En los años 30 hubo una encuesta de Le Figaro entre 45 científicos y todos ellos reconocieron que no había oposición entre fe y ciencia y la Iglesia en diferentes documentos ha confirmado que no hay oposición entre la fe y la razón.

    Lo que dice Figaro y admite también la Iglesia Católica es muy elemental y claro. Una simple confrontación de los datos de la ciencia y los de la Fe católica, teniendo en cuenta el género literario de ciertos libros del Antiguo Testamento, lo comprueba sobradamente.

    - El P. Brown, sacerdote de ficción de Chesterton, descubre a uno de los impostores porque predicaba contra la razón, por lo que no podía ser un sacerdote católico…

    Lo que se dice en ficción por el P. Brown es claro, nada que vaya contra razón puede ser doctrina de la Iglesia.

    - El azar no puede explicar nada, incluso la mayoría de los evolucionistas creen en la teleonomía…

    A esto han llegado los evolucionistas científicos sinceros: en la evolución de la vida hay una teleonomía clara, es decir, unas leyes inteligentes que van regulando el desarrollo de la vida, que no evoluciona puramente al azar.

    - El Padre Carreira afirmaba que la pregunta más importante en ciencia es: ¿Por qué hay algo en lugar de nada?

    Esta pregunta de por qué hay algo en lugar de nada, no tiene respuesta. Nuestra razón nos dice que no es absurdo pensar que podría haber ocurrido que nada existiera, pero ahora vemos que existe algo, nosotros mismos, por ejemplo, y por tanto la realidad es que siempre ha de haber existido algo porque de la nada sin concurso de nadie no puede salir nada. Hay que atenerse al hecho, a la realidad que palpamos.

    - De la nada, nada sale…si ahora existe algo tiene que haber una razón suficiente para que exista.

    Que de la nada nada puede salir, sin una omnipotencia creadora, es tan claro que no creemos que haya quien lo dude.

    - En 1917, Einstein, con sus ecuaciones, empezó a plantear que la materia no podía ser eterna, algo que se creía desde los filósofos clásicos, por lo tanto tenía que haber necesariamente una realidad que transcienda a la materia.

    Einstein es uno de los científicos considerados ateos. Podemos decir que injustamente. Él manifestó explícitamente que creía en una causa primera. Veía claramente que la materia no es eterna y exige un Creador.



    - En 1927, el Padre Lemaître lo corroboró con la teoría del átomo primitivo que llamaron despectivamente teoría del big bang, pero al principio no todo el mundo aceptó.

    La teoría del átomo primitivo de Lamaître no tardó mucho en ser aceptada por casi toda la comunidad científica del momento. Creo que no fue despectivo el nombre de Big Bang con que se denominó, sugerido por el de Big Ben ya existente para designar la gran campana del reloj de la torre del Parlamento de Westminster (Londres).

    - En 1929, Hubble descubre que las galaxias se expanden de forma homogénea y se empezó a consolidar la teoría de que el universo tenía un origen…

    Se consideró bien avalada la teoría del Big Bang por el hecho de la expansión del universo descubierta por Hubble. Así se obtenía una prueba más de la no-eternidad del universo material.

    - Por lo tanto, a medida que avanzó la Ciencia fue coincidiendo más con lo que enseña nuestra religión, que hay un Dios creador.

    Sí que se puede decir, en consecuencia, que la Ciencia está de acuerdo con la idea de un Dios Creador.

    - Quizás para finalizar la pregunta más difícil: ¿Quién creo a Dios o cómo puede haber un ser increado origen de todo?

    Ya sabemos que a la pregunta “¿Quién creó a Dios?” hay que responder que existe desde siempre y tiene la razón de existir en sí mismo. La debilidad de la razón humana no puede añadir nada más. Esto ya nos supera.

    Por Javier Navascués



    https://www.infocatolica.com/blog/ca...os-c#more40832
    ALACRAN dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  4. #4
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    Re: «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada

    En esto tiempos de confusión no es fácil encontrar buenos artículos sobre ciertos temas, particularmente si son espinosos o no se ajustan a esa tiranía del pensamiento único. Leer un articulo bien elaborado, ordenado y capaz de hacer pensar, dura actividad ésta que en muchos produce fuertes jaquecas sobre cuestiones esenciales para el ser humano, es de agradecer. Así es tarea de personas que todavía piensan, mantener en alto la antorcha de que no está todo perdido, de que aún queda esperanza, es un alivio y en la actual situación, en la que decir la verdad puede ser peligroso, es de agradecer.

    Por qué fe y ciencia no se oponen

    La ciencia, si es ciencia, no puede permanecer al margen de la totalidad de las variables.


    CARLA DE LA LÁ

    15-05-2021

    “Esto lo entendería un niño de cuatro años, ¡rápido, que traigan a un niño de cuatro años!” La mayor parte de los intelectuales de ahora piensan que la fe es una especie de suicidio intelectual, que Dios no nos ha creado a nosotros, sino nosotros a él, que la ciencia y la religión no pueden ser reconciliadas; pensamiento mágico, lo llaman, incluso dentro de la comunidad científica. Hoy me permito analizar por qué esa premisa es un error, siempre he tenido claro que la mayoría, por el hecho de serlo, no tiene necesariamente razón, muy al contrario; negar a Dios, sin conocer todos los datos (que es como lo hace esa mayoría) y desde un juicio superficial, nacido de la inercia y de la espiral del silencio, no es precisamente científico. No olvidemos que la ciencia nunca niega las posibilidades. ¿Por qué negar la posibilidad de Dios?


    Mucho antes de la cita de Groucho Marx, Mateo, 18 insistía: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como los niños, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos”


    Por suerte algunos científicos de altísimo nivel lo ven de otra manera, el líder del Proyecto Genoma Humano y del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos durante más de una década, Francis Collins, viniendo del ateísmo llegó a la fe monoteísta (y cristiana) maravillado por sus descubrimientos, hasta el punto de escribir un libro que les recomiendo (“Cómo habla Dios”). Su principal argumento es que el tránsito del ateísmo a la fe, llega precisamente de la mano de la razón y el progreso científico: “Ninguna hipótesis actual se acerca a explicar cómo en el espacio de apenas ciento cincuenta millones de años el ambiente prebiótico que había en la Tierra dio lugar a la vida”

    Collins considera que la elegancia que se esconde tras la complejidad de la vida es primero causa de asombro y después de fe en Dios, la elegancia digital del ADN, los componentes de las cosas vivas, desde el ribosoma que traduce el ARN en proteína, a la metamorfosis de la oruga en mariposa, son elementos estéticamente sublimes. En su testimonio manifiesta que no es posible valerse de la ciencia para desbancar la creencia en Dios, y en particular de la teoría de la evolución o de los descubrimientos en genética, para refutar las religiones monoteístas o para fundamentar el ateísmo.


    Se atribuye a Werner Heisenberg, creyente y padre de la física cuántica que «El primer sorbo de un vaso de ciencia natural te hará ateo, pero, en el fondo del vaso, Dios te espera».

    Verán, si algo he aprendido del contacto con científicos es a no dar absolutamente por sentada nunca, ninguna información que provenga de otros seres humanos con idénticas taras y limitaciones que yo o más porque “La fe no contradice el conocimiento, va más allá del conocimiento” Kierkegaard.

    Albert Einstein decía que la fe sin ciencia es ciega, pero que la ciencia sin fe es coja. Lo cierto es que una y otra responden preguntas distintas y se complementan.

    Un error habitual es pretender convertir a la biblia en un libro de ciencia cuando no pretende hablar un lenguaje científico sino explicar quién ha creado este mundo y para qué. Tanto en la fe (que no se parece en nada a la superstición) como en la ciencia, existe la confianza en revelaciones anteriores además de la razón. La ciencia tiene que reconocer que hay cuestiones que van más allá de su campo, el sentido de la vida, las preguntas últimas, la epistemiología… Con respecto a los dilemas que se nos plantean, no hay que tenerles miedo (hay conflicto constante en el mundo de la ciencia donde unas teorías rebaten a otras), el cristianismo debe estar siempre abierto a dialogar con la ciencia y no temer, ni acomplejarse por los avances científicos puesto que, si todos pretendemos honestamente llegar a la verdad, todos acabaremos acercándonos al mismo lugar. La ciencia es una de las herramientas que Dios nos da para entender lo que él hizo. Tenemos un cuerpo, el mundo es material, pero hay más. Por otra parte, el reduccionismo y el materialismo ahogan tanto que las personas acaban por dar el salto a la degradación de los valores, a la superstición y a las adicciones.


    Robert Jastrow, premio nobel de física y agnóstico (se convirtió al cristianismo a la edad de sesenta años) reconoce que “no se puede negar la idea de diseño” y algunos científicos como Allan Rex Sandage, un conocido cosmólogo que recibió el equivalente al Nobel en su área científica considera “altamente improbable que un orden así proceda del caos, tiene que haber algún principio organizativo. Dios es la única explicación al milagro de la existencia, de por qué hay algo en lugar de la nada”.

    Basta hojear un libro de anatomía o fijarse en el funcionamiento de una célula (no hablemos del sistema respiratorio, del pabellón auditivo) ... para darnos cuenta de que el cuerpo humano es una creación tan brillante e inimitable que deslumbraría al mejor ingeniero de todos los tiempos. ¿Cuál es la planta, el animal, el elemento o el astro que no lleve grabado el sello de quien Platón llamaba el “eterno geómetra”?.


    Las ciencias físicas nos dicen que la materia es inerte, pero si lo es y el mundo material se mueve continuamente, debe haber un Principio fuera de la materia que produzca el movimiento. El universo no siempre existió. Tuvo un comienzo…. ¿qué lo causo? Los científicos no tienen una explicación para la repentina explosión de luz y materia.

    ¿Podríamos en la historia de la humanidad hacer una pregunta más relevante de si existe Dios?

    La ciencia, si es ciencia, no puede permanecer al margen de la totalidad de las variables.


    Algunos científicos cristianos contemporáneos:

    Francis Collins (1950). Genetista estadounidense. Protestante. Ha dirigido el Proyecto Genoma Humano, con el que se descubrió la secuencia del genoma humano.

    Werner Heisenberg (1901-1976). Físico alemán. Protestante. Premio Nobel de Física en 1932 por el descubrimiento de las formas alotrópicas del hidrógeno.

    Karl Landsteiner (1868-1943). Patólogo y biólogo austriaco. Católico. Premio Nobel de Medicina en 1930 por descubrir y tipificar los grupos sanguíneos.

    Peter Grünberg (1939). Físico alemán. Católico. Premio Nobel de Física en 2007 por su descubrimiento de la magnetorresistencia gigante.

    Clyde Cowan (1919-1974). Físico estadounidense. Católico. Codescubridor del neutrino en 1956 junto a Frederick Reines. Premio Nobel de Física en 1995 por sus estudios sobre las partículas subatómicas.

    Donald Knuth (1938). Científico estadounidense. Protestante. Es uno de los mayores expertos en ciencias de la computación.

    Henrietta Swan Leavitt (1868-1921). Astrónoma estadounidense. Protestante. Descubrió y catalogó las estrellas variables de las Nubes de Magallanes.

    Pierre Duhem (1908-1988). Físico francés. Católico. Experto en estudios históricos sobre la ciencia medieval. Fue propuesto dos veces para el Premio Nobel de Física.

    Joseph Edward Murray (1919-2012). Médico y cirujano plástico estadounidense. Católico. Hizo grandes contribuciones a la mejora de los transplantes de órganos.
    Recibió el Premio Nobel de Medicina en 1990.

    Joseph John Thomson (1856-1940). Científico británico. Anglicano. Premio Nobel de Física en 1906 por su trabajo sobre la conducción de la electricidad a través de los gases.

    Arthur Leonard Schawlow (1921-1999). Físico estadounidense. Metodista. Premio Nobel de Física en 1981 por su contribución al desarrollo del láser espectroscópico.

    Niels Bohr (1885-1965). Físico danés. Protestante. Premio Nobel de Física en 1922 por sus trabajos sobre la estructura atómica y la radiación.

    Gerty Cori (1896-1957). Bioquímica estadounidense. Católica. Premio Nobel de Medicina en 1947 por descubrir el mecanismo por el que el glucógeno se convierte en ácido láctico en el tejido muscular. Fue la primera mujer que recibió este premio.

    Eric Wieschaus (1947). Biólogo estadounidense. Católico. Premio Nobel de Medicina en 1995 por sus descubrimientos sobre el control genético del desarrollo embrionario.

    Brian Kobilka (1955). Fisiólogo molecular y celular estadounidense. Católico. Premio Nobel de Química en 2012 por el estudio de los receptores acoplados a proteínas G.

    Carlo Rubbia (1934). Físico de partículas italiano. Cristiano creyente. Premio Nobel de Física en 1984 por descubrir las partículas W y Z en el CERN.

    Albert Claude (1899-1983). Biólogo belga. Católico. Premio Nobel de Medicina en 1974 por ensanchar el conocimiento de las células.

    Werner Arber (1929). Microbiólogo suizo. Protestante. Premio Nobel de Medicina en 1978 por sus investigaciones sobre las enzimas de restricción.

    Mario Molina (1943). Ingeniero químico mexicano. Católico. Premio Nobel de Química en 1995 por ser uno de los descubridores de las causas del agujero de la capa de ozono antártica.

    Charles Hard Townes (1915-2015). Físico estadounidense. Miembro de la Iglesia Unida de Cristo. Premio Nobel de Física en 1964 por su trabajo fundamental en el campo de los electrones cuánticos.

    William Daniel Phillips (1948). Físico estadounidense. Metodista. Premio Nobel de Física en 1997 por sus contribuciones al campo de la refrigeración mediante láser.

    Max Born (1882-1970). Físico y matemático alemán. Protestante. Premio Nobel de Física en 1954 por sus trabajos en mecánica cuántica.

    William Thomson (1929). Físico y matemático británico. Protestante. Es uno de los modernizadores de la física. Desarrolló la escala de temperatura Kelvin.

    John Carew Eccles (1903-1997). Neurofisiólogo australiano. Católico. Estudió la transmisión de señales entre los nervios y los músculos.

    Antonino Zichichi (1929). Físico italiano. Católico. Uno de los pioneros de la física nuclear, prolífico autor y galardonado con premios y grados en varios países.

    José Agustín Pérez del Pulgar (1875-1939). Físico español. Sacerdote católico. Se especializó en electricidad y física matemática. Fundó la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad Pontificia de Comillas.

    Antonio Romañá Pujó (1900-1981). Matemático español. Católico y religioso de la Compañía de Jesús. Doctor en Ciencias Exactas, estudió el efecto-Tierra en la actividad solar, así como las manchas solares.

    Piedad de la Cierva (1935-2012). Científica española. Católica. Fue pionera en los estudios de la radiación artificial en España.

    Juan Martín Maldacena (1968). Físico teórico argentino. Católico. Ha hecho importantes estudios de la teoría de cuerdas y formuló la hipótesis más realista sobre el principio holográfico.

    Maria Montessori (1870-1952). Médica, psiquiatra, bióloga y psicóloga italiana. Católica. Fue la primera mujer italiana que se doctoró en Medicina.

    Raoul Bott (1923-2005). Matemático húngaro. Católico. Hizo notables contribuciones al campo de la geometría.

    Manuel Carreira (1931). Astrofísico español. Sacerdote católico. Miembro del Observatorio del Vaticano, ha colaborado con la NASA en diversos proyectos.

    Henri Breuil (1877-1961). Naturalista, arqueólogo y geólogo francés. Católico. Fue el pionero del estudio del arte paleolítico de las cavernas.

    Wolfgang Pauli (1900-1958). Físico austriaco nacionalizado estadounidense. Cristiano excatólico. Premio Nobel de Física en 1946 por su descubrimiento del Principio de exclusión.

    John Gurdon (1933). Biólogo británico. Anglicano. Premio Nobel de Medicina en 2012 por sus descubrimientos sobre la clonación.

    Heinrich Rudolf Hertz (1857-1894). Físico alemán. Protestante. Descubrió el efecto fotoeléctrico, la propagación de las ondas electromagnéticas y las formas para producirlas y detectarlas.

    Salvador Cervera (1935-2012). Médico psiquiatra español. Católico. Fue uno de los grandes impulsores de la psiquiatría científica basada en los fundamentos biológicos de la enfermedad mental.

    Laurent Lafforgue (1966). Matemático francés. Católico. Es el actual director del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia.

    César Nombela Cano (1946). Científico español. Católico. Especialista en microbiología y académico de número de la Real Academia Nacional de Farmacia, ha presidido el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y actualmente es rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

    Pierre Macq (1930-2013). Físico belga. Católico. Hizo notables investigaciones en física nuclear experimental. Trabajó en el CERN y fue el primer rector laico de la Universidad Católica de Lovaina.

    Gregorio Marañón (1887-1960). Médico y científico español. Católico. Fue el fundador de la endocrinología en España.

    José María Albareda (1902-1966). Científico español. Sacerdote católico. Doctor en Farmacia. Fue el primer secretario general del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y el primer rector de la Universidad de Navarra.

    George Ellis (1939). Cosmólogo sudafricano. Cuáquero. Coautor del libro “La estructura a gran escala del espacio-tiempo” junto al físico británico Stephen Hawking.

    Mary Kenneth Keller (1914-1985). Informática estadounidense. Religiosa católica. Fue la primera persona que se doctoró en Informática y la primera mujer en obtener un doctorado en Computación.

    Russell Stannard (1931). Físico británico. Cristiano creyente. En 1998 La Reina Isabel II le nombró oficial de la Orden del Imperio Británico por sus contribuciones a la física, la Universidad Abierta y la popularización de la ciencia.

    Karl Stern (1906-1975). Neurólogo y psiquiatra canadiense. Católico. Hizo investigaciones sobre neuropatología y psicoanálisis.

    Charles Coulson (1910-1974). Matemático y químico británico. Metodista. Fue un pionero de la aplicación de la teoría cuántica de valencia a problemas de estructura molecular, dinámica y reactividad.

    Arthur Peacocke (1924-2006). Bioquímico británico. Sacerdote anglicano. Fue pionero en investigar los principios de la química física del ADN.

    Buzz Aldrin (1930). Ingeniero, Doctor en Ciencias y astronauta estadounidense. Presbiteriano. Fue la segunda persona en pisar la Luna, en 1969.

    Owen Gingerich (1930). Astrónomo estadounidense. Cristiano creyente. Gran divulgador científico, dirigió el comité de la Unión Astronómica Internacional para la definición de planeta.

    Stanley László Jáki (1924-2009). Físico húngaro. Sacerdote católico. Recibió el premio Lecompte du Noüy en 1970 y el premio Templeton en 1987.

    Arthur Compton (1892-1962). Físico estadounidense. Presbiteriano. Descubrió el efecto Compton de los fotones de rayos X.

    Theodosius Dobzhansky (1900-1975). Genetista ucraniano. Cristiano ortodoxo. Es uno de los fundadores de la segunda oleada de la síntesis evolutiva moderna.

    * FUENTE LISTADO CIENTÍFICOS: Gobierno de Canarias.



    https://www.larazon.es/lifestyle/202...fhcutvc2y.html
    Alejandro Farnesio dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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    Re: «Ciencia y fe» por Juan Manuel de Prada

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    El supuesto conflicto nace de teorías empíricamente no verificadas o inverificables


    «No hay guerra entre la ciencia y la Iglesia»,

    dice el físico Robert Kurland, experto en antimateria

    El hombre estudia el Universo y descubre las leyes que lo describen, pero no existe forma racional de considerar esas leyes como imprescriptibles.

    "Hace unos 22 años, cuando acudía a catequesis preparándome para entrar en la Iglesia, me causaba problemas el fenómeno de la Eucaristía, la transustanciación. Como físico, no podía entender que el cuerpo pudiese convertirse en la carne de Cristo y el vino en su Sagrada Sangre. El viejo y sabio sacerdote que me instruía me preguntó: '¿Crees en el milagro de la Resurrección de Cristo?' Le respondí: 'Sí, por supuesto, ¡por eso voy a hacerme católico!' Y entonces él dijo: 'Bien, pues si crees en un milagro, ¿por qué no en otro, o en más?' Esa respuesta tuvo mucho sentido para mí".

    Converso en la edad tardía

    Así evoca Robert Kurland, físico experto en antimateria, ese momento de su incorporación a la Iglesia, en 1995, cuando ya tenía 64 años de edad. Se doctoró en Física Química en Harvard en 1956 y dedicó una parte de su vida a la mecánica cuántica, enseñando en el Carnegie Institute of Technology y en la Universidad del estado de Nueva York.

    Algunas de sus aportaciones de 1970 a la resonancia nuclear magnética (la bautizada como ecuación Kurland-McGarvey) mantienen su vigencia descriptiva casi medio siglo después. Sus estudios de biología molecular le llevaron posteriormente a instituciones de investigación médica como el Roswell Cancer Institute o la Clínica Cleveland.

    Robert Kurland.

    Tras su jubilación, Robert Kurland ejerce tareas de apostolado en la cárcel y en el hospital y toca en el grupo musical de su parroquia, además de escribir sobre apologética católica basada en la ciencia.

    Años después de su conversión, el doctor Kurland inició el blog Reflexiones de un científico católico, y entre otras obras escribió un libro donde afronta las principales cuestiones que surgen en cuanto al supuesto conflicto entre la ciencia y la fe y cuyo subtítulo es un pensamiento de Juan Pablo II sobre el particular: Science versus the Church. "Truth cannot contradict the truth" [La Ciencia contra la Iglesia. "La verdad no puede contradecir a la verdad"].

    En él aborda las vías de conocimiento, los límites del conocimiento científico, una breve historia de las relaciones entre la Iglesia y la ciencia, la creación ex nihilo, el principio antrópico, la evolución, el alma, los milagros...

    Leyes descriptivas, no prescriptivas

    Kurland, que desde 2005 es oblato de la Orden de San Benito, se confiesa seguidor de las tesis del célebre cosmólogo benedictino húngaro-norteamericano Stanley L. Jaki (1924-2009) sobre los límites de una ciencia sin límites.


    "Para responder a la pregunta '¿ser o no ser?' no nos sirven los manuales científicos", decía el padre Jaki. Y en una línea similar, Kurland aporta en su libro conclusiones taxativas: "Nada de lo que conocemos sobre el mundo según teorías científicas empíricamente verificadas está en conflicto con la doctrina católica. Cuando aparece el conflicto, éste procede de teorías que no han sido verificadas por la observación y que, en la mayoría de los casos, nunca podrán serlo. Al igual que numerosas teorías cosmológicas, las teorías sobre el origen del Universo (y si tuvo origen o no) son inverificables y resposan sobre el dominio de lo que podría denominarse mejor como 'metafísica matemática'. En resumen: no hay guerra entre la ciencia y la Iglesia".

    La alusión a las matemáticas no es casual. Tal como hiciera el físico y filósofo católico francés Pierre Duhem (1861-1916) en su obra fundamental, La teoría física, Kurland sostiene que "las leyes de la naturaleza no son leyes prescriptivas, sino intentos descriptivos de suministrar un 'cuadro matemático' sobre nuestro mundo".

    Pierre Duhem, científico católico: su obra "La teoría física", publicada en 1906 como libro (lo había sido en forma de artículos en 1904-05) es una de las obras cumbre de la filosofía de la ciencia en el siglo XX.

    Ésa es la razón por la cual, en ocasiones, teorías elaboradas sobre resultados matemáticos adecuadamente descritos por unas determinadas leyes, se revelan posteriormente falsas o insuficientes, permaneciendo válidos sin embargo tanto los resultados matemáticos como las leyes que los describen en un ámbito determinado, pero que pierden su generalidad interpretativa. La transición entre la mecánica clásica y la mecánica cuántica o entre la física no relativista y la física relativista son paradigmáticas en este sentido.

    No hay objeción científica al milagro

    Por ese motivo, sostiene Kurland, esto es, porque las leyes de la naturaleza son descriptivas y no prescriptivas, para un científico los milagros no suponen ningún problema. El milagro no viola la ley, sino que suspende su aplicación: "La primera característica de un milagro es que se relaciona con la fe en Dios. Es un acto o un signo que proviene de Dios. Se considera que los milagros son sucesos raros, sobrenaturales, no ligados a la ley natural. Sin duda no todos los sucesos raros son milagros, pero los milagros existen".

    Y ¿qué son? "Quien cree en la omnipotencia y en la omnisciencia divinas podría preguntarse por qué Dios, como sugería C.S. Lewis, no introduce en la naturaleza sucesos que nosotros, según nuestros esquemas, pudiésemos considerar un milagro. La respuesta es siempre la misma, a saber, que las llamadas leyes de la naturaleza son descriptivas y no prescriptivas. Dios no puede hacer que 2 más 2 sean 5. Sin embargo, puede curvar el espacio de modo que la suma de los ángulos interiores de un triángulo no sea 180°. En otras palabras: Dios puede hacer posible lo que es lógico, pero al mismo tiempo difícil. Pero no puede hacer posible lo que en el plano lógico es imposible".

    Y de hecho, destaca que "la irracional eficacia de las matemáticas en las ciencias naturales" de la que hablaba Eugene Wigner (1902-1995), Premio Nobel de Física en 1963, es "una especie de milagro en sí misma". ¿Por qué un instrumento puramente racional como las matemáticas sirve para describir un mundo que existe antes de que existiese la razón humana, supuestamente surgida por azar a partir de ese mismo mundo?

    Tras señalar que "la Iglesia católica es muy cuidadosa antes de señalar milagros", Kurland afirma que cree definitivamente en ellos sin necesidad de renunciar a su condición de científico: "Mi fe en los milagros no contradice mi creencia en que la ciencia es un instrumento maravilloso para comprender el mundo y ayudarnos a apreciar la belleza descrita en el Salmo 19: La gloria de Dios cuentan los cielos y la obra de sus manos pregona el firmamento".

    Publicado en ReL el 7 de septiembre de 2016 y actualizado.



    To T.L.A., also a bright physicist



    https://www.religionenlibertad.com/c...sia-dice-.html
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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