Cada día lo tengo más claro, con el CVII nació una nueva iglesia. No fué una reforma, tal y como se llegó a afirmar, ni un aggiornamento, sino una demolición. Se produjo un cisma promovido desde las mismas entrañas de la curia vaticana, de tal calibre que sus jerarcas no quieren ni oír hablar de nada, ni nadie, que sea anterior al concilio (la fecha de su fundación). Jamás el demonio había acertado antes a dar un golpe más certero.
Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II... ¡qué tres patas para un banco!. ¿Y para qué más puntos de apoyo en los altares papales modernistas...?. La física dice que con tres ya es más que suficiente para encontrar el equilibrio perfecto. Más patas... quizás, hasta les desequilibraría el invento.
Pío IX y Pío XII habrán de esperar por el momento...
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