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Tema: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

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    URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum


    Por
    RORATE CÆLI


    16/07/2021



    Tal como adelantó Adelante la Fe/Rorate caeli en exclusiva en español, se ha publicado hoy la defenestración de Summorum Pontificum
    Motu Proprio Traditionis Custodes SOBRE EL USO DE LA LITURGIA ROMANA ANTES DE LA REFORMA DE 1970

    Guardianes de la tradición, los obispos, en comunión con el obispo de Roma, constituyen el principio visible y el fundamento de la unidad en sus Iglesias particulares. [1] Bajo la guía del Espíritu Santo, mediante el anuncio del Evangelio y la celebración de la Eucaristía, gobiernan las Iglesias particulares que les han sido confiadas. [2]

    Promover la armonía y la unidad de la Iglesia, con solicitud paternal hacia quienes en algunas regiones se adhirieron a las formas litúrgicas anteriores a la reforma deseada por el Concilio Vaticano II, mis Venerados Predecesores, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, han concedido y regularon la facultad de utilizar el Misal Romano publicado por San Juan XXIII en el año 1962. [3] De esta manera pretendían «facilitar la comunión eclesial a aquellos católicos que se sienten ligados a unas formas litúrgicas anteriores» y no a otras. [4]

    A raíz de la iniciativa de mi Venerable Predecesor Benedicto XVI de invitar a los obispos a verificar la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum , tres años después de su publicación, la Congregación para la Doctrina de la Fe llevó a cabo una amplia consulta a los obispos en 2020, la cuyos resultados se han examinado detenidamente a la luz de la experiencia adquirida en los últimos años.

    Ahora, habiendo considerado los deseos formulados por el episcopado y habiendo escuchado la opinión de la Congregación para la Doctrina de la Fe, deseo, con esta Carta Apostólica, continuar aún más en la búsqueda constante de la comunión eclesial. Por lo tanto, me pareció apropiado establecer lo siguiente:

    Art. 1. Los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.

    Art. 2. El obispo diocesano, como moderador, promotor y custodio de toda la vida litúrgica en la Iglesia particular que le ha sido confiada, [5] es responsable de regular las celebraciones litúrgicas en su propia diócesis. [6] Por tanto, es de su exclusiva competencia autorizar el uso del Missale Romanum de 1962 en la diócesis, siguiendo las directrices de la Sede Apostólica.

    Art. 3. El obispo, en las diócesis en las que hasta ahora haya presencia de uno o más grupos celebrando según el Misal anterior a la reforma de 1970:

    § 1. Velar por que tales grupos no excluyan la validez y legitimidad de la reforma litúrgica, de los dictados del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Supremos Pontífices;
    § 2. indica uno o más lugares donde los fieles adheridos a estos grupos pueden reunirse para la celebración eucarística (pero no en las iglesias parroquiales y sin erigir nuevas parroquias personales);
    § 3. establecer en el lugar indicado los días en que se permiten las celebraciones eucarísticas con el uso del Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962. [7] En estas celebraciones las lecturas deben proclamarse en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobada por las respectivas Conferencias Episcopales;
    § 4. Nombrar un sacerdote que, como delegado del obispo, se encargue de las celebraciones y de la pastoral de dichos grupos de fieles. El sacerdote es apto para este oficio, es competente para utilizar el Missale Romanum antes de la reforma de 1970, tiene un conocimiento de la lengua latina que le permite comprender plenamente las rúbricas y los textos litúrgicos, está animado por una viva caridad pastoral, y sentido de comunión eclesial. De hecho, es necesario que el sacerdote encargado se preocupe no sólo por la celebración digna de la liturgia, sino también por la atención pastoral y espiritual de los fieles.
    § 5. En las parroquias personales erigidas canónicamente en beneficio de estos fieles, efectuará una evaluación adecuada de su utilidad real para el crecimiento espiritual, y evaluará si las mantendrá o no.
    § 6. Se cuidará de no autorizar la constitución de nuevos grupos.

    Art. 4. Los sacerdotes ordenados después de la publicación de este Motu proprio, que pretendan celebrar con el Missale Romanum de 1962, deberán presentar una solicitud formal al Obispo diocesano que consultará a la Sede Apostólica antes de otorgar la autorización.

    Art. 5. Los sacerdotes que ya celebran según el Missale Romanum de 1962 pedirán autorización al obispo diocesano para seguir haciendo uso de la facultad.

    Art. 6. Los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, erigidos entonces por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, son competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

    Art. 7. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, para los asuntos de su competencia, ejercerán la autoridad de la Santa Sede, supervisando el cumplimiento de estas disposiciones. .

    Art. 8. Se derogan las normas, instrucciones, concesiones y costumbres precedentes que no cumplan con lo dispuesto en este Motu Proprio .

    Todo lo que he deliberado con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio , ordeno que sea observado en todas sus partes, a pesar de todo lo contrario, aunque sea digno de mención particular, y establezco que sea promulgado mediante publicación. en el periódico «L’Osservatore Romano», que entró inmediatamente en vigor y posteriormente se publicó en el Comentario Oficial de la Santa Sede, Acta Apostolicae Sedis .

    Dado en Roma, junto a San Juan de Letrán, el 16 de julio de 2021 Memoria litúrgica de Nuestra Señora del Carmen, noveno de Nuestro Pontificado.

    FRANCISCO
    ____________________
    [1] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
    [2] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, 21 de noviembre de 1964, n. 27: AAS 57 (1965) 32; CONC. ECUM. IVA. II, Decr. sobre la misión pastoral de los obispos en la Iglesia «Christus Dominus», 28 de octubre de 1965, n. 11: AAS 58 (1966) 677-678; Catecismo de la Iglesia Católica , n. 833.
    [3] Véase JUAN PABLO II, Litt. Ap. Motu proprio datae «Ecclesia Dei», 2 de julio de 1988: AAS 80 (1998) 1495-1498; BENEDICTO XVI, Litt. Ap. Motu proprio datae “Summorum Pontificum”, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 777-781; Litt. Ap. Motu proprio datae “Ecclesiae unitatem”, 2 de julio de 2009: AAS 101 (2009) 710-711.
    [4] JUAN PABLO II, Litt. Ap. Motu proprio datae “Ecclesia Dei”, 2 de julio de 1988, n. 5: AAS 80 (1988) 1498.
    [5] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, n. 41: AAS 56 (1964) 111; Caeremoniale Episcoporum , n. 9; CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instr. sobre algunas cosas que deben observarse y evitarse con respecto a la Santísima Eucaristía “Redemptionis Sacramentum”, 25 de marzo de 2004, nn. 19-25: AAS 96 (2004) 555-557.
    [6] Cfr. CIC , can. 375, § 1; lata. 392.
    [7] Ver CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Decreto «Quo magis» sobre la aprobación de siete nuevos prefacios para la forma extraordinaria del Rito Romano, 22 de febrero de 2020, y el Decreto «Cum sanctissima» sobre la celebración litúrgica en honor de los santos en la forma extraordinaria del rito romano, 22 de febrero de 2020: L’Osservatore Romano , 26 de marzo de 2020, p. 6.

    *****

    CARTA ANEXA DE PRESENTACIÓN DEL MOTU PROPRIO

    Roma, 16 de julio de 2021

    Queridos hermanos en el episcopado:

    como hizo mi predecesor Benedicto XVI con Summorum Pontificum, yo también pretendo acompañar el Motu proprio Traditionis custodes con una carta, para ilustrar las razones que me llevaron a esta decisión. Me dirijo a ustedes con confianza y parresía, en nombre de esa participación en «la preocupación por toda la Iglesia, que contribuye de manera suprema al bien de la Iglesia universal», como nos recuerda el Concilio Vaticano II.[1] .

    Son evidentes para todos las razones que movieron a San Juan Pablo II y Benedicto XVI a conceder la posibilidad de utilizar el Misal Romano promulgado por San Pío V, publicado por San Juan XXIII en 1962, para la celebración del sacrificio eucarístico. La facultad, otorgada por indulto de la Congregación para el Culto Divino en 1984[2] y confirmado por San Juan Pablo II en el Motu proprio Ecclesia Dei de 1988[3] , fue motivado sobre todo por el deseo de favorecer la recomposición del cisma con el movimiento liderado por el arzobispo Lefebvre. La petición, dirigida a los obispos, de acoger con generosidad las «justas aspiraciones» de los fieles que pedían el uso de ese Misal, tenía por tanto una razón eclesial para recomponer la unidad de la Iglesia.

    Esa facultad fue interpretada por muchos dentro de la Iglesia como la posibilidad de utilizar libremente el Misal Romano promulgado por San Pío V, determinando un uso paralelo al Misal Romano promulgado por San Pablo VI. Para regular esta situación, Benedicto XVI intervino muchos años después sobre la cuestión, regulando un hecho dentro de la Iglesia, en el que muchos sacerdotes y muchas comunidades habían «aprovechado con gratitud la posibilidad que ofrece el Motu proprio» de San Juan Pablo II. Subrayando cómo este desarrollo no era previsible en 1988, el Motu proprio Summorum Pontificum de 2007 pretendía introducir «una regulación legal más clara»[4] . Facilitar el acceso a aquellos, incluidos los jóvenes, «que descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran allí una forma particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía».[5] , Benedicto XVI declaró «el Misal promulgado por San Pío V y reeditado por el Beato Juan XXIII como una expresión extraordinaria de la misma lex orandi», otorgando una «posibilidad más amplia de utilizar el Misal de 1962»[6] .

    Apoyando su elección estaba la convicción de que esta disposición no pondría en duda una de las decisiones esenciales del Concilio Vaticano II, socavando así su autoridad: el Motu proprio reconoció plenamente que «el Misal promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la lex orandi de la Iglesia Católica de rito latino «[7] . El reconocimiento del Misal promulgado por San Pío V «como una expresión extraordinaria de la propia lex orandi» no quiso en modo alguno desconocer la reforma litúrgica, sino que fue dictado por el deseo de responder a las «insistentes oraciones de estos fieles». , permitiéndoles «celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962 y nunca abrogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia»[8] . Se consoló en su discernimiento por el hecho de que quienes deseaban «encontrar la forma, querida por ellos, de la sagrada liturgia», «aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y eran fieles al Papa y a los Obispos»[9] . También declaró infundado el miedo a las escisiones en las comunidades parroquiales, porque «las dos formas de uso del rito romano podrían haberse enriquecido».
    [10] . Por ello invitó a los obispos a superar las dudas y los miedos y a recibir las normas, «haciendo que todo transcurra en paz y serenidad», con la promesa de que «se podrían buscar caminos para encontrar un remedio», en caso de que «aparecieran graves dificultades «en la aplicación de la legislación después de» la entrada en vigor del Motu proprio «[11] .

    Trece años más tarde he encargado a la Congregación para la Doctrina de la Fe que les envíe un cuestionario sobre la aplicación del Motu proprio Summorum Pontificum. Las respuestas recibidas revelaron una situación que me duele y me preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Lamentablemente, la intención pastoral de mis predecesores, que habían pretendido «esforzarse al máximo para que todos aquellos que verdaderamente desean la unidad puedan permanecer en esta unidad o encontrarla de nuevo».[12] , a menudo se ha descuidado seriamente. Una posibilidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para recomponer la unidad del cuerpo eclesial en relación con las diversas sensibilidades litúrgicas sirvió para aumentar distancias, endurecer diferencias, construir contrastes que hieren a la Iglesia y se obstaculizar su avance, exponiéndola al riesgo de divisiones.

    Estoy igualmente afligido por los abusos de un lado y del otro en la celebración de la liturgia. Como Benedicto XVI, también yo estigmatizo que «en muchos lugares las prescripciones del nuevo Misal no se celebran fielmente, pero incluso se entiende como una autorización o incluso como una obligación a la creatividad, lo que a menudo conduce a distorsiones hasta el límite de lo que es». soportable «[13]. Sin embargo, me entristece un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la «verdad Iglesia «. Si es cierto que el camino de la Iglesia debe entenderse en el dinamismo de la Tradición, «que nace de los Apóstoles y que avanza en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo» (DV 8), el Concilio Vaticano II constituye el etapa más importante de este dinamismo, recientemente, en la que el episcopado católico escuchó para discernir el camino que el Espíritu indicaba a la Iglesia. Dudar del Concilio significa dudar de las intenciones mismas de los Padres,[14] y, en definitiva, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia.

    El mismo Concilio Vaticano II ilumina el significado de la opción de revisar la concesión permitida por mis predecesores. Entre los votos que los obispos han indicado con más insistencia, se destaca el de la participación plena, consciente y activa de todo el Pueblo de Dios en la liturgia.[15] , en línea con lo que ya afirmaba Pío XII en la encíclica Mediator Dei sobre la renovación de la liturgia[16] . La constitución Sacrosanctum Concilium confirmó esta petición, deliberando sobre «la reforma y aumento de la liturgia»[17] , indicando los principios que debían orientar la reforma.[18] . En particular, estableció que esos principios se referían al Rito Romano, mientras que para los demás ritos legítimamente reconocidos, pidió que sean «prudentemente revisados ​​de manera integral en el espíritu de la sana tradición y dándoles un nuevo vigor según las circunstancias y necesidades de el tiempo»[19] . Sobre la base de estos principios se llevó a cabo la reforma litúrgica, que tiene su máxima expresión en el Misal Romano, publicado en editio typica por San Pablo VI.[20] y revisado por San Juan Pablo II[21] . Por tanto, hay que suponer que el Rito Romano, adaptado varias veces a lo largo de los siglos a las necesidades de la época, no sólo se ha conservado, sino que se ha renovado «en el fiel respeto de la Tradición».[22] . Quien desee celebrar con devoción según la forma litúrgica precedente, no tendrá dificultad en encontrar en el Misal Romano reformado según la mente del Concilio Vaticano II todos los elementos del Rito Romano, en particular el canon romano, que constituye uno de los los elementos más característicos.

    Una última razón que quiero añadir al fundamento de mi elección: la estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y sus instituciones es cada vez más evidente en las palabras y actitudes de muchos, nombre de lo que consideran la «verdadera Iglesia». Este es un comportamiento que contradice la comunión, alimentando ese impulso a la división – “Yo soy de Pablo; Yo, en cambio, pertenezco a Apolo; Yo soy de Cefas; Yo soy de Cristo ”- contra quien el apóstol Pablo reaccionó firmemente[23] . Es para defender la unidad del Cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad otorgada por mis Predecesores. El uso distorsionado que se ha hecho de ellos es contrario a las razones que les llevaron a conceder la libertad de celebrar la Misa con el Missale Romanum de 1962. Ya que «las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es» sacramento de unidad «»[24] , deben hacerse en comunión con la Iglesia. El Concilio Vaticano II, reafirmando los lazos externos de incorporación a la Iglesia -profesión de fe, de los sacramentos, de comunión-, afirmó con san Agustín que es condición para la salvación permanecer en la Iglesia no sólo «con el cuerpo «, sino también» con el corazón «[25] .

    Queridos hermanos en el episcopado, Sacrosanctum Concilium explicó que la Iglesia «sacramento de la unidad» es tal porque es un «Pueblo Santo reunido y ordenado bajo la autoridad de los Obispos».[26] . Lumen gentium, al tiempo que recuerda al obispo de Roma ser «principio perpetuo y visible y fundamento de unidad tanto de los obispos como de la multitud de fieles», dice que ustedes son «principio visible y fundamento de unidad en sus Iglesias locales, en el que y a partir del cual existe la única Iglesia Católica «[27] .

    Respondiendo a sus solicitudes, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio, y de conservar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos. del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano. Me reconforta esta decisión el hecho de que, después del Concilio de Trento, San Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina. Durante cuatro siglos, este Missale Romanum promulgado por San Pío V fue así la principal expresión de la lex orandi del Rito Romano, cumpliendo una función unificadora en la Iglesia. Para no contradecir la dignidad y grandeza de ese rito, los obispos reunidos en concilio ecuménico pidieron su reforma; su intención era que «los fieles no asistan al misterio de la fe como extraños o como espectadores silenciosos, sino que, con plena comprensión de los ritos y oraciones, participen en la acción sagrada de forma consciente, piadosa y activa»[28] . San Pablo VI, recordando que el trabajo de adecuación del Misal Romano ya había sido iniciado por Pío XII, declaró que la revisión del Misal Romano, realizada a la luz de las fuentes litúrgicas más antiguas, tenía como finalidad permitir a la Iglesia elevar, en la variedad de idiomas, «una y la misma oración» expresando su unidad[29] . Tengo la intención de restablecer esta unidad en toda la Iglesia de Rito Romano.

    El Concilio Vaticano II, al describir la catolicidad del Pueblo de Dios, recuerda que «en la comunión eclesial hay Iglesias particulares, que gozan de sus propias tradiciones, sin perjuicio del primado de la cátedra de Pedro que preside la comunión universal de la caridad, garantiza las diversidades legítimas y al mismo tiempo asegura que lo particular no solo no dañe la unidad, sino que la sirva «[30] . Si bien, en el ejercicio de mi ministerio al servicio de la unidad, tomo la decisión de suspender la facultad otorgada por mis predecesores, les pido que compartan conmigo este peso como una forma de participación en la preocupación por toda la Iglesia. En el Motu proprio quise afirmar que corresponde al Obispo, como moderador, promotor y guardián de la vida litúrgica en la Iglesia de la que es principio de unidad, regular las celebraciones litúrgicas. Por tanto, os corresponde autorizar en vuestras Iglesias, como Ordinarios locales, el uso del Misal Romano de 1962, aplicando las normas de este Motu proprio. Sobre todo, te toca a ti trabajar para volver a una forma festiva unitaria, comprobando caso por caso la realidad de los grupos que celebran con este Missale Romanum.

    Las indicaciones sobre cómo proceder en las diócesis están dictadas principalmente por dos principios: por un lado, prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI. y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del «santo pueblo fiel de Dios». Al mismo tiempo, les pido que se aseguren de que toda liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados después del Concilio Vaticano II, sin excentricidades que degeneren fácilmente en abusos. A esta fidelidad a las prescripciones del Misal y a los libros litúrgicos, que reflejan la reforma litúrgica deseada por el Concilio Vaticano II,

    Por ti invoco al Espíritu del Señor Resucitado, para que te haga fuerte y firme en el servicio al Pueblo que el Señor te ha confiado, para que por tu cuidado y vigilancia exprese la comunión incluso en la unidad de un solo Rito, en el que se encuentra una gran riqueza de la tradición litúrgica romana. Rezo por ti. Rezas por mi

    FRANCIS
    __________________
    [1] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
    [2] Ver CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales “Quattuor abhinc annos”, 3 de octubre de 1984: AAS 76 (1984) 1088-1089.
    [3] JUAN PABLO II, Litt. Ap. Motu proprio datae «Ecclesia Dei», 2 de julio de 1988: AAS 80 (1998) 1495-1498.
    [4] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
    [5] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
    [6] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 797.
    [7] BENEDICTO XVI, Litt. Ap. Motu proprio datae “Summorum Pontificum”, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 779.
    [8] BENEDICTO XVI, Litt. Ap. Motu proprio datae “Summorum Pontificum”, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 779.
    [9] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
    [10] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 797.
    [11] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 798.
    [12] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 797-798.
    [13] BENEDICTO XVI, Epistula Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani, 7 de julio de 2007: AAS 99 (2007) 796.
    [14] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
    [15] Véase ACTA ET DOCUMENTA CONSEJO OECUMÉNICO VATICANO II APARANDO , Serie I, Volumen II, 1960.
    [16] Pío XII, Litt. Encyc. «Mediator Dei et hominum», 20 de noviembre de 1947: AAS 39 (1949) 521-595.
    [17] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, nn. 1, 14: AAS 56 (1964) 97.104.
    [18] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, n. 3: AAS 56 (1964) 98.
    [19] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 4 de diciembre de 1963, n. 4: AAS 56 (1964) 98.
    [20] MISSALE ROMANUM ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilios Vaticanos II instauratum auctoritate Pauli PP. VI promulgatum , editio typica, 1970.
    [21] MISSALE ROMANUM ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilios Vaticanos II instauratum auctoritate Pauli PP. VI promulgatum Ioannis Pauli PP. II cura Recognitum , editio typica altera, 1975; editio typica tertia, 2002; (reimpressio emendata, 2008).
    [22] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 3: AAS 56 (1964) 98.
    [23] 1Cor 1 : 12-13.
    [24] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 26: AAS 56 (1964) 107.
    [25] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 14: AAS 57 (1965) 19.
    [26] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 6: AAS 56 (1964) 100.
    [27] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium» 21 de noviembre de 1964, n. 23: AAS 57 (1965) 27.
    [28] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”, 3 de diciembre de 1963, n. 48: AAS 56 (1964) 113.
    [29] PABLO VI, Constitución Apostólica Missale Romanum (3 de abril de 1969), AAS 61 (1969) 222.
    [30] Ver CONC. ECUM. IVA. II, Constitución Dogmática. Sobre la Iglesia «Lumen gentium», 21 de noviembre de 1964, n. 13: AAS 57 (1965) 18.
    (Artículo original)



    https://adelantelafe.com/urgente-pub...anti-summorum/





  2. #2
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    MOTU PROPRIO: Francisco no se equivoca


    Por
    Miguel Ángel Yáñez

    16/07/2021


    Si hacemos una lectura tranquila del Motu Proprio Traditionis Custodes, el llamado Anti-Summorum, hay que reconocer que, desde el punto de vista de Francisco y de la revolución conciliar, es absolutamente coherente y comprensible en sus juicios, justificaciones y medidas: no se equivoca, tras la Misa tradicional hay algo más que una sensibilidad, algo que les inquieta profundamente, y con razón.

    La imposición del Novus Ordo no fue, como nos han querido hacer creer desde Summorum Pontificum, una nueva forma del rito romano que expresaba la misma fe de siempre, sólo que marcando los acentos de forma ligeramente diferente.

    La nueva misa ha sido, y es, el ariete con el que el modernismo ha destruido las puertas de la antigua Fe para reemplazarla por una nueva mediante el Lex Orandi, Lex Credendi; por algo los cardenales Otavianni y Bacci la definieron como “alejada en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa”.

    ¿Les parece exagerada esta afirmación? Contra factun non valet argumentum,contra hechos no hay argumentos que valgan, simplemente hagan una simple encuesta en cualquier iglesia llena los domingos y pregunten sobre dogmas de Fe, sobre lo que es la Santa Misa, sobre la transubstanciación, sobre la moral más básica sexual y en todos los órdenes, y descubrirán que la gran mayoría de las personas y el clero -con sotana y sin sotana- que hay allí dentro conservan apenas escasos vestigios de la verdadera Fe.

    Se comprenderá pues como el intento imposible de Benedicto XVI por cuadrar el círculo, queriendo unificar dos supuestas “formas” y a su vez querer difuminar las dudas sobre el Vaticano II con su absurda hermenéutica de la continuidad -nunca demostrada ni siquiera expuesta sistemáticamente-, no podía sino explotar en algún momento, porque no es posible, a no ser que renunciemos a la lógica y el principio de no contradicción, sintetizar un supuesto único rito romano bicéfalo con dos cabezas ontológicamente concebidas para destruirse la una a la otra, porque cada una no es que exprese lo mismo con un ligero acento diferente, sino que expresan exactamente lo opuesto. No puede haber síntesis, enriquecimiento ni paz litúrgica que valga entre un rito concebido para destruir la teología católica de la Santa Misa y otro para engrandecerla.

    No olvidemos, como ya expuse en un anterior artículo, que Summorum Pontificum no es más que el resultado de una de las condiciones de las negociaciones en su época con la Fraternidad San Pío X, que no fructificaron y todo quedo en una inmensa “patata caliente” en manos del Vaticano de la que han picoteado multitud de grupos hasta el día presente.

    Esta tensión innata al monstruo de dos cabezas creado por Benedicto, no sólo se percibe en nuestro lado, sino que ellos también la conocen perfectamente, y saben que igual que usan el novus ordo para destruir la fe de siempre, nosotros “usamos” la Misa Tradicional como muralla defensora contra su ariete, y que esto no es una cuestión de sensibilidades, de gusto por el incienso o los “trapos”, sino que hay subyacente firme e inevitablemente, una enmienda a la totalidad a todo el modernismo surgido del, por y en el Vaticano II, e impuesto a machacamartillo por todos los papas postconciliares que ahora “santifican” y “beatifican” a marchas forzadas.

    El propio Benedicto XVI era consciente de ello cuando impuso como condición para aprovecharse de los beneficios de Summorum la condición sine qua nom de no oponerse al novus ordo, imponiendo así de facto una ley de silencio que muchos lamentablemente acogieron incautamente queriendo ser uno más en la gran orquesta conciliar de la diversidad.

    Francisco, pues, no ha hecho más que concluir esta condición, al observar -con razón- que lo que se mueve en torno a la Misa tradicional no es sólo una sensibilidad especial por lo antiguo, sino que es la punta del iceberg de todo un ejército que se opone a todo lo que ellos han “construido” durante 50 años; y esto les aterroriza y les duele profundamente, por lo que no cabe otra que destruirlo. De alguna forma, este Motu Proprio clarifica y certifica lo irreconciliable de ambos ritos.

    Espero que esto sirva de lección para aprender que el combate por la Fe debe anteponerse incluso al privilegio de poder tener la Misa tradicional, y que no hay dádiva que pueda hacernos callar, disimular o contemporizar con los destructores de la Iglesia. No será por estrategias humanas que se gane esta guerra, sino por la fidelidad al depósito de la Fe incluso a costa de nuestro sacrificio personal y espiritual.


    https://adelantelafe.com/editorial-m...o-se-equivoca/








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  3. #3
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Ahora toca esperar reacciones ante esta situación claramente cismática, y los cismáticos están en Vaticano. Pero una de las primeras ya se ha producido:

    Mons. Cordileone: «La Misa Tradicional en Latín seguirá estando disponible aquí en la Archidiócesis de San Francisco»

    Uno de los primeros obispos diocesanos en manifestarse tras la publicación del Motu Proprio «Traditionis Custodes» ha sido Mons. Salvatore Cordileone, arzobispo de San Francisco (California, EE.UU), quien ha asegurado que la Misa tridentina seguirá celebrándose en su iglesia local.


    https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=41046

    Vamos, papel mojado de Bergoglio y ganas de seguir deconstruyendo dos mil años de la Iglesia, pues no está ya para muchos trotes.
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    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  4. #4
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Esta es la última ocurrencia (o salvajada) que han perpetrado; afirma el Papa que: "Estoy igualmente afigido por los abusos de un lado y de otro en la celebración de la liturgia". Me pregunto qué narices de "abuso" puede haber en celebrar por el Rito Romano que es el de la mayoría de los santos que han existido hasta hoy. Con esta revocación abofetea a Benedicto XVI, que está viendo con sus propios ojos las consecuencias de haber abandonado el Pontificado (caso insólito) en vida; solo para comprobar como la Iglesia cae en manos de insensatos. Todo esto me parece gravísimo, ya que se trata de acciones no de simples católicos como nosotros, sino de los pastores y más altos ministros de la Iglesia. Cuando lo he visto en una noticia a través del teléfono NO podía CREERLO.

    La carta anexa al nuevo Motu Proprio es un batiburrillo contradictorio y farragoso que resulta incomprensible; con frases impropias como esa de: "Sobre todo te toca a ti (al obispo) trabajar para volver a una forma festiva unitaria, comprobando caso por caso la realidad de los grupos que celebran este Missale Romanum"...

    El padre Don Francisco José Delgado de la Diócesis de Toledo, que por cierto no celebra la misa en latín, no ha tardado en contestar al Papa valientemente apareciendo su intervención en el siguiente artículo:

    https://www.libertaddigital.com/inte...o-xvi-6801700/
    Última edición por DOBLE AGUILA; 18/07/2021 a las 00:53
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  5. #5
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Editorial de Rorate Caeli: No hay que hacer caso del rencoroso y vengativo ataque a la Misa en latín

    A pesar de la confianza que teníamos en las fuentes que preveían para hoy elajuste de cuentas contra Summorum pontificum y la Misa tradicional tal como la conocemos, en el fondo albergábamos la esperanza de que no se tratara más que de un rumor infundado. Al fin y al cabo, SS Benedicto XVI no sólo está vivo, sino plenamente consciente y viste la talar blanca mientras pasea por los jardines vaticanos. ¿Cómo iba un papa en funciones a tener la arrogancia de humillar públicamente a un papa emérito de 94 años?

    Por desgracia, la respuesta es afirmativa. Jorge Mario Bergoglio es, indudablemente, el pontífice más arrogante en la historia de la Iglesia Católica. Desde el primer día, por no decir antes, todo se ha centrado en él, sea lo que sea. Los medios dominantes de difusión lo calificaron de humilde por gestos teatrales como vestir ropa barata y andar con una bolsa en la mano, pero lo cierto es que Bergoglio es un ser vengativo. Un papa revanchista. Un jesuita resentido y amargado que se venga y desquita.

    ¿Cómo debe responder el católico tradicional a este último ataque contra la Misa y los amantes de la Tradición? Pues muy sencillo: desentendiéndose. No haciendo caso de su mensaje. Haciendo caso omiso de sus motivaciones, fruto de puro odio y sed de revancha. Tranquilos, y sigan como si no hubiera pasado nada.

    Los sacerdotes: Sigan como hasta ahora rezando la Misa Tradicional sin cambiar nada, excepto que celebren más.

    Los obispos: Sigan como hasta ahora. No piensen que hay necesidad de alterar nada en su diócesis. ¿Hay buenos y santos sacerdotes que celebran la Misa Tradicional a laicos ávidos de los sacramentos de siempre? ¿Y eso es un problema? Si ofrecer un sacrificio reverente –el Cuerpo, Sangre, Alma y divinidad del Señor– es un problema, no podemos hacer nada. Pero si los católicos de vuestras diócesis se nutren espiritualmente con los libros de 1962, pues por lo que más quieran, fomenten eso. ¡El resto de la Iglesia se muere a pasos agigantados! ¡A quién se le ocurre amputar el miembro sano! No les pedimos necesariamente que hablen contra el Papa actual; pero tampoco tienen que esforzarse por asestar una bofetada a los católicos tradicionales de su diócesis. Somos vuestra grey, tanto como otros que asesinan a bebés sin que dejen de darles de comulgar.
    Es lamentable, pero cierto: se está librando una guerra por el corazón y el alma de la Iglesia Católica. Existen actualmente, más o menos, dos bandos. En uno está Joseph Ratzinger, que se ocupó en recuperar tradiciones seculares de la Iglesia fundada por Jesucristo. Aunque no reconozca públicamente la división, pero numerosos sacerdotes y fieles están de su parte. En el otro está Jorge Bergoglio, el jesuita que era harto conocido en la Iglesia argentina como enemigo acérrimo de la Misa Tradicional y de cuantos rinden culto a Dios con los libros de antes. En su habitual estilo humilde, habla de la gigantesca división que reina en la Iglesia despotricando constantemente contra los católicos tradicionalistas y burlándose de ellos, incluso de los que ofrecieron ramilletes de oración por él mientras estaba enfermo.

    Nos toca, pues, elegir bando. ¿Nos ponemos en las filas de la Tradición, o cederemos a las novedades? ¿Aceptaremos el odio y la revancha de Francisco el Humilde o nos postraremos ante las hermosas enseñanzas que nos transmitió el papa Benedicto hace catorce años corroborando siglos de tradición? Parte de la elección consiste en hacer caso omiso del último acto de odio y venganza que ha cometido contra los católicos tradicionalistas. Ya basta.

    No cedan.

    No se rindan.

    Aguanten.

    Sigan reconstruyendo.

    Celebren más misas tradicionales, sin cambiar nada.

    Asistan fielmente a más misas tradicionales.

    Rueguen por el papado. Imploren a San Pedro que cuando Dios lo vea oportuno nos mande un papa santo que sea un fiel pastor de todos.

    No hagan caso del promotor de odio y venganza, sus obras y sus pompas.

    ¡VIVA CRISTO REY!


    https://adelantelafe.com/editorial-r...misa-en-latin/

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  6. #6
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Traditionis custodes y la irreversibilidad imposible


    Carlos Esteban | 19 julio, 2021

    El reciente motu proprio papal que deroga el que promulgara solo 14 años atrás su predecesor, Benedicto XVI, es quizá el paso más brusco y contestado del Papa Francisco en su notoria obsesión por hacer irreversibles las reformas, una misión imposible.

    El drama de este pontificado es que se basa cada vez más en un amasijo de contradicciones. Cada día es más frecuente en el Santo Padre la diatriba contra la ‘rigidez’, pero el propio discurso, por incesante, resulta sobremanera rígido, inflexible.

    Se habla también de continuo de misericordia; incluso se quiere motejar este pontificado como el pontificado de la misericordia, pero el trato que se da al creciente número de fieles que asisten a la Misa Tradicional en este motu proprio no es ni mucho menos el primer ejemplo de decisiones implacables contra los disidentes de la ‘renovación’: los comisariamientos y disoluciones tajantes se han sucedido desde el principio.


    La sinodalidad, la colegialidad y la descentralización en la toma de decisiones es otro ‘ritornello’ al que se le va a dedicar incluso un ‘sínodo de sínodos’, pero nunca ha sido tan cierto en la jerarquía que el que se mueva no sale en la foto, y el margen de actuación para diócesis y conferencias episcopales solo funciona en una dirección, nunca en la contraria. Roma ha intervenido directamente sobre las deliberaciones de la Iglesia de Estados Unidos, por ejemplo, en dos ocasiones flagrantes: cuando prohibió a la asamblea aprobar un política propia para luchar contra el encubrimiento de abusos sexuales y, más recientemente, cuando Luis Ladaria, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, advirtió a los obispos veladamente que no aprobaran una política nacional de negar la comunión a políticos abortistas.

    El ‘diálogo’ y la ‘escucha atenta’, que se han presentado como el bálsamo de Fierabrás, la panacea en cualquier conflicto, se ha negado a cualquiera que muestre algún apego a las tradiciones de la Iglesia, empezando por los cuatro cardenales que presentaron los Dubia sobre la carta postsinodal Amoris laetitia y terminando en este mismo motu proprio.

    Por último, el ardiente anhelo de Su Santidad de hacer irreversibles sus reformas cae en la evidente contradicción de que son reformas, es decir, de que revierten decisiones de sus predecesores. Un Papa no puede ‘atar’ a sus sucesores con una decisión, se aduce para justificar Traditionis custodes; pero ese mismo argumento sirve para entender que no puede haber nada irreversible en lo que decida Francisco.

    Solo hay que leer la bula Quo primum, por la que el Papa San Pío V instituyó el canon de esa misma misa que ahora se intenta suprimir, partes como esta: “que a este Misal justamente ahora publicado por Nos, nada se le añada, quite o cambie en ningún momento y en ésta forma Nos lo decretamos y Nos lo ordenamos a perpetuidad”. O, en el último párrafo: “Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea licito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición. Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo”.


    https://infovaticana.com/2021/07/19/...dad-imposible/
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  7. #7
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    "Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo”.
    (San Pio V).
    "Y día a día enseñaba en el templo. Mas los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando perderle". (Lc. 19,47).
    "Os excluirán de las sinagogas, y aun vendrá tiempo en que cualquiera que os quite la vida, creerá hacer un obsequio a Dios". (Jn.16,2).
    "Sed sobrios y estad en vela: vuestro
    adversario el diablo ronda, como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe...".
    (I, Pedro, 5,8).
    "...así ahora muchos se han hecho anticristos...De entre nosotros han salido, más no son nuestros, si fueran nuestros habrían permanecido con nosotros...Lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros" (Jn.2, 18-
    19 y 24).
    "Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, más por dentro son lobos rapaces. Los conoceréis por sus frutos". (Mat.7,15).

    En nuestro país como Primado de la Argentina Bergoglio persiguió con grosera dureza a los sacerdotes que celebraban la misa de siempre.
    Si bien nunca lo hizo de frente sino por medio de emisarios.
    Con la FSSPX no se metió evitando así generar conflictos que "políticamente" no le convenían.
    Ahora en un acto de inaudita arbitrariedad, despotismo, absolutismo, resentimiento, autocracia, intolerancia, injusticia, impiedad e inmisericordia,
    se manda su inflexible garrotazo contra los atribulados, perseguidos, y maltratados fieles Tradicionalistas.
    Y lo hace con una hipocresía y fariseísmo digno de Caifás.
    San Miguel Arcángel defiendenos en la batalla...

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  8. #8
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Reacción de la peregrinación París-Chartres a Traditionis Custodes


    Por INFOVATICANA | 20 julio, 2021

    La asociación Notre-Dame de Chrétienté organiza desde hace años la famosa peregrinación de Pentecostés de París a Chartres que reúne a miles de jóvenes católicos. Reproducimos su comunicado de prensa a propósito del motu proprio Traditionis Custodes:

    «Notre-Dame de Chrétienté expresa su gran tristeza por el motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco que no muestra más que desprecio por los católicos llamados tradicionalistas. Rezaremos especialmente por el Papa emérito Benedicto XVI que, en vida, está viendo arrasada su obra de reconciliación.

    La peregrinación tradicional de la cristiandad creada en 1983 había creído en las promesas de San Juan Pablo II y del cardenal Ratzinger en 1988: “Tenéis vuestro lugar en la Iglesia, tal como sois». Es manifiesto que la situación ha cambiado y la urgencia es ahora reavivar la guerra litúrgica. El argumento invocado deja atónito: ¡poner bajo control a los jóvenes sacerdotes diocesanos atraídos por la misa tradicional! ¡La intención del Papa es levantar un muro para impedir que la gente descubra la rica espiritualidad de la Misa Tridentina!


    Más allá de la rabia que llegaremos a controlar, en esta dolorosa situación seguimos confiando. El clericalismo autoritario nunca funciona bien y el motu proprio será difícilmente aplicable en una Iglesia que se encuentra en una situación catastrófica y que tiene muchas otras dificultades: las que el Vaticano pretende no ver.

    Notre-Dame de Chrétienté seguirá reuniendo a miles de peregrinos, poco importa que sea en tiempos de persecución… ya lo hemos vivido. Nos adaptaremos a las intemperies, al covid, al motu proprio, … como siempre, caminando y rezando por la Santa Iglesia, nuestras patrias y la esperanza de nuestra salvación.

    Nuestra Señora de la Santa Esperanza, conviértenos.

    Virgen Santísima, ayuda al Papa Francisco en su pontificado.

    San José, protege a la Iglesia.

    Jean de Tauriers

    Presidente NDC»


    https://infovaticana.com/2021/07/20/...onis-custodes/
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    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  9. #9
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Los obispos responden con respetuosa resistencia a Traditionis custodes



    Carlos Esteban | 20 julio, 2021


    Su Santidad no puede estar muy satisfecho con la respuesta generalizada a su sorpresivo motu proprio Traditionis custodes. No me refiero a la reacción dolorida y a veces airada de los adeptos a la Misa Tradicional, sino a la fría acogida de una mayoría de los obispos.

    El impacto de Summorum pontificum y su liberalización de la llamada Forma Extraordinaria fue, hay que reconocer, más bien marginal en el mundo católico salvo en tres países: Inglaterra, Francia y Estados Unidos. En ellos proliferaron las parroquias que ofrecen misas en el viejo rito, con un éxito creciente, sobre todo en el sector de la población que menos esperaba y al que nunca se refiere Francisco: los jóvenes.

    Y es precisamente en estos países donde los obispos, en quienes ahora se deposita la facultad exclusiva de seguir permitiendo o prohibir el rito que tanto molesta a los renovadores, parecen haber optado por la cautela y la permisividad, manteniendo en la mayoría de los casos las cosas como están. Es significativo que las grandes excepciones de las que hemos informado aquí, la del obispo portorriqueño de Mayagüez, y la de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, se refieren a lugares que no contaba con Misas Tradicionales, o en las que eran muy marginales.


    No es que los obispos se hayan vuelto tradicionalistas de repente, lejos de ello. Siguen siendo los mismos vendedores de conversiones ecológicas y escuchas atentas, tan LGTB-friendly como se quiera. Es, sencillamente, que el Summorum pontificum trajo la paz litúrgica a sus diócesis y no ven razón alguna para reiniciar una guerra sin sentido. No comparten, en fin, la visión del Santo Padre sobre la peligrosidad inminente de los tradicionalistas, y prefieren la fiesta en paz.

    Los franceses han dado una respuesta conjunta, llena de sutileza y buenas palabras pero inequívoca en su mensaje de fondo: Gracias, no, gracias. Estamos bien como estamos, y los ‘tradis’ representan en nuestras diócesis el elemento más vivo, con más potencial de crecimiento: no les vamos a empujar a las catacumbas.

    En Estados Unidos e Inglaterra ha sido más individual, obispo por obispo, una nutrida parte de ellos anunciando de inmediato a sus fieles que, por ahora, las cosas van a seguir como hasta la fecha, con las Misas previstas. Ese “por ahora” hace temer a muchos, pero es improbable que a corto y medio plazo muchos quieran iniciar una guerra de ritos.

    Algunos han sido sucintos, con meros anuncios de continuidad para tranquilizar a su rebaño. Pero otros, como el arzobispo de San Francisco Salvatore Cordileone que, haciendo honor a su apellido (corazón de león, en italiano), se ha explayado un tanto en su aviso. “La Misa es un milagro en cualquier forma: Cristo viene a nosotros, en la carne bajo la apariencia de Pan y Vino. La unidad en Cristo es lo que importa. Por tanto, la Misa Tradicional seguirá estando aquí en la Archidiócesis de San Francisco a disposición de los fieles en respuesta a sus legítimas necesidades y deseos”.

    Por lo demás, las diócesis más refractarias al viejo rito tienen poco que reprimir: pese a la presunta libertad de Summorum pontificum, un obispo dispone de mil maneras para disuadir a sus sacerdotes de que oficien en la Forma Extraordinaria, de modo que en sus territorios apenas existían tales misas.

    Todo esto parece indicar que el Santo Padre ha gastado un montón de pólvora en falso, llamando la atención sobre una obsesión personal que no destaca por su capacidad de diálogo o misericordia, y no ha logrado, en principio, su propósito: los obispos más deseosos de reprimir la Misa Tradicional no tienen Misas Tradicionales en sus diócesis, y los que sí la tienen, por ‘renovador’ que sea su estilo, no están por la labor de ‘hacer lío’.

    En cuanto al miedo a las represalias o el deseo de promoción, parecen haberse difuminado. Quizá estén molestos con el lenguaje innecesariamente duro del motu proprio, o calculen que es mejor correr el riesgo de frustrar las intenciones del Santo Padre que quedarse sin fieles, o esperan que, al ser tantos, Francisco no pueda con todos.


    Pero también haya otra posibilidad, de la que hablaremos en otra ocasión.



    https://infovaticana.com/2021/07/20/...onis-custodes/


    Esto, Evangelios en mano, no ha hecho más que empezar. Es el trigo y la cizaña, y conocemos muy bien qué es lo que hará Nuestro Señor a su vuelta, ¡Maranatha!, tal como nos lo ha transmitido la SANTA TRADICIÓN expresada en esos EVANGELIOS. Cada cual que saque las conclusiones que quiera, pero los planes están sobre la mesa y conocemos las intenciones. Eso sí, recordar que hay platos que siempre se sirven fríos.
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    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Declaración Oficial de la Federación Internacional Una Voce sobre el Motu Proprio «Traditionis Custodes»


    Pero es precisamente en el deseo de asistir a esta Misa en el ámbito de sus Diócesis o parroquias, que estos católicos expresan implícitamente su reconocimiento a la verdadera Iglesia, cum Petro et sub Petro.

    Felipe Alanis Suárez – 19/07/21

    La Federación Internacional Una Voce (FIUV) es la organización mundial de fieles laicos adheridos a la celebración de la Misa conforme la Editio Typica 1962 del Misal Romano, conocido hasta ahota como la Forma Extraordinaria del Rito Romano, Usus Antiquor, o simplemente como Misa Tradicional.

    Desde su Fundación en 1965, la FIUV ha desarrollados sus actividades en obediencia y en armonía con la Santa Sede, donde ha sido recibida siempre con cordialidad y apertura.

    El 16 de Julio de 2021, el Papa Francisco publicó una Carta Apostólica dada motu proprio, Traditionis Custodes, que establece fuertes restricciones y limitaciones a la celebración de la Misa Tradicional.

    La Federación Internacional, no puede dejar de notar que la motivación para la nueva Carta Apostólica, según lo declarado en la carta del Pontífice reinante que la acompaña, deriva de supuestas actitudes y palabras de aquellos de nosotros que escogemos la Misa Tradicional, según lo reportado por algunos obispos a la Santa Sede, que suponen un «rechazo a la Iglesia y sus Instituciones en el nombre de lo que ellos consideran la «Verdadera iglesia». Adicionalmente a un «uso instrumental del Missale Romanun de 1962, que se caracteriza cada vez mas por un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado a la Tradición y a la «verdadera Iglesia».»

    Tanto la caracterización de los Católicos adheridos a la Misa Tradicional, como el áspero tono de las nuevas restricciones, nos entristecen sobre manera. En nuestra experiencia como representantes de diversos grupos de fieles, lo que primeramente atrae a la gente a la espiritualidad de la Misa Tradicional, no son discusiones teológicas o pastorales del pasado, sino el respeto por lo Sagrado y el sentido de continuidad de la Tradición, la cual no permanece como una mera aspiración, sino que se vive diariamente en la forma en que la liturgia es celebrada, conforme al venerable rito que se ha desarrollado lentamente durante siglos y que nunca ha sido abrogado.

    Ciertamente, como con otros grupos de fieles, no existe una homogeneidad absoluta en las opiniones y actitudes de quienes se adhieren al Misal anterior. Pero es precisamente en el deseo de asistir a esta Misa en el ámbito de sus Diócesis o parroquias, que estos católicos expresan implícitamente su reconocimiento a la verdadera Iglesia, cum Petro et sub Petro.

    Finalmente, hijos e hijas de la Iglesia, queremos expresar nuestra tristeza por las nuevas restricciones para poder continuar alimentando nuestra vida espiritual utilizando las iglesias parroquiales, como cualquier católico lo desearía. Si hay algo que deseamos fervientemente, es el poder vivir una vida normal sin ser forzados a usar espacios escondidos o inaccesibles. Creemos que los hermosos frutos espirituales de este Misal deben de ser compartidos, y rezamos para que podamos ser instrumentos de Dios dentro y fuera de la Iglesia.

    La Federación Internacional está profundamente agradecida con cada uno de los Obispos que proveen la atención a los fieles adheridos a la antigua Misa en sus diócesis y a los Sacerdotes a quienes se les ha confiado el cuidado de sus almas. En todo el mundo, los grupos Una Voce se unen en oración, como siempre, con sus obispos y con el Papa.

    Muchos fieles nos buscan para dar a conocer sus deseos, particularmente en Roma, en una forma que combina un sincero respeto por la Iglesia Universal y por el Santo Padre, con un amor a las Tradiciones que son fundamentalmente inseparables de ellos. Estamos comprometidos con esta tarea, la cual nosotros y nuestros predecesores hemos realizado por más de medio siglo.

    Felipe Alanís Suárez Presidente

    FIUV International Federation Una Voce
    @UnaVoceOfficial


    https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=41065
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    La ‘guerra’ del Papa contra el rito antiguo


    Por INFOVATICANA | 20 julio, 2021

    Tim Stanley, redactor en jefe del Daily Telegraph y colaborador del Catholic Herald, glosa la última decisión del Papa Francisco desde el prestigioso semanario The Spectator:

    «Voy a tener que resumir el asunto de la manera más concisa posible, porque es un tema complejo con un mensaje simple: el Papa está tratando de hacer lo más difícil posible decir, y por lo tanto asistir, a la Misa de Rito Antiguo. Se trata de la forma de misa a la que acudían la mayoría de los católicos antes de la década de 1970. Fue sustituida por el Nuevo Rito y el Antiguo Rito pasó más o menos a la clandestinidad. En 2007, el Papa Benedicto XVI decidió que los sacerdotes que quisieran decir el rito antiguo podían hacerlo. Francisco lo ha anulado: ahora hay que obtener el permiso del obispo y se instruye fuertemente a favor de que el obispo diga que no.

    ¿Por qué es importante esto para los católicos y los no católicos? Porque es una lección de cómo se comporta el liberalismo en esta etapa gerontocrática, al estilo Brezhnev: totalmente intolerante con cualquiera que se salga de la línea del partido. No basta con callarse o incluso con someterse. Hay que conformarse.


    El caso de Francisco tiene puntos débiles en tres niveles. En primer lugar, se le conoce como el Papa de la misericordia, pero esta acción es decididamente inmisericorde con aquellas partes de su rebaño que aman el Rito Antiguo. Ataca de modo rutinario la rigidez en los fieles, es decir, el conservadurismo, pero él se muestra tan rígido como el acero. Ha promovido una Iglesia más descentralizada, pero ahora está invadiendo las conciencias de la gente. Y dice que quiere la unidad, pero lo más probable es que su decreto promueva el cisma. En resumen: es un caso clásico, como sucede cuando vemos a un político que es todo aquello de lo que acusa a su oposición.

    En segundo lugar, soy reacio a acusar al pontífice de mentir abiertamente, pero su proclamación es poco sincera. Afirma que todo lo que Benedicto quería hacer era atender al puñado de tradicionalistas moribundos que querían el Rito Antiguo, pero todos sabemos que se trataba de algo más que de eso: que había una esperanza de modernizar el Rito Antiguo al tiempo que se purificaban los abusos en el Nuevo, reconociendo al mismo tiempo que el Antiguo es una expresión perfectamente válida de la fe católica (lo cual es una receta para el enriquecimiento mutuo y la unidad genuina). Además, la práctica del Antiguo es una de las pocas áreas de crecimiento en la Iglesia Occidental -para vergüenza de los que lo odian- y las razones de su éxito son obvias. Para muchos que asisten a ella por primera vez, despojada de su contexto social en los años sesenta, resulta refrescantemente novedosa y les llama la atención por su devoción y hermosura, un antídoto contra el ruido del siglo XXI. Francisco afirma que se ha convertido en un punto de encuentro para los críticos de la Iglesia moderna, que es una amenaza para la unidad, y eso es cierto en algunos lugares, pero no en la gran mayoría de las diócesis. De hecho, el mejor efecto de la acción de Benedicto fue divorciar la práctica del Rito Antiguo de los cismáticos: significaba que si querías disfrutar de él, ya no tenías que asistir a una dudosa iglesia clandestina. Es Francisco quien lo ha vuelto a hacer algo controvertido, empujándolo a los márgenes y luego acusándolo de marginal.

    En tercer lugar, todos sabemos en el fondo que se trata de una última resistencia desesperada de la generación de clérigos de los años sesenta, una generación que está a unos diez años de perder el control del poder. Los seminarios están llenos de jóvenes que quieren decir el Rito Antiguo. En muchos casos, la acción de Francisco les parecerá un golpe terrible a sus vocaciones porque les despoja de un derecho que suponían que iban a poder ejercer libremente, enviando el mensaje de que no pueden confiar en que el Vaticano no cambie las reglas del juego en cualquier momento (¡¿qué será lo próximo?!). Pero deben mantenerse firmes y perseverar, porque esa generación de los sesenta no estará por mucho tiempo en este mundo, y cuando finalmente se vayan, todo el bagaje de su época se irá con ellos. De lo que no se dan cuenta con este último intento de matar al Viejo Rito es de que están envenenando su propio legado. Hay muchas cosas en las que Francisco tiene razón: me ha hecho cambiar de opinión sobre el medio ambiente y me ha hecho moverme hacia la izquierda en economía. Pero al asociar esa agenda a una política cultural estrecha, los liberales dan la espalda a sus aliados naturales.

    También provocarán una gran confusión en el resto del mundo. ¿Por qué, en medio de una pandemia -con los casos de abusos a niños persiguiendo a la iglesia y la China comunista suprimiendo la religión- lanzar una cruzada contra una bonita liturgia que se dice en muy pocos lugares y no hace daño a nadie? Porque las guerras litúrgicas, como los debates sobre el arte o la arquitectura, son una tapadera para la obsesión ideológica. Nos traicionamos a nosotros mismos por nuestras prioridades.

    El liberalismo promovió en su día la diversidad; ahora que está en el poder se ha endurecido hasta convertirse en ortodoxia, en un diseño de vida que todos debemos seguir. Los conservadores solían dirigir la Iglesia y a menudo podían ser desagradables, es cierto: pero perdieron la guerra. Ahora que están fuera del poder, lo único que quieren es que se les deje en paz. Bueno, pues no les dejan y es ingenuo pensar que la paz es una opción. La razón por la que lo que ha hecho Francisco es importante es porque algún día el tipo de liberalismo que él encarna vendrá a por ti, por algo sencillo que estabas haciendo y que no molestaba a nadie más pero que, por su mera existencia, era una amenaza existencial para el régimen gobernante. Tú eres el siguiente.»


    https://infovaticana.com/2021/07/20/...-rito-antiguo/
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Mejor que explicar con palabras, hacerlo con imágenes. En el siguiente vídeo se explica que es la Misa Tridentina, a la que muchos nunca, o casi, han tenido oportunidad de asistir. Para mi la parroquia más cercana se halla a unos 70 km de distancia. Luego, de llegar a la hora de su inicio, he de añadir el tiempo en buscar aparcamiento para el coche, lo que se lleva otro tiempo, en este caso perdido. Y me pregunto ¿cuántas parroquias hay entre mi casa y esta otra en la que se dice la Misa en latín? Pues no lo sé porque no las he contado, pero si digo que no menos de 25 ó 30 no me estaré equivocando. Ahora ya se verá lo que sucede, pero mi pregunta siempre ha sido la misma ¿y por qué motivo o razón moral y canónica yo no puedo asistir a la Misa a la que quiero ir? ¿Es acaso Cristo quien me lo impide? obviamente no, entonces ¿acaso me lo impediría? la respuesta es la misma. Pues yo como católico reclamo y exijo.

    https://www.religionenlibertad.com/v...explicada.html
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
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    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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  13. #13
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Ite Missa est: las consecuencias
    Por Christopher A. Ferrara


    20/07/2021



    En el momento de escribir estas palabras no han pasado todavía 24 horas de la detonación nuclear irrisoriamente titulada Tratidiones custodes. Me recuerda lo que garabatearon en el revestimiento de Fat Man, la bomba atómica que se arrojó sobre Nagasaki: «¡Salud!» Según un tal Art Josephon de Chicago, eso fue lo que escribió Bergoglio mientras soltaba su bomba sobre un renovamiento litúrgico en rápida expansión encabezado por jóvenes que cada vez pone más de manifiesto la enfermedad terminal que padece la gran distopía eclesial que él preside.

    El Novus Ordo ya se moría siguiendo más o menos el ritmo que dicta el índice de mortalidad humano. Pero el proceso de defunción se aceleró vertiginosamente cuando Bergoglio impuso el culto al covid añadiendo su contribución a las injurias al Cuerpo Místico de Cristo acumuladas desde que Pablo VI inició el proceso de autodemolición de la Iglesia que lo dejó llorando en los palacios vaticanos por lo que llamó «una verdadera invasión de la Iglesia por la mentalidad del mundo Bergoglio cerró la basílica de San Pedro a los fieles mientras exigía obediencia a las disparatadas disposiciones de las autoridades civiles que en pocos meses hicieron pedazos el tejido social imponiendo una cuarentena universal equivalente a una especie de toque de queda en Europa Occidental y casi todo el resto de Occidente. Iglesias que ya estaban prácticamente vacías quedaron sin fieles; el precepto dominical suspendido por más de un año; colectas y donativos en mínimos históricos; y muchos feligreses a los que sus pastores cerraron las puertas de sus iglesias Novus Ordo no van a volver. La apostasía silenciosa de la que se lamentaba Juan Pablo II en Ecclesia in Europa ha quedado claramente instituida en templos más desiertos aún de la supuesta gran renovación en esta fase postcovid.

    Mientras tanto, y conforme a una especie de ley de Gresham eclesiástica, la liturgia tradicional sigue imponiéndose arrolladoramente sobre el invento de Bugnini, y los jóvenes ávidos de tradición a los trasnochados ideólogos de la revolución conciliar, como el astuto y malicioso político eclesiástico argentino que se cree que por el mero hecho de ocupar el trono de San Pedro se cree investido de poder absoluto sobre todos los bienes la Iglesia que le han sido confiados y hasta sobre la propia verdad revelada (como podemos observar en su total desprecio de lo que dice la revelación divina sobre la indisolubilidad del matrimonio y la justicia de la pena capital).

    Como reconoció monseñor Charles Pope ayer en una entrevista que concedió a EWTN, el movimiento a favor de la Misa en latín «es un sector de la Iglesia en auge. Es sabido que en la mayoría de las diócesis las cifras caen en picado. Pero [los tradicionalistas] constituyen un sector joven y vibrante de la Iglesia». Para un papa que considera a la Iglesia como una mafia de la que es jefe (la Cosa Mia*) (*por alusión a la Cosa Nostra, N. del T.), es algo intolerable. A esos jóvenes rígidos, entre los que se incluyen seminaristas y sacerdotes recién ordenados, los ve como un peligro, porque pueden demostrar que la Iglesia postconciliar es algo utópico, una tremenda fachada construida a base de novedades efímeras que irremediablemente dejará paso a lo que siempre fue y será. Como dijo Benedicto en la carta de presentación de Summorum pontificum, «Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser de improviso totalmente prohibido o incluso perjudicial».

    Bergoglio no quiere nada de esa mentalidad. La Iglesia es suya y puede disponer de ella a su antojo, y está dispuesto a todo para conseguir lo que quiera de lo que tiene en sus manos. Y lo que quiere es acabar con el movimiento de la Misa Tradicional. Pero eso no sólo exigiría la revocación de Summorum pontificum, sino también del indulto anterior Ecclesia Dei, que dio el impulso inicial al movimiento, y además, nada menos que la abrogación de la propia Misa Tradicional. Sólo con esas medidas podía Bergoglio –o al menos eso espera– cortar de raíz el movimiento para que se muera. Y esas son ni más ni menos las brutales medidas que ha anunciado Bergoglio: hágase como digo, y cúmplase.

    De ese modo, haciendo un ridículo supino, el artículo 1 de Tradiciones custodes declara que la Misa aprobada y recibida en tradición desde tiempos inmemoriales en la Iglesia Romana, la Misa de los santos, el cimiento litúrgico de la Cristiandad cuyo Canon Romano es de origen apostólico, consiste exclusivamente a partir de ahora en la nueva Misa:

    Art. 1. Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.

    Una verdadera ridiculez. Entonces, ¿qué pasa ahora para Bergoglio con la Misa Tradicional que codificó San Pío V a perpetuidad? Quiere hacernos creer que la ha abrogado de un plumazo. O, como mínimo, ha sido sustituida por el art. 1. Como explica en la carta que acompaña al motu proprio:

    Respondiendo a sus solicitudes, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio, y de conservar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos. del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano. Me reconforta esta decisión el hecho de que, después del Concilio de Trento, San Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina.

    La vergonzosa mendacidad de este pontífice llega al colmo una vez más al afirmar que al derogar el rito inmemorial de la Misa sustituyéndolo por una novedad litúrgica que endilgaron a la Iglesia hace apenas cincuenta años, una de cuyas oraciones eucarísticas se redactó en un restaurante, imita el ejemplo de San Pío V, que abrogó las novedades litúrgicas en favor de la Misa de siempre. Si de verdad Bergoglio imitara a San Pío V, abrogaría la Misa nueva, con lo que haría algo mejor que cuando Benedicto restableció el Rito Romano único, y eliminaría ese invento, puramente verbal y que no convence a nadie, de la distinción entre una forma ordinaria y otra extraordinaria de un mismo rito.

    Con tan suprema arrogancia, Bregoglio publica sus ambiguas palabras con la ilusión de que lo tomen en serio. Pero claro, son puro papel mojado. El Papa no tiene el menor derecho a derogar el rito de la Misa recibido y aprobado por la Iglesia, y precisamente por eso Benedicto se desvivió por aclarar enSummorum pontificum que Pablo VI nunca lo había hecho. Como escribió el futuro papa Benedicto en el X anivarsario de Ecclesia Dei, «en ningún momento a lo largo de la historia ha abolido ni prohibido la Iglesia usos litúrgicos ortodoxos; sería algo bastante ajeno al espíritu de la Iglesia». Y sin embargo todo el pontificado de Bergoglio ha sido bastante ajeno al espíritu de la Iglesia.

    Dejando perfectamente claro que considera la Misa Tradicional letra muerta que tarde o temprano acabará enterrada –la idea en sí no podría parecer más ridícula–, Bergoglio declara a continuación en la carta de presentación queTraditiones custodes no se propone otra cosa que volver a una forma única de celebración, entendiéndose por esto el Novus Ordo, y que todo futuro uso del Misal de 1962 debe estar regido por la necesidad de “volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del “santo pueblo fiel de Dios”».

    El resto del motu proprio consiste en una serie de disposiciones destinadas a garantizar la asfixia y a la larga la muerte del movimiento por la liturgia tradicional. Tras notificar a los obispos en el Art.2 que son ellos los encargados de organizar las celebraciones litúrgicas en sus diócesis, incluida la autorización del uso del Misal de 1962, les hace saber en el Art. 3 –con su habitual doblez– que no son ellos los que deciden, sino que deben hacer todo lo que él mande para sofocar lo antes posible la Misa Tradicional. Para ello habrán de tomar las siguientes medidas no sólo para derogar Summorum pontificum, con Benedicto aún vivo, sino incluso buena parte de lo dispuesto en el indulto Ecclesia Dei:

    – Promesa de fidelidad a la nueva Misa por parte de todos los grupos que asisten a la Tradicional (§ 1);
    – acorralar a los grupos tradicionalistas en centros de culto que no sean parroquias, poniendo fin a toda Misa en latín en parroquias regulares a las que asisten los fieles en general (§ 2);
    – no se erigirán más parroquias personales dedicadas a la Misa en latín; con ello se establece un cupo máximo para que no aumente el número de los que se sienten atraídos por la Misa Tradicional (§ 2);
    – limitar la celebración de la Misa Tradicional a unos días determinados y exigir que no sólo las lecturas se hagan en lengua vernácula, sino utilizando también las horrendas «traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobada por las respectivas Conferencias Episcopales» (§ 3);
    – nombrar a un sacerdote de confianza para que esté a cargo de la Misa Tradicional en la diócesis y la pastoral de los fieles que asisten a ella; es decir, un supervisor que vele por que se obedezca la voluntad de Bergoglio (§ 4);
    – evaluar si cada parroquia erigida canónicamente a beneficio de los grupos tradicionalistas es útil para el crecimiento espiritual de los fieles y si la mantiene o no; dicho de otro modo: que las vaya cerrando (§ 5);
    – que no se autorice la constitución de nuevos grupos; o sea, prohibir totalmente el crecimiento de movimiento por la Misa Tradicional (§ 6).

    Luego viene el artículo 4, que afianza la mortal tenaza con la que Bergoglio inmoviliza a todo sacerdote ordenado a partir de la fecha de publicación deTraditiones custodes (16 de julio de 2021) que quiera celebrar la Misa Tradicional. Los sacerdotes recién ordenados «deberán presentar una solicitud formal al Obispo diocesano que consultará a la Sede Apostólica antes de otorgar la autorización». Todo sacerdote joven que quiera celebrar según el Misal de 1962, no sólo necesitará permiso del obispo sino hasta del Vaticano.
    El artículo 5 dispone que los sacerdotes que ya celebren la Misa de siempre «pedirán autorización para seguir haciendo uso de su facultad». Con ello se invita a los obispos hostiles a empezar a revocar esas facultades, eliminando el derecho inherente de todo sacerdote a rezar la Misa Tradicional que garantizaba Summorum pontificum.

    Con la mira puesta en la Fraternidad San Pedro, el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote y otros apostolados de Misa Tradicional «erigidos por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei», los artículos 6 y 7 los ponen a todos bajo la jurisdicción de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica juntamente con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Ambas congregaciones están dirigidas por compinches de Bergoglio hostiles a la Misa de siempre. El destino de los Franciscanos de la Inmaculada es ahora probablemente, y tal vez de forma inminente, el mismo que el de la Fraternidad y las otras órdenes religiosas que celebran la Misa Tradicional, así como de sus seminarios.

    Por último, el artículo 8 declara que «Se derogan las normas, instrucciones, concesiones y costumbres precedentes que no cumplan con lo dispuesto en este Motu Proprio». Por costumbre Bergoglio entiende claramente la costumbre inmemorial de celebrar la Misa Tradicional.

    Para dar una apariencia de fundamentos pastorales a fin de disimular lo que no es otra cosa que odio a lo que desea destruir, Bergoglio da más muestras de su desmedida soberbia. Con un indignante desprecio a sus dos inmediatos predecesores, declara que el sondeo que realizó a los obispos sobre los grupos de Misa Tradicional –confirmando una vez más una tendencia anterior aTraditiones custodes– señala que fue un error por parte de Juan Pablo II y Benedicto XVI la solicitud que pusieron en atender a los malvados que explotaron el Misal de 1962 con fines nefandos:

    «Una posibilidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para recomponer la unidad del cuerpo eclesial en relación con las diversas sensibilidades litúrgicas sirvió para aumentar distancias, endurecer diferencias, construir contrastes que hieren a la Iglesia y se obstaculizar su avance, exponiéndola al riesgo de divisiones.»

    Tras mencionar de pasada la abominable situación de la nueva liturgia, que no piensa hacer lo más mínimo por corregir, Bergoglio cita una vaga culpa mediante una asociación igual de vaga como única justificación en que basar su orden de someter a una férrea cuarentena la liturgia tradicional como preludio a su lenta agonía:
    «Me entristece un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la «verdad Iglesia «. Si es cierto que el camino de la Iglesia debe entenderse en el dinamismo de la Tradición, “que nace de los Apóstoles y que avanza en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo” (DV 8), el Concilio Vaticano II constituye el etapa más importante de este dinamismo, recientemente, en la que el episcopado católico escuchó para discernir el camino que el Espíritu indicaba a la Iglesia. Dudar del Concilio significa dudar de las intenciones mismas de los Padres,[14] y, en definitiva, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia.»

    Así pues, es necesario confinar y a la larga extinguir la Misa en latín porque algunos de los fieles que asisten a ella –da igual quiénes o cuántos– dudan del Concilio. No de alguna doctrina particular del Concilio, que nunca es posible identificar en concreto, sino del Concilio en sí como un acto trascendental cuya esencia es preciso intuir de un modo gnóstico como el camino que el Espíritu Santo ha señalado a la Iglesia. El gran Romano Amerio explica que esa vaga oscuridad de la Fe que supera toda doctrina, dogma y costumbre es unaproliferación de circiterismos de la mentalidad postconciliar:

    «Un procedimiento común en la argumentación de los innovadores es el circiterismo: consiste en referirse a un término indistinto y confuso como si fuese algo sólido e incuestionable, y extraer o excluir de él el elemento que interesa extraer o excluir. Tal es por ejemplo el término espíritu del Concilio o incluso el de Concilio».

    O sea, que no se debe dudar del Concilio. Como Bergoglio asocia el dudar del Concilio con el Misal de 1962, al cual desprecia, nada más por ese motivo la Misa en latín tiene que emprender un corto camino hacia la extinción para que la Iglesia pueda proseguir el largo camino del Concilio, que no es otra cosa que un continuo dictado del Espíritu Santo. La herejía se redefine como una duda pertinaz sobre el Concilio en la que se incurre después del Bautismo en vez de sobre un artículo de fe católica y divina. Y la unidad de la Iglesia consiste en una mera adhesión al Concilio en el sentido en que lo interpretan los que saben.

    Así pues, en tanto que no se dude del Concilio habrá unidad y la Iglesia estará bien. En base a ello, sólo hay que tratar con severidad a los rígidos partidarios de la tradición litúrgica latina y sus intolerables dudas sobre el Concilio. «Para salvaguardar la unidad del Cuerpo de Cristo, me veo en la obligación de revocar las facultades que concedieron mis predecesores». Pero en cambio no se salvaguarda la unidad del Cuerpo de Cristo ante ataques contra los fundamentos mismos de la Fe, que tienen sin cuidado a Bergoglio, como ha dejado claro en sus innumerables diatribas contra los rígidos. Lo cierto es que Bergoglio no ve la menor relación entre la falta de unión en la Iglesia y la Misa nueva, en cuya menguante grey, que incluye a gente como Biden y Pelosi, cada vez son más los que disienten de muchas enseñanzas de la Iglesia sobre fe y costumbres entre las que se cuentan algunos de los preceptos más elementales de la ley natural.

    La persecución que quería desatar Bergoglio contra los partidarios de la Misa de siempre ha empezado en menos de un día, como podemos ver aquíy aquí​, y será mucho peor la que habrá de venir de los prelados hostiles y de los colaboradores de los que se ha rodeado con mucho cuidado Bergoglio en el aparato vaticano. Pero hay buenos motivos para albergar esperanzas de que en esta brutalidad cometida por ​ un déspota revanchista ​le salga el tiro por la culata, como suele sucederles a los dictadores en sus excesos. Para empezar, se ven indicios de que hay obispos comprensivos que opondrán resistencia pasiva a un tirano que lleva ocho años burlándose del oficio petrino y abusando de su poder un dictadorzuelo de república bananera. Al igual que los fieles, también se han hartado de él.

    ​De hecho, es posible que Bergoglio se arrepienta algún día de haber promulgado Traditiones custodes. Porque al declarar la guerra a la Misa de siempre, una guerra que no puede ganar, no sólo ha abierto las hostilidades contra los fieles que están en la Tierra sino también contra la Comunión de los Santos que han sido elevados a los altares, entre ellos nada menos que el pontífice con el que Bergoglio ​tuvo la osadía de compararse al pretender revocar la mismísima Misa que aquel gran papa blindó contra los ataques de intrusos profanos;
    «En nombre de Nuestra Autoridad Apostólica, Nos concedemos y acordamos que este mismo Misal podrá ser seguido en totalidad en la misa cantada o leída en todas las iglesias, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en ningún castigo, condenación o censura y que podrá válidamente usarse, libre y lícitamente y esto a perpetuidad.​ (…​) jamás nadie, quienquiera que sea podrá contrariarles o forzarles a cambiar de misal o a anular la presente intrusión o a modificarla , sino que ella estará siempre en vigor y válida con toda su fuerza, no obstante las decisiones anteriores​ (…)

    »Que absolutamente nadie, por consiguiente, pueda anular esta página que expresa Nuestro permiso, Nuestra decisión, Nuestro mandamiento, Nuestro precepto, Nuestra concesión, Nuestro indulto, Nuestra declaración, Nuestro decreto y Nuestra prohibición ni ose temerariamente ir en contra de estar disposiciones. Si, sin embargo, alguien se permitiesen una tal alteración, sepa que incurre en la indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.​»

    ¡San Pío V, ruega ​por nosotros! ¡Santos Pedro y Pablo, promulgad la censura del Cielo!



    https://adelantelafe.com/ite-missa-e...consecuencias/



  14. #14
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    De Summorum pontificum a Traditionis custodes, o de la reserva al zoológico





    Descarten esta Misa que ya no quiero ver másEl Papa Francisco publicó ayer un Motu proprio cuyo título podría llenarnos de esperanza: Traditionis custodes, "Custodios de la Tradición". Sabiendo que este texto está dirigido a los obispos, se podría empezar a soñar: ¿acaso la Tradición está en proceso de recuperar sus derechos dentro de la Iglesia?

    Todo lo contrario. Este nuevo Motu proprio lleva a cabo una eliminación. Ilustra la precariedad del magisterio actual e indica la fecha de caducidad de Summorum pontificum de Benedicto XVI, que ni siquiera podrá celebrar su decimoquinto aniversario.

    Todo, o casi todo, en Summorum pontificum, ha sido dispersado, abandonado o destruido. Además, el objetivo se indica claramente en la carta que acompaña a esta eliminación.
    El Papa enumera dos principios "sobre el modo de proceder en las diócesis": "por un lado, para proporcionar el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y que necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II".

    Y, por otro lado: "para interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y a la voluntad de sacerdotes individuales que a la necesidad real del 'santo Pueblo fiel de Dios'".

    Una extinción programada

    Mientras Francisco se convierte en el defensor de las especies animales o vegetales en peligro de extinción, decide y promulga la extinción de aquellos que están apegados al rito inmemorial de la Santa Misa. Esta especie ya no tiene derecho a vivir: debe desaparecer. Y se utilizarán todos los medios para lograr este resultado.

    En primer lugar, una estricta reducción de la libertad. Hasta ahora, los espacios reservados al rito antiguo tenían una cierta latitud de movimiento, muy parecido a las reservas naturales. Hoy, hemos pasado al régimen del zoológico: jaulas, estrechamente limitadas y delimitadas. Su número está estrictamente monitoreado, y una vez instaladas, estará prohibido crear más.

    Los custodios (¿o deberíamos decir los carceleros?) no son otros que los propios obispos.
    Todo esto se especifica en el artículo 3, párrafo 2: "el obispo deberá indicar uno o varios lugares donde los fieles pertenecientes a estos grupos pueden reunirse para la celebración de la Eucaristía (no en las iglesias parroquiales y sin erigir nuevas parroquias personales)".

    El reglamento interno de estas celdas está estrictamente controlado (artículo 3, párrafo 3): "El obispo establecerá en el lugar indicado los días en que se permiten las celebraciones eucarísticas, utilizando el Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962".

    Este control se extiende hasta el más mínimo detalle (ídem): "En estas celebraciones, las lecturas se proclamarán en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobadas por las respectivas Conferencias Episcopales". Ni hablar de utilizar la traducción de un Dom Lefebvre o de un leccionario de antaño.

    La eutanasia está prevista para los especímenes considerados no aptos para cuidados paliativos (artículo 3, párrafo 5): "El obispo procederá, en las parroquias personales erigidas canónicamente en beneficio de estos fieles, a una valoración adecuada de su utilidad real para el crecimiento espiritual, y decidirá si las mantiene o no".

    Además, la reserva es eliminada en su totalidad, ya que desaparece la comisiónEcclesia Dei (artículo 6): "Los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, establecidos por la Comisión Pontificia Ecclesia Dei pasan a ser competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica".

    Prohibido a los migrantes

    Mientras el Papa no deja de ocuparse de todo tipo de migrantes, en las prisiones que instala queda estrictamente prohibida cualquier tipo de intrusión.

    Para asegurarse de impedir la constitución de reservas salvajes, el Papa prohíbe cualquier ampliación de la prisión (artículo 3, párrafo 6): "El obispo (...) cuidará de no autorizar la creación de nuevos grupos".
    Esta medida también es similar a una esterilización: queda prohibida la reproducción y perpetuación de estos salvajes del pasado que deben desaparecer.
    Esta esterilización también concierne a los sacerdotes que serán ordenados en el futuro (artículo 4): "Los presbíteros ordenados después de la publicación del presente Motu proprio, que quieran celebrar con el Missale Romanum de 1962, deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano, que consultará a la Sede Apostólica antes de conceder la autorización".

    En cuanto a los sacerdotes que ya se benefician de una autorización, de ahora en adelante necesitarán una renovación de su pase "de celebración", que es similar a una visa temporal (artículo 5): "los presbíteros que ya celebran según el Missale Romanum de 1962, pedirán al obispo diocesano la autorización para seguir manteniendo esa facultad".

    Por tanto, si se trata de contener, reducir o incluso destruir estos grupos, los obispos tienen carta blanca, pero si es necesario autorizar, el Papa no se fía de ellos: hay que pasar por Roma.

    Mientras decenas de sacerdotes, muchas veces apoyados por sus obispos, se burlaron de la Congregación para la Doctrina de la Fe al "bendecir" a las parejas homosexuales sin ninguna reacción romana excepto una velada aprobación de Francisco a través de su mensaje al Padre Martin, los futuros sacerdotes serán estrechamente vigilados si consideran la posibilidad de celebrar según la Misa de San Pío V.

    Evidentemente, es más fácil ocultar su falta de autoridad aterrorizando a los fieles que no resistirán, que controlar el cisma alemán. Como si no hubiera nada más urgente que golpear a esta parte del rebaño...




    Vacunación contra el lefebvrismo

    El gran miedo a la contaminación del virus lefebvrista es exorcizado con la vacuna obligatoria Vat. II -del laboratorio Moderno- (artículo 3, párrafo 1): "El obispo comprobará que estos grupos no excluyan la validez y la legitimidad de la reforma litúrgica, de las disposiciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices".

    Y se elimina sin piedad todo aquello que pudiera ser una fuente potencial de contagio (artículo 8): "Quedan abrogadas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores que no se ajusten a las disposiciones del presente Motu Proprio".

    Arrastrado por su entusiasmo, el Papa prácticamente dice que la Misa antigua es un virus peligroso del que es necesario protegerse. Por ejemplo, en el artículo 1 se precisa: "Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano".

    Si el Novus ordo es la única expresión de la lex orandi, ¿cómo calificar a la Misa Tridentina? ¿Está en un estado de ingravidez litúrgica o canónica? ¿No tiene esta Misa derecho al lugar que todavía ocupan el rito dominico, el rito ambrosiano o el rito lionés en la Iglesia latina?

    Esto es lo que se desprende de lo que dice el Papa en la carta que acompaña al Motu proprio. Parece que, sin sospechar del paralogismo que comete, escribe: "Me reconforta en esta decisión el hecho de que, tras el Concilio de Trento, San Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina. Durante cuatro siglos, este Missale Romanum promulgado por San Pío V fue, pues, la principal expresión de la lex orandi del Rito Romano, cumpliendo una función unificadora en la Iglesia".

    La conclusión lógica que se desprende de esta comparación es que este rito debe mantenerse. Más aún cuando la bula Quo primum de San Pío V lo protege contra cualquier ataque.

    Así lo confirmó también la comisión de cardenales reunida por Juan Pablo II, que afirmó, casi unánimemente (8 de 9), que ningún obispo podía impedir que un sacerdote celebrara la Misa antigua, después de haber observado, por unanimidad, que esta última jamás había sido prohibida.

    Y también lo confirma aquello que el Papa Benedicto XVI aceptó y ratificó enSummorum pontificum.
    No obstante, para Francisco, los ritos antiguos mantenidos por San Pío V, incluida la llamada Misa Tridentina, aparentemente no tienen ningún valor unificador. El nuevo rito, y solo él, con sus cincuenta años de existencia, sus infinitas variaciones y sus innumerables abusos, es capaz de dar unidad litúrgica a la Iglesia. La contradicción es flagrante.

    Volviendo a su idea de la eliminación de especies, el Papa escribe a los obispos: "Sobre todo, les corresponde trabajar por la vuelta a una forma unitaria de celebración, verificando caso por caso la realidad de los grupos que celebran con este Missale Romanum".

    Una ley claramente opuesta al bien común

    La impresión general que surge de estos documentos -Motu proprio y carta adjunta del Papa- da la impresión de un sectarismo acompañado de un abuso de poder manifiesto.

    La Misa Tradicional pertenece a la parte más íntima del bien común en la Iglesia, por lo tanto, restringirla, rechazarla, arrojarla a los guetos y, en última instancia, planificar su desaparición, no puede tener ninguna legitimidad. Esta ley no es una ley de la Iglesia, porque, como dice Santo Tomás, una ley no puede ser válida si atenta contra el bien común.

    Pero hay algo más en los entresijos, un tinte evidente de la saña manifestada por ciertos fanáticos furibundos de la reforma litúrgica contra la Misa Tradicional. El fracaso de esta reforma queda puesto de manifiesto, como en un claroscuro, por el éxito de la Tradición y de la Misa Tridentina.

    Por eso no pueden aceptarla. Sin duda, imaginan que su total desaparición hará que los fieles regresen a las iglesias drenadas de lo sagrado. Trágico error. El magnífico auge de esta celebración digna de Dios solo resalta más su pobreza: ella no es la causa de la desertificación producida por el nuevo rito.

    Lo cierto es que este Motu proprio, que tarde o temprano terminará en el olvido de la historia de la Iglesia, no es una buena noticia en sí mismo: marca un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición, y retrasará el fin de la crisis que ha durado más de sesenta años.

    En cuanto a la Fraternidad San Pío X, encuentra en esto un nuevo motivo de fidelidad a su fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, y de admiración por su previsión, su prudencia y su fe.

    Si bien la Misa tradicional está en vías de ser eliminada, y las promesas hechas a las sociedades Ecclesia Dei también se están cumpliendo, la Fraternidad San Pío X encuentra en la libertad que le legó el Obispo de Hierro, la posibilidad de continuar luchando por la fe y el reinado de Cristo Rey.



    Fuentes: Saint-Siège - FSSPX.Actualités


    https://fsspx.news/es/news-events/ne...3%B3gico-67515


  15. #15
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Traditiones custodes: una guerra al borde del abismo

    Por
    Roberto De Mattei


    19/07/2021


    Lo que se propone el papa Francisco con el motu proprio Traditionis custodes del 16 de julio de este año es reprimir toda expresión de fidelidad a la liturgia tradicional, pero lo único que conseguirá será que estalle una guerra que concluirá inevitablemente con el triunfo de la Tradición de la Iglesia.

    Cuando el 3 de abril de 1969 Pablo VI promulgó el Novus Ordo Missae, su idea de fondo era que en pocos años la Misa Tradicional hubiera pasado a la historia. El encuentro de la Iglesia con el mundo moderno al que Pablo VI aspiraba en aras de un humanismo integral, preveía la desaparición de todo resto de la Iglesia constantiniana. Y el rito romano antiguo, que San Pablo V había restablecido en 1570, parecía destinado a desaparecer después de la devastación litúrgica protestante.

    Ningún previsión resultó más desacertada. Hoy en día los seminarios están faltos de vocaciones y las parroquias se vacían, en algunos casos abandonadas por sacerdotes que anuncian que se van a casar y reintegrar a la vida civil. Mientras que los lugares donde se celebra la Misa Tradicional y se predican la Fe y la moral siempre están llenos a rebosar de fieles y son viveros de vocaciones. La Misa Tradicional se celebra con regularidad en 90 países de todos los continentes, y el número de fieles que participan aumenta de año en año, acrecentando tanto la Fraternidad San Pío X como los institutos de Ecclesia Dei surgidos de 1988 para acá. El coronavirus ha contribuido a ese aumento, pues desde que se impuso la comunión en la mano, son muchos los fieles que disgustados con el sacrilegio han abandonado sus parroquias para recibir la Sagrada Comunión en los templos en que se sigue dando en la boca.

    Este trasvase de almas ha surgido en reacción a la ausencia de formas de la nueva liturgia, sobre la que escribió Martin Mosebach en su ensayo Eresia dell’informe (tr. it. Cantagalli, 2009). Si autores progresistas como Andrea Riccardi, de la comunidad de San Egidio, lamentan la desaparición social de la Iglesia (La Chiesa brucia. Crisi e futuro del cristianesimo, Tempi nuovi, 2021), una de las causas de ella es precisamente la incapacidad de la nueva liturgia para captar la atención de los fieles; no es capaz de expresar el sentido de lo sagrado y de la trascendencia. Únicamente en la absoluta trascendencia divina se puede expresar la extrema cercanía de Dios al hombre, como señaló Ratzinger en su libro Introducción al espíritu de la liturgia (Ed. Cristiandad, Madrid 2007) antes de ser elegido al pontificado. El entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que siempre había puesto la liturgia en primer plano de sus intereses, una vez elegido papa Benedicto XVI promulgó el 7 de julio de 2007 el motu proprio Summorum pontificum, por el que restableció derechos plenos de ciudadanía al Rito Romano antiguo (infelizmente calificado de rito extraordinario), que su bien nunca había sido derogado jurídicamente llevaba de facto cuarenta años prohibido.

    Summorum pontificum ha contribuido a la multiplicación de los lugares donde se celebra la Misa Tradicional y a una abundante serie de estudios de alto nivel sobre la antigua y la nueva liturgias. El redescubrimiento de la Misa d siempre por parte de los jóvenes ha estado acompañado de una producción de textos que no sería posible enumerar aquí. Entre las obras más recientes, baste recordar los escritos del P. Claude Barthe, Histoire du missel tridentin et de ses origines (Via Romana, 2016, tr. it. Solfanelli, 2018) y La Messe de Vatican II. Dossier historique (Via Romana, 2018); de Michael Fiedrowicz, The Traditional Mass: History, Form, and Theology of the Classical Roman Rite (Angelico Press, 2020) y de Peter Kwasniewski, Noble Beauty,Transcendent Holiness: Why the Modern Age Needs the Mass of Ages (Angelico, 2017, tr. it. Fede e Cultura, 2021). En el terreno progresista no ha aparecido ningún estudio que se les pueda equiparar.

    El papa Francisco ha reaccionado a este renacimiento cultural y espiritual encargando a la Congregación para la Doctrina de la Fe que envíe un cuestionario sobre la aplicación del motu proprio de Benedicto XVI. Aunque la encuesta era de orden sociológico, las conclusiones que ha sacado Francisco son de orden ideológico. No hace falta realizar un sondeo para ver que las iglesias frecuentadas por los fieles vinculados a la tradición litúrgica están siempre llenas mientras las parroquias normales están cada vez más vacías. En la carta a los obispos que acompaña al motu proprio del 16 de julio, Francisco afirma: «Las respuestas recibidas revelaron una situación que me duele y me preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Lamentablemente, la intención pastoral de mis predecesores, que habían pretendido “esforzarse al máximo para que todos aquellos que verdaderamente desean la unidad puedan permanecer en esta unidad o encontrarla de nuevo”.[12] , a menudo se ha descuidado seriamente». «Me entristece –añade Francisco– un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la verdadera Iglesia». Por eso, «tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio».

    El papa Francisco no ha considerado necesario intervenir para resolver la grave herida producida a la unidad por los obispos alemanes, que en nombre del Concilio Vaticano II han caído frecuentemente en herejía, pero por lo que se ve está convencido de que el único peligro para la unidad de la Iglesia está en quienes han planteados dudas sobre el Concilio, como también suscitó dudas Amoris laetitia sin que haya respondido jamás. De ahí que el art. 1 del motu proprio Traditiones custodes declare que «los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano».

    Desde el punto de visto jurídico, la revocación del libre ejercicio de un sacerdote cualquiera en lo que se refiere a celebrar la Misa según los libros litúrgicos anteriores a la reforma de Pablo VI es patentemente ilegítima. El motu proprio Summorum pontificum de Benedicto XVI recalcó que el rito tradicional jamás ha sido abrogado y que todo sacerdote tiene pleno derecho a celebrarlo en cualquier lugar del mundo. Traditiones custodes entiende ese derecho como un privilegio, que como tal puede ser anulado por el legislador supremo. Este modus operandi es del todo arbitrario, porque la licitud de la Misa Tradicional no procede de un privilegio, sino del reconocimiento de un derecho subjetivo de cada fiel, sea laico, sacerdote o religioso. Es más, Benedicto XVI nunca concedió nada; se limitó a reconocer el derecho a utilizar el Misal de 1962, «jamás abrogado», y beneficiarse espiritualmente de él.

    El principio que reconoce Summorum pontificum es la inmutabilidad de la bula Quo primum de San Pío V del 14 de julio de 1570. Como señala un eminente canonista, el P. Raymond Dulac (Le droit de la Messe romaine, Courrier de Rome, 2018), Pío V no introdujo nada nuevo, sino que restableció la antigua liturgia y confirió a todo sacerdote el privilegio de celebrarla. Ningún papa tiene derecho a abrogar ni a cambiar un rito que se remonta a la Tradición Apostólica y se ha ido formando a lo largo de los siglos, como la llamada Misa de San Pío V. Lo confirma el gran liturgista monseñor Klaus Gamber en el libro que, en su edición francesa fue prologado el cardenal Ratzinger (La Réforme liturgique en question, Editions Sainte-Madeleine, 1992).

    En ese sentido, el motu proprio Traditiones custodes se puede considerar más grave que la exhortación Amoris laetitia. No sólo eso; el motu proprio tiene efectos canónicos que no tiene la mencionada exhortación postsinodal; mientras Amoris laetitia da a entender que pueden comulgar quienes no tienen derecho a hacerlo, Traditiones custodes priva del bien espiritual de la Misa de siempre a quienes tienen derecho a ese bien irrenunciable, del cual necesitan para perseverar en la fe.

    Es evidente el mecanismo ideológico de considerar a priori sectario a todo grupo de fieles ligados a la Tradición litúrgica de la Iglesia. Habla de ellos como si fueran sediciosos a los que hay que vigilar sin criterios de juicio (cf. nº 1, 5 e 6), restringiéndoles el derecho de asociación e impidiendo que los obispos aprueben más, y limitando el derecho propio del ordinario (cf. Código de Derecho Canónico, can. 321, §2). En realidad, hasta ahora los grupos de fieles han surgido espontáneamente y se han hecho portavoces de algunas situaciones ante la legítima autoridad, no es que nunca se los haya autorizado. Considerar necesaria la autorización de un grupo constituye un duro golpe a la libre asociación de los fieles que el propio Concilio propugnaba, como contraviene también el Concilio la disposición que convierte a los obispos en meros ejecutores de la voluntad pontificia.

    Traditiones custodes confirma el proceso de concentración de poder del papa Francisco contradiciendo sus continuas invocaciones a la sinodalidad de la Iglesia. Dice que es «exclusiva competencia» del obispo regular el Rito Extraordinario en su diócesis, pero en la práctica el motu proprio (cf. Art.4) limita la discrecionalidad y autonomía del obispo al disponer que no baste su autorización para celebrar la Misa solicitada por un sacerdote diocesano, sino que es necesario pedir el plácet de la Sede Apostólica. Eso quiere decir que el obispo no puede conceder dicha autorización (que nunca ha sido calificada de facultad, por lo que parece ser más que un privilegio) de forma autónoma, sino que es preciso que su decisión cuente con el aval de superiores. Como señala el P. Raymond de Souza, «se prohíben las reglas más permisivas mientras se fomentan las más restrictivas».

    El objetivo está claro: eliminar con el tiempo la presencia del Rito Tradicional para imponer el Novus Ordo de Pablo VI como único rito de la Iglesia. Para alcanzar ese objetivo hace falta una paciente reeducación de los revoltosos. Por eso, como se lee en la carta a los obispos, «las indicaciones sobre cómo proceder en las diócesis están dictadas principalmente por dos principios: por un lado, prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior [rito romano antiguo] y necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI. y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del “santo pueblo fiel de Dios”».

    No se equivoca Tim Stanley cuando en el Spectator del pasado día 17 lo llamó guerra sin piedad contra el rito antiguo. (The Pope’s merciless war against the Old Rite). Con Summorum pontificum Benedicto XVI reconoció públicamente que existe una lex orandi de la Iglesia que ningún papa podrá abrogar jamás. Francisco manifiesta por el contrario su rechazo a la lex orandi tradicional e, implícitamente, a la lex credendi que expresa el Rito de siempre. La paz que el motu proprio de Benedicto había intentado garantizar a la Iglesia ha terminado, y Joseph Ratzinger, ocho años después de su renuncia al pontificado, es condenado a presenciar la guerra que ha declarado su sucesor, como epílogo de una tragedia griega.

    La lucha se libre al borde del abismo del cisma. El papa Francisco quiere despeñar a sus críticos obligándolos a constituir de hecho, si no de principio, una verdadera Iglesia enfrentada a él, pero él mismo se arriesga a caer al abismo si se empeña en contraponer la Iglesia del Concilio a la de la Tradición. El motu proprio Traditiones custodes es un paso en esa dirección. Salta a la vista la malicia y la hipocresía de quien se propone destruir la Tradición autoproclamándose custodio de ella. Y es evidente también que esto sucede precisamente cuando la Iglesia es devastada por numerosas herejías y errores.

    Si la violencia consiste en el uso ilegítimo de la fuerza, el motu proprio de Francisco es un acto objetivamente violento, porque es prepotente y abusivo. Pero se equivoca quien piense que a la violencia ilegítima hay que responder con formas igualmente ilegítimas de disenso.

    La única resistencia legítima es la de quien no desconoce el derecho canónico y cree firmemente en la visibilidad de la Iglesia; de quien no cae en el protestantismo pretendiendo hacerse papa en lugar del papa; de quien modera su lenguaje y reprime las pasiones desordenadas que pueden llevarlo a cometer actos temerarios; de quien no cae en fantasías apocalípticas y mantiene un firme equilibrio en medio de la tempestad; de quien, en conclusión, lo cimenta todo en la oración convencido de que Jesucristo, y ningún otro, salvará su Iglesia.





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  16. #16
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    «Sería cismático el papa que cambiara todos los ritos de la Iglesia que son de tradición apostólica» (Francisco Suárez/Klaus Gamber)

    Por RORATE CÆLI


    20/07/2021


    Apenas han pasado cuatro años de la publicación del nuevo Misal con el que Pablo VI sorprendió a todo el mundo católico al promulgar el Novus Ordo Missae el 6 de abril de 1969. La revisión de 1965 no tocó la liturgia tradicional. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 50 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, la principal preocupación era suprimir algunos añadidos posteriores al Rito de la Misa. La publicación del Ordo Misae de 1969 creó, no obstante, un rito nuevo. Dicho de otro modo: la liturgia tradicional no había sido objeto de una simple revisión como pedía el Concilio. Todo lo contrario: había sido derogada, y un par de años más tarde el rito tradicional fue de hecho prohibido. De ahí que nos preguntemos: ¿se ajustan unas reformas tan radicales a la tradición de la Iglesia?

    (…) Se podría argüir que la autoridad del Papa para introducir un nuevo rito, es decir, para hacerlo prescindiendo de la decisión de un concilio, puede derivar de la plena y suprema potestad que tiene sobre la Iglesia, según dice el Concilio Vaticano I; esto es, autoridad en cuestiones quae ad disciplinam et regimen ecclesiae per totum orbem difusse pertinent (de régimen y disciplina de la Iglesia difundida por todo el orbe) (Denzinger 1831). Ahora bien, la palabradisciplina no se aplica en modo alguno al rito de la Misa, y menos aún si tenemos en cuenta que los pontífices han señalado en repetidas ocasiones que el rito se basa en la tradición apostólica. Por este solo motivo, el rito queda fuera de lo que atañe a la disciplina y gobierno de la Iglesia.

    Podríamos agregar que no existe un solo documento, ni siquiera el Código de Derecho Canónico, que afirme concretamente que el Papa, como pastor supremo de la Iglesia, posea autoridad para derogar el rito litúrgico tradicional. Más aún: en ninguna parte se dice que el Sumo Pontífice tenga potestad para alterar siquiera una tradición litúrgica local. Que no mencione la existencia de dicha potestad añade un peso considerable a nuestro argumento. La plena y suprema potestas del Papa tiene unos límites claramente delimitados. Por ejemplo, es innegable que en cuestiones dogmáticas tiene que atenerse a la Tradición de la Iglesia universal. Es decir, como señala San Vicente de Lerins, lo que siempre se ha creído (quod semper, quod ubique, quod ab omnibus).

    De hecho, algunos autores afirman con bastante claridad que derogar el rito tradicional queda sin lugar a dudas fuera de la competencia del Papa. El eminente teólogo Suárez (que falleció en 1617) citando a autores anteriores como Cayetano (que murió en 1534), piensa que el papa que tal hiciere sería cismático, ya que, «no estaría en plena comunión con la Iglesia como es su deber si, por ejemplo, excomulgara a la totalidad de la Iglesia o sustituyera los ritos que la Iglesia ha heredado de la tradición apostólica» [Et hoc secundo modo posset Papa esse schismaticus, si nollet tenere cum toto Ecclesiæ corpore unionem et coniunctionem quam debet, ut si tenat et totem Ecclesiam excommunicare, aut si vellel omnes Ecclesiasticas cæremonias apostolica traditione firmatas evertere.].

    Al estudiar la cuestión de la autoridad ilimitada del Papa y en qué modo le daría potestad para alterar un rito litúrgico previamente establecido, es posible que si el argumento de Suárez no tiene suficiente peso éste otro lo tenga: el hecho incontestable de que antes de Pablo VI ningún pontífice efectuó cambios fundamentales en los ritos como estamos presenciando ahora.

    Klaus Gamber
    Die Reform der römischen Liturgie: Vorgeschichte und Problematik



    https://adelantelafe.com/seria-cisma...-klaus-gamber/


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  17. #17
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Los obispos deben dispensar inmediatamente a sacerdotes y fieles de los horrores de Traditiones custodes
    Editorial de Rorate Caeli


    20/07/2021


    Aprobado por un doctor en derecho canónico

    En Rorate Caeli apreciamos los edificantes y generosos consejos paternales y pastorales que nos brindan muchos prelados, en particular del ámbito de habla inglesa y francesa, que han respondido al horror de Tradiciones custodes. Expresamos nuestra más sincera gratitud a los buenos pastores como ellos que nos leen.

    Cuando la ira y la tristeza tratan de abrirse paso en nuestro corazón y hacernos perder la calma, el actuar correcto y valeroso de esos pastores calma las aguas e impide que el enemigo gane territorio.
    Son acciones escasas y aisladas. Necesitamos más cuanto antes.

    Rogamos a todos los prelados de buena voluntad y todos los pastores que aman y cuidan a su grey por el bien espiritual de todos los fieles, clero y laicos, que desde hace años se benefician del inmenso tesoro espiritual, eucológico y teológico del Misal Romano de 1962 que nos dispensen de las draconianas medidas dispuestas en Traditiones custodes.

    La institución canónica de la dispensa cuenta con una sólida tradición en la historia del derecho canónico, y vige actualmente en el canon 87 §1 del Código de 1983 [1]. Con relación al concepto de dispensa, Hans-Jurgen Guth ha escrito en los últimos años tratados sobre el derecho que concede la legislación a los obispos para objetar las decisiones del Sumo Pontífice, derecho conocido como ius remonstrandi o supplicatio [2].
    Dado que el derecho a la Misa Tradicional está firmemente establecido en la tradición canónica por no haber sido jamás abrogado, los obispos pueden –y deben– ejercer inmediatamente el ius remonstrandi para impugnar semejante extralimitación.

    Todos los grupos de fieles de la Misa Tradicional manifiestan los saludables frutos espirituales mencionados en Mt.7,16: familias que se quieren y llevan bien, asisten sin falta a Misa y reciben con frecuencia los sacramentos la Penitencia y la Sagrada Comunión; seminaristas dedicados a la oración, el estudio y el servicio a la Iglesia; sacerdotes entregados a la cura de almas y religiosos consagrados plenamente en devoción sincera al Cordero de Dios.

    Dicen que la Iglesia nunca actúa con precipitación. Pero no se puede decir lo mismo de la promulgación original del Novus Ordo (o de la prohibición de la Misa Tradicional) ni de la brusca promulgación de Traditiones custodes. Es preciso impugnarla con la misma celeridad.

    Creemos que hay muchos prelados que sienten necesidad de un guía, esperan que uno de sus hermanos en el episcopado tome la iniciativa y dispense plenamente a los sacerdotes y los fieles de la observancia de Traditiones custodes para que su grey pueda proseguir tranquila el camino a la salvación sin que la molesten.

    Os rogamos e imploramos que hoy mismo ejerzáis ese derecho.



    [1]Can. 87 §1. El obispo diocesano, siempre que, a su juicio, ello redunde en bien espiritual de los fieles, puede dispensar a éstos de las leyes disciplinares, tanto universales como particulares, promulgadas para su territorio o para sus súbditos por la autoridad suprema de la Iglesia; pero no de las leyes procesales o penales, ni de aquellas cuya dispensa se reserva a la Sede Apostólica o a otra autoridad.

    [2]Guth, Hans-Jurgen. “Ius Remonstrandi: A Bishop’s Right in Law to Protest”. Revue de droit canonique 2002, Volume 52, Number 1, pp. 153-65.



    https://adelantelafe.com/editorial-r...ones-custodes/


  18. #18
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    Lo realmente llamativo era que algunos hubieran tomado en serio el Summorum Pontificum de Benedicto XVI, restablecedor (¿?) de la misa tridentina, que cerró en falso el problema en el año 2007.

    Que un "papa" como el actual, que va de globalista, ecumenista, ecolojeta, rojo, etc pudiera ser compatible con la misa tridentina, su santidad, sus virtudes, era algo estrafalario e inconcebible. Efectivamente, han caído las caretas, y eso siempre es buena noticia.
    Quedan en pie mons Lefebvre, sus diagnósticos sobre el origen de la crisis eclesial y su colosal obra. Eso nadie nos lo podrá quitar
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  19. #19
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

    El odio a la Misa de siempre, y la cuestión de la obediencia



    Prefacio del arzobispo Carlo Maria Viganó

    Este magnífico y contundente artículo del profesor Massimo Viglione es uno de los más lúcidos y profundos comentarios al tenebroso motu proprioTraditiones custodes. Mi intención al publicar tan valiosa intervención es ponerlo al alcance de los fieles, sean católicos o no, para su lectura y reflexión, a fin de que cada uno obtenga provecho de su claridad profética y valor apostólico en la encarnizadísima guerra que todos debemos afrontar. Una guerra cuyo inevitable desenlace será el triunfo de la Esposa de Cristo sobre las potencias desatadas del Infierno.

    El artículo del profesor Viglione merece una amplia difusión además por mostrar el panorama general de la estrategia y actividades simultáneas y coherentes de la iglesia profunda y el estado profundo. En unos momentos en que la discriminación contra los no vacunados ha sido adoptada también por la iglesia bergogliana, tenemos el ineludible deber de resistir con la máxima determinación, alzar la voz y dar a conocer lo que se está cociendo.

    +Carlo Maria Viganò, arzobispo


    ***

    El odio a la Misa de siempre, y la cuestión de la obediencia«Os expulsarán de las sinagogas» (Jn.16,2)Hermenéutica de la envidia de Caín a Abel


    Massimo Viglione

    En estos días posteriores a la oficialización por el motu propio de Francisco de la guerra entre las jerarquías eclesiásticas contra la Misa de siempre se han multiplicado los comentarios sobre el asunto. Más de uno de dichos comentarios ha puesto de relieve el nada disimulado desprecio y al mismo tiempo la absoluta claridad de forma y de contenido que caracteriza al motu proprio Traditiones custodes, redactado con un estilo y formalismo más político que teológico y espiritual.

    A todos los efectos, es una declaración de guerra. Salta a la vista la diferencia formal y de tono con los diversos documentos en los que Pablo VI anunció, programó y llevó a cabo a partir de 1964 su reforma litúrgica, finalmente oficializada por la constitución apostólica Missale Romanum del 3 de abril de 1969, con la que a todos los efectos el Rito Romano antiguo fue sustituido (es la palabra más apropiada desde el punto de vista de las intenciones que de los actos) por el nuevo rito en lengua vulgar. En los documentos montinianos encontramos en repetidas ocasiones muestras de un modo hipócrita pero evidente dolor, pesar y remordimiento mientras –paradójicamente– ensalza la belleza y sacralidad del rito antiguo.

    En resumen, es como si Montini dijera: «Hasta nunca, querido rito de siempre, ¡pero qué bonito eras!»

    Por el contrario, en el documento bergogliano se trasluce, como muchos han observado, odio a aquel rito. Un odio incontenible.

    Naturalmente, no es Bergoglio quien ha iniciado esta guerra, desatada por el movimiento litúrgico modernista (o, si se prefiere, el protestantismo) sino, a nivel oficial y operativo, el propio Pablo VI. Si se me permite la atrevida y popular metáfora, Bergoglio sólo se ha puesto a disparar a la desesperada intentando matar de una vez por todas a un herido de muerte que durante las décadas del postconcilio no sólo no ha muerto sino que revivido arrastrando consigo a un número incalculable de fieles en todo el mundo, con un aumento exponencial en los últimos catorce años.

    Y ahí está el quid de la cuestión. El clero progresista y más entusiásticamente modernista ha tenido que soportar a regañadientes el motu proprio de Benedicto XVI, pero al mismo tiempo ha estado actuando contra la Misa de siempre por medio de la resistencia hostil de una grandísima parte del episcopado internacional que siempre ha desobedecido descaradamente a cuanto decreta Summoroum pontificum desde los mismos años del pontificado ratzingeriano, y más aún desde su renuncia para acá.

    La hostilidad de los obispos ha dado lugar a que al final el deber de mantener activo el motu proprio dependiese con harta frecuencia del valor de algunos sacerdotes que lo celebraban de todos modos sin autorización del obispo (lo cual no era ciertamente necesario). Pues bien, esos prelados constante y obstinadamente desobedientes al Soberano Pontífice de la Iglesia Católica y al motu proprio de éste, en nombre de la obediencia al Sumo Pontífice y a un motu proprio suyo podrán ahora no sólo continuar sino intensificar su labor de censura, la guerra que ya no es oculta sino evidente, como de hecho venía sucediendo.

    Pero Francisco no se ha limitado a disparar contra víctima inmortal. Ha querido ir más allá, enterrarla en vida de forma tan veloz como furtiva y monstruosa, afirmando que el rito nuevo es lex orandi de la Iglesia Católica. De lo cual habría que colegir que la Misa de siempre ya no sería la Lex orandi.

    Sabido es que nuestro pontífice es un ignorante en materia de teología (que es como decir que un médico no sabe de medicina o un herrero no sabe emplear el hierro y el fuego). De hecho, la Lex orandi de la Iglesia no es una ley de derecho positivo aprobada por un parlamento o dictada por un soberano que pueda ser revocada, alterada, sustituida, mejorada o empeorada en cualquier momento. Es más, la Lex orandi de la Iglesia no es una cosa concreta delimitada por el tiempo y el espacio, sino el conjunto de normas teológicas y espirituales de uso litúrgico y pastoral a lo largo de toda la historia de la Iglesia, desde los tiempos del Evangelio –en concreto desde Pentecostés– hasta hoy. Para que se pueda vivir obviamente en el presente, hunde sus raíces en todo el pasado de la Iglesia. No hablamos, por tanto, de nada humano –exclusivamente humano– que un cacique cualquiera pueda alterar a su antojo. La Lex orandi comprende en su totalidad los veinte siglos de historia de la Iglesia, y no hay hombres ni consenso humano que puedan alterar este depósito veinte veces secular. No hay papa, concilio ni episcopado que pueda cambiar el Evangelio, el Depósito de la Fe, el Magisterio universal de la Iglesia. Y tampoco la liturgia de siempre. Y si es cierto que el rito antiguo tiene un núcleo esencial de origen apostólico que se ha ido acrecentando armónicamente a lo largo de los siglos, con alteraciones progresivas (hasta Pío XII y Juan XXIII), no es menos cierto que esas alteraciones –una veces más oportunas, otras menos, otras tal vez inapropiadas– siempre se han estructurado no obstante en un continuum de Fe, sacralidad, Tradición y belleza.

    La reforma montiniana pulverizó todo eso al inventarse un nuevo rito adaptado a las exigencias del mundo moderno y transformar la sagrada liturgia católica haciéndola antropocéntrica en vez de teocéntrica. Del Santo Sacrificio de la Cruz repetido incruentamente mediante la acción del sacerdote se ha pasado a una asamblea de fieles dirigida por su presidente. De instrumento de salvación y hasta de exorcismo se ha pasado a un encuentro populista horizontal susceptible de adaptaciones y continuos cambios autocéfalos y relativistas y adaptaciones más o menos festivas cuyo valor se basaría en el consenso de las masas, como si se tratara de un instrumento dirigido al público, que a pesar de todo va disminuyendo progresivamente.

    De nada sirve proseguir por ese camino: esos son precisamente los frutos de esta subversión litúrgica que hablan a la mente y al corazon y no mienten. Por el contrario, es preciso aclarar las causas de ese paso de la hipocresía montiniana a la sinceridad bergogliana.

    ¿Qué es lo que ha cambiado? El clima general, que sin exagerar se ha trastornado. Montini creía que en pocos años nadie se acordaría ya de la Misa de siempre. Y Juan Pablo II, ante la evidencia de que no se podía matar al enemigo, se vio obligado –también a regañadientes– a conceder unindulto (como si la sagrada liturgia católica de siempre tuviera necesidad de algún perdón para seguir existiendo) que (nadie lo dice) era incluso más restrictivo que este último documento bergogliano, aunque sin el odio que caracteriza a éste último. Pero sobre todo ha sido el imparable éxito entre el pueblo –sobre todo entre los jóvenes– que ha tenido la Misa de siempre después del motu proprio de Benedicto la chispa que ha hecho saltar tanto odio.

    La Misa nueva ha salido perdiendo ante la historia y ante la fuerza de los hechos. Las Iglesias se han vaciado, cada vez hay menos fieles; las órdenes religiosas –también, y tal vez, sobre todo, las más antiguas y gloriosas– van desapareciendo; monasterios y conventos están abandonados, habitados por religiosos ya muy avanzados en años, y se está a la espera de su muerte para clausurarlos; las vocaciones han quedado en nada; se ha reducido a la mitad el número de los que marcan la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta, a pesar de la obsesiva, pesada y patética publicidad solidaria con el Tercer Mundo; las vocaciones al sacerdocio son escasas, por todas partes se ve a párrocos a cargo de tres, cuatro y hasta cinco parroquias; las matemáticas del Concilio y de la Misa nueva son lo menos misericordioso que pueda haber.)

    Pero la quiebra es ante todo cualitativa desde los puntos de vista teológico, espiritual y moral. También el clero que existe y resiste es en gran medida herético o tolera la herejía y el error en tanto que se muestra intolerante con la Tradición, no reconociendo valor objetivo alguno al Magisterio de la Iglesia (sino a lo que resulta agradable), y vive de la improvisación teológica y dogmática, así como litúrgica y pastoral, basándolo todo en un relativismo doctrinal y moral acompañado de una caterva de cháchara y lemas vacíos y desabridos; y eso sin hablar del devastador, por no decir monstruoso, estado moral de buena parte del clero.

    Cierto es que hay algunos movimientos que remedian un poco la situación: pero lo hacen a base, una vez más, de relativismo doctrinal, litúrgico (guitarras, panderetas, diversión, participación) y moral (el único pecado es oponerse a los dictados de esta sociedad: actualmente consiste en oponerse a la vacuna; todo lo demás está más o menos permitido). ¿Y esos movimientos siguen siendo católicos? ¿En qué medida y cuál es su calidad? Si analizáramos con precisión teológica y doctrinal su fidelidad, ¿cuántos aprobarían el examen?

    Enseña la Iglesia que lex orandi, lex credendi. Y ciertamente la Lex orandi de los diecinueve siglos anteriores al Concilio Vaticano II y a la reforma litúrgica montiniana han creado una suerte de fe, una fe diferente en los cincuenta años siguientes. Y un nuevo tipo de católico.

    «Por sus frutos los conoceréis» (Mt.7,16), enseñó el Fundador de la Iglesia. Ni más ni menos. Los frutos del fracaso total del modernismo (o, si se prefiere, para los más atentos e inteligentes, el triunfo de los verdaderos fines del modernismo), del Concilio y del postconcilio. ¿Dónde naufragó la propia hermenéutica de la continuidad? Junto con la misericordina, ha desembocado en la hermenéutica del odio.

    En cambio, la Misa de siempre es precisamente la antítesis de todo esto. Es rompedora en su propagación, a pesar de la perpetua hostilidad y censura de los obispos; es santificante en su perfección; es atrayente por ser expresión de la inmutabilidad eterna, de la Iglesia de siempre, la teología, la espiritualidad, la liturgia y la moral de siempre. Se la ama porque es divina, sagrada y ordenada jerárquicamente; no es humana, democrática ni liberal-igualitaria. Divina y humana a la vez, como su Fundador en el día de la Última Cena.

    Y la aman sobre todo los jóvenes, tanto los laicos como los que sienten atraídos por el sacerdocio. Mientras que los seminarios del nuevo rito (la lex orandi de Bergolio) son antros de herejía, apostasía (y mejor no hablemos de otras cosas…), los seminarios del mundo de la Tradición están rebosantes de vocaciones, tantos masculinas como femeninas, en una continuidad imparable.

    La explicación de esta innegable realidad se encuentra en la única Lex orandi de la Iglesia Católica. La que es querida por Dios, y aquella a la que ningún rebelde se puede sustraer.

    Ahí está la raíz del odio. El consenso mundial y multigeneracional en cuanto al enemigo que estaba destinado a morir ante el fracaso de lo que tendría que haber aportado savia nueva pero se está secando y muriendo.
    Porque falta la savia vital de la Gracia.

    El odio a las muchachas arrodilladas tocadas con velo blanco y a las madres de varios hijos cubiertas de velo negro; a los hombres arrodillados en oración y recogimiento, quizás desgranando las cuentas de un rosario; a los sacerdotes con sotana y fieles a la doctrina y la espiritualidad de siempre; a las familias numerosas y serenas ante las dificultades de nuestra sociedad; odio a la fidelidad, la seriedad y la sed de sacralidad.

    Es el odio a todo un mundo, cada vez más numeroso, que no ha caído –ni caerá– en la trampa humanista y mundialista del nuevo Pentecostés.

    En el fondo, ese disparar a la desesperada no es otra cosa que un nuevo homicidio de Caín, envidioso de Abel. De hecho, en el rito nuevo se ofrece a Dios «el fruto de la tierra y del trabajo del hombre» (Caín); en cambio, en el de siempre «hanc immaculatam Hostiam» (el Cordero primogénito de Abel: Gén.4,2-4).

    Caín vence siempre momentáneamente gracias a la violencia, pero luego sufre sin falta el castigo a su odio y su envidia. Abel muere brevemente, pero después vive por la eternidad en la sequela Christi.
    ¿Qué pasará ahora?

    La pregunta es más interesante e inevitable de lo que parece, y lo es a varios niveles. No podemos conocer el futuro, pero sí podemos plantear por el momento algunos interrogantes.

    ¿Obedecerán todos los obispos?

    No parece que vayan a hacerlo. Más allá de la gran mayoría, que lo harán de buena gana o porque participan del odio de su jefe (casi todos) o por temor a su futuro personal, pensamos que no serán pocos los que hagan frente a la ametralladora bergogliana, como se ve que está sucediendo ya en EE.UU. y Francia (no albergamos muchas esperanzas por los italianos, los más acobardados y acomodados, como siempre), bien porque en principio no sean hostiles, bien por amistad con algunas órdenes vinculadas a la Misa de siempre, bien quizá –¿es una esperanza infundada– por un arrebato de justo orgullo por la humillación –incluso grotesca– infligida por el documento de marras, que empieza afirmando que la concesión de permiso es competencia de ellos, y luego limita toda libertad de acción y sujeta a condiciones la más mínima posibilidad de elegir, ¡sino que cae en la flagrante contradicción de afirmar que en todo caso deben dirigirse a la Santa Sede!

    ¿Obedecerán en efecto ciegamente, o surgirán algunas arrugas que resquebrajen la estructura de odio?

    ¿Y qué pasará en el mundo tradicionalista?

    Se va a armar una buena, como se diría familiarmente… Podría hasta haber golpes de efecto de proporciones históricas. Unos caerán, otros sobrevivirán, otros a lo mejor sacarán provecho (pero cuidado con las albóndigas envenenadas de los siervos del padre de la mentira). Confiemos en la Gracia divina para que los fieles no sólo sigan siendo fieles, sino que aumente su número.

    Todo ello será confirmado ante todo por un aspecto que hasta ahora nadie ha señalado: el verdadero objetivo de esta guerra contra la sagrada liturgia católica que se arrastra desde hace varias décadas, y es además el verdadero objetivo de la creación ex nihilo (mejor dicho, diseñado en algún antro) del nuevo rito, es la disolución de la liturgia católica en sí, de toda forma de Santo Sacrificio, de la propia doctrina y la Iglesia misma en la amplia corriente mundialista de la religión universal, del Nuevo Orden Mundial. Conceptos como la Santísima Trinidad, la Cruz, el pecado original, el Bien y el mal entendidos en el sentido cristiano tradicional, la Encarnación, la Resurrección y por consiguiente la Redención, los privilegios marianos y la misma Madre de Dios Inmaculada Concepción, la Eucaristía y los Sacramentos, la moral cristiana con sus Diez Mandamientos y la doctrina del Magisterio universal (defensa de la vida, de la familia, de la recta sexualidad en todas sus formas, con todas las condenas consecuentes a la locura actual), son todas cosas que deben desaparecer en la religión universal monista futura.

    Desde semejante perspectiva, la Misa de siempre es el primer elemento que debe desaparecer, por ser precisamente el baluarte inflexible de todo lo que se quiere hacer desaparecer, y por ser el principal obstáculo a toda forma de ecumenismo. Con el tiempo, ello supondrá inevitablemente una aproximación progresiva a liturgia sagrada de siempre por parte de las multitudes de fieles que todavía frecuentan el rito nuevo, quizás con sacerdotes que lo celebran con dignidad. Porque al fin y al cabo estos últimos se verán tarde o temprano en la encrucijada de decidir entre obedecer el mal y desobedecer para ser fieles al Bien. Tanto en la sociedad como en la Iglesia, al final la Revolución lo arrolla todo: a la larga se termina cayendo de un lado o de otro. Y eso tendrá como consecuencia que los buenos que ahora están confundidos terminen por buscar la Verdad y la Gracia.

    O sea, la Misa de siempre.

    Los que continúan sin plantearse estas cuestiones y siguen a esos obispos y párrocos, sepan que si quieren ser católicos de veras y beneficiarse verdaderamente del Cuerpo y la Sangre del Redentor… tienen los días contados. Muy pronto se van a ver obligados a tomar partido.

    Hablemos ahora del problema central en esta situación: qué hacer ante una jerarquía que odia la Verdad, el Bien, la Belleza y la Tradición, y que combate la única Lex orandi verdadera para imponer otra que no agrada a Dios sino al príncipe de este mundo y a sus secuaces inspectores (en cierta forma, sus obispos)?

    Es el problema fundamental de la obediencia, que también en el mundo de la Tradición se lleva a cabo muchas veces un juego sucio que con frecuencia no es fruto de una sincera búsqueda de lo mejor y de la verdad sino de guerras personales, que se han agravado con la brecha causada por el totalitarismo sanitario y el vacunismo.

    La obediencia –y este es un error cuyas raíces más profundas están también en la Iglesia preconciliar– no es un fin. Es un medio de santificación. Por lo tanto, no es un valor absoluto, sino instrumental. Es un valor positivo cuando se ordena a Dios. En cambio, si se obedece a Satanás, a sus siervos, al error, a la apostasía, deja de ser un bien para convertirse en participación voluntaria en el mal.

    Como la paz, ni más ni menos. La paz –diosa de la subversión actual– no es un fin, sino un instrumento del Bien y de la justicia cuando tiene por objeto crear una sociedad buena y justa. Si su finalidad es crear o promover una sociedad satánica, maligna, errada y subversiva, la supuesta paz se convierte en instrumento del Infierno.

    No debemos agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones (1 Tes.2,4). ¡Exactamente! Por eso, quienes obedecen a los hombres sabiendo que facilita el mal y obstaculiza el Bien, sean quienes sean, la jerarquía eclesiástica incluida sin faltar el Papa, se hace en realidad cómplice del mal, la mentira y el error.

    Quien obedece en esas circunstancias desobedece a Dios, porque «el siervo no es mejor que amo» (Mt.10,24). Judas también era parte del colegio apostólico.

    De lo contrario se incurre en hipocresía. Como si –por poner un ejemplo– un católico tradicionalista autoerigido en juez y dispensador de la seriedad ajena criticase abiertamente al actual pontífice por Amoris laetitia o por este último documento pero luego, en lo que respecta a la sumisión ¡incluso obligatoria! al vacunismo en sí y a la aceptación del empleo de líneas celulares humanas obtenidas a partir de víctimas de abortos voluntarios declarase para defenderse de la justa y obvia indignación general que obedece todo lo que ha dicho el Soberano Pontífice sobre la cuestión.

    La conditio sine qua non de toda seriedad no está tanto en el tono utilizado (éste también es un aspecto importante pero en modo alguno primordial, y desde luego no deja de ser subjetivo), sino sobre todo en la coherencia de doctrina, ideas e intelecto al Bien y a la Verdad en su integridad, en todo aspecto y circunstancia. Es preciso entender si quien dirige a la Iglesia hoy en día quiere ser siervo fiel de Dios o siervo fiel del príncipe de este mundo. En la primera hipótesis, se le debe obediencia, y la obediencia es un medio de santificación. En la secunda, hay que sacar conclusiones. Evidentemente dentro del respeto a las normas codificadas de la Iglesia, de los hijos de la Iglesia y con buena educación y tono sereno. En todo caso, siempre se debe tener en cuenta las consecuencias: la primera preocupación tiene que ser seguir y defender siempre la verdad, no el repugnante servilismo obsequioso y escrupuloso, fruto podrido de un mal entendido tridentinismo. Ni el Papa ni la jerarquía pueden utilizarse como referentes de la verdad cuando parece conveniente dependiendo de los fines personales.

    Vivimos los tiempos más decisivos de la historia de la humanidad y de la Iglesia. Todos los autores que han ofrecido sus comentarios en los últimos días nos invitan a la oración y la esperanza. Nosotros también lo haremos como es natural, con plena certeza de que cuanto está pasando en estos días, y en general desde febrero de 2020, es señal inequívoca de que se acerca el tiempo en que Dios intervendrá para salvar a su Cuerpo Místico y a la humanidad, así como el orden que Él mismo ha dado a la creación y a la convivencia humana, según la medida, las formas y los momentos que Él disponga.

    Recemos, esperemos, velemos y alistémonos en el bando bueno. El enemigo nos ayuda a tomar partido: de hecho, es siempre el mismo en todas partes.




    https://adelantelafe.com/993257-2/

    Última edición por Hyeronimus; 25/07/2021 a las 01:41

  20. #20
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    Re: URGENTE: publicado el Motu Proprio Anti-Summorum

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    Y Lefebvre tenía razón…

    Por Padre Ildefonso De Asís


    23/07/2021



    Visto lo sucedido hay que afirmarlo sin complejos: Monseñor Lefebvre tenía razón cuando hizo lo que hizo. Tras la promulgación del Motu Propio que ataca la Misa tradicional, y el efecto inmediato a todos los niveles en la estructura interna de la Iglesia, la Fraternidad sacerdotal san Pío X (fundada por Lefebvre) viene a ser como un baluarte seguro donde la liturgia católica queda amparada.

    Lefebvre fue tildado de fanático, integrista, cismático, fundamentalista…etc; durante décadas solo pronunciar su nombre (sin apellido ofensivo) suponía ser considerado casi excomulgado por la misma Iglesia. Yo recuerdo muy bien una conversación que tuve, en el año 1991, con un jesuita, sobre un amigo que parecía querer ingresar en el seminario de Econe (de la FSSPX) y el respingo tremendo que dio al escuchar que era fundado por Lefebvre cuyo movimiento era calificado, por este jesuita (y cito textualmente) como “la mayor brutalidad”. La verdad esa escena me dejó impresionado y la recuerdo como se queda en la memoria una escena dura de película de terror. Escena significativa de la leyenda negra volcada sobre un obispo que durante su vida solo buscó restaurar todas las cosas en Cristo, y que durante su ministerio en África logró uno de los mayores crecimientos misioneros que se hayan realizado en la historia.

    Pues bien: hagamos ahora memoria de la verdadera. En primer lugar Lefebvre nunca fue cismático ya que jamás quiso formar una jerarquía paralela a la oficial de la Iglesia. En todos sus seminarios y prioratos estaba ubicada, y bien visible, la fotografía enmarcada del Papa (Juan Pablo II y los posteriores) porque nunca afirmó que la sede romana estuviera vacante. De hecho, el movimiento sedevacantista nunca tuvo alianza ni aceptación alguna en Monseñor, y a día de hoy siguen le siguen dedicando tantos descalificativos como sus enemigos modernistas.

    En segundo lugar, y no menos importante: Lefebvre no ordenó obispos por un acto de desobediencia sino movido por una situación de emergencia ante la terrible crisis existente -manifestada con contundencia en el lamentable acto de Asís encabezado por Juan Pablo II pocos meses antes-, para asegurar la continuidad de la Fraternidad tras su muerte (tres años después de esas consagraciones episcopales), por el bien de las almas. Gracias a Monseñor Lefebvre la FSSPX siguió adelante y, con cuatro obispos ordenados, cada año seguían y siguen ordenándose sacerdotes católicos al servicio de las almas y para Gloria de Dios. En el año 2009 el Papa Benedicto XVI levantó las penas de excomunión y tanto él como su sucesor Francisco declararon la validez de los sacramentos celebrados por los sacerdotes y obispos de la FSSPX.

    Sí, Lefebvre tenía razón. Dado que por medios canónicos penales podría desaparecer la Misa tradicional de forma pública en la estructura eclesial dependiente de Roma, no obstante quedaría la FSSPX como garante de continuidad de la misma Misa tradicional. Realmente, respecto a la Misa, en la época de Lefebvre las cosas estaban aún peor que ahora, y tuvo la intuición de lo que iba a suceder, y por ello actuó de esa manera. Y es muy posible que en el futuro la historia le dé oficialmente la razón y su persona (y obra) quede plenamente rehabilitada en la Iglesia de forma oficial. El “maldecido” obispo: cismático, integrista y fundamentalista…..el fanático que dejó un poso de “brutalidad” al final podría ser manifestado como un gran mártir de la Verdad cuyo testimonio sirva de acicate y ejemplo para las generaciones futuras.




    https://adelantelafe.com/y-lefebvre-tenia-razon/


    ALACRAN dio el Víctor.

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