Crédito Social EE.UU. 2017: Un sistema monetario para todos los americanos





Por M. Oliver Heydorn



¿No es hora ya de que tengamos un sistema financiero que funcione para todos los americanos? Las propuestas del Crédito Social del ingeniero Clifford Hugh Douglas explican la clase de sistema monetario que necesita implementarse a fin de arreglar nuestro actual sistema de deuda disfuncional.

1. En economía, el bien común consiste en lo siguiente: que todos los miembros de una sociedad sean capaces de obtener los bienes y servicios que necesiten para sobrevivir y prosperar, con el mínimo consumo de recursos materiales y/o trabajo humano.

2. Dada la tremenda capacidad productiva de los EE.UU. –una capacidad física que es hecha posible y que se amplifica constantemente gracias a las cada vez más asombrosas hazañas del progreso tecnológico– realmente no existe ninguna buena rezón para la indigencia, la pobreza, o el trabajo excesivo en sus varias formas. Esto es, no hay razón física o real por la que el bien común en economía (tal y como se define en el punto 1) no pueda realizarse.

3. El diagnóstico del Crédito Social acerca de nuestras enfermedades económicas revela que la razón por la que el bien común económico no se realiza en la medida en que podría y debería hacerse, tiene que ver con la naturaleza y el rol de la finanza en el seno de la economía moderna. El actual sistema financiero (esto es, los sistemas bancario y de contabilidad del coste) no está diseñado para proporcionar una completa y, por tanto, exacta representación de los hechos económicos físicos, y, por esta misma razón, falla a la hora de promover, de una manera óptima, el bienestar de todos los americanos.

4. Hablando de manera más específica: siempre que haya, por un lado, una genuina necesidad insatisfecha y, por otro lado, las materias primas, equipos, mano de obra, know-how tecnológico, etc., para poder satisfacer esa necesidad, el sistema financiero debe ser capaz de emitir suficiente crédito financiero para poder catalizar la capacidad de producción útil de la sociedad en forma de préstamos al productor. Igualmente, siempre que los bienes y servicios llegan al mercado con sus etiquetas de precio adjuntas representando todos los costes y márgenes de beneficio, debe haber suficiente poder adquisitivo en manos de los consumidores para a) poder adquirir todos los bienes y servicios de consumo deseados disponibles actualmente en oferta, al mismo tiempo que b) se van liquidando, de una vez y para siempre, los costes totales de producción. Desafortunadamente, por varias razones, el actual sistema financiero no proporciona al consumidor suficientes ingresos libres de trabas con los que poder contrarrestar los costes de la producción por completo. Como consecuencia de este anémico mercado del consumidor, el crédito disponible para catalizar la producción útil tiende también a restringirse y, por tanto, a ser inadecuado.

5. Debido a las convenciones en la contabilidad del coste actualmente existentes, en conjunción con el hecho de que los bancos privados poseen un monopolio o casi un monopolio sobre la oferta monetaria (más del 95% del cual se crea en forma de deuda con intereses o en forma equivalente a deuda siempre que un banco privado hace un préstamo o adquiere un título-valor), el ritmo al que los precios de los bienes y servicios se generan por la economía industrial excede al ritmo al que los ingresos –en forma de sueldos, salarios y dividendos– se distribuyen a los trabajadores, administradores, y a los propietarios, considerados en su rol de consumidores. Existe, por tanto, una carencia o deficiencia en el poder adquisitivo del consumidor que se está emitiendo en relación a los costes y precios generados por cada ciclo de producción. A menos que se empleen métodos apropiados de compensación, no habrá suficiente poder adquisitivo para poder comprar por completo todo lo que producimos, ni tampoco habrá, ipso facto y al momento, suficiente con el que poder liquidar por completo los precios –y, por tanto, los costes– de lo que producimos. El sistema financiero no es auto-liquidante.

6. El sistema financiero actual intenta defenderse de la amenaza de la recesión o depresión –que esta inherente carencia de poder adquisitivo del consumidor de lo contrario causaría– rellenando la recurrente y creciente brecha de ingresos-precios con dinero-deuda adicional que se toma prestado de los bancos privados en forma de préstamos al consumidor, así como en forma de préstamos al gobierno para producción de bienes públicos, no consumibles (tales como obras públicas, gastos militares, el programa espacial, etc…), y préstamos a las empresas para nuevas inversiones (especialmente producción de capital y producción para la exportación): de ahí ese perpetuo énfasis que se pone sobre los puestos de trabajo y el crecimiento.

7. En lugar de esta constante infusión de dinero-deuda compensatorio (que desemboca en una carga de deuda social en constante expansión), y en lugar de su única alternativa convencional, es decir, contracción o estancamiento económico, el Crédito Social propone que se establezca un órgano no partidista del Estado –una Oficina, Autoridad o Comisión Nacional de Crédito– con el cometido de asegurar que se cree y emita un flujo suficiente de crédito “libre de deuda” a los consumidores con el fin de poner el flujo de poder adquisitivo del consumidor en un equilibrio automático con el flujo de precios de bienes de consumo.

8. El volumen de crédito “libre de deuda” necesario vendría determinado mediante la elaboración de una Cuenta Nacional de Oferta y Demanda o de Pérdidas y Ganancias que, sobre la base de estadísticas relevantes publicadas, determinaría la tasa a la que el flujo de precios excede al flujo de ingresos. La proporción de la producción no representada por ingresos vendría a constituir un beneficio que podría y debería repartirse entre todo el pueblo americano por igual. El Crédito Social es la universalización del capitalismo.

9. La Oficina Nacional de Crédito (ONC) tendría el deber de emitir el crédito “libre de deuda” para, o en nombre de, los consumidores, de tal forma que pudiera ser gastado en bienes y servicios de consumo. El pago directo, denominado Dividendo Nacional, se emitiría a cada ciudadano en partes iguales periódicamente, con independencia de su estado laboral o cualquier otra consideración. El resto del crédito compensatorio “libre de deuda” necesario para poder hacer auto-liquidante al sistema financiero se emitiría en forma de un descuento universal sobre los precios al por menor. Este descuento consistiría en una rebaja porcentual determinada por la tasa o proporción del Consumo Nacional (medido en dólares) en relación al valor de la concurrente o simultánea Producción Nacional (medida en dólares). Los minoristas vendrían a reducir sus precios de acuerdo con ese nivel de descuento, a cambio de un reembolso de crédito “libre de deuda” proveniente de la ONC, de tal forma que sus costes de producción totales puedan quedar liquidados.

10. También caería entre las competencias de la Oficina Nacional de Crédito el deber de mantener un Hoja de Balance Nacional, la cual mostraría, como activo, el valor monetario total de los recursos productivos de la nación versus, como pasivo, el grado al que esos activos han sido reclamados para propósitos productivos (representado por el volumen de crédito al productor que se ha emitido para catalizar la producción). El patrimonio neto de la nación, es decir, el valor de sus activos no usados, vendría a representar el grado al que podría emitirse nuevo crédito al productor a través de los bancos, si así se deseara, a fin de satisfacer las necesidades que tenga la comunidad de producción útil adicional.

11. Además de resolver el problema de la pobreza en medio de la abundancia, y de la servidumbre en lugar de libertad, se anticipa que las propuestas del Crédito Social para rediseñar el sistema financiero de la economía de tal forma que pueda finalmente ser auto-liquidante (con el flujo de precios de bienes de consumo y el de poder adquisitivo del consumidor en un equilibrio automático) contribuirán considerablemente a descentralizar el poder y la riqueza económica en favor del ciudadano individual; a eliminar el sabotaje y despilfarro económico; a eliminar la inflación que se origina tanto por tirón de la demanda como por empuje de los costes; a disminuir los impuestos; a reducir el tamaño y poder del gobierno; a mejora la estabilidad social; a facilitar la protección, conservación y reparación medioambiental; y a establecer un sólido fundamento para un sistema de comercio internacional que sea mutuamente beneficioso.

12. Con el desplazamiento, en rápido desarrollo, de la mano de obra por la tecnología y la inteligencia artificial, resulta imperativo que a América se le proporcione un moderno sistema financiero distributivo con el que poder satisfacer las necesidades de una era de automatización, abundancia y ocio crecientes.




Fuente: CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE